Memoria de actividades 2010-2011

77
Memoria de actividades 2010/2011
Tampoco se puede olvidar, la sensación de adentrarte en la enigmática y a la vez
seductora penumbra del templo, para ver, noche tras noche, como se erige el milagro
de nuestro paso de palio. Aunque pasen los años y aunque la noche anterior haya
participado de ello, reconozco que aun siento un pellizco en el alma, cuando entro una
tarde con la parroquia abierta y veo montada la parihuela con sus doce varales
suspendiendo personalísimo palio. Eso si que es un buen pregón. Preámbulo
innegable, de que la espera toca a su fin
Como también es pregón, la cola de nuestros hermanos en la casa de hermandad, a las
puertas de la mayordomía y la secretaría, vuelven para formar una legión tenaz y
perseverante, en torno a sus imágenes. La fidelidad, la fe y el amor que sienten por
ellos son siempre superiores a la larga distancia, cansancio, molestias del capirote, y
los muchos “arreones” y “parones” que soportarán a indicaciones de los hermanos
diputados. Así de nuevo, a pesar de todo esto, vuelven a esperar una tediosa cola,
para sacar su particular pasaporte hacia la gloria, su papeleta de sitio.
Pasarán los días y a muchos de nosotros, nos aflorarán los nervios propios de quienes
celan por aquello que se les avecina, y como decía S. Agustín: “quien no cela….es
porque no esta enamorado.”
Son días de vísperas, que se saborean tanto o más que el propio domingo de ramos.
Como dijo Antonio Machado: Es tan bonito esperarte, que no quiero que llegues,
quiero sentirte llegar.
Así, sintiendo que llega, será la noche del sábado de pasión, que noche tan bonita.
Cuanta euforia contenida, viendo nuestros maravillosos pasos, ya con las flores
puestas. Es una noche en la que los hermanos de la Hiniesta nos regocijamos de serlo,
y en la que verdaderamente, disfrutamos de nuestra hermandad. Una noche tan
hermosa como la misma mañana del Domingo de Ramos.
Todos, a pesar de los adelantos tecnológicos, al levantarnos esa mañana, abriremos la
ventana y echaremos una mirada al cielo, con la esperanza cierta de que su color sea
de un azul purísima. La mañana en el templo será intensa, tras la concurrida misa de
palmas, cientos de sevillanos luciendo sus mejores galas y estrenando de nuevo alguna
prenda, ilusiones y una incipiente semana santa, querrán deleitarse con la belleza de
nuestros pasos, a unas pocas horas de su salida.
Yo fui chaval que pegaba en la solapa de nuestros visitantes el escudo de la hermandad
a las puertas de la parroquia, junto con mis amigos de la juventud, casi todos hoy aquí
presentes y casi todos seguimos participando activamente de la hermandad, que
contentos nos fuimos aquel día para casa, habiendo ayudado en algo tan ínfimo, y sin
embargo, tan importante para un niño.