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Las tragedias Virginia y Ataúlfo de Montiano

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la rebelión (o, si se prefiere, el <strong>de</strong>sagravio al honor mancillado, como luego veremos). Ahora bien,<br />

esta acción presenta irremediablemente un lado público; el ofensor es el máximo dirigente <strong>de</strong> Roma<br />

y el <strong>de</strong>sagravio equivale a su muerte, y, por en<strong>de</strong>, a un cambio político; a<strong>de</strong>más, la familia sola <strong>de</strong><br />

<strong>Virginia</strong> carece <strong>de</strong> fuerza suficiente para consumarlo todo. Así, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el acto I la obsesión <strong>de</strong><br />

Numitor y <strong>de</strong> Icilio, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> conseguir el regreso <strong>de</strong>l padre, es reclutar los apoyos necesarios<br />

entre la plebe y aliarse con la sedición que preparan los senadores Valerio y Horacio:<br />

ICILIO: Mayor contraste le opondré, Numitor, / con Valerio y Horacio, que me aguardan, / <strong>de</strong><br />

mis antiguas máximas parciales, / para tratar <strong>de</strong> la común congoja, / como heroicos patricios,<br />

como ardientes / enemigos <strong>de</strong>l vil Decenvirato. /[...]<br />

VIRGINIA: Los Dioses que le animan, le protejan; / y a mí en tan duro trance no me olvi<strong>de</strong>n, /<br />

para que muera Claudio, y Roma viva, / y yo, señor [Numitor], cual <strong>de</strong>bo, corresponda./<br />

NUMITOR: [a Icilio]: [...] Pero advierte [...] que nada se a<strong>de</strong>lanta, / si en la empresa atrevida, que<br />

acaloras, / la República sufre <strong>de</strong>trimento; / o te vengas tú solo, y no la Patria./ 53 (I, 4, vv. 410-<br />

415 y 431-439).<br />

Convergente con esta rebelión que aúna la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n familiar y la libertad <strong>de</strong><br />

Roma, existe otro intento <strong>de</strong> levantamiento en armas promovido por Valerio y Horacio, que<br />

presenta connotaciones exclusivamente políticas. Ya se comentó cómo <strong>Montiano</strong> en el primer<br />

Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas (p. 108) recrimina duramente a ambos senadores por su<br />

“refinada doble política”, por “cubrir sus particulares fines con el velo <strong>de</strong> la libertad” y por “el<br />

frau<strong>de</strong>, o la disimulación” con que actúan. Precisamente Numitor aconseja al joven Icilio que<br />

“disimule”, que imite la conducta <strong>de</strong> estos dos personajes:<br />

Ahora si que es cuando el disimulo / más labra, más consigue, más merece; / porque ahora es<br />

cuando más vale, e importa. / Si no pue<strong>de</strong>s vencer a tus afectos, / y en el más hondo seno<br />

sepultarlos, / porque no los ataje el que los tema: / ¿cómo podrás vencer a un enemigo, / que<br />

aún sin causa permite a sus pasiones, / que en iras <strong>de</strong>lincuentes se <strong>de</strong>rramen? / [...] En Valerio,<br />

y Horacio lo repara; / que con pru<strong>de</strong>nte cauteloso estudio, / no sólo le confun<strong>de</strong>n al tirano, / y<br />

ocultan lo extendido <strong>de</strong> sus fines; / sino que en ti también, según me explicas, / no toda su<br />

intención te manifiestan; / pues no más que a la parte, que te duele, / lo <strong>de</strong>scubierto <strong>de</strong>l<br />

impulso alargan (II, 6, vv. 930-939 y 945-952) 54 .<br />

En efecto, los diálogos que sostienen Valerio y Horacio (II, 4 y IV, 9) confirmarían que su<br />

intención es aprovecharse <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza <strong>de</strong> Icilio y sus partidarios, para conseguir sus<br />

propios fines políticos 55 . Sin embargo, los dos senadores no son unos <strong>de</strong>salmados que abandonen a<br />

su propia suerte a <strong>Virginia</strong> y a los suyos, cuando la situación se torna más complicada y difícil:<br />

53 Tal y como exponen estos personajes el <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> la ofensa a su familia afecta también al bienestar y al futuro<br />

<strong>de</strong> toda Roma. Por esto no extrañan las palabras <strong>de</strong> Icilio cuando en un monólogo llega a <strong>de</strong>cir: “Y tú, <strong>Virginia</strong>, y tú, mi<br />

bien, señora / <strong>de</strong> este abrasado corazón, que mira / sólo en ti cuanto el ánimo apetece: / ocúpate <strong>de</strong> modo, que no sufra /<br />

otro objeto, ni gloria que le arrastre, / sino el ser sin sobresalto tuyo; / y mas que se me culpe por primero, / <strong>de</strong> los<br />

dignos <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> romanos, / que doy al amor la preferencia, / que pi<strong>de</strong> para sí la dulce patria. /” (II, 6, vv. 891-900).<br />

54 <strong>Montiano</strong> conocía a la perfección la I<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un príncipe político cristiano representada en cien empresas <strong>de</strong><br />

Diego <strong>de</strong> Saavedra Fajardo, obra que cita en el primer Discurso. En los consejos <strong>de</strong> Numitor a Icilio resuena la empresa<br />

XLIII, titulada Ut sciat regnare: “Solamente pue<strong>de</strong> ser lícita la disimulación y astucia cuando ni engañan ni <strong>de</strong>jan<br />

manchado el crédito <strong>de</strong>l príncipe [...] Esto suce<strong>de</strong> cuando la pru<strong>de</strong>ncia, advertida en su conservación, se vale <strong>de</strong> la<br />

astucia para ocultar las cosas según las circunstancias <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong>l lugar y <strong>de</strong> las personas, conservando la<br />

consonancia entre el corazón y la lengua, entre el entendimiento y las palabras. Aquella disimulación se <strong>de</strong>be huir que<br />

con fines engañosos miente con las cosas mismas: la que mira a que el otro entienda lo que no es. Y así se pue<strong>de</strong> usar <strong>de</strong><br />

palabras indiferentes y equívocas, y poner una cosa en lugar <strong>de</strong> otra con diversa significación, no para engañar, sino<br />

para cautelarse y prevenir el engaño, o para otros fines lícitos” (op. cit., ed. <strong>de</strong> Francisco Javier Díez <strong>de</strong> Revenga,<br />

Barcelona, Planeta, 1988, p. 277). El disimulo que recomienda Numitor es lícito y se opone claramente a los engaños<br />

que emplean Valerio, Horacio y el tirano Claudio. Por otra parte, Icilio aplicará los consejos <strong>de</strong> Numitor cuando en III,<br />

5 se encuentra con el <strong>de</strong>cenviro y disimula sus verda<strong>de</strong>ras intenciones e incluso aparenta sumisión ante las amenazas <strong>de</strong>l<br />

tirano; sin embargo, en la escena siguiente el joven se arrepiente <strong>de</strong> haber disimulado, <strong>de</strong> haber sido un cobar<strong>de</strong> y no<br />

haberse enfrentado contra él (III, 6, vv. 1243-1270).<br />

55 Valerio y Horacio son patricios; sus fines políticos son diferentes a los <strong>de</strong> la plebe. Lo que preten<strong>de</strong>n en un<br />

principio es el restablecimiento <strong>de</strong>l sistema consular con todas sus prerrogativas. Icilio, Numitor y Virginio <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n,<br />

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