Mujeres de La Biblia 1 Alef Guimel - Escritores Teocráticos.net
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MUJERES DE LA BIBLIA TOMO 1 - MUJERES DE LA BIBLIA<br />
hebreos, y sus muchos dioses salieron perdiendo ante el Dios <strong>de</strong> los<br />
hebreos que es uno solo?<br />
Cada noche, antes <strong>de</strong> acostarnos, yo me cercioraba <strong>de</strong> que cada<br />
uno estuviera en casa, y <strong>de</strong> que el pedazo <strong>de</strong> cuerda roja colgara <strong>de</strong> la<br />
ventana. Tenía presentimiento <strong>de</strong> que el séptimo día iba a ser <strong>de</strong>finitivo.<br />
Por fin llegó, y con las primeras luces <strong>de</strong>l alba, otra vez, aquel sonido <strong>de</strong><br />
marcha, y aquellos toques <strong>de</strong> trompetas. Cuando estaban ro<strong>de</strong>ando la<br />
ciudad por séptima vez, vimos que Josué hacía una señal y al unísono el<br />
pueblo levantó un grito <strong>de</strong> alabanza a Jehová. En ese momento hubo un<br />
gran sacudimiento y los muros <strong>de</strong> la ciudad cayeron con estruendo. Los<br />
hombres <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong> Israel empezaron a trepar sobre los escombros y a<br />
entrar en la ciudad en todas direcciones. Pero… ¿y nosotros? ¿Cómo<br />
podía explicarse que estuviéramos firmes en nuestro lugar? Nos dimos<br />
cuenta que, por milagro <strong>de</strong> Jehová, esa parte <strong>de</strong>l muro no había caído. En<br />
pocos minutos los dos muchachos hebreos que conocíamos subieron a<br />
nuestra casa y nos dijeron:<br />
-Pronto, tienen que venir todos con nosotros. Josué quiere<br />
conocerlos.<br />
Me impresionó mucho su figura erguida, su barba, su cabello gris,<br />
y su sonrisa paternal. Nos dijo que se alegraba <strong>de</strong> que Jehová hubiera<br />
recompensado nuestra fe y el servicio que habíamos prestado a los<br />
espías. Nos aseguró que estábamos libres para permanecer con el pueblo<br />
<strong>de</strong> Israel si así lo <strong>de</strong>seáramos, o marcharnos a vivir en cualquier otro<br />
lugar <strong>de</strong> la tierra.<br />
Mientras tanto, la batalla en Jericó progresaba, y era un<br />
espectáculo tremendo. Se oían llantos <strong>de</strong> niños y <strong>de</strong> mujeres, los quejidos<br />
<strong>de</strong> los que eran traspasados por la espada, los balidos <strong>de</strong>solados <strong>de</strong> las<br />
ovejas, y los relinchos <strong>de</strong> los caballos apresados entre las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
llamas que no podían traspasar. Algunos soldados israelitas volvían <strong>de</strong><br />
a<strong>de</strong>ntro con oro y metales preciosos que <strong>de</strong>positaban en montones. Mi<br />
padre le dijo a Josué que él podía guiarlos a los <strong>de</strong>pósitos <strong>de</strong> alimento<br />
valioso que el pueblo podía usar. Josué le respondió que la ciudad no iba<br />
a ser saqueada, porque Jehová la había pronunciado maldita y les había<br />
or<strong>de</strong>nado no tomar nada excepto metales preciosos. El aire se puso<br />
<strong>de</strong>nso y pesado a medida que el humo <strong>de</strong> los incendios ascendía.<br />
Recuerdo que yo temblaba <strong>de</strong> pie a cabeza. Algunas <strong>de</strong> las<br />
ancianas se acercaron a mi madre y a mí y nos hablaron<br />
comprensivamente: -Uste<strong>de</strong>s han pasado por muchas emociones fuertes<br />
y <strong>de</strong>ben estar agotadas. ¿Por qué no vienen con nosotras al<br />
campamento? Vamos a <strong>de</strong>jar que los hombres terminen su tarea. <strong>La</strong><br />
guerra es para ellos, que tienen el pulso mas firme que nosotras.<br />
<strong>La</strong>s seguimos. Debían ser ya las primeras horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Al cabo<br />
<strong>de</strong> más o menos una hora <strong>de</strong> camino, nos <strong>de</strong>tuvimos a <strong>de</strong>scansar bajo un<br />
grupo <strong>de</strong> palmeras. Entonces aproveché para hacerles a las mujeres <strong>de</strong><br />
Israel una pregunta que hacía muchos días estaba en primer lugar en mi<br />
mente:<br />
-¿Por qué no atacaron el primer día?<br />
Ellas me contestaron que unos días antes, Josué se encontró <strong>de</strong><br />
pronto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> una figura alta. Era un guerrero con su espada<br />
<strong>de</strong>senvainada. Cuando él le preguntó: -¿Eres <strong>de</strong> los nuestros o estás en