El Ministerio de la Bondad (1977) - Ellen G. White Writings
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182 <strong>El</strong> <strong>Ministerio</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>Bondad</strong><br />
Por qué <strong>la</strong> responsabilidad incumbe primariamente a <strong>la</strong><br />
iglesia—Dios ha colocado a los pobres y a los dolientes bajo nuestro<br />
cuidado y ha <strong>de</strong> cuidárselos como Cristo los cuidaba. <strong>El</strong> Señor<br />
quiere que se haga esta obra en <strong>la</strong>s diferentes iglesias, y no que estos<br />
infortunados <strong>de</strong>pendan tanto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s instituciones; pues al hacer esto<br />
se quitaría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s iglesias <strong>la</strong> obra que precisamente<br />
Dios les ha asignado.<br />
Cuando mueren padres y madres que <strong>de</strong>jan hijos <strong>de</strong>svalidos, <strong>la</strong><br />
iglesia <strong>de</strong>biera cuidar <strong>de</strong> los huérfanos. Abrid vuestro corazón, vosotros<br />
los que tenéis el amor <strong>de</strong> Dios, y llevadlos a vuestros hogares.—<br />
Manuscrito 105, 1899.<br />
Orfanatorios—Cuando se haya hecho todo lo posible para aten<strong>de</strong>r<br />
a los huérfanos en nuestros propios hogares, quedarán todavía<br />
muchos menesterosos en el mundo que <strong>de</strong>berán ser atendidos. Pue<strong>de</strong>n<br />
ser andrajosos, toscos y en ningún sentido atrayentes; pero<br />
fueron comprados con precio, y son tan estimables a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong><br />
Dios como nuestros propios pequeñuelos. Son propiedad <strong>de</strong> Dios, y<br />
por ellos son responsables los cristianos. Sus almas—dice Dios—<br />
“<strong>de</strong>mandaré <strong>de</strong> tu mano”.<br />
Cuidar <strong>de</strong> estos menesterosos es buena obra; pero en esta época<br />
<strong>de</strong>l mundo, el Señor no or<strong>de</strong>na a nuestro pueblo que establezca<br />
gran<strong>de</strong>s y costosas instituciones con este fin. Sin embargo, si hay<br />
entre nosotros quienes se sientan l<strong>la</strong>mados por Dios a establecer<br />
instituciones <strong>de</strong>dicadas a cuidar <strong>de</strong> los niños huérfanos, cump<strong>la</strong>n lo<br />
que consi<strong>de</strong>ran su <strong>de</strong>ber. Pero al cuidar <strong>de</strong> los pobres <strong>de</strong>l mundo,<br />
<strong>de</strong>ben solicitar <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong>l mundo. No <strong>de</strong>ben recurrir al pueblo<br />
al cual el Señor confió <strong>la</strong> obra más importante que haya sido dada<br />
a los hombres, que consiste en proc<strong>la</strong>mar el último mensaje <strong>de</strong><br />
misericordia a todas <strong>la</strong>s naciones, tribus, lenguas y pueblos. La<br />
tesorería <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong>be tener un superávit para sostener <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l<br />
Evangelio en “<strong>la</strong>s regiones lejanas”.<br />
Dispongan <strong>de</strong> solicitantes sabios los que sienten <strong>la</strong> preocupación<br />
<strong>de</strong> establecer estas instituciones, para presentar sus necesida<strong>de</strong>s y<br />
recoger fondos. Despierten a <strong>la</strong> gente <strong>de</strong>l mundo, recurran a <strong>la</strong>s iglesias<br />
<strong>de</strong> otras <strong>de</strong>nominaciones los hombres que sienten <strong>la</strong> necesidad<br />
<strong>de</strong> que se haga algo en favor <strong>de</strong> los pobres y huérfanos. En toda<br />
iglesia hay quienes temen a Dios. Diríjanse a ellos, porque Dios les<br />
ha dado esta obra. ...