Textos: Efe Gómez - Universidad Nacional de Colombia
Textos: Efe Gómez - Universidad Nacional de Colombia
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EFE GÓMEZ
<strong>Textos</strong>: <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />
Prólogo y cronología: Nicolás Naranjo Boza<br />
Ilustraciones: Diego Gallego
Contenido<br />
Prólogo 7<br />
Lo que se publica en este número 7<br />
Algunas ediciones y trabajos para entrar<br />
en contacto con su obra 34<br />
Poesía 37<br />
Poemas <strong>de</strong> “cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” 38<br />
Dos versiones <strong>de</strong> un poema 39<br />
Asímptota 39<br />
Un pro quid pro quo 42<br />
Dos <strong>de</strong> los poemas publicados en su vida 44<br />
De un párrafo <strong>de</strong> Stendhal 45<br />
Leyendo a Dante 46<br />
Prosas escritas durante su epoca <strong>de</strong> estudiante 47<br />
Prosas publicadas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> graduarse 52<br />
Inofensivo 53<br />
Fragmentos I Dúo 57<br />
El diario <strong>de</strong> Pedro (fragmento) 62<br />
De “El diario <strong>de</strong> Pedro” (libro en preparación) 65<br />
De “El diario <strong>de</strong> Pedro” 67<br />
Cepas raciales 70<br />
En las minas 77<br />
Un Zarathustra maicero 94<br />
Croniquilla II: El filósofo 116<br />
Fragmento <strong>de</strong> guión <strong>de</strong> la peícula<br />
“Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong> las guerras<br />
civiles en <strong>Colombia</strong>” 138<br />
18 <strong>de</strong> octubre. La paz reina en <strong>Colombia</strong> 138<br />
Cartas inéditas <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> 149<br />
Cronología biográfica <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> 156
Prólogo<br />
En este número <strong>de</strong> Palaba Viva se ofrece una muestra<br />
<strong>de</strong> la escritura <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> en diversos momentos<br />
<strong>de</strong> su existencia, para acercar a los lectores a aquel<br />
cuyo nombre – con justicia – lleva la Biblioteca Central<br />
<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín.<br />
La selección <strong>de</strong> material efesiano empieza con unas<br />
poesías. Se <strong>de</strong>ja por fuera “La opinión 5,70 <strong>de</strong>l abate<br />
Jerónimo Coignard” adre<strong>de</strong> puesto que ya ha pasado<br />
a formar parte <strong>de</strong> nuestra historia literaria como <strong>de</strong>partamento<br />
y como nación y se busca mostrar el valor<br />
<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Después hay una<br />
sección <strong>de</strong> anotaciones y pensamientos realizados en<br />
su temprana juventud o en su época <strong>de</strong> estudiante en<br />
la Escuela <strong>de</strong> Minas. Luego se ofrecen al lector cuentos<br />
breves. Más a<strong>de</strong>lante se presentan tres <strong>de</strong> sus mejores<br />
creaciones, elaboradas con una madurez artística<br />
evi<strong>de</strong>nte y reconocible. Por último se presentan cartas<br />
y una nota <strong>de</strong>sconocidas. Se han <strong>de</strong>jado por fuera sus<br />
cuentos “Guayabo negro”, “La tragedia <strong>de</strong>l minero” y<br />
“Carne” que ya pertenecen al legado artístico antioqueño<br />
y colombiano porque no se <strong>de</strong>be encasillar a<br />
un gran autor como “autor <strong>de</strong> unas cuantas obras”. Es<br />
preciso anotar que no se incluye todo lo que es <strong>de</strong> valor<br />
dado que una publicación tiene un límite <strong>de</strong> “espacio”.<br />
Sin embargo, lo que se presenta es una muestra <strong>de</strong> la<br />
gran calidad literaria <strong>de</strong> sus textos y <strong>de</strong> la diversidad<br />
<strong>de</strong> temáticas que trató.<br />
Lo que se publica en este número<br />
La Poesía: Des<strong>de</strong> que tenía unos catorce años<br />
hacía buenos versos (consultar el libro “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong><br />
materia prima [1890]” para ver ejemplos elocuentes<br />
<strong>de</strong> ello). Des<strong>de</strong> muy temprano había estudiado a clá-<br />
7
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
sicos nuestros como Gregorio Gutiérrez González o a<br />
clásicos <strong>de</strong> otros países como Dante y Shakespeare.<br />
En la universidad estudió los tratados <strong>de</strong> Bello y Rufino<br />
José Cuervo, que enseñan mucho sobre métrica. Y era<br />
exigente para este arte: Julio Vives Guerra, en una <strong>de</strong><br />
sus crónicas, le <strong>de</strong>scribe molesto – hasta anticipando<br />
un “madrazo” – a los que improvisaran versos en una<br />
<strong>de</strong> las famosas tertulias <strong>de</strong>l café La Bastilla. A su hija<br />
Margarita <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo le aconsejaba que sólo había<br />
diez gran<strong>de</strong>s poemas en el mundo y que si no iba a<br />
escribir el onceavo, que era mejor que no los escribiera.<br />
Él mismo sólo publicó ocho poemas en su vida. Dos <strong>de</strong><br />
ellos los incluimos aquí.<br />
En sus creaciones poéticas es <strong>de</strong> resaltar el uso <strong>de</strong><br />
la métrica, la rima y el cuidado con el ritmo que ayuda<br />
a enviar el mensaje, cosas tan <strong>de</strong>scuidadas hoy en día.<br />
En la época en que se formó don <strong>Efe</strong> se leía mucho<br />
más que en el presente pues los hombres <strong>de</strong>pendían<br />
más <strong>de</strong> la letra escrita que nosotros que estamos tan<br />
habitados por la imagen y el mensaje breve y rápido. El<br />
ejercicio sobre el tema <strong>de</strong>l portero Gordillo nos muestra<br />
cómo en un curso universitario, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los primeros<br />
semestres, los alumnos eran formados en la creación<br />
<strong>de</strong> sonetos. En su caso el alumno sale con uno <strong>de</strong> sus<br />
apuntes mordaces, jocosos y a la vez penetrantes.<br />
En “Asímptota” (y su versión inicial) el joven poeta<br />
une geometría y poesía en una sola creación. Un estudiante<br />
<strong>de</strong> ingeniería – como es obvio que lo haga<br />
- usa la ciencia que apren<strong>de</strong> con fines profesionales<br />
para enunciar los problemas que vive. Es un poema<br />
para ser tenido en cuenta por la unión <strong>de</strong> esos dos<br />
ámbitos. Y la evolución <strong>de</strong>l poema es interesante: La<br />
primera versión va al grano mientras que, la segunda,<br />
<strong>de</strong> 1924, nos lleva a ensoñar con el enamorado <strong>de</strong> su<br />
amor imposible hasta que llega aquel giro final <strong>de</strong> los<br />
acontecimientos con el que concluye. La segunda versión<br />
es mucho más ágil y madura en sentido literario.<br />
Produce risa e inquietud no sólo a los compañeros que<br />
presencian el “eleve” <strong>de</strong> Quiko (así le <strong>de</strong>cían cariñosamente<br />
sus condiscípulos) sino al lector.<br />
El poema sobre la guerra y el <strong>de</strong>samparo que produce<br />
en la familia <strong>de</strong>l combatiente hace pensar en don<br />
