Sé fuerte, Lucía - Txalaparta.com

prólogo
estamos ante una historia de un doble amor. Por un lado el amor
de Lucía por un hombre, el agraciado Mikel, que la adora; y por
otro el amor al pueblo vasco, al que ambos pertenecen y cuyo sombrío
destino va a marcar la relación de esta pareja con el sello de
la tragedia.
L’Exilée nos reveló el gran y singular talento de Marie José
Basurco. Mientras la novela francesa zozobra en las tibias aguas
del «ombliguismo», ella arroja sus personajes al oleaje oceánico
de la Historia. Sabe entrelazar lo íntimo y lo público, la tenaz búsqueda
de la felicidad y el estruendo del acontecimiento desgarrador.
Al finalizar la guerra de España, Mikel escribe en su diario:
«Lucía se ha construido unas defensas infranqueables, con una
maestría superior a la de un viejo militar experimentado, para protegerse
del infortunio. Poseída por una sed que yo no puedo saciar,
vive buscando únicamente la felicidad del momento». Por desgracia,
la palabra «infranqueable» es demasiado optimista, pues
el infortunio acompaña y enluta la vida de los vascos desde el alzamiento
franquista hasta nuestros días. ¿A todos los vascos? Al
menos a todos aquellos, innumerables, que sintiéndose vascos, pretenden
ser reconocidos como tales, hablar su lengua, hacer perdurar
su ancestral cultura, decidir sobre su presente y su futuro,
disfrutar en definitiva de ese derecho reconocido a todos los pueblos
a decidir por sí mismos. Lo mínimo que se puede decir sobre
los vascos es que su existencia nunca fue un camino de rosas.
¿Estamos ante una novela política? Sin duda. ¿Cómo podría
dejar de serlo si los dos héroes se ven, en la flor de su juventud,
precipitados en un torbellino político que nunca se ha apacigua-
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