17.05.2013 Views

Altibajos, nº 1 - Gobierno de Canarias

Altibajos, nº 1 - Gobierno de Canarias

Altibajos, nº 1 - Gobierno de Canarias

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

(Viene <strong>de</strong> la página 13) va a acabar conmigo, aunque ya esté<br />

muerto.<br />

y la fi<strong>de</strong>lidad que has <strong>de</strong>mostrado<br />

guardar a tu marido, nosotros los<br />

dioses, permitiremos que vuelva junto<br />

a ti durante tres días y tres<br />

noches. Pero, <strong>de</strong>spués tendrá que<br />

regresar al lugar que le correspon<strong>de</strong>,<br />

al reino <strong>de</strong> mi hermano Ha<strong>de</strong>s.<br />

La mujer aceptó encantada<br />

y se mostró agra<strong>de</strong>cida, aún sabiendo<br />

que nuevamente el hombre al<br />

que había encomendado su vida marcharía;<br />

pre<strong>de</strong>cía que aunque insuficientes<br />

serían aquellos momentos,<br />

juntos los vivirían sumergidos en la<br />

pasión y ahogados en la maravilla <strong>de</strong><br />

convivir y compartir. Y así fue. El<br />

matrimonio, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un caluroso<br />

encuentro, pasó dos días tan especiales<br />

y repletos <strong>de</strong> cariño, que<br />

hasta su cruel porvenir, que cada<br />

vez estaba más cerca, se les había<br />

olvidado. Era tal el amor que Laodamía<br />

sentía por su marido, amor que<br />

se multiplicaba cuanto más tiempo<br />

estaban juntos, que por la noche,<br />

soñando con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r continuar<br />

viviendo con su amado, pensó<br />

que su <strong>de</strong>seo podría hacerse realidad<br />

e i<strong>de</strong>o un plan. Intuyendo que<br />

su marido no estaría <strong>de</strong> acuerdo<br />

con sus intenciones, no le contó nada<br />

acerca <strong>de</strong> sus propósitos.<br />

- Creo que estar sin ti,<br />

amada mía, en aquel oscuro lugar,<br />

Página 14<br />

TÚ ESCRIBES<br />

Cerbero. William Blake, 1757-1827<br />

- No digas eso, Protesilao.<br />

Cuéntame, ¿cómo es el reino <strong>de</strong> los<br />

muertos?<br />

- No quisiera <strong>de</strong>scribírtelo,<br />

no quiero que te mortifiques pensándolo.<br />

- No, quiero saber cómo es.<br />

¡También yo iré algún día!<br />

- De acuerdo, te contaré.<br />

Todo pasó así: <strong>de</strong> repente abrí los<br />

ojos y estaba frente a un inmenso<br />

río, <strong>de</strong>l cual no pu<strong>de</strong> <strong>de</strong>limitar los<br />

confines, pues todo estaba cubierto<br />

<strong>de</strong> una <strong>de</strong>nsa niebla; era el lago<br />

Aqueronte. Mis sentidos estaban como<br />

bloqueados, no entendía qué pasaba.<br />

Pero, en ese momento apareció<br />

ante mí un barquero <strong>de</strong> rostro cubierto<br />

y me tendió una <strong>de</strong> sus tenebrosas<br />

manos. Entonces sentí que<br />

tenía algo en la boca y comprobé<br />

que era una moneda; casi por instinto<br />

me subí en aquella barca, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haber pagado al siniestro<br />

