infraestructuras y políticas del agua y su relación con el territorio del ...

INFRAESTRUCTURAS Y POLÍTICAS DEL AGUA Y SU RELACIÓN CON EL TERRITORIO DEL GUADALQUIVIR
5.1. Joaquín Costa y el movimiento regeneracionista
A principios del siglo XX la Idea de Progreso era incuestionable en el mapa político
nacional, y estaba apoyada por los avances tecnológicos de la revolución industrial. La España
hundida por la pérdida reciente de las últimas colonias, una España con el secular 'atraso'
científico e industrial necesitaba regenerarse. Joaquín Costa, a la cabeza del movimiento del
Regeneracionismo, se encargaría de ello (Germinal, 2003), fundamentalmente a través de su
manifiesto sobre “Política Hidráulica. Misión social de los riegos de España”.
Los documentos legales anteriormente citados fueron conformando una concepción
estatal de la política hidráulica que se prolongó hasta el primer decenio del siglo XX y que se
caracterizaba esencialmente por su consideración de que el Estado debía limitarse a fomentar
y facilitar las iniciativas privadas de intervención espacial – estrictamente empresariales o de
las comunidades o sindicatos de regantes –, sin que se manifestase todavía la posibilidad o la
conveniencia de que el propio Estado llevase a cabo una actuación espacial directa en el
campo de la política hidráulica (Ortega Cantero, 1979).
La política hidráulica con el regeneracionismo de finales del siglo XIX llega a constituirse
como un sustitutivo simbólico de la propia Revolución Burguesa, pretendidamente frustrada
en España, como una nueva base para su modernización o “europeización”, o aún más: como
la base mínima necesaria para la existencia de España como nación moderna (Osés y Ortí,
1984).
Esta política hidráulica es más bien un proyecto inspirado en un relativo optimismo
geográfico reformista que intenta compensar, de forma utópica, el pesimismo social y político
a que da lugar la pérdida de las últimas colonias españolas.
Este ambicioso regeneracionismo hidráulico entraña, señala Alfonso Ortí (Osés y Ortí,
1984), a veces, cuando se absolutiza, una mixtificación ideológica: el mito o la utopía hidráulica
de que con el aprovechamiento integral de las aguas peninsulares (con el agua abundante para
todos) se restablecería no sólo la armonía ecológica, sino también la amenazada armonía
social en el campo español a fines del siglo XIX.
El fomento de la política hidráulica que aspira, en su más profunda raíz ideológica (en los
planteamientos de Joaquín Costa) a prevenir la guerra civil, se muestra incapaz socialmente de
imponerse en la España de la Restauración siquiera como un programa reformista mínimo.
Escribiría Joaquín Costa: “La condición fundamental del progreso agrícola y social en España,
en su estado presente, estriba en los alumbramientos y depósitos de aguas corrientes y
fluviales. Esos alumbramientos deben ser obra de la nación (…)” (Osés y Ortí, 1984).
La opción agraria de Costa para la fase de desarrollo económico español en su época
histórica entraña, no obstante, una cierta adecuación a los condicionamientos y prioridades de
una formación socioeconómica subdesarrollada (desde el punto de vista de una primera y
básica fase de la industrialización), cuyo despegue pasa por una elevación de la productividad
CONVENIO CHG‐LABORATORIO DE URBANISMO Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO U. DE GRANADA
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