Manfred Kerkhoff - Universidad de Puerto Rico en Humacao

Del Kairós de Kerkhoff
al Manfredo del Kairós
por Rubén Soto Rivera
Hay una isla en el mar -no lejos de las islas afortunadas de Zaratustraen
la cual humea constantemente una montaña de fuego;
de aquella isla dice el pueblo, y especialmente las mujeres viejas del pueblo,
que está colocada como un peñasco delante de la puerta del submundo:
y que a través de la montaña misma de fuego desciende
el estrecho sendero que conduce hasta esa puerta del submundo
(Friedrich Nietzsche: Así hablaba Zarathustra,
“De los grandes acontecimientos”).
Para Damari Vilar de Kerkhoff
El “Kairós” de Manfred Kerkhoff, basado en el despliegue semántico-histórico de
tal antiguo nombre griego, consiste en un proyecto de una comprensión filosófico-
hermenéutica del concepto “kairós”, sus derivados léxicos y hasta sus correlatos
semántico-filosóficos (desde los sinónimos léxicos hasta los conceptuales), concomitante
con su reconceptuación en el plexo de ideas propio de cada uno de los textos sapiensales,
poético-filosóficos, o estrictamente filosóficos, en la Historia de las Ideas de Occidente,
sin soslayar sus antecedentes, o paralelos, en las mitologías, literaturas litúrgicas, épicas,

filosóficas tanto de culturas orientales antiguas cercanas o lejanas 1 , como de culturas
mesoamericanas, especialmente maya y azteca 2 . Se interpreta el concepto kairós en la
individualidad de su reconcepción propia por parte del autor en cuestión en su texto
estudiado. Kerkhoff ha definido la kairología, o, mejor dicho su kairosofía, de este modo:
“… apunta, no solamente a la sensibilidad para el momento justo (de o para algo), sino
precisamente a la ‘sabiduría’ trágica o resignada de lo frágil de todo afán Kairológico;
estar demasiado seguro de este último sería Kairomanía”. 3 Se sirve principalmente de la
filología como disciplina anciliar. Dicho proyecto está bastante avanzado, pero, por la
naturaleza propia nuestra y la naturaleza misma de la materia, o asunto, está además
inconcluso (“Ars, longa; vita, brevis; occasio, praeceps; experimentum, periculosum;
iudicium, difficile” [Aforismos de Hipócrates, 1]). Quien escribe estas líneas ha emitido
este juicio difícil, contando con una lectura parcial de los escritos en español de Kerkhoff,
pero desconoce los inéditos y sus publicaciones en alemán y francés. Hasta cierto punto,
lo difícil de mi juicio definitorio del kairós kerkhoffiano queda subsanado, o apuntalado,
por haber experimentado la docencia del kairólogo alemán como discípulo sobresaliente
suyo, durante años, en clases tanto subgraduadas como graduadas, en el Departamento de
Filosofía de la Universidad de Puerto Rico (Recinto de Río Piedras), como en haber sido,
nosotros dos, amigos y luego colegas profesores, aunque en distintos departamentos y
recintos universitarios. Lo peligroso de esta relación de maestro-discípulo es un correlato
de lo difícil del juicio acerca de que el kairós sea un “precepto” en determinada obra
1 El Prof. Dr. Francisco José Ramos González, alumno e íntimo amigo de Manfred Kerkhoff, se ha
dedicado a investigar el pensamiento acerca de un correlato budista del kairós griego en el pensamiento
filosófico de Eihei Dogen, fundador de la secta Soto Zen en Japón.
2 Esta vena de la investigación kairológica ha interesado especialmente al Prof. Oscar Dávila, alumno de
Kerkhoff y filósofo de la Universidad del Sagrado Corazón (Santurce [Puerto Rico]).
3 Manfred Kerkhoff: Kairós. Exploraciones ocasionales en torno a tiempo y destiempo, San Juan: Editorial
de la Universidad de Puerto Rico, 1977, p. 153, n. 46.

sapiensal-filosófica, o filosófica. 4 La filosofía es un arte liberal, pero la duración de
nuestras vidas naturales no basta para abarcar la longitud diacrónica e intención
sincrónica del concepto kairós en los hilos de la urdimbre del tejido textual del
pensamiento artístico-poético-filosófico. El precepto del kairós en la filosofía como arte
liberal estriba precisamente en el hallazgo de la expresión de la LIBERTAD DEL
PENSAMIENTO en la reconceptuación del KAIRÓS por parte del pensador, o filósofo en
cuestión. La Libertad del Pensamiento en el doble sentido de la Libertad propia del
Pensamiento y el Pensamiento de la Libertad.
