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Textos: Efe Gómez - Universidad Nacional de Colombia

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EFE GÓMEZ


<strong>Textos</strong>: <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />

Prólogo y cronología: Nicolás Naranjo Boza<br />

Ilustraciones: Diego Gallego


Contenido<br />

Prólogo 7<br />

Lo que se publica en este número 7<br />

Algunas ediciones y trabajos para entrar<br />

en contacto con su obra 34<br />

Poesía 37<br />

Poemas <strong>de</strong> “cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” 38<br />

Dos versiones <strong>de</strong> un poema 39<br />

Asímptota 39<br />

Un pro quid pro quo 42<br />

Dos <strong>de</strong> los poemas publicados en su vida 44<br />

De un párrafo <strong>de</strong> Stendhal 45<br />

Leyendo a Dante 46<br />

Prosas escritas durante su epoca <strong>de</strong> estudiante 47<br />

Prosas publicadas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> graduarse 52<br />

Inofensivo 53<br />

Fragmentos I Dúo 57<br />

El diario <strong>de</strong> Pedro (fragmento) 62<br />

De “El diario <strong>de</strong> Pedro” (libro en preparación) 65<br />

De “El diario <strong>de</strong> Pedro” 67<br />

Cepas raciales 70<br />

En las minas 77<br />

Un Zarathustra maicero 94<br />

Croniquilla II: El filósofo 116<br />

Fragmento <strong>de</strong> guión <strong>de</strong> la peícula<br />

“Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong> las guerras<br />

civiles en <strong>Colombia</strong>” 138<br />

18 <strong>de</strong> octubre. La paz reina en <strong>Colombia</strong> 138<br />

Cartas inéditas <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> 149<br />

Cronología biográfica <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> 156


Prólogo<br />

En este número <strong>de</strong> Palaba Viva se ofrece una muestra<br />

<strong>de</strong> la escritura <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> en diversos momentos<br />

<strong>de</strong> su existencia, para acercar a los lectores a aquel<br />

cuyo nombre – con justicia – lleva la Biblioteca Central<br />

<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín.<br />

La selección <strong>de</strong> material efesiano empieza con unas<br />

poesías. Se <strong>de</strong>ja por fuera “La opinión 5,70 <strong>de</strong>l abate<br />

Jerónimo Coignard” adre<strong>de</strong> puesto que ya ha pasado<br />

a formar parte <strong>de</strong> nuestra historia literaria como <strong>de</strong>partamento<br />

y como nación y se busca mostrar el valor<br />

<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Después hay una<br />

sección <strong>de</strong> anotaciones y pensamientos realizados en<br />

su temprana juventud o en su época <strong>de</strong> estudiante en<br />

la Escuela <strong>de</strong> Minas. Luego se ofrecen al lector cuentos<br />

breves. Más a<strong>de</strong>lante se presentan tres <strong>de</strong> sus mejores<br />

creaciones, elaboradas con una madurez artística<br />

evi<strong>de</strong>nte y reconocible. Por último se presentan cartas<br />

y una nota <strong>de</strong>sconocidas. Se han <strong>de</strong>jado por fuera sus<br />

cuentos “Guayabo negro”, “La tragedia <strong>de</strong>l minero” y<br />

“Carne” que ya pertenecen al legado artístico antioqueño<br />

y colombiano porque no se <strong>de</strong>be encasillar a<br />

un gran autor como “autor <strong>de</strong> unas cuantas obras”. Es<br />

preciso anotar que no se incluye todo lo que es <strong>de</strong> valor<br />

dado que una publicación tiene un límite <strong>de</strong> “espacio”.<br />

Sin embargo, lo que se presenta es una muestra <strong>de</strong> la<br />

gran calidad literaria <strong>de</strong> sus textos y <strong>de</strong> la diversidad<br />

<strong>de</strong> temáticas que trató.<br />

Lo que se publica en este número<br />

La Poesía: Des<strong>de</strong> que tenía unos catorce años<br />

hacía buenos versos (consultar el libro “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong><br />

materia prima [1890]” para ver ejemplos elocuentes<br />

<strong>de</strong> ello). Des<strong>de</strong> muy temprano había estudiado a clá-<br />

7


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

sicos nuestros como Gregorio Gutiérrez González o a<br />

clásicos <strong>de</strong> otros países como Dante y Shakespeare.<br />

En la universidad estudió los tratados <strong>de</strong> Bello y Rufino<br />

José Cuervo, que enseñan mucho sobre métrica. Y era<br />

exigente para este arte: Julio Vives Guerra, en una <strong>de</strong><br />

sus crónicas, le <strong>de</strong>scribe molesto – hasta anticipando<br />

un “madrazo” – a los que improvisaran versos en una<br />

<strong>de</strong> las famosas tertulias <strong>de</strong>l café La Bastilla. A su hija<br />

Margarita <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo le aconsejaba que sólo había<br />

diez gran<strong>de</strong>s poemas en el mundo y que si no iba a<br />

escribir el onceavo, que era mejor que no los escribiera.<br />

Él mismo sólo publicó ocho poemas en su vida. Dos <strong>de</strong><br />

ellos los incluimos aquí.<br />

En sus creaciones poéticas es <strong>de</strong> resaltar el uso <strong>de</strong><br />

la métrica, la rima y el cuidado con el ritmo que ayuda<br />

a enviar el mensaje, cosas tan <strong>de</strong>scuidadas hoy en día.<br />

En la época en que se formó don <strong>Efe</strong> se leía mucho<br />

más que en el presente pues los hombres <strong>de</strong>pendían<br />

más <strong>de</strong> la letra escrita que nosotros que estamos tan<br />

habitados por la imagen y el mensaje breve y rápido. El<br />

ejercicio sobre el tema <strong>de</strong>l portero Gordillo nos muestra<br />

cómo en un curso universitario, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los primeros<br />

semestres, los alumnos eran formados en la creación<br />

<strong>de</strong> sonetos. En su caso el alumno sale con uno <strong>de</strong> sus<br />

apuntes mordaces, jocosos y a la vez penetrantes.<br />

En “Asímptota” (y su versión inicial) el joven poeta<br />

une geometría y poesía en una sola creación. Un estudiante<br />

<strong>de</strong> ingeniería – como es obvio que lo haga<br />

- usa la ciencia que apren<strong>de</strong> con fines profesionales<br />

para enunciar los problemas que vive. Es un poema<br />

para ser tenido en cuenta por la unión <strong>de</strong> esos dos<br />

ámbitos. Y la evolución <strong>de</strong>l poema es interesante: La<br />

primera versión va al grano mientras que, la segunda,<br />

<strong>de</strong> 1924, nos lleva a ensoñar con el enamorado <strong>de</strong> su<br />

amor imposible hasta que llega aquel giro final <strong>de</strong> los<br />

acontecimientos con el que concluye. La segunda versión<br />

es mucho más ágil y madura en sentido literario.<br />

Produce risa e inquietud no sólo a los compañeros que<br />

presencian el “eleve” <strong>de</strong> Quiko (así le <strong>de</strong>cían cariñosamente<br />

sus condiscípulos) sino al lector.<br />

El poema sobre la guerra y el <strong>de</strong>samparo que produce<br />

en la familia <strong>de</strong>l combatiente hace pensar en don<br />

Tomás Carrasquilla quien, a un joven reportero que<br />

8


mostraba fervorosos <strong>de</strong>seos por oír sus <strong>de</strong>scripciones<br />

<strong>de</strong> los combates le dijo que los jóvenes no saben los<br />

que es eso: lo peor que hay. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, que conoció<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> pequeño las guerras civiles (se sabe por ejemplo<br />

que vivió <strong>de</strong> cerca la contienda <strong>de</strong> 1885) no alejó tales<br />

temáticas en sus obras. Las llegó a <strong>de</strong>sarrollar artísticamente<br />

como pocos en el cuento “En las minas”, en<br />

“Un padre <strong>de</strong> la patria”, en “Fleis” o en el guión <strong>de</strong> la<br />

película que escribió.<br />

El título <strong>de</strong> otra creación suya es “Un quid pro quo”<br />

y quiere <strong>de</strong>cir “una cosa por otra”. Muestra la capacidad<br />

para recoger en un poema una meditación honda sobre<br />

lo que es la reverencia in<strong>de</strong>bida a los que simplemente<br />

hacen bulla. A cuantos <strong>de</strong> nuestros políticos no les<br />

caería este guante…<br />

En cuanto a los dos poemas publicados en la revista<br />

“El montañés”, es preciso <strong>de</strong>cir que el lexicógrafo e<br />

historiador antioqueño Emilio Robledo habla <strong>de</strong>l canto<br />

a la vida <strong>de</strong> “Párrafo <strong>de</strong> Stendhal”. El párrafo (que en<br />

realidad está en verso) no proviene ni <strong>de</strong> la “Cartuja<br />

<strong>de</strong> Parma” ni <strong>de</strong> “Rojo y negro” en don<strong>de</strong> lo buscamos<br />

con atención. Posiblemente sea <strong>de</strong> la novela “Lucien<br />

Lewen” <strong>de</strong>l novelista francés. En cuanto a Arturo Johnson,<br />

a quien lo <strong>de</strong>dica, pertenece a una familia que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo XIX se estableció en nuestro país para<br />

explotar minas.<br />

El soneto sobre la lectura <strong>de</strong> Dante y lo que ella le<br />

sugiere a ese lector-narrador <strong>de</strong>l poema es muy hermoso.<br />

El alumno que en clase <strong>de</strong> retórica ya mostraba<br />

dotes poéticas, cuando es un profesional, muestra<br />

que ya domina su arte. Está <strong>de</strong>dicado a Gabriel Latorre,<br />

fundador <strong>de</strong> la revista “El montañés”, profesor<br />

<strong>de</strong> literatura española y estética en la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong><br />

Antioquia, secretario <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia, integrante<br />

<strong>de</strong> la Sociedad <strong>de</strong> Mejoras Públicas, autor <strong>de</strong><br />

la novela “Kundry”, <strong>de</strong>l drama “Susana” y <strong>de</strong> poemas<br />

y traducciones <strong>de</strong> diversas lenguas.<br />

Ambos poemas fueron incluidos en el libro “Poemas<br />

<strong>de</strong> Antioquia” prologado por Horacio Franco (Me<strong>de</strong>llín:<br />

Ed. Bedout, 1962).<br />

Escritos <strong>de</strong> juventud: Incluimos meditaciones<br />

personales propias <strong>de</strong> un estudiante que se hace pre-<br />

9


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

guntas existenciales. Hay anotaciones diversas: por<br />

ejemplo que consi<strong>de</strong>ra el estudio como una oración,<br />

su propuesta para vivir bien o cómo previene a una<br />

niña <strong>de</strong> estados <strong>de</strong>l alma difíciles. La <strong>de</strong>terminación<br />

<strong>de</strong> laborar y triunfar en la vida nos lleva a verle como<br />

un batallador a pesar <strong>de</strong> momentos <strong>de</strong> duda. Lo <strong>de</strong><br />

la vida que hace con nosotros lo que se le antoja nos<br />

<strong>de</strong>ja ver a quien compren<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s hondas.<br />

Así como en Asímptota, sus estudios <strong>de</strong> geometría<br />

le son útiles en un fragmento <strong>de</strong> juventud don<strong>de</strong> el<br />

trazado <strong>de</strong> una recta y el estudio <strong>de</strong>l ángulo <strong>de</strong> inclinación<br />

<strong>de</strong> la misma se asocian para sopesar los actos que<br />

se van a realizar. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> ofrece una interpretación<br />

moral bien interesante enunciada en términos matemáticos.<br />

Es el resultado <strong>de</strong> estudiar los actos humanos<br />

y verbalizarlos con la ciencia que aprendía. Establece<br />

una propuesta importante para nuestro medio don<strong>de</strong><br />

se habla <strong>de</strong> la interdisciplinariedad pero don<strong>de</strong> poco se<br />

la aplica. El mismo fragmento aclara lo que representa<br />

la “Asímptota” <strong>de</strong>l poema: el <strong>de</strong>seo insaciable. Con su<br />

método geométrico busca estudiar bien las acciones<br />

que va a realizar ante un Dios implacable para juzgar<br />

lo que realizan los hombres.<br />

El fragmento don<strong>de</strong> hace uso <strong>de</strong> la cámara obscura<br />

para la analogía <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong> hacer la gracia en el<br />

hombre, hace pensar en los estudios <strong>de</strong> Pascal que hizo<br />

el joven <strong>Efe</strong> gracias a su profesor José María Escovar,<br />

quien fue rector <strong>de</strong> la Escuela <strong>de</strong> minas y docente <strong>de</strong><br />

álgebra y religión. Dado que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se educó en<br />

ese centro <strong>de</strong> estudios como ingeniero y aunque leía las<br />

“Cartas provinciales” y los “Pensamientos” <strong>de</strong> Pascal,<br />

no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> lado la ciencia matemática y física <strong>de</strong> Pascal<br />

sin los cuales el legado queda trunco e incompleto.<br />

El fragmento sobre la retórica es una “<strong>de</strong>claración<br />

<strong>de</strong> principios” artísticos y establece una libertad para<br />

crear que el escritor no abandonaría en su vida.<br />

Son textos que pue<strong>de</strong>n cuestionar e inspirar a los<br />

estudiantes actuales <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> dado que,<br />

hace cerca <strong>de</strong> 120 años, un estudiante <strong>de</strong> estas aulas<br />

llegaba lejos con su pensamiento y con su pluma. No<br />

se pue<strong>de</strong> negar, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> leerlo que poseemos una<br />

historia rica a partir <strong>de</strong> la cual crecer o fortalecer lo<br />

que ya hacemos como escritores.<br />

10


Los cuentos breves: “Inofensivo” es <strong>de</strong> interés<br />

para estudiar el problema <strong>de</strong> establecer la época para<br />

casarse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> quien no se casó<br />

cuando era joven. Para leerlo pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> ayuda<br />

saber que el propio <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> contrajo matrimonio<br />

oficial a los cincuenta y cuatro años aunque el cuento<br />

lo dio a conocer décadas antes <strong>de</strong> eso. La creación es<br />

una contribución a nuestra sociología. El narrador <strong>de</strong>l<br />

cuento “Zaratustra maicero” dice a Cár<strong>de</strong>nas que “casados<br />

todos lo hemos sido” porque las uniones libres<br />

se han dado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchas décadas, a pesar <strong>de</strong><br />

lo que oficialmente se nos quiera hacer creer para someternos<br />

a un modo <strong>de</strong> vida específico. “Inofensivo”<br />

es una narración en que el narrador simplemente escucha<br />

cómo el personaje central abre su corazón para<br />

contarle qué pasa abiertamente, y quien narra lo <strong>de</strong>ja<br />

hablar sin tapujos. Las intervenciones <strong>de</strong>l narrador son<br />

mínimas y con unas cuantas frases dichas por él pue<strong>de</strong><br />

mostrarnos, a su vez, otro punto <strong>de</strong> vista. Los cuentos<br />

“Del revés”, “Y le dije” y “¿Sodones?” tienen la misma<br />

técnica narrativa <strong>de</strong> un relator que es un vehículo para<br />

oír a otro aunque una breve intervención suya pueda<br />

cambiarle el rumbo al tema central <strong>de</strong> la obra.<br />

“Fragmento - Dúo” trata algo <strong>de</strong> lo que se exploró<br />

en “Inofensivo”. Hay en este caso un <strong>de</strong>sfase entre<br />

dos amantes: Pedro y Margarita viven un <strong>de</strong>stiempo<br />

amoroso porque están en momentos distintos <strong>de</strong> sus<br />

vidas y las experiencias que han tenido no les permite<br />

encontrarse aunque experimentan aquel sentimiento<br />

augusto que tanto ha dado al mundo.<br />

Se ofrecen tres apartes <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro”<br />

-un libro que el maestro nunca concluyó -. El primero<br />

muestra cómo un gran triunfo, honesto y premeditado,<br />

pero carente <strong>de</strong> nuevas metas produce fastidio. Usa<br />

la misma técnica <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar oír la confi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l otro<br />

que usó en “Inofensivo”. El segundo establece esa<br />

admiración por la España <strong>de</strong> los espadachines que<br />

<strong>de</strong>fendían el honor a toda costa y que sabían <strong>de</strong>l arrojo<br />

en la pelea. Y en este fragmento el escritor habla <strong>de</strong>l<br />

valor y <strong>de</strong>l honor como virtu<strong>de</strong>s que se han perdido<br />

entre los hombres <strong>de</strong>l presente. En el cuento “Rafael”<br />

<strong>Efe</strong> hará un elogio <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que los antioqueños<br />

<strong>de</strong>sciendan <strong>de</strong> conquistadores españoles y habla, en lo<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

que escribió sobre el periodista y escritor Barrera Parra,<br />

<strong>de</strong> la importancia <strong>de</strong> tener hidalguía, <strong>de</strong> ser caballero.<br />

Horacio Longas, quien hizo una talla en ma<strong>de</strong>ra con el<br />

rostro <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, lo retrata con un cuello como el que<br />

se ostenta en los retratos <strong>de</strong> Cervantes - hace parte<br />

<strong>de</strong> la colección <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong> Antioquia – y tal vez no<br />

sólo estaba indicando que era un gran escritor con ello<br />

sino también ese “españolismo” <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong>. El tercero<br />

plasma meditaciones interesantes como el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

ver un monumento al obrero <strong>de</strong>sconocido al que tanto<br />

<strong>de</strong>be el Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia o lo que es permitido a<br />

un poeta. Surgieron en un viaje a Puerto Berrío.<br />

“Cepas raciales” es un relato conmovedor que muestra<br />

que no todo el que llegó a América era honorable y<br />

presenta en forma literaria a un criminal español que<br />

escon<strong>de</strong> la verdad con tal <strong>de</strong> darle una buena vida a<br />

sus hijos y que prefiere la con<strong>de</strong>na eterna a restituir<br />

lo que <strong>de</strong>be –que es un aspecto <strong>de</strong>l pensamiento<br />

español que no se ha tratado aún con la profundidad<br />

que merece. Germán Arciniegas lo publicó en una<br />

revista <strong>de</strong> Bogotá en 1928. El actor español Pedro J.<br />

Vásquez, quien dirigió la película “Rafael Uribe Uribe<br />

o el fin <strong>de</strong> las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” (1928) y<br />

cuyo guión lo escribió <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, mandó una carta<br />

al escritor <strong>de</strong>s<strong>de</strong> México para pedirle una adaptación<br />

<strong>de</strong> los cuentos “Cepas raciales” y “Guayabo negro” en<br />

forma <strong>de</strong> guiones para cine. Lastimosamente llegó al<br />

puerto <strong>de</strong> Buenaventura el 22 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1938…<br />

o sea tres días antes <strong>de</strong> que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> muriera. A<br />

pesar <strong>de</strong> que no se pudo hacer nada, el documento<br />

muestra que Pedro Vásquez sabía <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong>l relato<br />

“Cepas raciales” y que sería conveniente adaptarlo al<br />

cine (“Guayabo negro” ha contado con mejor fortuna<br />

puesto que Oscar Mario Estrada ya hizo una puesta<br />

en escena <strong>de</strong>l mismo en el documental “El ingenio <strong>de</strong><br />

don <strong>Efe</strong>” realizado para TeleAntioquia).<br />

Cuentos extensos: “En las minas” es la primera<br />

obra <strong>de</strong> tema minero que dio a conocer <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. El<br />

narrador principal es D. Lucas (esa “D.” <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse<br />

como “don”). Sólo aparece otro narrador en la<br />

frase inicial <strong>de</strong>l relato. La técnica <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar oír lo que<br />

otro cuenta se vuelve aquí más compleja puesto que<br />

D. Lucas es un gran narrador capaz <strong>de</strong> cobijar en su<br />

12


cuento a varios personajes y sus vivencias. Esta capacidad<br />

<strong>de</strong> contar bien abunda en nuestro pueblo. Lo<br />

que es más escaso es la capacidad <strong>de</strong> transmitir por<br />

escrito esas narraciones, cosa que sí hace don <strong>Efe</strong>. El<br />

relato no parece construido como una invención sino<br />

que es tomado <strong>de</strong>l natural. El habla y la i<strong>de</strong>ología <strong>de</strong><br />

los personajes es la <strong>de</strong> nuestros campesinos y mineros.<br />

Y los abusos a los que está sometido nuestro pueblo<br />

trabajador y humil<strong>de</strong> son muy frecuentes como realidad<br />

social en <strong>Colombia</strong>. Lo que no es tan común es el<br />

<strong>de</strong>senlace <strong>de</strong> esta narración.<br />

El cuento tiene ocho partes que se separan por tres<br />

asteriscos en esta edición: 1) El <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> D. Lucas<br />

que trae a la conciencia <strong>de</strong> la vigilia, como lo hacen<br />

personajes <strong>de</strong> “Un Zarathustra maicero” o “Domingo<br />

p.m.” o “Guayabo negro”. 2) Una bella <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong><br />

la naturaleza en que se encuentra D. Lucas (como la<br />

que <strong>de</strong>sarrollará en la Carta a Abel Farina) y su encuentro<br />

con Miguel Dávila, el superinten<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los<br />

trabajos en “la Bo<strong>de</strong>ga”. Presentación <strong>de</strong> D. Lucas como<br />

un geólogo recién graduado. 3) Conversación entre<br />

ambos: Manuel Dávila se presenta como un minero<br />

que lleva cuarenta años trabajando el río y cómo las<br />

ingenierías extranjeras no funcionan para explotarlo.<br />

Narra cómo se ahogó un compañero suyo. 4) La llegada<br />

a “la Bo<strong>de</strong>ga”. 5) Don Manuel le presenta a D. Lucas<br />

a su sobrina Camila y a su prometido Toñejo. Se hace<br />

palpable el pudor <strong>de</strong> ella y la franqueza y la cordialidad<br />

<strong>de</strong> su novio. Ambos son personajes centrales <strong>de</strong>l<br />

cuento. 6) Descripción <strong>de</strong> “la Bo<strong>de</strong>ga”. Hay apuntes<br />

interesantes sobre cómo los usureros <strong>de</strong> un centro<br />

minero como éste llegan a veces lejos en política y<br />

cómo “los luchadores <strong>de</strong>nodados contra el obstáculo”<br />

no lo logran o sobre las diversas razas disgregadas<br />

que conforman al antioqueño, <strong>de</strong> interés para un<br />

sociólogo (y que es una preocupación constante <strong>de</strong><br />

<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>). Se presenta el otro personaje central <strong>de</strong>l<br />

relato, Ambrosio, quien empieza a hablar a D. Lucas<br />

sin siquiera haber motivo para ello. Es evi<strong>de</strong>nte, por<br />

el modo como D. Lucas lo presenta, que no es un ser<br />

que inspire aprecio pues se ríe con disimulo <strong>de</strong> cómo<br />

se las da <strong>de</strong> conocer a todo el mundo en Me<strong>de</strong>llín y<br />

plasma su modo <strong>de</strong> vestir en términos que harían son-<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

reír a cualquiera. Es músico y se <strong>de</strong>scribe el efecto <strong>de</strong><br />

la polka que toca y dirige Ambrosio. Camila se siente<br />

incómoda ante las insinuaciones que éste le hace con<br />

la música y con sus palabras dichas. Ambrosio insulta<br />

a Toñejo y busca humillarlo para quitarle a su novia.<br />

Toñejo va a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse pero la mujer se lo impi<strong>de</strong>.<br />

Quienes ro<strong>de</strong>an y protegen a Ambrosio incitan a Toñejo<br />

a pelear. Aparece por boca <strong>de</strong> Ambrosio que sólo<br />

a causa <strong>de</strong> que D. Lucas haya apadrinado a Toñejo es<br />

que no le da una golpiza. 7) Toñejo, ya alejado <strong>de</strong> la<br />

escena, cuenta a D. Lucas porque Ambrosio tiene po<strong>de</strong>r<br />

en aquel lugar: su tía es la mayor accionista <strong>de</strong> la<br />

mina y por en<strong>de</strong> todos hacen lo que Ambrosio <strong>de</strong>see.<br />

Inclusive ante las quejas a Me<strong>de</strong>llín la respuesta ha<br />

sido que hay que buscar conformarse con lo que éste<br />

quiera, <strong>de</strong> modo que básicamente se hace su voluntad.<br />

Hasta manipula la justicia que se aplica en la mina. A<br />

excepción <strong>de</strong> Manuel Dávila, todos los que trabajan allí<br />

saben que Ambrosio quiere poseer a Camila y tratan <strong>de</strong><br />

apartar a Toñejo <strong>de</strong> ella para abrirle camino a su jefe.<br />

Le hacen sentir distancia y buscan crearle inseguridad<br />

respecto a la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> su prometida. Inclusive una<br />

tía <strong>de</strong> Camila está <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> que su sobrina se case<br />

con Ambrosio porque le ve futuro al enlace con él… El<br />

conocimiento <strong>de</strong> Toñejo en la explotación <strong>de</strong> minas es<br />

lo único que le permite seguir en “la Bo<strong>de</strong>ga”. Toñejo<br />

muestra a D. Lucas cuán lamentable es su estado. Narra<br />

cómo su padre fue llevado a la fuerza a la guerra y<br />

abandonó a su familia en la pobreza. El último consejo<br />

que recibe <strong>de</strong> él – <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cárcel en don<strong>de</strong> muere – es<br />

que le tema a los po<strong>de</strong>rosos. El hijo ha introspectado<br />

tales i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> su padre y se percata <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sigualdad<br />

<strong>de</strong> condiciones entre él y Ambrosio: sabe que si llega<br />

a matarlo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a Camila lo llevarán preso<br />

pero que, si Ambrosio lo mata a él, éste saldrá libre y<br />

pue<strong>de</strong> quitarle a su novia. D. Lucas pue<strong>de</strong> ver la miseria<br />

<strong>de</strong> quien es afrentado así en su honor por un ser vil.<br />

8) D. Lucas, ansioso por internarse en la mina pasea<br />

por los socavones en compañía <strong>de</strong> Ambrosio. Toñejo<br />

y otro compañero se ocupan <strong>de</strong> taladrar para separar<br />

el mineral <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s. Camila se ocupa <strong>de</strong> llevar<br />

el mineral al exterior en un vagón que va sobre rieles.<br />

Toñejo le llena a ella el vagón con mineral antes que<br />

14


a las compañeras <strong>de</strong> trabajo, en lo que se prefigura<br />

ya el apoyo que le brindará como esposo… La escena<br />

final la ha oído contar D. Lucas: Ambrosio ha sacado<br />

una disculpa para irse a don<strong>de</strong> están los prometidos.<br />

Frente al novio, se sienta al lado <strong>de</strong> la novia y trata <strong>de</strong><br />

besarla pero ella lo esquiva. Toñejo se percata <strong>de</strong> ello<br />

y va a acabar con Ambrosio usando una pala pero su<br />

prometida lo <strong>de</strong>tiene. Hay entonces una <strong>de</strong>claración <strong>de</strong><br />

amor <strong>de</strong> Toñejo a ella, permeada por la emoción que<br />

lo acaba <strong>de</strong> dominar, en la que afirma que su amor por<br />

ella es tal que quisiera matarla. Ella, extrañada le dice<br />

que esas son “tentaciones <strong>de</strong> mulato” palabras en las<br />

que se evi<strong>de</strong>ncia un código moral que surge <strong>de</strong> una<br />

cultura que cree en acciones propias <strong>de</strong> los “limpios<br />

<strong>de</strong> sangre” y que, entre nosotros, viene <strong>de</strong> la tradición<br />

<strong>de</strong> los españoles aunque no seamos “blancos”. Le pi<strong>de</strong><br />

que no pelee con Ambrosio.<br />

Cuando ella ha salido, Ambrosio se sienta frente a<br />

don<strong>de</strong> se encuentra su rival para esperar un transporte<br />

que lo lleve a don<strong>de</strong> D. Lucas. Entonces Toñejo se las<br />

ingenia para alejar <strong>de</strong>l lugar su compañero <strong>de</strong> trabajo<br />

y hace estallar dinamita <strong>de</strong>stinada a la extracción <strong>de</strong><br />

mineral para anular a su contrincante aunque ello implica<br />

suicidarse. De esa manera ha liberado a Camila<br />

<strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Ambrosio. Ella cree que la explosión ha<br />

sido sólo para sacar material y se dirige alegremente<br />

a don<strong>de</strong> su prometido para que le llene <strong>de</strong> nuevo su<br />

vagón… D. Lucas dice que vio cómo transportaban los<br />

cuerpos mutilados <strong>de</strong> los hombres y cómo iba Camila<br />

<strong>de</strong>smayada, sosteniendo en su mano el cristo que su<br />

amado llevaba al cuello… Y anota D. Lucas: “Al salir a<br />

la boca <strong>de</strong>l socavón, a plena luz, el cielo me pareció<br />

más remoto, la Humanidad más <strong>de</strong>samparada y la<br />

Provi<strong>de</strong>ncia un enigma pavoroso.”<br />

Las palabras finales, que son el resultado <strong>de</strong> percibir<br />

cómo se ha sometido al pobre Toñejo a semejantes<br />

vejaciones si <strong>de</strong>jarle otra opción, conmueven hasta la<br />

medula puesto que en nuestra sociedad creyente en<br />

el catolicismo ellas señalan una fisura por don<strong>de</strong> se<br />

ve que Dios no está con los débiles. El narrador <strong>de</strong>l<br />

cuento ha dicho lo que es más bien una regla general<br />

<strong>de</strong> nuestra nación: “(…) comprendí toda la enorme<br />

tristeza <strong>de</strong> la condición <strong>de</strong> esas pobres gentes <strong>de</strong>l<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

campo, que son las que mueren en las revoluciones,<br />

que son las que pueblan los presidios, expoliadas por<br />

rábulas sin principios, afrentadas en su honor, en sus<br />

afecciones más caras por el ansia miserable <strong>de</strong> goces<br />

<strong>de</strong> esas gentes sin fe, manufacturas más o menos<br />

<strong>de</strong>spreciables <strong>de</strong> lo que ha dado en llamarse nuestra<br />

civilización, incapaces <strong>de</strong> sentir el amor verda<strong>de</strong>ro y<br />

sus tristezas augustas.”<br />

Este cuento no termina con un final feliz y no<br />

tiene porqué hacerlo. Plasma una realidad durísima<br />

pero constante: los po<strong>de</strong>rosos abusan <strong>de</strong> quienes<br />

les sirven hasta que los segundos – atrapados – se<br />

<strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n. Y a <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> no le temblaba la mano<br />

para llevarle esto a los lectores en forma artística.<br />

No se <strong>de</strong>be a que fuera un pesimista permeado <strong>de</strong><br />

schopenhauerianismo como dirían Kurt Levy y Marta<br />

Fari<strong>de</strong> Estefan Upegui o a que las temáticas <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> sean exclusivamente tenebrosas (resultado <strong>de</strong><br />

ingerir alcohol en exceso, el crimen y el dolor <strong>de</strong>sgarrador,<br />

etc.) como se afirma a menudo. Para probar<br />

que don <strong>Efe</strong> podía darle un final feliz a sus cuentos ahí<br />

tenemos otro cuento <strong>de</strong> minería, “Lorenzo”, en que el<br />

minero pobre triunfa sobre el militar viejo cargado <strong>de</strong><br />

insignias pero que no sabe <strong>de</strong>l valor real y que quería<br />

quitarle a su novia o está “En las selvas” en que una<br />

pareja <strong>de</strong> amantes vence a quienes quieren forzar a<br />

la novia a un casamiento con otro distinto <strong>de</strong> quien<br />

le inspira amor. Pero lo que sí no hacía el escritor era<br />

cerrar los ojos –como quienes no aguantan en el arte<br />

el dolor que turba– a la realidad don<strong>de</strong> impera la crueldad,<br />

el pa<strong>de</strong>cimiento y la tristeza. He ahí una <strong>de</strong> las<br />

gran<strong>de</strong>s cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su arte. Él mismo tenía plena<br />

conciencia <strong>de</strong> que el artista <strong>de</strong>be ser sensible a todas<br />

las variaciones <strong>de</strong> la realidad. En la “Carta a Latorre<br />

y Ospina” que apareció en la revista “El montañés”<br />

en 1899, contesta a la propuesta moralizadora <strong>de</strong> su<br />

ex profesor José María Escovar que un buen artista<br />

<strong>de</strong>be ser, con su arte, como una cuerda tensada que<br />

<strong>de</strong>vuelve un número pasmoso <strong>de</strong> vibraciones que<br />

recibe en todo momento <strong>de</strong>l concierto infinito que le<br />

envía el Universo... El problema que tiene el artista<br />

es el <strong>de</strong> transformar en buen arte esas vibraciones<br />

que recibe. Pero tiene que aspirar a recibir y a <strong>de</strong>-<br />

16


volver todas las que pueda. Si se limita a un tipo <strong>de</strong><br />

vibraciones se vuelve una cuerda mono-tona, sosa.<br />

De suerte que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> sabe poner <strong>de</strong> presente al<br />

lector injusticias sobre las que se ha cimentado mucha<br />

<strong>de</strong> nuestra realidad como nación. No sólo se encuentra<br />

en las palabras <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> Toñejo el terrible problema<br />

<strong>de</strong>l reclutamiento forzado y las consecuencias que tiene<br />

como el maltrato a la familia (que ya había tratado en<br />

un poema <strong>de</strong> juventud que se incluye aquí). Se habla <strong>de</strong><br />

esa con<strong>de</strong>na al uso <strong>de</strong>l alcohol entre la gente <strong>de</strong> nuestro<br />

pueblo que el mismo estado fomenta o el temor al<br />

gobierno que tiene nuestro pueblo porque se aprovecha<br />

<strong>de</strong> él y que <strong>de</strong>sarrollará en otras obras como “Evohé”,<br />

“Guayabo negro” o en “Mi gente”. El final <strong>de</strong>l cuento sí<br />

que turba y cuestiona en lo hondo. Esta muerte propia<br />

para po<strong>de</strong>r salvar al ser amado <strong>de</strong> un ser abusivo es<br />

<strong>de</strong> lo más notable y contun<strong>de</strong>nte que hay en nuestra<br />

literatura y no sólo como tema literario o como fuente<br />

<strong>de</strong> goce estético sino porque muestra la entereza <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>svalidos nuestros, representados en Toñejo, ante los<br />

aprovechados como Ambrosio. El cuento no sólo forma<br />

a nuestro pueblo, mostrándole cómo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse hasta<br />

el final, sino que constata que hay un honor y un orgullo<br />

por encima <strong>de</strong>l cual no se pue<strong>de</strong> pasar impunemente.<br />

En el relato se plasma hermosamente el habla <strong>de</strong><br />

don Manuel Dávila (cuando le narra a D. Lucas cómo<br />

murió su compañero), la <strong>de</strong> don Lucas, la <strong>de</strong> Ambrosio,<br />

la <strong>de</strong> Toñejo y la <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> éste. Hay verda<strong>de</strong>ro<br />

estudio <strong>de</strong> los modos <strong>de</strong> expresarse <strong>de</strong> todos y cada<br />

uno <strong>de</strong> los personajes a la vez que oído <strong>de</strong> escritor<br />

para captarles los matices y pasarlos por escrito a los<br />

que leemos. Cuando un autor logra esto, perpetúa a su<br />

pueblo en la obra y con<strong>de</strong>nsa momentos históricos en<br />

creaciones literarias. “En las minas” es tan importante<br />

que hizo que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> “entrara a las letras patrias”<br />

como le dice Camilo Botero Guerra en su carta <strong>de</strong><br />

octubre <strong>de</strong> 1897.<br />

“Un Zarahustra maicero”: Este gran relato cuenta<br />

con seis bloques narrativos: 1) Se <strong>de</strong>scribe el paisaje,<br />

se habla <strong>de</strong>l ensueño <strong>de</strong> quien narra y se establece<br />

que los únicos dominios que posee son sus ensoñaciones.<br />

Se <strong>de</strong>scribe cómo reman en la barca por el<br />

río Nedó, Lorenzo y Nieves, la esposa <strong>de</strong> éste. Son<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

dos personajes importantes para el <strong>de</strong>senlace <strong>de</strong>l<br />

cuento. 2) Se presentan entre sí los tres personajes<br />

fundamentales <strong>de</strong>l relato (todos ingenieros y todos<br />

antioqueños): el narrador, Luis <strong>de</strong> Aguilar y el Paisano<br />

Cár<strong>de</strong>nas. Cár<strong>de</strong>nas ha conocido al narrador en Sonsón<br />

aunque el narrador no lo recuerda. Cár<strong>de</strong>nas va con<br />

su primo Lorenzo y con Nieves a montarles una mina<br />

en Antamara. Mientras comen, hay una conversación.<br />

Cár<strong>de</strong>nas, al tomar anisado en una totuma comenta<br />

que eso no se pue<strong>de</strong> hacer en Antioquia. Y ello le da<br />

pie para hablar <strong>de</strong> cómo en su pueblo se iba a fundar<br />

una sociedad <strong>de</strong> temperancia, pero se dieron cuenta<br />

que para fundarla necesitaban ofrecer aguardiente (<strong>de</strong><br />

hecho, esto fue frecuente a comienzos <strong>de</strong>l siglo XX en<br />

muchos lugares <strong>de</strong> Antioquia don<strong>de</strong> se pretendía hacer<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> tomar a los bebedores). Luego le preguntan<br />

a Cár<strong>de</strong>nas si es casado y dice que no. Don Luis <strong>de</strong><br />

Aguilar hace una <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l matrimonio en Antioquia<br />

<strong>de</strong>bido a que consi<strong>de</strong>ra que los antioqueños no son<br />

gran<strong>de</strong>s sino gracias a su familia: es el núcleo familiar<br />

el que permite que un antioqueño colonice. Cár<strong>de</strong>nas le<br />

interrumpe para expresar que suena muy lindo lo que<br />

dice don Luis <strong>de</strong> Aguilar pero que la realidad es otra,<br />

que es una vida muy dura la <strong>de</strong>l hogar antioqueño y<br />

que ni siquiera permite un reposo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto<br />

trabajo arduo. Se lamenta <strong>de</strong> que en Antioquia no<br />

se pueda ni siquiera hacer una fiesta para <strong>de</strong>scansar<br />

<strong>de</strong> esa vida. Don Luis le dice que no se <strong>de</strong>be tomar a<br />

mal lo que dice porque caracteriza a los antioqueños<br />

como personas que todo lo sopesan, que <strong>de</strong>sconfían<br />

<strong>de</strong> todo lo establecido. Caracteriza al antioqueño<br />

como “eminentemente progresivo” y “eminentemente<br />

liberal”. Y a causa <strong>de</strong> esta manera <strong>de</strong> ver el mundo<br />

todo lo ve como un peldaño pasajero, que ha <strong>de</strong> ser<br />

superado. Y empren<strong>de</strong> una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> lo que es<br />

la vida <strong>de</strong>l antioqueño, comparándolo a un águila que<br />

baja <strong>de</strong> su nido (su hogar) al valle don<strong>de</strong> las especies<br />

luchan tenazmente (el mundo don<strong>de</strong> se gana la vida).<br />

Y establece que el antioqueño, mientras más rudo e<br />

implacable sea en el mundo <strong>de</strong> los negocios, más tierno<br />

y dulce resulta en su hogar. Y hace una caracterización<br />

<strong>de</strong>l porte social <strong>de</strong> Antioquia: está regido por los varones<br />

y hace falta la presencia <strong>de</strong> la mujer. Dice que<br />

18


las mujeres en Antioquia no saben ser si no esposas,<br />

madres, hermanas y novias. Y termina con un elogio<br />

a ellas que han <strong>de</strong> ser las genitoras <strong>de</strong> la raza salvadora<br />

<strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>… 3) El narrador <strong>de</strong>scribe el paisaje<br />

nuevamente y comenta en <strong>de</strong>talle el lenguaje <strong>de</strong> los<br />

indios. El indio Baribú le advierte que hay una serpiente<br />

verrugosa por ahí, cosa que los asusta. En la noche, el<br />

paisano Cár<strong>de</strong>nas ha estado <strong>de</strong>svelado y explica que<br />

“la culpa la tiene el paisano Aguilar” porque al hablar<br />

<strong>de</strong> la mujer y <strong>de</strong>l hogar antioqueños, le ha hecho entrar<br />

una preocupación por no haberse casado con su<br />

novia y se imagina que, en ese momento, <strong>de</strong> haberlo<br />

hecho, estaría viviendo reposadamente con ella. La<br />

conversación prosigue. Cár<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>scribe cómo ha<br />

sido el amor entre él y su novia. La sección termina<br />

con una conversación sobre astronomía que finaliza con<br />

una muestra <strong>de</strong>l sentido común <strong>de</strong> Cár<strong>de</strong>nas cuando<br />

inquiere sobre cómo se hace para nombrar una estrella<br />

si nadie ha estado allí para conocer su nombre…<br />

4) El Paisano Cár<strong>de</strong>nas se <strong>de</strong>spierta a causa <strong>de</strong> una<br />

pesadilla y vuelve a culpar al paisano Aguilar por su<br />

discurso que enaltece el matrimonio antioqueño. 5)<br />

Cár<strong>de</strong>nas ya se han separado <strong>de</strong> don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />

y <strong>de</strong>l narrador. Durante un mes los dos últimos han<br />

llevado a cabo una excursión en busca <strong>de</strong> minas para<br />

explotar. Se <strong>de</strong>scribe el hallazgo <strong>de</strong> un filón que parece<br />

ser una fuente inmensa <strong>de</strong> oro y se <strong>de</strong>scribe la alegría<br />

<strong>de</strong> todos ante esto. Don Luis <strong>de</strong> Aguilar expone al narrador<br />

que las posibilida<strong>de</strong>s que esto le abre a él son<br />

la realización <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> toda su vida: buscar cómo<br />

transformar la materia en energía <strong>de</strong> manera que se<br />

pueda aplicar al mejoramiento <strong>de</strong> la vida humana, por<br />

ejemplo con los viajes interestelares. Al día siguiente<br />

se comprueba que lo que hay en ese filón no es oro<br />

sino “mica” un mineral que engaña constantemente a<br />

los mineros. Y <strong>de</strong>sengañados siguen en la búsqueda<br />

tan propia <strong>de</strong> minero. El narrador y Don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />

parten y, al quinto día <strong>de</strong> viajar en balsa por el río, <strong>de</strong><br />

Aguilar enferma, por lo que el narrador comenta en<br />

forma <strong>de</strong> monólogo que tal vez los sueños que don<br />

Luis pensaba realizar no podrá llevarlos a cabo dado<br />

que la vida es, posiblemente, lo que los abuelos <strong>de</strong><br />

ellos han creído: “la gestación dolorosa <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong><br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

ultratumba”. El paisano Cár<strong>de</strong>nas, al saber que ellos<br />

parten <strong>de</strong> la selva, sale a buscarlos para invitarlos a la<br />

mina que ha organizado para su primo y para Nieves.<br />

Allí les facilita ropa para cambiarse, les alimenta y les<br />

permite reposar. Los agasajados se dan cuenta que<br />

el paisano ha podido organizar un verda<strong>de</strong>ro emporio<br />

minero para extraer platino. Y Cár<strong>de</strong>nas les cuenta<br />

que se ha quedado con todo: no sólo es el hombre<br />

más respetado y obe<strong>de</strong>cido en la mina por todos los<br />

familiares <strong>de</strong> su primo, si no que es suya la que era<br />

esposa <strong>de</strong> su primo y hasta suyo el perro que era <strong>de</strong> él.<br />

A su pariente lo ha echado <strong>de</strong>mostrando quién “manda”<br />

en realidad en una pelea <strong>de</strong> machete. 6) Don Luis y el<br />

narrador, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la distancia, observan la relación tan<br />

amorosa que hay entre Nieves y Cár<strong>de</strong>nas y don Luis<br />

comenta que no se pue<strong>de</strong> negar que el valiente <strong>de</strong><br />

Cár<strong>de</strong>nas merece su fortuna. Y lo elogia porque dice<br />

que así Antioquia crece y la llama “la raza más audaz<br />

<strong>de</strong>l universo”. Dice que ella llegará a ser <strong>Colombia</strong><br />

entera como Prusia llegó a ser Germania Imperial. Y<br />

concluye con un “!Viva Antioquia!”<br />

El cuento expone en forma literaria teorías nietzscheanas.<br />

Se sabe que antes <strong>de</strong> 1906 <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> (junto<br />

con Félix Betancourt) ayudaron a Tomás Carrasquilla<br />

a compren<strong>de</strong>r las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l filósofo alemán. Y con certeza<br />

se sabe que en el año <strong>de</strong> 1908 en las Minas <strong>de</strong>l<br />

Zancudo, <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> leyó “Anticristo” y “Así hablaba<br />

Zarathustra” <strong>de</strong> Nietzsche, en traducción española. En<br />

la obra el estudio <strong>de</strong> facetas <strong>de</strong> un personaje es muy<br />

elaborado. Por ejemplo se ve el insomnio, la pesadilla,<br />

el humor, la socarronería y la franqueza <strong>de</strong> Cár<strong>de</strong>nas,<br />

o las i<strong>de</strong>as esperanzadas <strong>de</strong> D. Luis <strong>de</strong> Aguilar que<br />

resultan frustradas a fin <strong>de</strong> cuentas, o el elogio que<br />

hace al antioqueño casado y sus ambiciones “liberales”,<br />

o el ensueño y la conformidad <strong>de</strong>l narrador con que<br />

la vida es una manera en que Dios nos pule, mientras<br />

se tiembla ante el enigma pavoroso. Pero no son la<br />

meta <strong>de</strong>l relato puesto que sirven es para contraponer<br />

a un soñador como don Luis <strong>de</strong> Aguilar – que para<br />

Nietzsche ha <strong>de</strong> ser superado - y a un hombre que<br />

sabe ganar en la vida como Cár<strong>de</strong>nas. Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />

es moralizante, político, es un hombre “bueno” que<br />

quiere el beneficio <strong>de</strong> todos, en cambio Cár<strong>de</strong>nas es<br />

20


libre, un luchador que conquista para sí en la vida. Las<br />

investigaciones por <strong>de</strong>sarrollar <strong>de</strong> don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />

son hermosas pero en realidad no pasan <strong>de</strong> ser sueños<br />

irrealizables mientras que Cár<strong>de</strong>nas sí logra todo lo<br />

que se ha propuesto y lo logra en franca lid. Le quita<br />

a su propio primo todo lo que tiene – mina, trabajadores<br />

e inclusive esposa y perro - porque lo merece<br />

y, nietzscheanamente, esa es una victoria. Llega tan<br />

lejos que mientras que don Luis habla <strong>de</strong> la importancia<br />

<strong>de</strong>l matrimonio para el antioqueño, Cár<strong>de</strong>nas se<br />

consigue una mujer a la que conquista sin tener que<br />

contraer el vínculo formal con ella. Y pasa por encima<br />

<strong>de</strong> que esa mujer sea <strong>de</strong> un familiar y <strong>de</strong>l respeto que<br />

socialmente se da a ese enlace. O sea que Cár<strong>de</strong>nas<br />

mismo se ha vuelto un anunciador <strong>de</strong> nuevos valores,<br />

un hombre que es más fuerte que los <strong>de</strong>más, que con<br />

conocimiento y <strong>de</strong>streza es <strong>de</strong> los que abre camino<br />

hacia el advenimiento <strong>de</strong>l superhombre. Por eso es un<br />

Zarathustra. Y es “maicero” porque es un antioqueño<br />

<strong>de</strong> pura cepa. El narrador <strong>de</strong>l relato expone un modo <strong>de</strong><br />

ver las cosas más cercano al que el propio <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />

expondrá en textos <strong>de</strong> sus últimos años. Pero en este<br />

cuanto expone literariamente, y con suma claridad,<br />

algunas i<strong>de</strong>as nietzscheanas centrales. Llega lejos en<br />

su comprensión <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>cía el filósofo alemán,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1908, mucho antes y más acertadamente que<br />

muchos escritores y filósofos posteriores en <strong>Colombia</strong>.<br />

Croniquilla el filósofo: Con esta pieza literaria ofrecemos<br />

un ejemplo <strong>de</strong>l manejo <strong>de</strong> los animales como<br />

personajes literarios. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> publicó en 1903 un<br />

texto llamado “Piscologías” con cuyo nombre le hizo un<br />

homenaje a una mula que él tenía llamada “La Pisca”.<br />

Entonces el título quiere <strong>de</strong>cir algo así como las “logías”<br />

<strong>de</strong> la Pisca, o sea los “tratados” o las “ciencias” <strong>de</strong> la<br />

