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Jorge Isaacs, el poeta según sus obras por Baldomero Sanín Cano

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Por esta misma época y como efecto inmediato de la marejada romántica invadió a los<br />

literatos colombianos la preocupación d<strong>el</strong> color local, de que nacieron en forma de diluvio<br />

los cuadros de costumbres. El género ocupó, como las aguas de aqu<strong>el</strong> castigo d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, los<br />

hondos valles primero antes de <strong>el</strong>evarse muchos codos sobre las montañas más altas. Causa<br />

mareo e impaciencia volver los ojos a esa inundación y tener que reconocer que entre la<br />

innumerable cantidad de escritores dedicados a reproducir <strong>el</strong> ambiente en que estaban<br />

sumergidos, apenas hay tres o cuatro que de veras lo hubiesen sentido y que dejen en <strong>sus</strong><br />

páginas la impresión de un contacto verdadero con la realidad. La observación superficial<br />

es <strong>el</strong> carácter distintivo de esta literatura, <strong>el</strong> gracejo de valor equívoco la sal de su vida; y<br />

una incapacidad de reproducir lo sentido, como no sea <strong>por</strong> medio de la exageración,<br />

constituye <strong>el</strong> secreto d<strong>el</strong> procedimiento descriptivo. Observar de prisa y reproducir en<br />

escorzo, desde un ángulo improbable, era la preocupación de estos pintores d<strong>el</strong> género. Se<br />

salvaron algunos; justamente aqu<strong>el</strong>los que se acercaron a describir la naturaleza circundante<br />

y <strong>el</strong> alma de <strong>sus</strong> paisanos con los procedimientos a que se habían atemperado leyendo a<br />

Chateaubriand, a Balzac, a Larra, tal vez a Manzoni. Lección de los tiempos para los que<br />

han venido a restaurar ahora con <strong>el</strong> nombre de criollismo aqu<strong>el</strong>la plaga d<strong>el</strong> color local de<br />

que empezaba a curarse la América. El “criollismo” o <strong>el</strong> “exotismo” no son más que<br />

palabras. Lo que im<strong>por</strong>ta es observar despacio, saber crear y saber escribir. El criollismo<br />

nos habría privado de veinticuatro entre las treinta y siete <strong>obras</strong> dramáticas atribuidas a<br />

Shakespeare, d<strong>el</strong> Paraíso Perdido, de la Tentación de San Antonio, de Thais y de otras<br />

muchas creaciones incomparables de la musa imaginativa.<br />

<strong>Isaacs</strong> tuvo cuidado de dejar testimonio de <strong>sus</strong> gustos literarios, como si hubiera temido que<br />

la sensibilidad manifiesta a borbotones o en suaves hilos cristalinos en su tomo de poesías y<br />

en su nov<strong>el</strong>a no nos hubiera de decir a las claras que era un romántico empedernido. En la<br />

María trae a un burgués acaudalado a disputarle su novia. Lo lleva a su cuarto a enseñarle<br />

su biblioteca. Allí estaban representados la Biblia, Chateaubriand, Shakespeare, Blair,<br />

Calderón, Cervantes y Hernán Cortés. Toda la lira de las innovaciones que trajo <strong>el</strong><br />

romanticismo la hacen sonar estos nombres. La suplantación de la mitología clásica <strong>por</strong> las<br />

divinidades hebraica y cristiana, la preocupación de analizar <strong>el</strong> propio “yo” y manifestarlo a<br />

las gentes ya disecado en formas rígidas, ya campante <strong>por</strong> <strong>sus</strong> respetos; la universalidad de<br />

la observación y <strong>el</strong> predominio d<strong>el</strong> sentimiento sobre las reglas; <strong>el</strong> regreso a la naturaleza

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