Con ocasión de este binomio, repensemos el “Kairós de Kerkhoff” en el sentido
del kairós propio de Kerkhoff, es decir, su original kairología, como el Kerkhoff del
Kairós, Manfred del Kairós, o Manfredo del Kairós. La castellanización de su nombre
propio responde a su amor por la cultura hispanoamericana y puertorriqueña,
concretizado en su amor por su esposa Damari Vilar, catedrática de francés y literatura
comparada, de la Facultad de Humanidades de la misma universidad riopedrense. Él
mismo firmaba a veces su nombre “Manfredo” y, en un artículo vinculado a su primer
amor filosófico, a saber, Friedrich Nietzsche 5 , vincula temáticamente su nombre de pila
4 Mis libros y artículos acerca de Arcesilao de Pitane surgen bajo tal Leitmotiv: Ensayos sobre filosofía
arcesiliana, San Juan (Puerto Rico), 1999; “La akatalepsia de Jeniades, o de la imposibilidad
epistemológica de la fantasía kataléptica como el criterio estoico de la verdad”, La Torre. Revista de la
Universidad de Puerto Rico, año VII, núm. 23, enero-marzo 2002, pp. 111-123; “Epitafio del platónico
Arídices o cómo una copia perfeccionó a su modelo”, Revista Cayey (Universidad de Puerto Rico en
Cayey), # 80, 2003, pp. 13-18. Este artículo fue revisado, ampliado e incorporado a la segunda edición de
Arcesilao, filósofo kairológico (Gurabo [Puerto Rico]: Editorial Sünétheia, 2007); “Arcesilao, ‘El que no
cambió de parecer’”, Revista Cayey, # 85 (abril 2008), pp. 55-62.
5 Según Kerkhoff afirma en su: “Postscritptum 1995. En la búsqueda de un personaje como el posible
‘amigo’ que, según nuestro diritambo, iluminó ka ‘juventud oscura’ de la voz narrativa, se nos ocurrió que
hubiera aquí la posibilidad de una reminiscencia del protagonista del Manfred de Byron. Como saben los
lectores de Nietzsche, esta figura ‘fáustica’ impresionó sobremanera al joven Nietzsche; testimonio de esa
su admiración temprana es un trabajo juvenil que presentó en 1861, a la edad de diecisiete años, al círculo
literario-filosófico de amigos, a sociedad llamada Germania, en el cual caracteriza el drama lírico de Byron
como ‘el monólogo de un moribundo’ que nos ‘estremece por l a terrible sublimidad de este superhombre
que domina sobre los espíritus’. En la vida de Nietzsche, Manfred es, de hecho, el primer caso-modelo de

con el “Manfred” de una obra de teatro de Lord Byron. 6 “Manfred”, o “Manfredo”,
significa literalmente “hombre de paz”. En un email, el Prof. Evanghelos A.
Moutsopoulos 7 , a quien Manfred bautizó el “Néstor de la Kairología”, me escribió para
decirme que él prefería hablar más de lo “káirico” que de lo “kairótico”, porque esto
último le parecía un término compuesto de “kairós” y “erótico”, lo cual me ha
complacido aún más, porque Manfredo habría estado repensando su Kairós desde la
perspectiva del Eros platónico-socrático de Diotima en conjunción con el Amor fati
nietzscheano, siendo este Fatum otro correlato del Eterno Retorno de lo Mismo. 8
una muerte voluntaria ocurrida en la hora fijada y no nos puee sorprender que el creador de Así habló
Zaratustra lo haya recordado cuando jugaba con la idea de una kairotanasia de su Zaratustra. En una
anotación póstuma, anuncia que quiere plasmar ese drama ‘como una especie de Manfred y en forma
totalmente personal’, es decir, sin esperar ‘ni alabanzas, ni compasión, ni ayuda’ de los hombres” {Manfred
Kerkhoff: “¿‘Última voluntad’? Intento de una interpretación inmanente del tercero de los Ditirambos
dionisíacos de Friedrich Nietzsche)” de Filosofía del Desencanto. Nietzsche en Puerto Rico, ed. de M.
Kerkhoff, San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998, pp. 138-139}.