ser. Mientras viajaba allí, me percaté<br />

<strong>de</strong> que lo que me ocurría, es<br />

que estaba muerto e iba al Ha<strong>de</strong>s.<br />

Por momentos el pánico me dominó,<br />

pero todo fue tan rápido que no<br />

tuve tiempo <strong>de</strong> volver atrás. Cuando<br />

hube cruzado el río, que era negro<br />

y <strong>de</strong> una profundidad incalculable,<br />

encontré frente a mí una <strong>de</strong>scomunal<br />

puerta <strong>de</strong> acero y frente a ella<br />

a Éaco, sobrino <strong>de</strong> Ha<strong>de</strong>s, y a un<br />

perro <strong>de</strong> tres cabezas que no <strong>de</strong>mostraba<br />

ferocidad alguna a pesar<br />

<strong>de</strong> su horripilante aspecto; era Cerbero.<br />

Luego <strong>de</strong>scubrí a más gente,<br />

aunque no mucha, en un gran prado<br />

cubierto <strong>de</strong> gamones y en el que<br />

existía una fuente cuya agua borraba<br />

cualquier recuerdo <strong>de</strong>l que la<br />

tomara. No bebí yo <strong>de</strong> ella ni comí<br />

fruto alguno <strong>de</strong> los que allí abundaban.<br />

Pu<strong>de</strong> observar que, cada cierto<br />

tiempo, los jueces y gobernadores<br />

<strong>de</strong>l lugar, que ayudaban en el regimiento<br />

a Ha<strong>de</strong>s y a su esposa Perséfone,<br />

las Erinias, las Penas, los<br />

Horrores y Hermes, hacían un balance<br />

<strong>de</strong> los pecados <strong>de</strong> cada persona<br />

y los enviaban al grupo que les<br />

correspondía. Se acercaba el momento<br />

<strong>de</strong> mi juicio cuando fui llamado<br />

por el mensajero <strong>de</strong> los omnipotentes,<br />

quien me indicó que le siguiera.<br />

El rey <strong>de</strong>l mundo subterráneo, me<br />

comunicó la <strong>de</strong>cisión tomada acerca<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarme marchar por tres días y<br />

aquí estoy. Es lo único que puedo<br />

<strong>de</strong>cirte, Laodamía, no sé nada más.<br />

Después <strong>de</strong> este relato, la<br />

mujer, que quería que aquellos últimos<br />

momentos rebosasen <strong>de</strong> felicidad,<br />

cambió <strong>de</strong> tema, no sin darse<br />

cuenta su marido. Pretendía que<br />

esos instantes fueran inolvidables<br />

para él.<br />

Y llegó la hora en que Protesilao<br />

tuvo que partir hacia el Inframundo,<br />

para continuar el proceso<br />

<strong>de</strong> separación al que había sido sometido<br />

y permanecer el resto <strong>de</strong> la<br />

eternidad allí don<strong>de</strong> le estuviera <strong>de</strong>terminado:<br />

en los Campos Elíseos,<br />

con<strong>de</strong>nado a vagar sin rumbo o a<br />

caer en manos <strong>de</strong> las Erinias para<br />

ser castigado.<br />

Laodamía, sola en su casa y<br />

<strong>de</strong>cidida ya a acompañar a su esposo<br />

Protesilao en aquellos duros momentos,<br />

acabó con su propia vida.<br />

Ya sabiendo el recorrido que había<br />

<strong>de</strong> seguir para alcanzar el prado,<br />

apresuró su ida y pudo llegar junto<br />

a su esposo, enormemente sorprendido,<br />

al que le dijo:<br />

mos.<br />

...........<br />

- Nunca más nos separare-<br />

.........................................................<br />

(Continúa en la página 15)<br />

I.E.S. Antonio González González (Tejina) <strong>Altibajos</strong> <strong>nº</strong>1<br />

(Viene <strong>de</strong> la página 14) tonía <strong>de</strong> mi vida, hice mis maletas y<br />

marché a Argentina, sin guardar pu-<br />

Mi inspiración ha venido dor alguno por mi gente. Allí tuve<br />

acompañada <strong>de</strong> mi propia crítica; varios hijos y mi vida transcurrió<br />

