Vida del Autor del Amadís de Gaula - Liceus
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<strong>Vida</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Autor</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong><br />
(Pequeña Biografía <strong>de</strong> Enrique <strong>de</strong> Castilla)<br />
Por Santiago Sevilla<br />
¡Primero rompamos lanzas en aras <strong>de</strong> la verdad! El autor <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>” es el Infante Don Enrique <strong>de</strong><br />
Castilla, hijo <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Fernando III el Santo, y hermano <strong>de</strong> Alfonso X el Sabio. Los indicios <strong>de</strong> su autoría<br />
son irrebatibles, como se verá.<br />
Don Enrique nació en 1230 en Burgos. Su padre estaba empeñado en la reconquista <strong>de</strong> España, <strong>de</strong><br />
manos <strong><strong>de</strong>l</strong> Islam. Su madre Isabel Beatriz <strong>de</strong> Suabia, nobilísima princesa nieta <strong><strong>de</strong>l</strong> Emperador<br />
Fe<strong>de</strong>rico Barbarossa <strong><strong>de</strong>l</strong> Sacro Imperio Romano Germano, y <strong><strong>de</strong>l</strong> Emperador <strong>de</strong> Constantinopla<br />
Isaac II Ángelo, era una mujer admirada por su cultura y belleza, que le enseñó a Don Enrique el<br />
idioma alemán y los romances caballerescos <strong>de</strong> Hartman von Aue, Walter von <strong>de</strong>r Vogelwei<strong>de</strong>, y<br />
Wolfram von Eschenbach. Ella murió cuando el Infante Enrique tenía apenas cinco años <strong>de</strong> edad,<br />
pero <strong>de</strong>jó en él admiración y <strong>de</strong>voción por la cultura germana <strong>de</strong> su progenitora. No obstante, Don<br />
Enrique fue ante todo un príncipe castellano y leonés formado en la cultura caballeresca <strong>de</strong> la que su<br />
padre fue preclaro ejemplo. Su lenguaje es el mismo que el <strong>de</strong> Alfonso el Sabio en Las Siete Partidas<br />
y que el <strong>de</strong> Don Juan Manuel en El Con<strong>de</strong> Lucanor. Sin duda el castellano <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>” se parece<br />
también mucho al idioma <strong>de</strong> la Crónica <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Fernando III el Santo, siendo posterior en el tiempo<br />
por una generación.<br />
La siguiente influencia profunda en la cultura <strong><strong>de</strong>l</strong> Infante Don Enrique, fue su madrastra Jeanne <strong>de</strong><br />
Dammartin, Con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Ponthieu, Reina consorte <strong>de</strong> Castilla y León. Ella le enseñó el francés y con<br />
ello las tradiciones romances <strong>de</strong> Chrétien <strong>de</strong> Troyes, con Yvain el Caballero <strong><strong>de</strong>l</strong> León, que habría <strong>de</strong><br />
resurgir como su experiencia propia en la corte <strong>de</strong> Túnez. La reina Jeanne era diez años mayor que<br />
Don Enrique y su cariño por ella, y el suyo, <strong>de</strong> ella por él, fueron muy entrañables hasta el punto que,<br />
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<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Fernando III en 1252, se dijo que se amaron y que se veían<br />
secretamente en la Torre Mocha <strong>de</strong> Sevilla, que fue construida por el Infante Don Fadrique, su<br />
hermano mayor y gran amigo compañero, que había aprendido arquitectura en Nápoles,<br />
inspirándose en el maravilloso Castel <strong>de</strong> Santa María <strong><strong>de</strong>l</strong> Monte.<br />
La lengua francesa habría <strong>de</strong> servirle mucho a Don Enrique, no sólo en Bretaña y Normandía, sino<br />
también en la corte <strong>de</strong> Westminster y Windsor, cuando visitó a su hermanastra Doña Leonor <strong>de</strong><br />
Castilla, esposa <strong><strong>de</strong>l</strong> Príncipe Eduardo Plantagenet, futuro rey <strong>de</strong> Inglaterra. Es que en esa corte <strong>de</strong><br />
Henry III se hablaba muchísimo el francés porque la reina Eleanor <strong>de</strong> Provenza y el propio rey <strong>de</strong><br />
Inglaterra eran <strong>de</strong> origen francés y en su corte residían muchos importantes parientes <strong>de</strong> Saboya y<br />
Lusiñán respectivamente, a más <strong><strong>de</strong>l</strong> noble francés Don Simón <strong>de</strong> Montfort , Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Leicester,<br />
cuñado <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey, quien habría <strong>de</strong> impresionar profundamente a Don Enrique, hasta el punto <strong>de</strong><br />
inspirarle el personaje <strong>de</strong> <strong>Amadís</strong>, y <strong><strong>de</strong>l</strong> traidor Barsinán, más tar<strong>de</strong>.<br />
La relación <strong>de</strong> Don Enrique con su hermano mayor Alfonso X el Sabio resultó fatalmente crucial en su<br />
vida. Don Alfonso era nueve años mayor que Don Enrique y se casó con una mujer cruel, la Infanta<br />
Doña Violante <strong>de</strong> Aragón, cuyo carácter tuvo una maligna influencia sobre Alfonso X, quien a raíz <strong>de</strong><br />
su coronación en 1252, arrebató feudos y <strong>de</strong>rechos tanto a la reina viuda Doña Jeanne <strong>de</strong><br />
Dammartin, como a su hermano Don Enrique. La Historia <strong>de</strong> España cuenta cómo Alfonso X le<br />
impidió casarse con la bella infanta Constanza <strong>de</strong> Aragón, le arrebató el reino <strong>de</strong> Niebla, y en su<br />
momento cometió un fratricidio, mandando ahogar al común hermano, y compañero <strong>de</strong> andanzas y<br />
guerras <strong>de</strong> Don Enrique, al Infante Don Fadrique.<br />
Don Enrique se formó como caballero aprendiendo <strong>de</strong> su padre el arte <strong>de</strong> la guerra. Fue gran jinete y<br />
supo batirse en torneos y justas como era usual entre los nobles europeos <strong><strong>de</strong>l</strong> Siglo XIII. Su primer<br />
gran <strong>de</strong>sempeño militar se realizó en la conquista <strong>de</strong> Sevilla en 1248 cuando apenas tenía dieciocho<br />
años: Mientras el rey Don Fernando y el Almirante Don Ramón <strong>de</strong> Bonifaz y Camargo tajaban el<br />
puente <strong>de</strong> barcos entre Triana y Sevilla, para conquistar la ciudad, el rey <strong>de</strong> Sevilla, Axataf asaltó el<br />
real <strong><strong>de</strong>l</strong> ejército castellano que había quedado a cargo <strong><strong>de</strong>l</strong> Infante Don Enrique. Su guardia exterior<br />
fue <strong>de</strong>rrotada y el real parecía con<strong>de</strong>nado al saqueo y exterminio, pero Don Enrique con dos<br />
capitanes y pocos peones <strong>de</strong> brega se <strong>de</strong>fendió con tanto <strong>de</strong>nuedo y valor que puso en fuga a los<br />
moros y dio muerte a muchos <strong>de</strong> ellos. Su padre Don Fernando III le reconoció su mérito <strong>de</strong><br />
caballero valiente y le entrego Morón, Écija, Medina Sidonia, y otros feudos como merced y gratitud.<br />
Seis años <strong>de</strong>spués, su hermano Alfonso X se los arrebató para dárselos más tar<strong>de</strong> a su hija bastarda<br />
Beatriz, a quien también donó el reino <strong>de</strong> Niebla.<br />
Don Enrique <strong>de</strong>rrotó primero a las huestes castellanas en Morón, en 1254, pero la superioridad <strong>de</strong><br />
Castilla con el refuerzo <strong>de</strong> más ejércitos, le obligó a huir con la reina viuda a su condado <strong>de</strong> Ponthieu<br />
en Normandía, y <strong>de</strong>spués por último, con pequeño séquito, a la Gran Bretaña, a don<strong>de</strong> su<br />
hermanastra Leonor, recientemente <strong>de</strong>sposada con Lord Edward, como se llamó al here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />
corona inglesa. Ahí permaneció Don Enrique <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1255 hasta 1259 gracias a la generosidad y<br />
munificencia <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Henry III, que le regaló ingresos pecuniarios <strong>de</strong> los que hay constancia contable<br />
en Inglaterra.<br />
Estos años en Inglaterra fueron fundamentales para el invento <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>”. La corte <strong>de</strong><br />
Westminster le sirvió a Don Enrique <strong>de</strong> inspiración para los principales personajes <strong>de</strong> su novela.<br />
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También a esos impresionantes sucesos <strong>de</strong> 1257 y 1258, que gestaron el parlamento inglés, el buen<br />
enten<strong>de</strong>dor los reconoce en el “<strong>Amadís</strong>”.<br />
El año <strong>de</strong> 1257 fue <strong>de</strong> mal clima y pésimas cosechas. Encima sobrevinieron dos guerras, la una<br />
contra Gales, la otra contra Irlanda. Ambos territorios habían sido dados como feudos a Lord<br />