Pisca. “Piscologías” incluye un análisis sociológico <strong>de</strong><br />

<strong>Colombia</strong>, en forma literaria, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Guerra<br />

<strong>de</strong> los mil días, con el que su autor respon<strong>de</strong> a la obra<br />

“El moro” <strong>de</strong>l ex presi<strong>de</strong>nte José Manuel Marroquín<br />

y a activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> éste que don <strong>Efe</strong> cuestionaba. Es<br />

un escrito que asombra por la profundidad con que<br />

se muestra la sinsalida en que está la nación. En una<br />

reseña <strong>de</strong> la época se dijo que hasta el momento nadie<br />

había hecho consi<strong>de</strong>raciones sobre <strong>Colombia</strong> <strong>de</strong> esa<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

manera. En tres capítulos <strong>de</strong> la obra son las mulas las<br />

que hablan sobre la patria y en otros tres se ve a los<br />

humanos tratando los mismos temas o viviéndolos. En<br />

el prólogo <strong>de</strong>l libro original el escritor había dicho que<br />

publicaba las “Piscologías” hacia la mitad <strong>de</strong> la serie<br />

y <strong>de</strong>ja ver que hay un problema –que lamenta -para<br />

publicarlas todas. Como lector uno echa <strong>de</strong> menos que<br />

no las haya sacado todas. Por fortuna, en el extracto<br />

<strong>de</strong>l guión <strong>de</strong> la película que publicamos (“18 <strong>de</strong> octubre”)<br />

vuelven a aparecer… ¡Ya quisiéramos que salgan<br />

más a la luz! Y en dos <strong>de</strong> las croniquillas <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong><br />

los personajes serán otros animales. En “El filósofo” se<br />

trata <strong>de</strong> ganado. Mire el lector qué parecidas a ciertos<br />

humanos son estas vacas y bueyes y cómo representan<br />

los conflictos humanos más arduos y también los<br />

más corrientes. Bajo los rostros <strong>de</strong> esas vacas, toros,<br />

novillos, novillas y bueyes hay seres humanos, tal vez<br />

muy humanos… O sea que son en parte animales y en<br />

parte hombres como personajes <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s fábulas<br />

<strong>de</strong> que se han servido los sabios para tratar sus asuntos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Panchatantra en a<strong>de</strong>lante. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se<br />

las ha ingeniado para “dar un ro<strong>de</strong>o” y con él mostrar<br />

el problema <strong>de</strong>l filósofo que vive en la sociedad antioqueña.<br />

El valor que don Tomás Carrasquilla, amigo y<br />

contertulio <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, le daba a esto es elocuente.<br />

Dice: “Con éxito envidiable ha cultivado (…) lo que él<br />

intitula “Croniquillas”, que son acaso lo más jugoso y<br />

original <strong>de</strong> sus producciones; suele poner en boca <strong>de</strong><br />

animales conceptos altos y sutiles, tal vez porque no le<br />

parezcan bien justificados en humanos labios”.<br />

En la obra los hombres, como tales, son vehículos<br />

<strong>de</strong>l martirio para algunos integrantes <strong>de</strong> ese hato. De<br />

hecho, en palabras <strong>de</strong> la novilla Paloma, los hombres<br />

son “<strong>de</strong> esa raza réproba” que Dios ha encargado<br />

<strong>de</strong> “martirizar” a su propia especie, que se ha hecho<br />

digna por sus pecados <strong>de</strong> ese martirio. En ello se ve<br />

el pensamiento católico que ve en todo impedimento<br />

un motivo <strong>de</strong> purgación <strong>de</strong>l alma para ganarse la otra<br />

vida. Ella plantea que en el hato hay intelectuales<br />

“entre quienes estaban <strong>de</strong>sacreditadas hasta parecer<br />

ridículas, las gran<strong>de</strong>s pasiones y la admiración <strong>de</strong> los<br />

espectáculos sublimes” pero el filósofo <strong>de</strong> la croniquilla,<br />

que no es un intelectual sometido, lo que hace es<br />

22


precisamente poseer una gran pasión y admirar los<br />

espectáculos sublimes. Por ello es castigado socialmente.<br />

Este asunto <strong>de</strong> cómo el cristianismo castiga al<br />

que no se somete a él está tratado <strong>de</strong>tenidamente en<br />

el “Anticristo” <strong>de</strong> Nietzsche.<br />

El cuento tiene cuatro divisiones: 1) Todo suce<strong>de</strong><br />

en el entorno <strong>de</strong> La Hacienda, una finca don<strong>de</strong> fuera<br />

<strong>de</strong> los dueños hay ganado. Doña Vaca ve las cosas<br />

como la novilla Paloma. Comenta sobre los hombres:<br />

“(…) se explica muy bien que los hombres, esos monstruos<br />

que no tienen un alma inmortal qué santificar<br />

ni qué salvar, sean perversos. Esa es su misión:<br />

santificarnos a nosotras con sus inicuos proce<strong>de</strong>res.”<br />

Habla en <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> cómo los uncen al yugo o cómo<br />

en el toreo abusan <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su especie y los matan<br />

bárbaramente. Explica que “todo eso y mucho más<br />

forma parte <strong>de</strong>l plan divino <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción ya<br />

que esos <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> un día, que han <strong>de</strong> perecer<br />

con sus cuerpos, cumplen así su misión terrenal <strong>de</strong><br />

purificarnos y <strong>de</strong> redimirnos.”<br />

Esta manera <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el mundo <strong>de</strong> la novilla<br />

y <strong>de</strong> la vaca es muy semejante a la <strong>de</strong> la mujer<br />

rezan<strong>de</strong>ra y creyente que consi<strong>de</strong>ra que se está en el<br />

mundo para purgar una culpa creada por los pecados<br />

propios y que, el gran creador, ha traído a la vida a<br />

otros seres auxiliar a los pecadores redimibles. Es<br />

una visión muy acomodada <strong>de</strong>l mundo: unos – “los<br />

buenos” - se consi<strong>de</strong>ran los elegidos para salvarse y<br />

los “malos” se da por hecho que no se salvarán y que<br />

a<strong>de</strong>más están hechos en beneficio <strong>de</strong> los buenos. <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> sabe muy bien que la referencia a nuestra vida<br />

social es clara.<br />

Doña Vaca plantea en una <strong>de</strong> sus intervenciones<br />

iniciales <strong>de</strong> la croniquilla cuál es el problema con el<br />

filósofo Frisolo: Ella compren<strong>de</strong> que los hombres hagan<br />

lo que hacen, lo que no pue<strong>de</strong> soportar es que “uno <strong>de</strong><br />

los nuestros, corrompido por el ejemplo, quiera imitar a<br />

esos <strong>de</strong>monios, yendo <strong>de</strong> potrero en potrero incitando<br />

a los jóvenes a la rebelión, rompiendo así toda ley…” Y<br />

comienza una discusión en que se ve el estudio que ha<br />

hecho don <strong>Efe</strong> <strong>de</strong> las disputas en sociedad en Antioquia<br />

don<strong>de</strong> participan varios personajes estupendamente<br />

creados: El torete Morgan Bedoya <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> a Frisolo y<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

pregunta a doña Vaca si no cree que el toro Frisolo no<br />

tiene motivos para hacer lo que hace. Dice que tiene<br />

que aceptar que <strong>de</strong>be luchar porque no lo castren. Y<br />

se establece la discusión: El viejito reaccionario Quesada<br />

Esparragosa dice que Frisolo <strong>de</strong>bería someterse<br />

patrióticamente a su <strong>de</strong>stino, pero que no lo hace por<br />

amoral (expresa entre líneas que va contra la moral<br />

que ha expuesto doña Vaca). Dice que los amos que<br />

acaban <strong>de</strong> llegar a La Hacienda <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> realizar<br />

estudios <strong>de</strong> veterinaria se han dado cuenta <strong>de</strong> que la<br />

raza <strong>de</strong>genera y que entonces es preciso reemplazarla<br />

por otra mejor. Por eso se castrará a Frisolo. El doctor<br />

Sánchez Colmero interviene para <strong>de</strong>cir que en <strong>Colombia</strong><br />

no hay siquiera nación, que se la ha bautizado así<br />

pero el problema está en que ni siquiera está formada<br />

como patria. Doña Vaca dice que “no mira la cuestión<br />

por el lado humano”. Para ella “toda solución viene <strong>de</strong><br />

arriba”. Para ella la expiación <strong>de</strong> los pecados es la razón<br />

soberana <strong>de</strong> todos los actos <strong>de</strong>l ganado. Morgan Bedoya<br />

narra cómo doña Vaca no acce<strong>de</strong> a conversar con los<br />

toretes (como lo harían muchachas con muchachos) a<br />

causa <strong>de</strong> estar entregada a prácticas religiosas. Amadís<br />

Rolando, personaje político, la llama beata y la caracteriza:<br />

es hipócrita y farsante. Culpa al medio ambiente<br />

don<strong>de</strong> ella ha vivido <strong>de</strong> ello. Y dice que “ya vendrá la<br />

era <strong>de</strong> las revaluaciones <strong>de</strong>finitivas, el balance final.”<br />

El viejito reaccionario, Quesada Esparragosa, se <strong>de</strong>dica<br />

a mostrar las contradicciones i<strong>de</strong>ológicas <strong>de</strong> quien se<br />

hace llamar a sí mismo “liberal” sin que otros lo hagan<br />

como bien han apuntado sus hijas <strong>de</strong> este hombre<br />

que se hace llamar a sí mismo “liberal”. Ese es uno <strong>de</strong><br />

los problemas que muestra Quesada Esparragosa: La<br />

difunta esposa <strong>de</strong> Amadis Rolando, le había dicho que<br />

los verda<strong>de</strong>ros liberales son los hombres <strong>de</strong> genio. Sólo<br />

hay tres <strong>de</strong> ellos que ella conociera. Pero a él le dice<br />

que no <strong>de</strong>be rotularse <strong>de</strong> liberal sino esperar a que se<br />

lo digan otros. Después se ve cómo sus propias hijas<br />

lo chantajean emocionalmente para que se confiese y<br />

comulgue cuando él ha dicho ser un “obscuro soldado<br />

<strong>de</strong>l libre pensamiento”. Y lo enredan para que acceda…<br />

2) Morgan Bedoya le dice “conservero” a Quesada<br />

Esparragosa y lo compara a Anatole France por su<br />

ironía. Quesada Esparragosa hace una <strong>de</strong>fensa vehe-<br />

24


mente <strong>de</strong> France. Hasta aquí llega la discusión.<br />

3) Dos bueyes, el Barroso y el Bandinegro contemplan<br />

la escena a cierta distancia porque hay dos<br />

grupos al interior <strong>de</strong>l hato: las vacas y los bueyes. Y<br />

comentan lo que han visto. Barroso empieza a analizar<br />

la cuestión planteando la injusticia que hay en<br />

la civilización actual. Y Bandinegro le explica que esa<br />

división social que ellos ven palpablemente entre los<br />

toros y vacas obe<strong>de</strong>ce a motivos “más sencillos” y<br />

“más hogareños”. Y narra qué pasó: Morgan Bedoya<br />

era amigo <strong>de</strong> doña Vaca y sus hijas pero cuando éste<br />

llegó a la pubertad la señora sintió que era peligroso<br />

que él estuviera junto a sus hijas y lo echó <strong>de</strong> su casa<br />

para siempre. Y esto se comentó en sociedad y la<br />

familia <strong>de</strong> Morgan se resintió. Entre otros se resintió<br />

su tío, Amadis Rolando. Por eso se formaron los dos<br />

grupos. el <strong>de</strong> doña Vaca y Quesada Esparragosa y el<br />

<strong>de</strong> Morgan Bedoya y su tío, el tribuno <strong>de</strong> los balances<br />

finales. El caso <strong>de</strong>l toro Frisolo, que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>recho a reproducirse, ha hecho agudizar la división<br />

social: Doña Vaca y los suyos con<strong>de</strong>nan a Frisolo y<br />

los <strong>de</strong>l otro bando lo respaldan.<br />

Doña Vaca, cegada como está por su modo <strong>de</strong> ver<br />

el mundo, toma la reproducción como un problema y,<br />

como suce<strong>de</strong> con toda religión que no acepta la fecundidad<br />

como un hecho natural, ataca a Frisolo por<br />

querer <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su fertilidad y el uso <strong>de</strong> ella. Ha planteado<br />

que el toro Frisolo, en el ambiente <strong>de</strong> su hato, ha<br />

sido rechazado porque no quiere someterse a cánones<br />

sociales. Vista la cuestión en el ámbito <strong>de</strong>l Hato, las<br />

cosas están claras, como dice el Buey. Se ”<strong>de</strong>moniza”<br />

al que quiere salirse <strong>de</strong>l rebaño y los partidos a favor o<br />

en contra tampoco ven claro el caso individual <strong>de</strong>l toro<br />

rebel<strong>de</strong>, pues se rigen por sus propios intereses. Pero<br />

<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> va a mostrar la cuestión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior<br />

<strong>de</strong> Frisolo. Para esto interviene el garrapatero, el único<br />

animal que es ajeno al género vacuno <strong>de</strong> la obra y que<br />

acompaña al filósofo en sus últimos momentos. El ave<br />

le cuenta a los bueyes qué hizo Frisolo ante la castración<br />

inminente. Así le dice al ave: Es inútil. Nadie escapa a<br />

su <strong>de</strong>stino: moriré. O sea tiene el coraje para enfrentar<br />

la vida como es. No le teme a la muerte. Le pi<strong>de</strong> al ave<br />

que lo lleve hasta don<strong>de</strong> están los cadáveres <strong>de</strong>l gana-<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

do al que atacó la peste, el “mes pasado” cuando iban<br />

camino al Cauca, y come <strong>de</strong>l pasto que hay en torno a<br />

sus tumbas para ingerir el veneno que lo matará (los<br />

otros animales evitan ese sitio porque saben lo peligroso<br />

que es comer allí). Pero Frisolo, con tranquilidad dice al<br />

ave: Tomo mi cicuta - me dijo dulcemente - no quiero<br />

sobrevivir a mi ignominia.<br />

El narrador muestra una bella imagen para celebrar<br />

este momento en que este vigor <strong>de</strong> espíritu es más<br />

palpable:<br />

Una nube tapó el disco <strong>de</strong>l sol; una ráfaga <strong>de</strong> viento<br />

sacudió un gualanday florecido, y cubrió el suelo<br />

la carga violeta <strong>de</strong> sus flores; el disco <strong>de</strong>l sol tornó a<br />

<strong>de</strong>svelarse y en torno todo rebrilló como si acabara<br />

<strong>de</strong> ser creado.<br />

El toro filósofo, que pue<strong>de</strong> ver mucho más allá que<br />

los <strong>de</strong>más <strong>de</strong> su especie y muchísimo más que los<br />

hombres, está completamente consciente <strong>de</strong>l problema<br />

y lo enuncia en un monólogo bastante sabio y profundo<br />

cuyas palabras sobrepasan la mera lectura <strong>de</strong>l relato.<br />

Es curioso que entre los intelectuales contemporáneos<br />

<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, sólo Luis <strong>de</strong> Greiff ( en el prólogo al<br />

tomo “Retorno”) cite un fragmento consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong><br />

ese texto. Frisolo ha enunciado el problema que <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> veía en la sociedad actual: No se le perdona al<br />

que no sea un acaparador ni un sectario. Y el filósofo<br />

se contrapone a la sociedad que se rige por lo utilitario,<br />

él vive libremente y prefiere morir con libertad a ser<br />

castrado… La croniquilla muestra que el filósofo tiene<br />

tanta libertad que pue<strong>de</strong> morir por sus propias manos.<br />

Con ello alu<strong>de</strong> tácitamente a Sócrates, ya que Frisolo<br />

bebe la cicuta para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r lo suyo como lo hizo el<br />

ídolo <strong>de</strong> Platón, pero tiene una integridad no socrática<br />

pues está ubicado en nuestro entorno social, en medio<br />

<strong>de</strong> las peleas partidistas y sectarias <strong>de</strong> la sociedad<br />

antioqueña y colombiana. El autor está interesado en<br />

mostrar las relaciones entre los miembros <strong>de</strong> una comunidad,<br />

quienes tienen, cada uno a su manera visiones<br />

interesantes sobre lo que llamamos “realidad”. No<br />

aisla a un personaje para tratarlo por separado ya que<br />

lo relevante es el choque <strong>de</strong> miradas sobre el mundo<br />

en el medio social y lo que ello produce. Después <strong>de</strong><br />

lo dicho por don Tomás Carrasquilla, sólo Jorge Alberto<br />

26


Naranjo Mesa – quien nos ha puesto <strong>de</strong> presente tantas<br />

obras antioqueñas valiosas con sus estudios - ha escrito<br />

algo verda<strong>de</strong>ramente notable sobre las croniquillas en<br />

el prólogo a su edición <strong>de</strong> las mismas porque resalta<br />

el sentido ecologista y filosófico que tienen.<br />

“18 <strong>de</strong> octubre” es parte <strong>de</strong>l guión que el maestro<br />

escribió para la película “Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong><br />

las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” (1928). La película<br />

se filmó en Villa Sofía (actual Laureles) en las instalaciones<br />

<strong>de</strong> la Sociedad Bolívar que se conformó para<br />

realizar la producción. En Santa Elena se reconstruyó<br />

el “Puente <strong>de</strong> las Lajas” (el <strong>de</strong> la famosa batalla <strong>de</strong><br />

Peralonso en el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r durante la<br />

“Guerra <strong>de</strong> los mil días”). Algunas escenas se filmaron<br />

en Santa Rosa <strong>de</strong> Osos. Los actores eran entrenados<br />

por don Pedro y su hija, Elena, en poco tiempo. Elena<br />

Vásquez actuó en la película como Elisa. Gerardo Bueno<br />

Escobar, primo <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, fue quien hizo <strong>de</strong> Uribe<br />

Uribe <strong>de</strong>bido a su parecido físico con el general. Si se<br />

consultan los comentarios a la película y los textos que<br />

don <strong>Efe</strong> escribió sobre ella, se verá que en el resultado<br />

final, la película modificó un tanto el guión: por<br />

ejemplo el personaje <strong>de</strong>l ricachón que se aprovecha<br />

<strong>de</strong> la situación para separar a Leonardo <strong>de</strong> Elisa, tiene<br />

nombre propio en la pantalla. Para los interesados en el<br />

cine, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la exposición permanente sobre Uribe<br />

Uribe que hay en el Palacio <strong>de</strong> la Cultura Rafael Uribe<br />

Uribe, hay un panel <strong>de</strong>dicado a la cinta que contiene<br />

las únicas imágenes estáticas <strong>de</strong> la filmación que sobreviven.<br />

En “Almas rudas” no se indica que ”18 <strong>de</strong><br />

octubre” sea un fragmento <strong>de</strong> un guión para cine y<br />

por eso en el libro <strong>de</strong> la colección “Palabras Rodantes”<br />

<strong>de</strong>l Metro <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín y Comfama que se <strong>de</strong>dicó a <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> (2007), lo dimos al público como un cuento. El<br />

título es la fecha en que se <strong>de</strong>claró en conmoción toda<br />

<strong>Colombia</strong> y ese día inició la “Guerra <strong>de</strong> los mil días”.<br />

Las cartas con las que se cierra el contenido <strong>de</strong> la<br />

revista no se han publicado antes. Son siete cartas<br />

<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> a Don Manuel <strong>de</strong> Greiff y una nota que<br />

manda el escritor a su esposa Inés Agu<strong>de</strong>lo. Fueron<br />

donadas generosamente por Ángela Correa <strong>Gómez</strong><br />

(<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l ingeniero <strong>de</strong> minas y cuentista), el<br />

día 24 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2005, a la Biblioteca “<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>”<br />

27


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong>, Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Ese día se<br />

celebró el recibimiento <strong>de</strong> la copia a color <strong>de</strong>l retrato<br />

<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que pintó Pedro Nel <strong>Gómez</strong> y que ahora<br />

cuelga al lado <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> las escaleras que llevan al<br />

segundo piso <strong>de</strong>l edificio. Todo esto fue posible gracias<br />

a las gestiones <strong>de</strong>l historiador Jorge Orlando Melo cuando<br />

dirigía la Biblioteca Luis Ángel Arango <strong>de</strong> Bogotá<br />

y al interés <strong>de</strong> su difunta esposa, Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong><br />

Melo, por su propio padre. Son documentos invaluables<br />

acerca <strong>de</strong> un período <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que no<br />

es muy claro aún. Gracias a ellos se pue<strong>de</strong> ubicar al<br />

autor y fechar su estadía en diversos lugares entre<br />

1902 y 1904 (excepto la nota, pues permite conocer<br />

un <strong>de</strong>talle sobre su relación con su esposa). Todas las<br />

cartas son relevantes para conocer lo azaroso que era<br />

el cateo y la explotación <strong>de</strong> minas como los hacía don<br />

<strong>Efe</strong>. Contienen datos importantes para su biografía<br />

como el <strong>de</strong> aquella enfermedad que lo obliga a irse al<br />

campo, los nombres <strong>de</strong> personas con los que trabajaba<br />

(resulta valioso saber que don Manuel <strong>de</strong> Greiff es <strong>de</strong> su<br />

confianza) o el que indica que don <strong>Efe</strong> conoció, trató y<br />

admiró al erudito Tomas O. Eastman – que tradujo los<br />

“Cuentos a Sonny” <strong>de</strong> Santiago Pérez Triana al español,<br />

y a quien se encargó oficialmente <strong>de</strong> impedir que los<br />

ingleses siguieran aprovechándose <strong>de</strong> las minas <strong>de</strong><br />

Marmato sin pagarle lo <strong>de</strong>bido a nuestro país. El caso<br />

<strong>de</strong> Fe<strong>de</strong>rico Delgado es <strong>de</strong>sconocido aún para quienes<br />

rastreamos las amista<strong>de</strong>s <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> y ofrece otra<br />

pauta para investigar. Estos documentos dan todavía<br />

más valor a la actual publicación. La trascripción <strong>de</strong><br />

ellas ha sido realizada por quien escribe. Se hicieron<br />

cambios menores <strong>de</strong> ortografía como tildar algunas<br />

palabras y actualizar la escritura <strong>de</strong> otras. También ha<br />

tratado <strong>de</strong> cuidar la edición <strong>de</strong> cada creación efesiana.<br />

28<br />

YYY<br />

SOBRE LA ESCRITURA EFESIANA: Haremos unas<br />

consi<strong>de</strong>raciones al respecto usando ejemplos sólo <strong>de</strong><br />

“Un Zarathustra maicero” para no alargarnos:<br />

En la obra se ve una manera <strong>de</strong> escribir muy pro-


pia. Hay <strong>de</strong>talles que sonarían mal para escritores que<br />

buscan la pulcritud en su escritura ante todo y, sin<br />

embargo, tales <strong>de</strong>talles le dan carácter. Su forma posee<br />

un sello único porque el artista es capaz <strong>de</strong> tomar lo<br />

que aparece como insignificante y lo lleva al terreno<br />

<strong>de</strong>l arte, dándole una elevada categoría artística.<br />

Estudia el habla <strong>de</strong> los antioqueños y sus personajes<br />

hablan con la soltura común a su diario vivir. La<br />

elegancia se mezcla con modos banales <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir las<br />

cosas como suce<strong>de</strong> en nuestros giros lingüísticos. Hay<br />

que haber oído <strong>de</strong>cir “Pero cuente ¿qué es la risa?” –<br />

expresión cargada <strong>de</strong> familiaridad interesada para que<br />

el otro le cuente a uno lo que uno <strong>de</strong>sea saber - para<br />

compren<strong>de</strong>r que <strong>Efe</strong> copia mo<strong>de</strong>los vivos y, a la vez, se<br />

encuentran elegancias hechas a partir <strong>de</strong> los reflexivos<br />

en los sufijos <strong>de</strong> los verbos: “Examinolo”, “seguímosle”,<br />

“<strong>de</strong>cíame”. Por ejemplo la frase: “Al <strong>de</strong>scubrirnos<br />

vació en ella todo lo que recogido había y limpiolo<br />

con cuidado. Entregónoslo cuando a él llegamos.” que<br />

pue<strong>de</strong> parecer “arrevesada” a un lector <strong>de</strong>l presente<br />

que más bien la diría así: ““Al <strong>de</strong>scubrirnos, vació en<br />

ella todo lo que había recogido y lo limpió con cuidado.<br />

Nos lo entregó cuando llegamos a él.” Pero el estilo<br />

<strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> exige la primera enunciación para hacer<br />

un tipo <strong>de</strong> música nueva. O cuando el narrador dice<br />

a Cár<strong>de</strong>nas: “La fortuna que todo ha sido un sueño<br />

mero.” Ese adjetivo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l sustantivo “sueño” no<br />

suena bien. Pero haberlo puesto allí obe<strong>de</strong>ce a retratar<br />

el modo como se habla entre nosotros. O dice “vecina<br />

quebrada”. El lector acostumbrado a otras escrituras<br />

pue<strong>de</strong> sentirse extrañado ante esas construcciones<br />

por lo que el modo en que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> escribe exige<br />

<strong>de</strong> uno, como lector, que se acomo<strong>de</strong> y oiga su música<br />

escritural y le permita actuar en uno. No hay que<br />

apartar los textos <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> si nuestra capacidad en<br />

el uso <strong>de</strong>l lenguaje se ha limitado. Hubo épocas en que<br />

los lectores <strong>de</strong> nuestro medio lo leían sin dificultad y<br />

para ellos escribía.<br />

Llama la atención también la musicalidad <strong>de</strong> una<br />

frase como ésta: “Baribú que fuera por agua a la vecina<br />

quebrada, tornó trayendo un hermoso pedazo <strong>de</strong><br />

pirita.” Se podría poner comas en otros lugares <strong>de</strong> esa<br />

frase escribiéndola así: “Baribú, que fuera por agua<br />

29


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

a la vecina quebrada, tornó, trayendo un hermoso<br />

pedazo <strong>de</strong> pirita.” Pero al leer como ha escrito don <strong>Efe</strong><br />

se pue<strong>de</strong> oír la ca<strong>de</strong>ncia propia y eso exige un tanto<br />

<strong>de</strong> paciencia para <strong>de</strong>construir el “modo correcto” <strong>de</strong><br />

escribir que se impone ahora y abrirse paso a un arte<br />

<strong>de</strong> escribir distinto don<strong>de</strong>, al fin y al cabo, resulta una<br />

amalgama escritural única.<br />

<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> juega con el idioma que tiene a mano,<br />

en prosa, él que supo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> joven hacer buena poesía<br />

en verso. Quedan en sus cuentos registros <strong>de</strong> estudios<br />

<strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> lingüística <strong>de</strong> gran valor porque acercan<br />

a nuestro pueblo al idioma que él mismo <strong>de</strong>spliega.<br />

Esa es una <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s contribuciones que hace un<br />

buen escritor a su grupo social. “Virilidad” lo llaman<br />

algunos <strong>de</strong> los que han pensado la literatura <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> y esa era un <strong>de</strong> las características que lo hacían<br />

apetecible para el público.<br />

Pero no se trata sólo <strong>de</strong> su valor para la lingüística<br />

sino <strong>de</strong> las emociones que transmiten esas construcciones.<br />

Por ejemplo la frase: “Era un material suelto,<br />

carmíneo, sembrado <strong>de</strong> piritas no oxidadas.”, dicha por<br />

un minero, <strong>de</strong>ja traslucir una emoción que no siente<br />

sino el que sepa <strong>de</strong> las li<strong>de</strong>s mineras. Si se le cree al<br />

personaje se le <strong>de</strong>ja ser al minero quien es. Como<br />

suce<strong>de</strong> en el caso <strong>de</strong> la conmoción que se siente ante<br />

la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir el mineral ansiado:<br />

“Volvemos <strong>de</strong> nuestra excursión por las crestas<br />

y la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la región más occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s.<br />

Un mes <strong>de</strong> selva silenciosa, <strong>de</strong> incesantes lluvias, <strong>de</strong><br />

marchas aplanantes, sin más guía que el instinto <strong>de</strong><br />

orientación <strong>de</strong> los indios, en busca <strong>de</strong> ese venero <strong>de</strong><br />

oro que se escon<strong>de</strong> siempre, y cuya aparición mantiene<br />

viva la esperanza. En cada quebrada, en cada<br />

afloramiento nos <strong>de</strong>tenemos a catear: cólmase <strong>de</strong><br />

arenas la batea exploradora; el Tío Tomá, con meneos<br />

magistrales, va mermando, mermando la liviana<br />

broza; en el fondo, al fin, negrea la jagua….. írguese,<br />

luego, solemne a dar la pinta….. y siempre, en todas<br />

las ocasiones, como si fuese la primera vez, se siente<br />

un ligero susto, una ansiedad grata. ¿Habrá oro allí?<br />

¿no lo habrá? ¡Oh vida errante <strong>de</strong>l explorador minero!<br />

Tus sensaciones, como las <strong>de</strong> amor, son siempre<br />

dulcemente crueles….. Nos inclinamos palpitantes a<br />

30


mirar….. ni un rubio grano entre la jagua negra y…..<br />

¡a<strong>de</strong>lante! a<strong>de</strong>lante siempre. Hasta que al fin…..”<br />

El anterior párrafo es magistral porque queda ante<br />

nosotros un acontecimiento turbador y en los términos<br />

<strong>de</strong> un minero como son los vocablos propios <strong>de</strong><br />

la profesión “jagua”, “catear”, “batea”, “broza” y con<br />

ese “írguese” que en nuestra habla popular viene <strong>de</strong><br />

“erguirse” (se ha transformado la “e” en “i” sin que ello<br />

importe mucho excepto a un estudioso <strong>de</strong>l lenguaje).<br />

Pero todo ello se <strong>de</strong>be a un manejo <strong>de</strong> la intensidad<br />

para llevar al que lee por los mismos sentimientos que<br />

estos buscadores <strong>de</strong> oro sometidos a una expectativa<br />

constante. Así construye un monólogo que se parece<br />

al <strong>de</strong>l teatro griego clásico <strong>de</strong> Esquílo, como indica<br />

Carrasquilla, en lo que permite saber sobre el que<br />

habla y limitándose a sus propias palabras.<br />

En otras ocasiones el escritor hace una suerte<br />

<strong>de</strong> resumen asombroso. Cuando Cár<strong>de</strong>nas recibe a<br />

los viajeros, a los que no ha visto en un mes, uno<br />

esperaría la <strong>de</strong>scripción más <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> cómo los<br />

agasajó pero don <strong>Efe</strong> entrega sólo cuatro grupos <strong>de</strong><br />

dos palabras por acción: un sustantivo y un adjetivo…<br />

Y con ello queda clara la escena. Su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

síntesis asombra.<br />

Hay también frases llenas <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles, como atiborrando<br />

una sola frase <strong>de</strong> muchas cláusulas diversas<br />

y haciendo inversiones <strong>de</strong> sujetos y predicados. Y lo<br />

hace casi sin puntuación. Cuando se acaba <strong>de</strong> leer<br />

una <strong>de</strong> sus oraciones extensas uno se percata <strong>de</strong> que<br />

ha pasado por i<strong>de</strong>as variadas y complejas que son<br />

una sola y lo ha hecho en una lectura que crepita<br />

como un fuego. Por ejemplo la siguiente <strong>de</strong>scripicón:<br />

“Sobre llamarada que brota <strong>de</strong> chamizas y <strong>de</strong> astillas<br />

pendientes <strong>de</strong> una vara horizontal sostenida por dos<br />

horquetas verticales hierven los frisoles con tocino en<br />

la olla enorme <strong>de</strong> hierro loceado <strong>de</strong> exterior azul y <strong>de</strong><br />

interior blanco y las llamas brotan, se retuercen visibles<br />

apenas entre el ambiente diáfano que sobre ellas vibra<br />

con visibles pulsaciones y el hervir <strong>de</strong> los frisoles es un<br />

fragante redoble que se fun<strong>de</strong> entre los ruidos <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong> que el viento trae, lleva, apaga, agranda.” Haga<br />

el lector el ejercicio <strong>de</strong> leerla en voz alta y verá <strong>de</strong> qué<br />

hablo. Una vez se le coge el ritmo, la magia se da.<br />

31


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

También hay que estudiarlo con paciencia para<br />

llegar a ver algo <strong>de</strong>l habla <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> mismo. Sólo<br />

indicamos un caso: en “En las minas” se concluye<br />

mostrando la misma Provi<strong>de</strong>ncia como “un enigma<br />

pavoroso”. Esa misma expresión será usada por el<br />

narrador <strong>de</strong> “Zarathustra maicero” pero para hablar<br />

<strong>de</strong> la vida (Y en ello se ha virado <strong>de</strong> una concepción<br />

religiosa católica a un modo <strong>de</strong> ver nietzscheano).<br />

Des<strong>de</strong> sus apuntes <strong>de</strong> juventud hasta sus últimas<br />

obras y entrevistas la existencia será para él algo ante<br />

lo que se tiembla. Pero estas constantes en diferentes<br />

obras son escasas puesto que el escritor buscaba un<br />

tono, un modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir las cosas propias para cada<br />

uno <strong>de</strong> sus relatos. Raros son los momentos en que<br />

se le <strong>de</strong>sliza <strong>de</strong> alguna manera el “yo <strong>de</strong> todo hijo <strong>de</strong><br />

vecino” <strong>de</strong> las Homilías <strong>de</strong> Carrasquilla el “yo” en sus<br />

cuentos a este gran artista <strong>de</strong> la palabra , <strong>de</strong>bido a<br />

su uso <strong>de</strong> una objetividad artística muy honda. Por<br />

ejemplo en “Rafael” habla <strong>de</strong> sí –pero integrando al<br />

relato su fragmento autobiográfico como <strong>de</strong>l narrador<br />

y a<strong>de</strong>más lo hace para el amigo Gabriel Latorre a quien<br />

<strong>de</strong>dica el cuento-.<br />

SU LEGADO: Las dos gran<strong>de</strong>s ocupaciones <strong>de</strong> este<br />

escritor e ingeniero (que no separaba las humanida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> las ciencias en su vida) fueron la literatura y la minería.<br />

En ambos campos se <strong>de</strong>stacó. Como minero fue<br />

reconocido y apreciado tanto por su trabajo <strong>de</strong> campo<br />

como por su dominio <strong>de</strong> la ciencia. Su más gran<strong>de</strong> logro<br />

en su profesión fue crear el sistema <strong>de</strong> cianuración<br />

para tratar las arenas <strong>de</strong> las Minas <strong>de</strong>l Zancudo, cerca<br />

a 1907, y con el cual se extraía un 65% <strong>de</strong>l mineral <strong>de</strong><br />

la escoria <strong>de</strong> las minas cuando los ingleses propusieron<br />

un método con el que se sacaba apenas el 35%. Como<br />

“cateador” <strong>de</strong> minas en Antioquia, el Chocó, Risaralda,<br />

Quindío, Tolima y Santan<strong>de</strong>r entró en contacto con<br />

los habitantes <strong>de</strong> diversas regiones y esas vivencias<br />

fueron la fuente para cuentos <strong>de</strong> temática minera, que<br />

lo hicieron famoso como escritor (aunque ese no es el<br />

único aspecto <strong>de</strong> su obra rescatable). Del mismo modo<br />

le era igualmente significativo como tema literario lo<br />

que entraña una ciudad en formación como Me<strong>de</strong>llín.<br />

Y su obra siempre explora a fondo lo que tiene que<br />

32


ver con la vida <strong>de</strong> los hombres. Des<strong>de</strong> sus épocas <strong>de</strong><br />

estudiante y hasta el final <strong>de</strong> sus días mostró dotes<br />

artísticas notables que <strong>de</strong>sarrolló en un medio don<strong>de</strong><br />

se relacionó con pintores, músicos, escritores, científicos<br />

y algunos políticos notables. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los<br />

géneros incluidos y <strong>de</strong> que sus cuentos sean obras<br />

maestras, escribió teatro (quedan fragmentos <strong>de</strong> tres<br />

obras suyas y una completa), cartas, crítica <strong>de</strong> arte,<br />

ensayos científicos, elogios a hombres significativos y<br />

una novela inconclusa (fuera <strong>de</strong> El diario <strong>de</strong> Pedro). En<br />

su vida logró el reconocimiento no sólo <strong>de</strong> su país sino<br />

también más allá <strong>de</strong> las fronteras nacionales.<br />

Como persona se le reconocía por ser un caballero<br />

tanto en los ambientes campesinos más humil<strong>de</strong>s,<br />

en las selvas o en los montes y en los hogares <strong>de</strong> los<br />

po<strong>de</strong>rosos y los potentados. Era un sabio al que se<br />

consultaba sobre ciencia y filosofía. Se trata <strong>de</strong> un<br />

hombre relevante en nuestra cultura cuya obra fue<br />

traducida hasta al chino y al ruso cuando aún vivía.<br />

Existen los testimonios <strong>de</strong> aprecio y admiración <strong>de</strong><br />

poetas como Guillermo Valencia y el español Francisco<br />

Villaespesa, o el <strong>de</strong>l novelista Tomás Carrasquilla. Jose<br />

Eustasio Rivera le envió una copia <strong>de</strong> “La Vorágine”<br />

con <strong>de</strong>dicatoria. Igualmente existen textos elocuentes<br />

<strong>de</strong> Gabriel Latorre, Luis Eduardo Nieto Caballero,<br />

Alonso Restrepo Moreno, Julio Vives Guerra, Horacio<br />

Franco, Tulio Ospina y Luis <strong>de</strong> Greiff para mencionar<br />

unos cuantos colombianos importantes en la cultura.<br />

Muchos escritores, entre ellos Alfonso Castro y Ricardo<br />

Uribe Escobar, le <strong>de</strong>dicaron cuentos y creaciones.<br />

Artistas como Francisco Antonio Cano y Pedro Nel<br />

Gomez hicieron retratos suyos. Horacio Longas nos<br />

<strong>de</strong>jó una talla en ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su rostro y Ramón Betancur<br />

un busto en yeso. Muchos caricaturistas, entre<br />

ellos el gran Rendón, lo plasmaron. Periodistas cuidadosos<br />

como Rubayata, Luis Yagary, Jaime Barrera<br />

Parra y Orlando Perdomo dieron a la prensa artículos<br />

serios sobre su vida y su obra. Como prueba <strong>de</strong> que<br />

generaciones posteriores a la suya se preocuparon<br />

por su legado citaremos al poeta Óscar Hernán<strong>de</strong>z<br />

que afirma que “don <strong>Efe</strong> es uno <strong>de</strong> nuestros sagrados<br />

mitos” y que el novelista Manuel Mejía Vallejo publicó<br />

una selección <strong>de</strong> sus cuentos.<br />

33


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Lo han incluido en sus estudios, en el exterior, Kurt<br />

Levy, Seymour Menton y Enrique An<strong>de</strong>rson Imbert.<br />

Más recientemente hay textos extensos y profundos<br />

sobre su vida y su obra <strong>de</strong> Margarita <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo<br />

(su hija mayor <strong>de</strong>l matrimonio con doña Inés Agu<strong>de</strong>lo)<br />

y <strong>de</strong> Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong> Melo (su hija menor <strong>de</strong>l mismo<br />

matrimonio) o <strong>de</strong> estudiosos como Marta Fari<strong>de</strong> Estefan<br />

Upegui, Jorge Alberto Naranjo Mesa, Estela Córdoba,<br />

Mario Escobar y Nicolás Naranjo Boza. Las ediciones<br />

dirigidas por Jorge Alberto Naranjo Mesa no sólo han<br />

rescatado <strong>de</strong>l olvido muchos textos sino que las presentaciones<br />

<strong>de</strong> su obra que ha expuesto permiten ver<br />

un <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que nadie hasta ahora había captado ni<br />

valorado tan justamente.<br />

No se recoge toda su obra aún porque las publicaciones<br />

originales no se han reunido todavía. En la<br />

década <strong>de</strong> los cuarenta, Balmore Álvarez García (que<br />

era yerno <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong>) publicó cuatro <strong>de</strong> los seis tomos<br />

que tenía proyectados <strong>de</strong> Obras completas (llamada<br />

“Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>”) en la editorial Bedout y esto<br />

ayudó dar a conocer su obra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces. Pero no<br />

es una edición completa y fuera <strong>de</strong> eso, allí aparecen<br />

por ejemplo “El paisano Álvarez Gaviria”, “Honni soit<br />

qui mal y pensé”, “Venga a nos el tu reino” o “Apuntes<br />

breves” sin que el editor indique la fuente <strong>de</strong> los mismos.<br />

Y se sabe <strong>de</strong> cuentos suyos perdidos…<br />

El lector pue<strong>de</strong> consultar más en la cronología que<br />

hemos hecho especialmente para esta edición <strong>de</strong><br />

“Palabra Viva”.<br />

ALGUNAS EDICIONES Y TRABAJOS PARA ENTRAR<br />

EN CONTACTO CON SU OBRA<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Almas Rudas. Primer tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />

Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />

Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 4 <strong>de</strong> Octubre <strong>de</strong><br />

1943. (Se reeditó como volumen 136 <strong>de</strong> la “Colección<br />

bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 24 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1973).<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Retorno. Segundo tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />

34


Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />

Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 10 <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong><br />

1944. (Se reeditó como volumen 139 <strong>de</strong> la “Colección<br />

bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 3 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1973).<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Guayabo negro. Tercer tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />

Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />

Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 3 <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong><br />

1945. (Se reeditó como volumen 123 <strong>de</strong> la “Colección<br />

bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 20 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1978).<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Mi gente. Cuarto tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />

Director general <strong>de</strong> la edición Balmore Álvarez G.<br />

Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 1 <strong>de</strong> Septiembre<br />

<strong>de</strong> 1949. (Se reeditó como volumen 148 <strong>de</strong> la “Colección<br />

bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 21 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong><br />

1974. También se reeditó en la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong>.<br />

<strong>Colombia</strong>: Unimedios, 2007.)<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Sus mejores páginas. Selección y prólogo <strong>de</strong> Clara <strong>Gómez</strong><br />

<strong>de</strong> Melo. Volumen 64. Me<strong>de</strong>llín: Ediciones autores<br />

antioqueños, 1991.<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Croniquillas y otros textos. Prólogo <strong>de</strong> Jorge Alberto<br />

Naranjo Mesa. Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Editorial <strong>Universidad</strong><br />

Pontificia Bolivariana, 1996.<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

En las minas. Selección y prólogo <strong>de</strong> Jorge Alberto<br />

Naranjo Mesa. Me<strong>de</strong>llín: <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>,<br />

1997.<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890).<br />

Edición <strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Editorial<br />

<strong>Universidad</strong> EAFIT, 2006.<br />

<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Guayabo negro y otros cuentos. Prólogo <strong>de</strong> Clarita <strong>Gómez</strong><br />

<strong>de</strong> Melo. <strong>Colombia</strong>: Panamericana Editorial Ltda., 2006.<br />

35


<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />

Cuentos y Croniquilla. Presentación <strong>de</strong> Nicolás Naranjo<br />

Boza. Colección Palabras rodantes No. 3. Me<strong>de</strong>llín: El<br />

Metro/Comfama, 2007.<br />

Levy, Kurt L. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Clásicos colombianos Procultura.<br />

Bogotá: Procultura, 1992.<br />

Naranjo Boza, Nicolás. La filosofía en la obra <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong>. Investigación presentada al Instituto <strong>de</strong> Filosofía<br />

<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Antioquia como parte <strong>de</strong>l<br />

grupo <strong>de</strong> investigación Filosofía y Literatura <strong>de</strong> dicho<br />

Instituto. 2009. Inédito aún.<br />

Nicolás Naranjo Boza<br />

Docente <strong>de</strong> tiempo completo ocasional <strong>de</strong>l<br />

Instituto <strong>de</strong> Filosofía, <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Antioquia.


POESÍA


POEMAS DE “CUADERNO DE MATERIA PRIMA<br />

(1890)”<br />

Soneto escrito en la clase <strong>de</strong> Retórica <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong><br />

<strong>de</strong> Departamento por mandato <strong>de</strong>l profesor el<br />

año <strong>de</strong> 1887. El tema que dio también el profesor fue<br />

el portero <strong>de</strong>l establecimiento, hombre gordo llamado<br />

Gordillo Da Da.<br />

La haz quebrada <strong>de</strong> la mar flotante<br />

surge gallarda Venus Citerea<br />

fíngela Fidias y en el mármol crea<br />

<strong>de</strong> la belleza el mol<strong>de</strong> palpitante.<br />

Los misteriosos mundos sueña el Dante<br />

en que el alma prescita gime rea,<br />

y en rotundas estrofas su alta i<strong>de</strong>a<br />

ofrece al mundo el vate <strong>de</strong>lirante.<br />

Forja armonías con potencia ignota<br />

Weber en medio <strong>de</strong> sus ansias fieras<br />

en que cada dolor tiene su nota.<br />

Todo cabe <strong>de</strong>l arte en las esferas<br />

excepto (y esto mi paciencia agota)<br />

<strong>de</strong> Gordillo las anchas posa<strong>de</strong>ras. 1<br />

38<br />

YYY<br />

1 Tomado <strong>de</strong> “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong>. Edición <strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Fondo<br />

Editorial <strong>Universidad</strong> EAFIT, 2006. pags. 58-59.


