10.05.2013 Views

Dickens, Charles - Oliver Twist.pdf - enclasedehistoria

Dickens, Charles - Oliver Twist.pdf - enclasedehistoria

Dickens, Charles - Oliver Twist.pdf - enclasedehistoria

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Envalentonado al observar el silencio de <strong>Oliver</strong>, continuó hablando con<br />

tono de burlona lástima, ese tono que tanto molesta.<br />

—Bien sabes, mi pobre expósito —dijo—, bien sabes que... ¡Claro! La cosa<br />

no tiene ya remedio hoy, ni lo tenía entonces, lo que siento muy de veras, como<br />

todos lo sienten; pero no se puede negar que tu madre fue una... meretriz de<br />

tomo y lomo.<br />

—¿Una qué? —preguntó <strong>Oliver</strong> irguiendo la cabeza.<br />

—Una meretriz, una ramera de las más viles —repitió Noé con entonación<br />

glacial—. Preferible es que muriera cuando murió, pues de haber seguido en el<br />

mundo, o estaría en presidio, o la habrían deportado o ahorcado. Esto último es<br />

lo más probable.<br />

Rojo de cólera, ardiendo en ira, <strong>Oliver</strong> dio un salto prodigioso, que derribó<br />

la silla y la mesa, y agarrando a Noé por la garganta, le sacudió con vigor y<br />

fiereza espantosos. Castañeteaban sus dientes y sus ojos amenazaban salirse de<br />

sus cuencas mientras pugnaba por tender en tierra a su enemigo, lo que<br />

consiguió al fin.<br />

Un instante antes, aquel niño, abatido por los malos tratamientos, era la<br />

dulzura, la sumisión personificada; pero los crueles insultos dirigidos contra la<br />

memoria de su madre fueron para él a manera de dolorosos fustazos que<br />

excitaron su valor y encendieron su sangre. Latía con violencia su corazón;<br />

erguido el cuerpo, llameantes los ojos, arrebatado el semblante, transformado<br />

por completo, contemplaba a su enemigo con mirada de reto, desafiaba con una<br />

energía de la que nadie le hubiera creído capaz al que hasta entonces fuera su<br />

verdugo, al que osó ultrajar a su madre, al que ahora se arrastraba cobarde a sus<br />

pies.<br />

—¡Me va a matar! —balbuceó Noé—. ¡Carlota!... ¡Señora! ... ¡Que me<br />

asesina el aprendiz!... ¡Socorro!... ¡Auxilio!... ¡<strong>Oliver</strong> se ha vuelto loco!...<br />

¡Carlota!<br />

A los gritos de Noé contestó Carlota con otro más recio y la señora<br />

Sowerberry con un tercero que muy bien pudo pasar por ensordecedor bramido.<br />

La criada penetró en la cocina por una puerta lateral, y la señora se detuvo al pie<br />

de la escalera, hasta que se aseguró que no corría peligro su vida si pasaba<br />

adelante.<br />

—¡Miserable! —rugía Carlota, cogiendo a <strong>Oliver</strong> y sacudiéndole con todas<br />

sus fuerzas, iguales, si no mayores, que las de un hombre robusto—. ¡Ingrato...<br />

asesino... monstruo... víbora ponzoñosa!<br />

Cada epíteto iba acompañado de su correspondiente puñetazo y de un<br />

alarido ensordecedor.<br />

Nada de ligero tenía el puño de Carlota; pero por si no era bastante para<br />

calmar la furia de <strong>Oliver</strong>, penetró también en la cocina la señora Sowerberry y<br />

tomó parte activa en la paliza, sujetando al muchacho con una mano mientras<br />

con la otra le arañaba despiadada el rostro. Noé, advirtiendo lo favorable de las<br />

circunstancias, se atrevió a ponerse en pie, y por la espalda, descargó sobre el<br />

desdichado <strong>Oliver</strong> una lluvia espesa de golpes.<br />

El ejercicio era demasiado violento para que pudiera tener mucha<br />

duración. Rendidos los tres verdugos, faltos de fuerzas para continuar<br />

aporreando y arañando, arrastraron a <strong>Oliver</strong>, que se revolvía furioso, hasta el

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!