Textos: Efe Gómez - Universidad Nacional de Colombia

U.N. Sede Medellín / Departamento de Bibliotecas
sicos nuestros como Gregorio Gutiérrez González o a
clásicos de otros países como Dante y Shakespeare.
En la universidad estudió los tratados de Bello y Rufino
José Cuervo, que enseñan mucho sobre métrica. Y era
exigente para este arte: Julio Vives Guerra, en una de
sus crónicas, le describe molesto – hasta anticipando
un “madrazo” – a los que improvisaran versos en una
de las famosas tertulias del café La Bastilla. A su hija
Margarita Gómez Agudelo le aconsejaba que sólo había
diez grandes poemas en el mundo y que si no iba a
escribir el onceavo, que era mejor que no los escribiera.
Él mismo sólo publicó ocho poemas en su vida. Dos de
ellos los incluimos aquí.
En sus creaciones poéticas es de resaltar el uso de
la métrica, la rima y el cuidado con el ritmo que ayuda
a enviar el mensaje, cosas tan descuidadas hoy en día.
En la época en que se formó don Efe se leía mucho
más que en el presente pues los hombres dependían
más de la letra escrita que nosotros que estamos tan
habitados por la imagen y el mensaje breve y rápido. El
ejercicio sobre el tema del portero Gordillo nos muestra
cómo en un curso universitario, desde los primeros
semestres, los alumnos eran formados en la creación
de sonetos. En su caso el alumno sale con uno de sus
apuntes mordaces, jocosos y a la vez penetrantes.
En “Asímptota” (y su versión inicial) el joven poeta
une geometría y poesía en una sola creación. Un estudiante
de ingeniería – como es obvio que lo haga
- usa la ciencia que aprende con fines profesionales
para enunciar los problemas que vive. Es un poema
para ser tenido en cuenta por la unión de esos dos
ámbitos. Y la evolución del poema es interesante: La
primera versión va al grano mientras que, la segunda,
de 1924, nos lleva a ensoñar con el enamorado de su
amor imposible hasta que llega aquel giro final de los
acontecimientos con el que concluye. La segunda versión
es mucho más ágil y madura en sentido literario.
Produce risa e inquietud no sólo a los compañeros que
presencian el “eleve” de Quiko (así le decían cariñosamente
sus condiscípulos) sino al lector.
El poema sobre la guerra y el desamparo que produce
en la familia del combatiente hace pensar en don
Tomás Carrasquilla quien, a un joven reportero que
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