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Las tragedias Virginia y Ataúlfo de Montiano

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COLATINO: ¡Qué escucho!<br />

TRICIPTINO: ¡Qué dolor!<br />

BRUTO: ¡Ah vil Tarquino!<br />

(Lucrecia, V, 3)<br />

Mientras que en <strong>Virginia</strong> (V, 5), a pesar <strong>de</strong> las exclamaciones, el espectáculo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong><br />

la protagonista (empleamos la palabra espectáculo porque nos referimos solamente al punto <strong>de</strong> vista<br />

teatral) es mucho más “frío y <strong>de</strong>sabrido” como diría Luzán en la Poética:<br />

... Lucio que sale con un puñal ensangrentado en la mano.<br />

LUCIO: Ya bárbaro, (¡Qué pena!) ya homicida, / (¡Oh ahógueme el afán con que respiro!) / ya<br />

el pundonor quedó sin contingencia, / <strong>de</strong> este puñal al golpe <strong>de</strong>strozada / la beldad <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>;<br />

que gozosa / sacrificó su floreciente pecho, / por librar <strong>de</strong> tu antojo su pureza. / Ya el vil Marco<br />

también rindió postrado / al duro hierro la insolente vida. / Y así, amigos, (¡Qué rabia!) si<br />

merecen / mis canas, que le <strong>de</strong>is algún consuelo, / y esa víctima hermosa, que se irriten / los<br />

menos compasivos corazones. / Si el amor po<strong>de</strong>roso <strong>de</strong> la Patria, / si la que veis autoridad<br />

intrusa, / los antiguos espíritus excita, / la servidumbre a vuestro honor acuerda: / ilustre Icilio,<br />

heroicos senadores, / que aunque tar<strong>de</strong> llegáis para el socorro, / aún os recibe a tiempo la<br />

venganza: / contra ese monstruo me ayudad: su muerte / la pi<strong>de</strong> la razón <strong>de</strong>satendida, / la pi<strong>de</strong><br />

aquella malograda sangre. /<br />

(<strong>Virginia</strong>, V, 5, vv. 2239-2261).<br />

Almanzor, en Sancho García <strong>de</strong> Cadalso, y Apio Claudio mueren <strong>de</strong> semejante manera:<br />

apuñalándose ellos mismos antes que Sancho García, en el primer caso, y que Icilio, en el segundo,<br />

sean los brazos ejecutores. Sin embargo, Cadalso, al margen <strong>de</strong> las diferencias <strong>de</strong> carácter entre<br />

ambos personajes (el moro es un valiente que no huye cuando se ve en peligro, mientras que el<br />

romano huye <strong>de</strong>spavorido hacia el Capitolio, etc.) presenta la acción directamente tal y como<br />

supuestamente se produciría:<br />

SANCHO: En ti vengar mi ofensa <strong>de</strong>termino: / en un suplicio acabarás la vida. /<br />

ALEK: ¡Oh Sancho! tu virtud esclarecida / venere en él aquel carácter regio / que logra en todo<br />

crimen privilegio. /<br />

ALMANZOR: Deja, mi Alek, que Sancho me amenace: / así su débil pecho satisface. / Y porque<br />

el mío altivo nunca pueda / temblar, ni a sus rigores ciego ceda, / este puñal me librará <strong>de</strong><br />

todo./<br />

SANCHO: ¿Cómo, Almanzor? /<br />

ALMANZOR: García, <strong>de</strong> este modo: / no creas que en los brazos <strong>de</strong> la<br />

muerte / me espante, ni me ablan<strong>de</strong>, Oh Sancho, el verte. / Me aplaudo en el <strong>de</strong>lito cometido: /<br />

sólo siento el mirar no se ha cumplido / mi i<strong>de</strong>a contra ti; pero, pues, muero, / ya que no te<br />

inmolé con este acero, / por dura suerte <strong>de</strong>l injusto hado, / en mi pecho estará bien empleado. /<br />

¡Oh, si mi sangre al acabar mi vida / produjera torrentes <strong>de</strong> la herida, / que anegaran tu Corte y<br />

tu Condado! / Pero muero. Los cielos te han vengado. /<br />

(Expira en manos <strong>de</strong> Alek)<br />

(Sancho García, V, 4)<br />

En <strong>Virginia</strong> la muerte <strong>de</strong>l tirano se hace pública para el lector-espectador gracias a que Icilio<br />

relata a Publicia los pormenores <strong>de</strong> la misma:<br />

ICILIO: Apenas, ¡Oh Publicia!, le embestimos, / que se vio sin lictores, ni soldados, unos por<br />

odio, y otros por cobar<strong>de</strong>s / sin acción, fugitivos y dispersos. / Él entonces mirando que le<br />

cercan / los puñales, y a mí, que para herirle / el fuerte brazo sin piedad alzaba: / el suyo<br />

escon<strong>de</strong> en el indigno seno, / casi en el punto que <strong>de</strong>scargo el mío: / <strong>de</strong> modo, que en la furia <strong>de</strong><br />

su golpe, / puedo <strong>de</strong>cir, que concurrí a matarle, / aunque no fui el primero en ofen<strong>de</strong>rle. / Luego<br />

que en negra sangre, y sucio polvo, / con las postreras congojosas bascas / se revolcó por tierra,<br />

y fue cadáver: / a no <strong>de</strong>jar sin perfección la obra, / ni a los <strong>de</strong>más tiranos sin azote, / por<br />

cómplices también en la violencia, / <strong>de</strong> acuerdo todos con un fin caminan./<br />

(<strong>Virginia</strong>, V, 7, vv. 2519-2537).<br />

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