Memoria de actividades 2010-2011

De azul y blanco sus sueños
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Memoria de actividades 2010/2011
Y así, llegará el día, parafraseando lo que cantara nuestro coro, “de azul y blanco
nuestro sueño”.
La estación, mal llamada de penitencia, si de verdad sientes y respetas tu hábito
penitente, comienza cuando empiezas a vestirte de nazareno.
Para aquellos hermanos, ponernos la túnica será un momento solemne, cargado de
emoción y recogimiento.
María de la Hiniesta y Lola, las hijas que Dios nos ha regalado a mi mujer y a mí, me ha
deparado otra gozo inconmensurable, vestirlas de nazareno, y comprobar como tus
hijos sienten y disfrutan su cofradía tanto o más que uno mismo.
Una vez vestidos de nazarenos, llegaremos a la plaza, con el alma a flor de piel. Al
llegar notarás un ambiente de expectación, de día grande en Sevilla, aunque haga
unas pocas horas que hayas abandonado el templo, al entrar lo notarás
completamente distinto, el sol, penetrando a través de las vidrieras de la fachada, le
dará a la parroquia un tono dorado, mágico, lo envolverá todo, flotará en el aire un
aroma a claveles, sentirás como se te acelera el corazón, y te costará un mundo,
contener la emoción al pararte ante los pasos, y decirle musitando a nuestro cristo y
nuestra virgen: “aquí estoy, otro año más”.
Rezos y oraciones, reencuentros, abrazos sinceros, alegría exultante de un río
contenido, que se desbordará, cuando las puertas de la iglesia se abran y en aquel
momento, la luz cegadora de un nuevo Domingo de ramos, llenará el templo.
Y entonces, sonará el característico martillo del paso cristo y el silencio se hará. En un
templo abarrotado, todas las miradas convergerán en él, en su serena buena muerte.
Poco a poco, comenzará a caminar el elegante paso entre un mar de capirotes azules,
al momento comenzara a sonar el tambor, y de nuevo………..
Como llegando suavemente a nuestros oídos,…..
Como queriendo que ese instante se eternice y no se acabe nunca,…
Flotarán los primeros compases inconfundibles de nuestra marcha con
mayúsculas...¡HINIESTA!
Creo que es el momento más intenso que se puede vivir en nuestra cofradía. Nuestro
Cristo, que durante todo el año está a unos pocos metros de nuestra dolorosa, avanza
hacia ella, como queriendo despedirse, o quizás, pedirle permiso a su madre para
precederla y pasearse por Sevilla.
Al rostro de muchos hermanos aflorarán las lagrimas, de quienes salen cirio en mano
hacia la calle y no les queda más remedio que perderse el momento; de quienes
cuentan sus años por papeletas de sitio y quieren saborear hasta la última nota del
maestro Peralto; de nuestros acólitos que tienen la dicha de precederlo, iluminando y
perfumándole su camino; de aquellos hermanos veteranos, que ya no visten nuestro
hábito y que rememoran las muchas veces que si lo hicieron.