DOS VERSIONES DE UN POEMA<br />

En un rincón <strong>de</strong> la clase<br />

<strong>de</strong> puro atento abstraído<br />

medito sobre una curva<br />

viajera <strong>de</strong>l infinito<br />

que sobre el negro tablero<br />

va trazando un condiscípulo,<br />

curva que á una inflexible<br />

recta, en elegante giro<br />

se acerca siempre, sin nunca<br />

tocarla, y entre mí mismo<br />

con tristeza pienso: Cuántos<br />

seres, siguen el camino<br />

que un fatal <strong>de</strong>ber les traza<br />

o un imposible, y vecinos<br />

físicamente, entre ellos<br />

mirando un inmenso abismo<br />

siguen, tristes, resignados<br />

a juntarse en lo infinito.<br />

Escuela N. <strong>de</strong> Minas – 1890 – febrero 2<br />

ASÍMPTOTA<br />

En un rincón <strong>de</strong> la clase,<br />

<strong>de</strong> puro atento, abstraído,<br />

medito sobre una curva<br />

viajera <strong>de</strong> lo infinito<br />

que sobre el negro tablero<br />

analiza un condiscípulo.<br />

Curva que a una inflexible<br />

recta, en elegante giro,<br />

se acerca siempre, sin nunca<br />

alcanzarla.<br />

¡Ay! Asimismo<br />

(con tristeza pienso) viajan<br />

2 Ibid, pags. 17-18.<br />

39


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

tu <strong>de</strong>stino y mi <strong>de</strong>stino.<br />

Yo, por los negros fanales<br />

<strong>de</strong> tus ojos atraído<br />

como un errante cocuyo<br />

perenne hacia ti dirijo<br />

mi libre vuelo. Tú, asceta,<br />

a triste <strong>de</strong>ber uncido<br />

el corazón, recta encien<strong>de</strong>s<br />

la estela <strong>de</strong> tu camino...<br />

uno amante y otra austera...<br />

es triste. ¡Pudo haber sido!<br />

Hoy las hijas <strong>de</strong>l Alcal<strong>de</strong><br />

¿las recuerdas? Hanme dicho<br />

que en vestir santos empleas<br />

tus treinta abriles divinos...<br />

Pues me haré santo, ¡lo juro!<br />

Por el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l síndico<br />

saltaré a la sacristía<br />

y con sigilo infinito<br />

me <strong>de</strong>slizaré en la iglesia<br />

hasta el altar. En el nicho<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha está el santo<br />

que vistes tú: San Francisco<br />

<strong>de</strong> Asís. Como Amor me lleva<br />

me perdonará el divino<br />

y el seráfico. Y con maña<br />

lo colocaré a un ladito<br />

y <strong>de</strong> emoción tembloroso<br />

en el hierático nicho<br />

<strong>de</strong> nuestro amor asimptótico<br />

tal vez cruce infinito<br />

te esperase. Ya tus pasos<br />

resuenan en el recinto,<br />

ya llegas. Cierro los ojos,<br />

el corazón se hace un lío<br />

en mi garganta. Tus manos,<br />

tus manos nácar y armiño<br />

me palpan. Yo doy un brinco<br />

y mi cuerpo tembloroso<br />

en tu bello cuerpo ciño<br />

como el árbol el bejuco.<br />

40


Y tu sollozas: “¡Sacrílego!”<br />

y yo no veo tal tragedia<br />

en este divino idilio.<br />

“De suerte que cuando ye<br />

equivale a equis... Vos Quico<br />

dice el profesor ¿en dón<strong>de</strong><br />

tristura adiós – en dón<strong>de</strong><br />

se cortan, en dón<strong>de</strong> – dijo –<br />

va a tocar con ese cuerpo<br />

esa tangente?” – “En el nicho.”<br />

exclamo yo. Todos ríen.<br />

¡Pobre Quiko! ¡Pobre Quiko!<br />

1924 3<br />

YYY<br />

I<br />

El huracán soplaba<br />

Sobre un lecho <strong>de</strong> andrajos<br />

la madre se moría.<br />

De frío al par y <strong>de</strong> terror temblaba<br />

la hija aún pequeñuela<br />

junto a un candil que moribundo ardía.<br />

II<br />

El pobre padre, en tanto<br />

llevado a su pesar a ignota tierra<br />

a pelear en la guerra,<br />

cubierto <strong>de</strong> vendajes, macilento,<br />

<strong>de</strong> un hospital <strong>de</strong> sangre<br />

en un lecho <strong>de</strong> paja reclinado,<br />

insomne, silencioso,<br />

triste piensa en su hogar abandonado.<br />

III<br />

El tiempo corrió lento.<br />

Sobre el polvo sangriento<br />

<strong>de</strong> un campo <strong>de</strong> batalla<br />

3 Ibid. pags. 89-92.<br />

41


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

el padre sucumbió. Huérfana y sola<br />

la hija le espera en el hogar <strong>de</strong>sierto,<br />

cada noche entre sueños<br />

que a ella viene, en los términos <strong>de</strong>l huerto<br />

alegre le columbra...<br />

y el nuevo día su orfandad alumbra.<br />

IV<br />

En tanto lo que patria apellidamos<br />

su <strong>de</strong>samparo mira indiferente.<br />

¿Qué le importa que caiga sobre su ara<br />

horrible ya y hedionda<br />

con la sangre y el llanto y los harapos<br />

<strong>de</strong> cien generaciones,<br />

<strong>de</strong> sangre y llanto humano un nuevo chorro?<br />

Lo que a tigre hambrienta<br />

el convulso saltar <strong>de</strong> la aún sangrienta<br />

presa que <strong>de</strong>spedaza<br />

en su cubil, a par <strong>de</strong> su cachorro.<br />

42<br />

Me<strong>de</strong>llín – 1890 – abril 4<br />

YYY<br />

UN PRO QUID PRO QUO<br />

Din-dan, din-dan, din-dan; Así sonaba<br />

el esquilón ayer, mientras pasaba<br />

por una <strong>de</strong> esas calles<br />

al [s]eráfico con pompa conducido<br />

a la casa <strong>de</strong> un pobre moribundo<br />

y <strong>de</strong> la esquila al compasado ruido<br />

se postraba el tumulto reverente<br />

e inclinada la frente<br />

ante el Creador <strong>de</strong>l mundo.<br />

Solamente un muchacho campesino<br />

que a esta villa por vez primera vino,<br />

<strong>de</strong> pie permanecía<br />

4 Ibid. pags. 20-22.


abriendo tantos ojos y pensando<br />

que para qué sería<br />

todo aquello que estaba contemplando.<br />

Hasta que al fin vencido<br />

<strong>de</strong>l ejemplo común que tanto pue<strong>de</strong><br />

se arrodilló en silencio<br />

como quien se resigna mas no ce<strong>de</strong>.<br />

No bien el sacerdote hubo pasado<br />

púsose en pie con aire <strong>de</strong>scuidado<br />

y siguió su camino.<br />

Mas poco andado había<br />

cuando al fin <strong>de</strong> la calle que pasaba<br />

observó que a él venía<br />

lentamente avanzando<br />

un gran carro los aires asordando<br />

arrastrado <strong>de</strong> un mulo macilento<br />

que un pequeño esquilón llevaba asido<br />

agitado en su tardo movimiento<br />

metiendo asaz <strong>de</strong>sapacible ruido.<br />

Ante tanto aparato<br />

alelado se queda largo rato<br />

mas al fin se resuelve, y con presura<br />

se postra y reverente<br />

adora la basura<br />

y el carro juntamente;<br />

creyendo en su simpleza el pobre chico<br />

y es por <strong>de</strong>sgracia general creencia<br />

que el ruido y la balumba<br />

merecen reverencia.<br />

Pero ¿qué mucho que se engañe un simple<br />

si vemos cada instante<br />

por apariencias meras<br />

socieda<strong>de</strong>s enteras<br />

<strong>de</strong> los hombres juzgando?<br />

Cuántos quizás <strong>de</strong> los que admira el mundo<br />

ingenios sin segundo<br />

<strong>de</strong>ben su fama a un exterior bruñido<br />

que es la huera armadura<br />

que encierra lo que el carro <strong>de</strong> basura. 5<br />

5 Ibid. pags. 59-61.<br />

43


DOS DE LOS POEMAS PUBLICADOS<br />

EN SU VIDA


DE UN PÁRRAFO DE STENDHAL<br />

(A Arturo Johnson)<br />

¡No! nuestra juventud no es valerosa.<br />

Y no digáis que sí, porque sin miedo<br />

a veces en los campos <strong>de</strong> batalla<br />

arrostre la metralla<br />

o en los tumultos que enloquece el vino<br />

el puñal que levantan ebrias manos:<br />

eso frecuentemente es indolencia,<br />

por la vida culpable indiferencia.<br />

Mas el sano valor, el entusiasmo,<br />

el gozo puro <strong>de</strong> vivir trocose<br />

en cobar<strong>de</strong> marasmo,<br />

y esta generación entristecida<br />

cruza bajo la pura luz <strong>de</strong>l cielo<br />

hastiada <strong>de</strong> la vida.<br />

Las pasiones augustas que ennoblecen<br />

ríe cruel o escéptica analiza;<br />

el tibio hogar <strong>de</strong>l corazón escarba<br />

y avienta la ceniza.<br />

Y en medio a su pueril escepticismo<br />

huye el Amor porque le tiene miedo,<br />

el miedo vil que engendra el egoísmo.<br />

Y es que esas almas frías no conciben<br />

que los mismos <strong>de</strong>shechos huracanes<br />

<strong>de</strong> dudas dolorosas y <strong>de</strong> afanes<br />

que levanta el Amor, al par que encien<strong>de</strong>n<br />

el mar <strong>de</strong>l existir <strong>de</strong> crespas olas,<br />

las flojas velas <strong>de</strong> la nave tien<strong>de</strong>n;<br />

hácenla retemblar, cual se estremece<br />

brioso corcel que siente el acicate,<br />

y por sobre las olas la levantan<br />

y gallarda la impelen,<br />

<strong>de</strong> los mares señora<br />

¡gloriosa y vencedora!<br />

octubre <strong>de</strong> 18976 6 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />

45


46<br />

LEYENDO A DANTE 7<br />

(A Gabriel Latorre)<br />

Amor, ch´a nullo amato amar perdona…<br />

(Dante. - L´Inferno. Canto V)<br />

“¡Que Amor obliga a amar al que es amado!”<br />

- dijo, alzando <strong>de</strong>l libro la cabeza<br />

con gesto doloroso <strong>de</strong> extrañeza -<br />

“¡Muy <strong>de</strong> otro modo el mundo anda enredado!”<br />

“¡Y <strong>de</strong>círmelo a mí, que he <strong>de</strong>vorado<br />

<strong>de</strong> este amor, que él ignora, la tristeza;<br />

que <strong>de</strong> dolor me muero, y por fiereza<br />

mantengo el corazón amordazado!<br />

¡Que Infierno el tuyo, oh Dante, en que pusiste<br />

dos amantes en dulce abrazo opresos<br />

y en ósculos sus bocas confundiste!<br />

¡Ay! El infierno <strong>de</strong> mi amor no es <strong>de</strong> esos.<br />

Oye, y apren<strong>de</strong> qué es un alma triste:<br />

¡Conmigo enterrarán todos mis besos!”<br />

ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />

Comercio. Año I, no. 2, octubre <strong>de</strong> 1897. pag. 91.<br />

7 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” Ibid. Año II, no. 14, enero <strong>de</strong><br />

1899. pag. 67.


PROSAS ESCRITAS DURANTE SU EPOCA<br />

DE ESTUDIANTE


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Hablando en doblones ¿cuál es mi situación actual?<br />

A <strong>de</strong>cir verdad, la más ambigua posible y a la vez la<br />

más clara. Porque sólo un camino hay y uno sólo que<br />

<strong>de</strong>ba seguir, es a saber: estudiar. No otro porvenir se<br />

me ofrece que el que, con ayuda <strong>de</strong> Dios se entien<strong>de</strong>,<br />

pero sólo <strong>de</strong> Dios, me abra yo con mis propias fuerzas.<br />

Eso me dice mi conciencia, y no solamente ella, que<br />

mis amigos genuinos (los pocos que por tales tengo)<br />

me lo amonestan con sinceridad. De suerte que <strong>de</strong><br />

mi <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> – humanamente hablando – mi porvenir.<br />

Por tanto valor y ole morena, que sería <strong>de</strong>sesperante<br />

ver a mis actuales camaradas vencer en la lucha <strong>de</strong> la<br />

vida, mientras yo relegado al olvido, por mi culpa ni<br />

aún <strong>de</strong>recho tuviera <strong>de</strong> entrar en lid.<br />

Con que manos “a la obra”. No hay esfuerzo que<br />

no tenga recompensa. Y si por causas superiores a lo<br />

humano fracaso, aún me quedará la satisfacción <strong>de</strong><br />

haber hecho lo posible y ningún remordimiento ni disgusto<br />

<strong>de</strong> mí mismo ¡ay! mi torcedor perenne, vendrá a<br />

mortificarme en mi <strong>de</strong>cepción, si es que por fuerza he<br />

<strong>de</strong> tenerla; que si no, y el éxito corona mis esfuerzos,<br />

oh, entonces ben<strong>de</strong>ciré a Dios, seré un hijo digno <strong>de</strong><br />

mi madre, viviré lo feliz que en el mundo pue<strong>de</strong> el<br />

hombre serlo y moriré contento.<br />

Tu ayuda pues oh Dios mío, tu bendición madre<br />

querida y - Laboremus.<br />

Me<strong>de</strong>llín – 1889 – marzo 4 8<br />

48<br />

YYY<br />

Arte <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir todo lo que quiere <strong>de</strong>cirse como quiere<br />

<strong>de</strong>cirse. Así <strong>de</strong>finiría yo la retórica. Pero es el caso que<br />

esa es una facultad individual y por tanto incomunicable<br />

por lo que siempre he creído que qué arte ni que<br />

pan caliente. Las figuras <strong>de</strong> retórica son algo como lo<br />

8 “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Edición<br />

<strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Fondo Editorial EAFIT,<br />

2006. pags. 22-24.


que se llama en mineralogía cristalografía (cacofonía<br />

llamaría cualquiera esta mi algarabía) digo que no<br />

son las figuras <strong>de</strong> retórica sino mol<strong>de</strong>s que sacados a<br />

posteriori <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s poetas quieren<br />

algunos tipos aplicarlas a priori a todo lo que ha <strong>de</strong> salir<br />

en lo futuro <strong>de</strong> las fantasías <strong>de</strong> los nacidos. Es como<br />

si dijeran: “Los gran<strong>de</strong>s poetas antiguos escribieron<br />

bellamente y escribieron <strong>de</strong> tal modo luego lo bello no<br />

pue<strong>de</strong> ser sino <strong>de</strong> ese tal modo.” Y lo peor es, todavía<br />

hay gentes que toman esas reglas, que ellos llaman,<br />

en la memoria y se dicen retóricos y se constituyen<br />

en jueces <strong>de</strong> los que se escribe.<br />

Cada que eso veo me parece estar escuchando a<br />

un sabio botánico antiguo, pero tanto que aprendió su<br />

ciencia cuando cubría la tierra esa flora lujuriosa que<br />

hoy yace en hulla convertida formando costras inmensas;<br />

digo que me parece oír a un sabio tal con<strong>de</strong>nando<br />

la actual vegetación por que <strong>de</strong>bido a la cultura han<br />

aparecido producciones nuevas sin observar que a<br />

cambio <strong>de</strong> condiciones atmosféricas y climatológicas<br />

en general ha <strong>de</strong> venir forzosamente cambio en lo por<br />

tales agentes producido. 9<br />

YYY<br />

Todos comenzamos por querer amoldar la vida a<br />

nuestros antojos y acabamos por amoldarnos a los<br />

antojos <strong>de</strong> la vida.<br />

Marzo 9 <strong>de</strong> 1899, Me<strong>de</strong>llín 10<br />

YYY<br />

Para vivir alegremente vale más una naturaleza<br />

dulce que todas las filosofías. 11<br />

9 Ibid. pags. 55-56.<br />

10 Ibid. pag. 22.<br />

11 Ibid. pag. 55.<br />

49


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

50<br />

YYY<br />

Cada día me convenzo más <strong>de</strong> que estudiar es orar. 12<br />

YYY<br />

El hombre consi<strong>de</strong>rado en sus relaciones con<br />

Dios en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la gracia se me parece al vidrio<br />

<strong>de</strong> un espejo colocado en una cámara oscura y que<br />

recibe por una agujero los rayos <strong>de</strong>l sol, el cual, si<br />

está perfectamente limpio, no se ve él sino la imagen<br />

<strong>de</strong>l sol, tan viva, que compite en brillo con el mismo<br />

foco <strong>de</strong> que emana; empero arrojad polvo sobre él y<br />

todavía veréis el sol reflejado, eso sí, pero también el<br />

espejo hecho visible por el cuerpo que lo empaña. Así<br />

el hombre purificado por la penitencia y el sufrimiento<br />

espejo es <strong>de</strong> la divinidad y, empañado por la culpa,<br />

es un vidrio que aunque refleja a Dios se <strong>de</strong>ja ver con<br />

toda su miseria. 13<br />

YYY<br />

En toda la fuerza <strong>de</strong> mi escepticismo tropecé con<br />

tu mirada llena <strong>de</strong> ignorancias. He aquí me dije un<br />

bello <strong>de</strong>spertar; era el momento en que te frotabas<br />

los ojos <strong>de</strong>l alma como el que <strong>de</strong>spierta cada mañana.<br />

Mira: en tanto creas en ti misma el mundo te parecerá<br />

hermoso. Empero, teme el momento en que comience<br />

para ti esta que actualmente me posee anemia <strong>de</strong>l<br />

alma. Ay, la vida se irradia a sí misma en alegría y<br />

entusiasmo y cuando ya nuestro ser está frío como<br />

un hogar apagado, en vano pedimos a lo exterior lo<br />

que tanto prodigamos, y el frío y la oscuridad que<br />

llevamos en nosotros enfrían y oscurecen cuanto nos<br />

ro<strong>de</strong>a, y entonces todo lo vemos sombrío, y la única<br />

esperanza es que tras este ocaso hemos <strong>de</strong> tener una<br />

aurora <strong>de</strong> día entero. Oh niña feliz, tú, si tras ese tu<br />

bello <strong>de</strong>spertar amaneciera tu alma en su verda<strong>de</strong>ro<br />

12 Ibid. pag. 52.<br />

13 Ibid. pags. 80-81.


horizonte sin tener que pasar por la fría y brumosa<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sengaño.<br />

Setiembre 24 / 90 14<br />

YYY<br />

Cosa extraña es uno mismo. Tan pronto lo posee<br />

la <strong>de</strong>sesperación como le sonríe la esperanza engendrando<br />

bienestar y calma, y todo a veces lo hace una<br />

palabra, un gesto, un fácil digestión. ¡Qué cosa tan<br />

compleja es la vida! Se compone <strong>de</strong> nonadas que se<br />

extien<strong>de</strong>n en lucubraciones <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ncia infinita.<br />

Se me parecen los actos humanos a las líneas rectas<br />

in<strong>de</strong>finidas: la dirección el ángulo, como quien dice,<br />

con un eje dado (que en lo moral bien pudiera ser sin<br />

gran metáfora el <strong>de</strong>ber) es todo en ellas, es lo que<br />

<strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong> su convergencia o paralelismo <strong>de</strong> todas sus<br />

relaciones en fin. Y cuán lejos no se pudiera llevar la<br />

analogía – las soluciones imaginarias √-a como quien<br />

dice representarían los sueños, las locuras <strong>de</strong> cerebros<br />

anormales. Las asímptotas los anhelos insaciables. ¡Las<br />

tangentes símbolo <strong>de</strong> cuántas cosas no serían!<br />

¡Pero el ángulo! El ángulo sobre todo. Sí: él <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>;<br />

estudiadlo siempre, el os dará en análisis geométrico la<br />

ecuación <strong>de</strong> la línea y en análisis ético la legitimidad o<br />

ilegitimidad <strong>de</strong> la acción, <strong>de</strong>spués nada os importe que<br />

la línea es fatal en su prefijada dirección y la justicia<br />

<strong>de</strong> Dios inmutable como su esencia.<br />

(Me<strong>de</strong>llín 8 <strong>de</strong> setiembre) 15<br />

14 Ibid. pags. 61-62.<br />

15 Ibid, pags. 53-55.<br />

51


PROSAS PUBLICADAS DESPUÉS<br />

DE GRADUARSE


INOFENSIVO<br />

Es un hombre <strong>de</strong> esos que cogen taco, como dicen.<br />

Y yo le sacaba el cuerpo hacía días. Sabía que me<br />

tenía preparado un párrafo.<br />

Pero esa tar<strong>de</strong> no hubo remedio. Ambos íbamos <strong>de</strong><br />

paseo, y emparejamos.<br />

—Leí tu artículo – me dijo no más me hubo saludado.<br />

—¡Ajá! ¿Y qué?<br />

—Pues creo que esa no es la labor <strong>de</strong>l arte verda<strong>de</strong>ro.<br />

Para mí tengo que la lectura que como ésa no nos eleva,<br />

no nos hace mejores, es malsana y <strong>de</strong>be eliminarse.<br />

¡Y no sabes tú la institución que atacas!<br />

—Pero si yo no he atacado nada. ¿Sabes lo que hay?<br />

Es que las gentes <strong>de</strong> su generación son románticas<br />

hasta los tuétanos.<br />

—¡Románticas! Bueno está. ¿Acaso crees que ese tu<br />

modo <strong>de</strong> ver las cosas ha <strong>de</strong> durarte? Se conoce que no<br />

has sentido esas melancolías negras que se apo<strong>de</strong>ran<br />

<strong>de</strong> los célibes <strong>de</strong> cuarenta como yo (tiene cincuenta)<br />

cuando asistimos a una tertulia <strong>de</strong> familia en casa<br />

<strong>de</strong> un amigo <strong>de</strong> la infancia, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus hijos, y<br />

adivinamos una dicha serena, escondida, vedada irremisiblemente<br />

para nosotros.<br />

Mira: Cuando estamos jóvenes vivimos vida íntima con<br />

amigos que participan <strong>de</strong> todos nuestros proyectos,<br />

se interesan por todos nuestros asuntos; pero la vida<br />

va corriendo, y a cada instante nos arrebata algo: la<br />

tumba, el <strong>de</strong>shonor, la miseria que abate y avergüenza<br />

van engullendo a los que amamos y nos aman. Y la<br />

soledad va creciendo en torno nuestro. Y nos co<strong>de</strong>amos<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

con otras generaciones que ni nos conocen ni conocemos.<br />

Hasta la Naturaleza parece ser otra. Paisajes<br />

enteros van cambiando. El río mismo, al correr, ha<br />

cegado con arena el charco en que nos bañamos <strong>de</strong><br />

niños. ¡Ah! y nosotros los célibes que no nos retiramos<br />

a tiempo a la sombra con una esposa dulce, creada en<br />

nuestro mismo medio, nutrida con las mismas auras<br />

<strong>de</strong> juventud que a nosotros nos nutrieron, con quien<br />

po<strong>de</strong>r recordar, en quien po<strong>de</strong>r aspirar perfumes <strong>de</strong> la<br />

juventud ya ida, como aspira el <strong>de</strong>sterrado con <strong>de</strong>licia<br />

el tiesto con tierra y flores <strong>de</strong> la patria…..<br />

Y es justo lo que nos suce<strong>de</strong> – continuó -. Tratamos<br />

<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> todas las ventajas que la sociedad nos<br />

ofrece, sin volverle nada en cambio, y encontramos la<br />

venganza en nosotros mismos. En amor, por ejemplo,<br />

buscamos lo banal y huímos, egoístas, sus <strong>de</strong>más goces,<br />

si menos vivos, apacibles y tranquilos, sin fijarnos<br />

en que, dislocando esa pasión que por sí forma un todo<br />

armónico cuya evolución está sabiamente calculada<br />

para una vida, <strong>de</strong>sequilibramos nuestro ser, lo fatigamos,<br />

recomenzando a amar cuando <strong>de</strong>bíamos estar ya<br />

<strong>de</strong>scansando en la segunda etapa, en la etapa tranquila<br />

en que la sensualidad punzante ha sido reemplazada<br />

por afectos más serenos. Y entonces mal<strong>de</strong>cimos <strong>de</strong><br />

la vida, porque la sensitividad gastada no respon<strong>de</strong><br />

al <strong>de</strong>seo, cada día más loco. Quisiéramos amar, amar<br />

<strong>de</strong> veras, recorrer la gama entera <strong>de</strong>l amor con sus<br />

alegrías y sus tristezas, recibir en nuestros brazos un<br />

hijo, preocuparnos por su suerte, temblar por lo que<br />

pueda suce<strong>de</strong>rle, y <strong>de</strong>sembarazarnos así <strong>de</strong> este viejo<br />

yo, y la soledad en que nos vemos es la venganza <strong>de</strong><br />

las leyes más hondas <strong>de</strong> la vida, la venganza que sentía<br />

sobre sí el viejo Fausto <strong>de</strong> Goethe, la que sienten<br />

los Faustos <strong>de</strong> todos los ór<strong>de</strong>nes, los que corriendo<br />

tras la ciencia, o la riqueza, o la gloria, o el <strong>de</strong>leite,<br />

no advierten que son fuerzas vivas integrantes <strong>de</strong> un<br />

todo armónico y no meros espectadores que en medio<br />

<strong>de</strong> su egoísta diletantismo, olvidan la ley única <strong>de</strong> la<br />

existencia: la oportunidad. Sí: la oportunidad. Comenzar<br />

a amar cuando todavía somos jóvenes. No sabes<br />

tú lo que se pier<strong>de</strong> no haciéndolo. Porque el amor, el<br />

amor que ha <strong>de</strong> durar, requiere juventud, y la juventud<br />

54


no se repite: que ella no es sólo salud, pujanza; no,<br />

que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo esto, es un momento psicológico<br />

único, que presupone otras vidas que vibren al unísono<br />

<strong>de</strong> la nuestra, unas mismas estrofas en la boca, unos<br />

mismos i<strong>de</strong>ales en el alma.<br />

¡Ah! y los que fueron jóvenes conmigo, hoy transitan,<br />

resignados los unos, tristes vencidos los otros, dichosos<br />

los menos, sus propios caminos, abstraídos. Y<br />

yo los veo pasar, y me quedo solitario. La mujer que<br />

amé es ya madre y abuela, y ni siquiera recuerda que<br />

nuestras vidas se cruzaron un instante. El amigo íntimo<br />

me estrecha la mano y pasa <strong>de</strong> largo. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse<br />

que ni patria tengo, porque para los viejos, a más <strong>de</strong>l<br />

suelo, la patria la constituyen gentes con quienes nos<br />

ligue comunidad <strong>de</strong> recuerdos, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengaños, que<br />

hayan recorrido unos mismos caminos a par nuestro.<br />

¿Qué me resta, pues, a mí en la vida? ¿Qué <strong>de</strong>recho<br />

me asiste, por ejemplo, para uncir al remo, en la vieja<br />

galera <strong>de</strong> mis cuarenta y tantos a una pobre niña,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber gastado la vida en placeres egoístas?<br />

Tan solitario, o más que ahora, me encontraría al<br />

lado suyo. ¿Y ella? Figúrate lo que sentiría al verme,<br />

a mí, su marido, con gorro <strong>de</strong> dormir, la boca hundida<br />

como la cicatriz <strong>de</strong> una fístola, en tanto que mi <strong>de</strong>ntadura<br />

– toda una mandíbula con dientes blanquísimos<br />

engastados en caucho rojo pálido – se moriría <strong>de</strong> risa<br />

sobre mi mesa <strong>de</strong> noche.<br />

Comprendió que había ido <strong>de</strong>masiado lejos, y se<br />

calló. Yo, que vi que asistía a una confesión sincera,<br />

seguí en silencio.<br />

Así continuamos buen rato.<br />

Luego prosiguió:<br />

—Suce<strong>de</strong> con estas cosas como con el espíritu <strong>de</strong><br />

sacrificio que el Cristianismo aportó al mundo. ¿Por<br />

qué hemos <strong>de</strong> sacrificar la vida y sus alegrías? nos<br />

preguntamos cuando el vivir gravita dulcemente sobre<br />

nosotros. ¿Acaso Dios pue<strong>de</strong> complacerse en los<br />

martirios voluntarios <strong>de</strong> la criatura? ¿A qué esa sed <strong>de</strong><br />

sacrificio? Pero esperad a que un gran dolor torture el<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

alma. Entonces vemos que ninguna <strong>de</strong> nuestras máximas<br />

es po<strong>de</strong>rosa a consolarnos; antes el alma como<br />

que necesita salirse <strong>de</strong> todo eso que fue la compañía<br />

falaz <strong>de</strong> su bienestar y que ahora la abandona, como<br />

cortesanos que vuelven a su señor la espalda en la<br />

adversidad. Y entonces compren<strong>de</strong>mos que en el sacrificio,<br />

en la abnegación, en la aceptación <strong>de</strong>l dolor<br />

augusto como amigo y no como antagonista <strong>de</strong> la vida,<br />

se encuentra el consuelo.<br />

Tal en la vida común el matrimonio. Tú verás <strong>de</strong><br />

qué han <strong>de</strong> servirte tus filosofías, tus estéticas, cuando<br />

la vida se te ponga triste. Has <strong>de</strong> ver el <strong>de</strong>sconsuelo<br />

que se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> ti, cuando contemples irse, mar<br />

<strong>de</strong> lo imposible a<strong>de</strong>ntro, esa visión que flota siempre<br />

tácita en todos nuestros asuntos, <strong>de</strong> una mujer amada<br />

en un hogar tranquilo, dando calor al corazón aterido<br />

y llenando estas soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l alma que se agrandan<br />

cada día más, que la amistad no llena. Pero ojalá que<br />

nunca te suceda.<br />

Llegamos en esto a una esquina. Se <strong>de</strong>spidió y<br />

tomó por una calle, a la <strong>de</strong>recha. Me paré a observarlo.<br />

A los pocos pasos vi que seguía los airosos <strong>de</strong> una<br />

moza liviana.<br />

¡Oh vida, vida inagotable! – pensé – ¡tú tienes<br />

tristezas y consuelos para todos!<br />

Lo que es hoy no se suicida.<br />

Me<strong>de</strong>llín, noviembre <strong>de</strong> 1895. 16<br />

16 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />

ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />

Comercio. Año II, no. 16, marzo <strong>de</strong> 1899. pags. 134-136.<br />

56


FRAGMENTOS I DÚO<br />

Des<strong>de</strong> allí, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el corral engramado <strong>de</strong> una<br />

casita <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> las la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l Cuchillón, Pedro y<br />

su novia Margarita mira ban hacia el valle don<strong>de</strong> se<br />

asienta Me<strong>de</strong>llín. No hablaban ya, di chosos <strong>de</strong> hallarse<br />

así el uno al lado <strong>de</strong>l otro y en silencio, tocados <strong>de</strong><br />

la melancolía que sigue á las gran<strong>de</strong>s expansiones.<br />

El sol se había escondido. La claridad <strong>de</strong>l cielo, arrebolado,<br />

se filtraba insegura sobre el mundo. Allá don<strong>de</strong><br />

la montaña reposa en la llanura entre los repliegues<br />

profundos <strong>de</strong> sus flancos, reinaba ya la noche; y más<br />

acá, sobre el abierto valle, flotaba un ambiente, mezcla<br />

discreta <strong>de</strong> luz y <strong>de</strong> tinieblas en cuyo seno se iban<br />

fundiendo todos los matices <strong>de</strong>l ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> arboledas y<br />

sembrados, el rojo <strong>de</strong> los techos <strong>de</strong> la villa, el blanco<br />

<strong>de</strong> sus pare<strong>de</strong>s y sus torres.<br />

Luego las campanadas <strong>de</strong>l Ángelus corrieron el<br />

silencio. Después más nutridas en el recinto <strong>de</strong> la<br />

ciudad, diseminadas en el valle y sus la<strong>de</strong>ras, fueron<br />

encendiéndose luces <strong>de</strong> faroles y <strong>de</strong> hogares.<br />

Las sombras cerrando más y más su círculo, iban<br />

borrando el mundo exterior y acorralando las almas<br />

en el recinto <strong>de</strong> las conciencias.<br />

Por la <strong>de</strong> Pedro cruzaban cosas tristes. Pensaba en<br />

su situación con respecto a Margarita: un movimiento<br />

<strong>de</strong> simpatía irreflexivo, alegre, habíalos impulsado el<br />

uno al otro, y allí a la sombra <strong>de</strong> la amistad y la costumbre,<br />

había germinado el amor. Amor gran<strong>de</strong> y po<strong>de</strong>roso<br />

en ella para quien llegaba entonces la opulenta<br />

pubertad, llenando <strong>de</strong> ensueños el misterio <strong>de</strong> su alma<br />

y cuajando <strong>de</strong> redon<strong>de</strong>cos su cuerpo incomparable.<br />

Y él también habría acabado por amarla. Pero un<br />

sentimiento más vivo, una pasión dolorosa casi, consumía<br />

las mejores energías <strong>de</strong> su alma.<br />

Pedro era un diletante. Poseía uno <strong>de</strong> esos cerebros<br />

que vibran a todas las i<strong>de</strong>as como un ojo bien<br />

conformado a todos los matices <strong>de</strong> la luz, un cerebro<br />

incapaz por la plenitud misma <strong>de</strong> su percepción, <strong>de</strong><br />

esas fijezas <strong>de</strong> voluntad <strong>de</strong> los hombres llamados<br />

57


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

prácticos. Habíase entregado a viajes dilatadísimos,<br />

si no profundos por los campos <strong>de</strong> las filosofías, <strong>de</strong><br />

las ciencias y <strong>de</strong> la literatura, y como era novelero y<br />

vigoroso y trataba <strong>de</strong> hacer dar a su sensibilidad la<br />

misma nota que vibraba en su cerebro, impregnado<br />

<strong>de</strong> no sé qué i<strong>de</strong>as sobre el valor real <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong>l<br />

matrimonio, habíase lanzado a experiencias locas en<br />

la época en que también soplaban en su alma los aires<br />

que hacen germinar el amor, dando por resultado el<br />

que <strong>de</strong>jara su corazón allí don<strong>de</strong> otros sólo <strong>de</strong>jan su<br />

apetito.<br />

Y esta era su lucha amarga. Su dignidad <strong>de</strong> hombre,<br />

las fibras más nobles <strong>de</strong> su corazón, las que tenían<br />

todavía impresa la huella <strong>de</strong> la presión <strong>de</strong>licada <strong>de</strong> las<br />

manos <strong>de</strong> su madre cuando las amoldaba para el bien,<br />

el sentimiento <strong>de</strong> quien era, todo, todo le gritaba: ama<br />

a Margarita, hazte hombre, sacu<strong>de</strong> ese yugo. Pero un<br />

lazo obscuro, una atracción cruel y acre <strong>de</strong> animalidad,<br />

algo como el dominio malsano <strong>de</strong>l hipnotizador sobre<br />

la histérica, tenían sujeta su voluntad a los pies <strong>de</strong> una<br />

criatura cruel e indigna.<br />

Margarita, por el contrario, experimentaba ese<br />

bienestar <strong>de</strong>l que ama por el solo hecho <strong>de</strong> estar cerca<br />

<strong>de</strong>l objeto amado. Bienestar que es como una tregua<br />

<strong>de</strong> esa serie <strong>de</strong> anhelos, <strong>de</strong> cuidados, <strong>de</strong> conjeturas, <strong>de</strong><br />

sobresaltos, que componen la ausencia. Y embriagada<br />

<strong>de</strong> confianza como todo ser débil, al lado <strong>de</strong> aquellos en<br />

quienes confía y a quienes ama, recordaba sonriéndose<br />

todos los presentimientos tristes <strong>de</strong> sus largas horas <strong>de</strong><br />

soledad. Recordó la última noche pasada en la ciudad,<br />

víspera <strong>de</strong> su viaje al Cuchillón, en que Pedro <strong>de</strong>bía ir<br />

a verla. Lo esperó hasta tar<strong>de</strong> recostada a la baranda<br />

<strong>de</strong>l balconcito, escuchando todos los ruidos <strong>de</strong> la calle.<br />

Cada que allá en un extremo oía tropel <strong>de</strong> pasos, se<br />

ponía a escuchar casi sin respirar <strong>de</strong> puro atenta. Unas<br />

veces el taconeo se iba <strong>de</strong>bilitando hasta per<strong>de</strong>rse; era<br />

gente que <strong>de</strong>sembocaba en la calle y se alejaba. Otras<br />

veces el ruido se iba abultando, se acercaba. Cuando<br />

llegaba <strong>de</strong>bajo, al frente <strong>de</strong>l portón, ella suspendía el<br />

aliento. Esperaba oír <strong>de</strong>tenerse el grupo, oír <strong>de</strong>cir a los<br />

amigos: “hasta mañana,” y luego las pisadas conocidas<br />

<strong>de</strong> Pedro resonar en el zaguán. Pero el grupo iba<br />

pasando y se alejaba. Así se estuvo hasta bien tar<strong>de</strong>,<br />

58


hasta que ya no pasaba nadie. Luego se retiró a su<br />

alcoba toda triste. Ya acostada no podía dormirse. Se<br />

le ocurrían tantas cosas.<br />

Se quedó al fin dormida. Ojalá no. Empezó a soñar<br />

<strong>de</strong> Pedro cosas horribles: que era muy malo, en fin,<br />

una pesadilla, y lloraba en sueños y <strong>de</strong>spertó llorando<br />

y cuando vio que había sido un sueño se arrodilló en<br />

la cama a rezar y rezó mucho. Luego se sentó en el<br />

lecho acurrucada, luchando con el sueño y rogando a<br />

la Virgen que no la <strong>de</strong>jara volver a dormir, que no la<br />

<strong>de</strong>jara volver a soñar. De golpe, al pie <strong>de</strong> la ventana,<br />

estalló vibrante una bandola, casi al mismo instante<br />

una guitarra, luego una voz clara y limpia, la voz <strong>de</strong><br />

Vergara, se elevó cantando amores. Sintió un estremecimiento<br />

dulce recorrer su piel bajo las colchas.<br />

Pedro estaba allí, la quería más aún: había querido<br />

sorpren<strong>de</strong>rla agradablemente. ¡Oh, haber soñado eso<br />

<strong>de</strong> él! Cierto que ella no tenía la culpa.<br />

Y al llegar aquí <strong>de</strong> sus recuerdos, llevada <strong>de</strong> esa<br />

necesidad <strong>de</strong> expansión que la dicha engendra, volviose<br />

a Pedro y le dijo:<br />

—¿A que no adivinas en qué estoy pensando?<br />

—Pues no acierto, contestó este, abstraído.<br />

—Pues mira, bobito, pensaba en la última serenata<br />

que me diste.<br />

Pedro no respondió; sentía vergüenza al recordar<br />

lo que la tal serenata había sido. La hora <strong>de</strong> ir a casa<br />

<strong>de</strong> su novia lo cogió en una cantina con la cabeza embolatada.<br />

De allí salió ya muy tar<strong>de</strong> dando traspiés.<br />

Cruzose con unos músicos que iban <strong>de</strong> parranda y<br />

diose a correrla con ellos. Cuando llegó al pie <strong>de</strong> las<br />

rejas <strong>de</strong> su novia estaba exhausto por el insomnio y el<br />

alcohol. Comenzaron la serenata y mientras él asiose<br />

fuertemente <strong>de</strong> los barrotes <strong>de</strong> la ventana hundió la<br />

frente entre los brazos y estúpidamente, sin sentido<br />

cabal, percibiendo a trechos fragmentos <strong>de</strong> canción<br />

que rodaban en su cabeza maquinalmente, se estuvo<br />

largo rato. Luego sintió arcadas, llenósele la boca <strong>de</strong><br />

un líquido amargo, y un chorro inmundo fue a manchar<br />

los muros blancos tras los cuales Margarita, su novia,<br />

la niña intacta y pura, acurrucada en su blanco lecho<br />

<strong>de</strong> doncella, tiritaba <strong>de</strong> emoción…..<br />

59


60<br />

YYY<br />

Y continuaron en silencio, cada cual entregado a<br />

los pensamientos a que su estado <strong>de</strong> ánimo lo llevaba.<br />

YYY<br />

Era el cuarto día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l plenilunio. El cielo,<br />

que al principio <strong>de</strong> la noche había estado negro intenso,<br />

permitiendo que se vieran sobre su obscuro<br />

fondo hasta el polvo fosforescente <strong>de</strong> las nebulosas,<br />

empezaba a ser alumbrado por la luna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> regiones<br />

muy bajas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allá <strong>de</strong> las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

los horizontes <strong>de</strong>l Oriente. E íbase tornándose <strong>de</strong> una<br />

transparencia opalina don<strong>de</strong> no lucían ya las estrellas<br />

pequeñas, parpa<strong>de</strong>aban débilmente las <strong>de</strong> mediana<br />

magnitud y se <strong>de</strong>stacaban sólo las estrellas gran<strong>de</strong>s,<br />

las que señalan el esqueleto <strong>de</strong> las constelaciones.<br />

A cada instante los rayos <strong>de</strong> la luna herían regiones<br />

más bajas <strong>de</strong> la atmosfera. Algunas nubes altas nadaban<br />

ya en sus efluvios. Luego otras más bajas, las<br />

que reposaban sobre las cumbres <strong>de</strong> las montañas <strong>de</strong><br />

Occi<strong>de</strong>nte. Después, las cumbres mismas <strong>de</strong> los montes.<br />

Y la argentada mancha fue <strong>de</strong>scendiendo por sus<br />

flancos. Y las brumas que dormían sobre la atmosfera<br />

dormida <strong>de</strong>l valle y <strong>de</strong> la villa brillaron como polvo<br />

luminoso. Y la mancha tocaba ya en el valle. Y ellos<br />

<strong>de</strong> cara al Occi<strong>de</strong>nte la miraban avanzar. Y la luz lamía<br />

las copas <strong>de</strong> los árboles, el haz <strong>de</strong> las sabanas y los<br />

relieves <strong>de</strong> las faldas. Y las sombras se albergaban en<br />

los sen<strong>de</strong>ros escondidos, en las gargantas hondas, en<br />

las arboledas y los setos. Y los edificios <strong>de</strong> la ciudad<br />

heridos casi normalmente fueron mostrando sus blancas<br />

superficies, lenta y dulcemente, como en plácida<br />

sonrisa. Después, mucho más cerca, sobre la arena <strong>de</strong><br />

la carretera <strong>de</strong> Buenosaires, recortaron los árboles sus<br />

sombras alargadas. Luego allí al alcance <strong>de</strong> la mano las<br />

hojas <strong>de</strong> los chagualos y los caunces, brillaron como<br />

si fueran <strong>de</strong> metal bruñido….. Volviéronse al Oriente:<br />

sobre el azul luminoso alzábase gloriosa la reina <strong>de</strong> la<br />

noche, caballera sobre la negra y fantástica silueta <strong>de</strong><br />

Pan<strong>de</strong>azúcar y Santaelena.


A sus rayos, Margarita lució como un mármol,<br />

mucho más hermosa que la luna, cuyos rayos se quebraban<br />

sobre su frente alta y noble, en su boca intacta<br />

y húmeda, en sus ojos claros y gran<strong>de</strong>s. Sí; mucho<br />

más que la luna hermosa, pues no era la luz <strong>de</strong>l astro<br />

brillante, única y monótona la que ella hacia lucir, sino<br />

otra rica, quebrada en mil pedazos y trasformada en<br />

reflejos infinitos la que <strong>de</strong>volvía su rostro embellecido.<br />

Pedro sintió en la cara su aliento tibio y el azote<br />

blando <strong>de</strong> las hebras sueltas <strong>de</strong> su cabeza con que la<br />

brisa retozaba, y exclamó: ¡Qué hermosa eres, Margarita!<br />

y al <strong>de</strong>cir eso, se inclinó a mirarla, y la joven<br />

tembló ante la mirada fascinadora y profunda <strong>de</strong> esa<br />

alma gran<strong>de</strong> y reflexiva, con ese amor verda<strong>de</strong>ro y<br />

genuino que no surge sino una sola vez en la vida<br />

y cuyo sabor misterioso <strong>de</strong>spués en vano buscamos<br />

torturados por la sed infinita <strong>de</strong> goces que luego nos<br />

acosan, sin compren<strong>de</strong>r que en la evolución inexorable<br />

<strong>de</strong> nuestro ser, no se pasa sino una sola vez, legítimamente,<br />

por una serie <strong>de</strong> sensaciones. ¡Ah! la joven no<br />

le entendía, que a haber sido así, habría <strong>de</strong>sconfiado <strong>de</strong><br />

la fácil elocuencia <strong>de</strong>l que así la fascinaba, que el amor<br />

verda<strong>de</strong>ro no analiza sino que se repliega silencioso y<br />

comulga en las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l ser impregnado <strong>de</strong><br />

pasión, embobado, como <strong>de</strong>cía la mística <strong>de</strong> Ávila, y<br />

como ella misma en ese instante lo sentía, no acertando<br />

a respon<strong>de</strong>r a las razones <strong>de</strong> su amante, sino<br />

con una sonrisa <strong>de</strong> cuasi éxtasis callado.<br />

Me<strong>de</strong>llín, Mayo <strong>de</strong> 1897. 17<br />

17 Tomado <strong>de</strong> El Repertorio (Revista mensual ilustrada).<br />

Directores Luis <strong>de</strong> Greiff y Horacio M. Rodríguez. Serie I.<br />

Me<strong>de</strong>llín, mayo <strong>de</strong> 1897. Números 10, 11 y 12. Pags. 390-394.<br />

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62<br />

EL DIARIO DE PEDRO (Fragmento)<br />

- “No me gustan las gentes que no beben: es<br />

porque tienen algo que ocultar. El licor es<br />

franco, comunicativo, incita a las confi<strong>de</strong>ncias<br />

íntimas….. ¡Y es muy bueno!..... Sírvanos lo<br />

mismo….. ¡Salud!.....”<br />

- “¡Cuánto rumor en la calle! Gentes que pasan,<br />

risas, músicas, campanadas. ¡Ah! la Nochebuena…..”<br />

- “¿Nochebuena? Eso dicen y para algunos lo<br />

será. Lo que es para mí, no y no. Dan primero<br />

para Misa <strong>de</strong>l gallo. ¡Que <strong>de</strong>n!<br />

Sé que hay quién se divierte actualmente,<br />

quién oye levantarse a su re<strong>de</strong>dor un murmullo<br />

<strong>de</strong> simpática admiración. Y esa tal es<br />

dueña <strong>de</strong> mi alma; pero la posee como el


po<strong>de</strong>roso un jumento, por allá en un rincón<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>hesas. Bien: que siga indiferente;<br />

yo seguiré amándola: no puedo menos; ¡pero<br />

humillado, pero suplicante, pero una queja,<br />

pero un suspiro, eso: jamás!<br />

Viene ya para mí una edad <strong>de</strong> más calma<br />

aparente y, en realidad, más tormentosa.<br />

Hasta hoy he sido irreflexivo, pueril. De hoy<br />

empiezo a enfrentarme con la vida, a pelear<br />

mi mendrugo y el <strong>de</strong> los míos en la hambreada<br />

piara humana. Hasta aquí he visto como<br />

mero espectador todo eso; ahora voy a tomar<br />

cartas en el tragicómico espectáculo. He estudiado<br />

los hombres por el arte, estudiarelos en<br />

a<strong>de</strong>lante como se estudia una fuerza natural,<br />

para sacar <strong>de</strong> ella el mayor provecho posible.<br />

O prevalece nuestra personalidad asimilando<br />

para sí los restos <strong>de</strong> los que caen en la lucha<br />

por la vida, o nos asimilan, no hay medio. Es<br />

cuestión <strong>de</strong> fuerza, <strong>de</strong> bárbara selección, sin<br />

tregua, y ¡ay! <strong>de</strong>l caído: el peso <strong>de</strong> la burla,<br />

unido al <strong>de</strong> la miseria, lo <strong>de</strong>bilitan y lo afligen,<br />

convirtiéndolo en lodo don<strong>de</strong> los cerdos <strong>de</strong> la<br />

cobar<strong>de</strong> humanidad burean <strong>de</strong>spojos con sus<br />

voraces hocicos y revuelcan sus epicúreos<br />

torsos.<br />

¡A<strong>de</strong>lante, pues! A trabajar, pero con rectitud,<br />

sin habilidad; ¡oh! no, sin esa fuerza <strong>de</strong> los<br />

débiles que consiste en reptar como serpiente,<br />

<strong>de</strong>slizándose por todos los agujeros, mordiendo<br />

aquí, acariciando allí. ¡Qué miseria! ¡No,<br />

mil veces! Sea mi lema pasar por encima o no<br />

pasar. Que jamás una humillación pese sobre<br />

mi conciencia; que pueda erguirme siempre<br />

ante mí mismo. Que me crea siempre digno<br />

hijo <strong>de</strong> mi madre, y digno <strong>de</strong> ti, mujer. Esto<br />

me basta, aunque no te posea. Quiero más<br />

sentirme digno <strong>de</strong> tí sin poseerte, que indigno<br />

poseyéndote.<br />

Y tú me darás fuerzas para luchar. Y cuando<br />

tenga gloria y riquezas que ofrecerte, llegare-<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

64<br />

me a tí temblando, como joven sacerdote que<br />

por vez primera y temeroso se acerca al altar.<br />

Arrojándolo todo a tus plantas, contarete mis<br />

amarguras, mis esfuerzos; contarete cómo tú<br />

has sido compañera <strong>de</strong> mis soleda<strong>de</strong>s, aguijón<br />

<strong>de</strong> mis <strong>de</strong>smayos; y como eres noble y como<br />

eres tierna, bajarás hasta tu hechura; y apoyada<br />

en mi brazo, guiarete hasta mis lares,<br />

en don<strong>de</strong> te esperan caliente sopa, rojo vino y<br />

muros hechos a <strong>de</strong>volver el eco <strong>de</strong> tu nombre.<br />

Y entonces sí, y no esta noche será mi Noche<br />

buena.”<br />

Así dijo, y <strong>de</strong> nuevo hizo llenar las copas, que apuramos<br />

<strong>de</strong> un solo trago.<br />

Y cumplió la consigna que se había a sí mismo impuesto,<br />

y venció. Su riqueza es gran<strong>de</strong>; glorioso su<br />

nombre; suya la mujer amada.<br />

Realizados sus <strong>de</strong>seos, ya nada le queda que hacer<br />

en la vida.<br />

¡Qué fastidio! 18<br />

18 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />

ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />

Comercio.. Año II, No. 21, Me<strong>de</strong>llín, agosto <strong>de</strong> 1899, pags.<br />

351-352.


