ab simpson - Renovacion Para Las Naciones
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ha bebido una vez dirá como el maestresala de fiesta:<br />
«Has guardado el buen vino hasta ahora.»!<br />
V_ El Incienso. Este era el símbolo de la aceptación. Era<br />
quemado en el altar mientras el sacerdote particip<strong>ab</strong>a del pan y<br />
esparcía su dulce<br />
perfume por todo el Lugar Santo.<br />
La primera verdad que esto sugería era la dulce<br />
aceptación por parte de Dios de la obra de Cristo. No<br />
sólo es ofrecida, sino también acep tada.<br />
La segunda verdad era la aceptación de la comida<br />
sagrada de los sacerdotes como un acto de culto. Dios<br />
los acept<strong>ab</strong>a al comerla. No hay servicio más acept<strong>ab</strong>le<br />
que podamos rendir a Dios que el alimentarnos en Cristo<br />
y el regocijarnos en El. Marta llenó su mesa de comida<br />
para su Dios, pero María le agradó más al sentarse a sus<br />
pies y escuchar sus pal<strong>ab</strong>ras que aliment<strong>ab</strong>an su vida y<br />
su amor, y al adorarle, recibiendo lo que El le d<strong>ab</strong>a.<br />
V I . L a M e s a . S u p r o p ó s i t o e r a e x h i b i r e l<br />
pan. Esto es lo que la Iglesia y el ministro debe hacer<br />
Esto es lo que estamos intentando hacer hoy. ¡Qué<br />
lecciones podemos aprender de esta mesa!<br />
Era sencilla. Sólo tenía una utilidad, no mos trarse a sí<br />
misma, sino el pan. Así, el ministro está desplazado<br />
cuando con su brillantez oscurece al Salvador. Cuando<br />
un gran pintor italiano hubo terminado su cuadro de la<br />
Ultima Cena, lo mostró a un amigo: «¡Qué hermosas<br />
copas!», exclamó éste. El pintor embadurnó las copas<br />
con pintura, con dolor en su semblante. H<strong>ab</strong>ía fracasado.<br />
H<strong>ab</strong>ía pintado copas, pero no al Salvador. Muchos<br />
sermones no son más que una exhibición de h<strong>ab</strong>ilidad<br />
pictórica y presentan copas, mientras que el Salvador<br />
queda en el trasfondo. ¡Que Dios<br />
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Dios nos haga como esta mesa, que present<strong>ab</strong>a el pan!<br />
Servía para sostener el pan como una ofrenda a Dios,<br />
así como para el uso del sacerdote, de modo que el<br />
principal objetivo de nuestro ministerio debería ser<br />
presentar a Cristo para la gloria de Dios, así como para el<br />
bien del hombre. Si h<strong>ab</strong>las de Cristo, si vives en Cristo, de<br />
modo que Dios vea a Cristo en ti, es el cielo, aunque los<br />
hombres no se gocen. Si he mantenido en alto a Cristo de<br />
modo que Dios esté satisfecho, aunque<br />
tú no hayas comido el pan, mi ministerio no se ha perdido.<br />
Nuestro mayor objetivo debería ser para Dios. Pero la<br />
mesa era también para sostener el pan del que h<strong>ab</strong>ían de<br />
participar los sacerdotes. Y también nosotros hemos de<br />
ofrecer a Cristo al mundo. Pero aprendamos la lección de<br />
los panes y el incienso. Panes, no trigo, pasta, o lo que<br />
sea —pan, preparado para las necesidades presentes<br />
del alma, compacto, caliente, sencillo y en pequeñas cantidades.<br />
Y el incienso, oloroso, dulce, atractivo, de<br />
modo que coman y vivan. Con el pan debe ir el incienso.<br />
En resumen: ¿qué significa todo esto para ti? ¿Estás<br />
viviendo del pan de Dios o estás muriéndote de hambre,<br />
cuando en la casa del Padre hay <strong>ab</strong>undancia de pan? La<br />
desgracia de la Iglesia de hoy es el esfuerzo espiritual y el<br />
morirse de hambre. Los hombres, por todas partes se van<br />
«alimentando» de racionalismo alemán, socialismo<br />
francés, sensacionalismo norteamericano, protoplasmas<br />
sin vida, acciones y billetes de banco y placeres nocivos.<br />
«¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro<br />
jornal en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed lo<br />
bueno y<br />
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