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Jorge Isaacs, el poeta según sus obras por Baldomero Sanín Cano

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madre, con las aguas y con <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o abierto aqu<strong>el</strong>la comunidad íntima en que <strong>el</strong> <strong>poeta</strong> acaba<br />

de infundirles, sin retórica, una parte de su alma a los objetos naturales que le rodean. Las<br />

páginas de la María en que describe su partida a la capital en busca de más letras, y de más<br />

vasta experiencia de la vida son de tal naturalidad y poder descriptivo, que no es posible<br />

aceptar la suposición de que estuviera urdiendo meros <strong>por</strong>menores imaginativos. La nov<strong>el</strong>a,<br />

que es de un realismo candoroso y tiene todos los estigmas de las confidencias<br />

autobiográficas, pasa en una casa de campo, cuyo plano podría levantar metódicamente un<br />

investigador minucioso siguiendo los datos esparcidos en aqu<strong>el</strong>las páginas. Estudió <strong>Isaacs</strong><br />

en Bogotá durante cinco años. En <strong>sus</strong> versos señala más de una vez y con palabra precisa la<br />

duración de este período que tuvo sobre <strong>el</strong> curso de su vida manifiesta influencia.<br />

D<strong>el</strong> Funza en la ribera<br />

Moré cinco años,<br />

Dice, figuradamente, 2 en las seguidillas de tristeza apacible en que refiere la pasión y<br />

muerte de un turpial enjaulado, compañero de su niñez y confidente armonioso de <strong>sus</strong><br />

primeras experiencias sentimentales,<br />

Tras un lustro de ausencia<br />

volví: ya viejo<br />

y perezoso estaba<br />

<strong>el</strong> pobre perro.<br />

son palabras de las que dedica a otro confidente de <strong>sus</strong> penas y alegrías, que, con <strong>el</strong> nombre<br />

de Mayo, aparece en <strong>sus</strong> versos y llena un honroso pap<strong>el</strong> de personaje secundario en <strong>el</strong><br />

idilio desgarrador de la María.<br />

En la nov<strong>el</strong>a, sin embargo, es menos preciso: en <strong>el</strong>la parece que su primera estada en<br />

Bogotá hubiera sido de seis años, al cabo de los cuales volvió a la casa de campo con la<br />

determinación de ayudar a su padre en los trabajos de la hacienda.<br />

La fecha de su viaje a la capital dividió para él la vida en dos épocas históricas: <strong>el</strong> fin de la<br />

niñez apacible y <strong>el</strong> principio de una adolescencia triste, llena de vagas aspiraciones y de un<br />

sentimentalismo caudaloso y mórbido, de que hay testimonio candoroso en la “Visión d<strong>el</strong><br />

2El Funza pasa a respetable distancia de Bogotá. El camino más corto, mide 12 kilómetros.

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