De “EL DIARIO DE PEDRO”<br />

(Libro en preparación)<br />

….¡Ah los hermosos tiempos en que los hidalgos<br />

taciturnos portaban al flanco pendientes las espadas!<br />

¡Tiempos <strong>de</strong> honor, <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> discreción y <strong>de</strong><br />

silencio!<br />

Cuando en la mu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> las tortuosas calles, bor<strong>de</strong>adas<br />

<strong>de</strong> calados miradores, caballeros ardientes y<br />

gallardos como gallos, hacían sonar sobre el duro pavimento<br />

las espuelas y sobre las espuelas las conteras<br />

<strong>de</strong> los templados toledanos, lanzándose, al cruzarse,<br />

esas magníficas miradas provocadoras y arrogantes,<br />

mientras las diestras acariciaban el puño <strong>de</strong> la espada!<br />

¡Entonces sí, los hombres eran hombres y pasiones<br />

las pasiones, secretos y solemnes los amores, las razones<br />

corteses y discretas!<br />

Reinaba entonces la igualdad heroica: No aquesta<br />

mo<strong>de</strong>rna igualdad venal ante el <strong>de</strong>recho (¡vil mercado!)<br />

sino la igualdad hidalga <strong>de</strong> pechos caballeros, tribunal<br />

magnánimo, ante cuyo valor todos los hombres son<br />

iguales y ante cuyo respeto y cortesía lo son todas las<br />

damas. ¡Que los machos <strong>de</strong> entonces sí sabían para<br />

qué sirven las tizonas como sabe el gallo para qué son<br />

los espolones!<br />

¡Pero hoy! ¡Ah! ¡Hoy ya la fibra <strong>de</strong>l sexo se ha<br />

aflojado! ¡Hoy todos los hombres son más o menos<br />

príncipes tu<strong>de</strong>scos!<br />

Y los veréis por ahí sesteando como novilladas <strong>de</strong><br />

engor<strong>de</strong> en las <strong>de</strong>hesas, en las calles, en salones y<br />

en bazares, <strong>de</strong>partiendo mano a mano como alegres<br />

comadres se<strong>de</strong>ntarias, como si el amor y sus furores<br />

hubieran sido hechos para hablar <strong>de</strong> ellos y no para<br />

vivirlos.<br />

¡Hablar! ¡He aquí todo el presente!<br />

¡Palabras! Eso es lo que satura el ambiente emponzoñándolo,<br />

y lo hace irrespirable. Ya no hay espadas,<br />

sino lenguas. Ya no hay sangre, sino baba.<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

¡Ah¡ ¡Cuándo volverán a enfrenar las lenguas el<br />

tónico y viril olor a sangre! ¡Cuándo volveremos a ser<br />

hombres!<br />

Y es que nuestra sociedad gárrula y pequeña no<br />

compren<strong>de</strong> que el honor, como la libertad, es solidario.<br />

Y que así como el que ve con egoísta indiferencia<br />

conculcados por un déspota los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> alguien,<br />

no importa quién, que nació libre, es un alma <strong>de</strong> esclavo,<br />

que merece vivir bajo la tralla; así el que oye<br />

<strong>de</strong>strozar una honra y no protesta, verase mañana él<br />

propio izado en la picota!<br />

¡Sociedad <strong>de</strong> bizantinos y <strong>de</strong> eunucos!<br />

Mereces verte (¡y no ha <strong>de</strong> ser muy tar<strong>de</strong>!) entre<br />

ca<strong>de</strong>nas y sin honra!..........<br />

Minas <strong>de</strong>l Zancudo, septiembre, 1909. 19<br />

19 Revista Alpha, Año IV, No. 42, Me<strong>de</strong>llín, julio <strong>de</strong> 1909,<br />

pags. 226-227.<br />

66


De “EL DIARIO DE PEDRO”<br />

En “un carrito <strong>de</strong> empuje” que vuela rumoroso sobre<br />

los rieles, voy <strong>de</strong> Palestina a Puerto Berrío.<br />

Llueve fuego.<br />

Pero el aire roto en la carrera, zumba en los oídos<br />

y refresca la frente.<br />

Miro verticalmente: la vía es una corriente <strong>de</strong> guijarros<br />

que se viene encima y se mete por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />

carrito. Miro a los lados; las orillas <strong>de</strong> la vía corren,<br />

vuelan en dirección contraria a la que yo llevo; quizás<br />

yo y mi carro estamos quietos, y alguien, tirando <strong>de</strong><br />

atrás, hace <strong>de</strong>slizarse, por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mí, la faja <strong>de</strong><br />

tierra en que se asientan la vía y sus orillas. No sé ni<br />

lo sabré nunca. En todo caso ahí está Einstein que lo<br />

averigüe.<br />

67


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Una cruz en la orilla <strong>de</strong> la vía. Otra colgada con flores<br />

aún frescas. Otra y otra y otra. Pero ¿y las cruces<br />

viejas, las cruces <strong>de</strong> los antiguos cementerios a cuya<br />

sombra dormían en tiempos aún cercanos los hombres<br />

<strong>de</strong> la montaña que vinieron a trabajar a la línea, como<br />

dicen allá arriba, cuando el gran Cisneros echaba sus<br />

cimientos?<br />

¡Ah la tierra que como el mar <strong>de</strong>vora restos <strong>de</strong><br />

naufragios, royó lentamente sus bases, <strong>de</strong>rribándolas<br />

luego y, una a una, fuelas engullendo! ¡Y tantas cruces<br />

como eran! Y cada una <strong>de</strong> ellas cubría un hombre - así,<br />

un hombre - un antioqueño. Y eran tantos, que según<br />

<strong>de</strong>cía el viejo capitán, cada polín <strong>de</strong> la vía cuesta un<br />

hombre. Y hoy ya nadie los recuerda. Ni aún allá arriba,<br />

en sus blancos hogares, en las propias bodas <strong>de</strong> sus<br />

hijas, sonó quizás su nombre. ¿Y quién <strong>de</strong> los hombres<br />

nuevos que por aquí van arrastrados por máquinas<br />

humeantes, sabe <strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong> esos seres ignorados?<br />

Y me pongo a pensar: ¿por qué a estos <strong>de</strong>sconocidos<br />

no se les <strong>de</strong>dica un recuerdo, por qué en uno<br />

<strong>de</strong> los extremos <strong>de</strong> la vía no se erige un monumento<br />

muy íntimo y muy bello que diga <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l morir<br />

anónimo, en medio <strong>de</strong> estas batallas <strong>de</strong>l trabajo en<br />

pos la igualdad soñada, que han reemplazado a las<br />

antiguas batallas por la libertad? ¿Por qué no se alza<br />

un monumento al Obrero Desconocido?<br />

Puerto Berrío. Hemos llegado. Es una tar<strong>de</strong> divina,<br />

fuego y oro. Por todas partes el horizonte vélase<br />

in<strong>de</strong>ciso entre una bruma fúlgida hecha <strong>de</strong> rubor y <strong>de</strong><br />

misterio. El Magdalena, que absorbe en su seno y que<br />

<strong>de</strong>vuelve toda la gloria <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, es bruñido espejo<br />

<strong>de</strong> fuego, <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> ámbar, <strong>de</strong> nácar, <strong>de</strong> jacinto.<br />

—¡El hidroavión! - dicen a mi lado, señalando<br />

allá….. en el horizonte <strong>de</strong>l sur, entre el ambiente luminoso,<br />

un punto negro perceptible apenas. En pocos<br />

momentos ya es visible, gran<strong>de</strong>. Óyese el motor como<br />

un ruido <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> seda que flameasen, que se<br />

frotasen, que se <strong>de</strong>sgarrasen en jirones, entre redobles<br />

<strong>de</strong> atambores. Detiénese el motor. Y en silencio<br />

majestuoso, sobre las alas <strong>de</strong>slizado, en vuelo oblicuo,<br />

el avión <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> sobre el río. Va a tocar el espejo<br />

68


<strong>de</strong>l agua. Lo ha tocado. Como un <strong>de</strong>do húmedo que<br />

paseara empañando la tersa superficie metálica, la<br />

estela crece, crece; es ya vasto abanico <strong>de</strong> crespos<br />

chorros irisados que va abriéndose y cuyo mango es<br />

el avión, que avanza ingrávido, gallardo.<br />

Ha cerrado la noche. En la playa, <strong>de</strong> caótica negrura,<br />

rota a trechos por manchas <strong>de</strong> luz <strong>de</strong> las farolas <strong>de</strong> los<br />

buques <strong>de</strong>l puerto y <strong>de</strong>l hotel <strong>de</strong> la colina, va y viene<br />

gárrula multitud cosmopolita. En la sombra, protegido<br />

por montones <strong>de</strong> fardos, me acurruco, silencioso; toda<br />

la pompa <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> empapa mi cerebro.<br />

Tiemblo levemente: dulce, luminoso, cruza allá y<br />

viene a mí el recuerdo <strong>de</strong> los seres que amo.<br />

¡Silencio! Tan sólo a los poetas se permite ir gritando<br />

por el mundo sus amores. Y yo no soy poeta. Soy<br />

tan sólo un hombre obscuro que bebe a sorbos largos,<br />

espaciosos, <strong>de</strong> las ondas <strong>de</strong> ventura irrestañable que<br />

<strong>de</strong>l propio fondo <strong>de</strong> mi humil<strong>de</strong> corazón borbotan”.<br />

11 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1938 20<br />

20 Tomado <strong>de</strong> la Revista Univesidad <strong>de</strong> Antioquia. No. 31.<br />

Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>. Junio <strong>de</strong> 1939. pags. 365-366.<br />

69


70<br />

CEPAS RACIALES<br />

Sobre una camilla <strong>de</strong> varas amarradas con bejucos,<br />

y que ha sido cubierta y mullida con gloriosas ban<strong>de</strong>ras<br />

castellanas, agoniza don Lope <strong>de</strong> Hoz.<br />

A respetuosa distancia, los recios veteranos que<br />

han acompañado a ese valiente a Italia, a Flan<strong>de</strong>s y<br />

a estas remotas conquistas <strong>de</strong> Indias, lo contemplan<br />

silenciosos.<br />

En hombros han ido trayendo al jefe, esos leales,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las distantes llanuras en que con los taironas<br />

guerreaban, hacia las cimas <strong>de</strong> Antioquia, saludables y<br />

frías, en don<strong>de</strong> posee campos mineros opulentos que<br />

trabaja con ejércitos <strong>de</strong> esclavos negros que le temen y<br />

le adoran, y en don<strong>de</strong>, sobre todo, lo aguarda su joven<br />

esposa, la hija <strong>de</strong> un cacique, su amigo, bella y dulce,<br />

que ha dado a su vejez hijos hermosos y audaces,<br />

verda<strong>de</strong>ro progreso biológico sobre el español gárrulo<br />

y dramático, y sobre el indio taciturno.<br />

Pero el jefe no verá las soberbias cordilleras <strong>de</strong> su<br />

patria adoptiva. El jefe se muere. Se muere en esa<br />

loma escampada en don<strong>de</strong> han <strong>de</strong>scansado su litera<br />

<strong>de</strong> rústicas varas, tendido sobre estandartes rojo y<br />

gualda, envuelto en la gloria <strong>de</strong> fuego y oro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />

Para la tremenda ocasión, hase hecho vestir uniforme<br />

<strong>de</strong> gala: el uniforme mismo que vistiera en<br />

Lepanto, cuando montando una goleta armada a sus<br />

expensas, él, ignorante <strong>de</strong> las artes <strong>de</strong> la guerra en el<br />

mar, y que acometer tan sólo sabe, cayó sobre enorme<br />

bajel turco, aferró borda con borda, y, en alto la espada<br />

castellana, saltó el primero al abordaje.<br />

Y sobre el lecho <strong>de</strong> agonía su espada yace inerte,<br />

a par <strong>de</strong>l brazo.<br />

Todo allí yace inerte. Tan sólo entre la se<strong>de</strong>ría rojo<br />

y gualda, como si fuera la propia crinada cabeza rediviva<br />

<strong>de</strong>l ibero león <strong>de</strong> los gloriosos estandartes, la faz<br />

soberbia <strong>de</strong>l magnate emerge, expresiva y arrogante.<br />

—Sí, padre, creo en Jesucristo - va diciendo don<br />

Lope a un monje dominico que a su lado le encomienda


el alma - y tan cierto es, que por exten<strong>de</strong>r su fe entre<br />

los infieles he venido a estas Indias. Y a no haber sido<br />

porque la calentura me postró, su cruz bendita se alzaría<br />

en estos instantes sobre el postrer bohío humeante<br />

<strong>de</strong> esos taironas engreídos. Pero Nuestro Señor no lo<br />

quiso. Y los taironas no serán sometidos. Ya no queda<br />

quién lo haga. Ya no quedan sino aventureros sedientos<br />

<strong>de</strong> oro y por el oro afeminados. Ya la sangre española<br />

es sangre mercenaria.<br />

—El señor proveerá, hijo, a esas conquistas: gran<strong>de</strong><br />

es su po<strong>de</strong>r, pero es preciso, hijo mío, que penséis<br />

en vos mismo, en el asunto inaplazable en que nos<br />

venimos ocupando. Es preciso que os pongáis en paz<br />

con Dios, en paz con vuestra conciencia.<br />

Ved que vais a presentaros ante el tribunal terrible<br />

y justiciero <strong>de</strong> un Dios vivo. Confesadme vuestra culpa,<br />

exponedme eso que se alza entre el Señor Dios y<br />

vuestra alma como un abismo inva<strong>de</strong>able.<br />

—Es inútil, padre. Si Dios ha <strong>de</strong> perdonarme, es<br />

necesario que lo haga subsistiendo mi culpa, subsistiendo<br />

las consecuencias <strong>de</strong> mi culpa. Esa culpa es la<br />

sola razón <strong>de</strong> mi vida.<br />

—Temeridad, blasfemia, insania, hijo.<br />

—Oídme y juzgadme, padre: yo era un hidalguete<br />

pobre. De sangre goda muy rancia y muy ilustre, eso<br />

sí; pero era pobre. Tan pobre era que <strong>de</strong>l vetusto<br />

caserón <strong>de</strong> mis mayores en Castilla la Vieja, no restaba<br />

sino una estancia sola cuyo techo no se hubiera<br />

hundido. Y allí, sin abrigos en invierno, sin pan nunca,<br />

agonizaba en medio <strong>de</strong> mi orgullo infinito que me<br />

prohibía trabajar o mendigar; al lado <strong>de</strong> mi esposa,<br />

la dulce Berenguela; <strong>de</strong> don Pelayo, hijo <strong>de</strong> diez años,<br />

y <strong>de</strong> doña Sancha, mi hija, <strong>de</strong> nueve no cumplidos.<br />

De mis ascendientes no restaba nada: los habían <strong>de</strong>vorado<br />

las guerras y las conquistas <strong>de</strong> estas Indias.<br />

Vivía con nosotros Antón, mi criado, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong><br />

antiguos servidores <strong>de</strong> la casa y más adicto a mí que<br />

mi orgullo y mi pobreza.<br />

71


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Y una noche - cuyas sombras nuestras miserias<br />

cobijaron - huimos: nuestro aposento único se hundía<br />

con siniestro traqueteo. Huimos a las montañas <strong>de</strong>l<br />

norte <strong>de</strong> la Península, a parajes que la emigración y<br />

la miseria han <strong>de</strong>spoblado. Allí, en una cabaña abandonada,<br />

que hicimos con nuestras manos habitable,<br />

nos instalamos a vivir miseria hosca. De los vecinos<br />

picachos <strong>de</strong> la sierra, que cada día yo y Antón escalábamos,<br />

se domina un valle en cuyo centro ubérrimo<br />

asiéntase un castillo. Vivía en él - según nos informó<br />

una mendiga ciega que esos sen<strong>de</strong>ros transitar solía - el<br />

anciano con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Hoz, cuyo hijo único, don Lope, guerreaba<br />

en Flan<strong>de</strong>s en las guerras que nuestro católico<br />

Felipe - que Dios inspire siempre - sostiene contra los<br />

herejes ojizarcos; guerras ¡ay! a las que yo jamás iría,<br />

que prisionero me tenían los ojos tristes, gran<strong>de</strong>s, <strong>de</strong><br />

mi Berenguela y el <strong>de</strong>samparo <strong>de</strong> mis hijos…..<br />

Aquella tar<strong>de</strong> – aquí el rostro <strong>de</strong>l moribundo se torna<br />

inmóvil, como si viendo estuviese con vista <strong>de</strong> ojos lo<br />

que narrando iba - aquella tar<strong>de</strong> yo y Antón, tendidos<br />

sobre engramada meseta a la orilla <strong>de</strong>l camino, los<br />

codos sobre la grama y las mejillas en las palmas,<br />

contemplábamos, callando, el valle y el castillo. Improviso,<br />

por el sen<strong>de</strong>ro que tras nosotros serpeando<br />

en la montaña se perdía, oyose ruido <strong>de</strong> armas, <strong>de</strong><br />

estribos, <strong>de</strong> pisadas <strong>de</strong> caballos. Pegamos los rostros<br />

a la tierra y nos borramos entre la maleza, conteniendo<br />

los alientos. Allí, allí junto a nosotros, dos jinetes<br />

pararon en seco sus corceles y se quedaron mirando<br />

largo espacio, arrobados, el maravilloso paisaje <strong>de</strong>l<br />

valle y <strong>de</strong>l castillo. Tras largo callar, el que <strong>de</strong> los dos<br />

parecía ser amo, dijo tendiendo el brazo:<br />

—¡El castillo! Parece que con la mano lo alcanzase.<br />

Y posible es, Hans, que cuando a él lleguemos, ya mi<br />

padre y señor haya expirado.<br />

—Hay que esperar que no, don Lope - contestó el<br />

otro.<br />

—Miré a mi criado Antón. Estaba pálido. ¿Fue su<br />

mirada? ¿Fue la mía? ¿Fue el choque <strong>de</strong> las dos miradas?<br />

¿Fue el <strong>de</strong>stino que, agazapado, nos espiaba?<br />

72


¿Fue el infierno?..... Lo ignoro. ¡Pero fue! Como a una<br />

misma fatalidad uncidos, sin una palabra, silenciosos,<br />

nuestros cuchillos brillaron en las diestras. Como<br />

jaguares, infinitamente aleves, infinitamente sigilosos,<br />

fuimos arrastrándonos, y, a un tiempo, <strong>de</strong> dos<br />

saltos que fueron uno solo, caímos cada uno, sobre<br />

el anca <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los dos jinetes;<br />

y, a un tiempo, por la espalda, cada uno <strong>de</strong> nuestros<br />

cuchillos partió un corazón; dos hombres rebotaron<br />

contra el suelo, inertes; dos caballos se alzaron sobre<br />

las patas, espantados; dos pares <strong>de</strong> manos vigorosas<br />

asiéronlos <strong>de</strong> sus riendas y los clavaron en el sitio.<br />

Pálidas miradas y feroces se entrecruzaron. Ni una<br />

palabra. Ni una sola.<br />

A poco rato, ante el castillo, yo y Antón, vestidos los<br />

uniformes <strong>de</strong> don Lope y <strong>de</strong> su criado Hans, en sus<br />

propios corceles caballeros, esperábamos a que echaran<br />

el puente levadizo. Chirriaron las ca<strong>de</strong>nas. Los<br />

cascos <strong>de</strong> nuestros caballos resonaron en el vano <strong>de</strong>l<br />

puente; resonaron en el gran patio, pararon ante el<br />

ferrado portalón. Eché pie a tierra. Entre dos filas <strong>de</strong><br />

servidumbre, inclinadas a mi paso, hice resonar mis<br />

espuelas en las bóvedas <strong>de</strong>l castillo centenario. Ante<br />

el vestíbulo <strong>de</strong>l gran salón <strong>de</strong>túveme un instante. En<br />

el fondo, en sitial bajo, un anciano tendía los brazos.<br />

Avancé a él.<br />

—Creí que no habría <strong>de</strong> verte más, hijo <strong>de</strong>l alma;<br />

¿verte he dicho? Mis ojos no te ven pero te palpo, te<br />

tengo entre mis brazos.<br />

En silencio lo apreté contra mi pecho.<br />

—En este armario —y colocó sobre él su diestra -está mi<br />

testamento. Eres mi here<strong>de</strong>ro universal. Nada tengo qué<br />

<strong>de</strong>cirte. Sé que eres un caballero y un valiente. Cuando<br />

hayan terminado mis exequias, preséntate en la corte.<br />

Confié al mayordomo <strong>de</strong>l castillo el cuidado <strong>de</strong> las<br />

pompas fúnebres: mi dolor me relevaba <strong>de</strong> hacerlo. Así<br />

lo hice saber a los amigos y parientes <strong>de</strong> la casa. Por<br />

fortuna - lo supe por papeles <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> - en una leva<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

reciente toda la vieja servidumbre había ido a Flan<strong>de</strong>s<br />

a una <strong>de</strong> tantas guerras como nuestro rey sostiene con<br />

los norteños heresiarcas.<br />

Híceme tejer, por un escriba judío que, haciéndose<br />

pasar por cristiano viejo quedárase en España, y cuya<br />

vida estaba entre mis manos, larga información jurada<br />

y sellada y refrendada en que constaba, hasta la<br />

saciedad probado, que yo, don Lope <strong>de</strong> Hoz, antes <strong>de</strong><br />

irme a Flan<strong>de</strong>s, casado habíame en secreto con doña<br />

Berenguela <strong>de</strong> Tendilla, <strong>de</strong> cuyo matrimonio nacieron<br />

dos hijos: don Pelayo y doña Sancha.<br />

Fuime a la corte. El rey me colmó <strong>de</strong> favores. Doña<br />

Berenguela, mi dulce mujercita, trocó su mirar triste<br />

en febril, en azorado. Murió entre mis brazos, llena<br />

<strong>de</strong> estupor, interrogándome con ojos enormes que<br />

tenían pulsaciones luminosas y oscuras <strong>de</strong> llama que<br />

se extingue.<br />

Me ausenté <strong>de</strong> la corte, temblando siempre <strong>de</strong> algún<br />

encuentro inesperado. Guerreé en Flan<strong>de</strong>s, guerreé en<br />

Italia, en Alemania, en Francia. Pasé enseguida a estas<br />

Américas. Si valiente he sido, que mis tercios heroicos<br />

lo digan.<br />

Mi hijo don Pelayo es hoy gran<strong>de</strong> en España, <strong>de</strong><br />

primera clase. Mi hija ocupa en la corte un alto lugar<br />

cerca a la persona <strong>de</strong> la reina. ¿Qué dice su reverencia<br />

<strong>de</strong> todo esto?<br />

—Que hay que restituir. Que hay que volver esos<br />

títulos y esas riquezas todas a quienes legítimamente<br />

pertenecen.<br />

—Eso es <strong>de</strong> mis hijos.<br />

—Deben existir here<strong>de</strong>ros colaterales <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>.<br />

—¿Y lo habría yo ganado todo para esos? Habría<br />

arriesgado mil veces mi vida por…..<br />

—Jesucristo dio su vida por vos.<br />

—Jesucristo no tenía hijos.<br />

—No blasfeméis.<br />

74


—No es blasfemia, reverencia. Hubiera Él tenido<br />

hijos <strong>de</strong> la carne y en vez <strong>de</strong> redimir a la humanidad<br />

hedionda, habría muerto por esos pedazos <strong>de</strong> su<br />

alma; habría, como yo, <strong>de</strong>safiado por ellos el infierno;<br />

habría –por ellos- renunciado a la diestra <strong>de</strong><br />

su Padre. Oiga usted, padre. Yo creo en todo lo que<br />

nuestra Santa Madre la Iglesia cree y enseña. Creo<br />

en Jesucristo hijo <strong>de</strong> Dios; creo en nuestra Santa<br />

Madre María, Madre <strong>de</strong>l Verbo. Creo que Jesucristo<br />

ha <strong>de</strong> venir a juzgarnos en el último día. Creo que el<br />

que no se arrepiente <strong>de</strong> sus pecados, quien no restituye<br />

lo que ha robado irá al infierno eternamente.<br />

Creo que me iré al infierno. Creo que pronto he <strong>de</strong><br />

comparecer ante el tribunal <strong>de</strong> Dios y que Dios ha <strong>de</strong><br />

con<strong>de</strong>narme. Pero entre el infierno para mí, para mí<br />

solo, y el <strong>de</strong>shonor para mis hijos; entre pensar que<br />

mi hija será otra vez una doncella pobre, expuesta<br />

a la hipocrática caridad <strong>de</strong> los marranos libidinosos<br />

<strong>de</strong> la honorable piara humana; entre pensar que mi<br />

hijo volverá a ser un hidalgo arruinado, hambriento,<br />

obligado a vivir <strong>de</strong> expedientes….. opto por el infierno<br />

para mí. Por mis hijos he sacrificado mi vida, por ellos<br />

sacrificaré mi eternidad.<br />

Cerró luego el héroe un momento los ojos, fatigado,<br />

y quedose como si durmiera. Tornó enseguida a abrirlos<br />

y, azorado, miró en redor, como si por vez primera se<br />

diese cuenta <strong>de</strong> lo que le ro<strong>de</strong>aba.<br />

—Qué es lo que he dicho? – exclamó -. Yo, un gran<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> España, un guerrero <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> Italia, un conquistador,<br />

regateando mi honor con un fraile, como<br />

si fuese una mujerzuela: ¿qué habéis oído, padre?<br />

Juradme que nada habéis oído, que nada os he dicho.<br />

Y alzóse en pie sobre el lecho con energía sobrehumana,<br />

erguido, el acero en la diestra sarmentosa,<br />

amenazando al cielo.<br />

Luégo retrocedió aterrado, los ojos muy abiertos,<br />

fijos en un punto que lo fascinaba, que lo atraía.<br />

—La cuenta. – clamó -. La terrible cuenta que para<br />

todos al fin llega. El temido trance <strong>de</strong>l cual pen<strong>de</strong>n dos<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

eternida<strong>de</strong>s….. ¡Jesucristo vivo que me juzga! ¡Caigo<br />

al fin entre sus manos justicieras!..... Dios, el Señor<br />

Dios, presi<strong>de</strong> el tribunal tremendo….. El viejo con<strong>de</strong> y<br />

su hijo don Lope que me acusan…..<br />

—Habla tú, señor….. Tú, Señor, habla….. ¡Esos,<br />

no!... ¡Y osan insultarme en tu presencia…! Que<br />

soy un miserable, un hidalguete que usurpó su<br />

nombre y sus riquezas….. ¡Pero no para mí! ¡Para<br />

mis hijos!..... ¿Qué me calle, mandas, tú, Señor, la<br />

Verdad misma?<br />

…¿Qué quién osa elevar la voz en tu presencia?.....<br />

Yo me atrevo, ¡Yo! Un padre que para sus<br />

hijos inocentes pi<strong>de</strong> honor, honor íntegro, honor<br />

inmaculado….. ¿Y tu sentencia es esa, Señor? ¿Es<br />

esa tu sentencia?..... ¡Sea! Al infierno me voy soberbio,<br />

ufano. Con<strong>de</strong>s: os <strong>de</strong>jo vuestro cielo, vuestros<br />

eternos goces egoístas; yo prefiero la eternidad <strong>de</strong>l<br />

corazón, la eternidad <strong>de</strong> mi linaje, la eternidad roja y<br />

caliente <strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong> la vida. Húndase mi crimen<br />

conmigo en los infiernos y que el <strong>de</strong>shonor no caiga<br />

sobre vosotros, inocentes pedazos <strong>de</strong> mi vida.<br />

Aflojáronse sus miembros. Cayósele la espada. Puso<br />

la Muerte en sus facciones paz augusta. Quedó <strong>de</strong><br />

cara al cielo. 21<br />

21 Revista <strong>Universidad</strong>. Segunda época. Director: Germán<br />

Arciniegas. Bogotá. No. 78. Abril 21 <strong>de</strong> 1928. pags. 349-351.<br />

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EN LAS MINAS<br />

He aquí lo que me contó D. Lucas:<br />

Yo no había dormido bien, porque aunque la posada<br />

era buena y el lecho limpio, y la cena había sido abundante,<br />

unos arrieros dieron en charlar recio y en reír<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un zarzo vecino hasta que el sueño los rindió,<br />

sin que por eso se callaran, pues comenzaron entonces<br />

a roncar con un ruido como el que haría una partida<br />

<strong>de</strong> contrabajos <strong>de</strong>safinando, reforzados con <strong>de</strong>scaches<br />

<strong>de</strong> clarinete.<br />

Así es que por la mañana, cuando <strong>de</strong>sperté, estaba<br />

todo soñoliento.<br />

Propiamente no <strong>de</strong>sperté sino que me sentí en una<br />

conciencia turbia <strong>de</strong> mí mismo. Conciencia que se iba<br />

aclarando lentamente, lentamente como la pupila<br />

cuando pasa <strong>de</strong> un medio luminoso a otro que lo es<br />

menos.<br />

Experimentaba una dulzura infinita allí en mi cama<br />

tibia y limpia, sobre todo al compararla con el frío ex-<br />

77


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

terior, con ese frío cortante y <strong>de</strong>lgado <strong>de</strong> mañana <strong>de</strong><br />

verano que se me figuraba reinaría allá fuera. Pensaba<br />

en la sabana cubierta <strong>de</strong> gotas frías <strong>de</strong> rocío menudo;<br />

en el chorro <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>l patio, cuyo ruido <strong>de</strong> redoble<br />

lejano llegaba hasta mí; y un calofrío nervioso pasaba<br />

rozándome la piel, y me encogía, y me acurrucaba,<br />

y una voluptuosidad extraña se con<strong>de</strong>nsaba en mis<br />

articulaciones y sobre los párpados. Y así quieto, quietecito,<br />

empezaban a a<strong>de</strong>lgazárseme las i<strong>de</strong>as, y el hilo<br />

continuo <strong>de</strong> mi individualidad tornábase en enredado<br />

copo, y la conciencia <strong>de</strong> mí mismo entraba en escena,<br />

y venía el soñar, un soñar apacible, consciente casi,<br />

en medio <strong>de</strong> un sueño que por poco era vigilia y que<br />

no subsistía sino a favor <strong>de</strong>l bienestar completo que<br />

me envolvía, bienestar absoluto, no turbado por la<br />

mor<strong>de</strong>dura incómoda <strong>de</strong> las pulgas que repletas como<br />

canónigos, con el chupar <strong>de</strong> toda la noche, también<br />

dormían entre los repliegues <strong>de</strong> las mantas.<br />

Sacome al cabo <strong>de</strong> mi modorra el recuerdo súbito<br />

que me vino <strong>de</strong> la gran jornada que tenía qué hacer<br />

ese día, y levanté vivamente la cabeza. El bellaco <strong>de</strong><br />

mi peón, aprovechando mi dormida, habíase también<br />

quedado en la cama. Y, sin duda, me observaba cuidadosamente,<br />

porque no más me volví, vilo incorporado<br />

ya. Y mirando para arriba, dijo al ver un rayo <strong>de</strong> sol,<br />

que se colaba por un roto <strong>de</strong> la ventana:<br />

—Valiente sol tan lambón es el <strong>de</strong> esta tierra; le<br />

aseguro a Ud., niño, que no son todavía ni las cinco<br />

<strong>de</strong> la mañana.<br />

Y pasó junto a mí limpiándose los ojos, la cara hacia<br />

otro lado, para ocultar la risa socarrona que le retozaba.<br />

78<br />

YYY<br />

¡Qué hermosa Naturaleza!, pensaba yo al poco<br />

rato, oprimiendo los lomos <strong>de</strong> mi caballo. El cual,<br />

mordiendo sólidamente el freno, golpeaba con andar<br />

rítmico la arena <strong>de</strong>l camino, en tanto que sentía yo en<br />

el estómago el llamear dulce <strong>de</strong> un trago <strong>de</strong> anisado,<br />

cuyos vapores heridos por el triple sol <strong>de</strong> la juventud,<br />

la salud, la alegría, me irisaban el cerebro.


Y qué bello era el paisaje en esa mañana espléndida.<br />

A las orillas <strong>de</strong>l camino, los barrancos engramados,<br />

sobre los cuales el sietecueros <strong>de</strong>jaba caer en reguero<br />

carmesí la carga <strong>de</strong> sus flores; las cordilleras cercanas<br />

recortando enérgicamente sus siluetas sobre el cielo<br />

luminoso; ostentando sobre sus flancos el laberinto<br />

ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> las cañadas y relieves; los <strong>de</strong>sgarrones amarillos<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>rrumbes y <strong>de</strong> los sen<strong>de</strong>ros que serpean.<br />

Y más allá las cordilleras lejanas que se <strong>de</strong>svanecían<br />

sobre los horizontes remotos, azules, vagas. Y sobre<br />

todo eso, la luz <strong>de</strong>l sol <strong>de</strong>rramándose magnífica.<br />

Pero tanta luz y tanto sol, tan bonitos y todo, acabaron<br />

por molernos a mí y a mi caballo. Así es que a<br />

las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> no sabía ya qué posición asumir<br />

sobre la silla, y me soliviaba <strong>de</strong> un lado a otro con<br />

mañita, con mañita, en tanto que el caballo trepaba<br />

muy <strong>de</strong>spacio, sueltas las riendas y estirado el pescuezo<br />

sudoroso, un sen<strong>de</strong>ro empinado y cubierto <strong>de</strong><br />

guijarros. De repente irguió la cabeza, avivó el ojo y<br />

tendió atento las orejas. Miré hacia a<strong>de</strong>lante. Vi que<br />

venía a mí un jinete. Recogí las riendas y esperelo. Era<br />

un anciano, robusto todavía, <strong>de</strong> rostro sanguíneo y<br />

barbudo, <strong>de</strong> ojillos vivaces y ardorosos que se agitaban<br />

tras dos cejas como bigotes, en tanto que su cuerpo<br />

recto y vigoroso se alzaba como nacido allí sobre la<br />

silla, y las manos endurecidas recogían el rendal a<br />

la cabalgadura, una yegüita epiléptica que caminaba<br />

chasqueando el freno y agitando la cabeza.<br />

Esto pu<strong>de</strong> observarlo <strong>de</strong>spués cuando uno a par<br />

<strong>de</strong> otro seguíamos el mismo camino. Porque él venía<br />

a encontrarme, pues yo iba a las minas <strong>de</strong> que él era<br />

director. En ese tiempo estudiaba yo Geología y perecíame<br />

por una muestra <strong>de</strong> roca o por <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r a un<br />

socavón.<br />

—Como mañana es domingo —me dijo– y tengo<br />

que salir a La Bo<strong>de</strong>ga, temí que se encontrara Ud. en<br />

la mina sin quien lo recibiera.<br />

—Es un corazón ese Manuel Dávila (así se llamaba<br />

mi hombre), me había dicho mi padre cuando me venía:<br />

entrégate a él sin reserva.<br />

79


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Y yo encontraba muy cómodo el hacerlo en medio<br />

<strong>de</strong> mi juvenil indolencia alegre.<br />

Bajábamos al río.<br />

80<br />

YYY<br />

—Qué vegetación, qué tierra tan fecunda, exclamé.<br />

—Ah! esta es la tierra, me contestó. ¡Si yo estuviera<br />

joven! Mire Ud. qué montes, qué rastrojos, qué<br />

potreros. Aquí tiene uno que ir a ver todos los días a<br />

la mujer que quiere, porque si no le borran el camino<br />

las plantas que brotan y crecen por todas partes como<br />

tiradas <strong>de</strong>l cogollo.<br />

Y luego ese sol, cayendo sobre las planicies y las<br />

cuestas y las cimas, encendiendo esa atmósfera quieta,<br />

sin un soplo, cálida abajo; azul, luminosa, sin una nube<br />

allá arriba. Todo dormía allí enervado bajo el influjo<br />

<strong>de</strong> ese calor asfixiante, y <strong>de</strong>l chirrido metálico <strong>de</strong> las<br />

chicharras que trae a las cabezas <strong>de</strong>sfallecimientos <strong>de</strong><br />

somnolencia; los novillos echados en los sestea<strong>de</strong>ros<br />

polvorosos, los ojos dormilones, remascaban con pausados<br />

movimientos <strong>de</strong> quijadas; las caballerías puestas<br />

a la sombra, las orejas <strong>de</strong>smayadas, cerrados los ojos,<br />

y uno <strong>de</strong> los cuartos traseros apoyado apenas en el<br />

bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>lantero <strong>de</strong>l casco, espantaban a intervalos<br />

con lentos movimientos <strong>de</strong> la cola, el moscardón que<br />

zumbaba en <strong>de</strong>rredor. Capitán, el viejo perro barcino<br />

<strong>de</strong> Manuel, seguía lentamente tras nosotros, la lengua<br />

pendiente <strong>de</strong> la abierta boca, sin hacer caso <strong>de</strong> los<br />

camaleones y lagartos, que asustados huían removiendo<br />

las hojas retostadas que tapizaban el sen<strong>de</strong>ro; en<br />

tanto que <strong>de</strong> allá arriba los gavilanes erguidos sobre<br />

los picos <strong>de</strong> las peñas o en el tope <strong>de</strong> troncos altísimos,<br />

nos miraban pasar con <strong>de</strong>sprecio soberano.<br />

Empezamos a bajar el río por entre un sen<strong>de</strong>ro<br />

sombreado <strong>de</strong> pisquines, a través <strong>de</strong> cuyas frondas se<br />

filtraba la luz <strong>de</strong>l sol, bordando sobre el suelo en que se<br />

retorcían las raíces, laberintos <strong>de</strong> manchas luminosas.<br />

A la <strong>de</strong>recha el río se arrastraba rumoroso por entre


higuerones y suribios ver<strong>de</strong> oscuros, inclinados sobre<br />

él mirando eternamente en la móvil transparencia su<br />

imagen tembladora.<br />

—¡Este es el río que tiene oro! me dijo Manuel.<br />

—¿Y no lo han dragado? preguntele aprovechando<br />

la ocasión <strong>de</strong> mostrar mi ciencia fresca.<br />

—¿Dragado ¡Ah! sí, las dragas. Aquí estuvieron<br />

los Muletos y pusieron una imprenta <strong>de</strong> eso. Pero<br />

esas Químicas extranjeras no salen por aquí. ¡Yo que<br />

conozco este río! Hace más <strong>de</strong> cuarenta años que lo<br />

trabajo. ¡Y lo matrero que es! Mire: allí se me ahogó un<br />

compañero. Habíamos puesto una labor en esa playa y<br />

una tar<strong>de</strong> que estaba gran<strong>de</strong>, nos metimos a pasarlo<br />

en canoa. Yo bogaba a lata; él llevaba el canalete;<br />

<strong>de</strong> golpe sentí que no alcanzaba fondo. El compañero<br />

comenzó a trabajar a canalete, pero no bastaba y<br />

empezamos a rodar. De golpe la cogió un chorro <strong>de</strong><br />

costado y volteó la trompa: no se oía sino el bramido.<br />

En un balanceo se llenó <strong>de</strong> agua y se volteó. Yo me<br />

tiré lejos: al compañero no lo vi más. Cuando volví <strong>de</strong><br />

la zambullida vi la canoa volcada como un tronco y<br />

me pegué <strong>de</strong> ella. En ese momento sentí un batacazo<br />

<strong>de</strong>l otro que batallaba cogido por <strong>de</strong>bajo. Luego me<br />

prendí <strong>de</strong> unas ramas y la canoa y el compañero que<br />

llevaba cogido siguieron río abajo. Y no los vi más.<br />

Empezaba a anochecer.<br />

—Nos van a coger la noche y el agua, dijo Manuel.<br />

Cerró al fin la noche <strong>de</strong>l todo. Un momento asomose<br />

la luna por entre unos nubarrones, y sus rayos al herir<br />

el río formaron en la masa <strong>de</strong> sus aguas una columna<br />

fosforescente cuya superficie temblaba con estremecimientos<br />

<strong>de</strong> ser vivo. Después el río se quedó muy<br />

atrás y la luna no volvió a aparecer ya. Trepábamos una<br />

la<strong>de</strong>ra envueltos en las sombras. No alcanzábamos a<br />

vernos el uno al otro. Los cocuyos pasaban <strong>de</strong>scribiendo<br />

su trayectoria luminosa y se eclipsaban luego en<br />

las negruras <strong>de</strong>l bosque. Llovía grueso. De improviso<br />

81


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

un latigazo <strong>de</strong> luz recorría el espacio, vapulando las<br />

pupilas. Encendíanse con luz fosforescente nubes y<br />

vapores y chorreras <strong>de</strong> lluvia, produciendo en los ojos<br />

un <strong>de</strong>slumbramiento cár<strong>de</strong>no que daba nacimiento a<br />

una obscuridad absoluta, a una como parálisis <strong>de</strong> la<br />

retina, en cuyo pavoroso caos estallaba el trueno como<br />

una mina, allí cerca, en la falda <strong>de</strong> enfrente.<br />

82<br />

YYY<br />

—¡Qué sabroso es llegar! me <strong>de</strong>cía Manuel, al poco<br />

rato <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lecho.<br />

—¡Hastay! contestele arrebujándome en el mío. Y<br />

me quedé dormido.<br />

YYY<br />

Mi sobrina Camila y su novio Toñejo, me <strong>de</strong>cía<br />

Manuel al otro día, presentándome dos mozos; ha <strong>de</strong><br />

saber Ud. que se casan en Pascua.<br />

Y la muchacha, inclinando la hermosa cabeza sobre<br />

el seno, un seno intacto que no se <strong>de</strong>jaba contener<br />

por el corpiño, sino que lo amoldaba enérgicamente<br />

a sus contornos, sonrió ruborosa y cohibida. En tanto<br />

que Toñejo con reír simpático y franco, la cabeza <strong>de</strong>scubierta,<br />

estrechó la mía en su callosa diestra.<br />

Y salieron los dos conmigo a mostrarme la Bo<strong>de</strong>ga.<br />

YYY<br />

Dos hileras <strong>de</strong> ranchos <strong>de</strong> paja que formaban un<br />

callejón ancho y larguísimo.<br />

El cual hervía en ese día <strong>de</strong> fiesta con la multitud<br />

<strong>de</strong> los buscadores <strong>de</strong> oro corrido <strong>de</strong> las riberas <strong>de</strong>l<br />

río y los peones <strong>de</strong> las vetas que <strong>de</strong>rrochaban allí sus<br />

ganancias con esa magnificencia incomparable <strong>de</strong> los<br />

mineros <strong>de</strong> raza.


Atestiguaba ese <strong>de</strong>rroche la multitud <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>rías<br />

que prosperaban allí por todas partes. Lugares, a don<strong>de</strong><br />

terminada la bacanal, acudían abatidos y llenos <strong>de</strong><br />

remordimiento a <strong>de</strong>jar hasta la camisa.<br />

Un <strong>de</strong>talle triste: A muchos <strong>de</strong> esos zánganos usureros<br />

he visto <strong>de</strong>spués convertidos en padres <strong>de</strong> la<br />

patria: en cambio, <strong>de</strong> los luchadores <strong>de</strong>nodados contra<br />

el obstáculo, no ha flotado ninguno.<br />

Y qué hermosa reunión <strong>de</strong> tipos ofrecía esa multitud<br />

alegre, <strong>de</strong>rramada entonces por las tiendas y la calle.<br />

Era un verda<strong>de</strong>ro aluvión humano proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l disgregamiento<br />

<strong>de</strong> las razas que contribuyeron a formarnos.<br />

Veíase allí al <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> indígenas, silencioso,<br />

retraído, <strong>de</strong>sconfiado, <strong>de</strong> pómulos salientes, <strong>de</strong> ojos<br />

maliciosos y esquivos que nunca se fijan francamente<br />

en los <strong>de</strong>l interlocutor; <strong>de</strong> musculatura bien señalada<br />

y <strong>de</strong> dibujo correcto.<br />

Al negro flexible y pérfido, en cuya cara lustrosa<br />

brillan el blanco húmedo <strong>de</strong> los ojos y el <strong>de</strong> la pareja<br />

<strong>de</strong>ntadura.<br />

Todos los matices <strong>de</strong>l mulato: Des<strong>de</strong> el que aún<br />

muestra las señales características <strong>de</strong> su origen,<br />

hasta esas metamorfosis completas que constituyen<br />

la actual raza pujante. Raza <strong>de</strong> plasticidad intelectual<br />

sorpren<strong>de</strong>nte, adoradora <strong>de</strong> la instrucción, con i<strong>de</strong>as<br />

<strong>de</strong> libertad y <strong>de</strong> igualdad en la cabeza, inquieta y novelera,<br />

prolífica y sexual, verda<strong>de</strong>ro producto <strong>de</strong> los<br />

trópicos por lo fecunda y ardorosa.<br />

Abordome <strong>de</strong> repente uno que salió <strong>de</strong> entre la<br />

multitud, saludándome por mi nombre.<br />

A poco ya me tuteaba. Decía llamarse Ambrosio y<br />

haberme conocido en el Colegio. Añadió que él estaba<br />

muy bien emparentado en Me<strong>de</strong>llín, pero que a él lo<br />

que le gustaba era vivir in<strong>de</strong>pendiente. Conocía a todo<br />

el mundo. Hablaba <strong>de</strong> los hombres que brillaban entonces<br />

en todas las carreras como <strong>de</strong> íntimos amigos:<br />

—Fulano ¡ah¡ sí, Fulano, lástima que sea tan calavera;<br />

muy inteligente, estudiamos física juntos. Zutano,<br />

sí, recuerdo cuando pretendió a Fulanita <strong>de</strong> tal. Él me<br />

llevó a darle serenata al Cucaracho en un Diciembre.<br />

Y luego hablaba <strong>de</strong> las bellezas más celebradas en<br />

la ciudad, <strong>de</strong> su modo <strong>de</strong> andar y aun <strong>de</strong> los lunares<br />

que tenían.<br />

83


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Y mientras así hablaba tenía suspendida a lo largo<br />

<strong>de</strong>l muslo la bandola – porque era músico – empuñada<br />

<strong>de</strong>l mástil con la izquierda, en cuyo <strong>de</strong>do anular brillaba<br />

una sortija con piedra ver<strong>de</strong>, en tanto que con la<br />

<strong>de</strong>recha se en<strong>de</strong>rezaba la corbata, una corbata color<br />

<strong>de</strong> cebollas con tomate que sostenía un cuello no muy<br />

limpio <strong>de</strong> celuloi<strong>de</strong>, y se aseguraba el alfiler, un alfiler<br />

tamaño, como una tira<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> escaparate.<br />

Y mientras, no andaban ociosos los pies, pues echaba<br />

el <strong>de</strong>recho a<strong>de</strong>lante unas veces, otras el izquierdo.<br />

Los cuales ostentaban en la parte superior <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos<br />

menores, callos, con bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> transparencia córnea,<br />

señales <strong>de</strong>l uso reciente <strong>de</strong>l calzado, <strong>de</strong> lo cual no<br />

podía él menos <strong>de</strong> sentirse envanecido en medio <strong>de</strong><br />

esas gentes primitivas.<br />

Y tomando la bandola en posición <strong>de</strong> tocar, el pedacito<br />

<strong>de</strong> cuerno entre el pulgar y el índice:<br />

—Una piececita en obsequio <strong>de</strong>l amigo Lucas, dijo,<br />

y comenzó a herir las cuerdas a golpecitos rápidos.<br />

En seguida, mirando con protección a los que lo<br />

acompañaban con el tiple y la guitarra, los cuales bajaron<br />

los ojos confesando tácitamente su inferioridad,<br />

díjoles con voz fuerte, haciendo resonar mucho la erre:<br />

—Ré mayor.<br />

Y comenzaron los compases <strong>de</strong> la polka, esos compases<br />

rápidos, en explosiones sucesivas que hieren los<br />

centros emotivos <strong>de</strong> las almas jóvenes y frescas, como<br />

las <strong>de</strong>scargas <strong>de</strong> un circuito eléctrico rápidamente<br />

interrumpido.<br />

Y la gente se agrupó en <strong>de</strong>rredor, y las parejas se<br />

enlazaron, y las alas <strong>de</strong> los sombreros se aplastaron<br />

sobre las frentes, y los pañolones se envolvieron con<br />

<strong>de</strong>sparpajo a las cinturas, y los pies se agitaron con<br />

movimientos exagerados en ese voltear loco en que<br />

tomaba parte todo el que podía aún tenerse en pie.<br />

En tanto que los muy borrachos, la ruana terciada al<br />

brazo, el sombrero tirado hacia atrás, mirando turbio<br />

y luchando con los párpados que pesaban cada vez<br />

más y amenazaban cerrarse sin remedio, vociferaban,<br />

84


accionando enérgicamente monólogos estúpidos, o<br />

reían con una risa idiota que contrastaba <strong>de</strong> modo<br />

extraño con esa expresión ajada y floja que esculpe<br />

en las caras humanas la embriaguez.<br />

Luego tomó la guitarra y comenzó a cantar.<br />

En tanto que cantaba, tenía puestos los ojos en Camila.<br />

Y levantaba las cejas en los pasajes sentimentales,<br />

tornaba los ojos dormilones en los lugares pianíssimos;<br />

luego, cuando la música se animaba, alzaba la voz y<br />

le sonreía con afectación. La joven no hecha a tales<br />

bombar<strong>de</strong>os, no sabía dón<strong>de</strong> volver el rostro. Y eso que<br />

se notaba en el brillo <strong>de</strong> sus ojos y en el tinte cálido <strong>de</strong><br />

sus labios y mejillas que un enjambre <strong>de</strong> emociones<br />

bullían en su pecho, al encontrar formulados en las frases<br />

apasionadas <strong>de</strong>l canto, sentimientos que ella había<br />

experimentado pero que jamás acertara a expresar.<br />

Y acercándose a su novio le dice en voz baja:<br />

—Vámonos Toñejo.<br />

—¿Y por qué pues?<br />

—Por nada (plegando los labios y levantando levemente<br />

los hombros). Pues porque … quiero irme… en<br />

fin… tú lo sabes… ese Ambrosio… vámonos.<br />

Y hace a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> marcharse.<br />

—Eso es Camila, dice Ambrosio parando <strong>de</strong> tocar y<br />

en tono <strong>de</strong> burla, váyase porque si no….. se los ajustan.<br />

—No hagas caso, por Dios, Toñejo <strong>de</strong>l alma, dijo<br />

Camila al ver la ira centellar en los ojos <strong>de</strong> su novio.<br />

–Claro, continuó Ambrosio en el mismo tono, un peón<br />

infeliz, cuando tiene una novia bonita, le tiene miedo<br />

a la gente (y señalábase a sí mismo, dándose con los<br />

<strong>de</strong>dos sobre la pechera <strong>de</strong> la camisa). ¡Qué será cuando<br />

sea su mujer! (riendo con insolencia) ¡Pobre pen<strong>de</strong>jo!<br />

Toñejo se sacudió exasperado. Tiró <strong>de</strong> su machete,<br />

y volviéndose a su novia que, a riesgo <strong>de</strong> la vida, se<br />

colgó <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong>l brazo que blandía el arma:<br />

