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LIC. ZOBEIDA VÁSQUEZ DE CUETO SANTO DOMINGO, RD

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C- SU PO<strong>DE</strong>R PARA CONTROLAR<br />

“He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos<br />

así todo su cuerpo”.<br />

Un animal tan grande como el caballo es dominado con un pequeño freno en su boca. El freno<br />

se pone en la parte superior de la lengua del caballo y cuando se une a las riendas es posible<br />

hacer que el caballo obedezca y así dirigirlo hacia donde se quiere llevar.<br />

Lo mismo pasa con nosotros. Para ser útiles a Dios debemos controlar nuestra lengua.<br />

La lengua es un miembro pequeño pero puede hacer grandes cosas positivas o negativas. Si<br />

nosotros los seres humanos sabemos poner freno en la boca de los caballos y ponerlo<br />

precisamente encima de la lengua para poder dominarlos, ¿Cómo no podremos nosotros saber<br />

cómo controlar nuestra lengua?<br />

Si sabemos los pasos que tenemos que dar para colocar ese freno en la boca de los caballos con<br />

el fin y único propósito de dominar sus cuerpos y así se dejen llevar por nosotros, ¿Cuáles pasos<br />

necesitamos dar para controlar nuestra lengua? Si logramos aprender a dar esos pasos para<br />

dominar ese miembro del cuerpo tan pequeño, tendremos la seguridad que también el resto de<br />

nuestro cuerpo la controlaremos.<br />

“Mirad también las naves, aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son<br />

gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere”.<br />

Otra comparación que hace Santiago para ilustrarnos mejor lo de controlar la lengua, es la de las<br />

naves grandes, embarcaciones enormes que son dirigidas por un timón pequeño, casi<br />

insignificante, comparado con el tamaño del barco, y ese timón diminuto puede controlar esa<br />

enorme nave. Y no sólo controlar la nave cuando el mar está en reposo, sino cuando hay<br />

impetuosos vientos.<br />

¡Que enseñanza tan linda! Ver estas enormes naves en medio de una tormenta siendo<br />

controladas por ese insignificante timón. Así nuestro cuerpo tan grande en comparación con la<br />

lengua, es dominado por ella. Debemos dejar al Espíritu Santo que nos guíe y nos lleve a un<br />

nivel de madurez donde nuestras palabras edifiquen siempre, traigan bendición, paz y amor. En<br />

medio de problemas, amenazas, traiciones, acusaciones, calumnias, en otras palabras darle<br />

rienda suelta a nuestra boca, sino que podamos controlar la lengua y no maldecir, herir, dañar, ni<br />

destruir a ninguna persona. Que Dios nos ayude a tener ese control en cada circunstancia que<br />

enfrentemos y podamos salir glorificando a Dios.<br />

“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán<br />

grande bosque enciende un pequeño fuego!”<br />

La tendencia natural del hombre es a jactarse, a tener una mayor imagen de sí mismo que la que<br />

debe tener. Cada momento que una persona con sus palabras se está jactando, alardeando, trae<br />

destrucción. Las palabras destruyen iglesias, hogares, matrimonios, familias, relaciones<br />

personales. Una pequeña chispa basta para incendiar un inmenso bosque.<br />

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