Tomás Carrasquilla quien, a un joven reportero que<br />
8
mostraba fervorosos <strong>de</strong>seos por oír sus <strong>de</strong>scripciones<br />
<strong>de</strong> los combates le dijo que los jóvenes no saben los<br />
que es eso: lo peor que hay. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, que conoció<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> pequeño las guerras civiles (se sabe por ejemplo<br />
que vivió <strong>de</strong> cerca la contienda <strong>de</strong> 1885) no alejó tales<br />
temáticas en sus obras. Las llegó a <strong>de</strong>sarrollar artísticamente<br />
como pocos en el cuento “En las minas”, en<br />
“Un padre <strong>de</strong> la patria”, en “Fleis” o en el guión <strong>de</strong> la<br />
película que escribió.<br />
El título <strong>de</strong> otra creación suya es “Un quid pro quo”<br />
y quiere <strong>de</strong>cir “una cosa por otra”. Muestra la capacidad<br />
para recoger en un poema una meditación honda sobre<br />
lo que es la reverencia in<strong>de</strong>bida a los que simplemente<br />
hacen bulla. A cuantos <strong>de</strong> nuestros políticos no les<br />
caería este guante…<br />
En cuanto a los dos poemas publicados en la revista<br />
“El montañés”, es preciso <strong>de</strong>cir que el lexicógrafo e<br />
historiador antioqueño Emilio Robledo habla <strong>de</strong>l canto<br />
a la vida <strong>de</strong> “Párrafo <strong>de</strong> Stendhal”. El párrafo (que en<br />
realidad está en verso) no proviene ni <strong>de</strong> la “Cartuja<br />
<strong>de</strong> Parma” ni <strong>de</strong> “Rojo y negro” en don<strong>de</strong> lo buscamos<br />
con atención. Posiblemente sea <strong>de</strong> la novela “Lucien<br />
Lewen” <strong>de</strong>l novelista francés. En cuanto a Arturo Johnson,<br />
a quien lo <strong>de</strong>dica, pertenece a una familia que<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo XIX se estableció en nuestro país para<br />
explotar minas.<br />
El soneto sobre la lectura <strong>de</strong> Dante y lo que ella le<br />
sugiere a ese lector-narrador <strong>de</strong>l poema es muy hermoso.<br />
El alumno que en clase <strong>de</strong> retórica ya mostraba<br />
dotes poéticas, cuando es un profesional, muestra<br />
que ya domina su arte. Está <strong>de</strong>dicado a Gabriel Latorre,<br />
fundador <strong>de</strong> la revista “El montañés”, profesor<br />
<strong>de</strong> literatura española y estética en la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong><br />
Antioquia, secretario <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia, integrante<br />
<strong>de</strong> la Sociedad <strong>de</strong> Mejoras Públicas, autor <strong>de</strong><br />
la novela “Kundry”, <strong>de</strong>l drama “Susana” y <strong>de</strong> poemas<br />
y traducciones <strong>de</strong> diversas lenguas.<br />
Ambos poemas fueron incluidos en el libro “Poemas<br />
<strong>de</strong> Antioquia” prologado por Horacio Franco (Me<strong>de</strong>llín:<br />
Ed. Bedout, 1962).<br />
Escritos <strong>de</strong> juventud: Incluimos meditaciones<br />
personales propias <strong>de</strong> un estudiante que se hace pre-<br />
9
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
guntas existenciales. Hay anotaciones diversas: por<br />
ejemplo que consi<strong>de</strong>ra el estudio como una oración,<br />
su propuesta para vivir bien o cómo previene a una<br />
niña <strong>de</strong> estados <strong>de</strong>l alma difíciles. La <strong>de</strong>terminación<br />
<strong>de</strong> laborar y triunfar en la vida nos lleva a verle como<br />
un batallador a pesar <strong>de</strong> momentos <strong>de</strong> duda. Lo <strong>de</strong><br />
la vida que hace con nosotros lo que se le antoja nos<br />
<strong>de</strong>ja ver a quien compren<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s hondas.<br />
Así como en Asímptota, sus estudios <strong>de</strong> geometría<br />
le son útiles en un fragmento <strong>de</strong> juventud don<strong>de</strong> el<br />
trazado <strong>de</strong> una recta y el estudio <strong>de</strong>l ángulo <strong>de</strong> inclinación<br />
<strong>de</strong> la misma se asocian para sopesar los actos que<br />
se van a realizar. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> ofrece una interpretación<br />
moral bien interesante enunciada en términos matemáticos.<br />
Es el resultado <strong>de</strong> estudiar los actos humanos<br />
y verbalizarlos con la ciencia que aprendía. Establece<br />
una propuesta importante para nuestro medio don<strong>de</strong><br />
se habla <strong>de</strong> la interdisciplinariedad pero don<strong>de</strong> poco se<br />
la aplica. El mismo fragmento aclara lo que representa<br />
la “Asímptota” <strong>de</strong>l poema: el <strong>de</strong>seo insaciable. Con su<br />
método geométrico busca estudiar bien las acciones<br />
que va a realizar ante un Dios implacable para juzgar<br />
lo que realizan los hombres.<br />
El fragmento don<strong>de</strong> hace uso <strong>de</strong> la cámara obscura<br />
para la analogía <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong> hacer la gracia en el<br />
hombre, hace pensar en los estudios <strong>de</strong> Pascal que hizo<br />
el joven <strong>Efe</strong> gracias a su profesor José María Escovar,<br />
quien fue rector <strong>de</strong> la Escuela <strong>de</strong> minas y docente <strong>de</strong><br />
álgebra y religión. Dado que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se educó en<br />
ese centro <strong>de</strong> estudios como ingeniero y aunque leía las<br />
“Cartas provinciales” y los “Pensamientos” <strong>de</strong> Pascal,<br />
no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> lado la ciencia matemática y física <strong>de</strong> Pascal<br />
sin los cuales el legado queda trunco e incompleto.<br />
El fragmento sobre la retórica es una “<strong>de</strong>claración<br />
<strong>de</strong> principios” artísticos y establece una libertad para<br />
crear que el escritor no abandonaría en su vida.<br />
Son textos que pue<strong>de</strong>n cuestionar e inspirar a los<br />
estudiantes actuales <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> dado que,<br />
hace cerca <strong>de</strong> 120 años, un estudiante <strong>de</strong> estas aulas<br />
llegaba lejos con su pensamiento y con su pluma. No<br />
se pue<strong>de</strong> negar, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> leerlo que poseemos una<br />
historia rica a partir <strong>de</strong> la cual crecer o fortalecer lo<br />
que ya hacemos como escritores.<br />
10
Los cuentos breves: “Inofensivo” es <strong>de</strong> interés<br />
para estudiar el problema <strong>de</strong> establecer la época para<br />
casarse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> quien no se casó<br />
cuando era joven. Para leerlo pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> ayuda<br />
saber que el propio <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> contrajo matrimonio<br />
oficial a los cincuenta y cuatro años aunque el cuento<br />
lo dio a conocer décadas antes <strong>de</strong> eso. La creación es<br />
