modulo de oratoria. - Fondemi

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Adoptar la postura descrita permite balancear correctamente el peso del cuerpo y presenta sus ventajas,
aparte de las ya enunciadas, ya que si el orador tuviera nerviosismo en los movimientos y las rodillas le temblaran,
no se movería de esa posición y el auditorio no lo notaría.
La postura del orador cuando no hay tribuna:
En determinadas ocasiones y por circunstancias especiales (ahorro de tiempo, por no poseerla, por deseo expreso
de los organizadores, etc.), suele usarse el micrófono de pie (o con plataforma). La postura será la misma ya
explicada, sin embargo, la situación cambia con respecto al auditorio, ya que puede observar completamente el
cuerpo del orador y todos sus movimientos.
Si el discurso estuviera escrito, es preferible no utilizar apoyo, ya que un file u otro material pudiera ocasionar
dificultades al pasar las hojas o al realizar la lectura del mismo. El texto debe estar presillado en la parte superior
izquierda, las hojas se pasarán normalmente y no quedarán “en el aire”, flotando, sino que las leídas pasarán al
final.
La mano izquierda se situará en la parte superior izquierda, con el pulgar hacia arriba y los restantes dedos por
detrás; por su parte, la mano derecha estará en la parte inferior derecha, con el pulgar y los restantes dedos en la
misma posición anteriormente explicada y será la encargada de levantar y doblar las hojas. No obstante, según
los hábitos, costumbres, etc. del orador, este podría doblar las hojas a medida que va avanzando en la lectura de
los renglones y, al pasar la hoja, adoptar la posición inicial, etc.
Con relación al micrófono y para que no tropiecen con él y produzcan un sonido discordante, las hojas del texto
deberán inclinarse ligeramente hacia la izquierda. Si el discurso es improvisado, el orador posee una mayor libertad
de movimiento; por supuesto, es preferible, una vez colocado adecuadamente, no tocar el micrófono si no es
necesario.
La postura del orador debe ser estudiada convenientemente, ya que la misma coadyuva de forma decisiva en la
efectividad de la labor político-ideológica que se desarrolla entre las masas a quienes se dirige el mensaje. Ahora
bien, un papel no menos importante se le atribuyen a los gestos y ademanes que realiza el orador.
4. El empleo de los gestos y los ademanes durante la intervención pública
La unidad de contenido y forma constituye el elemento principal de la intervención de un orador.
Al hablar de la unidad de contenido y forma de una intervención oral se tiene presente, por una parte, su actualidad,
el valor ideológico, el carácter científico, la firmeza de clases y, por otra parte, la metódica para la transmisión
del material, la elocuencia de la exposición, la cultura del lenguaje, los factores psicológicos de percepción que se
emplean, la emocionabilidad y la habilidad para comportarse ante el auditorio.
El contenido del discurso y su tensión emocional, el movimiento de los pensamientos y los sentimientos del
orador, hacen surgir los gestos y ademanes. Ellos brotan por sí mismos, se convierten en realidades plásticas.
El gesto es la expresión del semblante. Es la imagen que representa los variados movimientos del ánimo. Se
forma de infinitas y rápidas modificaciones de la fisonomía. Los ademanes son los movimientos realizados con las
manos, los brazos y el cuerpo para apoyar la palabra oral.
Con ellos el orador dramatiza y realza lo que tiene importancia en la intervención. Los ademanes y el gesto poseen
una extraordinaria importancia; lo que siente con ímpetu y vigor no siempre requiere de palabras. Una seña,
una palmada, volver el rostro, callar, a veces valen más que mil palabras.
A través de los ademanes y el gesto se trasmiten sentimientos y emociones: alegría, dolor, duda, ironía, despecho,
ira, venganza, temor, desesperación, tristeza, enternecimiento, horror, etc.
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