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infancia en tacna - Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann

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oja. Antes de las brevas, v<strong>en</strong>ían las ciruelas conocidas como "Reina Claudia",<br />

"Santa Rosa", "japonesa", la negra con carne blanca, la blanca con carne<br />

negra y la adamascada o híbrida con el damasco, única <strong>en</strong> el mundo. Más o<br />

m<strong>en</strong>os de marzo eran las peras, subdivididas <strong>en</strong> "canela", "palta", "de a libra",<br />

"colpa", "colorada" o peruana y 'pera perilla". En cambio, la "pera mota" v<strong>en</strong>ía<br />

<strong>en</strong> febrero.<br />

Otras frutas deleitaban, además, al paladar lugareño. Allí estaba la guayaba<br />

de Cali<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> invierno, oriunda de una zona donde hay unos deliciosos baños<br />

termales y donde podría construirse, repito, un hotel de turismo con anexos para<br />

el ejercicio del golf y del deporte ecuestre y, que, sin embargo, hállase hoy<br />

totalm<strong>en</strong>te abandonada con unas chozas inmundas que sería vergonzoso ocupar.<br />

No deb<strong>en</strong> ser olvidados aquí tampoco el membrillo, subdividido <strong>en</strong> "lúcuma" y<br />

"zonzo"; el pacae; el granado accesible a cualquiera <strong>en</strong> los numerosos callejones;<br />

la frutilla; la mora obscura y delgada como un gusano; la espléndida naranja del<br />

valle de Azapa, <strong>en</strong> Arica, que hoy parece pert<strong>en</strong>ecer a un mundo extraterrestre.<br />

Desde abril hacíase la melcocha, la bu<strong>en</strong>a melcocha de antes con puro jugo<br />

de caña de azúcar mezclado con chancaca, nueces, cáscara de naranja y cocos,<br />

elaborada <strong>en</strong> la pres<strong>en</strong>cia misma del consumidor. Ahora dícese que han sido<br />

eliminados algunos de estos aditam<strong>en</strong>tos y que se utilizan colorantes.<br />

Pero <strong>en</strong> uno de mis viajes últimos, he creído <strong>en</strong>contrar <strong>en</strong> una callejuela<br />

lateral <strong>en</strong> la parte sur de la Alameda el mismo lugar a donde fui <strong>en</strong> mi <strong>infancia</strong><br />

<strong>en</strong> más de una oportunidad, jubilosam<strong>en</strong>te, a buscar esta golosina y <strong>en</strong> donde<br />

ella sigue elaborándose. Actualm<strong>en</strong>te ya no está junto a <strong>en</strong>revesados callejones<br />

sino <strong>en</strong> una zona hace poco tiempo urbanizada, sin olor, color ni sabor locales.<br />

Cosas agradables podían t<strong>en</strong>er no sólo orig<strong>en</strong> campestre. Florecían también<br />

la pequeña industria doméstica, la primorosa e inexportable tradición familiar o<br />

local, el arte que se crea <strong>en</strong> poca cantidad, <strong>en</strong> ocasiones especiales, o para cli<strong>en</strong>tes<br />

selectos, o para consumo mínimo. Recuerdo siempre el alfajor moqueguano de<br />

vaporosa y arqueada pasta amarilla, con un miel color chocolate, que se v<strong>en</strong>día<br />

<strong>en</strong> las calles; las creaciones de la "Pitis", admirable mujer especialista <strong>en</strong><br />

golosinas, cuya ti<strong>en</strong>da estaba <strong>en</strong> la calle La Mar; y el pan llamado de "Saravia".<br />

con una harina más blanca que la de la "marraqueta" aún no perdida los<br />

variados "pecesitos", es decir los caramelitos típicos que eran obra de una<br />

francesa, esposa del comerciante chil<strong>en</strong>o Jaramillo, resid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Tacna, según<br />

me dic<strong>en</strong>, hasta después de 1929; y el "chinchiví", precursora bebida gaseosa<br />

local.<br />

Ni altos edificios, ni palacios señoriales, ni escudos solariegos, ni conv<strong>en</strong>tos o<br />

iglesias impon<strong>en</strong>tes, ni balcones morunos, ni rejas lujosas, ni ruinas seculares<br />

habían <strong>en</strong> Tacna. La ciudad, pequeña <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido horizontal, con sus diez mil<br />

habitantes, lo era también <strong>en</strong> la medida vertical: dos pisos a lo más y, casi<br />

siempre, un piso <strong>en</strong> las casas de bellos y típicos techos muchas veces <strong>en</strong> linda<br />

forma del mojinete que hoy, por desgracia, van desapareci<strong>en</strong>do y con las<br />

paredes de la calle pintadas de colores variados pero sin estrid<strong>en</strong>cias: amarillo<br />

púrpura, naranja o zapallo, verde lechuga. En las calles de admirable limpieza<br />

aún no del todo olvidada y cuya luz era de patio, según las palabras de <strong>Jorge</strong><br />

Luís Borges al evocar a Montevideo, se solía respirar (y aquí no hay retórica)<br />

un olor a fruta y a flor. Cerca de muros o balcones, de verjas y patios, de<br />

glorietas y quintas florecían geranios, alhelíes, lirios, claveles, rosas, nardos,<br />

azuc<strong>en</strong>as, jazmines, hort<strong>en</strong>sias, heliotropos, juncos. Pero acaso, para un blasón<br />

evocador, habría habido que trasplantar de la ciudad la buganvilla y de la<br />

campiña la humilde y omnipres<strong>en</strong>te retama. Y <strong>en</strong> cuanto a los árboles, era<br />

indudable que t<strong>en</strong>ían una calidad repres<strong>en</strong>tativa la vilca y el molle, aunque este<br />

último se ha esparcido por todo el Perú como pidi<strong>en</strong>do que lo reconozcan como<br />

árbol nacional. Por otra parte, el granado, con el que tantas veces tropezábamos,<br />

circunda, asimismo, doblem<strong>en</strong>te, al recuerdo y a la nostalgia.

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