una contribución a nuestra sociología. El narrador <strong>de</strong>l<br />
cuento “Zaratustra maicero” dice a Cár<strong>de</strong>nas que “casados<br />
todos lo hemos sido” porque las uniones libres<br />
se han dado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchas décadas, a pesar <strong>de</strong><br />
lo que oficialmente se nos quiera hacer creer para someternos<br />
a un modo <strong>de</strong> vida específico. “Inofensivo”<br />
es una narración en que el narrador simplemente escucha<br />
cómo el personaje central abre su corazón para<br />
contarle qué pasa abiertamente, y quien narra lo <strong>de</strong>ja<br />
hablar sin tapujos. Las intervenciones <strong>de</strong>l narrador son<br />
mínimas y con unas cuantas frases dichas por él pue<strong>de</strong><br />
mostrarnos, a su vez, otro punto <strong>de</strong> vista. Los cuentos<br />
“Del revés”, “Y le dije” y “¿Sodones?” tienen la misma<br />
técnica narrativa <strong>de</strong> un relator que es un vehículo para<br />
oír a otro aunque una breve intervención suya pueda<br />
cambiarle el rumbo al tema central <strong>de</strong> la obra.<br />
“Fragmento - Dúo” trata algo <strong>de</strong> lo que se exploró<br />
en “Inofensivo”. Hay en este caso un <strong>de</strong>sfase entre<br />
dos amantes: Pedro y Margarita viven un <strong>de</strong>stiempo<br />
amoroso porque están en momentos distintos <strong>de</strong> sus<br />
vidas y las experiencias que han tenido no les permite<br />
encontrarse aunque experimentan aquel sentimiento<br />
augusto que tanto ha dado al mundo.<br />
Se ofrecen tres apartes <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro”<br />
-un libro que el maestro nunca concluyó -. El primero<br />
muestra cómo un gran triunfo, honesto y premeditado,<br />
pero carente <strong>de</strong> nuevas metas produce fastidio. Usa<br />
la misma técnica <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar oír la confi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l otro<br />
que usó en “Inofensivo”. El segundo establece esa<br />
admiración por la España <strong>de</strong> los espadachines que<br />
<strong>de</strong>fendían el honor a toda costa y que sabían <strong>de</strong>l arrojo<br />
en la pelea. Y en este fragmento el escritor habla <strong>de</strong>l<br />
valor y <strong>de</strong>l honor como virtu<strong>de</strong>s que se han perdido<br />
entre los hombres <strong>de</strong>l presente. En el cuento “Rafael”<br />
<strong>Efe</strong> hará un elogio <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que los antioqueños<br />
<strong>de</strong>sciendan <strong>de</strong> conquistadores españoles y habla, en lo<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
que escribió sobre el periodista y escritor Barrera Parra,<br />
<strong>de</strong> la importancia <strong>de</strong> tener hidalguía, <strong>de</strong> ser caballero.<br />
Horacio Longas, quien hizo una talla en ma<strong>de</strong>ra con el<br />
rostro <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, lo retrata con un cuello como el que<br />
se ostenta en los retratos <strong>de</strong> Cervantes - hace parte<br />
<strong>de</strong> la colección <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong> Antioquia – y tal vez no<br />
sólo estaba indicando que era un gran escritor con ello<br />
sino también ese “españolismo” <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong>. El tercero<br />
plasma meditaciones interesantes como el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />
ver un monumento al obrero <strong>de</strong>sconocido al que tanto<br />
<strong>de</strong>be el Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia o lo que es permitido a<br />
un poeta. Surgieron en un viaje a Puerto Berrío.<br />
“Cepas raciales” es un relato conmovedor que muestra<br />
que no todo el que llegó a América era honorable y<br />
presenta en forma literaria a un criminal español que<br />
escon<strong>de</strong> la verdad con tal <strong>de</strong> darle una buena vida a<br />
sus hijos y que prefiere la con<strong>de</strong>na eterna a restituir<br />
lo que <strong>de</strong>be –que es un aspecto <strong>de</strong>l pensamiento<br />
español que no se ha tratado aún con la profundidad<br />
que merece. Germán Arciniegas lo publicó en una<br />
revista <strong>de</strong> Bogotá en 1928. El actor español Pedro J.<br />
Vásquez, quien dirigió la película “Rafael Uribe Uribe<br />
o el fin <strong>de</strong> las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” (1928) y<br />
cuyo guión lo escribió <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, mandó una carta<br />
al escritor <strong>de</strong>s<strong>de</strong> México para pedirle una adaptación<br />
<strong>de</strong> los cuentos “Cepas raciales” y “Guayabo negro” en<br />
forma <strong>de</strong> guiones para cine. Lastimosamente llegó al<br />
puerto <strong>de</strong> Buenaventura el 22 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1938…<br />
o sea tres días antes <strong>de</strong> que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> muriera. A<br />
pesar <strong>de</strong> que no se pudo hacer nada, el documento<br />
muestra que Pedro Vásquez sabía <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong>l relato<br />
“Cepas raciales” y que sería conveniente adaptarlo al<br />
cine (“Guayabo negro” ha contado con mejor fortuna<br />
puesto que Oscar Mario Estrada ya hizo una puesta<br />
en escena <strong>de</strong>l mismo en el documental “El ingenio <strong>de</strong><br />
don <strong>Efe</strong>” realizado para TeleAntioquia).<br />
Cuentos extensos: “En las minas” es la primera<br />
obra <strong>de</strong> tema minero que dio a conocer <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. El<br />
narrador principal es D. Lucas (esa “D.” <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse<br />
como “don”). Sólo aparece otro narrador en la<br />
frase inicial <strong>de</strong>l relato. La técnica <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar oír lo que<br />
otro cuenta se vuelve aquí más compleja puesto que<br />
D. Lucas es un gran narrador capaz <strong>de</strong> cobijar en su<br />
12
cuento a varios personajes y sus vivencias. Esta capacidad<br />
<strong>de</strong> contar bien abunda en nuestro pueblo. Lo<br />
que es más escaso es la capacidad <strong>de</strong> transmitir por<br />
escrito esas narraciones, cosa que sí hace don <strong>Efe</strong>. El<br />
relato no parece construido como una invención sino<br />
que es tomado <strong>de</strong>l natural. El habla y la i<strong>de</strong>ología <strong>de</strong><br />
los personajes es la <strong>de</strong> nuestros campesinos y mineros.<br />
Y los abusos a los que está sometido nuestro pueblo<br />
trabajador y humil<strong>de</strong> son muy frecuentes como realidad<br />
social en <strong>Colombia</strong>. Lo que no es tan común es el<br />
<strong>de</strong>senlace <strong>de</strong> esta narración.<br />
El cuento tiene ocho partes que se separan por tres<br />
asteriscos en esta edición: 1) El <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> D. Lucas<br />
que trae a la conciencia <strong>de</strong> la vigilia, como lo hacen<br />
