Máximo Gorki La Madre. - Partido Comunista del Ecuador
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-¡Delegados!<br />
-¡Sizov!<br />
-¡Vlassov!<br />
-i Rybine! Es duro de pelar.<br />
De pronto, se oyeron algunas exclamaciones menos sonoras:<br />
-¡Ahí viene!<br />
-¡El director...!<br />
<strong>La</strong> masa se abría, dejando paso a un hombre de alta estatura, con una barbita puntiaguda en su cara alargada.<br />
-Permitan -decía, separando de su camino a los obreros con un medio gesto de la mano, pero sin tocarlos. Guiñaba los<br />
ojos, y con la mirada escrutadora de quien está acostumbrado a manejar hombres, estudiaba las fisonomías de los<br />
obreros. Algunos se quitaban la gorra a su paso, se inclinaban, mientras él caminaba sin responder a estas muestras de<br />
respeto, sembrando en la multitud el silencio y la emoción, sintiéndose ya, bajo las sonrisas confusas y el tono sordo de<br />
las exclamaciones, un arrepentimiento de niños, conscientes de haber hecho tonterías.<br />
Pasó ante la madre, dirigiéndole una mirada severa, y se detuvo ante el montón de chatarra. Alguien, desde arriba, le<br />
tendió una mano, pero no la tomó; con un impulso vigoroso y flexible, se encaramó y se colocó ante Pavel y Sizov:<br />
-¿Qué significa esta reunión? ¿Por qué habéis dejado el trabajo?<br />
Durante algunos segundos reinó el silencio. <strong>La</strong>s cabezas ondulaban como espigas. Sizov hizo ademán de sacudir su<br />
gorro en el aire, alzó los hombros e inclinó la cabeza.<br />
-Responded -dijo el director.<br />
Pavel se puso a su lado, y mostrando a Sizov y Rybine, dijo con voz fuerte:<br />
-Nosotros tres hemos sido comisionados por nuestros camaradas para exigir que vuelva usted sobre su decisión de<br />
retener un kopek...<br />
-¿Por qué? -preguntó el director, sin mirar al joven.<br />
-Consideramos injusto el impuesto -dijo Pavel con voz sonora.<br />
-Así, en mi proyecto de desecar el pantano, ¿no veis más que el deseo de explotar a los obreros, y no el cuidado de<br />
mejorar su existencia? ¿No es eso?<br />
-Sí -respondió Pavel.<br />
-¿Usted también? -preguntó el director a Rybine.<br />
-Todos somos de la misma opinión -respondió éste.<br />
-¿Y usted, amigo? -interrogó el director, volviéndose a Sizov.<br />
-Yo también le ruego que nos deje nuestro kopek.<br />
Y, bajando nuevamente la cabeza, Sizov sonrió confuso.