Amaro González de Mesa - Fundación Transición Española
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Martínez Feduchy y yo, y ante el público y los periodistas nos dimos un abrazo<br />
que fue acogido con aplausos. Para asistir a este acto y comprobar el estado <strong>de</strong>l<br />
edificio y estudiar sobre el terreno una serie <strong>de</strong> cuestiones <strong>de</strong> carácter político<br />
y administrativo se había trasladado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Madrid, una <strong>de</strong>legación compuesta<br />
por los directores generales Puig <strong>de</strong> la Bellacasa y Bermú<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Castro y por<br />
los diplomáticos Pedro Salvador y Carlos Manzano. En cuanto se fue el señor<br />
Martínez Feduchy entramos en la embajada seguidos por una tromba <strong>de</strong> periodistas<br />
y procedimos a izar la ban<strong>de</strong>ra española. Con este acto quedaba cerrado<br />
el proceso <strong>de</strong> la reanudación <strong>de</strong> relaciones entre España y Méjico.<br />
Pero antes <strong>de</strong> abandonar Méjico aún me quedaba organizar otro acontecimiento<br />
que selló simbólicamente el encuentro <strong>de</strong> España con Méjico. La <strong>de</strong>legación<br />
que vino <strong>de</strong> Madrid me anunció que, en breve, visitarían Méjico el<br />
presi<strong>de</strong>nte Suárez y el ministro Oreja. Era una visita sin ningún contenido específico,<br />
salvo el <strong>de</strong> sellar nuestra reconciliación. No me voy a <strong>de</strong>tener en reseñar<br />
esta visita que estuvo presidida por la cordialidad y la emoción tanto a<br />
nivel popular, como oficial. El día <strong>de</strong> la marcha antes <strong>de</strong> dirigirse al aeropuerto<br />
quisieron el presi<strong>de</strong>nte y el ministro hacer una visita al santuario <strong>de</strong> Guadalupe.<br />
Como <strong>de</strong> costumbre cuando llegamos el santuario estaba lleno <strong>de</strong> gente, principalmente<br />
humil<strong>de</strong>, que recorría las naves <strong>de</strong> rodillas para postrarse ante la<br />
imagen <strong>de</strong> la venerada Virgen. La llegada <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte Suárez y <strong>de</strong> su séquito<br />
no pasó <strong>de</strong>sapercibida a los fieles. Muchos se fueron acercando a él para<br />
susurrar en voz queda que no rompiese el recogimiento <strong>de</strong>l templo un “¡Viva<br />
España!, ¡Viva el Rey!, ¡Viva el Presi<strong>de</strong>nte!”. Ya cerca <strong>de</strong> la salida, se aproximó<br />
a Suárez un mestizo <strong>de</strong> manos callosas, quien estrechó calurosamente las<br />
<strong>de</strong> Suárez mientras musitaba: “Gracias señor, por haber venido a estar con los<br />
pobres”. Suárez, emocionado, le dio un abrazo. Y en ese apretón <strong>de</strong> manos, en<br />
ese abrazo entre un presi<strong>de</strong>nte español y un humil<strong>de</strong> mestizo creí ver sellado<br />
el último y <strong>de</strong>finitivo encuentro entre España y Méjico.<br />
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