personajes <strong>de</strong> “Un Zarathustra maicero” o “Domingo<br />
p.m.” o “Guayabo negro”. 2) Una bella <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong><br />
la naturaleza en que se encuentra D. Lucas (como la<br />
que <strong>de</strong>sarrollará en la Carta a Abel Farina) y su encuentro<br />
con Miguel Dávila, el superinten<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los<br />
trabajos en “la Bo<strong>de</strong>ga”. Presentación <strong>de</strong> D. Lucas como<br />
un geólogo recién graduado. 3) Conversación entre<br />
ambos: Manuel Dávila se presenta como un minero<br />
que lleva cuarenta años trabajando el río y cómo las<br />
ingenierías extranjeras no funcionan para explotarlo.<br />
Narra cómo se ahogó un compañero suyo. 4) La llegada<br />
a “la Bo<strong>de</strong>ga”. 5) Don Manuel le presenta a D. Lucas<br />
a su sobrina Camila y a su prometido Toñejo. Se hace<br />
palpable el pudor <strong>de</strong> ella y la franqueza y la cordialidad<br />
<strong>de</strong> su novio. Ambos son personajes centrales <strong>de</strong>l<br />
cuento. 6) Descripción <strong>de</strong> “la Bo<strong>de</strong>ga”. Hay apuntes<br />
interesantes sobre cómo los usureros <strong>de</strong> un centro<br />
minero como éste llegan a veces lejos en política y<br />
cómo “los luchadores <strong>de</strong>nodados contra el obstáculo”<br />
no lo logran o sobre las diversas razas disgregadas<br />
que conforman al antioqueño, <strong>de</strong> interés para un<br />
sociólogo (y que es una preocupación constante <strong>de</strong><br />
<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>). Se presenta el otro personaje central <strong>de</strong>l<br />
relato, Ambrosio, quien empieza a hablar a D. Lucas<br />
sin siquiera haber motivo para ello. Es evi<strong>de</strong>nte, por<br />
el modo como D. Lucas lo presenta, que no es un ser<br />
que inspire aprecio pues se ríe con disimulo <strong>de</strong> cómo<br />
se las da <strong>de</strong> conocer a todo el mundo en Me<strong>de</strong>llín y<br />
plasma su modo <strong>de</strong> vestir en términos que harían son-<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
reír a cualquiera. Es músico y se <strong>de</strong>scribe el efecto <strong>de</strong><br />
la polka que toca y dirige Ambrosio. Camila se siente<br />
incómoda ante las insinuaciones que éste le hace con<br />
la música y con sus palabras dichas. Ambrosio insulta<br />
a Toñejo y busca humillarlo para quitarle a su novia.<br />
Toñejo va a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse pero la mujer se lo impi<strong>de</strong>.<br />
Quienes ro<strong>de</strong>an y protegen a Ambrosio incitan a Toñejo<br />
a pelear. Aparece por boca <strong>de</strong> Ambrosio que sólo<br />
a causa <strong>de</strong> que D. Lucas haya apadrinado a Toñejo es<br />
que no le da una golpiza. 7) Toñejo, ya alejado <strong>de</strong> la<br />
escena, cuenta a D. Lucas porque Ambrosio tiene po<strong>de</strong>r<br />
en aquel lugar: su tía es la mayor accionista <strong>de</strong> la<br />
mina y por en<strong>de</strong> todos hacen lo que Ambrosio <strong>de</strong>see.<br />
Inclusive ante las quejas a Me<strong>de</strong>llín la respuesta ha<br />
sido que hay que buscar conformarse con lo que éste<br />
quiera, <strong>de</strong> modo que básicamente se hace su voluntad.<br />
Hasta manipula la justicia que se aplica en la mina. A<br />
excepción <strong>de</strong> Manuel Dávila, todos los que trabajan allí<br />
saben que Ambrosio quiere poseer a Camila y tratan <strong>de</strong><br />
apartar a Toñejo <strong>de</strong> ella para abrirle camino a su jefe.<br />
Le hacen sentir distancia y buscan crearle inseguridad<br />
respecto a la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> su prometida. Inclusive una<br />
tía <strong>de</strong> Camila está <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> que su sobrina se case<br />
con Ambrosio porque le ve futuro al enlace con él… El<br />
conocimiento <strong>de</strong> Toñejo en la explotación <strong>de</strong> minas es<br />
lo único que le permite seguir en “la Bo<strong>de</strong>ga”. Toñejo<br />
muestra a D. Lucas cuán lamentable es su estado. Narra<br />
cómo su padre fue llevado a la fuerza a la guerra y<br />
abandonó a su familia en la pobreza. El último consejo<br />
que recibe <strong>de</strong> él – <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cárcel en don<strong>de</strong> muere – es<br />
que le tema a los po<strong>de</strong>rosos. El hijo ha introspectado<br />
tales i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> su padre y se percata <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sigualdad<br />
<strong>de</strong> condiciones entre él y Ambrosio: sabe que si llega<br />
a matarlo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a Camila lo llevarán preso<br />
pero que, si Ambrosio lo mata a él, éste saldrá libre y<br />
pue<strong>de</strong> quitarle a su novia. D. Lucas pue<strong>de</strong> ver la miseria<br />
<strong>de</strong> quien es afrentado así en su honor por un ser vil.<br />
8) D. Lucas, ansioso por internarse en la mina pasea<br />
por los socavones en compañía <strong>de</strong> Ambrosio. Toñejo<br />
y otro compañero se ocupan <strong>de</strong> taladrar para separar<br />
el mineral <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s. Camila se ocupa <strong>de</strong> llevar<br />
el mineral al exterior en un vagón que va sobre rieles.<br />
Toñejo le llena a ella el vagón con mineral antes que<br />
14
a las compañeras <strong>de</strong> trabajo, en lo que se prefigura<br />
ya el apoyo que le brindará como esposo… La escena<br />
final la ha oído contar D. Lucas: Ambrosio ha sacado<br />
una disculpa para irse a don<strong>de</strong> están los prometidos.<br />
Frente al novio, se sienta al lado <strong>de</strong> la novia y trata <strong>de</strong><br />
besarla pero ella lo esquiva. Toñejo se percata <strong>de</strong> ello<br />
y va a acabar con Ambrosio usando una pala pero su<br />
prometida lo <strong>de</strong>tiene. Hay entonces una <strong>de</strong>claración <strong>de</strong><br />
amor <strong>de</strong> Toñejo a ella, permeada por la emoción que<br />
lo acaba <strong>de</strong> dominar, en la que afirma que su amor por<br />
ella es tal que quisiera matarla. Ella, extrañada le dice<br />
que esas son “tentaciones <strong>de</strong> mulato” palabras en las<br />
que se evi<strong>de</strong>ncia un código moral que surge <strong>de</strong> una<br />
cultura que cree en acciones propias <strong>de</strong> los “limpios<br />
<strong>de</strong> sangre” y que, entre nosotros, viene <strong>de</strong> la tradición<br />
<strong>de</strong> los españoles aunque no seamos “blancos”. Le pi<strong>de</strong><br />
que no pelee con Ambrosio.<br />
Cuando ella ha salido, Ambrosio se sienta frente a<br />
don<strong>de</strong> se encuentra su rival para esperar un transporte<br />
que lo lleve a don<strong>de</strong> D. Lucas. Entonces Toñejo se las<br />
ingenia para alejar <strong>de</strong>l lugar su compañero <strong>de</strong> trabajo<br />
y hace estallar dinamita <strong>de</strong>stinada a la extracción <strong>de</strong><br />