Edward, quien era Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Chester, en Gales <strong><strong>de</strong>l</strong> Norte, y el equivalente <strong>de</strong> un Virrey para Irlanda.<br />
Los ejércitos ingleses en ambos reinos <strong>de</strong> Gales e Irlanda fueron uno tras otro <strong>de</strong>rrotados. Los<br />
capitanes generales <strong>de</strong> las huestes inglesas, Maurice Fitzgerald en Irlanda y Stephen Bauzan en<br />
Gales habían caído malheridos en las batallas <strong>de</strong> Connaught y Cadfan, enfrentando al rey <strong>de</strong> Irlanda<br />
Godfrey O’Donnell y al Príncipe <strong>de</strong> Gales, Llywelyn ap Gruffydd.<br />
Don Enrique admiró mucho a los triunfantes reyes <strong>de</strong> Irlanda Godfrey O’Donnell y su sucesor Brian<br />
O’Neil y en el “<strong>Amadís</strong>” los convirtió en el rey Abiés y el rey Cildadán. Él habla claramente <strong>de</strong> la<br />
batalla <strong>de</strong> Cadfan llamándola <strong>de</strong> Galfán y <strong>de</strong>scribiéndola con sorpren<strong>de</strong>nte apego a la Historia.<br />
Él acompañó a Lord Edward a Gales y estuvo con él en Chester y Bristol, muy cerca, aunque no en los<br />
campos <strong>de</strong> batalla. Pero, a juzgar por los <strong>de</strong>talles con que rememora esas guerras en el “<strong>Amadís</strong>”, se<br />
nota que estuvo muy enterado. La muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Abiés en el “<strong>Amadís</strong>” es equivalente a la herida<br />
mortal que recibiera en combate singular el Rey <strong>de</strong> Irlanda Godfrey O’Donnell contra el también mal<br />
herido comandante inglés Maurice Fitzgerald.<br />
Más aún, los conflictos en la corte <strong>de</strong> Henry III, a causa <strong>de</strong> los privilegios <strong>de</strong> sus hermanos <strong>de</strong> madre,<br />
los “Lusignan”, aparecen en el “<strong>Amadís</strong>” como el motivo <strong><strong>de</strong>l</strong> enfrentamiento <strong>de</strong> <strong>Amadís</strong> con el rey<br />
Lisuarte, a causa <strong>de</strong> las intrigas <strong>de</strong> sus favoritos Brocadan y Gandan<strong><strong>de</strong>l</strong>, que no son otros que el<br />
Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Pembroke Guillaume <strong>de</strong> Valence y su hermano Guy <strong>de</strong> Lusignan.<br />
Don Enrique admiró mucho al carismático Simón <strong>de</strong> Montfort. Él fue para Don Enrique el ejemplo<br />
<strong>de</strong> perfecta caballerosidad, pues era valeroso, franco, y generoso. Había servido muy bien al rey en<br />
sus territorios franceses, pero cuando por pedido <strong><strong>de</strong>l</strong> papa Alejandro IV el rey quiso cargar con<br />
impuestos a la empobrecida Inglaterra <strong>de</strong> 1258, para financiar la guerra por Sicilia contra el rey<br />
Manfredo von Hohenstaufen, Simón <strong>de</strong> Montfort encabezó la rebelión <strong>de</strong> los siete barones y logró la<br />
aceptación <strong>de</strong> las “Provisiones <strong>de</strong> Oxford” que <strong>de</strong>fendiendo los <strong>de</strong>rechos establecidos en la Magna<br />
Carta, impusieron la creación <strong><strong>de</strong>l</strong> primer parlamento inglés y acabaron con la monarquía absoluta.<br />
Esta es la rebelión <strong>de</strong> <strong>Amadís</strong> y sus caballeros amigos contra el rey Lisuarte, entre ellos Brian <strong>de</strong><br />
Monjaste, hijo <strong><strong>de</strong>l</strong> rey <strong>de</strong> España Ladasán, obvio alter ego <strong>de</strong> Don Enrique <strong>de</strong> Castilla, hijo <strong><strong>de</strong>l</strong> rey<br />
Santo. En el <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong> el motivo <strong>de</strong> la rebelión contra el rey Lisuarte es justamente el<br />
diferendo por la Isla <strong>de</strong> Mongaza, que no es otra que Sicilia. Esta guerra por Sicilia o Mongaza es<br />
medular tanto en la vida <strong>de</strong> Don Enrique y <strong>de</strong> su hermano Don Fadrique, como en esta gran novela.<br />
Es patente, que la simpatía <strong>de</strong> Don Enrique por Simón <strong>de</strong> Montfort <strong>de</strong>be haberle causado daño en su<br />
relación con Henry III y su cuñado Eduardo Plantagenet. Por eso es que tuvo que <strong>de</strong>jar la corte <strong>de</strong><br />
Westminster en 1259 y marcharse, por Francia, a Valencia y a la corte <strong>de</strong> Aragón. Otra causa <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sasosiego para Don Enrique fue la contienda por la corona <strong><strong>de</strong>l</strong> Sacro Imperio Romano Germánico<br />
entre su hermano Alfonso X y el Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Cornwall Richard, hermano <strong>de</strong> Henry III. Ambos fueron<br />
elegidos emperador respectivamente, pero ninguno llegó a imperar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el trono. La posición <strong>de</strong><br />
Don Enrique en Inglaterra se hizo incómoda, razón por la que se marchó a Valencia, don<strong>de</strong> ya en la<br />
corte <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Jaime el Conquistador, se enamoró <strong>de</strong> la Infanta Constanza, que le correspondió<br />
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apasionadamente. El rey Don Jaime le amonestó, diciendo que tal matrimonio imposible sería, pues<br />
él había prometido a su falleciente esposa, que sus hijas sólo se casarían con reyes. A esto Don<br />
Enrique respondió con obras, pues armó una hueste <strong>de</strong> caballeros aragoneses y catalanes y con ellos<br />
galopó a la conquista <strong><strong>de</strong>l</strong> reino <strong>de</strong> Niebla en el Algarbe y lo tomó y sojuzgó por asalto, reclamando<br />
así, ya con señorío, la mano <strong>de</strong> la adorada Infanta.<br />
Pero este matrimonio <strong>de</strong> amor no pudo ser, porque, enterado <strong>de</strong> esto el rey <strong>de</strong> Castilla Don Alfonso<br />
X, quien tenía ojeriza contra su andante hermano menor, mandó a Niebla su ejército bajo el mando<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> invencible Don Nuño González <strong>de</strong> Lara para que apresara o diera muerte a Don Enrique,<br />
impidiendo así sus pretensiones <strong>de</strong> casamiento como rey <strong>de</strong> Niebla.<br />
Ya en el campo <strong>de</strong> batalla, Don Enrique <strong>de</strong>safió a Don Nuño a batalla singular, que fue aceptada por<br />
este gran caballero. Se batieron a ultranza, sin palestra, y Don Enrique hirió a Don Nuño en el rostro<br />
por el visor <strong><strong>de</strong>l</strong> yelmo y quedó vencedor. Pudo así salir incólume <strong><strong>de</strong>l</strong> enfrentamiento con todos sus<br />
caballeros y fue a Cádiz, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se embarcó hacia Valencia, a ver al Rey Don Jaime que le negó<br />
asilo, y entonces siguió viaje, navegando a Túnez, don<strong>de</strong> se empleó como caballero <strong>de</strong> fortuna en el<br />
comando general <strong><strong>de</strong>l</strong> ejército <strong><strong>de</strong>l</strong> Emir Al Mustansir, renunciando así a sus sueños matrimoniales con<br />
la Infanta Constanza. Ella tuvo que casarse con Don Manuel <strong>de</strong> Castilla, hermano menor <strong>de</strong> Don<br />
Enrique. Cuenta su hijo, Don Juan Manuel, sobrino <strong>de</strong> Don Enrique, que Doña Constanza fue más<br />
tar<strong>de</strong> envenenada por su hermana Violante, Reina <strong>de</strong> Castilla, con un alijo <strong>de</strong> cerezas.<br />
Don Enrique fue a la guerra por la conquista <strong>de</strong> la rica ciudad <strong>de</strong> Miliana en el Magreb con el<br />
hermano <strong><strong>de</strong>l</strong> emir <strong>de</strong> Túnez, Abu Hafs, quien fue su buen amigo y le acogió en el exilio <strong>de</strong> nuevo,<br />
muchos años <strong>de</strong>spués, antes <strong>de</strong> su vuelta <strong>de</strong>finitiva a Castilla, como oportunamente veremos.<br />
En estas guerras <strong>de</strong> Túnez Don Enrique hizo fortuna y con su ejército <strong>de</strong> más <strong>de</strong> trescientos<br />
caballeros españoles, en su mayoría catalanes, constituirse, pareció, en una amenaza para el reino.<br />
Los consejeros <strong><strong>de</strong>l</strong> Emir recomendaron dar muerte a Don Enrique con una estratagema: Se le invitó a<br />
presentarse ante Al Mustansir en su palacio. Cuando llegó a los patios <strong><strong>de</strong>l</strong> palacio, cerraron <strong>de</strong><br />
improviso las puertas y soltaron dos hambrientos leones para que le <strong>de</strong>vorasen. Los leones se<br />
acercaron alevosos, y Don Enrique les enfrentó con la espada <strong>de</strong>senvainada y mirándoles a los ojos.<br />
Los leones prefirieron entonces perseguir a sus seguidores por pare<strong>de</strong>s y tejados para hartarse con<br />
