Memoria de actividades 2010-2011

Todo está consumado
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Memoria de actividades 2010/2011
Este pregón viene ya de recogida, permitidme que para despedirme, os hable de mi
venerada imagen, por la que no hace falta que confiese mi debilidad, pues todos la
conocéis.
En Sevilla, a los niños, mucho antes de que descubran y comprendan los sacramentos,
se les enseña a querer y a respetar al Señor, y a la Virgen. Hay quienes piensan de los
cofrades que somos idólatras, incluso miembros de nuestra iglesia católica,
desconociendo quizás, que desde el año 787, desde el séptimo concilio de nuestra
iglesia, los católicos veneramos a las imágenes como medio de comunicación con el
padre.
Siendo como somos, seres humanos, creados a imagen y semejanza del padre, es
normal que rindamos culto a las imágenes, Necesitamos ver, a pesar de la fe es creer
sin ver, el hombre, por su condición necesita ver. No hay nada malo en ello, ya le
ocurrió Santo Tomás, y tras empeñar su palabra tuvo que tocar las manos y meter la
suya en el costado del señor para creer que había resucitado, tal y como se nos relata
en el evangelio de San Juan.
Dijo en sus escritos San Agustín, que bienaventurado aquel que tuviera dudas sobre su
fe, porque de ellas saldría reforzado. Señor, yo cuando tengo la más mínima duda
sobre mi fe, me las disipa simplemente contemplar tu divino rostro, la serenidad de tu
noble gesto, la suave caída de tu cabeza sobre el pecho, tus brazos abiertos reposando
delicadamente sobre la cruz de tu martirio, toda tu imagen es armonía, no hay ninguna
estridencia en ella, que serena y hermosa consiguió Castillo Lastrucci mostrarnos la
muerte de nuestro redentor. La buena muerte de cristo.
Hoy quisiera, confesarme públicamente ante él y con vosotros por testigos. En él
tengo toda mi confianza y mi fe puestas, para que algún día, y seguro que sin
merecerlo, poder alcanzar y gozar las promesas que nos hizo cuando estuvo en la
tierra.
Quisiera hoy y aquí, a modo de oración, decirle un te quiero y despedirme de vosotros
diciéndole:
Padre nuestro que del cielo
un día lejano bajaste
de la Virgen te encarnaste
trayendo un mandato nuevo
Que toda la ley divina
se resume en una parte
amaos sin medida
sin distinguir a nadie
que todos somos hermanos
hijos de un mismo padre