Las tragedias Virginia y Ataúlfo de Montiano

VIRGINIA DE AGUSTÍN DE MONTIANO
Virginia de Montiano constituye a nuestro juicio, según hemos explicado, la primera tragedia
neoclásica española propiamente dicha. Sin embargo, y hacemos este comentario extensivo también
a Ataúlfo, no ha merecido el honor de ser editada nuevamente por alguno de los estudiosos de la
cada vez más amplia nómina de especialistas en teatro del Siglo de las Luces. No creemos que sea
excusa válida para esto el que la Virginia nunca hubiera sido representada; no queremos citar
nombres de obras teatrales dieciochescas tampoco representadas, ni incluso publicadas en su
tiempo, que sí han merecido el privilegio de verse premiadas con una edición crítica. Injusticia que
no merecen las dos tragedias de Montiano, pues, dejando al margen el escaso acierto estético y
poético de ambas, la relevancia que tuvieron en el siglo XVIII al convertirse en modelo formal y
temático del género, de sus repercusiones en Francia y Alemania con las reseñas elogiosas de los
Trevoux, de P. Croisset y de Lessing, esta última sujeta a diversas interpretaciones, hacen más
notorio este olvido de la crítica especializada.
LAS UNIDADES DE ACCIÓN, LUGAR Y TIEMPO EN VIRGINIA
La unidad de acción en Virginia: verdad histórica y ficción trágica
En principio puede parecer inusual vincular la unidad de acción en una tragedia con las
relaciones entre historia y ficción poética. Pero varias circunstancias nos obligan a ello: 1) Agustín
de Montiano, para componer su Virginia, acepta el principio de la Poética Clasicista que
recomendaba tomar el asunto de un hecho histórico ambientado en épocas lejanas y /o países
remotos; 2) en este caso concreto, la base histórica se obtiene de dos obras sobradamente conocidas:
la Historia de Roma desde su fundación –Ab urbe condita– (libro III, 33-59) de Tito Livio 1 y la
Historia antigua de Roma (libro XI, 1-46) de Dionisio de Halicarnaso 2 ; 3) Montiano aplica la
norma que da prioridad, en la dicotomía entre ficción poética y verdad histórica, a las leyes de la
verosimilitud y demás preceptos de la creación literaria por encima de la fidelidad estricta a las
fuentes historiográficas empleadas por el poeta; y 4) una razón importante por la que en Virginia se
modifica la historia original es el cumplimiento estricto de la unidad de acción.
En otras ocasiones nos hemos referido a la norma clasicista que regulaba cierta base histórica
para la tragedia, el caso es que Montiano toma de Tito Livio y de Dionisio de Halicarnaso la fuente
documental 3 de unos sucesos de cuya autenticidad duda seriamente la historiografía actual. Pero lo
importante no es la veracidad de la fuente histórica según la crítica del siglo XX, sino que en 1750
esa fuente era considerada como algo cierto y verdadero. De todos modos, al ser muy extensas las
narraciones de Tito Livio y de Dionisio de Halicarnaso, hemos optado por reproducir fragmentos de
cómo refieren el asunto historiadores contemporáneos que recogen la tradición legendaria y
exponen su dudas al respecto:
“[Allá por el año 451 a. C.] Los pobres y oprimidos mejoraron su suerte a partir de la
retirada al Monte Sagrado [también llamado Monte Sacro], pero mientras Roma no instaurase
1 Historia de Roma desde su fundación (libros I-III), Madrid, Gredos, 1990 (“Introducción general” de Ángel Sierra.
Traducción y notas de José Antonio Villar Vidal).
2 Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma (libros X-XX), Madrid, Gredos, 1988 (Traducción y notas
Elvira Jiménez y Ester Sánchez).
3 Manejando las dos versiones de la historia de Virginia, hemos comprobado que Montiano sigue tanto a Tito Livio
como al historiador griego nacido en Halicarnaso. En Virginia aparecen muchos datos y referencias que remiten
directamente a Ab urbe condita y a la ' ', pues ambas obras no difieren en lo esencial, salvo en
pequeñísimos detalles, y en el hecho de que Dionisio de Halicarnaso es más minucioso y extenso en su narración: por
ejemplo, refiere que Apio Claudio estaba casado legalmente cuando acosa a Virginia (XI, 28, 4) y, en cuanto a la
muerte del decenviro, maneja la hipótesis de que hubiera sido asesinado en la prisión, en vez de haberse suicidado
estrangulándose con una cuerda (XI, 46, 3).
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