6 Kerkhoff continúa inmediatamente afirmando que: “Es en particular la línea central del ditirambo, esas
duplicación dura de expresión que reza ‘forjando un destino sobre su destino’ la que nos hizo pensar en el
final del Manfred, pues el uso de la inusitada forma transitiva del verbo intransitivo stehen (‘estar parado’)
como si se tratara de una actividad (y que, por eso, requiere, sintácticamente hablando, un complemento
dirrecto) tiene su paralelo en ls palabras que Manfred dirige al líder de los espíritus a quienes, de hecho,
logra hacer desaparecer cuando dice: ‘I stand upon my strength’. Es, entonces, como si se tratara en el
verbo central del ditirambo de una reminiscencia byroniana y como si Nietzsche hubiera formulado en
alemán lo que en inglés sería ‘a destiny standing upon his destiny’, esa autoafirmación ‘prometeica’ y
epimetéica (literalmente: nachdenklich, vordenklich) que hace de una necesidad predeterminada un acto
conscientemente asumido, un amor fati que caracterizaría también una kairotanasia enmarcada dentro del
mito del ‘retorno eterno de lo mismo’: Non alia, sed haec vita aeterna” (Op. cit., p. 139).
7 Carlos Rojas Osorio, amigo de Kerkhoff, ha reseñado los principales libros de Moutsopoulos, en el
volumen de Diálogos (año XLII, núm. 90, junio 2007, “Moutsopoulos: Historia e idea del Kairós”, pp. 361-
367) que hoy presentamos públicamente en homenaje al kairólogo alemán.
8 Kerkhoff, en su “¿Zaratustra ‘tropical’ Una ojeada sobre tres décadas de estudios nietzscheanos en Puerto
Rico”, declara que: “Fue dentro del contexto de este complejo temico que dimos, durante nuestra estadía en
Alemania (1970-1972) con aquella noción que desde entonces en adelante ocuparía toda nuestra atención,
la del ‘momento justo’ o kairos. En las dos primeras conferencias y publicaciones que dedicamos a este
concepto griego, luego actualizado en el siglo XIX, aparece Nietzsche al final como el renovador moderno
de esta idea. Pero no fue sino durante una muy concurrida conferencia pública ofrecida en 1977 cuando
vinculamos directamente la doctrina de Nietzsche-Zaratustra sobre ‘la muerte voluntaria’ con lo que a
partir de entonces llamamos la kairología. En ‘El suicidio estético (kairotanasia) interpretamos este
capítulo de Así habló Zaratustra y otros pasajes pertinentes, para luego discutir los más importantes
argumentos que en la historia de la filosofía se han formulado a favor o en contra del suicidio” (Op. cit., p.
11).

Kerkhoff habría repensado sub specie occasionis lo que él ha redenominado el “Momento
de Elea”. 9 Citemos al maestro en la cuestión:
Con el “Momento de Elea” me refiero, sin embargo, a la sugerencia de H. Fraenkel de que el poema de
Parménides no sea sino la elaboración ontologizante de un instante de visión extática del UNO. Que ese
instante, con la típica repentinidad () de su impacto iluminatorio, haya constituido el punto de
partida para la experiencia de la doble decisión (contra el no-ente, y contra la “mezcla” de los “bicéfalos”) -
siendo esta el momento más fatal de la ontología occidental (según Nietzsche)- es una hipótesis
digna de ulterior elaboración, ya que el aspecto de /discrimen pertenece al ámbito del . 10
El Kairós kerkhoffiano es el concepto que halla correspondencias entre el “Momento de
Elea” y el Eterno Retorno de lo Mismo. A Walter Murray, otro discípulo y amigo de
Kerkhoff, le asistía la razón cuando pensaba algo así. 11 Con el concepto nietzscheano del
Eterno Retorno de lo Mismo, “… todo ese trasfondo de recuperación simbólica del ‘uno’
que”, -palabras de Kerkhoff-, “falsamente sacralizan las kairologías modernas” 12 se
convierte como el otro concepto nietzscheano fundamental, el del Superhombre, en el
sentido de la Tierra, el Pensamiento Marginal. El tercer concepto fundamental de la
9 Para Kerkhoff: “Fue la captación inspirada de este ‘todo junto a la vez’ que constituyó, un milenio antes
de Dionisio, el ‘Momento de Elea’ cuyo trueno creador vibra aún, milenios después, en Cusano” (Kairós, p.
