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Máximo Gorki La Madre. - Partido Comunista del Ecuador

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-He visto a Sandrina -dijo a Pavel-. Te manda sus saludos. Y ese Iégor, no es nada orgulloso. Bromea constantemente.<br />

-Me alegra que te gusten -dijo dulcemente Pavel.<br />

-¡Qué gente tan sencilla, hijo mío! Cuando la gente es sencilla, está bien... Y todos te quieren.<br />

El lunes, Pavel no fue tampoco a trabajar: tenía jaqueca. Pero a mediodía, Théo Mazine vino corriendo, agitado y feliz;<br />

cuando recuperó el aliento, anunció:<br />

-¡Ven! Toda la fábrica está alborotada. Me han mandado a buscarte. Sizov y Makhotine dicen que tú puedes explicar el<br />

asunto mejor que nadie. ¡Si vieras lo que pasa!<br />

Pavel se vistió sin decir palabra.<br />

-<strong>La</strong>s mujeres se han reunido: ¡esto marcha!<br />

-Yo voy también -declaró la madre-. ¿Qué están tramando t allí? Voy a ir.<br />

-Ven -dijo Pavel.<br />

Caminaron en silencio, rápidamente. <strong>La</strong> madre desfallecía de emoción y sentía que algo grave iba a suceder. A las<br />

puertas de la fábrica, una masa de mujeres chillaba y discutía. Cuando los tres consiguieron entrar en el 'patio, cayeron<br />

de pronto entre una muchedumbre compacta, negra, bordoneante de excitación. <strong>La</strong> madre vio que todas las cabezas<br />

estaban vueltas <strong>del</strong> mismo lado, hacia el muro <strong>del</strong> taller de forjas: allí, en pie sobre un montón de chatarra y<br />

destacándose sobre el fondo de ladrillo rojo, estaban, gesticulantes, Sizov, Makhotine, Vialov y otros cinco o seis obreros<br />

influyentes, de edad madura.<br />

-¡Aquí está Vlassov! -gritó alguien.<br />

-¿Vlassov? Que venga.<br />

-Silencio -gritaron al mismo tiempo desde varios puntos.<br />

En alguna parte, muy cerca, sonó la voz monótona de Rybine:<br />

-No es por un kopek por lo que debemos resistir, sino por la justicia, eso es. Lo que interesa no es nuestro kopek, que no<br />

es más grueso que los otros, pero sí más pesado: contiene mayor cantidad de sangre humana que un rublo de director,<br />

eso es. Y no es el kopek lo que nos preocupa, sino la sangre y la verdad..., ¡eso es!<br />

-¡Cierto! ¡Bravo, Rybine!<br />

-Tiene razón el fogonero.<br />

-¡Aquí está Vlassov!<br />

Ahogando el sordo estrépito de las máquinas, los profundos suspiros <strong>del</strong> vapor y el gorgoteo de las canalizaciones, las<br />

voces se fundían en un torbellino de sonidos tumultuosos. De todas partes venían corriendo gentes que agitaban los<br />

brazos y se excitaban mutuamente, con palabras febriles y mordientes. <strong>La</strong> irritación que siempre duerme en los pechos<br />

fatigados, se despertaba ahora buscando una salida. <strong>La</strong> cólera volaba, triunfante, extendiendo cada vez con mayor<br />

amplitud sus alas sombrías, apoderándose de la gente con una fuerza creciente, levantando y haciendo chocar a unos<br />

contra otros, animándolos de una ardiente rabia. Sobre la multitud planeaba una nube de hollín y polvo, los rostros<br />

congestionados estaban cubiertos de un sudor que corría en lágrimas negras, sobre las atezadas mejillas; centelleaban<br />

los ojos, relucían los dientes.<br />

Pavel apareció al lado de Sizov y Makhotine, y se oyó su llamada:<br />

-¡Camaradas!

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