85


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Suéltame Camila. No aguanto más. Harto me he<br />

humillado por tus ruegos a ese sinvergüenza.<br />

Ambrosio retrocedió hasta colocarse en medio <strong>de</strong>l<br />

grupo <strong>de</strong> sus amigos, en cuyas manos brillaron, en su<br />

<strong>de</strong>fensa, navajas, puñales y machetes.<br />

—Que se venga.<br />

—Suéltenlo, gritaban.<br />

—Que agra<strong>de</strong>zca ese mugroso, dijo Ambrosio, que<br />

Lucas lo haya apadrinado, si no, por Dios, que le doy<br />

patadas hasta en la lengua.<br />

Y volviéndose a sus amigos:<br />

—Vámonos muchachos.<br />

A Toñejo:<br />

—Dámele un beso a tu Camila en mi nombre.<br />

Y escupiendo con estrépito en señal <strong>de</strong> insulto,<br />

alejose en medio <strong>de</strong> sus amigos que lo aplaudían, con<br />

esa ufanía que gastan los seres viles e innobles cuando<br />

se sienten apoyados.<br />

Toñejo temblaba como presa <strong>de</strong>l calofrío que prece<strong>de</strong><br />

a la terciana y sollozando <strong>de</strong> furor escondió con<br />

<strong>de</strong>sesperación el rostro entre las manos.<br />

86<br />

YYY<br />

—Ya ve Ud. mi situación, me <strong>de</strong>cía al poco rato. A<br />

ese Ambrosio lo adulan todos aquí porque le temen.<br />

La principal accionista <strong>de</strong> la mina, una vieja solterona,<br />

es su tía, y dicen que lo mima y hace cuanto a él se le<br />

antoja. Así es que él manda aquí en jefe: el Inspector,<br />

los comisarios, todos están bajo sus ór<strong>de</strong>nes; pues él<br />

ha hecho creer que muy pronto, en muriéndose la tía,<br />

cosa que él da por hecha, será la mina suya. El pobre<br />

D. Manuel no tiene más que la superinten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los


trabajos; pero la intriga él la maneja: a él pi<strong>de</strong> ocupación<br />

todo perdido que llega <strong>de</strong>l Cañón, generalmente tahures<br />

y holgazanes, y hace echar todo empleado que no le cae<br />

en gracia. Los únicos que nos hemos escapado somos<br />

D. Manuel y yo, porque nos necesitan. Al principio, D.<br />

Manuel se quejó a Me<strong>de</strong>llín, pero el Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la<br />

Compañía le contestó que tuviera paciencia y manejara<br />

las cosas con tino, pues era estrellarse preten<strong>de</strong>r algo<br />

contra una familia que representaba la mayoría en las<br />

reuniones <strong>de</strong> accionistas.<br />

—Y lo peor <strong>de</strong> todo es que ha dado en andar enamorado<br />

<strong>de</strong> Camila. Y como era natural, todos aquí lo<br />

apoyan en sus pretensiones. Hasta la familia. Hasta<br />

una tía <strong>de</strong> Camila. D. Manuel no sabe nada <strong>de</strong> eso. Y<br />

todos me hacen la guerra: cuando paso con ella <strong>de</strong><br />

brazo o vengo solo <strong>de</strong>l trabajo, porque me han aislado,<br />

las gentes nos miran y se ríen y hablan bajo, y yo me<br />

<strong>de</strong>sespero. Sin duda Ud. no sabe lo que es amar y estar<br />

celoso. Se me figura que se han <strong>de</strong> contar alguna cosa<br />

que ellos saben y yo ignoro.<br />

Y el pobre mozo apretó los dientes y cerró los ojos.<br />

Sin duda pasarían por su memoria rostros aborrecidos<br />

que lo miraban con <strong>de</strong>svergüenza insultante; bocas<br />

que se plegaban con risa <strong>de</strong> burla. Y como abstraído<br />

añadió hablando consigo mismo:<br />

—¡Quién sabe! ¿Y quién es el que conoce las mujeres?<br />

Luego, dirigiéndose <strong>de</strong> nuevo a mí:<br />

—Pero no crea Ud. nada; Camila es muy buena y<br />

me quiere. Ella sufre tanto como yo.<br />

—Pero dirá Ud. que si tengo calzones y la quiero,<br />

por qué no me hago respetar y la hago respetar a ella.<br />

¡Ah! si no se tratara más que <strong>de</strong> eso. Porque, créame<br />

Ud., yo no soy un cobar<strong>de</strong>. Pero ¿qué po<strong>de</strong>mos nosotros<br />

los infelices habitantes <strong>de</strong> los campos contra<br />

Uds., los que saben, los que tienen la plata, los que<br />

viven en los pueblos gran<strong>de</strong>s? Yo no digo que Uds.<br />

no se hagan justicia unos a otros, sobre todo si son<br />

igualmente ricos. ¡Pero a nosotros! Y no crea que son<br />

cuentos míos. Mire:<br />

87


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Mi padre había sido un hombre muy bueno, y vivíamos<br />

él, mi madre y yo, que estaba entonces chico,<br />

por allí por los lados <strong>de</strong>l Capote. Un día se apareció<br />

una comisión <strong>de</strong> intrigantes <strong>de</strong>l pueblo y se lo llevaron<br />

reclutado para la guerra. Por allá lo tuvieron <strong>de</strong> soldado<br />

como un año, y nosotros pasamos muchas hambres,<br />

entre tanto, porque todo se puso muy caro y mi madre<br />

no alcanzaba para los dos; cuando volvió <strong>de</strong> la campaña<br />

ya vino muy cambiado: jugaba y se emborrachaba. Y<br />

cuando llegaba borracho nos pegaba a mi madre y a<br />

mí. Un día que estaba así mató aquí en La Bo<strong>de</strong>ga a<br />

un hombre <strong>de</strong> un machetazo. Yo fui, al tiempo, a verlo<br />

al presidio con mi madre. El pobre estaba lleno <strong>de</strong><br />

remordimientos, enfermo (a poco murió), y con unas<br />

ca<strong>de</strong>nas en los pies. Me cogió llorando en los brazos y<br />

me dijo:<br />

—Toñejo, tu padre no es un hombre malo. A ti, sin<br />

duda, te lo habrán dicho. Yo no soy más que un infeliz.<br />

Voy a darte un consejo: a los que tienen y a los que<br />

pue<strong>de</strong>n más que tú, témelos siempre, y sobre todo<br />

témele al Gobierno. Tú no sabrás, sin duda, lo que es<br />

eso. Voy a <strong>de</strong>círtelo: el Gobierno es una persona muy<br />

mala que nos coge a los pobres y nos lleva a la guerra<br />

a pelear sin rabia y sin motivo y a corrompernos,<br />

y <strong>de</strong>spués, cuando peleamos con razón por asuntos<br />

nuestros o enloquecidos con el aguardiente que él<br />

mismo nos ven<strong>de</strong>, nos trae al presidio y nos carga <strong>de</strong><br />

ca<strong>de</strong>nas.<br />

—De suerte, señor, que si yo llego a matar a Ambrosio<br />

iré a dar al presidio sin remedio, y si él me mata a<br />

mí, él es rico, él saldrá libre. Y <strong>de</strong> todos modos Camila<br />

no será mía y él podrá llegar a poseerla. Porque sépalo<br />

Ud., señor, Camila lo es todo para mí, ¡todo, todo!<br />

Y sacudía la cabeza con vehemencia.<br />

Entonces comprendí toda la enorme tristeza <strong>de</strong> la<br />

condición <strong>de</strong> esas pobres gentes <strong>de</strong>l campo, que son<br />

las que mueren en las revoluciones, que son las que<br />

pueblan los presidios, expoliadas por rábulas sin principios,<br />

afrentadas en su honor, en sus afecciones más<br />

88


caras por el ansia miserable <strong>de</strong> goces <strong>de</strong> esas gentes<br />

sin fe, manufacturas más o menos <strong>de</strong>spreciables <strong>de</strong> lo<br />

que ha dado en llamarse nuestra civilización, incapaces<br />

<strong>de</strong> sentir el amor verda<strong>de</strong>ro y sus tristezas augustas.<br />

YYY<br />

Al día siguiente fuime a conocer los trabajos <strong>de</strong> la<br />

mina en compañía <strong>de</strong> Ambrosio. Rodábamos acomodados<br />

en cochecitos empujados por muchachas, en<br />

dirección a los socavones. Y vi la boca negra <strong>de</strong> uno<br />

<strong>de</strong> éstos que se me venía encima y nos engullía. Al<br />

principio, la luz <strong>de</strong>l día era bastante para <strong>de</strong>jarme ver<br />

los forros <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra redonda <strong>de</strong> la galería. Luego las<br />

tinieblas empezaron. Perdí la percepción <strong>de</strong> las direcciones.<br />

No sabía en qué sentido era arrastrado. La<br />

copa <strong>de</strong>l sombrero frotaba contra el techo <strong>de</strong>l socavón,<br />

haciendo caer fragmentos sueltos. Traté <strong>de</strong> acomodarme<br />

mejor y me agaché: hilitos <strong>de</strong> agua helada se me<br />

colaron por entre el espacio libre que <strong>de</strong>jaba por <strong>de</strong>trás<br />

el cuello <strong>de</strong> la camisa, y me hicieron estremecer todo<br />

al sentirlos resbalarse espalda abajo.<br />

Olía a humedad y a ma<strong>de</strong>ra podrida. El humo <strong>de</strong><br />

los candiles y el vapor <strong>de</strong> agua formaban en el seno<br />

<strong>de</strong> ese aire viciado y <strong>de</strong>nso, un vaho espeso, en medio<br />

<strong>de</strong>l cual se veían ar<strong>de</strong>r las luces como en el centro <strong>de</strong><br />

una aureola luminosa estrechada por todas partes <strong>de</strong><br />

las sombras. Allí no había luz difusa. A veces veía venir<br />

a mí un rostro barbudo y sucio, rojo por los reflejos<br />

<strong>de</strong> la luz artificial, flotando en una bruma espesa y<br />

blanca. Otras, unas ca<strong>de</strong>ras andando solas, cuyos pies<br />

iluminados a intervalos por la luz que se <strong>de</strong>sparramaba<br />

cayendo <strong>de</strong> las manos que sostenían la bujía, chapuceaban<br />

sobre el fango encendido <strong>de</strong> filetes <strong>de</strong> luz. Y<br />

como allí los objetos recibían la luz <strong>de</strong> un solo lado,<br />

las sombras se cortaban en contornos <strong>de</strong>cisivos y a<br />

veces era una cara en escorzo o una pierna colgando<br />

<strong>de</strong> una viga lo que alcanzaba a ver al pasar por <strong>de</strong>bajo<br />

<strong>de</strong> un tambor vertical, allá arriba suspendido en el<br />

vacío. A intervalos oíase el retumbar <strong>de</strong> alguna mina,<br />

o el estrépito <strong>de</strong>sigual y fragoso <strong>de</strong>l mineral chorreado<br />

por troneras inclinadas <strong>de</strong> las galerías más altas. Lle-<br />

89


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

gamos al frente <strong>de</strong> la guía <strong>de</strong> Bomboná. Allí estaban<br />

<strong>de</strong> turno dando taco Toñejo y un compañero. Sobre<br />

los extremos <strong>de</strong> dos atices, las velas pegadas con pelotas<br />

<strong>de</strong> barro, chisporroteaban casi hasta extinguirse<br />

cada vez que una gota <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>stilaba<br />

<strong>de</strong>l techo <strong>de</strong>l socavón, caía a su lado, y al romperse<br />

las chisgueteaba. Entonces las sombras agrandadas<br />

<strong>de</strong> los dos mineros vacilaban sobre la pared, y los<br />

<strong>de</strong>stellos que arrojaban las facetas <strong>de</strong> las piritas que<br />

el agua había lavado, parpa<strong>de</strong>aban. Toñejo golpeaba.<br />

El compañero guiaba el taladro. No hablaba ninguno<br />

<strong>de</strong> los dos. Sobre el rostro pálido y enérgico <strong>de</strong>l novio<br />

<strong>de</strong> Camila, se pintaba la abstracción dolorosa <strong>de</strong>l que<br />

sufre y se reprime. Y blandía con brío la almadana.<br />

Cada que la esgrimía se recogían y saltaban <strong>de</strong>bajo<br />

<strong>de</strong> la piel los músculos potentes <strong>de</strong> sus brazos y <strong>de</strong> su<br />

espalda <strong>de</strong>snudos, que el sudor bañaba y encendía la<br />

luz artificial, como palpitan en la atarraya henchida los<br />

peces al salir <strong>de</strong>l agua.<br />

A poco oyose el ruido <strong>de</strong> los coches <strong>de</strong> acarrear<br />

mineral: primero como un murmullo lejano que se iba<br />

abultando, luego cantos y risas. Eran las muchachas<br />

que venían a llenar sus vagones <strong>de</strong> mineral al frente<br />

en don<strong>de</strong> estábamos.<br />

Toñejo vuelve la cabeza y para <strong>de</strong> golpear. Allí, a<br />

su espalda, está Camila alegre y ja<strong>de</strong>ante, la izquierda<br />

apoyada sobre el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l vagoncito, la <strong>de</strong>recha<br />

caída sobre la ca<strong>de</strong>ra amplia, el cuerpo apoyado sobre<br />

el pie izquierdo, el <strong>de</strong>recho tirado hacia a<strong>de</strong>lante, un<br />

pie <strong>de</strong> talón <strong>de</strong>lgado y recogido, tobillo perfecto, y <strong>de</strong>l<br />

grupo gracioso <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos el empeine arrancando<br />

en or<strong>de</strong>nada curva que se pier<strong>de</strong> en el fino contorno<br />

<strong>de</strong> la pierna sobre la cual caen los <strong>de</strong>siguales jirones<br />

<strong>de</strong> las faldas que chorrean agua; y la erguida cabeza<br />

hacia atrás, y el combo seno palpitante, y sobre los<br />

<strong>de</strong>snudos brazos el bello tenue, negro y tendido como<br />

la paja que el huracán acuesta en las la<strong>de</strong>ras. Y entre<br />

el respirar anheloso, y entre sonrisas que son <strong>de</strong>stellos<br />

blancos, y entre el chispeo <strong>de</strong> sus ojos calentanos<br />

dícele a Toñejo:<br />

—Las….. las <strong>de</strong>jé a toditas. Lléname a mí ligerito<br />

mi vagón antes que vengan.<br />

90


Y Toñejo toma la pala y se pone a llenar. Ella se<br />

sienta sobre una salida <strong>de</strong>l muro <strong>de</strong> la galería a <strong>de</strong>scansar.<br />

Ambrosio se baja <strong>de</strong> su vagón, se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

mí diciéndome que tiene que inspeccionar por allí no<br />

sé qué; pero que pronto me alcanzará. Y yo sigo mi<br />

paseo por la mina.<br />

La escena que siguió no la presencié, pero vi su resultado,<br />

parte me la contaron <strong>de</strong>spués y parte me la figuro.<br />

Mientras Toñejo llenaba el coche <strong>de</strong> mineral, Ambrosio<br />

se va a Camila, y cauteloso se le sienta al lado.<br />

Pónese a mirarla embriagado, y atraído irresistiblemente<br />

va a besarla en la nuca. Camila tira el cuerpo<br />

a un lado y se incorpora soberbia.<br />

Toñejo se vuelve, sorpren<strong>de</strong> o adivina la escena, y<br />

blandiendo la pala <strong>de</strong> costado va a triturar a Ambrosio<br />

contra el muro; pero Camila salta a su cuello y estorba<br />

el movimiento. Cambió entonces la expresión <strong>de</strong> la cara<br />

<strong>de</strong> Toñejo; la estrechó contra el pecho y la besó en la<br />

cabeza; luego poniéndole ambas palmas en las sientes<br />

la separó <strong>de</strong> sí y se puso a mirarla a la cara largo rato.<br />

—Te quiero tanto que creo que un amor así sea<br />

hasta malo. Quisiera hasta matarte.<br />

—No hagas tal, esas son tentaciones <strong>de</strong> mulato.<br />

Pero mira, suéltame que ya vienen las muchachas y<br />

voy a sacar mi carro al cambiavía.<br />

Y luego, inclinándose a su oído:<br />

—Cuidado con pelear con Ambrosio, me da miedo.<br />

Y se retiró clavados en él los ojos largo trecho. Y al<br />

fin se fueron todas. Y se quedaron solos y en silencio<br />

los dos mineros y Ambrosio. Éste sentado sobre un<br />

bloque <strong>de</strong> mineral, silbando con indolencia, doblaba<br />

un cigarrillo, en espera <strong>de</strong> un vagón en qué seguir<br />

haciéndome compañía en la mina.<br />

Toñejo pálido, ensimismado, or<strong>de</strong>na en voz muy<br />

baja al compañero que vaya afuera, al Molino, a traerle<br />

no sé qué. Luego <strong>de</strong>scolgó con calma sombría la mochila<br />

<strong>de</strong> los cartuchos <strong>de</strong> dinamita: tomó uno <strong>de</strong> ellos<br />

91


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

y le hizo en una <strong>de</strong> sus bases un agujero cilíndrico,<br />

acomodando en éste una cápsula <strong>de</strong> fulminato. En<br />

seguida limpió el agujero que acababa <strong>de</strong> practicar<br />

sobre la roca; introdujo en él el cartucho sin mecha,<br />

poniendo para arriba el fulminante, y sobre éste apoyó<br />

con cuidado el filo <strong>de</strong>l taladro introduciéndolo en la<br />

parte libre <strong>de</strong>l hueco.<br />

Después recogió el martillo y lo levantó resueltamente<br />

sobre la cabeza <strong>de</strong>l taladro, en la boca un pliegue<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sdén amargo, los ojos extraviados. Tornó a<br />

él los suyos Ambrosio en ese momento y lo entendió<br />

todo. El terror lo <strong>de</strong>jó clavado en su asiento. Tendió a<br />

Toñejo los brazos no acertando siquiera a gritar, y al<br />

ver que la almadana blandida con <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>scribía<br />

en el aire un círculo negro, tapose los ojos con<br />

el brazo y dobló la cabeza anonadado sobre el muro.<br />

Una vibración enorme sacudió toda la roca, cuyos<br />

fragmentos volaron rebotando contra el techo y contra el<br />

suelo y contra los muros, acompañada <strong>de</strong> una explosión<br />

asordadora que se fue extendiendo, hasta extinguirse,<br />

por toda la red <strong>de</strong> los socavones <strong>de</strong> la mina.<br />

92<br />

YYY<br />

Luego el silencio, la obscuridad y la muerte reinaron<br />

en el frente <strong>de</strong> la galería <strong>de</strong> Bomboná.<br />

YYY<br />

¡Sólo al poco rato se oyó, socavón afuera, un ruido<br />

como <strong>de</strong> redoblar lejano que se iba acercando, y sobre<br />

ese ruido el canto alegre <strong>de</strong> Camila que venía, socavón<br />

a<strong>de</strong>ntro, al frente don<strong>de</strong> su Toñejo trabajaba a que le<br />

llenase su cochecito antes que a todas, <strong>de</strong> los bloques<br />

limpios que el taco había arrancado!<br />

YYY<br />

Cuando volvía <strong>de</strong> mi paseo por la mina, tropecé, al<br />

<strong>de</strong>sembocar a una galería, con los carros que llevaban<br />

los cadáveres mutilados <strong>de</strong> Toñejo y Ambrosio, y tras<br />

ellos, en un cochecito, Camila <strong>de</strong>smayada y pálida,<br />

empuñando entre las manos crispadas una cruz <strong>de</strong>


cobre y un rosario llenos <strong>de</strong> sangre que ella propia<br />

había arrancado <strong>de</strong>l cuerpo aún palpitante <strong>de</strong> su novio.<br />

YYY<br />

Al salir a la boca <strong>de</strong>l socavón, a plena luz, el cielo<br />

me pareció más remoto, la Humanidad más <strong>de</strong>samparada<br />

y la Provi<strong>de</strong>ncia un enigma pavoroso.<br />

Me<strong>de</strong>llín, agosto <strong>de</strong> 1897. 22<br />

22 Tomado <strong>de</strong>l Folleto “Impresiones”. Librería <strong>de</strong> Carlos A.<br />

Molina. Imprenta <strong>de</strong>l Departamento, Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>,<br />

agosto <strong>de</strong> 1897, pags. 39- 58.<br />

93


UN ZARATHUSTRA MAICERO<br />

(A Pablo Gutiérrez)<br />

(Fragmento <strong>de</strong> un manuscrito que hallé en<br />

el Tambo <strong>de</strong>l Indio Joselito, en el río Capá,<br />

Territorio <strong>de</strong>l Chocó)<br />

Suspendida mi hamaca <strong>de</strong> dos estacones <strong>de</strong><br />

un tambo <strong>de</strong>rruido, <strong>de</strong>scanso, a medio cerrar los<br />

ojos, <strong>de</strong> las fatigas <strong>de</strong> la marcha.<br />

¡Qué dulce es <strong>de</strong>scansar!<br />

Parece como si cada uno <strong>de</strong> los órganos sobre<br />

los cuales el trabajo ha recaído se acurrucase y se<br />

adurmiese, apretán dose más y más al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />

campo en que la luz <strong>de</strong>l pen samiento aún ar<strong>de</strong>,<br />

vela, como viajeros medio muertos <strong>de</strong> can sancio<br />

cabecean a la vera <strong>de</strong> la fogata <strong>de</strong> un vivac.<br />

Y la fogata <strong>de</strong> mi cerebro va extinguiéndose: ya no<br />

es más que débil chispa oculta entre pavezas y tizones.<br />

Luego todo queda en calma, negro: dudaríase<br />

<strong>de</strong> si aque llo es sueño o muerte. Pero llega un soplo<br />

que atiza, arremoli na y avienta las cenizas; las<br />

94


asas esplen<strong>de</strong>n avivadas, las llamas estallan y se<br />

enroscan crepitantes..... y la luz se hace <strong>de</strong> nuevo en<br />

mi conciencia.<br />

A mis pies el Nedó ruge espumante. Su voz potente<br />

se alza, crece, se agiganta, llena la soledad en elásticas<br />

olea das; luego el soplar <strong>de</strong>l viento amaina y la<br />

modula dulcemen te hasta tornarla en un sumiso ruido<br />

que parece huir con la corriente misma que allá abajo<br />

se amansa, se tien<strong>de</strong>, se es pacia para fundirse luego<br />

en el San Juan que a distancia se arrastra silencioso.<br />

Vuélvome <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la hamaca: en el tope <strong>de</strong><br />

un montón <strong>de</strong> sueltos pedrejones <strong>de</strong> la playa, los indios<br />

han prendido una hoguera, en don<strong>de</strong> cuecen su ración<br />

<strong>de</strong> arroz y carne seca. Saltan <strong>de</strong> uno en otro pico, por<br />

entre el humo y el aire que on<strong>de</strong>a y reverbera herido por<br />

las vibrantes lenguas <strong>de</strong> las llamas, y entre ese ambiente<br />

móvil sus cuerpos negros, que miro <strong>de</strong>snudos <strong>de</strong>stacarse<br />

sobre el fondo cálido <strong>de</strong>l cielo, parecen figuras que se<br />

agitan <strong>de</strong>ntro al incendio mismo <strong>de</strong>l poniente….. Allá…..<br />

sobre la pampa interminable, las palmeras cuyos troncos<br />

torna invisibles la distancia, hacen <strong>de</strong>scollar sus copas<br />

sobre la selva como águilas que oteasen los horrores <strong>de</strong>l<br />

incendio. ¿Qué otean esas águilas? ¿Qué drama tremendo<br />

se <strong>de</strong>senvuelve allá sobre las llanuras inflamadas <strong>de</strong>l<br />

crepúsculo? ¿No sueño? ¿Estoy <strong>de</strong>spierto?..... Y sobre<br />

el alma va cayendo, y atravesando va el umbral <strong>de</strong> la<br />

conciencia, y toma posesión <strong>de</strong> los ámbitos todos <strong>de</strong>l<br />

espíritu, el mundo misterioso <strong>de</strong>l Ensueño…..<br />

¡Ah! ¡dulce ensoñar mío! Únicos dominios míos…..<br />

Un cambio <strong>de</strong> tono en el silencio. Desoriéntase el oído<br />

y sobresaltado me incorporo:<br />

Sobre el paisaje real bailan un instante y se disipan<br />

luego las figuras <strong>de</strong>l Ensueño.<br />

Y me quedo otra vez mirando río abajo.<br />

Por cuya orilla izquierda avanza, subiendo, una canoa,<br />

una embarcación leve y boyante. ¡Cómo danza sobre<br />

las ondas retorcidas! Qué espectáculo, siempre nuevo,<br />

para nosotros, los nacidos sobre las cimas <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s,<br />

el <strong>de</strong> estos habitantes <strong>de</strong> los valles, el <strong>de</strong> estos negros,<br />

<strong>de</strong>snudos, firmes, erguidos como dioses <strong>de</strong> bronce sobre<br />

los pe<strong>de</strong>stales zozobrantes <strong>de</strong> sus frágiles piraguas.<br />

Avanzan. Se acercan. Me incorporo a mirarlos. Son<br />

un negro y su hembra. Él en la proa, en la popa ella.<br />

95


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

¡Qué bellas actitu<strong>de</strong>s asumen esos númenes anfibios!<br />

Ahora hun<strong>de</strong> el <strong>de</strong> proa en el río su palanca; óyese el<br />

restallar <strong>de</strong>l regatón ferrado contra el fondo pedregoso,<br />

inclínase tras ella, cíñela por la extremidad superior<br />

entrambas manos, y al esfuerzo aplicado sobre la palanca<br />

que muer<strong>de</strong> el fondo y sobre el barco en el cual<br />

estriba firme el negro, cuájanse <strong>de</strong> músculos salientes<br />

y <strong>de</strong> surcos hondos, brazos, pecho, dorso, piernas; y el<br />

barco va rompiendo la rápida corriente que se encrespa<br />

y muge brava, en tanto que la palanca, cimbreando<br />

como un mimbre, bate el flanco sonoroso y parece que<br />

se rompe; pero ya la palanca <strong>de</strong> popa, que ha mordido<br />

el fondo, viene en su ayuda y suma esfuerzo a esfuerzo.<br />

Y qué gallarda remera es la <strong>de</strong> popa. Sin más vestido<br />

que un fajón <strong>de</strong> trapo azul ceñido a las ca<strong>de</strong>ras, cuyo<br />

bor<strong>de</strong> inferior cae a la mitad <strong>de</strong> las torneadas pantorrillas,<br />

<strong>de</strong>snudo el ancho torso y los redondos brazos y<br />

el seno firme, que el ejercicio <strong>de</strong>l remo hermoso hizo,<br />

cuando en pie, como ahora, en la vacilante proa <strong>de</strong> su<br />

piragua hería el seno elástico <strong>de</strong> la corriente bramadora,<br />

mientras en todo su armonioso cuerpo ni un solo<br />

músculo <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> contribuir al milagroso esfuerzo, sin<br />

otro vestido que estorbase sus libérrimos movimientos<br />

que la tibia envoltura <strong>de</strong>l aire luminoso.<br />

Sobre el manso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sembarca<strong>de</strong>ro flota ya, inmóvil,<br />

la canoa. Descansando en sus palancas, como<br />

guerreros antiguos en sus lanzas, los dos negros se<br />

recortan sobre las aguas <strong>de</strong>l río encendidas por el reflejo<br />

<strong>de</strong>l crepúsculo. Y la noche va cayendo. Va cayendo<br />

sobre mis ojos que tornan a cerrarse.<br />

YYY<br />

Uno….. dos….. tres ronquidos casi conscientes.<br />

Otro postrimero muy nasal y muy largo cuyo eco aún<br />

resonaba cuando me sentí <strong>de</strong>spierto. Primero fue estirar<br />

el remo izquierdo lentamente, lentamente. Luego el <strong>de</strong>recho.<br />

Luego los dos brazos. Vino enseguida el frotarme<br />

los ojos, e incorporado, pasear la mirada en re<strong>de</strong>dor.<br />

Había anochecido. Atareada en el fogón vi a la negra<br />

que viera hacía poco remando en la canoa. De un extremo<br />

a otro <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong>l tambo, el negro, su compañero,<br />

había colgado su hamaca y chupaba la pipa, reclinado.<br />

96


Son bien confianzudos estos negros, pensé.<br />

Pero luego recordé que estábamos en el <strong>de</strong>sierto y<br />

que tanto <strong>de</strong>recho tenían ellos como nosotros. Aun más<br />

<strong>de</strong>recho que nosotros tendrán - iba pensando - cuando<br />

oí salir <strong>de</strong> un rincón una voz que indudablemente a mí<br />

venía dirigida, pues <strong>de</strong>cía:<br />

—Como que ronca algo el paisano.<br />

—Y suponiendo….. ¿Qué habría con eso? Contesté<br />

algo picado.<br />

—No se pique, paisano, que no lo dije por tanto,<br />

contestó el que tal había dicho, dando una sonora risa<br />

y viniendo a colocarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí en la porción <strong>de</strong>l<br />

salón que las llamas <strong>de</strong>l hogar iluminaban.<br />

Me que<strong>de</strong> mirándolo. Era un mocetón alto, recio,<br />

hermoso, <strong>de</strong> sonrisa magnífica. A su vez él me observaba.<br />

Parecía examinarme atentamente. Luego,<br />

retirándose un poco, como para tomar mejor punto<br />

<strong>de</strong> vista, y avanzando con a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> alegría:<br />

—¡Malditos sean los <strong>de</strong>monios! Palabra que no lo<br />

había conocido. ¿Con que es Ud.? Ya me lo habían<br />

dicho, que Ud. andaba por estos Chocóes y no había<br />

querido creerlo, ¡qué iba a creer!<br />

Y luego, como notando en mis ojos la extrañeza,<br />

el gesto <strong>de</strong> que todo eso me caía <strong>de</strong> nuevo, <strong>de</strong> que él<br />

mismo me era un <strong>de</strong>sconocido:<br />

—¿Pero no recuerda que trabajé con Ud. en Sonsón?<br />

¿No recuerda a Pacho Cár<strong>de</strong>nas? Y dígame, ¿cierto es lo<br />

que me cuentan: que Ud. no ha podido conseguir todavía<br />

la suma? Es Ud., entonces, el hombre más <strong>de</strong> malas que<br />

conozco. Mire, mi don: cuando Dios <strong>de</strong>l cielo se resuelva,<br />

al fin, a pagar a Ud. trabajo perdido, no va a tener con<br />

qué; va a verse obligado a <strong>de</strong>clararse en quiebra.<br />

—¿Pero Ud. <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sale ahora?, dije al fin, viendo<br />

que no había remedio, que era preciso darme por muy<br />

su conocido.<br />

97


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—¿Yo? Voy con los Primos - y me señaló al negro y<br />

a la negra <strong>de</strong> la canoa - a hacerles un reconocimiento,<br />

y a montarles unos trabajos en sus minas <strong>de</strong> Antamara<br />

(aquí me guiñó el ojo expresivamente y se llevó el<br />

índice a los labios en señal <strong>de</strong> silencio).<br />

Luego continuó en voz alta:<br />

—Los Primos tienen una mina espléndida. Pero no<br />

la saben trabajar. Yo voy a ponerles un vapor y unos<br />

movimientos (aquí accionó expresivamente). Una imprenta<br />

nueva, pues….. ¿Me compren<strong>de</strong>?<br />

Luego, señalando a mi compañero, que en su hamaca<br />

parecía dormitar:<br />

¿Y el caballero quién es?<br />

—D. Luis <strong>de</strong> Aguilar.<br />

—¿Negociante?<br />

—Ingeniero.<br />

—Uno (dijo señalándose). Dos (y señaló a D. Luis).<br />

Tres (y me señaló a mí). (Y volviéndose a sus negros):<br />

¡Tres, tres Ingenieros! Se va a acabar el oro en este Chocó.<br />

Luego, inclinándose, me dijo en voz baja: Lo malo es<br />

que para sacar oro lo que se necesita no son ingenieros.<br />

—¿Qué, pues? Preguntéle.<br />

—Oro, me contestó en tono <strong>de</strong> cómico misterio.<br />

Des<strong>de</strong> ese instante comprendí que no tenía <strong>de</strong>recho<br />

para <strong>de</strong>sengañar a los negros en lo que a sus<br />

conocimientos en ingeniería respectaba, comprendí<br />

que era más ingeniero que nosotros, que varias veces<br />

¡ay! habíamos gastado dineros y energías tratando <strong>de</strong><br />

extraer oro <strong>de</strong> don<strong>de</strong> no lo había.<br />

La cena estaba a punto. Y nos fuimos acomodando<br />

en bancos bajos, al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l fogón, en el cual<br />

Nieves, la guapa remadora, oficiaba soberana. Y <strong>de</strong>bía<br />

<strong>de</strong> ser un prodigio culinario, según la fragancia que<br />

98


exhalaba todo aquello. Cierto que la cosa se prestaba,<br />

pues la pesca <strong>de</strong> esa tar<strong>de</strong> había sido espléndida. Pesca<br />

para todos los gustos: pemaes ver<strong>de</strong> y oro, obscuros<br />

nayos, gúngubas cobrizas….. todos los peces <strong>de</strong>sprovistos<br />

<strong>de</strong> espinas que en las aguas <strong>de</strong> la región se<br />

crían <strong>de</strong>stinados a nosotros, gentes <strong>de</strong> las montañas,<br />

camina por tierra, mindalaes, como nos llaman con<br />

<strong>de</strong>sprecio; y sábalos y doradas y picudas para ellos,<br />

para las gentes <strong>de</strong> la tierra, cuya <strong>de</strong>licia consiste en<br />

comer paños <strong>de</strong> agujas, que no otra cosa es la carne<br />

<strong>de</strong> esos peces, según se tejen en ella las espinas.<br />

Vino primero el aperitivo, el cual lo iba escanciando<br />

Tío Tomá en la totuma <strong>de</strong> nácar <strong>de</strong> D. Luis.<br />

—Vean Uds. una cosa que no se pue<strong>de</strong> hacer ya en<br />

Antioquia, dijo Cár<strong>de</strong>nas pala<strong>de</strong>ando intensamente el<br />

anisado que acababa <strong>de</strong> tragar en tanto entregaba la<br />

totuma a Tío Tomá.<br />

—¿El qué? preguntó D. Luis.<br />

—Esto. Beber, paisano.<br />

—¿Y por qué?<br />

—Pues por….. la temperancia, pues.<br />

—Cosa excelente.<br />

—Sí: visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí. Otra cosa es…..<br />

—¿Y Ud. no es temperante?<br />

—¡Ah! ¡Sí! Por supuesto. En el pueblo en que yo<br />

vivía últimamente todos firmamos temperancia.<br />

—Lo dice con un tono…..<br />

—¡Qué le parece! La cosa que yo más quiero, la<br />

temperancia. Como les digo: Yo era miembro activo<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong> mi pueblo. Nos reuníamos en el local <strong>de</strong> la<br />

escuela <strong>de</strong> señoritas. Recuerdo la última noche que<br />

nos reunimos. Era Presi<strong>de</strong>nte Pepe Colmero, el hijo<br />

<strong>de</strong>l gamonal. Echaron discurso todos. El que mejor<br />

99


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

lo hizo fue Román Copete, que estaba todavía con el<br />

guayabo <strong>de</strong> la grandota semanal. Después, todos callados.<br />

Parecíamos en misa. Vinieron luego los bostezos.<br />

Algunos cabeceaban <strong>de</strong> sueño. Hasta que al fin, Bruno<br />

Chaverra, un arriero rico, se <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> carajadas, se<br />

levantó <strong>de</strong>l asiento, atravesó el salón, sacó <strong>de</strong>l carriel<br />

un cigarro, y mientras lo encendía en una <strong>de</strong> las velas<br />

<strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte, dijo a éste:<br />

—Vea Pepito: hagamos una cosa.<br />

—A ver, contestó Pepe.<br />

—Man<strong>de</strong>mos por un garrafoncito <strong>de</strong> Aguardiente.<br />

Hubieran visto la furia <strong>de</strong> Pepe. Hubieran oído las<br />

cosas que le dijo al pobre Bruno. Lo puso ver<strong>de</strong>: le<br />

dijo hasta dotor.<br />

Escuchaba Bruno sin contestar palabra. Y cuando<br />

el Presi<strong>de</strong>nte hubo terminado, se encogió <strong>de</strong> hombros,<br />

sonrió, socarrón, dio dos o tres chupadas a su cigarro,<br />

y dijo con su voz arriera:<br />

—No sea pen<strong>de</strong>jo dotorcito. Vea: Ud. será mucho<br />

chuzo y sabrá mucho <strong>de</strong> socieda<strong>de</strong>s; pero lo único que<br />

sí le juro es, que lo que es ésta, así, sin aguardiente,<br />

no la funda, no tiene ni cinco riesgos.<br />

Y fue saliendo y tras él todos nosotros.<br />

—Bárbaros. ¡Y acabaron con ella! ¡Con la temperancia!<br />

—¡Eh! No nos crea, mi don, tan inocentes. Que<br />

íbamos a acabar nosotros. Continuamos sus sesiones<br />

en el Estanco.<br />

—¿Y es casado el paisano?<br />

—No: afortunadamente.<br />

—¿Y por qué afortunadamente?<br />

100


—Porque yo creo que….. en fin: creo que el amor<br />

es diversión propia sólo <strong>de</strong> los ricos.<br />

—Ese es un error, amigo mío. Para el antioqueño<br />

<strong>de</strong> pura cepa, el amor no es una diversión ni un tema<br />

<strong>de</strong> arte. El amor para él es una cosa augusta, severa<br />

y casi triste; es el trabajo, son los hijos, la vida entera<br />

con sus alegrías y sus dolores: es la familia, en fin:<br />

el arma con que coloniza, con que puebla, con que<br />

inva<strong>de</strong>, como planta cundidora, el territorio entero <strong>de</strong><br />

la República.<br />

—De suerte que los solteros, Ud., yo, el paisano…..<br />

—Somos poco menos que inútiles. Tan inútiles como<br />

cualesquiera otros colombianos. Que Antioquia no es<br />

gran<strong>de</strong>, no es fuerte, por sus individuos tomados aisladamente,<br />

sino por la familia. Hace poco pasaba yo, a la<br />

hora <strong>de</strong>l crepúsculo, por el valle <strong>de</strong>l Risaralda, que joven<br />

conociera cubierto <strong>de</strong> selvas obscuras y mefíticas. Y eso<br />

fue una fiesta. En cada cima reía <strong>de</strong> aseo y <strong>de</strong> blancor<br />

una vivienda; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo oteros ver<strong>de</strong>s nos miraban pasar,<br />

las cabezas levantadas, los novillos, con ojos noveleros;<br />

por las la<strong>de</strong>ras, grupos <strong>de</strong> jinetes galopaban en tropel<br />

sonoro por entre masas blancas <strong>de</strong> novillos;….. al sur, el<br />

cielo parecía besarse, allá, a distancia, con el valle;…..<br />

a uno y otro lado, sobre las cordilleras que emergían<br />

in<strong>de</strong>cisas en la bruma, ardían rozas y lomas incendiadas,<br />

y por entre ese océano <strong>de</strong> humos alcalinos, la luz<br />

<strong>de</strong>l sol, que se veía como una luna <strong>de</strong> sangre, todo lo<br />

incendiaba….. los novillos parecían beber luz líquida en<br />

los vados en cuyo fondo temblaba el reflejo <strong>de</strong> los cielos,<br />

<strong>de</strong> los cielos rojos que sobre el verdor <strong>de</strong>l valle, que se<br />

acopaba como un cáliz, semejaban una enorme floración<br />

<strong>de</strong> fuego. A poco obscurecía. Del cielo negro llovían las<br />

estrellas su luz casta; y en el valle y en las faldas lucían<br />

como chispas los hogares, en cada uno <strong>de</strong> los cuales ha<br />

sentado sus reales una familia valerosa <strong>de</strong> colonos antioqueños,<br />

a cuya vera parécele a uno estar en el riñón<br />

mismo <strong>de</strong> Antioquia: allí el maíz en los campos y en las<br />

trojes; la hospitalidad franca y sencilla; la muchacha que<br />

a la piedra sacu<strong>de</strong> el seno alto y vibrátil; los chócolos<br />

que crepitan asándose a la lumbre; las…..<br />

101


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Muy bonito todo, paisano, - interrumpió Cár<strong>de</strong>nas,<br />

soltando el trapo a sonora carcajada - ¡muy bonito<br />

todo! Y cómo se ve que a Ud. no le tocó nacer, crecer,<br />

vivir en ninguno <strong>de</strong> esos poéticos hogares antioqueños,<br />

cargando como una mula maíz, frísoles, leña; en pie<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las cuatro <strong>de</strong> la mañana, dale al azadón, dale<br />

al calabazo, dale al hacha; sin fumar siquiera; sin<br />

una diversión, sin un <strong>de</strong>sahogo, sin una parrandita…..<br />

Mire, paisano: eso será todo lo que Ud. quiera, pue<strong>de</strong><br />

tener hasta indulgencias, pue<strong>de</strong> hasta sacar ánimas<br />

<strong>de</strong>l purgatorio….. pero eso no es vida, paisano: ¡Eso<br />

no es vida!<br />

Sonreía Aguilar mientras Cár<strong>de</strong>nas hablaba y mirábalo<br />

benévolo. Y cuando hubo terminado:<br />

—Y cómo se equivocaría el que tomase las palabras<br />

<strong>de</strong> Ud., paisano, como dictadas por el odio, por<br />

la ingratitud, por <strong>de</strong>samor patrio o por cualquier otro<br />

sentimiento bajo. Así somos todos los antioqueños.<br />

Nuestro pueblo todo lo critica, todo lo examina, lo<br />

vuelve <strong>de</strong> un lado para otro, lo <strong>de</strong>smenuza, lo escudriña<br />

precisamente porque <strong>de</strong> nada está contento;<br />

porque eminentemente progresivo ve en toda institución<br />

un modo <strong>de</strong> ser pasajero que conduce a otro<br />

más perfecto; porque eminentemente liberal ve en<br />

toda personalidad que se levanta, a la vez que un guía<br />

momentáneo, un obstáculo que habrá que remover<br />

mañana. Acompañad a un antioqueño en sus faenas,<br />

en sus diversiones: seguidlo a la feria, a la tertulia,<br />

al almacén, a la cantina; en todas partes oiréis sus<br />

críticas, sus burlas, sus exageraciones heroicas, sus<br />

ironías, sus sarcasmos sangrientos, volar, zumbar,<br />

herir al magistrado, al gobernante, al banquero, al<br />

militar, al sacerdote, a todos. ¿Pero qué respeta este<br />

hombre? os preguntáis. Esperad un momento. Las<br />

faenas <strong>de</strong>l día han terminado y vedlo que se retira <strong>de</strong><br />

los centros comerciales. Sus pisadas conocidas han<br />

<strong>de</strong>spertado un mundo. Por aquella ventana ved cómo<br />

asoma un grupo <strong>de</strong> rubias cabecitas….. luego, gritos<br />

<strong>de</strong> alegría; pisadas estrepitosas y menudas, ruidos<br />

<strong>de</strong> muebles volcados y….. helos allí bulliciosos, enredándose<br />

en sus piernas, mientras <strong>de</strong>l regazo <strong>de</strong> la<br />

102


madre, que ha salido hasta el umbral, tien<strong>de</strong> a él los<br />

brazos el último nacido….. Seguidlo al interior <strong>de</strong> ese<br />

santuario, si queréis conocer lo que respeta. Lo primero<br />

que experimentáis es asombro, admiración por ese<br />

valiente que ha echado sobre sí todo el peso <strong>de</strong>l rudo<br />

combate <strong>de</strong> la vida para evitarlo a los que ama. Como<br />

a las alturas, en don<strong>de</strong> ponen las águilas sus nidos,<br />

no llega jamás el ruido <strong>de</strong> la vida intensa que aquí en<br />

los valles ardientes levantan las especies en su lucha<br />

tenaz; como a esas alturas, diáfanas y frías, no llegan<br />

jamás en su vuelo los insectos, ni ascien<strong>de</strong>n miasmas,<br />

ni se <strong>de</strong>slizan las serpientes, a las alturas morales en<br />

don<strong>de</strong> cuelga su hogar el antioqueño, tampoco llega<br />

nada <strong>de</strong> los odios, <strong>de</strong> las canallerías, <strong>de</strong> las abdicaciones,<br />

<strong>de</strong> las vergüenzas, <strong>de</strong>l lodo amasado con sangre,<br />

con lágrimas y honras en don<strong>de</strong> chapucean los que<br />

abajo se agitan batallando. Descien<strong>de</strong>, sí, él, cada día,<br />

como el águila a los valles, a luchar brazo a brazo con<br />

la vida, allí don<strong>de</strong> la vida hierve, y <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> alegre,<br />

vivificado con los puros aires <strong>de</strong> sus cimas, y por eso<br />

parece <strong>de</strong>cidor, cruel. El hogar es para él lo que el aire<br />

puro para el buzo, lo que para el asceta la oración.<br />

Quizás otros pueblos tendrán otros modos <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r<br />

la vida, más sabios, más artísticos; quizás la<br />

carga <strong>de</strong>l vivir compartida con la mujer docta, hábil,<br />

conocedora <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> al varón más<br />

equilibrada cultura y más animación y más sabor a<br />

la existencia; quizás, también, la vida social resulte<br />

<strong>de</strong>masiado insípida cuando no la sazona la gracia<br />

femenina; quizás para hacer lleva<strong>de</strong>ra la existencia<br />

necesiten otros razas <strong>de</strong> alma complicada, que por el<br />

cuerpo social circule el picante condimento <strong>de</strong>l amor<br />

placer, <strong>de</strong>l amor intriga. Así será. Examino simplemente<br />

el hecho <strong>de</strong> que el antioqueño vive dos vidas bien<br />

distintas: la <strong>de</strong> los negocios, campo en que no ce<strong>de</strong><br />

en tenacidad, en clarovi<strong>de</strong>ncia, en po<strong>de</strong>r combinador<br />

a ninguna <strong>de</strong> las razas conocidas; y la <strong>de</strong>l hogar, vida<br />

<strong>de</strong> afectos pura y simple. Y eso explica íntegramente<br />

su carácter: mientras más rudo, más implacable, mas<br />

burlón aparezca en su trato social, por ley <strong>de</strong> compensación,<br />

por una especie <strong>de</strong> polarización moral, más<br />

dulce, más amante estará para los suyos en el sagrado<br />

103


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

<strong>de</strong>l hogar. Y fijaos en un <strong>de</strong>talle: este amor a los hijos,<br />

a la esposa….. a todos cuantos cobija el santo nido,<br />

se oculta, se recata, porque este sentimiento, como<br />

todo sentimiento completo, íntegro, tiene su pudor. He<br />

aquí el porqué <strong>de</strong> nuestro porte social, rudo, agresivo,<br />

burlón, implacable: nuestra sociedad es un torneo<br />

<strong>de</strong> varones en que la lucha no está dulcificada por la<br />

presencia <strong>de</strong> la mujer; nos falta la mujer en mezcla,<br />

la mujer en disolución. Nuestras mujeres no saben<br />

ser sino esposas, madres, hermanas, novias; ¡y cómo<br />

saben serlo! oh dulces, oh perfectas, oh puras, oh ignoradas:<br />

yo aguilucho que arrojó <strong>de</strong>l nidal borrasca brava,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> estas soleda<strong>de</strong>s os saludo y saludo en vosotras<br />

a las genitoras <strong>de</strong> la raza salvadora <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>.<br />

104<br />

YYY<br />

A poco, cada cual subió a su hamaca y fumaba<br />

silencioso o dormitaba.<br />

Bañados por los reflejos <strong>de</strong>l fogón, tendidos a su<br />

vera, <strong>de</strong>snudos sobre el <strong>de</strong>snudo suelo, los indios<br />

sostenían estruendosos diálogos. Cuánta énfasis,<br />

qué riqueza <strong>de</strong> entonaciones, <strong>de</strong> fonéticos matices se<br />

ven obligados a gastar estos hijos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto para<br />

po<strong>de</strong>r expresar en su pobre idioma las más sencillas<br />

concepciones. Ahora tiene la palabra Baribú. Cómo su<br />

frase se modula, se asorda, se levanta, se espacia…..<br />

Ni gamonal <strong>de</strong> pueblo recién venido <strong>de</strong> la capital <strong>de</strong>screstando<br />

a su parroquia; ni poeta lírico recitando oda<br />

sublime, <strong>de</strong>stinada a sugerir que al lado <strong>de</strong> los dolores<br />

<strong>de</strong> su alma privilegiada, Job, Niobe, el infierno, son niños<br />

<strong>de</strong> teta; ni orador parlamentario que ante Senado<br />

augusto se revuelve tonante y caudaloso para probar<br />

que el ladrón no fue él sino su otro compadre….. nadie<br />

pulsó jamás gama tan rica <strong>de</strong> sonidos, <strong>de</strong> ritmos, <strong>de</strong><br />

cesuras como ese pobre indio, ¿y qué podrá <strong>de</strong>cir?.....<br />

Cuando más que el ñame <strong>de</strong> la comida estaba crudo<br />

y lo tiene flatulento, que el tercio le hizo una peladura<br />

sobre el riñón izquierdo, que….. oíd: <strong>de</strong> aquella hamaca<br />

<strong>de</strong>l rincón se alza un ronquido, primero piano,<br />

piano, y que luego va creciendo. ¿Quién duerme ahí?


