MANCHA QUE LIMPIA - DSpace CEU

J usto.
Enriq.
CONCEP.
Justo.
E nriq.
Justo.
CoNCEP.
E nriq.
J usto.
E nriq.
CONCEP.
J usto.
E nriq.
CoNCEP.
E nuiq.
— 17
ella es así. Y como yo m e duerm o ta rd e ... á las nueve
tengo sueño.
¿Se duerm e usted tarde?
Sí: casi siem pre estoy leyendo alguna novela francesa.
Se las da Miss. Fanny, la institutriz, para que se ejercí-
cite en el francés.
Ya. ¿Y hasta qué hora está usted leyendo?
Hasta que viene Matilde y m e apaga la luz: «que te
hace daño, que te hace daño». Me da un beso y se va.
(Con sonrisa triste, como diciendo; no, no creo en el beSO.)
¿Ese será otro alfilerazo?
¡Pues no! E star en lo m ás interesante de una novela y
dejarle á una á o scu ras.... Pues hay p a rá... Diga usted
que esta os un ángel.
Hoy no paró hasta que á las nueve y media m e hizo
levantar. Luego presidió mi desayuno. «Toma esto: no
tom es esto. Es dem asiado: es poco. ¡Y el médico arrib
a, y el módico abajo!»
¡Vamos, intolerable!
No: yo no digo... Ella es así. Luego se em peñó en que
había do contestar á una carta que desrfe Viena m e
había escrito mi m aestra de alem án. «Mujer, contesta:
que ha pasado un m es: que estará ofendida: que fué
m uy buena para tí.» Dale, dale, hasta que contesté.
Ella corrigió la carta; y á cada paso una falta: decía
ella... no sé... me devolvió el borrador lleno de tachones.
No m e pude contener: hice mal: no m e riña usted;
(Ck>n minio i doña Concepción.) rom pí la Carta y le tiré
los pedazos: le dieron en la cara, pero fué sin intención.
¡Qué te he de reñir! Hiciste perfectam ente.
¿Y ella?
Se puso m uy pálida: me dió miedo.
Es m uy colérica.
Con que yo m e fui á mi cuarto, y m e encerré llorando.
P o r distraerm e, m e puse á escrib ir... p u es... á una
am iga, y á poco Matilde á la puerta. «Enriqueta, m o -