tampoco me ha saciado esta histo- serena hasta que estos fueron muria.chos<br />

y corrí peligro por eso <strong>de</strong> los<br />

La mesa está llena <strong>de</strong> pape-<br />

padres y maridos que querían vengar<br />

les en los que he ido narrando mis<br />

la honorabilidad <strong>de</strong> sus respectivas<br />

i<strong>de</strong>as hasta ahora, todas fallidas.<br />

hijas o esposas. Así que atravesé<br />

Ante mis ojos, coloco una pieza<br />

Paraguay, Bolivia, Brazil y Colombia<br />

nueva, blanca como la sal y el azú-<br />

hasta arribar en Venezuela, don<strong>de</strong><br />

car y me reto a mí misma: esta<br />

hube <strong>de</strong> asentar mi vida por muchos<br />

vez será la <strong>de</strong>finitiva, pues habré<br />

años. Allí, volví a casarme con una<br />

<strong>de</strong> ver esta hoja llena <strong>de</strong> ininteligi-<br />

nativa <strong>de</strong>l lugar, unión <strong>de</strong> la cual<br />

bles letras, tachones y torcidas lí-<br />

nacieron ocho <strong>de</strong>scendientes más, a<br />

neas, pero con un contenido intere-<br />

los que di techo y sustento trabasante<br />

y que dote <strong>de</strong> peculiaridad y<br />

jando las tierras, llegando a conver-<br />

singularidad al escrito y así, finalitirme,<br />

con el paso <strong>de</strong>l tiempo, en<br />

zar mi tarea, la cual me he dis-<br />

uno <strong>de</strong> los hombres más importantes<br />

puesto a realizar por pura voluntad<br />

<strong>de</strong> la región don<strong>de</strong> vivía; era el ex-<br />

mía.<br />

tranjero rico y po<strong>de</strong>roso para el<br />

que todos trabajaban. Por entonces,<br />

Recapacitando, llego a la<br />

conclusión <strong>de</strong> que quizás, <strong>de</strong>bería<br />

volcarme sobre temas más cercanos<br />

a mi vida y, sin darme cuenta, concreto<br />

esta ligera i<strong>de</strong>a, al recibir<br />

una llamada <strong>de</strong> mi abuela; así, <strong>de</strong>cidí<br />

dar cuerpo a algún pasaje interesante<br />

<strong>de</strong> las experiencias que conozco<br />

sobre diversos miembros <strong>de</strong> mi familia.<br />

mi vida alcanzaba su punto álgido<br />

<strong>de</strong> felicidad, ya que <strong>de</strong>safortunados<br />

tiempos vinieron en los que el país<br />

respiraba aires paupérrimos y regresé<br />

junto con mi familia a <strong>Canarias</strong>.<br />

Sabiendo que mi primera mujer<br />

había fallecido y mis hijos resultantes<br />

<strong>de</strong> esa relación pasaban necesida<strong>de</strong>s,<br />

nunca les ofrecí nada; no me<br />

pregunte por qué, ni siquiera me<br />

paré alguna vez a cavilar sobre ello,<br />

Me corría la aventura por<br />

aunque he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que siempre me<br />

la sangre y las venas. No podía per-<br />

respetaron y me quisieron, valores y<br />

manecer ni un segundo más en<br />

sentimientos que aquella madre<br />

aquella casa; mi esposa y mis cuatro<br />

fuerte, luchadora y fatigada hasta<br />

hijos, <strong>de</strong> los cuales el mayor sólo<br />

el fin <strong>de</strong> sus días, les inculcó.<br />

contaba con nueve primaveras, me<br />

Hoy me sobrecogen mis<br />

agobiaban. Soporté algunos años por- propias memorias pero no me arreque<br />

mi esposa, trabajadora mujer, piento, no. Soy conocido en todo mi<br />

me quería y aunque los celos la co- pueblo por mis vivencias y digno <strong>de</strong><br />

mían por <strong>de</strong>ntro, no me echaba <strong>de</strong> comentarios como, “¡Qué hombre<br />

casa cuando me veía con otras mu- aquél, le encantaban las mujeres!”,<br />

jeres; incluso una vez, llevé una a acompañado <strong>de</strong> unas risas pero eso<br />

mi propia casa y me encerré en un sí, envueltas en respeto. Me pregun-<br />

cuarto con ella, estando mi familia to, ¿qué dirían <strong>de</strong> mi primera espo-<br />

allí. Pero aquello no me era suficiente.<br />

Un día, cansado <strong>de</strong> la monosa<br />

si hubiera sido ella la que aban-<br />

TÚ ESCRIBES<br />

Las islas <strong>Canarias</strong>. Imagen <strong>de</strong> satélite<br />

donara a su familia y se marchara a<br />

recorrer mundo?<br />

.........................................................<br />

.. Relatar esto me ha producido<br />

un sentimiento melancólico, aunque<br />

sólo ligeramente, y quizás por<br />

ello, no me acaba <strong>de</strong> convencer esta<br />

historia <strong>de</strong> mis antepasados. Estoy<br />

cansada y flaqueo ante la posibilidad<br />

<strong>de</strong> reanudar mi escritura.<br />

La luna está en cuarto menguante<br />

y su blanquecino color, que<br />

junto al <strong>de</strong> las estrellas aclara la<br />

noche, está como difuminado. Las<br />

constelaciones <strong>de</strong> Orión y Tauro son<br />

perfectamente visibles y es apreciable<br />

como han cambiado <strong>de</strong> posición<br />

con respecto a otras noches. Llevo<br />

contemplando la belleza <strong>de</strong> la bóveda<br />

celeste abrigada con su manto<br />

negro, varios minutos, mientras me<br />

inva<strong>de</strong> la <strong>de</strong>cepción <strong>de</strong> no haber<br />

puesto punto y final a alguna <strong>de</strong><br />

mis pequeñas narraciones. Pero, en<br />

unos instantes y como si junto a<br />

mí, hubiese aparecido la mismísima<br />

Calíope para ofrecerme la elocuencia,<br />

se me ocurre que optaré por<br />

contar todos los relatos hasta ahora<br />

escritos, uniéndolos por medio <strong>de</strong> un<br />

hilo conductor que conozco bien: yo<br />

misma y las circunstancias que me<br />

han ro<strong>de</strong>ado esta tar<strong>de</strong> al redactar<br />

estas tres cortas pero admirables<br />

historias. ¿Usted que opina, señor<br />

lector?<br />

<strong>Altibajos</strong> <strong>nº</strong>1 Página 15

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!