Cosas de nuestro corazón - TSEYOR

Es al menos la quinta ocasión en que leo a una persona que es puro
músculo. Yo nunca fui así de joven, nunca fui especialmente fuerte
ni musculoso. Lo digo porque algunos de mis consultantes son varones
jóvenes recios, duros, plenos en su musculatura, que parecen puros
tendones y fuerza. Y sobre tal vigor mis manos, a distancia de
milímetros, se deslizan para ir leyendo su energía. Tal vez les
parezca incómodo que recorra a veces tan extensivamente su torso,
pasando mis manos a esa distancia; tal vez se sientan un poco
presos de mis palabras o manipulaciones, pues a todas luces se ve
que la experiencia de mi lectura debe haberles resultado altamente
inesperada, en sus contenidos y también la forma en que la hago. Los
levanto y les doy vueltas. Hago que suban, abran o bajen los brazos.
Repaso su espalda, y regreso y vuelvo a regresar leyendo con mis
ojos cerrados, a corta distancia de sus vigorosos músculos, algunas
de las aventuras y desventuras de sus seres.
Resulta insólito que un extraño levante, siente, dé vueltas, y
vuelva a levantar y a sentar, en público, a un hombre fuerte y muy
vigoroso, pero para mí no hay ninguna otra forma de llevar a cabo mi
labor. Lo digo por la sorpresa en que ellos se deben ver envueltos,
que va a contracorriente de lo que uno esperaría de un extraño:
distancia y circunspección.
Este joven no fue la excepción. Quién sabe qué esperaba de mi
trabajo, pero se quedó sin decir una palabra durante toda la lectura
porque ha sido tal la riqueza, prolijidad, detalle, continuidad y
peculiaridad de aquella vida en la India, que si tenía algo que
decir se lo calló.
Casi comenzaba a llover cuando me dispuse a ir a trabajar. Llovió,
llovió y volvió a llover; salió por un momento un sol esplendoroso,
y en circunstancias meteorológicas que solamente alejan a la gente,
por fin tuve la fortuna de hacer una lectura con tanta riqueza en
sus ambientes.
Abira – San
*A TODOS MIS HERMANOS TSEYOR – CARTA*
5 mayo 07
Hola hermano:
COSAS DE NUESTRO CORAZÓN GRUPO TSEY OR 198