254 - Equipos de Nuestra Señora

C
uando nos propusieron
que, en colaboración
con la CARTA, hiciéramos
una reflexión
sobre este tema, lo primero que
nos planteamos es: ¿Qué podíamos
aportar nosotros si no
somos especialistas en la materia
ni tenemos una larga experiencia,
con solo dos hijos y todavía
relativamente pequeños?
Sin embargo, después de ver el
tipo de familia que hoy en día
impera en nuestra sociedad, llegamos
a la conclusión de que
nos vendría bien analizar los
riesgos que supone dar una
educación permisiva a nuestros
hijos. Somos un prototipo de
familia frecuente hoy en día:
dos hijos, padres tardíos (llegaron
a los 7 años de matrimonio)
y los dos trabajando fuera de
casa. Circunstancias que, como
veremos, pueden ser idóneas
para fomentar una cierta condescendencia
en la labor educadora
del día a día.
La llegada de los hijos, si bien
es el acontecimiento más mara-
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FAMILIA
PADRES PERMISIVOS
villoso que podemos tener los
matrimonios, supone evidentemente
un revulsivo en nuestra
vida en cuanto que debemos
asumir que la labor como padres
acaba de comenzar, y si a
ello añadimos nuestra condición
de cristianos, nos vemos en la
obligación de educarlos para
que alcancen su plenitud
como personas que están destinadas
a vivir en comunión con
Dios para toda la eternidad.
La educación es la tarea de
mayor responsabilidad y más
difícil con la que siempre nos
hemos enfrentado los padres,
pero estamos en un momento
donde todo lo que nos atañe
hace más ardua esta misión.
Todo parece que se confabula
para que flaqueemos, bajemos
la guardia y hagamos dejación
del deber de educar. Son varias
las causas que convergen, en
algunas de las cuales nos veremos
irremediablemente reflejados:
— Somos cuerpo y alma, y el
modus vivendi que tenemos