mineral para anular a su contrincante aunque ello implica<br />
suicidarse. De esa manera ha liberado a Camila<br />
<strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Ambrosio. Ella cree que la explosión ha<br />
sido sólo para sacar material y se dirige alegremente<br />
a don<strong>de</strong> su prometido para que le llene <strong>de</strong> nuevo su<br />
vagón… D. Lucas dice que vio cómo transportaban los<br />
cuerpos mutilados <strong>de</strong> los hombres y cómo iba Camila<br />
<strong>de</strong>smayada, sosteniendo en su mano el cristo que su<br />
amado llevaba al cuello… Y anota D. Lucas: “Al salir a<br />
la boca <strong>de</strong>l socavón, a plena luz, el cielo me pareció<br />
más remoto, la Humanidad más <strong>de</strong>samparada y la<br />
Provi<strong>de</strong>ncia un enigma pavoroso.”<br />
Las palabras finales, que son el resultado <strong>de</strong> percibir<br />
cómo se ha sometido al pobre Toñejo a semejantes<br />
vejaciones si <strong>de</strong>jarle otra opción, conmueven hasta la<br />
medula puesto que en nuestra sociedad creyente en<br />
el catolicismo ellas señalan una fisura por don<strong>de</strong> se<br />
ve que Dios no está con los débiles. El narrador <strong>de</strong>l<br />
cuento ha dicho lo que es más bien una regla general<br />
<strong>de</strong> nuestra nación: “(…) comprendí toda la enorme<br />
tristeza <strong>de</strong> la condición <strong>de</strong> esas pobres gentes <strong>de</strong>l<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
campo, que son las que mueren en las revoluciones,<br />
que son las que pueblan los presidios, expoliadas por<br />
rábulas sin principios, afrentadas en su honor, en sus<br />
afecciones más caras por el ansia miserable <strong>de</strong> goces<br />
<strong>de</strong> esas gentes sin fe, manufacturas más o menos<br />
<strong>de</strong>spreciables <strong>de</strong> lo que ha dado en llamarse nuestra<br />
civilización, incapaces <strong>de</strong> sentir el amor verda<strong>de</strong>ro y<br />
sus tristezas augustas.”<br />
Este cuento no termina con un final feliz y no<br />
tiene porqué hacerlo. Plasma una realidad durísima<br />
pero constante: los po<strong>de</strong>rosos abusan <strong>de</strong> quienes<br />
les sirven hasta que los segundos – atrapados – se<br />
<strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n. Y a <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> no le temblaba la mano<br />
para llevarle esto a los lectores en forma artística.<br />
No se <strong>de</strong>be a que fuera un pesimista permeado <strong>de</strong><br />
schopenhauerianismo como dirían Kurt Levy y Marta<br />
Fari<strong>de</strong> Estefan Upegui o a que las temáticas <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> sean exclusivamente tenebrosas (resultado <strong>de</strong><br />
ingerir alcohol en exceso, el crimen y el dolor <strong>de</strong>sgarrador,<br />
etc.) como se afirma a menudo. Para probar<br />
que don <strong>Efe</strong> podía darle un final feliz a sus cuentos ahí<br />
tenemos otro cuento <strong>de</strong> minería, “Lorenzo”, en que el<br />
minero pobre triunfa sobre el militar viejo cargado <strong>de</strong><br />
insignias pero que no sabe <strong>de</strong>l valor real y que quería<br />
quitarle a su novia o está “En las selvas” en que una<br />
pareja <strong>de</strong> amantes vence a quienes quieren forzar a<br />
la novia a un casamiento con otro distinto <strong>de</strong> quien<br />
le inspira amor. Pero lo que sí no hacía el escritor era<br />
cerrar los ojos –como quienes no aguantan en el arte<br />
el dolor que turba– a la realidad don<strong>de</strong> impera la crueldad,<br />
el pa<strong>de</strong>cimiento y la tristeza. He ahí una <strong>de</strong> las<br />
gran<strong>de</strong>s cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su arte. Él mismo tenía plena<br />
conciencia <strong>de</strong> que el artista <strong>de</strong>be ser sensible a todas<br />
las variaciones <strong>de</strong> la realidad. En la “Carta a Latorre<br />
y Ospina” que apareció en la revista “El montañés”<br />
en 1899, contesta a la propuesta moralizadora <strong>de</strong> su<br />
ex profesor José María Escovar que un buen artista<br />
<strong>de</strong>be ser, con su arte, como una cuerda tensada que<br />
<strong>de</strong>vuelve un número pasmoso <strong>de</strong> vibraciones que<br />
recibe en todo momento <strong>de</strong>l concierto infinito que le<br />
envía el Universo... El problema que tiene el artista<br />
es el <strong>de</strong> transformar en buen arte esas vibraciones<br />
que recibe. Pero tiene que aspirar a recibir y a <strong>de</strong>-<br />
16
volver todas las que pueda. Si se limita a un tipo <strong>de</strong><br />
vibraciones se vuelve una cuerda mono-tona, sosa.<br />
De suerte que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> sabe poner <strong>de</strong> presente al<br />
lector injusticias sobre las que se ha cimentado mucha<br />
<strong>de</strong> nuestra realidad como nación. No sólo se encuentra<br />
en las palabras <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> Toñejo el terrible problema<br />
<strong>de</strong>l reclutamiento forzado y las consecuencias que tiene<br />
como el maltrato a la familia (que ya había tratado en<br />
un poema <strong>de</strong> juventud que se incluye aquí). Se habla <strong>de</strong><br />
esa con<strong>de</strong>na al uso <strong>de</strong>l alcohol entre la gente <strong>de</strong> nuestro<br />
pueblo que el mismo estado fomenta o el temor al<br />
gobierno que tiene nuestro pueblo porque se aprovecha<br />
<strong>de</strong> él y que <strong>de</strong>sarrollará en otras obras como “Evohé”,<br />
“Guayabo negro” o en “Mi gente”. El final <strong>de</strong>l cuento sí<br />
que turba y cuestiona en lo hondo. Esta muerte propia<br />
para po<strong>de</strong>r salvar al ser amado <strong>de</strong> un ser abusivo es<br />
<strong>de</strong> lo más notable y contun<strong>de</strong>nte que hay en nuestra<br />
literatura y no sólo como tema literario o como fuente<br />
<strong>de</strong> goce estético sino porque muestra la entereza <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>svalidos nuestros, representados en Toñejo, ante los<br />
aprovechados como Ambrosio. El cuento no sólo forma<br />
a nuestro pueblo, mostrándole cómo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse hasta<br />
el final, sino que constata que hay un honor y un orgullo<br />
por encima <strong>de</strong>l cual no se pue<strong>de</strong> pasar impunemente.<br />
En el relato se plasma hermosamente el habla <strong>de</strong><br />
don Manuel Dávila (cuando le narra a D. Lucas cómo<br />
murió su compañero), la <strong>de</strong> don Lucas, la <strong>de</strong> Ambrosio,<br />
la <strong>de</strong> Toñejo y la <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> éste. Hay verda<strong>de</strong>ro<br />
estudio <strong>de</strong> los modos <strong>de</strong> expresarse <strong>de</strong> todos y cada<br />
uno <strong>de</strong> los personajes a la vez que oído <strong>de</strong> escritor<br />
