You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Me quedé mirando el horizonte, perpleja, y no le pregunté<br />
nada a Mikel cuando me volví a encontrar con él.<br />
—¿Julián ha sido bautizado? –me preguntó un poco más tarde<br />
Anastasio, que no me soltaba, con su mano agarrada a mi codo<br />
<strong>com</strong>o una vieira, para a<strong>com</strong>pañarme de un grupo a otro.<br />
No flaqueé. Un no resuelto salió de mis labios al mismo tiempo<br />
que mi ojo izquierdo emitía una señal de alarma hacia Mikel.<br />
Anastasio se detuvo, llevó una mano a su ceja y se la rascó.<br />
—No les <strong>com</strong>prendo. ¡Qué aberración! ¿Mikel es miembro del<br />
Partido y usted no ha bautizado a Julián? Tengo que hablar con<br />
él de esto.<br />
Pocos minutos más tarde Mikel, contrariado <strong>com</strong>o nunca antes<br />
lo había visto, me dijo:<br />
—Vamos a hacer las maletas, nos vamos.<br />
—¿A pie?<br />
—¿Sabes lo que quiere mi padre?<br />
—Que bauticemos a Julián. ¿Y por qué no? Tu familia tiene<br />
una capilla en su propiedad, allá sobre el promontorio y tienes<br />
dos tíos curas en casa. Si quieres podemos ir a anunciar a tu padre<br />
nuestra conformidad.<br />
—Has cambiado de idea...<br />
—Sí, he cambiado de idea. Estoy cansada, no tengo ganas de<br />
pelear; yo también estoy bautizada y estoy aquí contigo. El agua<br />
del Jordán no me ha vuelto ni idiota ni santurrona.<br />
Mikel levantó los ojos al cielo.<br />
—Bien, escúchame Mikel, Julián tiene hambre, tengo que darle<br />
pecho. ¿Dónde se lo doy? ¿En el pasillo? ¿En la escalinata? ¿En<br />
lo alto de la torre? ¿Dónde?<br />
—Aquí –murmuró Arantxa, que no habíamos visto llegar a<br />
contraluz, abriendo la puerta de un pequeño salón beige con papeles<br />
pintados repletos de peonías. Y tras cerrar la puerta:<br />
—Ceder es capitular. ¿Lo sabes, no?<br />
—¡Por una vez, me río de eso!<br />
Y reí, con la tensión en los senos aliviada por la golosa boquita<br />
de Julián.<br />
—¡Así que vas a ser perjura! –me interrogó Mikel mientras<br />
daba golpecitos en la pequeña espalda de Julián, a la espera de su<br />
primer regüeldo.<br />
63