Máximo Gorki La Madre. - Partido Comunista del Ecuador
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Vessovchikov resollaba penosamente: su ancho cuello estaba congestionado y sus ojos centelleaban de rabia. El<br />
Pequeño Ruso era todo sonrisas, e inclinó la cabeza diciendo algunas palabras a la madre, que lo bendijo con la señal<br />
de la cruz, y dijo:<br />
-Dios ve a los justos...<br />
Por fin, el pelotón de hombres con capotes grises se replegó a la entrada, con un tintinear de espuelas, y desapareció. El<br />
último en salir fue Rybine: envolvió a Pavel en la escrutadora mirada de sus ojos negros, y dijo soñador:<br />
-Bien..., adiós.<br />
Y salió sin prisa, tosiendo tras la barba.<br />
<strong>La</strong>s manos cruzadas a la espalda, Pavel recorrió lentamente la habitación, de largo a ancho, entre los libros y la ropa que<br />
yacían sobre el suelo, el aire sombrío:<br />
-¿Has visto lo que es esto?<br />
Mirando con indecisión el cuarto en desorden, la madre murmuró angustiada:<br />
-¿Por qué Nicolás ha sido grosero?<br />
-Tenía miedo, sin duda -dijo dulcemente Pavel.<br />
-Han venido, los detuvieron, se los han llevado... -masculló Pelagia con gesto impaciente.<br />
Le quedaba su hijo. Su corazón comenzó a latir con más calma, mientras su pensamiento se concentraba en vano, ante<br />
aquella realidad, que no podía concebir.<br />
-Ese hombre se burla de nosotros, nos amenaza...<br />
-¡Basta, madre! -dijo súbitamente Pavel con decisión-. Vamos, arreglemos todo esto.<br />
Le había dicho «madre» y «tú», como solamente hacía cuando se sentía muy próximo a ella. <strong>La</strong> madre hizo un<br />
movimiento hacia él, lo miró a los ojos y preguntó muy bajo:<br />
:--¿Te han humillado?<br />
-¡Sí! Es duro... ¡Hubiera preferido ir con ellos!<br />
Parecióle a la madre que tenía lágrimas en los ojos, y' para consolarlo, sintiendo confusamente su dolor, dijo en un<br />
suspiro:<br />
-Espera..., a ti también te prenderán.<br />
-Sí.<br />
Después de una pausa, observó ella tristemente:<br />
-Ves qué duro es, mi pequeño Pavel... ¡Si al menos me consolaras! Al contrario: yo digo cosas horribles y tú dices cosas<br />
peores aún.<br />
<strong>La</strong> miró él, se acercó, y dulcemente:<br />
-¡Es que no sé, mamá! Tengo que acostumbrarte...<br />
Ella suspiró y guardó silencio: luego, reteniendo un estremecimiento de terror: