Máximo Gorki La Madre. - Partido Comunista del Ecuador
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-No encontrarán nada -dijo, con acento seguro; y comenzó a lavarse.<br />
Después, secándose cuidadosamente las manos:<br />
-Si muestras algún temor, mamá, se dirán: algo hay para que ésta tiemble así. Vamos, comprende que no queremos<br />
nada malo; la verdad está de nuestra parte y por ella trabajaremos toda la vida, no es ningún crimen. ¿Por qué temblar?<br />
-Tendré valor, Pavel -prometió la madre; pero, llena de angustia, dejó escapar:<br />
-¡Si por lo menos viniesen pronto!<br />
Pero no fueron aquella noche. Al día siguiente, previniendo que iban a reírse de sus terrores, Pelagia fue la primera en<br />
burlarse de sí misma:<br />
-¡Tenía miedo..., de tener miedo!<br />
X<br />
No vinieron hasta pasado un mes de esta noche de alarma. Nicolás Vessovchikov estaba allí, y los tres hablaban de su<br />
periódico. Era tarde, casi medianoche. <strong>La</strong> madre se había acostado; comenzaba a dormirse y oía vagamente las voces,<br />
bajas y preocupadas. Andrés se levantó súbitamente, atravesó la cocina sobre la punta de los pies, cerró dulcemente el<br />
cerrojo de la puerta, tras él. A la entrada, se oyó un ruido metálico. Y de pronto, la puerta se abrió de par en par, y el<br />
Pequeño Ruso dio un paso hacia la cocina y dijo en voz baja, pero clara:<br />
-Se oye ruido de espuelas.<br />
<strong>La</strong> madre saltó de la cama, y cogió su ropa con manos temblorosas, pero Pavel apareció en el dintel y le dijo<br />
serenamente: -Quédate acostada..., estás enferma.<br />
Se escucharon unos roces furtivos en el vestíbulo. Pavel se acercó a la puerta, y empujándola con la mano, preguntó: -<br />
¿Quién está ahí?<br />
Rápida como un relámpago, una alta silueta gris se encuadró en el umbral; otra le seguía: Los dos gendarmes sujetaron<br />
al muchacho, a quien colocaron entre ellos. Una voz aguda y chocarrera, se hizo oír:<br />
-No son los que esperabais, ¿eh?<br />
El que hablaba era un oficial, <strong>del</strong>gado y alto, con un bigote negro, no muy abundante. Junto al lecho de la madre<br />
apareció Fediakine, agente de policía <strong>del</strong> suburbio, y, llevando la mano a la visera de la gorra, mientras con la otra<br />
designaba a Pelagia, dijo, con mirada terrible:<br />
-Esta es su madre, Excelencia.<br />
Después, agitando los brazos en dirección de Pavel, añadió:<br />
-¡Y éste es él mismo!<br />
-¿Pavel Vlassov? -preguntó el oficial, semicerrando los ojos.<br />
Pavel hizo con la cabeza un signo afirmativo. El oficial continuó, atusándose el bigote:<br />
-Tengo que hacer un registro en tu casa. ¡Levántate, vieja! ¿Quién hay ahí?<br />
<strong>La</strong>nzó una mirada a la habitación, y fue hacia ella a grandes pasos.<br />
-¿Vuestros nombres?