sus <strong>de</strong>spojos. Don Enrique salvóse así y en el “<strong>Amadís</strong>” lo narra como cosa que le pasara a su héroe.<br />
De esta aventura también da razón Don Juan Manuel, su noble y famoso sobrino.<br />
La estadía <strong>de</strong> Don Enrique como soldado <strong>de</strong> fortuna en Túnez duró entre 1259 y 1265, cuando el<br />
Emir le obligó a <strong>de</strong>jar Túnez.<br />
En estos años ya escribió Don Enrique muchos capítulos <strong>de</strong> los dos primeros libros <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>”,<br />
como es obvio suponer, por su contenido. No obstante, conviene imaginar que Don Enrique escribió<br />
la obra por capítulos y folios que reor<strong>de</strong>nó a su gusto, sin mantener un or<strong>de</strong>n cronológico, en<br />
referencia a los hechos que los inspiraron.<br />
El 4 <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong> 1265 murió cuarteado y <strong>de</strong>gollado Simón <strong>de</strong> Montfort tras la Batalla <strong>de</strong> Evesham,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber apresado al rey Henry III y al príncipe Eduardo, y haber sido el gobernante <strong>de</strong> facto<br />
<strong>de</strong> Inglaterra por un año.<br />
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Este caballero sin tacha, que había inspirado el personaje <strong>de</strong> <strong>Amadís</strong>, se tornó en la novela <strong>de</strong> pronto<br />
en el traidor Barsinán. Así sabemos que aquel capítulo <strong><strong>de</strong>l</strong> Segundo Libro, se escribió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
esta lúgubre fecha, don<strong>de</strong> Barsinán sufre, asimismo, crueles mutilaciones mortales.<br />
En este año, el Papa Urbano IV había logrado que el Príncipe Charles d’Anjou aceptara la corona <strong>de</strong><br />
Nápoles y Sicilia como feudo papal, contra los legítimos <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> Hohenstaufen, en las<br />
personas <strong><strong>de</strong>l</strong> regente Don Manfredo y <strong><strong>de</strong>l</strong> here<strong>de</strong>ro Príncipe Conradino.<br />
Charles d’Anjou <strong>de</strong>sembarcó en Ostia y entró con sus caballeros en Roma el 23 <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong> 1265.<br />
Don Enrique se juntó con este primo suyo, pues era hijo <strong>de</strong> su tía abuela Blanca <strong>de</strong> Castilla, y a su<br />
requerimiento, le prestó cuarenta mil onzas <strong>de</strong> oro, para financiar la guerra contra Manfredo, <strong>de</strong><br />
facto rey <strong>de</strong> Nápoles y Sicilia con su ejército sarraceno <strong>de</strong> 3 mil jinetes y arqueros árabes<br />
estacionados en el castillo <strong>de</strong> Lucera.<br />
El 26 <strong>de</strong> Febrero <strong>de</strong> 1266 se libró la batalla <strong>de</strong> Benevento, que se <strong>de</strong>scribe en el “<strong>Amadís</strong>” como la<br />
batalla contra el Rey Arábigo, como se tildaba entonces al Rey Manfredo, por sus huestes sarracenas<br />
y su soberanía sobre Túnez. Don Enrique participó en esta contienda en el bando francés, mientras<br />
su hermano Don Fadrique, leal amigo <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Manfredo, peleó <strong>de</strong> su lado con los caballeros teutones<br />
y los mercenarios sarracenos. Murió en la lucha el rey Manfredo, hombre <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s méritos como<br />
caballero y trovador, que tocaba la cítara a perfección, era muy culto y, en su valentía, temerario,<br />
pues entró a batirse en lo más intricado <strong>de</strong> la batalla, don<strong>de</strong> encontró honrosa muerte.<br />
Don Fadrique salvó la vida y se fue a Sicilia a proseguir la guerra contra Charles d’Anjou. Don<br />
Enrique, en cambio, gustó <strong><strong>de</strong>l</strong> triunfo y creyó que el Papa Clemente IV y Charles d’Anjou le darían la<br />
corona <strong><strong>de</strong>l</strong> reino <strong>de</strong> Cer<strong>de</strong>ña. Pretendió casarse con la viuda <strong><strong>de</strong>l</strong> infausto rey Manfredo, la bellísima<br />
Doña Helena, Reina <strong>de</strong> Corfú, hija <strong>de</strong> Miguel, Déspota <strong><strong>de</strong>l</strong> Épiro, pero ella le rechazó, sumida en el<br />
dolor <strong>de</strong> haber perdido su esposo, y <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong> nunca más ver sus hijos, que fueron puestos en<br />
prisión por Charles d’Anjou para el resto <strong>de</strong> sus vidas, aunque eran niños.<br />
Don Enrique fue notando que el Papa y Chales d’Anjou le habían usado malamente, pues ni Charles<br />
d’Anjou le pagó su magna <strong>de</strong>uda cuando había logrado el triunfo <strong>de</strong> Benevento, ni el Papa había<br />
cumplido su palabra <strong>de</strong> darle el reino <strong>de</strong> Cer<strong>de</strong>ña.<br />
Don Enrique entonces maquinó su elección como Senador <strong>de</strong> Roma, con la ayuda <strong><strong>de</strong>l</strong> “Capitano <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
Popolo” Angelo Capocci, y respaldado por trescientos caballeros españoles que con él vinieron <strong>de</strong><br />
Túnez, se constituyó en el gobernante máximo <strong>de</strong> la Ciudad Eterna, muy para sorpresa y <strong>de</strong>sagrado<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> Santo Padre Clemente IV.<br />
El Papa residía en Viterbo y Don Enrique pretendió restablecer los antiguos fueros y <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los<br />
romanos frente al po<strong>de</strong>r terrenal <strong><strong>de</strong>l</strong> Pontífice, y así se enfrentaron los dos: Ya en los primeros días<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sempeño senatorial, Don Enrique comunicó a la comunidad, a los castillos y a los señores <strong>de</strong><br />
la nobleza <strong><strong>de</strong>l</strong> “Patrimonium Sancti Petri” en los territorios <strong>de</strong> Tuscia y Sabina, su obligación <strong>de</strong><br />
aceptar y reconocer la jurisdicción romana y <strong>de</strong> darle obediencia política. Se reinstauraron y fueron<br />
puestos en vigor y vigencia los servicios caídos en <strong>de</strong>suso. Obligó Don Enrique a que se impusieran<br />
tributos para financiar su caballería.<br />
El Papa asustado invocó la ayuda <strong><strong>de</strong>l</strong> capitán General <strong><strong>de</strong>l</strong> ejército <strong>de</strong> Charles d’Anjou. Don Enrique<br />
resolvió enfrentarse con el papa y con Charles d’Anjou, toda vez que se sintió afrentado y<br />
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traicionado por ellos. El airado Infante nombró como su vicario a un connotado Gibelino, al Con<strong>de</strong><br />
Guido da Montefeltro, para que entablara conversaciones con el legítimo here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la corona <strong>de</strong><br />
Nápoles y Sicilia, el Príncipe Conradino <strong>de</strong> Suabia, primo suyo, en Augsburgo.<br />
El 18 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1267 Don Enrique el Senador, recibió solemnemente al embajador <strong>de</strong><br />
Conradino, Don Galvano Lancia, y le hospedó en el Palacio <strong><strong>de</strong>l</strong> Laterano. Mandó izar el estandarte <strong>de</strong><br />
Conradino con el águila imperial <strong>de</strong> los Hohenstaufen. El 13 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1267, Don Enrique<br />
mandó apresar a los jefes <strong>de</strong> las familias ilustres <strong>de</strong> Roma, Orsini, Malabranca, Annibaldi, Savelli,<br />
Stefaneschi a quienes había invitado al Capitolio con un pretexto. Sus casas y fortalezas en Roma<br />
fueron <strong>de</strong>struidas y ellos exilados fuera <strong>de</strong> Roma. Rinaldo Orsini logró refugiarse en su castillo <strong>de</strong><br />
Marino. Don Enrique hizo entrar a Roma en la liga <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s gibelinas, compuesta por Pisa, Siena y<br />
otras ciuda<strong>de</strong>s toscanas. La Liga <strong>de</strong>claró a Charles d’Anjou su enemigo y a Conradino <strong>de</strong> Suabia como<br />
legítimo pretendiente a la corona <strong>de</strong> Nápoles y Sicilia.<br />
Ya en Septiembre Don Fadrique y Corrado Capece habían atacado la Isla <strong>de</strong> Pantelaria y el castillo <strong>de</strong><br />
Sciacca en Sicilia y los habían tomado <strong>de</strong> los franceses por asalto, con una flota <strong>de</strong> navíos <strong>de</strong> Pisa y<br />
Túnez. Esta batalla está <strong>de</strong>scrita en sus sorpren<strong>de</strong>ntes pormenores en el “<strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>” como la<br />
Batalla <strong><strong>de</strong>l</strong> Castillo <strong><strong>de</strong>l</strong> Lago Ferviente.<br />
Al igual aparece en el “<strong>Amadís</strong>” la siguiente gran batalla <strong>de</strong> Tagliacozzo, entre Conradino y Don<br />