para captarles los matices y pasarlos por escrito a los<br />
que leemos. Cuando un autor logra esto, perpetúa a su<br />
pueblo en la obra y con<strong>de</strong>nsa momentos históricos en<br />
creaciones literarias. “En las minas” es tan importante<br />
que hizo que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> “entrara a las letras patrias”<br />
como le dice Camilo Botero Guerra en su carta <strong>de</strong><br />
octubre <strong>de</strong> 1897.<br />
“Un Zarahustra maicero”: Este gran relato cuenta<br />
con seis bloques narrativos: 1) Se <strong>de</strong>scribe el paisaje,<br />
se habla <strong>de</strong>l ensueño <strong>de</strong> quien narra y se establece<br />
que los únicos dominios que posee son sus ensoñaciones.<br />
Se <strong>de</strong>scribe cómo reman en la barca por el<br />
río Nedó, Lorenzo y Nieves, la esposa <strong>de</strong> éste. Son<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
dos personajes importantes para el <strong>de</strong>senlace <strong>de</strong>l<br />
cuento. 2) Se presentan entre sí los tres personajes<br />
fundamentales <strong>de</strong>l relato (todos ingenieros y todos<br />
antioqueños): el narrador, Luis <strong>de</strong> Aguilar y el Paisano<br />
Cár<strong>de</strong>nas. Cár<strong>de</strong>nas ha conocido al narrador en Sonsón<br />
aunque el narrador no lo recuerda. Cár<strong>de</strong>nas va con<br />
su primo Lorenzo y con Nieves a montarles una mina<br />
en Antamara. Mientras comen, hay una conversación.<br />
Cár<strong>de</strong>nas, al tomar anisado en una totuma comenta<br />
que eso no se pue<strong>de</strong> hacer en Antioquia. Y ello le da<br />
pie para hablar <strong>de</strong> cómo en su pueblo se iba a fundar<br />
una sociedad <strong>de</strong> temperancia, pero se dieron cuenta<br />
que para fundarla necesitaban ofrecer aguardiente (<strong>de</strong><br />
hecho, esto fue frecuente a comienzos <strong>de</strong>l siglo XX en<br />
muchos lugares <strong>de</strong> Antioquia don<strong>de</strong> se pretendía hacer<br />
<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> tomar a los bebedores). Luego le preguntan<br />
a Cár<strong>de</strong>nas si es casado y dice que no. Don Luis <strong>de</strong><br />
Aguilar hace una <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l matrimonio en Antioquia<br />
<strong>de</strong>bido a que consi<strong>de</strong>ra que los antioqueños no son<br />
gran<strong>de</strong>s sino gracias a su familia: es el núcleo familiar<br />
el que permite que un antioqueño colonice. Cár<strong>de</strong>nas le<br />
interrumpe para expresar que suena muy lindo lo que<br />
dice don Luis <strong>de</strong> Aguilar pero que la realidad es otra,<br />
que es una vida muy dura la <strong>de</strong>l hogar antioqueño y<br />
que ni siquiera permite un reposo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tanto<br />
trabajo arduo. Se lamenta <strong>de</strong> que en Antioquia no<br />
se pueda ni siquiera hacer una fiesta para <strong>de</strong>scansar<br />
<strong>de</strong> esa vida. Don Luis le dice que no se <strong>de</strong>be tomar a<br />
mal lo que dice porque caracteriza a los antioqueños<br />
como personas que todo lo sopesan, que <strong>de</strong>sconfían<br />
<strong>de</strong> todo lo establecido. Caracteriza al antioqueño<br />
como “eminentemente progresivo” y “eminentemente<br />
liberal”. Y a causa <strong>de</strong> esta manera <strong>de</strong> ver el mundo<br />
todo lo ve como un peldaño pasajero, que ha <strong>de</strong> ser<br />
superado. Y empren<strong>de</strong> una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> lo que es<br />
la vida <strong>de</strong>l antioqueño, comparándolo a un águila que<br />
baja <strong>de</strong> su nido (su hogar) al valle don<strong>de</strong> las especies<br />
luchan tenazmente (el mundo don<strong>de</strong> se gana la vida).<br />
Y establece que el antioqueño, mientras más rudo e<br />
implacable sea en el mundo <strong>de</strong> los negocios, más tierno<br />
y dulce resulta en su hogar. Y hace una caracterización<br />
<strong>de</strong>l porte social <strong>de</strong> Antioquia: está regido por los varones<br />
y hace falta la presencia <strong>de</strong> la mujer. Dice que<br />
18
las mujeres en Antioquia no saben ser si no esposas,<br />
madres, hermanas y novias. Y termina con un elogio<br />
a ellas que han <strong>de</strong> ser las genitoras <strong>de</strong> la raza salvadora<br />
<strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>… 3) El narrador <strong>de</strong>scribe el paisaje<br />
nuevamente y comenta en <strong>de</strong>talle el lenguaje <strong>de</strong> los<br />
indios. El indio Baribú le advierte que hay una serpiente<br />
verrugosa por ahí, cosa que los asusta. En la noche, el<br />
paisano Cár<strong>de</strong>nas ha estado <strong>de</strong>svelado y explica que<br />
“la culpa la tiene el paisano Aguilar” porque al hablar<br />
<strong>de</strong> la mujer y <strong>de</strong>l hogar antioqueños, le ha hecho entrar<br />
una preocupación por no haberse casado con su<br />
novia y se imagina que, en ese momento, <strong>de</strong> haberlo<br />
hecho, estaría viviendo reposadamente con ella. La<br />
conversación prosigue. Cár<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>scribe cómo ha<br />
sido el amor entre él y su novia. La sección termina<br />
con una conversación sobre astronomía que finaliza con<br />
una muestra <strong>de</strong>l sentido común <strong>de</strong> Cár<strong>de</strong>nas cuando<br />
inquiere sobre cómo se hace para nombrar una estrella<br />
si nadie ha estado allí para conocer su nombre…<br />
4) El Paisano Cár<strong>de</strong>nas se <strong>de</strong>spierta a causa <strong>de</strong> una<br />
pesadilla y vuelve a culpar al paisano Aguilar por su<br />
discurso que enaltece el matrimonio antioqueño. 5)<br />
Cár<strong>de</strong>nas ya se han separado <strong>de</strong> don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />
y <strong>de</strong>l narrador. Durante un mes los dos últimos han<br />
llevado a cabo una excursión en busca <strong>de</strong> minas para<br />
explotar. Se <strong>de</strong>scribe el hallazgo <strong>de</strong> un filón que parece<br />
ser una fuente inmensa <strong>de</strong> oro y se <strong>de</strong>scribe la alegría<br />
<strong>de</strong> todos ante esto. Don Luis <strong>de</strong> Aguilar expone al narrador<br />
que las posibilida<strong>de</strong>s que esto le abre a él son<br />
la realización <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> toda su vida: buscar cómo<br />
transformar la materia en energía <strong>de</strong> manera que se<br />
pueda aplicar al mejoramiento <strong>de</strong> la vida humana, por<br />
ejemplo con los viajes interestelares. Al día siguiente<br />
se comprueba que lo que hay en ese filón no es oro<br />
sino “mica” un mineral que engaña constantemente a<br />
los mineros. Y <strong>de</strong>sengañados siguen en la búsqueda<br />
tan propia <strong>de</strong> minero. El narrador y Don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />
parten y, al quinto día <strong>de</strong> viajar en balsa por el río, <strong>de</strong><br />
