Las tardes de la granja 7.pdf

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¡Rútticot tecbot, campos abundosos, magnífico estrellado pavimento^ alma naturaleza! los mejores libros de la tnseñunza sois vtsotns. BIBLIOTECA UNIVERSIDAD DE MALAGA 6104877542
LAS T A R D E S DE LA GRANJA. TARDE XLIV, „i LA AVARICIA. Continuación Me la historia cfí \ Emiliano. ^establecida estaba ya en casa de Palemón la tranquilidad , y Be* suto muy siluro de no perturbarla. Sí la presencia de Mr. Roland des»
Page 7: L A S T A R D E S DE LA GRANJA.
Page 12 and 13: 6 de luego lo había asustado , ya
Page 14 and 15: u que moviéndose blandamente , for
Page 16 and 17: cíente provisión, los dos obsequi
Page 18 and 19: 1« auestrcs sus hijitos ? no ; son
Page 20 and 21: H experimentaríamos , si en nuestr
Page 22 and 23: \6 do , con mucha finura, la pregun
Page 24 and 25: IS Miró Enriqueta tímidamente .'i
Page 26 and 27: 20 de estilo se retiraron á comer;
Page 28 and 29: 22 pero este hermano , sin principi
Page 30: 2 4- pues ¡levarme á un país ext
Page 34 and 35: t6 mo de que su amigo no era tati d
Page 36 and 37: 28 do encargarme de ella ; no es po
Page 38 and 39: 30 dó atónito al hallar un cofrec
Page 40 and 41: 3a xa mi pobre hermano , y yo tam
Page 42 and 43: 34 ra de limosna. Después hizo tra
Page 44 and 45: 3* mente me decía , que , si no es
Page 46 and 47: 3« habia prestado algún dinero qu
Page 48 and 49: 40 y con el mismo lenguagc mudo k a
Page 50 and 51: 4i sois muy delicado , y por tanto
Page 52 and 53: 44 dixo así: señorita , ¡vé aqu
Page 54 and 55: 46 ofreció que me reprendería , y
Page 56 and 57: 4« ductor que , según él decia ,
Page 58 and 59: 5° que el Conde tiene en la corte,
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$2 maestro de música, porque estoy
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54 ees. Era del partido de mi tio s
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5« rancióla colno el primer paso
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que nadie sino el Conde debia sa
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6o quince años en el tiempo mas fl
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61 su amigo. No llores , le dixo en
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H venir á París á informarse ; p
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66 algunas veces presentimos las de
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63 miseria en que habia muerto Su h
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70 tpdos Jos proyectos que forma co
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7z selo á nadie. Todo esto me ha i
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7*' tante asunto , le dixe la estra
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70 proposiciones que acababa de ha
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78 licídad ! El amor era el único
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So inspira la sana doctrina , que d
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8i di.lo 5 y luego callaron todos p
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u dos para mí, y entre otras cosas
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Z6 intimándome que me dispusiese
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88 tnejante matrimonio. Mr. Dubourg
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90 der : ¡ como entregároslo ? Se
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92 Pase una noche cruel , porque ig
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94 su mejor vcsádo : me dio las gr
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oí xuismo á su amo, do modü que
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98 do Mr. Leclerc. — Sí, sí j e
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100 menos de ser amiga de Leclerc,
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102 que le quemó una gran parte de
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104 que le ttaxcran su hija, y efec
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106 tos de intereses ; pero luego q
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io8 fiará á Carolina , y durante
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no sa , por haberte dcxado robar h
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1 1 2 riiamos ? Mucha inquietud fne
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ii4 no llena de inquietud y recelos
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Tro- Carolina ha sido robada por un
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n8 cabe para averiguar el asunto; y
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120 cauciones de que se había vali
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122 luz. un hijo , y mi marido no t
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124 todos los cristales del coche ,
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126 á mi gabinete ; abro , vuelvo
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ia8 ¿qué misterio puede ser este?
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130 ta muger se ha sobresaltado al
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I$2 mi tio, sino un hombre sin fe q
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»34 mando de la mano al Conde , le
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136 nada sabe de lo ocurrido , ser
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13» con que era de presumir que el
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140 modo. -— | Y quál es ? — E
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142 dos los títulos respectivos á
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144 quanto porque se temen recípro
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l-4 fuerte y enérgica que tío se
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14« llamada á casa del Escribano
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i5o mí. Mañana á la noche nos un
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I $2 nos tal vez para siempre con t
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»54 á los caballos, que me separa
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I 56 Os dexé ayer, prosiguió Ma
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1 58 y me aseguraban que volvería
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i6o ñor ? — ¡Bien por vida m¡a
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I(5i El Conde , algo confuso , se v
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164 madre ; y el efecto de estas id
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166 bastante fuerte , me fué por g
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168 huir de mi cárcel j y cada dia
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170 tiempo la libertad , y para sie
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172 baxo mis ventanas, una voz escu
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•»7+ ba , pues le vi cantar en v
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confusión en que me hallaba de com
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*7 8 ía afectada expresión de los
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i8o de , conocí que eran vanos mis
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i8¿ tener su libertad... pero esa
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184 Cualquiera que seáis, hombre s
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i85 ja, con unas cintas que habia e
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i88 y sucedió lo mismo. To no pod
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100 s&biamas ni podíamos saber ado
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192 cuya melodía nunca me ha sido
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194 que se hallaba debaxo de la mia
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ñas que aborrecían , y á cierta
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198 blas : yo la abriré , y por el
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200 sé seriamente en cumplir lo qu
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264 otros , nos proporcionó una ab
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204 ra el madero que habíamos quit
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зоб suelo corrí á la venta, y
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208 ocupado en oir las particularid
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210 atacaria al Conde en justicia ,
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212 las mas profundas tinieblas nos
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2T4 criados , á los quales, como n
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2 16 habitaciones, y en la mas baxa
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213 aunque procuró saber noticias
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á la plaza , han revuelto , como d
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2 22 hombres; pero salieron vanas,
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224 Habrá algunos meses que Brígi
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2 2(5 rr.e sobrecogió un miedo...
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228 y yo pasé á la América con u
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2 JO bitando. Juzgad quales serian
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332 que al cüa siguiente iria con
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234- Conde de A r m a n t e y Mr. D
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2$6 clon : León habla como un Vvbt
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24Í regular. AI instante Julio y A
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a 48 xaré ademas mi granja para mo
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250 •, qué satisfacciones tan du
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2ja ros ; seguid por esta senda que
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354 jazmines y madreselva habia una
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356 posible hallar muger mas buena.
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264. na rueda velozmente , y los ju
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267 jo espero que todos nuestros am
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29 cía. Las damas pidieron que se
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27? hombre , y que regularmente es
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«89 TARDE XLVIII. LA INCONSECUENCI
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291 la mafia na. Este dia fué de a
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facciones se animaron de tal modo,
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297 edad , quando ei amor vino á a
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299 habitaba en una casa de campo.
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3oi pasiones : á mas de esto Julia
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303 respondía : pero nunca la perd
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3°5 querida. Yo me lisongeaba de q
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3°7 modo que nadie recelaba Jo que
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309 todos sus bienes , si yo me cas
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pocas veces , y todo iba en esta pa
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3'3 dureza y crueldad mía. Supe es
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329 fo ' mi hija, minada interiorme
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337 vanidad , la obstinación , la
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I 3*5* para Enriqueta y Adela, á l
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