Enrique <strong>de</strong> Castilla por una parte, y Charles d’Anjou y su mariscal <strong>de</strong> campo, Henry <strong>de</strong> Courances,<br />
por otra. Esta última batalla se la bautiza en el “<strong>Amadís</strong>” como la Batalla <strong>de</strong> los Siete Reyes. Es aquí<br />
don<strong>de</strong> el Infante Brian <strong>de</strong> Monjaste, el alter ego <strong>de</strong> Don Enrique, aparece al igual que él mismo en<br />
Tagliacozzo, capitaneando trescientos españoles bien encabalgados, que inician vencedores la<br />
contienda.<br />
El 5º. De Abril <strong>de</strong> 1268, un Jueves Santo, el Papa Clemente IV montó en santa cólera contra Don<br />
Enrique por sus atropellos en Roma y por tomar partido a favor <strong>de</strong> sus ya ancestrales contrarios, los<br />
emperadores germanos <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Hohenstaufen, en la persona <strong>de</strong> su sucesor Conradino y le<br />
excomulgó a él, <strong>de</strong>stituyéndolo <strong>de</strong> su cargo <strong>de</strong> Senador <strong>de</strong> Roma y reemplazándolo con Charles<br />
d’Anjou, quien fue <strong>de</strong>clarado Vicario Imperial <strong>de</strong> la Toscana.<br />
Paladinamente, Don Enrique y los romanos ignoraron el interdicto papal, que habría <strong>de</strong> pesar sobre<br />
él por muchos años.<br />
El 23 <strong>de</strong> Abril un ejército <strong>de</strong> dos mil caballeros franceses <strong>de</strong> Charles d’Anjou pretendió tomarse<br />
Roma en un ataque nocturno, pero fue <strong>de</strong>rrotado por Don Enrique y sus huestes. Mandó el Infante<br />
saquear las iglesias <strong>de</strong> sus tesoros propios y encomendados sacros, y convirtió la Ciudad Eterna en<br />
campo <strong>de</strong> Marte a favor <strong><strong>de</strong>l</strong> Sacro Imperio Romano Germano.<br />
Conradino, a instancias <strong><strong>de</strong>l</strong> Con<strong>de</strong> Guido da Montefeltro, <strong>de</strong> Galvano Lancia y <strong>de</strong> Don Enrique <strong>de</strong><br />
Castilla armó un ejército en Suabia y, no obstantes múltiples <strong>de</strong>serciones y <strong>de</strong>sengaños, bajó a Italia<br />
a través <strong>de</strong> los Alpes, y valientemente, librando escaramuzas, llegó por Pisa, Siena y Viterbo, don<strong>de</strong><br />
el Papa, absorto, lo vio <strong>de</strong>sfilar ante sus ojos, hasta Roma. Aquí fue recibido y alojado en el Capitolio,<br />
con gran pompa y protocolo, por Don Enrique, quien ya había sido proclamado Capitán General <strong>de</strong> la<br />
Tuscia para un período <strong>de</strong> cinco años con un estipendio <strong>de</strong> 10.000 liras pisanas para su ejército <strong>de</strong><br />
doscientos caballeros y 2.000 soldados.<br />
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El 23 <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong> 1268 los ejércitos <strong>de</strong> Charles d’Anjou y Conradino se enfrentaron en Campi<br />
Palentini cerca <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo <strong>de</strong> Tagliacozzo.<br />
En el “<strong>Amadís</strong>” Don Enrique lo <strong>de</strong>scribe así:<br />
“Pero aquellos caballeros que en la ínsola <strong>de</strong> Mongaça (Sciacca, Sicilia) <strong>de</strong>sbaratados fueron, aunque<br />
el bien <strong><strong>de</strong>l</strong> rey no <strong>de</strong>sseassen, veyendo <strong>de</strong> su parte a Don Galaor, y a Don Brian <strong>de</strong> Monjaste, que por<br />
mandato <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Ladasán <strong>de</strong> España venían con dosmil cavalleros que en su ayuda envió, <strong>de</strong> qu’él<br />
avía <strong>de</strong> ser caudillo y le había <strong>de</strong> seguir, y don Galvanes, que era su vasallo, acordaron <strong>de</strong> ser en su<br />
ayuda en aquella batalla don<strong>de</strong> gran peligro <strong>de</strong> armas se esperaba.”…<br />
”Aquellos caballeros que vos digo fizieron <strong>de</strong> la gente cinco hazes. Y <strong>de</strong> la primera ovo don Brian <strong>de</strong><br />
Monjaste con mil caballeros d’España que le aguardaban, que su padre embiara al rey Lisuarte.”…<br />
”Así como oís, en esta or<strong>de</strong>nança, movieron por el campo muy passo los unos contra los otros. Mas<br />
a esta sazón eran ya llegados a la vega el rey Perión y sus fijos <strong>Amadís</strong> y Florestán en sus hermosos<br />
cavallos y con las armas <strong>de</strong> las sierpes, que mucho con el sol resplan<strong>de</strong>çían;…Y ellos, como vieron<br />
que la haz <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Monjaste iva por se juntar con los enemigos, pusieron las spuelas a los<br />
cavallos y llegaron con la seña <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Monjaste…<br />
Y luego pusieron mano a las spadas, y pasaron por aquella haz primera <strong>de</strong>rribando cuantos ante si<br />
fallavan, y dieron en la otra segunda. Y cuando así se vieron en medio <strong>de</strong> entrambas, allí pudiéra<strong>de</strong>s<br />
ver las sus gran<strong>de</strong>s maravillas que con las spadas fazían, tanto, que <strong>de</strong> la una ni otra parte no había<br />
hombre que a ellos se llegasse, y tenían <strong>de</strong>baxo <strong>de</strong> sus cavallos más <strong>de</strong> diez caballeros que habían<br />
<strong>de</strong>rribado. Pero a la fin, como los contrarios viesen que no eran más <strong>de</strong> tres, cargavan ya sobre ellos<br />
<strong>de</strong> todas partes con gran<strong>de</strong>s golpes; así que fue bien menester el ayuda <strong>de</strong> don Brian <strong>de</strong> Monjaste,<br />
que llegó luego con los sus españoles, que era fuerte gente y bien encabalgada. Y entraron tan recio<br />
por ellos <strong>de</strong>rribando y matando, y <strong><strong>de</strong>l</strong>los también muriendo y cayendo por el suelo, que los <strong>de</strong> las<br />
sierpes fueron socorridos, y los contrarios tan afrontados, que por fuerça llevaron aquellas dos hazes<br />
fasta dar en la tercera. Y allí fue muy gran priessa y gran peligro <strong>de</strong> todos, y murieron muchos<br />
cavalleros <strong>de</strong> ambas partes…Assí que las batallas todas fueron mezcladas, y las feridas fueron tantas,<br />
y las bozes y el estruendo <strong>de</strong> los caballeros, que la tierra temblaba y los valles reteñían.”<br />
En Wikipedia la Batalla <strong>de</strong> Tagliacozzo se <strong>de</strong>scribe así:<br />
“After consi<strong>de</strong>rable manoeuvre, Conradin’s invading army confronted that of Charles of Anjou<br />
outsi<strong>de</strong> the town of Tagliacozzo. Each army <strong>de</strong>ployed in three divisions. The first Hohenstaufen<br />
division was composed of Spanish and Italian knights, led by the Infant Henry; the second division<br />
was largely Italian but inclu<strong>de</strong>d a body of German knights, and was led by Galvano Lancia; the final<br />
division contained most of German knights, and was led by Conradin himself, accompanied by his<br />
close friend, the youthful Fre<strong>de</strong>rick I, Markgraf von Ba<strong>de</strong>n. Charles’s first division was composed of<br />
Italians, with some Provencal knights, un<strong>de</strong>r an unknown comman<strong>de</strong>r; the second division contained<br />
French knights un<strong>de</strong>r Henry of Courances, and the final division, which Charles led along with the<br />
veteran crusa<strong>de</strong>r, Count Saint-Valery (Allardo di Valleri), was composed of French veteran knights—<br />
this final division was hid<strong>de</strong>n by Charles at Saint-Valery’s advise, in or<strong>de</strong>r to constitute a tactical<br />
surprise against the Hohenstaufen forces. Conradin’s forces won the initial phase of the battle, and<br />
broke up to pursue Charles’s first two divisions, which were in flight, and to pillage the Angevin<br />
7
camp. At this point Charles sprung his trap, his hid<strong>de</strong>n reserve forces entering the fight and<br />
massacring Conradin’s scattered forces. Conradin was forced to flee back to Rome, but was later<br />
captured and imprisoned. This <strong>de</strong>feat en<strong>de</strong>d the rule of the Hohenstaufens.”<br />
(Traducción: Después <strong>de</strong> muchas maniobras, el ejército invasor <strong>de</strong> Conradino se enfrentó con las<br />
huestes <strong>de</strong> Charles d’Anjou en las afueras <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo <strong>de</strong> Tagliacozzo. Cada ejército se partió en tres<br />
divisiones. La primera división <strong>de</strong> los Hohenstaufen (Gibelinos) se componía <strong>de</strong> caballeros españoles<br />
e italianos, bajo el mando <strong><strong>de</strong>l</strong> Infante Don Enrique; la segunda división integrada en su mayoría por<br />
italianos y que incluía un cuerpo <strong>de</strong> caballeros alemanes, obe<strong>de</strong>cía a Galvano Lancia; la última<br />