Aguilar enferma, por lo que el narrador comenta en<br />
forma <strong>de</strong> monólogo que tal vez los sueños que don<br />
Luis pensaba realizar no podrá llevarlos a cabo dado<br />
que la vida es, posiblemente, lo que los abuelos <strong>de</strong><br />
ellos han creído: “la gestación dolorosa <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong><br />
19
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
ultratumba”. El paisano Cár<strong>de</strong>nas, al saber que ellos<br />
parten <strong>de</strong> la selva, sale a buscarlos para invitarlos a la<br />
mina que ha organizado para su primo y para Nieves.<br />
Allí les facilita ropa para cambiarse, les alimenta y les<br />
permite reposar. Los agasajados se dan cuenta que<br />
el paisano ha podido organizar un verda<strong>de</strong>ro emporio<br />
minero para extraer platino. Y Cár<strong>de</strong>nas les cuenta<br />
que se ha quedado con todo: no sólo es el hombre<br />
más respetado y obe<strong>de</strong>cido en la mina por todos los<br />
familiares <strong>de</strong> su primo, si no que es suya la que era<br />
esposa <strong>de</strong> su primo y hasta suyo el perro que era <strong>de</strong> él.<br />
A su pariente lo ha echado <strong>de</strong>mostrando quién “manda”<br />
en realidad en una pelea <strong>de</strong> machete. 6) Don Luis y el<br />
narrador, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la distancia, observan la relación tan<br />
amorosa que hay entre Nieves y Cár<strong>de</strong>nas y don Luis<br />
comenta que no se pue<strong>de</strong> negar que el valiente <strong>de</strong><br />
Cár<strong>de</strong>nas merece su fortuna. Y lo elogia porque dice<br />
que así Antioquia crece y la llama “la raza más audaz<br />
<strong>de</strong>l universo”. Dice que ella llegará a ser <strong>Colombia</strong><br />
entera como Prusia llegó a ser Germania Imperial. Y<br />
concluye con un “!Viva Antioquia!”<br />
El cuento expone en forma literaria teorías nietzscheanas.<br />
Se sabe que antes <strong>de</strong> 1906 <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> (junto<br />
con Félix Betancourt) ayudaron a Tomás Carrasquilla<br />
a compren<strong>de</strong>r las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l filósofo alemán. Y con certeza<br />
se sabe que en el año <strong>de</strong> 1908 en las Minas <strong>de</strong>l<br />
Zancudo, <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> leyó “Anticristo” y “Así hablaba<br />
Zarathustra” <strong>de</strong> Nietzsche, en traducción española. En<br />
la obra el estudio <strong>de</strong> facetas <strong>de</strong> un personaje es muy<br />
elaborado. Por ejemplo se ve el insomnio, la pesadilla,<br />
el humor, la socarronería y la franqueza <strong>de</strong> Cár<strong>de</strong>nas,<br />
o las i<strong>de</strong>as esperanzadas <strong>de</strong> D. Luis <strong>de</strong> Aguilar que<br />
resultan frustradas a fin <strong>de</strong> cuentas, o el elogio que<br />
hace al antioqueño casado y sus ambiciones “liberales”,<br />
o el ensueño y la conformidad <strong>de</strong>l narrador con que<br />
la vida es una manera en que Dios nos pule, mientras<br />
se tiembla ante el enigma pavoroso. Pero no son la<br />
meta <strong>de</strong>l relato puesto que sirven es para contraponer<br />
a un soñador como don Luis <strong>de</strong> Aguilar – que para<br />
Nietzsche ha <strong>de</strong> ser superado - y a un hombre que<br />
sabe ganar en la vida como Cár<strong>de</strong>nas. Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />
es moralizante, político, es un hombre “bueno” que<br />
quiere el beneficio <strong>de</strong> todos, en cambio Cár<strong>de</strong>nas es<br />
20
libre, un luchador que conquista para sí en la vida. Las<br />
investigaciones por <strong>de</strong>sarrollar <strong>de</strong> don Luis <strong>de</strong> Aguilar<br />
son hermosas pero en realidad no pasan <strong>de</strong> ser sueños<br />
irrealizables mientras que Cár<strong>de</strong>nas sí logra todo lo<br />
que se ha propuesto y lo logra en franca lid. Le quita<br />
a su propio primo todo lo que tiene – mina, trabajadores<br />
e inclusive esposa y perro - porque lo merece<br />
y, nietzscheanamente, esa es una victoria. Llega tan<br />
lejos que mientras que don Luis habla <strong>de</strong> la importancia<br />
<strong>de</strong>l matrimonio para el antioqueño, Cár<strong>de</strong>nas se<br />
consigue una mujer a la que conquista sin tener que<br />
contraer el vínculo formal con ella. Y pasa por encima<br />
<strong>de</strong> que esa mujer sea <strong>de</strong> un familiar y <strong>de</strong>l respeto que<br />
socialmente se da a ese enlace. O sea que Cár<strong>de</strong>nas<br />
mismo se ha vuelto un anunciador <strong>de</strong> nuevos valores,<br />
un hombre que es más fuerte que los <strong>de</strong>más, que con<br />
conocimiento y <strong>de</strong>streza es <strong>de</strong> los que abre camino<br />
hacia el advenimiento <strong>de</strong>l superhombre. Por eso es un<br />
Zarathustra. Y es “maicero” porque es un antioqueño<br />
<strong>de</strong> pura cepa. El narrador <strong>de</strong>l relato expone un modo <strong>de</strong><br />
ver las cosas más cercano al que el propio <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />
expondrá en textos <strong>de</strong> sus últimos años. Pero en este<br />
cuanto expone literariamente, y con suma claridad,<br />
algunas i<strong>de</strong>as nietzscheanas centrales. Llega lejos en<br />
su comprensión <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>cía el filósofo alemán,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1908, mucho antes y más acertadamente que<br />
muchos escritores y filósofos posteriores en <strong>Colombia</strong>.<br />
Croniquilla el filósofo: Con esta pieza literaria ofrecemos<br />
un ejemplo <strong>de</strong>l manejo <strong>de</strong> los animales como<br />
personajes literarios. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> publicó en 1903 un<br />
texto llamado “Piscologías” con cuyo nombre le hizo un<br />
homenaje a una mula que él tenía llamada “La Pisca”.<br />
Entonces el título quiere <strong>de</strong>cir algo así como las “logías”<br />
<strong>de</strong> la Pisca, o sea los “tratados” o las “ciencias” <strong>de</strong> la<br />
Pisca. “Piscologías” incluye un análisis sociológico <strong>de</strong><br />
<strong>Colombia</strong>, en forma literaria, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Guerra<br />
<strong>de</strong> los mil días, con el que su autor respon<strong>de</strong> a la obra<br />
“El moro” <strong>de</strong>l ex presi<strong>de</strong>nte José Manuel Marroquín<br />
y a activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> éste que don <strong>Efe</strong> cuestionaba. Es<br />
un escrito que asombra por la profundidad con que<br />
se muestra la sinsalida en que está la nación. En una<br />
reseña <strong>de</strong> la época se dijo que hasta el momento nadie<br />
había hecho consi<strong>de</strong>raciones sobre <strong>Colombia</strong> <strong>de</strong> esa<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
manera. En tres capítulos <strong>de</strong> la obra son las mulas las<br />