171). En cuanto a mi contribución, dicho “Momento de Elea” está reinterpretado desde la kairomórfosis del
monismo metafísico del padre del neoplatonismo, en mi libro: “Lo Uno kairoteológico en Plotino”,
Nómada, núm. 4, mayo de 1999, pp. 48-50; Lo Uno y la Díada Indefinda en Plotino: el Kairós como el
momentum de la procesión plotiniana, Universidad de Puerto Rico en Humacao: Museo Casa Roig, 2002;
“Tólma-Kairós como el Momentum Noogenesíaco de la Segunda Hipóstasis de Plotino”, Actas del Tercer
Coloquio Internacional Ética y Estética: de Grecia a la Modernidad / edición a cargo de Graciela C.
Zecchin y Juan T. Napoli. – 1° ed. – La Plata : Universidad Nacional de La Plata, 2004; “Tiempo, Extasis
indefinido de la Eternidad: Kairós, Paradigma del Tiempo”, Revista Cayey, (Universidad de Puerto Rico en
Cayey), # 82, 2006, pp. 57-60.
10 Kairós, p. 171, n. 69.
11 En mi ejemplar de Filosofía del Desencanto. Nietszche en Puerto Rico, en el margen superior la página
11, he hallado esta anotación mía que data de 14-10-98: “kairós ≈ eterno retorno de lo mismo (W. Murray
tenía razón)”. Me parece que esta intuición, Murray, me la comunicó en alguna ocasión verbalmente
durante una conversación privada. Murray fue miembro fundador del Círculo Nietzscheano de Cayey que
se reunía sabatinamente en la “Sils María de Puerto Rico”, en el transcurso de cuyas reuniones se dio la
ocasión de la fundación de la Sociedad Puertorriqueña de Filosofía (Op. cit., pp. 13-14). Kerkhoff anota
que Murray “un poco más tarde se unió también” (Op. cit., p. 14), pero, -según el recuerdo de otros
miembros fundadores-, fue al revés.
12 Kairós, p. 155.

hermenéutica nietzscheana, la Voluntad de Poder, está cifrado en el aspecto de
krísis/discrimen perteneciente al ámbito del Kairós. Tampoco debo descartar en esta
reinterpretación kerkhoffiana de la Krísis parmenídea, la influencia del socialismo
cristiano de Paul Tillich, quien reivindicaba el kairós griego en tal dimensión de
resolución humana, correlato de la nietzscheana Voluntad de Poder. 13 La kairología, o
kairosofia, kerkhoffiana, hay que ubicarla en el contexto de la inversión, o
transvaluación, nietzscheana no sólo del parmenidismo eleático, sino también del
platonismo mismo. Y si Alfred North Whitehead tenía razón al sentenciar que toda la
historia de la filosofía occidental son notas al calce del platonismo, entonces la kairología
de Manfredo sería una revisión oportunísima de tal aparato crítico. 14 Mas, por lo mismo,
depende de cierto modo del platonismo que definió la filosofía como una meditatio de
morte, porque, -en palabras de Kerkhoff-, la kairotanasia era una “obsesión” suya. 15
Manfredo como kairólogo, o kairósofo, se nos muestra además como un
kairothanatósofo 16 , mas desde la perspectiva de una gaya scienzia.
13 “He aquí la definición del mismo: ‘El es el tiempo en la medida que en él se cumple lo
absolutamente significativo (en la medida que él es) el destino. Visualizar un tiempo como
significa visualizarlo en el sentido de una decisión inescapable, de una responsabilidad inescapable, (en el
sentido) del espíritu profético” (Op. cit., p. 222).
14 En tal sentido investigativo-hermenéutico, apuntan algunos de mis títulos ya publicados: De Parménides
a Demonacte: Hilos de una urdimbre textual para una nueva historia de la filosofía, San Juan (Puerto
Rico), 1999; Kairo-teo-ontología en algunos pensadores grecorromanos, Gurabo (Puerto Rico): Editorial
Caeros, 2003.
15 Filosofía del Desencanto, p. 15. En otras líneas, Kerkhoff declara que: “Este último –que un
Nietzsche anheló en vano para sí, por más que lo predicara para otros- ese instante-límite en el cual
coinciden acto y suceso constituye una potenciación de la situación-límite que es, para Jaspers, la muerte en
general: si ya ésta figura como posibilidad de la apertura de la profundidad de la existencia -¡cuánto más no
lo será la muerte libre, como consumación de una vida orientada en el , (la kairotanasia)!” (Kairós,
p. 151).
