249 - Equipos de Nuestra Señora
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CUARTA REUNIÓN: “LUCHAR”<br />
con el suyo? Son hombres agrupados para salvaguardar su<br />
vida religiosa <strong>de</strong> toda contaminación pagana, perseverantes<br />
en la meditación y en la práctica <strong>de</strong> la ley. Muchos, según<br />
parece, son muy rigurosos en el cumplimiento <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres<br />
religiosos y en las minuciosas prácticas que su propia<br />
regla les impone. Entonces, me preguntaréis, ¿por qué merecen<br />
la indignación <strong>de</strong> Cristo? Ellos esperan su salvación <strong>de</strong><br />
la Ley, <strong>de</strong> la práctica <strong>de</strong> la Ley, y por tanto, <strong>de</strong> ellos mismos.<br />
Según ellos, es santo quien practica a la perfección la LEY.<br />
De tal manera que cuando un salvador se presenta, no sienten<br />
la necesidad <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>rle la mano. Ése es su pecado imperdonable:<br />
se consi<strong>de</strong>ran justos porque practican la ley, no<br />
tienen necesidad <strong>de</strong> ser salvados, lo que equivale a pensar<br />
que la vida y la muerte <strong>de</strong> Cristo son inútiles. Al menos la<br />
prostituta no se consi<strong>de</strong>ra justa, tiene una gran necesidad<br />
<strong>de</strong> ser salvada.<br />
He aquí el peligro: consi<strong>de</strong>rarse justo por el simple<br />
hecho <strong>de</strong> practicar la ley. Pues bien, no, ¡mil veces no! Incluso<br />
aquél que da todos sus bienes a los pobres, pue<strong>de</strong> ser<br />
un tambor vacío y ruidoso, nos dice San Pablo. Para ser<br />
justo a los ojos <strong>de</strong> Dios, no basta someterse a unos mandamientos;<br />
tiene que poseer el Espíritu Santo y la caridad que<br />
Él infun<strong>de</strong> en nuestros corazones. Desdichado el hombre virtuoso,<br />
diligente, austero, esforzado, si está contento consigo<br />
mismo, satisfecho, si no se reconoce pecador, si no espera y<br />
no llama al Salvador. Astuto <strong>de</strong>monio: a los que no pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>scarriar haciéndolos caer —lo conseguirá si no se ponen<br />
en guardia— inequívocamente los alentará aún más a salvarse<br />
a sí mismos por sus propias fuerzas: lo importante es<br />
que ellos consi<strong>de</strong>ren que no tienen necesidad <strong>de</strong> ser salvados<br />
por otro, por Dios, y no recurran a Él.<br />
«Oh Dios, te doy gracias, por no ser como el resto <strong>de</strong><br />
los hombres que son ladrones, adúlteros…», así rezaba el fariseo<br />
<strong>de</strong> la parábola. Cristo no nos dice que él mintiera. Ni<br />
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