En la obscuridad <strong>de</strong>l tambo nada se distingue; las hamacas<br />

pendientes <strong>de</strong>l techo en comba aguda parecen<br />

murciélagos colgados <strong>de</strong>l cielo <strong>de</strong> una cripta….. Otro<br />

ronquido en otra parte, ¡qué dúo <strong>de</strong> tatabras!..... un<br />

tercero….. un cuarto….. es una orquesta….. y <strong>de</strong> fuera<br />

les respon<strong>de</strong>n: la variedad infinita <strong>de</strong> las ranas <strong>de</strong> estas<br />

tierras alzan su chirrido: la selva está sedienta. ¡Seis<br />

días <strong>de</strong> no llover en el Chocó! Hasta los peces en sus<br />

cauces gritan agua, ¡agua!..... Un calofrío me recorre<br />

el espinazo, quizás un reflejo atávico que grabó en mi<br />

organismo algún abuelo indio; éstos se incorporan,<br />

tien<strong>de</strong>n el oído.<br />

—Verrugosa, hombre. Dice Baribú.<br />

¡Ah, es el silbido opaco, pavoroso <strong>de</strong> la serpiente<br />

verrugosa! Me vuelvo un ovillo entre la hamaca.<br />

Alguien tose y se rebulle. ¿Quién está ahí <strong>de</strong>svelado?<br />

pregunto en voz muy queda.<br />

—Soy yo, paisano.<br />

—¿Cár<strong>de</strong>nas?<br />

—El mismo.<br />

—¿No pue<strong>de</strong> dormir?<br />

—Ni una pestañada, y la culpa la tiene el paisano<br />

Aguilar.<br />

—¿Es él quien ronca tan recio?<br />

—No, no es eso. Es con lo que habló durante la<br />

comida, ¡podía hablar algo el paisano!<br />

—¿Y qué tiene que ver?.....<br />

—Pues….. con tanto oírlo moler y dale con la mujer<br />

antioqueña, con el hogar antioqueño, con la novia<br />

antioqueña, me ha hecho entrar una pensa<strong>de</strong>ra, una<br />

pensa<strong>de</strong>ra….. y me he puesto a cavilar si no sería mejor<br />

haberme quedado en mi tierra, y a la hora <strong>de</strong> ahora<br />

estaría ya casado con mi novia, viviendo en una casita<br />

como un oro….. Conociera Ud. a mi novia, paisano.<br />

105


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Viérala Ud. cuando sale a misa los domingos ir por<br />

esos caminitos, recogida la falda con la diestra, cómo<br />

avanza el pie <strong>de</strong>snudo bajo la enagua blanca, cómo<br />

se columpia en la cintura, ¡y qué ojos y qué cuello y<br />

qué sonrisa!<br />

Después <strong>de</strong> una pausa larga, continuó:<br />

Y luego aquel lucero, mire, aquel que alcanza a<br />

verse por entre la culata <strong>de</strong>l bohío.<br />

—¿Sirio? Sí: es Sirio ese. ¿Y qué?<br />

—¿Así se llama? En fin….. ese. Todas las noches,<br />

era por Enero, nos divertíamos mi novia y yo en verlo<br />

salir, sentados en el corredor <strong>de</strong> su casa. ¿Ha visto<br />

Ud. cómo sale? Propiamente no salía, brincaba <strong>de</strong> la<br />

cordillera enterito y se ponía a temblar como una vela<br />

al viento. Apostábamos a quién lo veía salir primero y<br />

jamás llegó a ganarme: que ella lo veía salir en el cielo<br />

y yo en sus ojos. Ah lindo que es el amor, paisano; ¡ah<br />

lindo que es el amor!..... ¿Y dice Ud. que ese lucero se<br />

llama cómo?<br />

—Sirio. Es un sol soberbio, mayor que el que <strong>de</strong> día<br />

nos alumbra. A su lado este mundo en que habitamos<br />

es un grano <strong>de</strong> polvo.<br />

—Y ahora que mienta….. Tengo yo una duda, paisano,<br />

que nadie todavía ha podido resolverme. Tal vez<br />

Ud.….<br />

—A ver.<br />

—Eso <strong>de</strong>l grandor <strong>de</strong> las estrellas, <strong>de</strong> su distancia…..<br />

en fin….. todo eso que <strong>de</strong> ellas dicen….. pues como yo<br />

soy algo ingeniero y he visto medir <strong>de</strong> lejos..… en fin,<br />

no se me vuelve tan cuesta arriba. Pero….. dígame:<br />

¿alguno ha ido allá?<br />

—No.<br />

—¿Alguno <strong>de</strong> allá ha venido aquí, pues?<br />

106


—Tampoco.<br />

—¿Y no dice Ud. que se llama Sirio?.....<br />

—Sí.<br />

—Y entonces, si ninguno <strong>de</strong> aquí se ha puesto al habla<br />

con gentes <strong>de</strong> allá, ni nadie <strong>de</strong> allá habló jamás con los <strong>de</strong><br />

aquí ¿cómo hicieron, pues, para averiguarle el nombre?<br />

YYY<br />

Fuese toldando el cielo. Pronto no brilló en él una sola<br />

estrella. Retumbó el trueno y empezaron a caer goterones<br />

enormes. Todos los ruidos <strong>de</strong> la selva se callaron<br />

y me fui quedando dormido al dulce golpear <strong>de</strong> la lluvia<br />

en el techo <strong>de</strong> paja y en los follajes <strong>de</strong> los árboles.<br />

Muy entrada era ya la noche cuando me <strong>de</strong>sperté<br />

calado hasta los tuétanos. El techo ralo <strong>de</strong>jaba colar<br />

la lluvia. Oí que alguien se apeaba <strong>de</strong> su hamaca y la<br />

vaciaba como si fuera un cántaro. Y que mientras tal<br />

hacía, reía con carcajadas reprimidas.<br />

—¿Quién? Pregunté.<br />

—¡Ah! ¡ah! ¡ah!.....<br />

—¿Quién es?, Repetí.<br />

—Yo, contestó Cár<strong>de</strong>nas.<br />

—¿Y por qué ríe?<br />

—¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah!.....<br />

—Pero cuente ¿qué es la risa?<br />

—Para qué le digo, paisano, si Ud. no conoce gallinas.<br />

¡Ah! ¡ah! ah!.....<br />

—¿Que no conozco gallinas yo?<br />

107


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Es <strong>de</strong>cir que no ha sido muchacho en eso.<br />

—No comprendo.<br />

—Pues….. Quiero <strong>de</strong>cir que Ud….. Como en fin no<br />

es hombre casado….. ni es campesino….. ni ha tenido<br />

gallineros…..<br />

—Pero en fin….. casados más o menos todos lo<br />

hemos sido….. Y en cuanto a campesino…..<br />

—De veras que Ud.…. Y diga, paisano, ¿ha echado<br />

Ud. alguna vez una clueca a empollar huevos?<br />

—Yo, precisamente…..<br />

—En fin..… pero habrá visto..… ¿Sí? Bueno. Pues<br />

figúrese Ud. paisano….. ¡Ah! ¡ah! ¡ah!..... que estaba<br />

soñando, que como diz que estaba yo clueco y echado,<br />

sí señor, bien echado en mi nido, calentando mis<br />

huevitos, cuando empezó esta maldita tempestad; y<br />

como este con<strong>de</strong>nado pajar <strong>de</strong> este rancho está tan<br />

calvo, empezó el agua a llenarme la hamaca, que es <strong>de</strong><br />

lona, y yo, entre dormido y mal dormido, a sentir un<br />

frío….. y como en todas las pesadillas, un malestar y<br />

un..… Así que a cada trueno me estremecía y temblaba<br />

todo. Y en mi corazón maternal <strong>de</strong> gallina incubando,<br />

experimentaba una angustia, un..… cómo le dijera<br />

yo….. Porque yo estaba convencido, lo que se llama<br />

convencido, <strong>de</strong> que esos truenos me iban a atronar<br />

los huevos, <strong>de</strong> que el aguacero que se me entraba al<br />

nido me los iba a engüerar….. ¡Ah! ¡ah! ¡ah!<br />

—La fortuna que todo ha sido un sueño mero.<br />

—Y que ya empieza a amanecer. Porque le aseguro<br />

que si me vuelvo a dormir, vuelvo a tener pesadilla. Y<br />

la culpa la sigue teniendo el paisano Aguilar, que me<br />

puso flatoso con sus péroras…..<br />

108<br />

YYY<br />

Volvemos <strong>de</strong> nuestra excursión por las crestas y la-


<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la región más occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s. Un mes<br />

<strong>de</strong> selva silenciosa, <strong>de</strong> incesantes lluvias, <strong>de</strong> marchas<br />

aplanantes, sin más guía que el instinto <strong>de</strong> orientación<br />

<strong>de</strong> los indios, en busca <strong>de</strong> ese venero <strong>de</strong> oro que se<br />

escon<strong>de</strong> siempre y cuya aparición mantiene viva la<br />

esperanza. En cada quebrada, en cada afloramiento<br />

nos <strong>de</strong>tenemos a catear: cólmase <strong>de</strong> arenas la batea<br />

exploradora; el Tío Tomá, con meneos magistrales, va<br />

mermando, mermando la liviana broza; en el fondo,<br />

al fin, negrea la jagua… írguese, luego, solemne a dar<br />

la pinta….. y siempre, en todas las ocasiones, como<br />

si fuese la primera vez, se siente un ligero susto, una<br />

ansiedad grata. ¿Habrá oro allí? ¿no lo habrá? ¡Oh vida<br />

errante <strong>de</strong>l explorador minero! Tus sensaciones, como<br />

las <strong>de</strong> amor, son siempre dulcemente crueles….. Nos<br />

inclinamos palpitantes a mirar….. ni un rubio grano<br />

entre la jagua negra y….. ¡a<strong>de</strong>lante! a<strong>de</strong>lante siempre.<br />

Hasta que al fin…..<br />

La cosa sucedió una tar<strong>de</strong>.<br />

Habíamos toldado ya. Sobre tres piedras hervía<br />

una olla <strong>de</strong> frísoles, sobre otras tres en un cal<strong>de</strong>ro<br />

borbollante daba volteretas un mico <strong>de</strong>sollado entero.<br />

Baribú que fuera por agua a la vecina quebrada, tornó<br />

trayendo un hermoso pedazo <strong>de</strong> pirita.<br />

—Mina, hombre, dijo el indio alargándome el fragmento.<br />

—¿En dón<strong>de</strong> hallaste eso?<br />

—En quebrada, hombre.<br />

Examinolo antentamente Aguilar.<br />

—Vamos allá, dijo levantándose.<br />

Seguímosle todos. Tomamos por el lecho <strong>de</strong>l riachuelo,<br />

y al llegar a una cascada que sus aguas formaban,<br />

nos quedamos parados. Parados <strong>de</strong> admiración.<br />

En el esquisto cristalino, discordantemente con él,<br />

encajaba un filón soberbio, cuyo afloramiento, claro,<br />

neto, vertical, se señalaba en la roca <strong>de</strong>snuda como<br />

un surco hasta per<strong>de</strong>rse allá muy alto entre las cimas.<br />

Fue una escena silenciosa. Aguilar tomó su piqueta,<br />

hirió el venero y llenó la batea. Era un material suelto,<br />

carmíneo, sembrado <strong>de</strong> piritas no oxidadas. El propio se<br />

109


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

inclinó sobre la corriente a verificar la cateada; luego<br />

se irguió, le dio pinta y, silencioso, pálido, me alargó<br />

la batea. Temblaba yo al cogerla: una lengua áurea,<br />

lengua <strong>de</strong> perro cansado, como dicen los mineros, se<br />

tendía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el centro <strong>de</strong> la batea hasta su bor<strong>de</strong>. Nadie<br />

habló nada; pero los corazones todos batían en los<br />

pechos una diana <strong>de</strong> alegría a ese radiante amanecer<br />

<strong>de</strong> la fortuna, y los ojos fulguraban. Silenciosos - que<br />

anochecía ya - tomamos el camino <strong>de</strong> la tolda.<br />

A poco ésta retemblaba <strong>de</strong> animación y <strong>de</strong> bullicio.<br />

La blanca barba <strong>de</strong>rramada sobre el pecho, bañado<br />

por la luz <strong>de</strong> la fogata, los ojos llameando, <strong>de</strong>cíame<br />

Aguilar:<br />

—Para Ud., aún joven, lleno <strong>de</strong> esperanzas y energía,<br />

no tienen ni <strong>de</strong> lejos la significación que para mí,<br />

cansado y viejo, los sucesos <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong>. ¡Ah, la<br />

fortuna! ¿Sabe Ud. lo que para mí quiere <strong>de</strong>cir eso?<br />

Nada menos que la realización <strong>de</strong>l ensueño todo <strong>de</strong> mi<br />

vida. Porque no sé si alguna vez se lo habré dicho: yo<br />

persigo un sueño para cuya realización necesito mucho<br />

oro, mucho oro.<br />

—Ud. sabe <strong>de</strong> sobra - siguió diciendo - que según los<br />

puntos <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> Lord Kelvin entre otros, vulgarizados<br />

hoy por el galo Le Bon - que para eso, para vulgarizar<br />

sirven los galos - materia y energía son dos estados <strong>de</strong><br />

una sola cosa; que cuando una dynamo, por ejemplo,<br />

produce electricidad, no hace más que transformar<br />

parte <strong>de</strong> la materia <strong>de</strong> que está construida en corriente<br />

eléctrica. Empero, con los medios <strong>de</strong> que la Industria<br />

dispone actualmente, sólo una pequeñísima porción<br />

<strong>de</strong> materia pue<strong>de</strong> ser trocada en energía, y eso con<br />

un gasto equivalente <strong>de</strong> ésta. ¡Ah! ¡Qué multiplicación<br />

infinita <strong>de</strong> la humana potencia tendrá nacimiento el día<br />

en que se halle el agente capaz <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>sflagrar<br />

instantáneamente la materia y convertirla en fuerzas<br />

vivas, como una cápsula <strong>de</strong> fulminato <strong>de</strong> mercurio,<br />

por ejemplo, hace <strong>de</strong>sflagrar un paquete <strong>de</strong> dinamita!<br />

Ese día la navegación aérea será un juego. ¡Qué digo<br />

la navegación aérea: la navegación interplanetaria,<br />

la navegación interestelar! ¡Qué horizontes infinitos<br />

abiertos a la vida! Entonces sí, ya que no po<strong>de</strong>mos<br />

110


vivir eternamente, podremos vivir inmensamente.<br />

¡Ah! Po<strong>de</strong>r seguir con el cuerpo los vuelos <strong>de</strong>l espíritu;<br />

po<strong>de</strong>r hollar los campos infinitos en que la imaginación<br />

transita sola! Pero vivir como hoy se vive, obligados a<br />

reptar en un solo plano <strong>de</strong>l vivir posible, proyectando<br />

contra los mundos que nos son velados los sueños <strong>de</strong>l<br />

cerebro, sin lograr actuar un solo día nuestra infinita<br />

potencial <strong>de</strong> vida….. Morir como hoy se muere, con la<br />

honda pesadumbre <strong>de</strong> jamás haber vivido. Pero cuando<br />

se logre hacer la vida infinita en intensidad, saturados<br />

<strong>de</strong> vivir, nacerá en nosotros, dulce, el apetito <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso<br />

eterno, e iremos alegres a su encuentro como<br />

al sueño vamos, indolentes y confiados <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un<br />

bello día <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> trabajo.<br />

Pues bien: para eso quiero la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y la<br />

fortuna: para ofrendar mi vida entera en aras <strong>de</strong> ese<br />

sueño radioso: para meditar, para estudiar, para experimentar<br />

retirado en algún barrio <strong>de</strong> estudiantes <strong>de</strong><br />

alguna ciudad docta.<br />

Cuando a la mañana siguiente nos dirigíamos al filón,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos alcanzamos a ver al Tío Tomá que había<br />

madrugado, haciendo danzar febrilmente la batea. Al<br />

<strong>de</strong>scubrirnos vació en ella todo lo que recogido había y<br />

limpiolo con cuidado. Entregónoslo cuando a él llegamos.<br />

Brillaba en el fondo un buen montón <strong>de</strong> polvo amarillo.<br />

Tomamos Aguilar y yo en los cuencos <strong>de</strong> las manos sendas<br />

porciones y nos dimos a examinarlas a la luz <strong>de</strong>l sol<br />

naciente cuyo sesgo rayo hería ya las ramas cimeras <strong>de</strong><br />

los árboles….. Una misma sospecha torturante nos vapuló<br />

como un relámpago….. ¡Eso no era oro! Era lo que los<br />

mineros llaman mica, ese rubio polvo que a tantos ha<br />

engañado, que a tantos engaña todavía.<br />

A la luz escasa <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> anterior, habíamos nosotros<br />

también sido extraviados. No osábamos siquiera<br />

mirarnos cara a cara; pero tácitamente resolvimos no<br />

<strong>de</strong>sengañar a nuestros compañeros y, tristes, emprendimos<br />

el regreso, el cual se hizo siguiendo la corriente<br />

<strong>de</strong>l riachuelo.<br />

¡Penoso <strong>de</strong>scenso! Cuando la pendiente y el caudal<br />

lo consintieron, nos abandonamos a su curso en una<br />

balsa <strong>de</strong> medulas <strong>de</strong> palmera. El indio Miró iba a<strong>de</strong>lan-<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

te, caballero en un solo trozo, explorando la corriente.<br />

Al quinto día, la pampa otra vez, la pampa urente:<br />

todo duerme, no sopla ni una brisa, la vegetación parece<br />

emerger <strong>de</strong>l fondo quieto <strong>de</strong> un estanque, las bocas<br />

saben a fango, los párpados pesan como plomo. Aguilar,<br />

presa <strong>de</strong> un ataque <strong>de</strong> fiebre, los cabellos pegados a<br />

la frente sudorosa, la pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la muerte en el rostro<br />

severo y <strong>de</strong>macrado, yacía en el fondo <strong>de</strong> la balsa.<br />

¡Alma infanzona! No alcanzarás, no, la fortuna; tus<br />

sueños temerarios, la inasible quimera <strong>de</strong> tus ansias,<br />

ha <strong>de</strong> permanecer, quizás por siempre, como visión<br />

aislada <strong>de</strong> tu bizarro cerebro aventurero….. Una vida <strong>de</strong><br />

intensidad infinita no será tu lote. Morirás como morimos<br />

todos, temerosos y temblando ante el enigma pavoroso.<br />

Pero no temas, oh magnánimo. Talvez sin que <strong>de</strong> ello<br />

te <strong>de</strong>s cuenta, ese Dios en quien creemos, nosotros los<br />

ingenuos, mo<strong>de</strong>la y purifica, a golpes <strong>de</strong> dolor, tu gran<strong>de</strong><br />

alma. ¿Quién sabe? Talvez nosotros, los indoctos, estemos<br />

en lo cierto, y esta vida no es lo que tú crees, sino<br />

más bien lo que a nuestros sencillos abuelos parecía:<br />

la gestación dolorosa <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> ultratumba.<br />

Una canoa zarpa <strong>de</strong> la orilla y hacia nuestra balsa<br />

inclina el rumbo en sesga trayectoria….. ya están al<br />

alcance <strong>de</strong> la vista. Dirígenla dos negros. Y en la proa<br />

un hombre sentado a la oriental nos saluda agitando el<br />

sombrero <strong>de</strong> anchas alas….. ¡Ah! es Cár<strong>de</strong>nas. Cómo<br />

me regocija el ver <strong>de</strong> nuevo al bravo mozo. Su canoa<br />

se coloca al lado <strong>de</strong> la balsa y continuamos la bajada<br />

charlando alegremente.<br />

Contáranle al paisano unos caucheros que dormido<br />

habían en su mina la noche antes, haber visto a<br />

nuestros indios buscando palmas para una balsa en<br />

las cabeceras <strong>de</strong>l río. Y como, ¿a qué negarlo? habíanos<br />

tomado ley, resolvió estar a nuestra mira para<br />

llevarnos a su casa y obsequiarnos. ¿Por ventura los<br />

antioqueños no somos todos como hermanos fuera <strong>de</strong><br />

nuestra tierra, aun aquellos mismos que en Antioquia<br />

ni se tratan ni se quieren? Cuánto más nosotros, que<br />

se podía <strong>de</strong>cir, éramos colegas.<br />

Llegábamos a poco. Acogida cariñosa, secas ropas,<br />

limpios lechos, yantar regio; luego a visitar la mina:<br />

Un aluvión inmenso; una soberbia platinera asentada<br />

en el terciario, un emporio <strong>de</strong> riqueza verda<strong>de</strong>ra.<br />

112


—Vean Uds. cómo se trabaja aquí - iba diciéndonos<br />

Cár<strong>de</strong>nas - qué actividad, qué or<strong>de</strong>n. Y sin embargo -<br />

y no es porque esté presente - cuando, hará un mes,<br />

llegué aquí, esto era una zambra. Yo metí or<strong>de</strong>n en<br />

todo: que los unos por temor y….. por temor también<br />

los otros, reduje al fin a estos negros a trabajar y a ser<br />

cumplidos. Y luego que mi vida se ha compuesto…..<br />

¡<strong>de</strong> qué modo! Y a Ud. lo <strong>de</strong>bo paisano Aguilar, a Ud.<br />

lo <strong>de</strong>bo.<br />

—¿A mí?<br />

—Como lo oye.<br />

—¿Y en qué he podido yo influir?.....<br />

—¿Pues no recuerda Ud. aquella noche….. la primera,<br />

pues, en que nos vimos?..... Después que lo<br />

oí hablar me dí a pensar que, indudablemente, Ud.<br />

tenía razón; que uno <strong>de</strong>be ser casado; que, como<br />

dice Bacalao el <strong>de</strong> D. Patricio, el hombre soltero sufre<br />

mucho.<br />

—¿Y se ha casado Ud.?<br />

—Pues….. más bien que sí.<br />

—¿Hizo venir <strong>de</strong> Antioquia a su novia?<br />

—No.<br />

—¿Fue, acaso, Ud. allá?<br />

—Tampoco.<br />

—¿Se casó por po<strong>de</strong>r?<br />

—Eso sí que mucho menos.<br />

—Pues entonces…..<br />

—Miren paisanos; para que no tonteen más, las<br />

cosas pasaron así: Como les iba diciendo, a poco <strong>de</strong><br />

estar aquí, yo era el as en esta mina, era el todo para<br />

estos negros: que el paisano Cál<strong>de</strong>nas, tal cosa; que<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

el paisano Cál<strong>de</strong>nas, tal otra; que eso pregúntenselo<br />

al paisano Cál<strong>de</strong>nas… Lo cual, naturalmente, comenzó<br />

a chocar a Primo Lorenzo, al que se <strong>de</strong>cía dueño <strong>de</strong><br />

la mina, al que me trajo a mí, pues, y que durmió en<br />

el tambo aquella noche….. ¿No recuerdan? ¿Sí? Pues<br />

bueno. El tal empezó a no hallarse bien conmigo, hasta<br />

que un día no pudo menos y me dijo:<br />

—Paisano: no me conviene que Ud. siga aquí.<br />

—Vea qué cosa Primo, y yo que creo lo contrario.<br />

—Pues es que si no se va, lo voy.<br />

—Quisiera saber cómo.<br />

—Así: dijo sacando su machete.<br />

—Pues ¡pararse! dije yo sacando el mío. ¡Y lo prendo<br />

a plan, paisanos! Le di plan hasta en la lengua. Hasta<br />

que el pobre negro no pudo más y echó a correr. En<br />

aquel altico se <strong>de</strong>tuvo y empezó a llamar a su mujer.<br />

—¡Nieves! ¡Nieves!<br />

Pero ella, silenciosa, le volvió la espalda y se<br />

sentó a mi lado. Luego llamó a sus hermanos y a<br />

sus primos.<br />

—¡Tomás! ¡Esteban! ¡Eliseo!.....<br />

Éstos alzaron a mirarlo, se inclinaron luego y siguieron<br />

trabajando.<br />

Llamó <strong>de</strong>spués al perro.<br />

—¡Comandante! ¡Toma!<br />

Y el perro, que estaba echado a mis pies, alzó un<br />

instante la cabeza, volvió <strong>de</strong> nuevo a reclinarse en las<br />

patas <strong>de</strong>lanteras, y siguió durmiendo.<br />

Entonces se <strong>de</strong>shizo en maldiciones, llamó sobre<br />

114


nosotros rayos, pestes, truenos; se haló <strong>de</strong> los cabellos;<br />

se hirió el rostro con las manos; se tiraba contra<br />

el suelo y topetaba la cabeza en las piedras y en los<br />

troncos….. Como un loco diose luego a correr <strong>de</strong> una<br />

parte para otra, llega a la orilla, <strong>de</strong>sata una champa<br />

y se echa río abajo. Buen rato pudimos verlo amenazándonos<br />

con los puños, hasta que al fin perdiose allá,<br />

tras el recodo, y no ha vuelto más…..<br />

YYY<br />

De pie, en leve canoa colmada <strong>de</strong> áureos bananos<br />

que al sol brillan, viene Nieves río abajo. Des<strong>de</strong> lejos<br />

llama a Cár<strong>de</strong>nas. Acu<strong>de</strong> éste a la orilla. Detiene<br />

aquélla el barco y entablan plática íntima constelada<br />

<strong>de</strong> sonrisas.<br />

—No sé qué pensar <strong>de</strong> todo esto, dice, mirándolos<br />

mi amigo. Y sin embargo ¿quién sería capaz <strong>de</strong> sostener<br />

que este valiente no merece su fortuna?<br />

Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> breve pausa:<br />

En todo caso, esto es Antioquia, es la Patria que<br />

se expan<strong>de</strong> irresistible. ¡Paso a ella! Son sus hijos,<br />

los audaces <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> la raza más audaz <strong>de</strong>l<br />

universo, mo<strong>de</strong>lados en siglos <strong>de</strong> aislamiento, sobre<br />

el dorso <strong>de</strong> nuestras soberbias cordilleras.<br />

Antioquia son sus hijos, es su raza. Antioquia será<br />

<strong>Colombia</strong> entera, como la ya olvidada, tesonera Prusia,<br />

es hoy Germania Imperial y victoriosa. ¡Viva Antioquia!<br />

Minas <strong>de</strong> Zancudo, a 22 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1908. 23<br />

23 Tomado <strong>de</strong> Revista Alpha, Año III, No. 35. Me<strong>de</strong>llín,<br />

noviembre <strong>de</strong> 1908, pags. 409-425.<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

116<br />

CRONIQUILLA II: EL FILÓSOFO<br />

Para Samuel Moreno O.<br />

I<br />

La novilla Paloma salió lentamente <strong>de</strong>l río. Pisó luego<br />

la arena apretada <strong>de</strong> la playa, en la cual el agua que<br />

chorreaba <strong>de</strong> sus piernas finas iba <strong>de</strong>jando manchas<br />

húmedas, y tomó por la cuesta enrramada reventando<br />

yerba, reventando yerba.<br />

¡Oh! qué dulce es estar sola, sola una con sus pensamientos,<br />

lejos <strong>de</strong> todos esos cuchicheos, <strong>de</strong> todas<br />

las miradas burlonas, <strong>de</strong>svergonzadas, <strong>de</strong> esa multitud<br />

malévola.<br />

Y recordó los días felices que viviera con su madre<br />

en el potrero <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> La Hacienda. Allá era ella<br />

la mimada. Cuando hasta la señorita, con ser <strong>de</strong> esa<br />

raza réproba <strong>de</strong> los humanos, encargada por Dios <strong>de</strong><br />

martirizar a su especie - la cual por sus pecados ¡ay!<br />

se hiciera digna <strong>de</strong> ello- hasta la señorita digo… pero<br />

no digamos la señorita que era dulce y bella; pero aún<br />

los señoritos, esos lobeznos <strong>de</strong> entrañas berroqueñas,<br />

le sobaban los lomos, le palmeaban la testuz y le


daban en sus propias manos bocados <strong>de</strong> sal blanca,<br />

en tanto que se entregaban a charlar <strong>de</strong> su prosapia<br />

regia. Porque por las venas <strong>de</strong> la Paloma corría sangre<br />

muy ilustre. Por su padre era inglesa. Gran parte <strong>de</strong><br />

sus ascendientes pacieron en los pesebres reales <strong>de</strong><br />

Jacobos y <strong>de</strong> Eduardos; mientras que por su madre era<br />

holan<strong>de</strong>sa. En las campiñas <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s vivieron <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

eda<strong>de</strong>s remotísimas sus abuelos. Y cuentan vetustas<br />

crónicas que un toro miura que los conquistadores<br />

<strong>de</strong> Castilla llevaron allá para ser lidiado en imperial<br />

novillada puso una parcela <strong>de</strong> sol en las venas <strong>de</strong> una<br />

abuela suya, trayendo a la variedad a que ella pertenecía<br />

esa esbeltez <strong>de</strong> formas que era ¡ay! la causa <strong>de</strong><br />

todas sus tristezas. Sí, pensó, dando un suspiro: triste<br />

belleza que tantas amarguras me cuesta. Porque si yo<br />

no fuera hermosa ese dios que posee mi ser todo no<br />

hubiera fijado en mí sus ojos, y entonces ni la envidia<br />

me perseguiría, ni la maledicencia emponzoñaría mi<br />

vivir antes tan dulce.<br />

“Qué hermoso paisaje”, pensó. Ahí cerca, bien cerca<br />

aún, metidas hasta las rodillas las unas, las otras hasta<br />

el vientre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l agua transparente y mansa estaban<br />

sus compañeras, las que <strong>de</strong>jaría hacía poco; y<br />

hacia arriba y hacia abajo el río en meandros suaves,<br />

<strong>de</strong>senvolvía, perezoso, su curso en el tranquilo vallecito.<br />

Lejos…a media la<strong>de</strong>ra, la casa <strong>de</strong> la Hacienda,<br />

en don<strong>de</strong> su niñez corrió feliz, brillaba roja y blanca<br />

entre arbolados <strong>de</strong> madroños verdinegros, y más allá la<br />

selva, y más allá montes encaramados sobre montes,<br />

alejándose siempre, empinándose siempre, hasta que<br />

la distancia los tornaba azules.<br />

—¿En dón<strong>de</strong> estará él en este instante?, pensó.<br />

¿Qué valles profundos, qué altas cimas hollará <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso?<br />

Ruborizose <strong>de</strong> súbito al sorpren<strong>de</strong>rse a sí misma<br />

extática ante su pasión inmensa y ante el paisaje divino.<br />

Cómo se hubieran reído <strong>de</strong> ella los intelectuales<br />

<strong>de</strong>l Hato entre quienes estaban <strong>de</strong>sacreditadas hasta<br />

parecer ridículas, las gran<strong>de</strong>s pasiones y la admiración<br />

<strong>de</strong> los espectáculos sublimes. Sólo una cosa era en ese<br />

momento histórico <strong>de</strong>l Hato digna <strong>de</strong> un intelectual: la<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

ironía. Afortunadamente nadie la había visto, y dando<br />

un suspiro muy hondo y muy largo tornó a inclinarse.<br />

Y, reventando yerba, reventando yerba, continuó ascendiendo<br />

camino <strong>de</strong>l sestea<strong>de</strong>ro.<br />

Acomodose en un apartado rincón, echándose con<br />

un resoplido largo, sonoro, oloroso a poleo, a leche,<br />

a tomillo; medio entornó los ojos y con una voluptuosidad<br />

infinita revesó un bolo <strong>de</strong> pienso en don<strong>de</strong><br />

estaban representadas todas las yerbas fragantes que<br />

arrancara en el lin<strong>de</strong> mismo <strong>de</strong> la selva en esa madrugada<br />

rutilante, acomodolo blandamente con la lengua<br />

entre las muelas, y, lentamente, lentamente, empezó<br />

a remascar, a remascar.<br />

Lo primero fue elevar el corazón en plegaria fervorosa<br />

a Vichú, el Toro Eterno, para darle gracias por<br />

haber conservado al género vaca la dicha <strong>de</strong> remascar,<br />

lo sólo que <strong>de</strong> la felicidad <strong>de</strong> que disfrutaban antes <strong>de</strong>l<br />

pecado en el potrero Paraíso le restaba. Cómo sería<br />

la dicha <strong>de</strong> los bienaventurados, si eso que sintiendo<br />

estaba, remedo sólo, eco atenuado <strong>de</strong> aquella,<br />

era tan gran<strong>de</strong>. Porque cada brizna <strong>de</strong> yerba que al<br />

ser triturada y exprimida se ponía en contacto con<br />

alguna <strong>de</strong>licada papila <strong>de</strong> la lengua o con la más mínima<br />

porción <strong>de</strong>l paladar, tenía el po<strong>de</strong>r maravilloso<br />

<strong>de</strong> suscitar en su cerebro la representación exacta,<br />

pero exaltada hasta la beatitud, <strong>de</strong>l instante en que<br />

la yerba evocadora había sido arrancada por su boca<br />

<strong>de</strong>l lugar en don<strong>de</strong> germinaba. ¡Oh! y cómo será la<br />

dicha <strong>de</strong> los bienaventurados: echados blandamente<br />

sobre vivientes edredones olorosos a heno fresco,<br />

olorosos a trébol florecido, sobre la gema <strong>de</strong> algún<br />

lucero que se balancea, que se mece entre el éter<br />

luminoso, remascar eternamente las flores, los ramos,<br />

los cogollos, las cortezas, las resinas fragantes<br />

que <strong>de</strong> todas las selvas, <strong>de</strong> todos los jardines, <strong>de</strong><br />

todas las pra<strong>de</strong>ras, <strong>de</strong> todos los sen<strong>de</strong>ros florecidos<br />

<strong>de</strong> los mundos y <strong>de</strong> los cielos todos, el po<strong>de</strong>r infinito<br />

va vertiendo eternamente, incansablemente, en sus<br />

buches ben<strong>de</strong>cidos. Cómo saltarán las visiones divinas<br />

a los cerebros venturosos cuando remarcando<br />

van las yerbecillas pisadas por las parejas <strong>de</strong> amor<br />

<strong>de</strong> todos los mundos, las flores <strong>de</strong> todos los tálamos,<br />

ajadas por todos los idilios; al saborear las aguas<br />

118


que resbalado han por los <strong>de</strong>snudos tornos convulsos<br />

<strong>de</strong> la lujuria fecunda y santa <strong>de</strong> todas las hembras<br />

bellas y <strong>de</strong> los machos po<strong>de</strong>rosos <strong>de</strong> los universos<br />

todos <strong>de</strong>l buen Dios… Y por el cerebro <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong> la<br />

Paloma, <strong>de</strong> la ternera buena y piadosa, se reanimaba,<br />

revivía, al ir remascando, el idilio <strong>de</strong> esa mañana:<br />

su ternilla y la <strong>de</strong> él se unían olorosas, húmedas.<br />

Reventaban yerbas tiernas, suaves, <strong>de</strong> un mismo<br />

mogote <strong>de</strong> trébol en flor; sus alientos se confundían<br />

cálidos: tás, tás,…y sus cabezas se juntaban. Luego<br />

sentía ella, estremecida, pasearse por sus lomos<br />

el aliento abrazado <strong>de</strong> él…… y sus conciencias se<br />

fundían en un latigazo convulso <strong>de</strong> placer luminoso,<br />

rútilo…¡Ah! remascar, remascar: lo sólo que aún<br />

queda <strong>de</strong> la felicidad <strong>de</strong> que se disfrutaba antes <strong>de</strong>l<br />

pecado en el potrero Paraíso.<br />

Abrió los ojos. El sestea<strong>de</strong>ro estaba ya ocupado<br />

por sus compañeras, quienes subido habían <strong>de</strong>l vado<br />

y remascaban, remascaban y charlaban; que charlar<br />

es otro <strong>de</strong> los goces que aún quedan.<br />

Tras ella, allí muy cerca, oyó voces conocidas. Giró<br />

con disimulo la cabeza. Claro: eran ellos. ¿Quién iba<br />

a ser sino ellos? ¡Grupo <strong>de</strong> toretes insolentes que<br />

siempre habían <strong>de</strong> ir a su zaga moliéndola con sus<br />

cínicos chicoleos! Nada menos la noche anterior habían<br />

estado cantándole con sus vocecillas polli-gallescas<br />

coplas <strong>de</strong>svergonzadas. Que siempre anduvo la belleza<br />

perseguida por esas lujurias nauseabundas.<br />

Más allá, a la izquierda, Doña Vaca, una solterona,<br />

tenía suspenso al auditorio <strong>de</strong> sus labios.<br />

—Eso no pue<strong>de</strong> continuar así -<strong>de</strong>cía- porque se<br />

explica muy bien que los hombres, esos monstruos<br />

que no tienen un alma inmortal qué santificar y qué<br />

salvar, sean perversos. Esa es su misión: santificarnos<br />

a nosotras con sus inicuos proce<strong>de</strong>res. Que carguen<br />

a nuestros hijos con pesos enormes y los lleven por<br />

caminos áridos, asfixiantes, bajo soles ardientes, ja<strong>de</strong>ando,<br />

<strong>de</strong>sfallecidos <strong>de</strong> sed y <strong>de</strong> cansancio; que los<br />

unzan al arado fatigante para cultivar campos que han<br />

<strong>de</strong> dar pan que nutra su iniquidad; que sacrifiquen<br />

a nuestros hijos y coman su carne humeante para<br />

nutrir su incontinencia y su soberbia, que los lleven<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

al circo a conseguir la palma <strong>de</strong>l martirio a manos <strong>de</strong><br />

un verdugo que simula un combate irrisorio en que él<br />

dispone <strong>de</strong> burla<strong>de</strong>ros, <strong>de</strong> ayudantes, <strong>de</strong> asordador<br />

bullicio para luego <strong>de</strong> exasperarlos con las ban<strong>de</strong>rillas,<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>slumbrarlos con la roja muleta, presentarles una<br />

espada sobre cuya punta se arroja el mártir ciego,<br />

hundiéndosela él mismo hasta el corazón en medio <strong>de</strong><br />

los aplausos <strong>de</strong> una multitud ebria y cruel que proclama<br />

al matador cobar<strong>de</strong> como a un héroe… Todo eso<br />

y mucho más forma parte <strong>de</strong>l plan divino <strong>de</strong> nuestra<br />

re<strong>de</strong>nción ya que esos <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> un día, que han<br />

<strong>de</strong> perecer con sus cuerpos, cumplen así su misión<br />

terrenal <strong>de</strong> purificarnos y <strong>de</strong> redimirnos. Pero que uno<br />

<strong>de</strong> los nuestros, corrompido por el ejemplo, quiera<br />

imitar a esos <strong>de</strong>monios, yendo <strong>de</strong> potrero y potrero<br />

incitando a los jóvenes a la rebelión, rompiendo así<br />

toda ley…<br />

—Y diga, Doña Vaca -interrumpió el torete Morgan<br />

Bedoya- un elegante que por su madre pertenecía a la<br />

crem <strong>de</strong>l Hato - ¿es que Ud. piensa que el toro Frisolo<br />

no tiene motivos para hacer lo que hace? ¿O es que eso<br />

<strong>de</strong> que lo an<strong>de</strong>n persiguiendo a uno para convertirlo <strong>de</strong><br />

toro en novillo - Ud. Me compren<strong>de</strong> señora - no tiene<br />

muchos pelos, pero muchos pelos?<br />

—Fuera <strong>de</strong> las razones éticas que <strong>de</strong> manera tan<br />

magistral ha expuesto la distinguida dama doña Vaca<br />

– repuso el viejito reaccionario Quesada Esparragosa<br />

- existen razones <strong>de</strong> otro or<strong>de</strong>n, muy suficientes para<br />

que el toro Frisolo se sometiera patrióticamente a su<br />

<strong>de</strong>stino sino fuera un amoral. Y es – continuó - que<br />

como muy bien lo han dicho los jóvenes amos que<br />

acaban <strong>de</strong> llegar graduados en veterinaria, nuestra raza<br />

<strong>de</strong>genera. Y es por esto por lo que se quieren cambiar<br />

los sementales. Los hombres <strong>de</strong> ciencia aseguran que<br />

con higiene y educación se pue<strong>de</strong> contener el mal, pero<br />

es mucho más seguro lo otro y más lógico: cuando una<br />

raza <strong>de</strong>genera se cambia por otra mejor.<br />

—Nuestra raza no está <strong>de</strong>generada. – terció el<br />

doctor Sánchez Colmero - No pa<strong>de</strong>cemos <strong>de</strong> senectud<br />

sino <strong>de</strong> infantilismo. Salidos ayer <strong>de</strong> la Colonia nos<br />

adaptamos aun incompletamente a la <strong>de</strong>mocracia.<br />

120


En la Colonia, el Misionero lo era todo para el pobre<br />

colono: era su director en lo humano y su guía para<br />

el cielo, hoy el cura ha reemplazado al Misionero y<br />

el colono es el mismo <strong>de</strong> antes. Preten<strong>de</strong>r que se<br />

autogobierne un pueblo así educado cuando el cura<br />

está interesado en lo contrario, y sin que se transforme<br />

primero, por mor solamente <strong>de</strong> dos o tres teorías<br />

que en las ciuda<strong>de</strong>s discuten y propagan unos pocos<br />

espíritus cultivados, es como querer transformar en<br />

alcohol - por ejemplo - un frasco que contiene agua<br />

con sólo rotularlo: Alcohol. Así nosotros: rotulamos<br />

República <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> a un pueblo que lo que<br />

contiene aún es colonos y misioneros como en el siglo<br />

diez y ocho. Y se preten<strong>de</strong> que sin haber salido aún a<br />

la vida ambiente ya estamos <strong>de</strong>generados cuando lo<br />

que no estamos aún es formados: el niño y el anciano<br />

se asemejan.<br />

—Yo no miro la cuestión por el lado humano. - replicó<br />

con exaltación fanática Doña Vaca - Para mí todas<br />

esas razones pomposamente llamadas científicas son<br />

pura filfa. Como <strong>de</strong>cía mi abuelo: toda solución viene<br />

<strong>de</strong> arriba. ¡La expiación! He aquí la razón soberana y<br />

potísima <strong>de</strong> todos nuestros pa<strong>de</strong>cimientos; ese <strong>de</strong>bería<br />

ser el principio que informara nuestros actos todos.<br />

—Ya la oyen - replicó Morgan Bedoya - y el otro<br />

sábado a una invitación que le hicieron las señoritas<br />

Arizas para entrarse al corral sembrado <strong>de</strong> micay fresco<br />

que los amos tienen reservado para las vacas <strong>de</strong> leche<br />

a mor<strong>de</strong>r un bocado y a conversar con los toretes,<br />

aprovechando un portillo que ellas se saben cerca al<br />

columpio <strong>de</strong>l río, contestoles: “Niñas, qué les parece,<br />

hoy no las acompaño porque mañana es domingo y<br />

tengo mis <strong>de</strong>vociones… Uste<strong>de</strong>s saben… estoy haciendo<br />

los Siete Domingos; pero el lunes…el lunes cuenten<br />

conmigo.<br />

—Así son todas estas beatas - dijo Amadis Rolando<br />

el personaje político - así son todas: hipócritas y<br />

farsantes. Pero la culpa la tiene el medio ambiente<br />

misoneísta y retrógrado en don<strong>de</strong> les ha tocado actuar.<br />

Pero ya vendrá la era <strong>de</strong> las revaluaciones <strong>de</strong>finitivas,<br />

<strong>de</strong>l balance final.<br />

121


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—¿No saben uste<strong>de</strong>s el gran cuento - dijo Quesada<br />

Esparragosa - el gran cuento <strong>de</strong> este tribuno <strong>de</strong> las<br />

revaluaciones y <strong>de</strong>l balance final? Pues oigan: El otro<br />

día le dieron sus amigos un banquete para celebrar sus<br />

campañas estruendosas contra el oscurantismo, sus<br />

peroraciones encendidas que mordían en las carnes<br />

<strong>de</strong> los concordatarios como vitriolo ardiente y… etc.<br />

De vuelta a casa, medio copetón él, y regoldando a<br />

champaña y a guisotes, cuando entraba jubiloso recitándose<br />

a sí mismo parrafadas <strong>de</strong> su discurso, salieron<br />

a su encuentro y colgáronse al cuello, Otilita, Yolandíta,<br />

Maudcita sus hijas queridas.<br />

—Papá lindo.<br />

—!Papacito hermoso!<br />

—Mira.... uno. Mira.... dos. Mira.... tres....<br />

Y lo besaban en la frente, en las mejillas, en los ojos.<br />

Desfallecido <strong>de</strong> dicha tumbose en un sillón.<br />

—¿No es cierto que sí papacito? ¿Que nos vas a<br />

<strong>de</strong>cir que sí?<br />

—¿Pero por Dios qué es lo que <strong>de</strong> mí pretendéis?<br />

—Di primero que sí.<br />

—Pero que yo sepa antes.<br />

—No.<br />

—Sí, sí. Di que sí.<br />

—Dí que sí hombre, ¿qué te cuesta? -exclamó Josefa,<br />

la hermana mayor.<br />

—Sí niñas, sí. Papá dice que sí.<br />

—¿De veras papá?<br />

—Pero......<br />

122


—No: a ver.<br />

Y giraban en su redor aplaudiendo, gritando, riendo...<br />

Y el tribuno fue incapaz <strong>de</strong> seguir negándose.<br />

—Sí, niñas, sí. Concedido. Está concedido. ¡Cualquier<br />

cosa que sea!<br />

Al oír esto salieron las niñas corriendo llenas <strong>de</strong><br />

alegría, para volver, a poco, conduciendo en medio a<br />

Cortés Mendoza, el Padre Cortés Mendoza, el amigo<br />

<strong>de</strong> la casa, el condiscípulo <strong>de</strong>l tribuno.<br />

—Pero ¿qué es esto? ¡Horror! Planes proditorios<br />

urdidos en las tinieblas contra mi conciencia liberada<br />

<strong>de</strong> prejuicios religiosos. No, y no...... ¡y no!<br />

—Pero hombre - dijo riendo Josefa la hermana.<br />

Pero hombre. Si no es nada. No seas <strong>de</strong>scortés. ¿Así<br />

se recibe a un amigo?<br />

—Perdona Pepe - así llama el tribuno al Padre<br />

Cortés - pero se ha sublevado al verte toda mi sangre<br />

generosa <strong>de</strong> liberal.<br />

—¡Ah! ¡ah! - dijo la hermana Merce<strong>de</strong>s - si tu no<br />

eres liberal.<br />

—¿Que no soy?..... ¡Que no soy!......<br />

—¿Recuerdas a mamá? Cuando alguien <strong>de</strong>cía en su<br />

presencia que era inteligente o buen mozo, <strong>de</strong>cía ella<br />

(q.e.p.d.) espere a que se lo digan, hijo, que alabanza<br />

propia...... Eso mismo te digo yo. Espera a que te lo<br />

digan...... ¡Pero <strong>de</strong>cir tú mismo que eres liberal! Si ser<br />

liberal es un lujo...... es una percha. Es más que ser<br />

buen mozo. Más que ser rico. Los verda<strong>de</strong>ros liberales<br />

son los hombres <strong>de</strong> genio. Esos son los que abren<br />

sendas nuevas a la humanidad, y a ellos solos <strong>de</strong>bería<br />

correspon<strong>de</strong>r el calificativo. Pero <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> acá <strong>de</strong> esas<br />

simas están los talentos brillantes, los cachacos ricos,<br />

gentiles, <strong>de</strong> corazón inmenso...... Entre nosotros......<br />

que yo recuer<strong>de</strong> ahora...... pues...... el tuerto Erazo,<br />

123


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

el indio Urrutia, Manjarrés Ce<strong>de</strong>ño y ..... no recuerdo<br />

más, eran liberales. Podía <strong>de</strong>círseles en su cara. Pero<br />

al verlos tan magníficos, los <strong>de</strong>más se antojaron y se<br />

llamaron, ellos a sí mismos, liberales. Aquí no po<strong>de</strong>mos<br />

ver nada bueno porque lo dañamos con la competencia.<br />

¡Tú liberal! ¡No hijo! ¡Ganas! Si muchas ganas <strong>de</strong> serlo.<br />

Pero no alcanzas. Desengáñate.<br />

—¡Ay! hijo -continuó la otra hermana- Tú con ese<br />

lunar <strong>de</strong> pelos que llevas sobre el carrillo izquierdo,<br />

y esa tu inteligencia <strong>de</strong> tres con cincuenta la gruesa,<br />

y ese tu corazoncito mezquino, no pue<strong>de</strong>s ser liberal,<br />

<strong>de</strong>sengáñate.<br />

—Soy un obscuro soldado <strong>de</strong>l libre pensamiento.<br />

—Paso enseñado – hijo - ese es paso enseñado.<br />

Tú vuelves al trote, como se dijo <strong>de</strong> tu amigo Marco<br />

Maulio Tirado.<br />

—Cuando más que ya no se usan esas cosas - prosiguió<br />

la otra hermana -. Eso fue la edad romántica<br />

<strong>de</strong>l liberalismo. Hoy las gentes no se preocupan sino<br />

por participar en algo <strong>de</strong> patrimonio <strong>de</strong> comodida<strong>de</strong>s,<br />

