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Biblioteca “Eliahu Toker” Volumen IV

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libertad de espíritu, agitar las subyacentes energías potenciales del<br />

hombre que tienden a elevarlo por encima de su condición animal;<br />

cosa que no se alcanza por el dominio técnico sobre la naturaleza,<br />

sino por el dominio moral sobre la sociedad humana. El profeta Mijá<br />

lo expresa en palabras contundentes: "Ya se te ha dicho, oh hombre,<br />

qué es lo que redunda en tu beneficio y qué pretende Dios de ti. No<br />

es otra cosa sino hacer justicia, amar la equidad y comportarte<br />

humildemente con tu Dios" (vi-8). Justicia, equidad, discreción, son<br />

los sillares de la norma moral, el estrato más noble de la cultura<br />

humana.<br />

La finalidad de la historia se sustancia, pues, para el judío, en<br />

una ascensión permanente a las más altas gradas de la<br />

espiritualidad, alejándose, de esta manera, cada vez más, de la<br />

barbarie. Es lo que nos dicta la Tora, a la que los judíos gustan<br />

llamar "Árbol de la vida". Y en efecto, la Torá (denominación<br />

genérica de todo el texto bíblico y aun de todo libro de cultura) es el<br />

árbol vivo y documental del pasado judío que reverdece con el<br />

recuerdo; recuerdo del camino recorrido a través de las edades,<br />

arrojando a la vera la simiente generosa de sus ideas, sus ensueños y<br />

aspiraciones. De las ramas de este árbol están suspendidos, en el<br />

presente, los frutos de aquellas ideas, en cuyo interior se anida la<br />

esperanza con voces de promesa.<br />

El recuerdo es, de consiguiente, la sombra del pasado a cuyo<br />

amparo se fecunda la promesa del mañana. Sin la esperanza con su<br />

promesa implícita, el hombre, al igual que el árbol sin fruto y sin<br />

semilla, se esteriliza, se petrifica y perece. El judaísmo no se<br />

esteriliza ni perece porque lucha sin tregua por la realización de la<br />

esperanzada promesa; esto es, de la justicia, de la fraternidad entre<br />

los hombres y la paz universal, condicionada, bien se entiende, a una<br />

disciplina moral, a una superación humana en esta vida terrenal.<br />

Bien es cierto que la era mesiánica le está prometida al judío,<br />

para "lo postrero de los tiempos"; pero este postrero de los tiempos<br />

no representa el fin del mundo. El fin del mundo o "consumación de<br />

los tiempos" es el "acabose", el oscurecimiento total de la vida; idea<br />

que el judío rechaza sin ambages. La consumación de los tiempos es,<br />

para el judío, el fin de la barbarie; contra ella lucha con todas sus<br />

potencias. Lucha por que acabe y comience un nuevo mundo, el<br />

"Olam Habá", el mundo venidero, avizorado por Isaías en el capítulo

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