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Gothic Soul e l retorno de Maya<br />
—¿Estás herido? —preguntó. Quizás Andrei había asumido<br />
que la sangre que me cubría era ajena. O tal vez antes no le había<br />
importado mi bienestar y ahora sí.<br />
—El hombro… una espada —tartamudeé. Había<br />
subestimado el efecto que un vaso de vino podía tener en mi<br />
organismo extenuado y hambriento. Estuve a punto de suplicarle<br />
a Andrei que me permitiera volver a la casa, que me dejara al menos<br />
probar un puñado de lentejas, pero guardé silencio. Creo que comencé<br />
a balancear mi torso suavemente, eso o la construcción completa<br />
oscilaba de un lado a otro. Estaba mareado y adormecido. Mi vaso<br />
vacío fue sustituido por uno lleno y no me di cuenta ni cómo ni<br />
cuándo.<br />
—Tus compañeros te dejaron solo, a merced de los turcos<br />
que podían estar ocultos… Te dejaron solo, herido y sin manera<br />
de volver —dijo Andrei. Pero algo en su tono era extraño. Se<br />
llevó su vaso a los labios y yo lo imité, por inercia. Sorbí un gran<br />
trago e imaginé que el líquido recorría mis venas y limpiaba todo<br />
mi interior. Seguía teniendo sed y terminé con el nuevo vaso en<br />
segundos. Mi dolor se adormeció, mis recuerdos se disolvieron<br />
y solo quedó ese mareo agradable, ese calor que me recordaba<br />
mi hogar y que pronto se mezcló con la imagen de Ileana<br />
destrenzándose el cabello. En ese momento, Ileana estaba en la<br />
tina caliente, acariciando su piel con un paño e impregnándose de<br />
aroma a hierbas frescas.<br />
—No te creo —dijo Andrei—, quiero saber qué pasó en<br />
realidad. Por qué huyes de tu deber de soldado.<br />
Abrí y cerré la boca sin poder articular ni una palabra.<br />
Andrei repitió la pregunta y comencé a hablar desordenadamente.<br />
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