1 Partiendo del documento Vida Fraterna en Comunidad vamos a ...
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Para crear una comunicación que valga la p<strong>en</strong>a hay que evitar el secretismo, dar la mayor<br />
cantidad de información posible, comunicar lo oficial, pero también lo que uno lleva de profundo<br />
y misterioso. Nos falta la unión de corazones y la alegría que es su expresión, hay que superar un<br />
cierto pudor a que me conozcan, sobre todo <strong>en</strong> lo que si<strong>en</strong>to allá <strong>en</strong> el hondón. 7<br />
e) La comunidad exige tiempos y <strong>en</strong>ergías<br />
La comunidad no es un lujo, sino una necesidad vital. La excusa de que no t<strong>en</strong>go tiempo que<br />
perder con los hermanos es muy peligrosa. La comunidad se hace constantem<strong>en</strong>te, necesita<br />
tiempo para crecer.<br />
No se trata de una formalidad: estar físicam<strong>en</strong>te juntos todo el tiempo, esto no lo resiste<br />
nadie, ya que todos requerimos espacios y tiempo para <strong>en</strong>contrarnos con nosotros mismos. Estar<br />
siempre unidos estando algunas veces juntos. Esa solitariedad -estar a solas, nunca solos- es<br />
necesaria para el <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro personal con el Amigo, con mis propias inquietudes, con mis<br />
proyectos, <strong>en</strong> fin, para agarrar fuerza y volver al desgaste comunitario. Hay que propiciar el<br />
espacio físico y psicológico para este <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro personal y contemplativo.<br />
f) por fin, apr<strong>en</strong>demos a hablar juntos de nuestra experi<strong>en</strong>cia de Dios<br />
Un elem<strong>en</strong>to clave para fortalecer la vida de fraternidad es la oración comunitaria, armonía<br />
que forman las personas cuando oran juntas. Traduce la alegría de los que t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do una sola alma<br />
y un solo corazón dan gracias al Padre con una misma voz.<br />
Una oración bi<strong>en</strong> preparada es el mejor servicio que hacemos a la fraternidad, nos ayudará a<br />
recuperar la conci<strong>en</strong>cia de que no nos hemos escogido mutuam<strong>en</strong>te para convivir sino que es<br />
Dios qui<strong>en</strong> nos ha convocado a todos.<br />
En la oración <strong>en</strong> común la comunidad percibe la vocación común: el amor de elección de<br />
Dios que nos hizo hermanos y que a través de una historia común nos ha ido mostrando sus<br />
caminos. Además <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra la fuerza para ser fiel a la misión y de parte de ésta recibe el s<strong>en</strong>tido<br />
y la ori<strong>en</strong>tación de su propia oración, como un flujo <strong>en</strong>riquecedor. 8<br />
La comunidad es una realidad <strong>en</strong> formación, la comunión de corazones, la vocación, la<br />
misión son dones que hay que agradecer, a la vez que una meta a la que t<strong>en</strong>der. En esta tarea<br />
estamos embarcados todos, ojala alcancemos la gracia de Dios para ser bu<strong>en</strong>os constructores.<br />
4. Profundizando desde el carisma agustino recoleto<br />
a) ¡Qué dulce es la caridad que hace habitar a los hermanos <strong>en</strong> unidad! (<strong>en</strong>. Ps. 132, 1).<br />
San Agustín <strong>en</strong> la <strong>en</strong>arratio al salmo 132, señalará, el don inm<strong>en</strong>so de parte de Dios que<br />
significa vivir <strong>en</strong> comunidad. No son los hermanos, los que con sus propias fuerzas y méritos,<br />
consigu<strong>en</strong> vivir <strong>en</strong> la dulce unidad de la caridad (<strong>en</strong>. Ps. 132, 1) d<strong>en</strong>tro de la comunidad. No se<br />
trata de una dinámica meram<strong>en</strong>te humana o psciológica. La gracia de Dios es la que capacita a<br />
los hermanos para que por <strong>en</strong>cima de todo aquello que los pueda dividir, ellos sean capaces de<br />
vivir <strong>en</strong> la unidad y concordia de la comunidad. La gracia de Dios, que es siempre un don y una<br />
manifestación gratuita de su amor (s. 291, 1) es la que capacita a los hermanos, convocados por<br />
la voz y “trompeta” Espíritu Santo (<strong>en</strong>. Ps. 132, 2), para vivir <strong>en</strong> la unidad de la comunidad. Por<br />
ello <strong>en</strong> esta misma <strong>en</strong>arratio al salmo 132, san Agustín utiliza como metáfora de la gracia, el<br />
rocío <strong>del</strong> monte Hermón, haci<strong>en</strong>do la interpretación exegética <strong>del</strong> nombre de Hermón como “luz<br />
elevada”, ya que la verdadera luz elevada es Cristo, de qui<strong>en</strong> procede la gracia que permite a los<br />
hermanos vivir <strong>en</strong> comunidad (<strong>en</strong>. Ps. 132, 11). Sin este rocío <strong>del</strong> Hermón, sin esta gracia de<br />
7 Cf. VFC, 29-34. El apartado comunicar para crecer juntos, es de una gran valía.<br />
8 Cf. VFC, 12-20 segm<strong>en</strong>to que lleva por título espiritualidad y oración común.<br />
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