10.05.2013 Views

infancia en tacna - Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann

infancia en tacna - Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann

infancia en tacna - Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Me clasifico, <strong>en</strong> cambio, como sobrevivi<strong>en</strong>te de una g<strong>en</strong>eración que vivió <strong>en</strong> el<br />

mundo de una <strong>infancia</strong> y de una adolesc<strong>en</strong>cia totalm<strong>en</strong>te opuesta. Y así me<br />

emociono ante estos versos de W. H. Aud<strong>en</strong> sobre la época:<br />

Cuando se podía mirar al futuro<br />

como un ya d<strong>en</strong>ominado y sólido paisaje,<br />

los hijos<br />

podían t<strong>en</strong>er el mismo s<strong>en</strong>tido de tos cosas<br />

que el de sus padres<br />

y reír y llorar ante<br />

los mismos cu<strong>en</strong>tos (6)<br />

No pret<strong>en</strong>do jactarme de que el nuestro fue un hogar modelo. Ap<strong>en</strong>as si<br />

fue un hogar muy unido y muy sólido, como era habitual <strong>en</strong> una vieja familia de<br />

provincia a comi<strong>en</strong>zos del siglo actual, acaso más ligada <strong>en</strong>tre sí por la<br />

situación <strong>en</strong> que Tacna vivía.<br />

Mi<strong>en</strong>tras somos niños, y luego <strong>en</strong> la adolesc<strong>en</strong>cia y <strong>en</strong> la primera juv<strong>en</strong>tud,<br />

anhelamos crecer, madurar. Nos gustaría llegar a la condición de adultos y así<br />

vivir al lado de los seres queridos o admirados a qui<strong>en</strong>es sólo pudimos contemplar<br />

desde un plano inferior. Pero nuestra ilusión quiere que, para ese <strong>en</strong>tonces, ellos<br />

sigan tal cual los vieron nuestros ojos primerizos. Resulta, sin embargo, que la<br />

vida, implacablem<strong>en</strong>te, nos desarrolla; pero, al mismo tiempo, aquellas personas<br />

<strong>en</strong>vejec<strong>en</strong> o muer<strong>en</strong>. Todo el universo al que ingresamos <strong>en</strong> la edad adulta es<br />

distinto y, a veces, opuesto <strong>en</strong> relación con aquel que cobijó nuestros primeros<br />

años. Rostros, figuras y m<strong>en</strong>tes que vimos lozanas suel<strong>en</strong> desaparecer para<br />

siempre. Ante los primeros fallecimi<strong>en</strong>tos que acontec<strong>en</strong> a nuestro alrededor,<br />

feroces hachazos golpean a nuestras almas sorpr<strong>en</strong>didas y rebeldes. Poco a poco,<br />

al llegar sucesivos episodios análogos, nos es posible, de una manera u otra,<br />

acostumbrarnos. Surge como una aceptación fatalista ante lo inevitable, que si<br />

no <strong>en</strong>juga nuestra p<strong>en</strong>a, al m<strong>en</strong>os la <strong>en</strong>carrila. Es como si supiéramos que<br />

un invisible tirador dispara implacable cada día, que todos nos<br />

<strong>en</strong>contramos juntos <strong>en</strong> las trincheras más y más <strong>en</strong>lodadas de una guerra<br />

perman<strong>en</strong>te y que cualquiera puede recibir <strong>en</strong> cualquier minuto el<br />

balazo mortífero día a día más inmin<strong>en</strong>te. Otras veces pres<strong>en</strong>ciamos la<br />

transformación de nuestros familiares y amigos. Guardábamos de ellos<br />

imág<strong>en</strong>es alegres y sanas; y de pronto se exhib<strong>en</strong> como si terremotos<br />

interiores los hubieran sacudido para conducirlos a otros períodos<br />

geológicos mi<strong>en</strong>tras caricaturistas satánicos deformaban aquellas<br />

esbeltas figuras.<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o se hace más deprim<strong>en</strong>te cuando transcurre mucho<br />

tiempo de separación hasta los nuevos <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros con esas personas.<br />

A su vez, ellas, sin duda, pi<strong>en</strong>san lo mismo <strong>en</strong> lo que a nosotros atañe.<br />

Qui<strong>en</strong>es hemos dedicado largos años a la <strong>en</strong>señanza hemos <strong>en</strong>contrado<br />

alguna vez a un viejecito que, con paso vacilante, avanzó para<br />

decirnos: "¡Maestro! Cuánto tiempo sin vernos" Y no sabemos quién es<br />

aquel amigo g<strong>en</strong>eroso y s<strong>en</strong>il, de mucho m<strong>en</strong>or edad que la nuestra.<br />

Al mismo tiempo, contemplamos, infortunadam<strong>en</strong>te desde lejos,<br />

cada día, frescos, arrogantes, ambiciosos, como quizás lo fuimos <strong>en</strong> el<br />

pasado, a los hombres jóv<strong>en</strong>es y a las mujeres jóv<strong>en</strong>es de esta época,<br />

(6) W. H. Aud<strong>en</strong> Epistole lo a Godson, New York, Randow House, 1972.<br />

dotados con los privilegios formidables derivados de la libertad, la franqueza<br />

y la espontaneidad mucho mayores imposibles de comparar con la<br />

vida de antaño; abiertas para ellos v<strong>en</strong>tajas que jamás nos fueron

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!