división <strong>de</strong> caballeros germanos estaba acaudillada por el propio Conradino, a quien secundaba su<br />
íntimo amigo, el joven Marqués <strong>de</strong> Ba<strong>de</strong>n, Fe<strong>de</strong>rico I.<br />
La primera división <strong>de</strong> Charles d’Anjou estaba integrada por italianos, junto con algunos caballeros<br />
provenzales bajo un mando <strong>de</strong>sconocido ahora; la segunda división se componía <strong>de</strong> caballeros<br />
franceses bajo el Mariscal Henri <strong>de</strong> Courances, y la postrera división, bajo el mando <strong>de</strong> Charles<br />
d’Anjou, junto con el veterano cruzado Con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Saint Valery (Conocido en Italia como Allardo di<br />
Valleri), se integraba con veteranos caballeros cruzados franceses. Esta última división mantuvo<br />
oculta Charles d’Anjou, por recomendación <strong>de</strong> Saint-Valery, con miras a convertirse en sorpresa<br />
táctica contra las fuerzas <strong>de</strong> los Hohenstaufen.<br />
Las huestes <strong>de</strong> Conradino ganaron la primera parte <strong>de</strong> la batalla, y rompieron formación para<br />
perseguir las primeras dos divisiones <strong>de</strong> Charles d’Anjou que se dieron a la fuga, y para saquear el<br />
real <strong>de</strong> los angevinos. En este punto, Charles d’Anjou hizo saltar la trampa, lanzando sus frescas<br />
tropas <strong>de</strong> reserva al combate, para masacrar las fuerzas <strong>de</strong> Conradino esparcidas y dispersas.<br />
Conradino se vio forzado a escapar a Roma, pero más tar<strong>de</strong> fue capturado y encarcelado. Esta<br />
<strong>de</strong>rrota puso fin al imperio <strong>de</strong> los Hohenstaufen.)<br />
El connotado historiador alemán Peter Her<strong>de</strong> en su estudio <strong>de</strong> la misma Batalla <strong>de</strong> Tagliacozzo, lo<br />
<strong>de</strong>scribe así:<br />
“Im vollen Galopp sprengten nun die Spanier heran, fielen <strong>de</strong>m Gegner in die Flanke und in <strong>de</strong>n<br />
Rücken und schnitten ihm <strong>de</strong>n Rückzug zum verborgenen dritten Treffen unter Karl im Hügelgelen<strong>de</strong><br />
ab. Zur gleichen Zeit setzten auch die übrigen Anhänger Konradins bei <strong>de</strong>r Holzbrücke über <strong>de</strong>n Bach<br />
und stürzten sich auf <strong>de</strong>n Feind. In kurzer Zeit befan<strong>de</strong>n sich die ersten bei<strong>de</strong>n Treffen Karls in voller<br />
Flucht.... Heinrich von Kastilien stürzte sich mit <strong>de</strong>n Spaniern zuerst auf <strong>de</strong>n Marschal Henri <strong>de</strong><br />
Courances, <strong>de</strong>n er für <strong>de</strong>n König hielt, da er ja, wie wir sahen, die Feldzeichen <strong>de</strong>s königlichen<br />
Hauses trug. Die Rachsucht <strong>de</strong>s wüten<strong>de</strong>n Kastilianers kannte gegenüber seinem Vetter, <strong>de</strong>r seine<br />
hochfahren<strong>de</strong>n Pläne vereitelt hatte, keine Grenzen. Es passt ganz zu seinem jähzornigen und<br />
ungezügelten Charakter, wenn wir annehmen, dass er für die Grausamkeiten, die sich vor und<br />
während <strong>de</strong>r Schlacht auf staufischer Seite ereigneten, weitgehend mitverantwortlich war. Denn<br />
noch im Lager hatten die Staufer entgegen je<strong>de</strong>r ritterlichen Sitte <strong>de</strong>n in <strong>de</strong>r Toskana gefangenen<br />
Marschall Karls Jean <strong>de</strong> Braiselve hingerichtet, und jetzt, während <strong>de</strong>r Kampf noch um ihn herum<br />
tobte, tötete <strong>de</strong>r Senator auf grausamste Weise Henri <strong>de</strong> Courances, <strong>de</strong>n er für seinen Vetter hielt.<br />
Die Spanier stiegen, nach<strong>de</strong>m <strong>de</strong>r Marschal vom Pfer<strong>de</strong> gefallen war, ab und verstümelten ihn völlig.<br />
Noch vor <strong>de</strong>m Kampfe hatte sich Heinrich mit <strong>de</strong>n spanischen Rittern und angeblich auch mit <strong>de</strong>n<br />
Deutschen verschworen, Karl zu töten, was dieser später, als Heinrich in seinem Kerker gefangen<br />
sass, in einem Brief an König Jakob I von Aragon gegen ihn geltend machte.“<br />
8
(Traducción: A pleno galope los españoles se lanzaron al ataque sobre el flanco enemigo y por su<br />
retaguardia, cortándoles la retirada hacia el tercio <strong>de</strong> reserva <strong>de</strong> Charles d’Anjou en escondite <strong>de</strong>trás<br />
<strong>de</strong> las colinas. Al mismo tiempo los <strong>de</strong>más seguidores <strong>de</strong> Conradino cruzaron el puente <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
sobre el torrente y agredieron a sus contendores. En poco tiempo las dos huestes <strong>de</strong> Charles d’Anjou<br />
se dieron a total y franca fuga… Don Enrique <strong>de</strong> Castilla y sus españoles cargaron enseguida sobre<br />
quien él creía fuese el rey, el mariscal Henri <strong>de</strong> Courances, que, como sabemos, portaba el estandarte<br />
y blasones <strong>de</strong> Charles d’Anjou. El ánimo <strong>de</strong> vindicta <strong><strong>de</strong>l</strong> sañudo castellano no conocía mesura en su<br />
odio contra su primo que sus ambiciosos planes le había echado a per<strong>de</strong>r. Correspon<strong>de</strong> muy bien a su<br />
<strong>de</strong>sbocado y feroz carácter, la suposición que él tuvo culpa y parte en las cruelda<strong>de</strong>s, que <strong>de</strong> parte<br />
imperial gibelina se cometieron antes y durante la batalla. Pues ya en el real <strong><strong>de</strong>l</strong> ejército <strong>de</strong><br />
Conradino, y contra toda costumbre caballeresca, se había ajusticiado al Mariscal Jean <strong>de</strong> Braiselve,<br />
apresado anteriormente en la Toscana. Ahora, mientras bullía la batalla a su alre<strong>de</strong>dor, dio el<br />
senador <strong>de</strong> Roma cruenta y cruel muerte al Mariscal Henri <strong>de</strong> Courances, a quien creyó ser su primo<br />
Charles d’Anjou. Los jinetes españoles echaron pie a tierra cuando el Mariscal fue arrojado <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
caballo, e hicieron tasajo con él. Antes mismo <strong><strong>de</strong>l</strong> combate, Don Enrique y sus españoles, junto con<br />
los alemanes se habían conjurado en matar a Charles d’Anjou. Esta conjura fue invocada por Charles<br />
d’Anjou en una carta dirigida a Don Jaime Rey <strong>de</strong> Aragón, en contra <strong>de</strong> Don Enrique cuando yacía en<br />
prisión.)<br />
Según Busson, en los Anales Clericales <strong>de</strong> aquel tiempo se narran estos hechos, señalando el<br />
li<strong>de</strong>razgo <strong>de</strong> Don Enrique <strong>de</strong> Castilla:<br />
“…i<strong>de</strong>m Henricus tamquam audax miles et probus in prima scala partis adverse cum pluribus bonis<br />
se ponens…” “Henricus, frater regis Hyspanie, prime phalangis vexilum accipiens cum Hyspanis suis<br />
<strong>de</strong> castris primus egreditur… »<br />
(Traducción: « Así mismo Don Enrique, caballero audaz y excelente, se pone, con muchos buenos, en<br />
primer lugar enfrentando a los contrarios…”<br />
“Don Enrique, hermano <strong><strong>de</strong>l</strong> rey <strong>de</strong> España, tomando en sus manos la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la primera falange,<br />
salió con sus españoles <strong><strong>de</strong>l</strong> castillo como primero…”)<br />
El propio Charles d’Anjou, en una carta dirigida al rey <strong>de</strong> Aragón, Don Jaime, narra la as acciones <strong>de</strong><br />
Don Enrique en la Batalla <strong>de</strong> Tagliacozzo:<br />
“I<strong>de</strong>m namque contra mores antiques clarissimorum progenitorum suorum se opposuit nequiter<br />
sancte Romane ecclesie atque nobis conatus… non solum regni nostri proditionem set mortem<br />
nostram specialiter procurare, sicut ex regestris dicti Corradini et aliis testibus evi<strong>de</strong>nter apparet, ac<br />
ex eo etiam, quod Theotonici et Yspani iurati nos interficere nobilem virum marescallum regis<br />
Francie ipsius aliqua signa portatem, posquam <strong>de</strong> equo prolapsus extitit, ipsi <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ntes ex equis<br />
durante prelio cru<strong><strong>de</strong>l</strong>iter trucidarunt nos esse mortuos per hoc cre<strong>de</strong>ntes firmiter et altis vocibus<br />
acclamantes…”<br />
(Traducción: “También se opuso por igual contra la costumbre antigua <strong>de</strong> su ilustrísimo progenitor, y<br />
en daño a la Santa Iglesia, y en atentado contra Nos, no sólo procuró la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> nuestro reino,<br />
sino nuestra muerte muy en especial, tal como se hace evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los registros <strong><strong>de</strong>l</strong> mencionado<br />
Conradino y <strong>de</strong> otros testigos, y también en la misma fuente se revela que los alemanes y españoles<br />
9
