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LIC. ZOBEIDA VÁSQUEZ DE CUETO SANTO DOMINGO, RD

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F- ALABANZA Y MALDICIÓN<br />

“Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a<br />

la semejanza de Dios.<br />

De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.<br />

¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?<br />

Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también<br />

ninguna fuente puede dar agua salada y dulce” (Santiago 3:9-12).<br />

Los cristianos alabamos y adoramos al Señor con nuestros labios, entonamos canciones a nuestro<br />

Dios, pero ¿Somos diferentes de los que no alaban a Dios en nuestras acciones? Creo que no.<br />

No hay diferencia alguna, ya que con estos labios que adoramos a Dios, maldecimos a los<br />

hombres que están hechos a su imagen. Con nuestros labios lo denigramos, echamos por el suelo<br />

su reputación, calumniamos a nuestro prójimo.<br />

Esto no debe ser así, que de una misma boca procedan bendición y maldición.<br />

Una fuente no puede echar por una misma abertura agua dulce y salada. Un manantial de agua<br />

potable no puede echar agua no potable. Una fuente de agua dulce no puede echar agua salada.<br />

Al igual que un árbol de guineos no puede producir arroz, ni un árbol de naranjas puede producir<br />

habichuelas. Si Dios hizo la naturaleza incapaz de ir en contra de sus funciones creadas, la<br />

lengua del hombre debería alabar el nombre de Dios su creador. Por esa abertura de nuestra boca<br />

debía de brotar alabanzas al Señor, acciones de gracias, palabras que edifiquen a los oyentes,<br />

palabras con gracia, sazonadas con sal, trayendo bendición, paz y esperanza a todo aquel que nos<br />

escuche.<br />

Si un corazón está lleno de odio, resentimiento, amargura, no puede producir palabras amorosas.<br />

Dios espera de nosotros que con nuestros labios le alabemos. Cuando Dios nos transformó nos<br />

dio la capacidad de hablar en forma nueva, santa y recta y espera que nuestro hablar sea santo,<br />

puro y recto.<br />

Nuestras palabras se forman en lo profundo de nuestro corazón. Las palabras buenas provienen<br />

del bien que hay dentro de nosotros, y las palabras malas del mal que hemos acumulado dentro<br />

de nosotros. Si queremos controlar nuestra lengua tenemos que controlar nuestra mente.<br />

Jesús dijo: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.<br />

Porque cada árbol se conoce por su fruto.<br />

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo, del mal<br />

tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca”. (Lucas<br />

6:43-45).<br />

Debemos tener cuidado con lo que guardamos en nuestros corazones, ya que de esto mismo<br />

hablará nuestra boca. Debemos llenar nuestra mente con la Palabra de Dios y meditar en ella.<br />

“ Por lo demás, hermanos todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,<br />

todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,<br />

en esto pensad”( Filipenses 4:8).<br />

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