16 He rastreado en la historia de la filosofía grecorromana este concepto en los siguientes artículos: “El
suicidio por inanición entre algunos filósofos griegos: una epojé kairótica”, Estudios de Filosofía,
Universidad de Antioquía, Colombia, 17-18, febrero-agosto de 1998, pp. 169-180; “El suicidio por
inanición entre algunos filósofos griegos”, Milenio. Revista de Artes y Ciencias, Universidad de Puerto
Rico en Bayamón, vol. 4, año 2000, pp. 107-123; “La muerte libre en la época clásica de los griegos”, La
Torre. Revista de la Universidad de Puerto Rico, año V, núm. 18, octubre-diciembre 2000, pp. 671-684.

El Kairós de Kerkhoff [se] radica geopolítica y existencialmente en Puerto Rico,
Llave de las Américas 17 , Tierra(s) de la(s) Oportunidad(es). Nos parece que su elección
por Puerto Rico como su segunda patria está verosímilmente avalada por sus últimos
escritos publicados en un libro editado y compilado por él mismo titulado Filosofía del
Desencanto, parodia del título turístico que se le ha prodigado a Puerto Rico como la
“Isla del Encanto”, está subtítulo Nietzsche en Puerto Rico y, además, siendo el autor
tanto de la “Presentación y dedicatoria”, la “Introducción” titulada “¿Zaratustra
‘tropical’? Una ojeada sobre tres décadas de estudios nietzscheanos en Puerto Rico” [Op.
cit., pp. 1-20], como del último ensayo, intitulado “¿‘Última voluntad’? Intento de una
interpretación inmanente del tercero de los Ditirambos dionisíacos de Friedrich
Nietzsche” [Op. cit., pp. 127-139]). Puerto Rico como la llave de las “ínsulas extrañas”, -
como se refiere San Juan de la Cruz a las Américas-, comparte con el concepto de Kairós
kerkhoffiano la extrañeza de su naturaleza esencialmente mixta, o mestiza. Ya Platón en
su Parménides aduce la extrañeza de la típica repentinidad del instante, diciendo: “¿No
es, pues, algo extraño ese momento en el que se produce el cambio? [...] Este momento
que llamamos el instante es, según parece, esto: el punto en que se pasa de un cambio a
otro [...] Esta naturaleza extraña de lo instantáneo viene a encontarse situada entre el
17 La importancia de su ubicación quedó históricamente resaltada cuando el rey Felipe II, de España,
aseguró de Puerto Rico que: “Esta es la llave y entrada de las indias…” En mis primerísimas publicaciones
hermenéutico-kairológicas, me dediqué con más o menos aciertos a la documentación de tradiciones
kairosóficas en algunos clásicos de la literatura medieval, renacentista y barroca de España; algunos de
dichos escritos continúan inéditos o sin segunda edición, a pesar de estar ya corregidos y ampliados. Por
ejemplo: Consideraciones tempestivas acerca de la Celestina y de la Hora de todos y la Fortuna con seso,
San Juan, 1995; “Con (la) Ocasión de Cervantes”, Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua
Española, 1, San Juan, 1998, pp. 97-127; “La Ocasión en la Hora de todos y la Fortuna con seso, de
Quevedo”, Hispania, 86 (March 2003), pp. 1-7; “Los pétreos biblionautas del Kairós salmantino”, Acceso.
Revista puertorriqueña de Bibliotecología y Documentación, vol. 5 (2003), pp. 33-64; "Universidad de
Salamanca: Palacio del Kairós", Exégesis. Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, año 10,
núm. 47, 2003, pp. 15-28; “El concepto de Ocasión en Baltasar Gracián”, Conceptos: Revista de
Investigación Graciana, núm. 3, 2006, pags. 69-84; “Ocasión y Fortuna”, Iconos (año V, vol., II, núm., 21,
2006-2007), pp. 22-25.

movimiento y lo inmóvil, fuera por completo del tiempo, y es como el punto en el que se
pasa del movimiento a lo inmóvil y de lo inmóvil al movimiento” (Parménides, 156 a-b).