se conjuraron para matar a Nos y al noble Mariscal <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey <strong>de</strong> Francia que portaba los emblemas<br />
ajenos, <strong>de</strong>spués que cayera arrojado <strong><strong>de</strong>l</strong> caballo, durante la batalla, ellos mismos <strong>de</strong>smontando <strong>de</strong><br />
sus caballos le dieron muerte cruel y creyendo firmemente por eso que yo había muerto, a gran<strong>de</strong>s<br />
voces lo proclamaron…”)<br />
Después <strong><strong>de</strong>l</strong> triunfo <strong>de</strong> Don Enrique y sus caballeros al comienzo <strong>de</strong> esta Batalla <strong>de</strong> Tagliacozzo,<br />
Charles d’Anjou sacó a relucir su reserva estratégica <strong>de</strong> mil caballeros cruzados y sorprendió a los<br />
caballeros alemanes e italianos que habían <strong>de</strong>smontado para saquear <strong>de</strong> armas y joyas a los<br />
<strong>de</strong>rrotados en el campo <strong>de</strong> batalla. Cuando Don Enrique regresó <strong>de</strong> la persecución con sus<br />
caballeros españoles, se encontró con que las huestes <strong>de</strong> Conradino habían sido arrasadas.<br />
Él se lanzó <strong>de</strong> nuevo al combate, pero le mataron el caballo y tuvo que huir en otra cabalgadura,<br />
pues estuvo en franca inferioridad ante la fresca fuerza <strong>de</strong> caballeros franceses mucho más<br />
numerosos que los suyos. A poco tiempo <strong>de</strong>spués, Don Enrique cayó preso en la Abadía <strong>de</strong><br />
Montecassino, fue con<strong>de</strong>nado a muerte por Charles d’Anjou, pero su pena fue conmutada a prisión<br />
perpetua en razón <strong>de</strong> su cercano parentesco entre los dos. Lo pasearon en una jaula <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
Nápoles hasta Canosa <strong>de</strong> Puglia, haciéndole escarnio a su paso, y ahí estuvo preso en el castillo<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1268 hasta 1277, cuando se le trasladó a Castel <strong><strong>de</strong>l</strong> Monte, don<strong>de</strong> permaneció encarcelado<br />
hasta 1291. Su compañero <strong>de</strong> infortunio fue el Con<strong>de</strong> Corrado <strong>de</strong> Caserta.<br />
En estos años Don Enrique escribió gran parte <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>”. Su hermanastra, la reina <strong>de</strong><br />
Inglaterra Leonor <strong>de</strong> Castilla, y Eduardo I Plantagenet le visitaron a su vuelta <strong>de</strong> la Cruzada, y Don<br />
Enrique siempre mantuvo con ella correspon<strong>de</strong>ncia, pero estos años <strong>de</strong> prisión le robaron media<br />
vida. El mismo lo confiesa en su poema <strong>de</strong> la Peña Pobre <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>”:<br />
Pues se me niega victoria<br />
do justo m’era <strong>de</strong>vida,<br />
allí do muere la gloria<br />
es gloria morir la vida.<br />
Y con esta muerte mía<br />
morirán todos mis daños,<br />
mi esperanza, mi porfía,<br />
el amor y sus engaños;<br />
mas quedará en mi memoria<br />
lástima nunca perdida,<br />
que por me matar la gloria<br />
me mataron gloria y vida.<br />
Sin duda la redacción <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>” fue para Don Enrique una válida fuga mental <strong>de</strong> su encierro, y a<br />
la vez una manera velada <strong>de</strong> revivir su pasado.<br />
En Italia se le venera a Don Enrique como poeta, y hay muchos “sirventese” que le rememoran como<br />
gran caballero andante.<br />
Famosos trovadores <strong>de</strong> su tiempo le ensalzaron en sus cantares: Paoletto di Marsiglia, Bartolomeo<br />
Zorzi y Folchetto di Lunel. Paoletto acusó a los caballeros alemanes <strong>de</strong> haberle fallado en el campo<br />
<strong>de</strong> batalla:<br />
10
Alaman flac, volpilh, <strong>de</strong> frevol malha,<br />
Ya lo vers dieus no us aiut ni vos valia,<br />
Quar a N Enric fallitz a la batalla;<br />
Aunid’avetz Alamanha, ses falla,<br />
Malvaya mendic,<br />
Quar sol layssetz el camp lo pros N Enric.<br />
Que per valor et per noble coratge<br />
Mantenía N Enricx l’onrat linhatge<br />
De Colradi ab honrat vassalatge;<br />
E’l reys N Alfons, ab son noble barnatge,<br />
Que a cor ric,<br />
Deu <strong>de</strong>man<strong>de</strong>r los: son frair En Enric.<br />
(Traducción:<br />
Frágiles, cobar<strong>de</strong>s germanos, en vanas lorigas <strong>de</strong> malla,<br />
Dios verda<strong>de</strong>ro ni os valga, ni asista,<br />
Porque a Don Enrique en batalla fallasteis,<br />
Habéis <strong>de</strong>shonrado a Alemania,<br />
Míseros mendigos,<br />
Pues <strong>de</strong>jasteis solo en el campo al valeroso Don Enrique.<br />
A quien con valor y noble coraje,<br />
Don Enrique salvaba su honrado linaje,<br />
Con Conradino en leal vasallaje.<br />
El Rey Alfonso con nobles feudales,<br />
Por su noble corazón,<br />
De Enrique <strong>de</strong>be <strong>de</strong>mandar liberación.)<br />
Don Enrique salió libre en 1291 y se marchó navegante hacia Túnez don<strong>de</strong> le recibió honrosamente<br />
su viejo amigo el Emir Abu Hafs. Don Enrique había tenido parte en empresas <strong>de</strong> navegación<br />
genovesas con base en Túnez y por eso regresó a esos lares don<strong>de</strong> permaneció hasta 1294, cuando<br />
regresó a Aragón como embajador, para pedir al rey que parase los ataques <strong>de</strong> corsarios sicilianos<br />
contra Túnez. El rey aceptó su embajada y Don Enrique pasó a Castilla a la corte <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Don Sancho<br />
el Bravo, que le acogió con todos los honores <strong>de</strong> un Infante envejecido. Cuando Don Sancho <strong>de</strong>jó<br />
este mundo en 1295, Don Enrique asumió la regencia <strong>de</strong> Castilla en amparo <strong><strong>de</strong>l</strong> rey niño Don<br />
11
Fernando IV, junto a la Reina Doña María <strong>de</strong> Molina. Este fue un cargo enojoso, pues en contra <strong>de</strong> su<br />
encargo se arremolinaron quienes tenían justificadas pretensiones al trono <strong>de</strong> Castilla:<br />
Don Alfonso, Infante <strong>de</strong> la Cerda, nieto <strong>de</strong> Alfonso X, con el apoyo <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey <strong>de</strong> Aragón y <strong>de</strong> su madre<br />
la reina viuda Doña Violante, el Infante Don Juan, con el respaldo <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Diniz <strong>de</strong> Portugal, y<br />
también Don Juan Manuel en causa propia.<br />
A Todo esto, conspiraba siempre el Reino <strong>de</strong> Granada por frenar por las armas la reconquista final <strong>de</strong><br />
España. Don Enrique, gran maquinador político, jugó en esto un ajedrez que le brindó medra propia<br />
<strong>de</strong> feudos y fortuna. Al final prevaleció el Rey Fernando IV cuando por fin el Papa ratificó la vali<strong>de</strong>z<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> matrimonio <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Sancho el Bravo con su prima Doña María <strong>de</strong> Molina.<br />
Fue fundamental para la historia <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong> que Don Enrique entregara con motivo <strong>de</strong> su<br />
encuentro personal entre los dos, un ejemplar <strong><strong>de</strong>l</strong> manuscrito <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>” al Rey Diniz <strong>de</strong> Portugal,<br />
que pasó también a manos <strong>de</strong> Don Alfonso, su rey here<strong>de</strong>ro. Esto dio lugar al errado origen<br />
portugués <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>”, porque se lo tradujo cien años <strong>de</strong>spués a la lengua <strong>de</strong> “Os Lusiadas”.<br />
En cuanto a las amenazas <strong><strong>de</strong>l</strong> Reino <strong>de</strong> Granada, estas llevaron a Don Enrique a librar su última<br />
batalla, como narra Don Gonzalo Argote <strong>de</strong> Molina en su obra “Nobleza <strong>de</strong> Andaluzía” en 1548,<br />
basado en la Crónica <strong>de</strong> Fernando IV:<br />
“Y el Infante Enrique partió contra los Moros, y hallaron cuatro leguas más <strong><strong>de</strong>l</strong>ante <strong>de</strong> Arjona, don<strong>de</strong><br />
se dieron batalla, y al principio los Christianos se <strong>de</strong>sbarataron, y los Moros mataron muchos <strong>de</strong><br />
ellos, y los <strong>de</strong>más dieron a huyr, y hubieran muerto al Infante, si dó Alfonso Pérez <strong>de</strong> Guzmán no lo<br />
socorriera. El cual aviendo peleado bravamente con los Moros por su parte, y muerto y <strong>de</strong>rribado<br />
muchos <strong><strong>de</strong>l</strong>los, sabiendo el peligro en que el Infante estaba, <strong>de</strong>xó la batalla, fuéle a socorrer, y<br />
allándolo <strong>de</strong>rribado en tierra, y a su caballo cortadas las riendas en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los Moros, y<br />
