Observe a su gato - Fieras, alimañas y sabandijas
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14 DESMOND MORRIS<br />
ratas, y tampoco se pide más de ellas. Por lo tanto,<br />
cualquier modificación en la longitud del pelaje, en el color,<br />
en la pauta del mismo o en las proporciones del cuerpo,<br />
<strong>su</strong>rge sólo en base de las preferencias locales y los<br />
caprichos de los dueños. Esto ha llevado a lograr razas de<br />
<strong>gato</strong>s de pedigrí sobremanera bellos, pero no hay la<br />
asombrosa amplitud de tipos tan diferentes como se<br />
encuentran entre los perros. No existe un equivalente en<br />
<strong>gato</strong> del gran danés o del chihuahua, del san bernardo o del<br />
dachshund. Existe un alto grado de variaciones en cuanto al<br />
pelaje y el color, pero muy bajo en lo que se refiere a la<br />
forma corporal y al tamaño. Un <strong>gato</strong> verdaderamente<br />
grande, pesa más o menos nueve kilos; el menor, kilo y<br />
medio. Esto significa que, aunque considerásemos a un<br />
felino como un monstruo de circo en un extremo, los<br />
grandes <strong>gato</strong>s domésticos pesan sólo unas seis veces más<br />
que los pequeños; la situación entre los perros es bien<br />
distinta: un san bernardo pesa 300 veces más que un<br />
pequeño terrier Yorkshire. En otras palabras, la variación de<br />
peso de los perros es cincuenta veces mayor que en los<br />
<strong>gato</strong>s.<br />
Volviendo a los <strong>gato</strong>s abandonados, y a aquellos que se<br />
han hecho salvajes por elección - la población salvaje -,<br />
también nos percatamos de una considerable diferencia con<br />
respecto a los perros abandonados. Éstos forman manadas<br />
que se apoyan mutuamente y comienzan a vivir y<br />
defenderse por sí mismos sin ayuda humana en las regiones<br />
menos civilizadas, siendo tales grupos casi inexistentes en<br />
las zonas urbanas y <strong>su</strong>burbanas. Incluso en los modernos y<br />
atestados países europeos re<strong>su</strong>lta casi imposible<br />
encontrarlos por ninguna parte. Ni siquiera los distritos<br />
rurales pueden mantenerlos. Si se constituye una manada<br />
asilvestrada, pronto es perseguida por campesinos y<br />
pastores para impedir ataques a <strong>su</strong>s rebaños. Las colonias<br />
de <strong>gato</strong>s salvajes son otro a<strong>su</strong>nto. Cada ciudad importante<br />
tiene una escalofriante población de ellos. Los intentos por<br />
erradicarlos fallan, por lo general, porque siempre existen,<br />
nuevos <strong>gato</strong>s callejeros que añadirse al conjunto. Y la<br />
necesidad de destruirlos no re<strong>su</strong>lta tan grande, puesto que a