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d'Azil, etc.), representativos de diversas
plantas u hojas y espigas sueltas.
¿ Quiere esto decir que reprodujeran
plantas por ellos cultivadas? No. El
hombre cuaternario no fué ni ganadero,
ni menos agricultor. Representan
hierbas de utilidad práctica y a no
dudarlo, la farmacopea en aquellos
tiempos hubo de ser casi exclusivamente
vegetal. Si estos hombres tenían conocimientos
bastantes para manejar la
pintura y los colores y éstos los mezclaron
con grasas animales, pintando
verdaderamente al óleo, ¿qué de particular
tuviera que conociesen substancias
que, en forma de cataplasmas o
unturas, usaran para curarse las lesiones
que por lo menos se producían
al perseguir a los animales?
En el mismo Auriñaciense se encuentran
en la Cueva del Castillo las
célebres siluetas de manos de tan variada
y difícil interpretación. Desde
luego son negativas, esto es, reproducciones
que han sido realizadas aplicando
el modelo su mano en la pared lisa,
bien dibujando los contornos con pintura
negra o roja o, como indica übermaier,
untando previamente la pared
con grasa líquida, aplicando en seguida
la mano y espolvoreando sobre ella
polvo de carbón u ocre, con lo cual,
al retirar la mano, la silueta quedaba
así en negro o en rojo fielmente re-
Sepultu?'It con 7
cráneos, en Nueva
Caledonia
(F. Samsini.
producida. Por ellas podemos apreciar
mutilaciones de algunos dedos (dos
pulgares y un índice), cosa que a mi
juicio no supone una imperfección del
artista, sino una mutilación fortuita
o, tal vez más seguramente, provocada.
Como en otras muchas prácticas, también
en la actualidad encontramos pueblos
que igual proceden en Australia y
aún en América, los cuales se amputan
alguna falange (nunca todo el dedo y
obsérvese que igual es en los de la época
cuaternaria) en señal de luto o sacrificio
por sus difuntos o como promesa
ante sus dioses para interesar la
curación de algún ser querido. Bien
puede admitirse que, como ello en dicha
época indudablementp supusiese
un acto destacado y de especial valor,
no es extraño que ellos mismos o los
hechiceros o magos de la colonia quisieran
así de esta manera perpetuar
lo excepcional del acontecimiento.
Perteneciente al Solutrense fué ha·
lIado en una sepultura un esqueleto
con marcada escoliosis en Laugerie­
Haute (Dordoña). Es muy de hacerse
notar que entre aquellos habitantes no
era objeto de postergación la mujer.
En los enterramientos se han encono
trado esqueletos femeninos en igual.
dad de condiciones que el del varón J
lo mismo o aún más, pudiéramos deciJ
respecto de los niños, lo que pruebE