<strong>de</strong> holgura, <strong>de</strong> bienestar, que el progreso aporta día<br />

a día al mundo. Hoy la cuestión es financiera. Todo el<br />

mundo se ha dado cuenta <strong>de</strong> que para aquel cuyas<br />

finanzas andan bien existe la justicia, existe la libertad,<br />

la salud, la alegría <strong>de</strong> vivir, la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia personal;<br />

existe el arte y sus goces divinos; el amor y sus divinas<br />

inquietu<strong>de</strong>s; todo en fin. Y que para aquel cuyas<br />

finanzas andan averiadas no hay patria ni libertad ni<br />

arte ni nada.<br />

—Sí: pero mi altivez republicana no me permite....<br />

—Sí, papacito, sí. ¿No es cierto que sí?<br />

Y caballeras en sus piernas, en su nuca, en su cabeza,<br />

lo besuqueaban, le tiraban el pelo; las orejas,<br />

las narices.<br />

—¿Pero no es cierto que sí qué?<br />

124


—Que mañana, aniversario <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> mamacita<br />

querida, ¿vas a comulgar?<br />

—¿A comul...... qué? ¿Pero no se me respeta? ¿A<br />

qué título se inva<strong>de</strong> el sagrado <strong>de</strong> mi hogar?<br />

—Figúrate qué tan linda estará ella en el cielo mirándonos.<br />

Cómo irá gozar cuando te vea, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

nosotros, recibiendo al Niño Jesús en tu almita limpia,<br />

blanca. ¿Le vas a negar eso al alma <strong>de</strong> mamá? Entonces<br />

no la querías. Entonces no nos quieres.<br />

Y <strong>de</strong>sprendiéndose <strong>de</strong> sus brazos rodaron por el<br />

tapiz llorando inconsolables. Las cataratas <strong>de</strong>l endurecido<br />

corazón <strong>de</strong>l tribuno, las cataratas <strong>de</strong> su llanto,<br />

se abrieron. Y lloró. Y alzando a sus hijas una a una:<br />

—Pero no lloréis, hijas <strong>de</strong>l alma. ¡Qué no haría yo<br />

por vosotras, por mi muerta querida! Comulgaré. Comulgaremos<br />

juntos mañana. Os lo prometo.<br />

—A la cama niñas. A dormir que ya es muy tar<strong>de</strong>,<br />

dijeron Merce<strong>de</strong>s y Josefa las hermanas.<br />

Quedose el tribuno en el salón, mudo, mirando<br />

estúpidamente al suelo. Cuando alzó los ojos, sus<br />

miradas encontráronse con las <strong>de</strong>l Padre Cortés. El<br />

cual, sonriente, rodó su sillón a él y díjole dulcemente,<br />

suavemente:<br />

—¿Comenzamos?<br />

—¿Que si comenzamos qué, Pepe?<br />

—Tu confesión Rolando...<br />

—Y yo sostenía hace poco entre los brindis <strong>de</strong>l banquete<br />

que el prestigio <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>clinaba…Pero ¿qué<br />

dirían mis amigos si me vieran <strong>de</strong> rodillas recitando<br />

mis pecados y dándome golpes <strong>de</strong> pecho…qué diría el<br />

tuerto Cár<strong>de</strong>nas; qué el cojo Belén?<br />

125


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

126<br />

II<br />

—¡Qué les parece! - dijo Morgan Bedoya- el viejo<br />

Esparragosa echándoselas <strong>de</strong> ironista. Devuélveme <strong>de</strong><br />

Anatole France, viejo conservero.<br />

—Ese es un error tan extendido cuanto craso.<br />

—¿Cuál?<br />

—Eso <strong>de</strong> creer que France es un ironista. Anatole<br />

France es un creador. Un creador soberano, cuyas<br />

creaciones a fuerza <strong>de</strong> ser verda<strong>de</strong>ras resultan para<br />

algunos irónicas; es un ingenuo, un sincero. Y con tanta<br />

frescura dice su ensueño, qué el lector <strong>de</strong>sconcertado, no<br />

sabiendo a qué atenerse ríe atribuyendo a malicia fría,<br />

calculada, <strong>de</strong> ironista consciente, lo que ese Shakespeare<br />

amasado con rosas y con mieles, diciendo está,<br />

las lágrimas en los ojos, bajo el temblor que acompaña<br />

al artístico alumbramiento. Preten<strong>de</strong>r que la obra<br />

milagrosa <strong>de</strong> ese semidiós es <strong>de</strong> ironía consciente, es<br />

<strong>de</strong>sconocer la pequeñísima parte que en el ser humano<br />

juega lo consciente. Para crear lo que él ha creado ha<br />

necesitado darse íntegramente, apasionadamente: vaciarse<br />

en su obra. Y eso es incompatible con el trabajo<br />

frío <strong>de</strong> un ironista metódico. Quien no es sincero, no<br />

pue<strong>de</strong> ser artista. Sus creaciones admirables tremen,<br />

es cierto, con irisaciones irónicas, como las <strong>de</strong> Eschilo<br />

reflejan tragedia y vida las <strong>de</strong> Shakespeare. Pero esa<br />

es una modalidad que prestan a los seres creados por<br />

ellos los temperamentos especiales <strong>de</strong> esos supremos<br />

creadores. ¡Ay! y muchos engañados por ese miraje<br />

preten<strong>de</strong>n hacer tragedia con sangre untada, vida<br />

con frases crudas, ironía con hiel diluida en malicia<br />

o en tontería. Hamlet pue<strong>de</strong> muy bien zaherir a los<br />

cortesanos <strong>de</strong>l palacio <strong>de</strong> su padre, porque ese es<br />

el <strong>de</strong>sahogo <strong>de</strong> un ser superior que sufre y sangra y<br />

ríe. Pero un imbécil que se disfraza <strong>de</strong> Hamlet en el<br />

carnaval fofo <strong>de</strong> esta vida canalla cotidiana, no está<br />

autorizado para zaherir a los honrados transeúntes<br />

como quieren practicarlo los ironistas profesionales<br />

<strong>de</strong> la crónica diaria. Puestos al barandal <strong>de</strong>l palacio<br />

magnífico elevado por France, pue<strong>de</strong>n sus personajes


vibrar ingenuida<strong>de</strong>s que parecen ironías. Pero eso no<br />

les pue<strong>de</strong> estar permitido a los señores, quizás muy<br />

estimables, que en su vida nada han creado.<br />

Por ahí he leído - y este es otro matiz <strong>de</strong>l asunto -<br />

que un grupo <strong>de</strong> intelectuales contesta a un mensaje<br />

que el ilustre anciano lanza a los artistas pidiéndoles<br />

colaboración en su obra <strong>de</strong> reconstrucción espiritual<br />

<strong>de</strong>l mundo, a lo cual contestan que es insólito que él<br />

que todo lo ha <strong>de</strong>struido pida eso a seres amamantados<br />

en su obra. Me figuro ver al viejo artista soberano<br />

abriendo asombrado los ojos con extrañeza al leer esos<br />

conceptos. ¡Él un <strong>de</strong>structor! ¡Como si Dios se valiera<br />

<strong>de</strong> otros intermediarios para crear que la Naturaleza<br />

y el Genio, como diría el viejo Hugo!<br />

III<br />

—¿Qué opinas tú – viejo - <strong>de</strong> todas esas chaparralejas?<br />

– dijo, guiñando un ojo, al Buey Barroso, el<br />

Buey Bandinegro.<br />

—Pues .... ¿po<strong>de</strong>mos, acaso, los pobres opinar? -<br />

contestó congestionado por la ira.- Esos son privilegios<br />

<strong>de</strong> los ricos. Ellos pue<strong>de</strong>n hablar, obrar, <strong>de</strong>cir, escribir....<br />

disparatar: para algo son ricos. ¡Pero nosotros, los <strong>de</strong><br />

carga!... Mira: si esos, que hablando viven <strong>de</strong> arte y <strong>de</strong><br />

belleza, abrieran los ojos y vieran.... y vieran toda la<br />

fealdad horrenda que entraña esto que ellos llaman la<br />

civilización actual, en don<strong>de</strong> al lado <strong>de</strong> gentes que como<br />

Morgan Bedoya nadan en lo superfluo, sin merecer ni<br />

lo estricto, pues imbéciles <strong>de</strong> su calaña merecían ser<br />

<strong>de</strong>speñados por el Taigetas <strong>de</strong> la ridiculez y el <strong>de</strong>sprestigio;<br />

mientras que otros a quienes la vida organizó <strong>de</strong><br />

altísima manera, perecen <strong>de</strong> hambre y <strong>de</strong> miseria. ¡Ah!.<br />

Llamar civilización a ese <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n nefando en don<strong>de</strong><br />

las leyes imperativas <strong>de</strong> la Vida están suplantadas por<br />

monstruosida<strong>de</strong>s basadas en intereses microscópicos y<br />

sucios, y continuar aún discurriendo acerca <strong>de</strong> la Belleza,<br />

mientras que la codicia y la fatuidad afrentándola<br />

están con su cínico babeo... Dime: ¿No hablaban hace<br />

poco <strong>de</strong> ironía esos estetas?<br />

127


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Tú eres un sectario, querido. Y no existe cuestión<br />

que no vayas conduciendo hábilmente o zurdamente,<br />

a los dominios <strong>de</strong> tu manía peculiar, <strong>de</strong> tu cremofobia.<br />

Acostúmbrate a ver las cosas simplemente, ingenuamente,<br />

viejito chisparoso. Mira yo te cuento. Lo que hay<br />

en el fondo <strong>de</strong> la pugna entre doña Vaca y Esparragosa<br />

por un lado, y Morgan Bedoya y el Tribuno <strong>de</strong> las revaluaciones<br />

por el otro, yo lo sé muy bien. ¿Recuerdas<br />

cómo era Bedoya cuando niño para doña Vaca y para<br />

los suyos? ¿Recuerdas cómo por todas partes iba él<br />

con doña Vaca y con las sobrinas <strong>de</strong> doña Vaca? En las<br />

reuniones <strong>de</strong> las cofradías, en los retiros espirituales;<br />

en los tennis, en los tees.... en don<strong>de</strong> quiera que ellos<br />

fueran, allí estaba Morgan Bedoya acompañándolos. Una<br />

tar<strong>de</strong> estaban, como siempre, en el salón <strong>de</strong> doña Vaca<br />

las niñas, en compañía <strong>de</strong> Bedoya. Hacían escapularios,<br />

ellas; Morgan les recortaba a tijera los cuadritos <strong>de</strong> cartón;<br />

doña Vaca, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su butaca, los vigilaba paseando<br />

sobre todos sus espejueleantes espejuelos.<br />

—Míra - dijo Bedoya a Berta, la segunda <strong>de</strong> las<br />

sobrinas, bregando inútilmente por partir un cartón<br />

dócil - mira, estas tijeras no cortan naditiitica. Y al<br />

pronunciar estas palabras últimas, su voz tornose<br />

ronca; dio un gallo.<br />

—¿Qué tienes Morgan?, exclamó alarmada doña<br />

Vaca. ¿Por qué estás ronco? ¡Ah! ¿Tienes la gripa?<br />

—Como que sí, señora, dijo Morgan aclareando y<br />

poniéndose rojo.<br />

—¡Brígida! -gritó doña Vaca a la criada- Brígida tráeme<br />

el Palatol. Y le hizo tomar a Morgan una cucharada<br />

—Y te vas, Morgan – continuó - te vas antes <strong>de</strong> que<br />

empiece a caer sereno. Y le dices a mamá que te <strong>de</strong><br />

un lamedor esta noche; pero que bien caliente.........<br />

Mira: llévate estas pastillas <strong>de</strong> ipeca para que tomes<br />

cada hora una. Cuídate, Morgan; cuídate....<br />

Al día siguiente la misma escena: Corta Morgan sus<br />

cuadritos <strong>de</strong> cartón; bordan las niñas; vigila doña Vaca.<br />

128


—¿Qué dices Morgan? -preguntó Zita la mayor, mostrándole<br />

un corazón <strong>de</strong> raso rojo que bordando estaba<br />

- ¿qué dices? ¿Te gustaría para tí? ¿Para que te lo prendieras<br />

<strong>de</strong> la solapa en las procesiones <strong>de</strong> la cofradía?<br />

—Morgan siente que su corazón, el <strong>de</strong> verdad, le<br />

aporrea contra la ollita, y que lo ahoga con el chapaleo<br />

que le dio, al verse objeto <strong>de</strong> esa distinción por la niña<br />

en quien pensaba horas y horas y horas, sin po<strong>de</strong>rse<br />

dormir, luego <strong>de</strong> cobijado y todas las luces apagadas.<br />

Porqué Morgan era un precoz en esos asuntos, como<br />

son todos los langarutos.<br />

Y contestó turbado:<br />

—Encantador está ¿y es para mí <strong>de</strong> verdad Ziiita?...<br />

y dio un gallo tremendo.<br />

—Morgan, ¿qué es eso? - bramó doña Vaca. Tú<br />

estás malo. No me lo ocultes: Tú estás malo. Y brincó<br />

al teléfono:<br />

Rin, ran, ran, ran…<br />

Ri-i-i-i.<br />

—Central: comuníqueme con el doctor Romero.<br />

—Sí, señorita.<br />

—A ver. ¿Con quién?.... ¿Con el Doctor? Gracias....<br />

Usted habla con doña Vaca Tendilla Girón y Manrique<br />

<strong>de</strong> Guzmán.<br />

—(......)<br />

—Gracias Doctor<br />

—(............)<br />

—Mil gracias. Mire doctor: Si no le es absolutamente<br />

imposible, véngase inmediatamente.<br />

—(............) Y colgó la bocina.<br />

129


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

A los pocos instantes entra el doctor.<br />

Informado <strong>de</strong> lo que pasa, llévase a Morgan al salón,<br />

auscúltalo, interrógalo y vuelve sonriente al lado <strong>de</strong><br />

doña Vaca.<br />

—¿Con que.... doctor?<br />

—No es nada, señora.<br />

—¿Nada?<br />

—Es <strong>de</strong>cir nada patológico.<br />

—Sin latines, doctor. Hábleme en cristiano.<br />

—Es la pubertad que llega, señora.<br />

—Ahora sí que menos entiendo.<br />

—Existe, señora, cierta relación entre.... en fin....<br />

Ud. <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haberlo observado varias veces. Cuando lo<br />

niños comienzan a convertirse en hombres, se vuelven<br />

roncos.<br />

Doña Vaca dió un salto.<br />

—De suerte que ese... ¡Pero eso es imposible! ¡San<br />

Luis Gonzaga, lirio <strong>de</strong> pureza!... Pero eso es inicuo,<br />

doctor... Yo misma he metido el lobo en mi cándido<br />

redil... Y yo... yo propia: ¡en qué peligro me he visto!<br />

¡En que peligro!... ¡Porque ese es mucho <strong>de</strong>scaro!<br />

¡Inicuo! ¡Inicuo!... Morgan – dijo dando un paso hacia<br />

el pobre chico, los ojos venenosos, pálida, señalándolo<br />

con índice convulso. ¡Sal <strong>de</strong> aquí!... ¡Para siempre!...<br />

Encogido como un perro forastero a quién sorprendieron<br />

robándose la carne, fue saliendo Morgan entre<br />

el silencio abyecto <strong>de</strong> las niñas.<br />

La escena trascendió. Fue comentada, reída, abultada.<br />

La familia <strong>de</strong> Morgan se puso violenta. El Tribuno<br />

<strong>de</strong> los balances finales, su tío, orientó su virulencia<br />

hacia doña Vaca. Y ahora, con el asunto <strong>de</strong>l toro Frisolo,<br />

la cosa se agría. Porque doña Vaca Esparragosa<br />

y los suyos formaron partido contra él en nombre<br />

130


<strong>de</strong> la moral tradicional <strong>de</strong> la sujeción; y Morgan y el<br />

Tribuno formaron, naturalmente, al lado contrario. Ya<br />

ves, pues, mi querido Bandinegro que el asunto tiene<br />

orígenes muy sencillos, muy hogareños, y que no hay<br />

para que andar ¡blum! la estética por aquí, ¡blum!<br />

los imperativos biológicos por allí, como lo haces tú a<br />

cualquier triquitraque.<br />

—Pero dime – contestó el Bandinegro picado - si la<br />

escena esa no hubiera acaecido en casa <strong>de</strong> esos linajudos<br />

y acaudalados procerotes, ¿hubiera trascendido,<br />

hubiera influido en la vida entera <strong>de</strong>l Hato? Perece <strong>de</strong><br />

hambre un anciano, <strong>de</strong> inanición un niño, prostituye<br />

el hambre bandadas <strong>de</strong> vírgenes sin ventura, y la sociedad<br />

no se frunce; pero que no se vea obligado un<br />

escrofulo millonario a tomar el lecho por no haberse<br />

abrigado bien al salir <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> su amiga y... ¡alarma<br />

en todas las filas sociales!<br />

—Y dime – respingó el Torete cachibajo: si tantas<br />

prerrogativas tienen los ricos, ¿tú por qué no consigues<br />

dinero?<br />

—¡Miércoles! – rió el buey Rabimocho - eso no es tan<br />

fácil como <strong>de</strong>clamar. - Es que la vida – contestó con <strong>de</strong>specho<br />

- es como el tresillo: no les da sino a los chambones.<br />

—Y a los que hacen trampas.<br />

—Pero di, tú estuviste un tiempo amaizadito. Habías<br />

cogido ventajita como dicen: se te creía rico.<br />

—¡Con unas malas como las mías! Arreaba setenta<br />

mulas, las mejores <strong>de</strong> todo Suroeste; tenía una finquita<br />

y no le <strong>de</strong>bía un peso a nadie. Pero llegó una peste <strong>de</strong><br />

renguera y me <strong>de</strong>jó por puertas, se las llevó íntegras;<br />

no me quedó ni en qué montar.<br />

—¡Pero porquería como las minas sí no hay! Ya<br />

ven toda la plata que tenía yo; y la <strong>de</strong> la mujercita; y<br />

la que me prestaron los bancos: todita se fue en una<br />

maldita mina berriada.<br />

—¿Y tú, Cachibajo?<br />

131


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—¿Yo? ¡Casi nada! Los malos negocios que son la<br />

peor peste y la peor <strong>de</strong> las minas.<br />

—Pero el Barraso sí <strong>de</strong>bería tener dinero. ¿En qué<br />

has gastado tú toda esa fortunona que...........?<br />

—Pues........<br />

—¿En negocios?<br />

—No.<br />

—¿Jugando?<br />

—No.<br />

—¿Bebiendo?<br />

—No.<br />

—¿En minas?<br />

—No.<br />

—¡Entonces!..........<br />

—Lo que heredé <strong>de</strong> mis padres, que fue muchísimo;<br />

lo que he conseguido trabajando, que no ha sido poco;<br />

la fortuna íntegra <strong>de</strong>l curita mi sobrino; la hijuela <strong>de</strong> mi<br />

mujer, todo...... todo...... se ha ido...... sacándole <strong>de</strong><br />

la Peña el pañolón a la moza........ a la moza aquella<br />

sobrina <strong>de</strong> Dn. Serapio.<br />

—La verdad...... eso cuesta mucho.<br />

—¡Que si cuesta!<br />

132<br />

IV<br />

—¡Allá viene!, gritaron en el grupo <strong>de</strong> los toretes.<br />

—Véanlo...... allá.............<br />

Y todas las miradas claváronse en la dirección


señalada.<br />

—Y viene <strong>de</strong>rechito...... <strong>de</strong>rechito.<br />

Venía en vuelo recto. Luego lo combó. Y empezó<br />

a <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r en amplia hélice que iba estrechándose,<br />

estrechándose. Sí: era él, el guacó, el garrapatero que<br />

venía esa tar<strong>de</strong>, como vinieran cada tar<strong>de</strong> a cachar con<br />

la vacada en las horas lentas y dulces <strong>de</strong> esas siestas<br />

que se prolongaban bajo los crepúsculos espléndidos,<br />

y bajo la temblorosa claridad <strong>de</strong> las estrellas. Al llegar<br />

verticalmente sobre el tronco vetusto <strong>de</strong> comino que<br />

se alza en medio <strong>de</strong>l sestea<strong>de</strong>ro, el Garrapatero encocó<br />

las alas, colgó las piernas que trajera durante el vuelo<br />

tendidas bajo la cola y se chorreó sobre el vértice <strong>de</strong>l<br />

tronco. Posose sobre él, acomodose sobre él, alisose<br />

con el pico el bor<strong>de</strong> interior <strong>de</strong> las alas, sacó bien el<br />

pecho y tendió una mirada <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa <strong>de</strong> ser superior<br />

sobre la vacada.<br />

—¿Qué noticias?, preguntó el Buey Barroso.<br />

Mirolo el Garrapatero con la mirada larga y abstraída<br />

con que las gentes importantes acostumbran mirar en<br />

este mundo dulcemente cómico, y contestó luego en<br />

voz ca<strong>de</strong>nciosa:<br />

—Hoy traigo mucha crónica. Pero mucha crónica.<br />

—Dime Garrapatero – chilló un torete - ¿con quién<br />

estudiaste bogotano tú?<br />

—Con tu madre.<br />

—¡Colorete!<br />

—¡Tuquiao!<br />

—Mé -e.-<br />

—Mé -eeé.<br />

—Mií.<br />

133


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

—Beeeé...........................................................<br />

—Silencio, Vacas. ¡Sin vergüenza! – Gritó Quesada<br />

Esparragosa, con voz <strong>de</strong> trueno <strong>de</strong> teatro - ¡Silencio!<br />

Oigamos lo que el amigo tiene que contarnos.<br />

—Poco antes <strong>de</strong> amanecer – continuó el Garrapatero<br />

- vi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la copa <strong>de</strong> aquel árbol, - mirad, <strong>de</strong> aquel<br />

perillo <strong>de</strong> tronco blanco y recto que se ve allá...... en<br />

don<strong>de</strong> suelo dormir algunas noches: vi, digo, que salían<br />

<strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> la Hacienda cuatro jinetes acompañados<br />

<strong>de</strong> tres perrazos............<br />

—¡De tres pessrrazos! ¡Perfectamente! Pronuncias<br />

perfectamente el bogotano.<br />

—Continúa, pues, mi rey.<br />

—Pero no pu<strong>de</strong> saber quiénes eran, pues como los<br />

miraba a la luz <strong>de</strong> la Luna.<br />

—A la luz <strong>de</strong> la luna – yo te miré - y al mirarte bien<br />

mío.........<br />

—¡Silencio!<br />

—¡Dejen oír!<br />

—Pero luego, cuando amaneció levanté el vuelo y<br />

pu<strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Azul que los jinetes eran vaqueros<br />

y los perrazos, los mastines <strong>de</strong> la Hacienda Tigrecán,<br />

Caupolicán y D’Artagnán.<br />

—Tan, tararan, tan.<br />

—Los ma<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> San Juan – Pi<strong>de</strong>n queso, pi<strong>de</strong>n pan.<br />

—Señores – gritó Quesada Esparragosa - os suplico<br />

más cultura. Es una vergüenza que una vacada intelectual............<br />

—Que se averigüe qué <strong>de</strong>rechos asisten al viejo<br />

Esparragosa para presidir.<br />

134


—Que se nombre una comisión que indague si ha vendido<br />

sueldos o si ha pedido a los místeres plata prestada...<br />

—Al rato – continuó el Garrapatero – cuando bajé al<br />

camino que seguían, pu<strong>de</strong> averiguar que los Vaqueros<br />

y sus mastines iban en busca <strong>de</strong>l toro Frisolo; y yo que<br />

lo acababa <strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Altura, llegando al Potrero<br />

<strong>de</strong> las Cauces. Fui en un vuelo a avisárselo. Recibió<br />

sin inmutarse la noticia. Propúlsele que huyera, que yo<br />

como otras veces dirigiría <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el aire sus andanzas.<br />

—Es inútil – contestome - Nadie escapa a su <strong>de</strong>stino:<br />

moriré. Y se quedó mirando, soñador, una bandada<br />

<strong>de</strong> guacamayas que cruzaban, chillando, el cielo <strong>de</strong>l<br />

Oriente. Dime, díjome <strong>de</strong> pronto. ¿No fue aquí don<strong>de</strong><br />

en la luna pasada fueron atacados por la peste los que<br />

caminaban hacia el Sur?<br />

—¿Los novillos que <strong>de</strong> las Llanuras <strong>de</strong> Ayapel eran<br />

conducidos a los potreros <strong>de</strong>l Río Cauca? Sí, aquí fue.<br />

—¿Y en dón<strong>de</strong> fueron sepultados? Quiero ver sus<br />

tumbas.<br />

Fuilo conduciendo hasta el altozano en don<strong>de</strong> entre<br />

la grama antigua se veían como un centenar <strong>de</strong><br />

manchas <strong>de</strong> tierra removida que se iban cubriendo <strong>de</strong><br />

retoños <strong>de</strong> trébol y <strong>de</strong> grama.<br />

Parose con respeto y como hablándose a sí mismo:<br />

—¡Qué <strong>de</strong>solación!.<br />

—Todos huyeron <strong>de</strong> estos lugares: Ni los ganados aquí<br />

pastan, ni los tímidos venados <strong>de</strong> ojos anchos vienen en<br />

la hora <strong>de</strong>l crepúsculo a reventar los retoños <strong>de</strong> batatillas<br />

y <strong>de</strong> trébol. Los apestados que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esas tumbas<br />

yacen todo lo han envenenado en torno; y, el morbo <strong>de</strong>l<br />

Carbón que ardió su sangre, pulula por don<strong>de</strong> quiera, en<br />

las blancas flores <strong>de</strong> los tréboles, en las nítidas esferas<br />

<strong>de</strong> rocío que tiemblan en las puntas <strong>de</strong> la grama.<br />

Hubo un silencio largo. Luego vilo inclinarse, y,<br />

135


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

mansamente, sin alar<strong>de</strong>s empezó A pacer en una y<br />

otra tumba. Me quedé mudo <strong>de</strong> terror y <strong>de</strong> sorpresa.<br />

Cuando hubo pacido a su sabor:<br />

—Tomo mi cicuta - me dijo dulcemente - no quiero<br />

sobrevivir a mi ignominia.<br />

Una nube tapó el disco <strong>de</strong>l sol; una ráfaga <strong>de</strong> viento<br />

sacudió un gualanday florecido y cubrió el suelo la carga<br />

violeta <strong>de</strong> sus flores; el disco <strong>de</strong>l sol tornó a <strong>de</strong>svelarse<br />

y en torno todo rebrilló como si acabara <strong>de</strong> ser creado.<br />

—Jamás en mi raza hubo novillos. –continuó - Nadie<br />

en mi linaje ha llevado el yugo. Mis abuelos todos fueron<br />

guerreros que pasearon su arrogancia a través <strong>de</strong>l azar<br />

y las pasiones. Ellos fueron felices, fueron gran<strong>de</strong>s;<br />

en su edad eran virtu<strong>de</strong>s el valor y la arrogancia. Pero<br />

hoy...... ¡ah! Sabes por qué me he visto obligado a beber<br />

la cicuta. Simplemente porque he tenido la osadía <strong>de</strong><br />

actuar mi vida tal como ella brota y fluye en mi conciencia.<br />

Nadie pue<strong>de</strong> hoy en el mundo ir a Dios ni a su<br />

ventura por caminos propios sino por las vías oficiales<br />

que sindicatos po<strong>de</strong>rosos han establecido para ello.<br />

Un individuo no pue<strong>de</strong> ser sino accionista, empleado o<br />

cliente <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> estas explotaciones, lo mismo en<br />

política, que en religión, que en arte. Si algún inspirado,<br />

con fe y esfuerzo divinos lucha por su i<strong>de</strong>al, consigue<br />

el martirio. Y sólo al tiempo, si acaso, cuando con los<br />

elementos <strong>de</strong> su vida y <strong>de</strong> su doctrina pue<strong>de</strong> formarse<br />

un sindicato, se le hace justicia: Tan sólo siglos <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> morir Jesús Divino empieza el cristianismo a ser<br />

una fuerza social. A mí tenía que exterminárseme: no<br />

soy un adquisitivo ni un sectario. En los individuos no<br />

se estiman hoy sino las capacida<strong>de</strong>s adquisitivas y las<br />

condiciones gregarias: aquello por lo cual pue<strong>de</strong> utilizárseles.<br />

Lo propio pasa con las Naciones: A un país que<br />

no tenga esas cualida<strong>de</strong>s se le aniquila y se le dispersa:<br />

no se pue<strong>de</strong> tolerar que un pueblo no les produzca lo<br />

que <strong>de</strong>bería producirles a las Naciones que ejercen la<br />

hegemonía financiera <strong>de</strong>l Universo. Y eso está pasándole<br />

a esta pobre Patria mía: Sus virtu<strong>de</strong>s son virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un<br />

ciclo <strong>de</strong> civilizaciones que se cierra en estos momentos.<br />

Bolívar, Nariño, Torres, Zea...... son hombres gran<strong>de</strong>s<br />

136


a la manera anticuada <strong>de</strong> los Temístocles, <strong>de</strong> los Julio<br />

César, <strong>de</strong> los Demóstenes. Una Nación que tiene esos<br />

genitores i<strong>de</strong>alistas, que posee sus virtu<strong>de</strong>s mismas, no<br />

pue<strong>de</strong> luchar en el ambiente actual, con pueblos que<br />

<strong>de</strong>ben su existencia a gentes como Franklin y como el<br />

Niño <strong>de</strong>l Hacha, gentes sin imaginación, acaparadores,<br />

metódicos, gregarios. Aglomerados sociales que reglan<br />

su vivir por las máximas <strong>de</strong>l Buen Hombre Ricardo, y<br />

que cuentan entre sus gran<strong>de</strong>s hombres a un Teodoro<br />

Roosevelt.<br />

Especuladores y sectarios. He aquí lo que constituye<br />

la élite, la nobleza actual <strong>de</strong>l mundo. Y eso, en realidad,<br />

basta para llenar la vida <strong>de</strong>l mayor número <strong>de</strong> entre<br />

ellos, sensuales que no aspiran sino a beber a toda<br />

garganta en el raudal <strong>de</strong> los goces que se compran con<br />

oro y en aturdirse entre la vorágine <strong>de</strong> una actividad<br />

<strong>de</strong> Manicomio. Pero, ¿y los que no nacimos para eso<br />

sólo y a quienes eso sólo no basta? Los que nacieron<br />

para la abstracción metafísica, para la abstracción<br />

matemática, para el ensueño, para el heroísmo, para<br />

la santidad, para el arte, para el ocio divino y fecundo<br />

<strong>de</strong> los Hijos <strong>de</strong>l Ática?... Y luego ¡ay! que el dolor que<br />

ese vivir <strong>de</strong> lucha y <strong>de</strong> aturdimiento pue<strong>de</strong> suprimir, es<br />

una porción tan mínima <strong>de</strong>l dolor total; en tanto que lo<br />

que quita <strong>de</strong> placer contemplativo, <strong>de</strong> comunión con la<br />

Naturaleza es tan enorme... No pensaban como estos<br />

mo<strong>de</strong>rnos los gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong>l Espíritu, para los<br />

cuales, el problema <strong>de</strong> la vida se soluciona ahondando<br />

en nosotros mismos: Nuestro Señor Jesucristo, el dulce<br />

Buda Gautama, enseñaban que en la vida interior<br />

resi<strong>de</strong>n toda consolación y toda paz......<br />

Detúvose <strong>de</strong> pronto y explorando con las orejas a<br />

la distancia:<br />

—¿No oyes? - Ya se oye el galopar <strong>de</strong> sus corceles.<br />

Desembocaban en ese momento por el extremo <strong>de</strong>l<br />

claro don<strong>de</strong> nos hallábamos, precedidos por los perros,<br />

los Vaqueros a todo el correr <strong>de</strong> sus caballos. 24<br />

24 Tomado <strong>de</strong> la revista “Cyrano”, Me<strong>de</strong>llín. 1921. Nos. 10-14,<br />

pags. 111-115 y pags. 159-163.<br />

137


FRAGMENTO DE GUIÓN DE LA PELICULA<br />

“RAFAEL URIBE URIBE O EL FIN DE LAS GUERRAS<br />

CIVILES EN COLOMBIA”<br />

138<br />

18 DE OCTUBRE<br />

La paz reina en <strong>Colombia</strong> .<br />

Bajo la luz <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> cada horizonte es un<br />

reguero <strong>de</strong> idilios.<br />

Han plantado ya sus tiendas los arrieros en los recodos<br />

engramados <strong>de</strong>l camino. Una a una las mulas,<br />

libres <strong>de</strong> la carga que gravitó sobre sus lomos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

antes <strong>de</strong> que el sol se alzase sobre la cumbre misma<br />

que en la jornada atravesaron vanse dispersando:<br />

páranse en la meseta <strong>de</strong>l camino; túmbanse mañeras<br />

por el suelo; estiran, frotan la nuca motilona sobre el<br />

polvo; alzan las cuatro patas por el aire y… a revolcarse<br />

entre risas y entre chistes que ponen apenas un rizo<br />

imperceptible en sus trompas maliciosas. Da una vuelta<br />

entera sobre el espinazo aquella mulita grácil, larga; no


logra jamás una completa esa otra cortica y barrigona.<br />

Resoplan largo y hondo, páranse, sacú<strong>de</strong>nse, bajan al<br />

vado y beben con <strong>de</strong>licia y mordiendo yerba se pier<strong>de</strong>n<br />

en el laberinto ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> quiebras y colinas.<br />

Han ro<strong>de</strong>ado ya la tolda con un muro construido con<br />

la carga los arrieros. En la grama tendidos boca arriba<br />

<strong>de</strong>scansando están los taciturnos y sus miradas perdidas<br />

en las nubes piensan en los que atrás <strong>de</strong>jaron: en<br />

la madrecita anciana y en la novia. En grupos dispersos<br />

hablan otros <strong>de</strong> sus amores, <strong>de</strong> sus negocios, <strong>de</strong> sus<br />

viajes o juegan a los naipes o solitarios miran uno a<br />

uno los papeles <strong>de</strong> sus carteras o van poniendo sobre<br />

el césped los objetos que guardan en sus guarnieles<br />

o se miran en las lunas <strong>de</strong> sus espejos diminutos.<br />

Sobre llamarada que brota <strong>de</strong> chamizas y <strong>de</strong> astillas,<br />

pendientes <strong>de</strong> una vara horizontal sostenida por dos<br />

horquetas verticales hierven los frisoles con tocino en<br />

la olla enorme <strong>de</strong> hierro loceado <strong>de</strong> exterior azul y <strong>de</strong><br />

interior blanco; y las llamas brotan, se retuercen, visibles<br />

apenas entre el ambiente diáfano que sobre ellas<br />

vibra con visibles pulsaciones y el hervir <strong>de</strong> los frisoles<br />

es un fragante redoble que se fun<strong>de</strong> entre los ruidos<br />

<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> que el viento trae, lleva, apaga, agranda.<br />

YYY<br />

Del tendón <strong>de</strong> tierra fértil cubierto aún por selva<br />

virgen que para echar la roza han elegido bajan los<br />

treinta peones <strong>de</strong> Gregorio Gutiérrez González conducidos<br />

por el patrón, su jefe “el sombrero <strong>de</strong> caña con<br />

el ala prendida <strong>de</strong> la copa con la aguja”. Vienen con<br />

el hacha al hombro, el hacha que relumbra herida por<br />

los rayos sesgos <strong>de</strong>l sol <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> “vestidos todos <strong>de</strong><br />

calzón <strong>de</strong> manta y <strong>de</strong> camisa <strong>de</strong> coleta cruda, cantando<br />

a todo pecho la guabina, canción sabrosa, <strong>de</strong>jativa y<br />

ruda”:<br />

Dile niña a tu madre<br />

que no sea boba,<br />

que me tranque la puerta<br />

con una escoba.<br />

139


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Y allá van perdiéndose uno a uno por los sen<strong>de</strong>ros<br />

que conducen a sus viviendas. Cerca <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Vicente<br />

y <strong>de</strong> Remigia, Elisa, la prometida <strong>de</strong> Leonardo, coge<br />

agua en la fuente que baja cantando por la cuesta.<br />

Colmada ya <strong>de</strong> agua la tinaja la coloca en el barranco.<br />

Luego <strong>de</strong> juagada en la corriente pone a flotar sobre la<br />

tinaja la totuma que sirvió para llenarla. Hun<strong>de</strong> luego<br />

en la corriente los <strong>de</strong>snudos piececitos. Arréglase la<br />

falda con entrambas manos y empieza a estregar los<br />

pies el uno contra el otro. Y canta mientras. Como una<br />

alondra canta:<br />

140<br />

De lirios me dio un ramo<br />

mi amante fino;<br />

viendo el ramo, en él pienso<br />

aunque es <strong>de</strong>lirio.<br />

¡Ay! quién creyera<br />

que un ramito <strong>de</strong> lirios<br />

<strong>de</strong>lirio fuera.<br />

Y cada combado piececito blanco estriega alternadamente<br />

el pie opuesto y la opuesta pantorrilla. Y el sol<br />

<strong>de</strong> oro, que se filtra por entre el ramaje <strong>de</strong>l carbonero<br />

que da sombra al vado constela el divino cuerpo <strong>de</strong><br />

Elisa y la onda pura que sus menudos pies agitan con<br />

puntos <strong>de</strong> luz móvil. Leonardo, uno <strong>de</strong> los que han bajado<br />

cantando <strong>de</strong> la roza, avanza por el sen<strong>de</strong>ro que al<br />

vado <strong>de</strong>semboca. Descubre a Elisa y se para a mirarla<br />

embebecido. Cuando ella ha terminado <strong>de</strong> cantar:<br />

—Tú, Elisa, en cambio <strong>de</strong> mis lirios me <strong>de</strong>jas ver<br />

jazmines.<br />

Vuélvese Elisa azorada y ruborosa. Caen como dos<br />

alas negras sobre sus mejillas sus pestañas. Caen las<br />

faldas sobre las piernas ocultándolas.<br />

—Deja por Dios, Elisa… Por Dios, <strong>de</strong>ja.<br />

—¿Por qué me has visto así Leonardo? Hasta <strong>de</strong>l<br />

agua con que me lavo me recato.<br />

—Hasta <strong>de</strong>l agua con que te lavas tengo celos.


—No, vete. No te acerques. Vete. Si te acercas grito.<br />

—Deja te ayu<strong>de</strong> a subir la tinaja a la cabeza. Mira,<br />

colócate el ro<strong>de</strong>te. Eso es, así… No, no te agaches…<br />

No es preciso.<br />

Pone como pusiera una flor en su cabeza la tinaja.<br />

—¡Cómo estás <strong>de</strong> hermosa así…! Te me pareces…<br />

En casa <strong>de</strong> mi abuelo hay un retablo… ¿Cómo es? Sí,<br />

sí. “La Samaritana y Jesucristo”. A esa samaritana te<br />

pareces así con eso en la cabeza.<br />

—No Leonardo, así no. No me compares con los<br />

santos. Tú te has vuelto hereje. La compañía <strong>de</strong>l patrón<br />

te ha vuelto hereje.<br />

—Tú eres la virgen que yo adoro.<br />

Se le acerca.<br />

—No, aparta. Si te acercas te ensopo. Grito.<br />

—Grita, ensópame.<br />

La besa en la boca con pasión.<br />

—Ten juicio Leonardo. No seas loco.<br />

El agua cae <strong>de</strong> la tinaja mojándoles a entrambos.<br />

—No importa. Mójame todo cuanto quieras.<br />

—Tan bobo. Pero si yo no quiero mojarte. Mira: es<br />

que estoy temblando.<br />

YYY<br />

Una lee. Escuchan las <strong>de</strong>más. Tendidas están sobre<br />

la grama <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> campo que se <strong>de</strong>staca<br />

blanca y roja sobre el ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> las arboledas y <strong>de</strong>l<br />

césped. Ninguna <strong>de</strong> ellas tiene aún veinte años. Son<br />

adolescentes, son vírgenes, son bellas.<br />

141


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

A la que leyendo está en voz alta tiémblale la voz<br />

a cada instante. Las que la escuchan <strong>de</strong>jan vagar en<br />

la distancia sus miradas soñadoras.<br />

Leyendo están los últimos capítulos <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong><br />

Isaacs maravilloso.<br />

Añúdasele a la que lee la voz en la garganta y <strong>de</strong>ja<br />

caer el libro en el regazo; sus ojos están llenos <strong>de</strong><br />

lágrimas.<br />

Míranla y míranse unas a otras en silencio llenas<br />

<strong>de</strong> estupor doliente.<br />

Recoge una el libro y continúa la lectura. Pronto su<br />

voz se mezcla con sollozos. Suelta a su vez el libro y<br />

se tumba sollozando.<br />

Píllalo otra <strong>de</strong> ellas, va a sentarse sola y a leer para<br />

sí en voz baja únicamente.<br />

Vanse las <strong>de</strong>más tras ella, agrúpanse a su lado y<br />

unas por sobre los hombros <strong>de</strong> las otras leen bebiéndose<br />

las páginas. Unas tras otras van <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> leer<br />

y se tumban, sollozando. ¡Libro divino! Mientras haya<br />

amor y juventud será leído. ¿Pero qué es sino un poco<br />

<strong>de</strong> juventud y un poco <strong>de</strong> amor nuestra existencia?<br />

Pobres niñas. Llorando están las dulces lágrimas <strong>de</strong> la<br />

emoción estética divina. Llorarán mañana las lágrimas<br />

canallas <strong>de</strong> la vida cuando sepan que sus hermanos y<br />

sus novios se han ido a la guerra <strong>de</strong> grado los unos,<br />

los otros por la fuerza.<br />

El sol <strong>de</strong>clina ya sobre las cumbres que a todo lo<br />

largo <strong>de</strong>l territorio <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, <strong>de</strong> Ipiales al Atlántico<br />

escoltando van el correr <strong>de</strong>l Magdalena, <strong>de</strong>l Cauca,<br />

<strong>de</strong>l Atrato.<br />

Espaciados, solitarios los nevados <strong>de</strong>l Huila, <strong>de</strong>l<br />

Herveo fulguran diamantinos alzándose cimeros en<br />

pleno azul glorioso.<br />

Como si todas las aves <strong>de</strong> todos los cielos y <strong>de</strong><br />

todos los mares se hubieran dado cita para posarse<br />

142


en esos archipiélagos aéreos las tres anchas fajas <strong>de</strong><br />

cumbres que <strong>de</strong> sur a norte a todo lo largo <strong>de</strong>l territorio<br />

<strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, <strong>de</strong> Ipiales al Atlántico, se tien<strong>de</strong>n<br />

son tres fajas cándidas en que las nubes <strong>de</strong>spliegan<br />

al sol sus alas leves. ¡Aves <strong>de</strong> ensueño! Sus plumajes<br />

heridos ahora por los rayos sesgos <strong>de</strong>l sol que se va<br />

hundiendo son <strong>de</strong> oro.<br />

Son ahora <strong>de</strong> múrice y <strong>de</strong> fuego. Y las aguas <strong>de</strong>l<br />

Magdalena, <strong>de</strong>l Cauca y <strong>de</strong>l Atrato que a sus pies en<br />

sus valles se arrastran silenciosos son jacintos, son oro<br />

líquido, son sangre. Y las faldas <strong>de</strong> esos valles que el sol<br />

aún baña son áurea luz cuajada; y las faldas fronteras<br />

sombrías esmeraldas; y don<strong>de</strong> los valles se ensanchan<br />

sonríen blancas las ciuda<strong>de</strong>s; las selvas primitivas<br />

aprietan los follajes <strong>de</strong> sus árboles que cubren suelos<br />

ricos, fragantes, ponzoñosos; se abren pastales infinitos<br />

en don<strong>de</strong> greyes sin cuento van pastando mansas.<br />

Y muy allá por el oriente en don<strong>de</strong> el Meta, el Arauca,<br />

el Guaviare, el Caquetá, el Putumayo, el Amazonas<br />

arrastran sus caudales se aduermen territorios misteriosos,<br />

cunas <strong>de</strong> civilizaciones que pondrán en olvido<br />

las <strong>de</strong>l Nilo, <strong>de</strong>l Ganges, <strong>de</strong>l Eufrates.<br />

Y el sol se hun<strong>de</strong> en las aguas <strong>de</strong>l Pacífico.<br />

Y la luna llena se alza y flota en un cielo <strong>de</strong> nácar<br />

y ágata.<br />

Y duerme en paz la patria colombiana.<br />

¡Paz! ¡Paz divina! ¡Don <strong>de</strong>l cielo!<br />

YYY<br />

Pero ¿qué pasa? En las altas regiones no se duerme.<br />

Los últimos hombres <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s partidos i<strong>de</strong>alistas<br />

<strong>de</strong>l pasado se aprestan a librar la última batalla.<br />

Quieren esos magnánimos que en el largo período <strong>de</strong><br />

progreso en que se presiente ya va a entrar <strong>Colombia</strong><br />

143


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

sean los i<strong>de</strong>ales por que cada uno <strong>de</strong> ellos ha luchado<br />

durante un siglo los que imperen.<br />

El anciano que en nombre <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos partidos<br />

augustos rige los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> la patria ha permanecido<br />

insomne la noche íntegra ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus ministros, <strong>de</strong><br />

los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su bando, <strong>de</strong> los altos jefes <strong>de</strong>l ejército.<br />

El telégrafo <strong>de</strong> palacio ha estado toda la noche auscultando<br />

el territorio <strong>de</strong> la república. A cada instante<br />

una región, un pueblo se le escapan.<br />

“Una guerrilla ataca la población. Se está combatiendo<br />

en las calles. Han asaltado ya los edificios en que<br />

funcionan las autorida<strong>de</strong>s legítimas. Resistimos apenas.<br />

La manzana norte <strong>de</strong> la plaza está ardiendo. Corro a<br />

escon<strong>de</strong>r los aparatos telegráficos”. -Esa es la última<br />

palabra <strong>de</strong> cada telegrafista-. Y un telégrafo enmu<strong>de</strong>ce.<br />