El instante está comprehendido en la noción completa de Kairós, pero no al revés; aquél
es puntual, abstracto, matemático, esencial; éste, intencional, concreto, prudencial,
existencial. Manfredo se hizo de cierto modo puertorriqueño no sólo al elegir enseñar
filosofía en Puerto Rico y desde las antípodas del encanto borincano, acercándose tímida
pero respetuosamente al “lamento borincano”, al contraer nupcias con la profesora
puertorriqueña Damari Vilar, con cuyo nombre Manfredo jugaba para renombrarla la
“Dama de la Risa del Mar”, sino también al pensar y reexpresar lo pensado
kairológicamente en nuestro español y al haber sido miembro fundador de la Sociedad
Puertorriqueña de Filosofía y su presidente en al menos dos ocasiones. 18 Manfredo no
sólo fue un autoexiliado de su amada Alemania post-nazi, derrotada, ocupada, dividida
por los Aliados, quien, -como todos nosotros de un modo u otro-, salió en busca de un
mejor futuro, sino además un disidente y objetor de conciencia del racismo ario
hitleriano 19 , cuya manifestación más evidente de dicha objeción de conciencia, o
18 El domingo pasado hallé ojeando un ejemplar viejo de Diálogos (U.P.R., a 23 de junio de 1964) que
compré a dólar el sábado por la mañana en la Feria Internacional del Libro de Puerto Rico, una “Crónica”
de casi tres páginas (109-111) acerca de la “Sociedad Puertorriqueña de Filosofía”, según la cual: “Hace
años existió una Sociedad de este nombre, pero pronto dejó de existir. Un grupo de personas, vinculadas
todas de algún modo a la filosofía, a su enseñanza o a su estudio, en los variados aspectos de esta
disciplina, ha tomado la iniciativa de volver a fundar una Sociedad como aquella que antes existió” (p.
109). Una línea después hallo consignados que: “Son socios fundadores de la Sociedad Puertorriqueña de
Filosofía los siguientes profesores: George Atiyeh, José Echevarría, Jorge Enjuto, José Emilio González,
José Manuel Lázaro, Ángel Mergal, Monelisa Pérez-Marchand, Tomás Rodríguez Bachiller, Ludwig
Schajowicz, José Soriano (secretario)” {ibid.}. Por tanto, la fundación de la Sociedad Puertorriqueña de
Filosofía referida por Kerkhoff en su Filosofía del desencanto, p. 14 consiste más bien en una refundación
en, quizás, una tercera instancia de dicha entidad, la más reciente hasta ahora y con visos de precisar una
renovación tanto generacional como vocacional.
19 Hallo apoyo para la aseveración consignada con esta nota al calce en el siguiente texto kerkhoffiano: “Y
cuando Nietzsche a su vez constata, en el mismo aforismo que citamos en el epígrafe de esta Introducción,
la existencia de un malentendido particular de la ‘naturaleza’ (humana) por parte de aquellos moralistas que
buscan ‘una “morbosidad” en el fondo de estos monstruos y plantas tropicales, los más sanos de todos’, él
estaba pensando, a partir del mito del ‘buen salvaje’, en ciertos ‘hombres de presa’, (y en el Paraguay,
adonde su hermana quiso llevárselo, los habría quizás encontrado)” {Filosofía del desencanto, p. 20}.

disidencia, estriba en haberse radicado con honduras en Puerto Rico, nuestra patria, tierra
mestiza y, por tanto, de más riquezas, o recursos, intelectuales, y, por ende, de
Oportunidades, en el mejor sentido de la palabra. 20
20 “Lo que separa al oportunista del kairósofo es la falta de seriedad en el caso del primero y la resignación
seria en el caso del último; éste no se obstina en una decisión tomada si reconoce más tarde que ha sido
incompleta o equivocada –en otras palabras: no es un decisionista que, cueste lo que cueste, ciegamente
permanece ‘fiel’ aún a sus errores o imperfecciones” (Kairós, p. 153). Agrego también del maestro esta
cura en salud: “En este sentido, -y siempre recordando que, según el gran para-hermeneuta, ninguna
interpretación llega jamás a un texto original sino sólo a más interpretaciones que remiten, a su vez, a otras
interpretaciones- creemos que las ‘interpretaciones’ aquí publicadas constituyen una serie de ejemplos
saludables, ‘tropicales’ entonces, de una aplicación hermenéutica bien lograda de dicha consigna
nietzscheana. Por lo demás, Errare humanum est” (Filosofía del desencanto, p. 20).