socorriéndolo con otro caballo lo sacó en salvo, quedando Don Alfonso peleando hasta que el<br />
Infante estuviese fuera <strong>de</strong> peligro. Y allí cargó toda la batalla <strong>de</strong> los Moros contra Don Alfonso, y le<br />
mataron todos sus vasallos, y él solo escapó entre tanta muchedumbre, aviendo hecho una azaña<br />
tan famosa. Y siendo muertos y captivos muchos Christianos los <strong>de</strong>más se salvaron en Arjona con<br />
Don Alfonso Pérez <strong>de</strong> Guzmá, y có el Infante dó Enrique. (Batalla que Don Ruiz Pérez Ponce <strong>de</strong> León<br />
Maestre <strong>de</strong> Calatrava tuvo con los Moros y Muerte Suya. Libro Segundo Don Alfonso Pérez <strong>de</strong><br />
Guzmán Cap. XXX)<br />
En 1296 Don Enrique contaba ya sesenta y seis años <strong>de</strong> edad, y su larguísima prisión sin duda le<br />
quitó algo <strong>de</strong> su <strong>de</strong>streza como caballero guerrero, pero estos sus últimos hechos son admirables y<br />
le pintan <strong>de</strong> cuerpo entero como quién fue toda la vida, y cuál fue el ánimo que le inspiró para<br />
escribir el <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>. Hay muchas <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> su personalidad, y todas coinci<strong>de</strong>n en<br />
pintarle como un gran señor, apuesto, fuerte, ingenioso, cruel, poético, iracundo, vengativo, y<br />
enamorado.<br />
Viejo ya, se casó con una muy noble y bellísima mujer apellidada la “Palomilla”: Doña Juana Núñez<br />
<strong>de</strong> Lara. Cuando muy joven había tenido amores con Doña Mayor Rodríguez Pecha, (hija <strong>de</strong> Don<br />
Esteban Pecha, Barón <strong>de</strong> San Román <strong>de</strong> la Hornija, Alcai<strong>de</strong> <strong>de</strong> Zamora, y <strong>de</strong> Mayor Rodríguez <strong>de</strong><br />
Balboa) <strong>de</strong> quien tuvo un hijo, Don Enrique Enríquez Pecha que le acompañó en Italia y Túnez, y con<br />
quien retornó a Castilla. De él <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> toda su progenie y él mismo heredó los feudos sevillanos<br />
12
<strong><strong>de</strong>l</strong> Infante su padre. Su nieto, Don Enrique Enríquez <strong>de</strong> Sevilla comandó las tropas <strong><strong>de</strong>l</strong> Obispado <strong>de</strong><br />
Jaén contra los Moros en 1336, y en 1344 participó en la reconquista <strong>de</strong> Algeciras. Él fue, bajo el Rey<br />
Alfonso XI, Justicia Mayor <strong>de</strong> la Casa <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey, y en 1358, bajo el Rey Don Pedro I, nombrado<br />
A<strong><strong>de</strong>l</strong>antado <strong>de</strong> la Frontera <strong>de</strong> Andalucía.<br />
Quienes ostentamos el apellido <strong>de</strong> Sevilla, o Henríquez <strong>de</strong> Sevilla, somos sus <strong>de</strong>scendientes, entre<br />
ellos la Profesora <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> León, Doña Margarita Torres <strong>de</strong> Sevilla, su connotada<br />
biógrafa.<br />
Uno <strong>de</strong> sus estudiosos escribe en la enciclopedia Treccani <strong>de</strong> Italia, esta <strong>de</strong>scripción:<br />
“Enrico trascorse la sua infanzia a Burgos, dove, secondo una notizia posteriore, avrebbe avuto tra i<br />
suoi precettori il futuro car<strong>de</strong>nale Egidio Torres. Conformemente al suo rango ricevette<br />
un’educazione cavalleresca. Si <strong>de</strong>mostrò molto dotato: di intelligenza acuta, versatto nelle lingue,<br />
adatto alla guerra per il fisico robusto, valoroso ed energico, fu aperto e diretto nei rapporti<br />
personali; già durante la giovinezza tutte queste dotti contribuirono a formare una personalità fuori<br />
dal comune che suscitò l’attenzione di poeti e trovatori.”<br />
(Traducción: Don Enrique transcurre su infancia en Burgos, don<strong>de</strong>, según información posterior,<br />
habría tenido entre sus preceptores al futuro car<strong>de</strong>nal Egidio Torres. En conformidad con su rango,<br />
recibió una educación caballeresca. Dio muestras <strong>de</strong> ser muy dotado: <strong>de</strong> inteligencia aguda, versado<br />
en los idiomas, bien dispuesto para la guerra por su físico robusto, valeroso y enérgico. Fue sincero y<br />
directo en las relaciones personales; ya durante su juventud todos estos talentos contribuyeron a<br />
formar una personalidad fuera <strong>de</strong> lo común que suscitó la atención <strong>de</strong> poetas y trovadores.)<br />
Vale en este punto rememorar la Cultura Caballeresca tan venida a <strong>de</strong>suso en nuestro tiempo,<br />
don<strong>de</strong> con mucho aplauso ciertos hombres se afeminan, y ciertas féminas se vuelven hombrunas.<br />
En el Siglo XIII, tiempos en que se ha sumergido este estudio, reinaban ciertos valores basados en<br />
dos puntales, la hombría <strong>de</strong> bien, y la supremacía <strong>de</strong> la mujer.<br />
Los caballeros no nacían, sino se hacían, por sus obras, principalmente en justas, torneos y en el<br />
campo <strong>de</strong> batalla. La nobleza <strong>de</strong> origen era un requisito sine qua non, pero no era bastante, para ser<br />
armado caballero. Podría armarse caballero a un escu<strong>de</strong>ro o infanzón en víspera <strong>de</strong> una gran batalla,<br />
o <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ella, cuando el joven noble había dado pruebas <strong>de</strong> gran valor y lealtad.<br />
Se graduaba la valentía <strong>de</strong> acuerdo al riesgo <strong>de</strong> muerte incurrido, sea en combate singular, o al<br />
asaltar un castillo, o las altas murallas <strong>de</strong> una ciudad sitiada, o contra los sarracenos en Tierra Santa,<br />
o en cualquier combate <strong>de</strong> las Cruzadas. También se ganaba la prez <strong>de</strong> la Caballería dando prueba <strong>de</strong><br />
valor en un torneo, don<strong>de</strong> acaso cien caballeros se enfrentaban contra otra centuria, como extremo<br />
ejercicio para la guerra.<br />
Los Heraldos actuaban como jueces y bajo estrictas normas consuetudinarias daban su fallo sobre<br />
los méritos o fallas <strong>de</strong> los combatientes. Así había caballeros sin tacha muy famosos, y otros que<br />
perdían el honor por cobardía ante el enemigo, o cuando se retiraban <strong>de</strong> la batalla si se veían<br />
perdidos y no querían sufrir la muerte.<br />
13
Las ór<strong>de</strong>nes caballerescas obligaban a un mayor grado <strong>de</strong> heroicidad. El premio para el caballero<br />
famoso era la invitación a una cena en la mesa redonda con que se honraba a los mejores, a la que<br />
invitaba un rey o un príncipe.<br />
Las damas eran veneradas por sus amadores, a veces distantes y en su pasión no correspondidos.<br />
Las reinas, duquesas, y con<strong>de</strong>sas, muchas veces <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñadas por sus esposos, mantenían un amor<br />
más o menos secreto con algún caballero <strong>de</strong> la corte.<br />
De esta constelación nos hablan los romances <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Arturo y su esposa la reina Ginebra, que tenía<br />
amores con Don Lanzarote, o <strong>de</strong> Oriana que se entregó en brazos <strong>de</strong> <strong>Amadís</strong> cuando aún era<br />
doncella. Había un libertinaje insospechado.<br />
La iglesia con sus severas normas no logró <strong>de</strong>smoronar la cultura caballeresca con su amor libre,<br />
sino dos siglos <strong>de</strong>spués, cuando la hombría <strong>de</strong> bien se vio menguada por la aparición <strong>de</strong> las armas <strong>de</strong><br />
fuego que mermaron la valía <strong><strong>de</strong>l</strong> coraje individual y dieron paso al combate a mansalva, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos y<br />
sin i<strong>de</strong>ntificar, ni al asaltante ni a su víctima.<br />
Cuando los reyes ya no fueron al campo <strong>de</strong> batalla a la cabeza <strong>de</strong> sus ejércitos, la cultura<br />
caballeresca perdió su razón <strong>de</strong> ser. El último caballero andante fue Don Quijote <strong>de</strong> la Mancha que<br />
puso en alto y en ridículo sus encumbrados valores: la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> las mujeres, los ancianos y los<br />
niños, la ayuda a los <strong>de</strong>svalidos y el castigo a los malvados.<br />
Las damas tenían como méritos su belleza, su ilustración, su amor por las artes y las letras, su<br />
<strong>de</strong>streza en el ajedrez, su conversación exquisita. También su valor ante la adversidad. Asimismo las<br />
damas <strong>de</strong> la cultura caballeresca son admirables por su maternidad, pues no pocas reinas tuvieron<br />
pléya<strong>de</strong> <strong>de</strong> hijos e hijas, como Beatriz <strong>de</strong> Suabia, o Violante <strong>de</strong> Aragón.<br />
Había también entre ellas algunas malas y perversas, otras en los romances corteses eran<br />
