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LIC. ZOBEIDA VÁSQUEZ DE CUETO SANTO DOMINGO, RD

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Escuchar La Palabra de Dios debe ser una prioridad en nuestras vidas, escuchar la voz de Dios a<br />

través de la Biblia va fortaleciendo nuestro hombre interior y cuando sacamos tiempo para<br />

escuchar a Dios le estamos diciendo “Señor tú eres importante para mí” y le estamos mostrando<br />

que le amamos.<br />

Pronto para oír, tardo para hablar. El Señor en su Palabra nos dice que “en las muchas palabras<br />

no falta pecado, mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).<br />

El que mucho habla mucho yerra. Ser tardos para hablar es pensar antes de hablar, no decir todo<br />

lo que nos venga al pensamiento, sino medir nuestras palabras antes de pronunciarlas para no<br />

ofender o decir algo fuera de lugar o aún pecar contra Dios.<br />

“El que ahorra sus palabras tiene sabiduría” (Proverbios 17:27). Hay momentos de hablar y<br />

momentos de callar. En muchas ocasiones mejor es callar y no siempre responder cuando nos<br />

hablan sino saber escuchar y pensar para responder con las palabras precisas y concisas para<br />

edificar a los oyentes.<br />

“Aún el necio, cuando calla, es contado por sabio. El que cierra sus labios es entendido”<br />

(Proverbios 17:28). Hasta un necio pasa por sabio cuando guarda silencio, se le considera<br />

prudente cuando cierra la boca.<br />

Santiago enfatiza en su libro que seamos prontos para oír, tardos para hablar y nosotros lo<br />

entendemos al revés: prontos para hablar y tardos para oír. Y hablamos mucho y sin pensar y no<br />

queremos escuchar. Pero Santiago no nos está diciendo que seamos mudos y que nunca<br />

hablemos sino que al hablar lo hagamos con sabiduría.<br />

Tardo para airarse. Cuando nos acusan o nos calumnian o nos reclaman queremos defendernos o<br />

si nos ofenden queremos responder, y ahí es que Santiago nos dice tardo para hablar y tardo para<br />

airarse. Control y dominio propio para actuar con sabiduría y refrenar nuestros labios. Cuando<br />

los fariseos acusaban a Jesús y lo calumniaban él respondía con sabiduría pero no dejaba lugar a<br />

la ira y al enojo explosivo en su vida.<br />

La ira del hombre no obra la justicia de Dios. No debemos permitir que la ira invada nuestro ser.<br />

Cuando planeemos decir o hacer algo estar seguro que está de acuerdo a lo que Dios pide en su<br />

Palabra y contribuye a la paz de los demás. Cuando dejamos que la ira nos guíe ya no somos<br />

guiados por Dios.<br />

Por lo cual desechando toda inmundicia y abundancia de malicia. Desechar de nuestras vidas<br />

toda maldad, todo lo que no le agrada al Señor, despojarnos de todo peso y del pecado que nos<br />

asedia para poder correr la carrera que tenemos por delante. Abandonar toda actividad que nos<br />

aleje de Jesús, en otras palabras tener nuestra casa que es el templo del Espíritu Santo limpio<br />

para que Dios lo pueda llenar con su Palabra. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos<br />

del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de<br />

vuestra mente (Efesios 4:22-23). “Dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo,<br />

malicia, blasfemias, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros,<br />

habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos” (Colosenses 3:8-9). Tenemos que<br />

despojarnos del viejo hombre con sus hechos para ser vestidos del nuevo.<br />

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