Y el primer mandatario como el médico que vela<br />

a la cabecera <strong>de</strong> un moribundo palpa que una vida se<br />

va escapando, se va retirando y que otra vida arcana<br />

se aproxima.<br />

De Santan<strong>de</strong>r las noticias van llegando pavorosas.<br />

Del Cauca, <strong>de</strong> Antioquia, <strong>de</strong>l Istmo, <strong>de</strong>l Tolima. En el<br />

río Magdalena se combate.<br />

Como si se iniciara un gran periodo geológico<br />

eruptivo estallan volcanes don<strong>de</strong> quiera; brota fuego<br />

el suelo, el humo oscurece los ámbitos, surge elástico<br />

el ruido <strong>de</strong> las explosiones.<br />

Por todos los caminos revienta el galopar <strong>de</strong> los<br />

jinetes que van en busca <strong>de</strong> sus campamentos.<br />

“¿Quién vive?” -se oye gritar <strong>de</strong> los rincones sombríos-<br />

y el fogonazo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>scargas horada la luz<br />

perlada <strong>de</strong> la luna.<br />

Salen cautelosos <strong>de</strong> sus escondites, pálidos, harapientos,<br />

la barba enmarañada en las caras pálidas<br />

los criminales fugitivos. Saltan a la vía. Las narices<br />

dilatadas. ¡Otean el horizonte! ¡El mundo es suyo!<br />

144


Pasean inquisidores los criminales natos, que vivían<br />

ignorándose a sí mismos y en sus bocas hay olor, sabor<br />

a sangre. Serán los héroes <strong>de</strong> la revuelta.<br />

Sobre el campamento <strong>de</strong> los arrieros que a pierna<br />

suelta duermen cae una guerrilla.<br />

– ¡Pronto! A levantar el parque que quitamos en<br />

el pueblo.<br />

–A recoger las mulas más ligero que inmediatamente.<br />

Salen los arrieros escoltados. Mientras, los oficiales<br />

or<strong>de</strong>nan el pillaje <strong>de</strong>l cargamento.<br />

Y allá van las mulas camino <strong>de</strong>l reciente combate llevando<br />

cada una <strong>de</strong> a dos y hasta <strong>de</strong> a tres guerrilleros.<br />

–Ya sabía yo -le dice el macho Pavo a la muleta<br />

Pisca que camina a su lado- que íbamos a tener guerra.<br />

Me lo contó antenoche en la posada <strong>de</strong>l Cóndor una<br />

mula amiga mía en que iba un señor que posó allá.<br />

No sé si tú lo verías.<br />

– ¿Y para qué hacen las guerras Pavo?<br />

–Pues…te diré. Las guerras las hacen con muy<br />

diversos fines. Tú no enten<strong>de</strong>rías eso. Es muy complicado.<br />

Pero en tesis general pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que las<br />

guerras las hacen para robar. Los hombres maduros<br />

roban sobre todo dinero y ganado y otras varias cosas.<br />

¡Los hombres mozos a más <strong>de</strong> todo eso roban mozas!<br />

– ¿Tú has estado en guerras Pavo?<br />

– ¡Que si he estado en guerras yo! Muchas pero<br />

muchas han visto ya mis ojos!<br />

– ¿Dizque es muy miedoso eso?<br />

–Te diré: es más la bulla. Por ejemplo para ti, para<br />

mí, para nosotras las bestias <strong>de</strong> silla el peligro es muy<br />

remoto. Los oficiales que son los que nos montan se<br />

145


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

quieren <strong>de</strong>masiado y una naturalmente se aprovecha<br />

<strong>de</strong> ese amor que ellos se tienen. La última guerra sin<br />

ir muy lejos me la vi <strong>de</strong> flor. ¡No faltaba cuando se empezaba<br />

el fuego un repliegue <strong>de</strong>l terreno, una piedra,<br />

una raíz en don<strong>de</strong> mi coronel…!<br />

146<br />

YYY<br />

Una cabaña <strong>de</strong> paja. Delante <strong>de</strong> ella un cerco. Una<br />

cancilla que da a un pequeño prado. Se abre la cancilla<br />

y da paso a una anciana que trae en los brazos una<br />

vasija colmada <strong>de</strong> aguamasa y cáscaras que vierte en<br />

una canoa. Llamando:<br />

– ¡Chino! ¡Chino! ¡Chino!<br />

Levanta al llamamiento <strong>de</strong>l fangal en que está<br />

echado la cabeza un cerdo enorme y viene a ella y<br />

comienza a beber. La anciana sobándole con cariño:<br />

–¡Cómo está <strong>de</strong> lindo mi tesoro! (palpándole el anca)<br />

Lo menos (poniendo <strong>de</strong> canto la palma <strong>de</strong> la mano)<br />

esto <strong>de</strong> tocino en l’anca. Y en el hombrillo (midiendo)<br />

siete… siete pulgadas lo menos.<br />

Riendo <strong>de</strong> gusto:<br />

–Y al precio a que se va a poner l’arroba <strong>de</strong> material<br />

<strong>de</strong> marrano en esta Pascua… A novecientos pesos<br />

lo menos… A ver… según dice mi compadre tiene <strong>de</strong><br />

once a siete arrobas que son nueve y nueve… nueve<br />

y nueve… veintiocho… ¡María! Muchos pesos, muchos.<br />

Compro el habito <strong>de</strong> mi padre San Francisco p’a que<br />

m’entierren con él… compro el escapulario <strong>de</strong>l Carmen,<br />

compro… no compro más. Y el resto, el resto… a plan<br />

<strong>de</strong> baúl p’a ir sacando y irme cuidando.<br />

Con gozo, bailando y llevando el compás con las<br />

palmas:<br />

–Agora sí compro mi güeso ’e ca<strong>de</strong>ra. Ahora sí<br />

compro mi libra ’e cacao.<br />

Mientras ella canta y baila entran al prado por la


cancilla que ha quedado abierta una fila <strong>de</strong> soldados.<br />

El que parece el jefe:<br />

–Sargento Villa. Usted que es baquiano mate ese<br />

animal para que su papá almuerce.<br />

La anciana, mirándolos muy abiertos los ojos:<br />

–¿Que qué?<br />

El cerdo está ya en el suelo y se llega al marrano.<br />

Lo coge. Lo ata. Lo tumba. Dos soldados arrastran a la<br />

anciana que abrazada a su tesoro forcejea, grita, llora.<br />

El cerdo grita en el suelo y el sargento Villa se<br />

apercibe a <strong>de</strong>gollarlo alzando sobre el codillo que<br />

<strong>de</strong>scubre tirando <strong>de</strong>l brazuelo una lámpara <strong>de</strong> cuchillo<br />

mata-ganado.<br />

YYY<br />

Un pelotón <strong>de</strong> hombres armados <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> por<br />

la colina. Los guía el propietario <strong>de</strong> allá arriba, el ricohombre<br />

a quien mantiene insomne el <strong>de</strong>samor <strong>de</strong><br />

Elisa, el que odia a par <strong>de</strong> muerte al gentil Leonardo<br />

que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres días ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>sposarla. Párase en<br />

una vuelta <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro y enseña a los que guía una<br />

cabaña y se oculta cauteloso. Bajan los <strong>de</strong>más y cercan<br />

la cabaña. Hun<strong>de</strong>n la puerta a culatazos. Penetra en<br />

ella una parte mientras otros la ro<strong>de</strong>an. Salen a poco<br />

los que entraran trayendo a Leonardo atado mientras<br />

la madre y las hermanas bellas caen <strong>de</strong> rodillas suplicantes.<br />

A poco llegan al patio <strong>de</strong> la cabaña entre dos<br />

filas <strong>de</strong> soldados casi todos los que bajaron ayer tar<strong>de</strong><br />

cantando por la falda atados por las muñecas. Vienen<br />

reclutados cazados como malhechores <strong>de</strong>stinados a<br />

la matanza, ellos, los buenos, los que edifican fibra a<br />

fibra el organismo <strong>de</strong> la patria. Surge Elisa. Se abre<br />

paso a través <strong>de</strong> todos. Se abraza a Leonardo y se<br />

vuelve a los que lo tienen prisionero con a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong><br />

interponerse entre su novio y el <strong>de</strong>stino. ¡La infeliz! Si<br />

pudiera ver ella el gesto con que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escondite<br />

la <strong>de</strong>vora el victimario.<br />

147


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

No entien<strong>de</strong>, no, la dulce luna esos horrores. Triste,<br />

impotente, hermosa en su ocaso ya entre nácares<br />

y armiños ve a la dulce Elisa y a su novio <strong>de</strong> cuyos<br />

amores ha sido testigo y confi<strong>de</strong>nte y mira y remira y<br />

no compren<strong>de</strong> y las lágrimas brotan <strong>de</strong> sus ojos.<br />

Se alza pletórico el sol en el oriente.<br />

–¿Qué ha pasado pues en las tierras <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>?<br />

-se pregunta-. Y mira y se frota los ojos resecos. Y<br />

torna a mirar y no compren<strong>de</strong>.<br />

¿Qué saben en el cielo <strong>de</strong> las miserias <strong>de</strong> aquí<br />

abajo? 25<br />

25 Tomado <strong>de</strong> “Almas rudas” Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Tomo<br />

I. Obras completas. Director general <strong>de</strong> la edición Balmore<br />

Álvarez G. Me<strong>de</strong>llín: Editorial Bedout, 4 <strong>de</strong> octubre 1943.<br />

pags. 97-110.<br />

148


CARTAS INÉDITAS DE EFE GÓMEZ


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Sanantonio 1º <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1902<br />

D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />

Sonsón<br />

Manuel:<br />

Nada he dicho a Samuel, pues anda por Samaná,<br />

en compañía <strong>de</strong> don Juan y <strong>de</strong> Luciano, en una exploración.<br />

En el asunto Llanados hay una cosa importante<br />

a<strong>de</strong>más: el examen <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> la empresa y <strong>de</strong> las<br />

boletas <strong>de</strong> ensaye <strong>de</strong>l oro en Me<strong>de</strong>llín. Procure hacerlo.<br />

Averigue en sus papeles todo lo que se le ocurra<br />

averiguar, sobre asuntos <strong>de</strong> San Antonio, pues nos interesa<br />

mucho saber qué hacemos con esto prontamente.<br />

Recoja con Manuelito datos sobre minas y apercíbalo<br />

para el futuro, pues que las contingencias pue<strong>de</strong>n<br />

venirnos tales, que los trabajadores tengamos que<br />

cerrar las filas y unirnos aquí.<br />

Antonio y Tobías lo saludan.<br />

Affmo, <strong>Efe</strong>gómez<br />

PD: Antonio y yo no iremos hasta el lunes.<br />

150<br />

YYY<br />

Sanantonio, mayo 3 <strong>de</strong> 1902<br />

M. <strong>de</strong> Greiff<br />

Sonsón<br />

Manuel:<br />

A Carlos, que escribe pidiendo datos - diarios <strong>de</strong><br />

lo que suce<strong>de</strong> en estos mundos, le contesto que yo<br />

saldré el nueve (9) <strong>de</strong> éste. Nada le digo <strong>de</strong> viaje<br />

<strong>de</strong> UU<strong>de</strong>s. Pero como, es convenido que saldremos<br />

juntos, apercíbase para el viaje. Hay qué conseguir<br />

una mula, pues entre el caballo <strong>de</strong> Antonio, el <strong>de</strong> D.


Salvador Uribe, que lo llevaremos, y la mula <strong>de</strong> Carlos,<br />

nos llevarán a dos.<br />

Reúna todos los papeles que puedan servirnos<br />

en Me<strong>de</strong>llín, sin olvidar nada, ni Cua<strong>de</strong>rno con datos<br />

sueltos – tanto suyos como míos – ni cartas etc. El<br />

asunto <strong>de</strong> mina para trabajar Ud. y yo in<strong>de</strong>pendientemente,<br />

no lo apresure, estudie y medite sin amarrarse<br />

en nada, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín veremos las cosas <strong>de</strong><br />

modos más distintos y quizás más convenientes, ya<br />

que es obvio que el estudio que haga aquí es sólo una<br />

fase <strong>de</strong>l asunto.<br />

En fin: hasta que tenga el gusto <strong>de</strong> hablar con Ud.<br />

largo y tendido.<br />

Suyo, <strong>Efe</strong><br />

Med. Julio 21: 1902<br />

D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />

“Ilustre y gran<strong>de</strong> amigo”:<br />

YYY<br />

Varias cartas suyas he recibido y aún telegramas,<br />

que no he contestado ¿Qué porqué no lo he hecho?<br />

Pues ni yo mismo lo sé. Tan involucrado me han tenido<br />

asuntos más ó menos ingratos (grato ninguno por<br />

<strong>de</strong>sgracia). De lo que sí estoy seguro, es <strong>de</strong> que Ud.<br />

no lo habrá tomado á mal.<br />

No podré estar allá tan pronto como <strong>de</strong>seo porque<br />

asuntos <strong>de</strong> salud me obligan a irme al campo. Cosa<br />

imprescindible porque la enfermedad que he sufrido<br />

aunque en apariencia es nada, no es cosa <strong>de</strong> juego.<br />

Recibí los minerales. Entiendo que lo mejor sería<br />

hacer algún arreglo sobre la mina que tiene molinito.<br />

Ud. sabe ya que sólo en un molino se conoce una mina;<br />

y nosotros, que carecemos <strong>de</strong> capital, necesitamos<br />

minas conocidas o que podamos conocer a poca costa.<br />

Lo que me dice <strong>de</strong> dinero que <strong>de</strong>bo colocarle allá<br />

tiene sus dificulta<strong>de</strong>s. Una <strong>de</strong> ellas es que no lo tengo<br />

mío y el ajeno es <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Esperanzas tenía<br />

151


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

<strong>de</strong> conseguirlo en unos trabajos profesionales que<br />

proyectaba, pero el estar enfermo me lo impi<strong>de</strong>. Con<br />

todo hay que contar con lo imprevisto y quizás <strong>de</strong> un<br />

momento a otro le vayan.<br />

Estamos un poco inquietos por el resultado <strong>de</strong> esos<br />

arrastres <strong>de</strong> la Mosca pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el seis diz que están<br />

terminados tres, y nada hemos sabido.<br />

¡Las letras (libros) están al 4600 muy firmes y con<br />

ten<strong>de</strong>ncia al alza! Nos convenía mucho sacar orito <strong>de</strong><br />

cualquier manera.<br />

Salú<strong>de</strong>me a Manuelito.<br />

Quico<br />

152<br />

YYY<br />

Sabanalarga agosto 17 <strong>de</strong> 1902<br />

D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />

Don<strong>de</strong> se halle<br />

Manuel:<br />

Sólo hoy recibí su carta <strong>de</strong>l 12 fechada en Rionegro<br />

y hoy contesto. Supe la última vez que vino á Me<strong>de</strong>llín<br />

su estancia allí, por Carlos Molina que tempera aquí<br />

cerca. Inmediatamente envié á averiguarlo para mandarle<br />

bestia en que se subiera aquí y ya se había ido.<br />

Lo <strong>de</strong> su viaje a Marmato….. capítulo por si merece.<br />

De que esa tierra es un campo <strong>de</strong> actividad<br />

muy a propósito para Ud. no lo dudo ni un momento.<br />

Tampoco dudo que le sea muy provechoso el trato con<br />

capacida<strong>de</strong>s intelectuales tan gran<strong>de</strong>s como las <strong>de</strong> don<br />

Fe<strong>de</strong>rico Delgado y don Tomas Eastman. Que Ud. y<br />

Ventura sean recíprocamente muy útiles el uno al otro<br />

tampoco lo dudo. Pero lo que si me intriga bastante<br />

es que Ud. haya trabajado estérilmente en Sonsón y<br />

Sanrafael. Eso me duele como asunto propio.<br />

Ahora bien: nada le objeto á las razones que da<br />

sobre lo falso <strong>de</strong> su situación en Sanrafael, dado que<br />

esas son razones personalísimas y a mi me habría<br />

sucedido otro tanto; pero como allí se trata <strong>de</strong> un


asunto mío y creo que Ud. conmigo no <strong>de</strong>be tener<br />

reparos, le exijo que nada diga a Manuelito sobre<br />

nuevo arreglo, es <strong>de</strong>cir sobre mayor participación <strong>de</strong><br />

él al retirarse Ud. para que así que<strong>de</strong>n las cosas como<br />

están en la escritura que los tres hicimos. No <strong>de</strong>be<br />

<strong>de</strong>tenerlo la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que Manuelito merece<br />

mayor parte al retirarse Ud., pues que Ud. mismo dice<br />

que él quiere hacerlo todo actualmente. En resumen:<br />

<strong>de</strong>seo que Ud. que<strong>de</strong> figurando como socio en el negocio<br />

<strong>de</strong> Sanrafael aun cuando se vaya a Marmato. Le<br />

repito: me dolería mucho que Ud. hubiera trabajado<br />

allí también estérilmente. Pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r que la cosa<br />

no <strong>de</strong> nada; pero ese sería otro cantar. En caso <strong>de</strong> que<br />

sí <strong>de</strong> Ud. también <strong>de</strong>be recibir su cuota parte. Es todo<br />

lo que le exigo.<br />

Salú<strong>de</strong>me a Ventura muy cordialmente.<br />

Los asuntos que me puedan interesar en Marmato<br />

y <strong>de</strong> que me habla en su carta que dan a sus ór<strong>de</strong>nes,<br />

páselos como suyos.<br />

Salu<strong>de</strong> al sobrino Juan,<br />

Affmo, Francisco <strong>Gómez</strong><br />

YYY<br />

Sabanalarga, febrero 16/ 03<br />

Manuel:<br />

Ventura me escribió <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín y a él dije al contestarle<br />

que escribiría a Ud. por el Correo, pero creo que<br />

la presente no lo alcance por no haber tenido con quien<br />

enviarla a tiempo a Me<strong>de</strong>llín.<br />

Recibí la suya <strong>de</strong> 3 <strong>de</strong> enero, y con ella una cuenta<br />

<strong>de</strong> Juan B. Uribe. Me extrañó. Tenía otra i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l<br />

hombre. Y aunque parezca lo contrario yo tampoco<br />

tuve la culpa, pues oportunamente <strong>de</strong>volví a Sonsón el<br />

encauchado en cuestión. Parece que lo que hubo fue,<br />

153


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

que don Rafael Álvarez que reclama otro encauchado<br />

que dice que yo le tengo, y que así <strong>de</strong>be ser aunque no<br />

lo recuerdo, se quedó con el <strong>de</strong> Uribe. Hice lo que me<br />

dice respecto a los 250 [750?] pesos cuyo asiento <strong>de</strong>be<br />

cambiar Carlos Botero en Sonsón. A Carlos Restrepo<br />

avisé lo <strong>de</strong> las herramientas y ni me contestó.<br />

Cuando pase pa´ Manizales, que - á realizarse lo<br />

que pienso – ha <strong>de</strong> ser pronto, entraré a Marmato.<br />

amigo affmo., Francisco <strong>Gómez</strong><br />

El Picacho Enero 12, 1904<br />

D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />

Marmato<br />

154<br />

YYY<br />

Manuel: A su telegrama <strong>de</strong>l 17 <strong>de</strong> diciembre<br />

contestó Ramón, según supe por aviso que me dio<br />

enviándome copia <strong>de</strong>l telegrama contestado por él, y<br />

el enviado por Ud.<br />

Creíase entonces que la excursión al San Jorge se<br />

arreglaría. Pasado todo diciembre en gestiones casi<br />

inútiles, pensé que en vez <strong>de</strong> avisar viaje allá, <strong>de</strong>bería<br />

esperar carta suya por el Correo. Lo cual no podría<br />

faltar, dado que si bien el telegrama indicaba algún<br />

negocio que reclamaba, en la fecha por él indicada, mi<br />

presencia allá, bien podía suce<strong>de</strong>r que la oportunidad<br />

ya se hubiera pasado, o que <strong>de</strong> no, Ud. me escribiría<br />

poniéndome al tanto.<br />

En todo caso, yo continúo estudios que quizás<br />

puedan sernos útiles algún dia, si los Yanquis no disponen<br />

otra cosa.<br />

Salu<strong>de</strong> á Ventura.<br />

Amigo, Francisco <strong>Gómez</strong>


El Picacho, 10 <strong>de</strong> Abril <strong>de</strong> 1904<br />

D. Manuel <strong>de</strong> Greiff<br />

Marmato<br />

Manuel:<br />

No puedo ir a esa. Lo <strong>de</strong>seaba pero lo que no se<br />

pue<strong>de</strong> no se pue<strong>de</strong>. Otra vez será.<br />

Haga una cosa: tráigase a Ventura en su próximo<br />

viaje. Era mucho lo que conversábamos… y hasta podríamos<br />

resolver algo <strong>de</strong> provecho, <strong>de</strong> no pues paseaba<br />

y quizás entonces lo acompañaré a la vuelta.<br />

Decidídamente hacen eso ¿no es cierto?<br />

Inés:<br />

Affmo, F. <strong>Gómez</strong><br />

YYY<br />

(Sin fecha pero posterior a 1920)<br />

Envíame – Amor – las gafas con el portador.<br />

No subo a almorzar allá.<br />

Tuyo que te adora, Quico<br />

155


CRONOLOGÍA BIOGRÁFICA DE EFE GÓMEZ


Aclaración: Es preciso aclarar que unos cuantos<br />

datos se sitúan aproximadamente en un año sin tener<br />

certeza sobre su datación. Hasta que aparezcan los<br />

documentos que lo prueben los hemos <strong>de</strong>jado don<strong>de</strong><br />

más parece que pertenecen como es el caso <strong>de</strong>l avalúo<br />

<strong>de</strong> las obras <strong>de</strong> Pedro Nel <strong>Gómez</strong>. De casi todo<br />

estamos seguros.<br />

1867 en a<strong>de</strong>lante. El 8 <strong>de</strong> mayo nace Francisco <strong>de</strong><br />

Paula Nacianceno María <strong>Gómez</strong> Escobar, en la población<br />

<strong>de</strong> Fredonia <strong>de</strong>l suroeste antioqueño. Es hijo <strong>de</strong> Juan<br />

Bautista <strong>Gómez</strong>, Director <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong>l pueblo y<br />

<strong>de</strong> doña Maria <strong>de</strong>l Carmen Escobar - que se casa con<br />

el padre <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> en segundas nupcias-. Viven tanto<br />

en el pueblo como en la finca “<strong>Colombia</strong>” que posee la<br />

familia en las inmediaciones <strong>de</strong> Fredonia. El joven lee<br />

clásicos como Homero, Dante, Shakespeare y Goethe<br />

en la biblioteca su padre.<br />

1879. Su padre – conservador - es buscado por<br />

los liberales por razones políticas y <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>be<br />

ayudarle a escon<strong>de</strong>rse.<br />

1880 en a<strong>de</strong>lante. Viaja a Marinilla, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> proviene<br />

parte <strong>de</strong> su familia, para estudiar durante un año<br />

en el Colegio San José.<br />

1885. Se encuentra realizando estudios <strong>de</strong> bachillerato<br />

en el Liceo Antioqueño. Le toca aten<strong>de</strong>r a un soldado<br />

herido en la guerra civil. Empieza a escribir versos.<br />

1887. Ingresa a la carrera <strong>de</strong> Derecho en la <strong>Universidad</strong><br />

<strong>de</strong> Antioquia. Sólo permanece en ella durante<br />

un año.<br />

1888. Ingresa a la Escuela <strong>de</strong> Minas. Entre sus profesores<br />

se cuentan Tulio Ospina, José María Escovar,<br />

Pedro Nel Ospina, Francisco Escobar, Fabriciano Botero<br />

y Eduardo Zuleta, quienes lo educan en el saber <strong>de</strong> ingenieros<br />

y obreros franceses <strong>de</strong> las empresas mineras<br />

<strong>de</strong> El Zancudo, Marmato y Remedios. Estudia francés e<br />

inglés para acce<strong>de</strong>r a diversos textos científicos europeos<br />

y norteamericanos. Es seguro que utiliza libros <strong>de</strong><br />

texto <strong>de</strong>l profesor <strong>de</strong> matemáticas e ingeniería inglés<br />

Edward A. Bowser. La ciencia y la minería que apren<strong>de</strong><br />

está entroncada en el conocimiento que trajeron al país<br />

157


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

Boussignault, Tyrell Moore, Juan H. White, Carlos S.<br />

<strong>de</strong> Greiff, los Eastman, los Cock, los Paschke, los De<br />

la Roche, los Johnson – como lo cuenta él mismo. Con<br />

José María Escovar también estudia escolástica y con<br />

especial atención, a Pascal. En clase <strong>de</strong> inglés lee al<br />

pensador Samuel Smiles. Por su cuenta lee los clásicos<br />

griegos y clásicos europeos como Rabelais y Cervantes.<br />

1890. Viaja a Nare para realizar estudios <strong>de</strong> geología<br />

con José María Escovar y con Tulio Ospina. Recoge sus<br />

primeros escritos y escribe textos para conformar su<br />

“Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)”. Trabaja como<br />

topógrafo con José María Escovar. El belga Hyacinthe<br />

Antoine que fue llevado a la Escuela <strong>de</strong> Minas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

Leija (Bélgica) le da clases <strong>de</strong> química, explotación <strong>de</strong><br />

minas y metalurgia.<br />

1891. El profesor Roberto Tobón le hace un obsequio<br />

especial por ser el alumno más <strong>de</strong>stacado en el curso<br />

Explotación <strong>de</strong> minas <strong>de</strong> ese año.<br />

1892. Al partir Hyacinthe Antoine, le <strong>de</strong>ja encargado<br />

<strong>de</strong>l curso <strong>de</strong> metalurgia. Es también profesor <strong>de</strong> química<br />

y física analítica y experimental en la Escuela <strong>de</strong><br />

Minas (sin concluir estudios aún).<br />

1893. Concluye estudios en la Escuela <strong>de</strong> Minas como<br />

Ingeniero Químico y <strong>de</strong> Minas con tesis sobre explotación<br />

<strong>de</strong> minas <strong>de</strong> veta y aluvión que fue laureada. No<br />

recibe el diploma en protesta por una injusticia contra<br />

dos compañeros <strong>de</strong> estudios. Pertenece al primer grupo<br />

<strong>de</strong> ingenieros que salieron <strong>de</strong> la Escuela <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong><br />

Minas junto con Antonio J. Álvarez, Carlos Cock y Alonso<br />

Robledo. Fue compañero <strong>de</strong> ingenieros eminentes<br />

como Juan <strong>de</strong> la Cruz Posada.<br />

Frecuenta tertulias como “La tertulia literaria” creada<br />

por Carlos E. Restrepo y José Joaquín Hoyos para continuar<br />

con el disuelto “Casino Literario”. Allí conoció a<br />

personajes importantes <strong>de</strong> nuestra vida cultural como<br />

Camilo Botero Guerra, el doctor Manuel Uribe Ángel,<br />

Luis Eduardo Villegas, Gabriel Latorre. Eduardo Zuleta,<br />

Samuel Velilla, Carlos A. Molina, Samuel Velásquez,<br />

158


Sebastián Mejía y Tomás Carrasquilla. La lectura <strong>de</strong><br />

su cuento “Un motín” – que le exigieron para hacer<br />

parte <strong>de</strong> la tertulia - escandalizó a varios asistentes.<br />

El cuento está perdido hasta ahora.<br />

1894. En febrero está en Me<strong>de</strong>llín.<br />

1895. Conoce a miembros <strong>de</strong>l grupo “La bohemia<br />

alegre” como Julio Vives Guerra, Antonio José Montoya<br />

y Saturnino Restrepo. Aparece su primer cuento<br />

conocido: “Del revés” en la revista “La bohemia alegre”.<br />

Lo firma como “F <strong>Gómez</strong>”. Este pseudónimo se<br />

lo ayudaron a conformar los mineros que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

era estudiante lo llamaban “don F” para evitar <strong>de</strong>cirle<br />

el nombre completo. Se publica “Y le dije” en la revista<br />

“Miscelánea”. En noviembre está en Me<strong>de</strong>llín.<br />

1896. Aparecen “Domingo p.m.” y “Dúo” en la revista<br />

El repertorio que dirigen Luis <strong>de</strong> Greiff y Horacio<br />

M. Rodríguez<br />

1897. En mayo está en Me<strong>de</strong>llín. Junto con Gabriel<br />

Latorre y Mariano Ospina Vásquez conforma la Junta<br />

redactora <strong>de</strong> la revista “El montañés” que publica trabajos<br />

<strong>de</strong> literatura, artes y ciencias. En dicha revista<br />

publica el poema “Párrafo <strong>de</strong> Stendhal”.<br />

En agosto publica “En las minas” en el folleto llamado<br />

“Impresiones” junto con Eduardo Zuleta y Samuel<br />

Velilla. Camilo Botero Guerra felicita públicamente a<br />

<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> por este cuento en “El montañés”, en carta<br />

<strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1897.<br />

1898. El 7 <strong>de</strong> julio se inaugura la Planta Eléctrica<br />

<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Según Emilio Robledo, <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> y José<br />

María Escovar nivelaron las acequias para el agua <strong>de</strong><br />

dicha planta. Viaja a Marmato contratado por la Western<br />

An<strong>de</strong>s Mining Company.<br />

Se publica “Carne”, <strong>de</strong>dicado a Mariano Ospina Vásquez,<br />

y “Un héroe <strong>de</strong> la dura cerviz” en “El montañés”.<br />

Según Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong> Melo, aparece en “El rayo X”<br />

<strong>de</strong> Bogotá su famoso poema “Opinión 5,70 <strong>de</strong>l abate<br />

Jerónimo Coignard”.<br />

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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

1899. Se publican el soneto “Leyendo a Dante”,<br />

“Un crimen” y un fragmento <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro”<br />

en “El montañés”. Aparece también su polémica con<br />

José María Escobar <strong>de</strong>bido al escrito <strong>de</strong> éste llamado<br />

“Lo que salga” y que pi<strong>de</strong> moralidad en el arte. La<br />

respuesta <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> al artista como un<br />

ser que percibe las vibraciones <strong>de</strong>l “concierto infinito”<br />

que produce todo el tiempo el Universo y las torna<br />

en arte. Sostiene que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que una obra signifique<br />

algo para alguien distinto al artista entonces ya la<br />

obra ha cumplido su función y que el arte en realidad<br />

hace cumplir el mandamiento “amaos los unos<br />

a los otros”.<br />

Se acaba “El montañés” a causa <strong>de</strong> la Guerra <strong>de</strong> los<br />

mil días, que comienza en octubre <strong>de</strong> ese año.<br />

1900. Está en Sabanalarga.<br />

1901. En enero firma, en El Picacho, la “Carta a<br />

Abel Farina” que hará parte <strong>de</strong>l libro “Páginas locas”<br />

<strong>de</strong> Abel Farina. Queda mal con su contribución al libro<br />

“El recluta” que saca la revista El cascabel.<br />

1902. En mayo está en San Antonio. En julio está en<br />

Me<strong>de</strong>llín. En agosto está en Sabanalarga.<br />

1903. En enero y febrero está en Sabanalarga. En<br />

agosto <strong>de</strong> 1903 se publica en la revisa “Lectura y arte”<br />

un fragmento <strong>de</strong> su primera obra <strong>de</strong> teatro conocida:<br />

“Roque Yarza”, cuya presentación escribe Gabriel Latorre.<br />

Publica – <strong>de</strong> su propio bolsillo - “Piscologías”,<br />

uno <strong>de</strong> los ensayos sociológicos en forma literaria más<br />

hermosos y hondos <strong>de</strong> los que se hayan hecho en <strong>Colombia</strong>.<br />

La obra está <strong>de</strong>dicada al Dr. Carlos S. Vélez.<br />

En diciembre <strong>de</strong> 1903 se publica en la sección Palique<br />

científico <strong>de</strong> la revisa “Lectura y arte” un ensayo sobre<br />

un seismógrafo <strong>de</strong> su invención. Franciso Antonio<br />

Cano hace su retrato, que actualmente se exhibe en<br />

la Biblioteca Luis Ángel Arango.<br />

1904. En enero y abril está en El Picacho. Es profesor<br />

<strong>de</strong> hidráulica en la Escuela <strong>de</strong> Minas. Se interna en las<br />

160


selvas <strong>de</strong>l Chocó para buscar minas para explotar. De<br />

lo que escribió allí surgen muchas <strong>de</strong> sus publicaciones<br />

más notables.<br />

1905. En enero está en Argelia (Antioquia). Publica<br />

“Corazón <strong>de</strong> mujer” en la revista Lectura amena.<br />

1906. Regresa <strong>de</strong>l Chocó. Cuando se encuentra en<br />

Me<strong>de</strong>llín comienza a frecuentar la recién fundada Librería<br />

<strong>de</strong> Antonio J. Cano (El “negro” Cano).<br />

1907. Crea e implementa un sistema <strong>de</strong> cianuración<br />

para las Minas <strong>de</strong>l Zancudo que le dio renombre como<br />

científico y le permitió, por primera vez en su vida,<br />

tener dinero en cantidad consi<strong>de</strong>rable. Se volvió una<br />

verda<strong>de</strong>ra leyenda entre los mineros y los campesinos<br />

<strong>de</strong>bido a su generosidad y a su corazón <strong>de</strong> oro. Se<br />

publica “Un padre <strong>de</strong> la patria” - <strong>de</strong>dicado al General<br />

Rafael Uribe Uribe – en la revista Alpha, que tenía<br />

escrito <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1904.<br />

1908. En septiembre está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo.<br />

Lee “El anticristo” y “Así hablaba Zarathustra” <strong>de</strong><br />

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche. Aparece “Un Zaratustra maicero”<br />

en la Revista Alpha.<br />

1909. En mayo está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo. Se<br />

publica un extracto <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro” en la revista<br />

Alpha. En septiembre está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo.<br />

1910. Es elegido presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la república Carlos E.<br />

Restrepo, a quien <strong>Efe</strong> ha ayudado a llegar a la presi<strong>de</strong>ncia.<br />

En política <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se <strong>de</strong>clara “Republicano”. La<br />

noche <strong>de</strong> navidad <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> presencia la fundición <strong>de</strong>l<br />

busto <strong>de</strong> Girardot <strong>de</strong> Francisco A. Cano en los talleres<br />

<strong>de</strong> Velilla y Escobar en Robledo.<br />

1911. Se publica “Viendo fundir el busto <strong>de</strong> Girardot”<br />

en la revista Alpha.<br />

1912. En junio está en Yarumalito. Aparece “¿Sodones?”<br />

en la revista Alpha.<br />

161


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

1914. Dicta un curso <strong>de</strong> geología con Tulio Ospina en<br />

la Escuela <strong>de</strong> Minas. Dirige procesos <strong>de</strong> la extracción<br />

<strong>de</strong> sales <strong>de</strong> Guaca (Heliconia) en don<strong>de</strong> se conserva<br />

aún un molino con su nombre. Le levantan acusaciones<br />

legales por un <strong>de</strong>lito que no cometió y se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>,<br />

<strong>de</strong>mostrando que no es culpable.<br />

1916. Se publica el cuento “Rafael”, <strong>de</strong>dicado a<br />

Gabriel Latorre. Aparece “Santiago Pérez Triana” en<br />

la revista <strong>Colombia</strong>.<br />

1917. Se publica su primera Croniquilla. Según<br />

Balmore Álvarez aparece “Colonial” en El Espectador.<br />

1918. Escribe el drama “La araña”, <strong>de</strong>dicado al<br />

médico José Vicente Maldonado. Se publica parte <strong>de</strong><br />

“Colonial” en la revista “Voces” <strong>de</strong> Barranquilla. Aparece<br />

“Retorno” en la revista <strong>Colombia</strong>, ilustrado por<br />

Francisco A. Cano.<br />

1919. En julio y en Me<strong>de</strong>llín, firma el manuscrito <strong>de</strong><br />

su cuento “En las selvas” que constituye el regalo <strong>de</strong><br />

bodas para don Jesús M. Duque y Lucila Hernán<strong>de</strong>z.<br />

1920. El 14 <strong>de</strong> agosto contrae matrimonio con doña<br />

Inés Agu<strong>de</strong>lo. Ella contaba con 22 años y él con 53.<br />

Antes, con Carolina Quintero había tenido 2 hijos: el<br />

llamado “mono” Bayardo y Cecilia <strong>Gómez</strong> Quintero.<br />

Aparecieron Croniquillas en la revista Cyrano.<br />

1921. Aparecieron otras Croniquillas, el poema “Libre<br />

soy” y “De un drama en amenaza” en la revista “Cyrano”.<br />

Se publica “Palabras en el aniversario <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> Abel Farina” y “Evohé” para protestar contra la ley<br />

seca que ha instaurado la Asamblea <strong>de</strong>partamental,<br />

encabezada por su amigo Clodomiro Ramírez. Junto<br />

con Tomás Carrasquilla, forma parte <strong>de</strong>l Consejo <strong>de</strong><br />

redacción <strong>de</strong>l semanario “Voz literaria”.<br />

1922. Nace la primogénita <strong>de</strong>l matrimonio, Margarita<br />

<strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo. Avalúa la obra <strong>de</strong> Pedro Nel <strong>Gómez</strong><br />

para ayudarle a realizar su viaje a Europa.<br />

162


1923. En el primer número <strong>de</strong>l semanario “Lectura<br />

breve” publicó “Guayabo negro”, su cuento más<br />

famoso. Está <strong>de</strong>dicado a Rafael González Quijano<br />

puesto que éste le prestó un sumario seguido a<br />

un asesino, a partir <strong>de</strong>l cual <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> elaboró su<br />

cuento. La obra fue escrita en Caramanta. La presentación<br />

la hizo Tomás Carrasquilla. Aparece su<br />

“cuento- prólogo” al libro <strong>de</strong> Bernardo Puerta llamado<br />

“Desilusiones <strong>de</strong> Bolívar y Batallas emancipadoras<br />

<strong>de</strong> América”, que <strong>de</strong>dica a Carlos E. Restrepo. Este<br />

trabajo es apreciado en Venezuela. Se publica “La<br />

tragedia <strong>de</strong>l minero”. En abril aparece “Un Zarathustra<br />

maicero” en la revista La novela semanal <strong>de</strong> Bogotá.<br />

<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> es nombrado auditor <strong>de</strong>l Ferrocarril<br />

<strong>de</strong> Antioquia.<br />

1924. Se publica “Monólogo <strong>de</strong> Cisneros” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong> en El Espectador (Bogotá). El texto aparece<br />

igualmente en “Francisco Javier Cisneros y el Ferrocarril<br />

<strong>de</strong> Antioquia [Reseña histórica]” <strong>de</strong> Gabriel Latorre,<br />

<strong>de</strong>dicado a Eleazar Arango Ferrer (administrador general<br />

<strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia).<br />

1925. En abril se pone en escena su versión teatral <strong>de</strong><br />

“Guayabo negro”, en el teatro Bolívar. Virginia Fábregas<br />

y su compañía se encargan <strong>de</strong> la representación. Según<br />

unos, como Horacio Franco, fue un éxito y según otros<br />

como los <strong>de</strong> “El Bateo ilustrado”, no. En junio está en<br />

Me<strong>de</strong>llín. Publica algunas escenas <strong>de</strong> “Guayabo negro”<br />

en El Espectador. Se publican sus cuentos “En la selva”<br />

y “Lorenzo”, <strong>de</strong>dicado a R. Emilio Escobar, en el libro<br />

“Cuentos” <strong>de</strong> Bogotá (Editorial Minerva).<br />

1926. Conoce a León <strong>de</strong> Greiff, quien trabaja en ese<br />

entonces en Bolombolo. El poeta afirma que “Carta a<br />

Farina” es lo más hermoso que escribió <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />

Emilio Jaramillo se ocupa <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> en un extenso<br />

capítulo <strong>de</strong> su libro “Kaleidoscopias”.<br />

Ofrece un discurso en la Paraninfo <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong><br />

<strong>de</strong> Antioquia para conce<strong>de</strong>r el grado Honoris causa en<br />

letras al poeta Guillermo Valencia.<br />

163


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

1928. Colabora en la perforación <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong> la Quiebra.<br />

Sufre el primer ataque <strong>de</strong> angina <strong>de</strong> pecho. Según<br />

Balmore Álvarez publica “Jesusito y Dientedioro” en el<br />

Semanario ilustrado <strong>de</strong>l Correo <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>. Germán<br />

Arciniegas publica “El tío Tomá” y “Cepas raciales” en<br />

la Revista <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Bogotá.<br />

El 20 y 21 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> ese año se estrena la<br />

película <strong>de</strong> cine mudo “Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong><br />

las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” cuyo director fue el<br />

actor español Pedro J. Vásquez y cuyo guionista fue <strong>Efe</strong><br />

<strong>Gómez</strong>. Crearon la sociedad Bolívar S. A. con ayuda <strong>de</strong><br />

empresarios, para filmarla. La película recibió buenas<br />

críticas en El Correo <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> y malas críticas <strong>de</strong><br />

El bateo ilustrado. La película se perdió.<br />

1930. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>ja su cargo <strong>de</strong> auditor <strong>de</strong>l Ferrocarril<br />

<strong>de</strong> Antioquia. Se le había encargado escribir<br />

la Historia <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia (actualmente<br />

sólo se conoce el escrito sobre Cisneros que se incluye<br />

en la Reseña histórica Gabriel Latorre). Son épocas <strong>de</strong><br />

penuria económica entre otras razones porque tiene<br />

que sostener una familia más numerosa cada vez. Colabora<br />

en la revista Claridad con cuentos como “Fleis”,<br />

“Eutanasia” y “Evohé”. Las Croniquillas aparecen <strong>de</strong><br />

nuevo en esta revista (la Croniquilla “El filósofo” está<br />

<strong>de</strong>dicada al abogado Samuel Moreno O.). Escribe su<br />

cuento “El loco”. Firma en Me<strong>de</strong>llín y en abril su cuento<br />

“In memoriam” sobre Tomás Ayala, un maquinista <strong>de</strong>l<br />

Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia.<br />

1931. Retorna a Sitioviejo a trabajar en las Minas<br />

<strong>de</strong>l Zancudo. Junto con Ramón Chalarca y Joaquín<br />

González crea la Compañía “La bruja” para extraer<br />

mineral. Durante esta estadía en Sitioviejo escribe su<br />

excelente crónica “La campana <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>” acerca <strong>de</strong> la<br />

campana que llevó a Sitioviejo el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Bourmont.<br />

El primero <strong>de</strong> septiembre, en Me<strong>de</strong>llín, firma su cuento<br />

breve “El alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> Ríolimpio”.<br />

1932. En enero está en el Limón. En julio está en<br />

Sanantonionegro.<br />

164


1934. Pedro Nel <strong>Gómez</strong> realiza el famoso retrato <strong>de</strong><br />

don <strong>Efe</strong> cuyo original hace parte <strong>de</strong> la colección <strong>de</strong> la<br />

Biblioteca Luis Ángel Arango y cuya copia se exhibe en<br />

la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. José J. Zapata lo incluye en su<br />

libro “Escritores y poetas <strong>de</strong> la montaña” y publica por<br />

primera vez su poema “Romance” (que está basado en<br />

un poema <strong>de</strong> juventud que incluimos en esta revista).<br />

1935. En enero está en Sitioviejo. La familia <strong>de</strong> don<br />

<strong>Efe</strong> vive en Miraflores, en Me<strong>de</strong>llín.<br />

1936. En abril está en Yalí. Retorna a Me<strong>de</strong>llín. Lee a<br />

Freud cuyo libro sobre el chiste le parece que “no tiene<br />

chiste” y estudia la teoría <strong>de</strong> la relatividad <strong>de</strong> Einstein.<br />

Se publica “En las minas” en el libro “Otros cuentistas”<br />

<strong>de</strong> la Biblioteca Al<strong>de</strong>ana <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> en Bogotá. Publica<br />

un texto sobre Juan Pablo <strong>Gómez</strong> Ochoa en la revista<br />

La bagatela publica una carta a Tomás Carrasquilla en<br />

la revista El bo<strong>de</strong>gón <strong>de</strong> Cartagena. En la carta felicita a<br />

don Tomás por ser con<strong>de</strong>corado con la Cruz <strong>de</strong> Boyacá.<br />

Escribe también sobre Jaime Barrera Parra.<br />

1937. La familia vive en el centro <strong>de</strong> la ciudad, en El<br />

Palo con Miranda. Publica el primer tomo <strong>de</strong> su única<br />

novela, “Mi gente”, que estaba completando a partir<br />

<strong>de</strong> lo que había escrito en las selvas <strong>de</strong>l Chocó. El<br />

libro se publica gracias a la colaboración <strong>de</strong> Mariano<br />

Ospina Vásquez, Luis Pérez P., el “Negro” Cano, Tomás<br />

Carrasquilla, Sofía Ospina <strong>de</strong> Navarro y otros amigos.<br />

En la portada original <strong>de</strong> la novela aparece un boceto<br />

<strong>de</strong> retrato <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> hecho por Pedro Nel <strong>Gómez</strong><br />

y que el artista completará en su mural “Intranquilidad<br />

por el enajenamiento <strong>de</strong> las minas”. En septiembre 17 y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín escribe a Israel Restrepo Toro una carta<br />

sobre los poemas <strong>de</strong> éste que luego el poeta incorporará<br />

como presentación <strong>de</strong> su libro “Por los caminos<br />

<strong>de</strong>l viento” (1952). Empieza a trabajar en la Central<br />

Metalúrgica <strong>de</strong> Antioquia. Eduardo Zuleta le incluye<br />

en su libro “Manuel Uribe y los literatos <strong>de</strong> Antioquia”.<br />

1938. En enero nace su última hija, Clara Victoria<br />

<strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo, quien completa la docena <strong>de</strong> hijos <strong>de</strong>l<br />

matrimonio <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo. Con Eduardo Santos se<br />

165


U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

busca darle un cargo <strong>de</strong> embajador en Chile y la editorial<br />

Ercilla <strong>de</strong> Chile expresa la intención <strong>de</strong> publicar su<br />

obra completa pero no se realizan ninguno <strong>de</strong> los dos<br />

proyectos. En abril <strong>de</strong> 1938 escribe su poema “Finanzas”,<br />

que <strong>de</strong>dica a Luis <strong>de</strong> Greiff. Viaja a Puerto Berrío.<br />

Muere el 25 <strong>de</strong> octubre en el Hospital San Vicente<br />

<strong>de</strong> Paul. Es un acontecimiento que paraliza la ciudad y<br />

hay duelo nacional por su muerte. Su alumno y amigo<br />

Horacio Franco pronuncia el discurso en su entierro.<br />

Pedro Nel <strong>Gómez</strong> se cuenta entre quienes cargan el<br />

féretro. Decenas <strong>de</strong> revistas y periódicos antioqueños<br />

y nacionales le rin<strong>de</strong>n homenaje. Entre muchas <strong>de</strong> las<br />

manifestaciones <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l gobierno, el presi<strong>de</strong>nte<br />

Eduardo Santos, por <strong>de</strong>creto, or<strong>de</strong>na colocar un retrato<br />

suyo en la Escuela <strong>de</strong> Minas. Le reconoce como<br />

metalurgista experto y como gran escritor. Or<strong>de</strong>na<br />

la publicación <strong>de</strong> sus obras completas, adjudicando<br />

para ello la suma <strong>de</strong> diez mil pesos. Pero, como suele<br />

suce<strong>de</strong>r, la or<strong>de</strong>n oficial no llega a tiempo para que el<br />

homenajeado pueda conocerla… y el retrato no se ha<br />

puesto aún en la Escuela <strong>de</strong> Minas (¡tras 82 años <strong>de</strong><br />

su muerte!).<br />

166<br />

YYY


Este volumen pertenece a la colección<br />

PALABRA VIVA<br />

Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

<strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín<br />

Segunda etapa<br />

Diseño y Diagramación<br />

Centro <strong>de</strong> Publicaciones<br />

Comité Editorial<br />

SONIA MARÍA VALENCIA<br />

Directora <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />

ALBA NELLY ALZATE TABARES<br />

Jefe <strong>de</strong> servicios (E) Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />

FERNANDO CUARTAS ACOSTA<br />

Auxiliar <strong>de</strong> Referencia<br />

DIEGO ALEJANDRO GALLEGO<br />

Estudiante Auxiliar<br />

Ilustraciones DIEGO ALEJANDRO GALLEGO<br />

Prólogo, cronología y digitación<br />

NICOLÁS NARANJO BOZA

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