encantadoras, hadas o brujas, que hundían suerte y honor <strong>de</strong> los caballeros. Urganda la Desconocida<br />
es un mágico ejemplo en el “<strong>Amadís</strong>”. Pero Urganda era una encantadora con miras al bien.<br />
14
La Religión siempre anduvo conspirando contra la cultura caballeresca, queriendo imponer su<br />
maniqueísmo fatal. Al fin la Santa Madre Iglesia logró su <strong>de</strong>saparición, a fuerza <strong>de</strong> excomuniones y<br />
amenazas. La persecución y saña con que el Papado exterminó la noble casa imperial <strong>de</strong> los<br />
Hohenstaufen es prueba <strong>de</strong> ello. Después que el emperador Fe<strong>de</strong>rico Barbarossa y su hijo Fe<strong>de</strong>rico<br />
Duque <strong>de</strong> Suabia encabezaron la tercera cruzada, que al cabo <strong><strong>de</strong>l</strong> triunfo <strong>de</strong> Iconium les trajo la<br />
muerte, y <strong>de</strong>spués que el Emperador Fe<strong>de</strong>rico II logró la reconquista <strong>de</strong> Jerusalén, Belén y Nazaret,<br />
la Iglesia sólo supo odiar su casta y prole, que llamó <strong>de</strong> sierpes y <strong>de</strong> víboras.<br />
Esta conducta impía pudo verse contra los hijos <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Don Manfredo <strong>de</strong> Hohenstaufen, que<br />
cargados <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas a instancias <strong><strong>de</strong>l</strong> Papado, pasaron en prisión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la niñez toda su vida, sin<br />
culpa alguna, hasta sufrir ceguera y muerte. No es <strong>de</strong> extrañar que el <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>, novela<br />
escrita por un vástago <strong>de</strong> esa casa imperial <strong>de</strong> los Hohenstaufen, como fue Don Enrique por el linaje<br />
<strong>de</strong> su madre, no tenga un ápice <strong>de</strong> religiosidad católica, sino solamente caballeresca veneración por<br />
Dios.<br />
En la “Gesta Sancti Ludovici” (RHF, XX, 428), que he encontrado traducida <strong><strong>de</strong>l</strong> latín al inglés, hay esta<br />
aseveración que lo dice todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva eclesiástica:<br />
“Henry of Castile was remembered as powerful in war and exceedingly crafty, but most wicked and<br />
not a diligent follower of the practice of the Catholic Faith.”<br />
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(Traducción: A Don Enrique <strong>de</strong> Castilla se lo recordaba como po<strong>de</strong>roso en la guerra y<br />
extremadamente astuto, pero por <strong>de</strong>más perverso y en nada un seguidor diligente en la práctica <strong>de</strong><br />
la Religión Católica”)<br />
Al hundimiento <strong>de</strong> la casa imperial <strong>de</strong> los Hohenstaufen sucedió pronto el linaje <strong>de</strong> los Habsburgos,<br />
y en Alemania no se conoce a ningún “Staufer” en la actualidad. La heredad siguió en Aragón por vía<br />
<strong>de</strong> la Reina Constanza, hija <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Manfredo von Hohenstaufen, esposa <strong>de</strong> Pedro III el Gran<strong>de</strong>. Ella<br />
es Madásima en el “<strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong>”.<br />
Don Enrique vivió hasta 1303, cuando sucumbió en Roa, cerca <strong>de</strong> Burgos, a lo que parece fue un<br />
ataque cerebral, pues perdió el habla, según cuenta Don Juan Manuel, su sobrino, con quien muchas<br />
veces salió en cetrería, cazando aves con sus halcones <strong>de</strong> alto vuelo. Él le acompañó en sus últimas<br />
horas. Don Juan Manuel recogió sus documentos, joyas, y platería, para evitar el acostumbrado<br />
saqueo que solía seguir a la muerte <strong>de</strong> gente principal mal guardada. Sin duda <strong>de</strong> aquí salió el<br />
manuscrito <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Amadís</strong> que fue a darlas en la biblioteca real <strong>de</strong> Medina <strong><strong>de</strong>l</strong> Campo, que sirvió para<br />
que lo lean los reyes <strong>de</strong> Castilla y personajes como Don Pero López <strong>de</strong> Ayala, cronista <strong>de</strong> Pedro el<br />
Cruel, y un siglo más tar<strong>de</strong>, el insigne plagiario <strong><strong>de</strong>l</strong> “<strong>Amadís</strong>”, Don Garcí Rodríguez <strong>de</strong> Montalvo,<br />
Regidor <strong>de</strong> Medina <strong><strong>de</strong>l</strong> Campo.<br />
Don Enrique <strong>de</strong> Castilla, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una vida azarosa <strong>de</strong> caballero andante, tuvo la gran suerte <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>jar el mundo como Gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> España y Rico Hombre, aunque tuvo muchos enemigos, por sus<br />
diferencias con Alfonso X el Sabio, tan venerado por los historiadores españoles. Es en Italia don<strong>de</strong><br />
Don Arrigo, como se lo conoce en esta Ínsula Firme, don<strong>de</strong> él ha encontrado admiración y<br />
veneración.<br />
Menciono aquí a G. <strong><strong>de</strong>l</strong> Giudice, “Don Arrigo Infante di Castiglia” y Prof. Valeria Bertolucci Pizzorusso<br />
Università di Pisa, “Don Enrique/ Don Arrigo: un infante di Castiglia tra storia e letteratura”, como<br />
dos fuentes italianas inmensamente valiosas, entre muchas otras.<br />
Mi <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la autoría <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Amadís</strong> <strong>de</strong> <strong>Gaula</strong> por Don Enrique, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> setecientos años<br />
<strong>de</strong> haber sido escrita por él esta famosa novela, no <strong>de</strong>be sorpren<strong>de</strong>r a nadie, porque ha sido fruto <strong>de</strong><br />
mi buena suerte, <strong>de</strong> los muchos años que he vivido en Alemania e Inglaterra, <strong>de</strong> la facilidad que me<br />
ha dado Internet para acce<strong>de</strong>r a muchos documentos esenciales y el hecho que conocí <strong>de</strong> Don<br />
Enrique <strong>de</strong> Castilla, por ser su <strong>de</strong>scendiente por la estirpe <strong>de</strong> mi padre, y provenir <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Alfonso X<br />
el Sabio, por parte <strong>de</strong> mi madre, Carlota Larrea <strong>de</strong> Borja y Aragón.<br />
Bibliografía Básica sobre Don Enrique <strong>de</strong> Castilla<br />
1. Crónica <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Don Fernando III el Santo.<br />
2. G. Del Giudice, Codice Diplomatico <strong><strong>de</strong>l</strong> regno di Carlo I e II d’Angiò , Napoli (1863).<br />
3. Crónica <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Don Alfonso X<br />
4. Crónica <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey Don Sancho IV<br />
5. Crónica <strong><strong>de</strong>l</strong> rey Don Fernando IV<br />
6. J. Manuel, El Libro <strong>de</strong> la Caza<br />
7. Biografías <strong>de</strong> s. Fernando y <strong>de</strong> Alfonso el Sabio por Gil <strong>de</strong> Zamora (1278)<br />
8. J. Manuel, El Libro <strong>de</strong> los Enxiemplos <strong><strong>de</strong>l</strong> con<strong>de</strong> Lucanor et <strong>de</strong> Patronio.<br />
9. Juan Manuel, Libro <strong>de</strong> las Armas<br />
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10. G. Del Giudice, Don Arrigo Infante di Castiglia, Napoli (1875).<br />
11. B. Desclot, Crónica.<br />
12. Ramon Muntaner, Les quatre grans cróniques.<br />
13. G. Argote <strong>de</strong> Molina, Nobleza <strong>de</strong> Andaluzia, Sevilla (1588).<br />
14. A. Giménez Soler, Caballeros Españoles en África y Africanos en España Revue Hispanique<br />
(XII, 1905).<br />
15. A. Ballesteros y Beretta, Sevilla en el Siglo XIII, Madrid (1913).<br />
16. R. Brunschwig, La Berberie orientale sous les Hafsi<strong>de</strong>s <strong>de</strong>s origines a la fin du XVe siècle<br />
Paris, (1940).<br />
17. P.S. Leicht, Arrigo di Castiglia senatore di Roma, en Studi Romani, (1953).<br />
18. P. Her<strong>de</strong>, Die Schlacht bei Tagliacozzo in Zeitschrift für bayrische Lan<strong>de</strong>sgeschichte, (1961).<br />
19. Crónica <strong>de</strong> Alfonso XI<br />
20. G. Del Giudice, La Famiglia di re Manfredi, Napoli, (1896).<br />
21. J.-P. Trabut-Cussac, Don Enrique <strong>de</strong> Castille en Angleterre 1256-1259, in Melanges <strong>de</strong> la Casa<br />
<strong>de</strong> Velásquez, (1966).<br />
22. Valeria Bertolucci Pizzorusso, Università di Pisa, Don Enrique/ Don Arrigo: un infante di<br />
Castiglia tra storia e letteratura en Alcanate Revista <strong>de</strong> Estudios Alfonsíes Vol. IV, 2004-2005,<br />
Puerto <strong>de</strong> Santa María.<br />
Santiago Sevilla, <strong>Autor</strong> <strong>de</strong> este Estudio, en Windsor Great Park, en Pastor Lusitano.<br />
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