que hablan sobre la patria y en otros tres se ve a los<br />
humanos tratando los mismos temas o viviéndolos. En<br />
el prólogo <strong>de</strong>l libro original el escritor había dicho que<br />
publicaba las “Piscologías” hacia la mitad <strong>de</strong> la serie<br />
y <strong>de</strong>ja ver que hay un problema –que lamenta -para<br />
publicarlas todas. Como lector uno echa <strong>de</strong> menos que<br />
no las haya sacado todas. Por fortuna, en el extracto<br />
<strong>de</strong>l guión <strong>de</strong> la película que publicamos (“18 <strong>de</strong> octubre”)<br />
vuelven a aparecer… ¡Ya quisiéramos que salgan<br />
más a la luz! Y en dos <strong>de</strong> las croniquillas <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong><br />
los personajes serán otros animales. En “El filósofo” se<br />
trata <strong>de</strong> ganado. Mire el lector qué parecidas a ciertos<br />
humanos son estas vacas y bueyes y cómo representan<br />
los conflictos humanos más arduos y también los<br />
más corrientes. Bajo los rostros <strong>de</strong> esas vacas, toros,<br />
novillos, novillas y bueyes hay seres humanos, tal vez<br />
muy humanos… O sea que son en parte animales y en<br />
parte hombres como personajes <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s fábulas<br />
<strong>de</strong> que se han servido los sabios para tratar sus asuntos<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Panchatantra en a<strong>de</strong>lante. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se<br />
las ha ingeniado para “dar un ro<strong>de</strong>o” y con él mostrar<br />
el problema <strong>de</strong>l filósofo que vive en la sociedad antioqueña.<br />
El valor que don Tomás Carrasquilla, amigo y<br />
contertulio <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, le daba a esto es elocuente.<br />
Dice: “Con éxito envidiable ha cultivado (…) lo que él<br />
intitula “Croniquillas”, que son acaso lo más jugoso y<br />
original <strong>de</strong> sus producciones; suele poner en boca <strong>de</strong><br />
animales conceptos altos y sutiles, tal vez porque no le<br />
parezcan bien justificados en humanos labios”.<br />
En la obra los hombres, como tales, son vehículos<br />
<strong>de</strong>l martirio para algunos integrantes <strong>de</strong> ese hato. De<br />
hecho, en palabras <strong>de</strong> la novilla Paloma, los hombres<br />
son “<strong>de</strong> esa raza réproba” que Dios ha encargado<br />
<strong>de</strong> “martirizar” a su propia especie, que se ha hecho<br />
digna por sus pecados <strong>de</strong> ese martirio. En ello se ve<br />
el pensamiento católico que ve en todo impedimento<br />
un motivo <strong>de</strong> purgación <strong>de</strong>l alma para ganarse la otra<br />
vida. Ella plantea que en el hato hay intelectuales<br />
“entre quienes estaban <strong>de</strong>sacreditadas hasta parecer<br />
ridículas, las gran<strong>de</strong>s pasiones y la admiración <strong>de</strong> los<br />
espectáculos sublimes” pero el filósofo <strong>de</strong> la croniquilla,<br />
que no es un intelectual sometido, lo que hace es<br />
22
precisamente poseer una gran pasión y admirar los<br />
espectáculos sublimes. Por ello es castigado socialmente.<br />
Este asunto <strong>de</strong> cómo el cristianismo castiga al<br />
que no se somete a él está tratado <strong>de</strong>tenidamente en<br />
el “Anticristo” <strong>de</strong> Nietzsche.<br />
El cuento tiene cuatro divisiones: 1) Todo suce<strong>de</strong><br />
en el entorno <strong>de</strong> La Hacienda, una finca don<strong>de</strong> fuera<br />
<strong>de</strong> los dueños hay ganado. Doña Vaca ve las cosas<br />
como la novilla Paloma. Comenta sobre los hombres:<br />
“(…) se explica muy bien que los hombres, esos monstruos<br />
que no tienen un alma inmortal qué santificar<br />
ni qué salvar, sean perversos. Esa es su misión:<br />
santificarnos a nosotras con sus inicuos proce<strong>de</strong>res.”<br />
Habla en <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> cómo los uncen al yugo o cómo<br />
en el toreo abusan <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su especie y los matan<br />
bárbaramente. Explica que “todo eso y mucho más<br />
forma parte <strong>de</strong>l plan divino <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción ya<br />
que esos <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> un día, que han <strong>de</strong> perecer<br />
con sus cuerpos, cumplen así su misión terrenal <strong>de</strong><br />
purificarnos y <strong>de</strong> redimirnos.”<br />
Esta manera <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el mundo <strong>de</strong> la novilla<br />
y <strong>de</strong> la vaca es muy semejante a la <strong>de</strong> la mujer<br />
rezan<strong>de</strong>ra y creyente que consi<strong>de</strong>ra que se está en el<br />
mundo para purgar una culpa creada por los pecados<br />
propios y que, el gran creador, ha traído a la vida a<br />
otros seres auxiliar a los pecadores redimibles. Es<br />
una visión muy acomodada <strong>de</strong>l mundo: unos – “los<br />
buenos” - se consi<strong>de</strong>ran los elegidos para salvarse y<br />
los “malos” se da por hecho que no se salvarán y que<br />
a<strong>de</strong>más están hechos en beneficio <strong>de</strong> los buenos. <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> sabe muy bien que la referencia a nuestra vida<br />
social es clara.<br />
Doña Vaca plantea en una <strong>de</strong> sus intervenciones<br />
iniciales <strong>de</strong> la croniquilla cuál es el problema con el<br />
filósofo Frisolo: Ella compren<strong>de</strong> que los hombres hagan<br />
lo que hacen, lo que no pue<strong>de</strong> soportar es que “uno <strong>de</strong><br />
los nuestros, corrompido por el ejemplo, quiera imitar a<br />
esos <strong>de</strong>monios, yendo <strong>de</strong> potrero en potrero incitando<br />
a los jóvenes a la rebelión, rompiendo así toda ley…” Y<br />
comienza una discusión en que se ve el estudio que ha<br />
hecho don <strong>Efe</strong> <strong>de</strong> las disputas en sociedad en Antioquia<br />
don<strong>de</strong> participan varios personajes estupendamente<br />
creados: El torete Morgan Bedoya <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> a Frisolo y<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
pregunta a doña Vaca si no cree que el toro Frisolo no<br />
tiene motivos para hacer lo que hace. Dice que tiene<br />
que aceptar que <strong>de</strong>be luchar porque no lo castren. Y<br />
se establece la discusión: El viejito reaccionario Quesada<br />
Esparragosa dice que Frisolo <strong>de</strong>bería someterse<br />
patrióticamente a su <strong>de</strong>stino, pero que no lo hace por<br />
amoral (expresa entre líneas que va contra la moral<br />
que ha expuesto doña Vaca). Dice que los amos que<br />
acaban <strong>de</strong> llegar a La Hacienda <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> realizar<br />
estudios <strong>de</strong> veterinaria se han dado cuenta <strong>de</strong> que la<br />
raza <strong>de</strong>genera y que entonces es preciso reemplazarla<br />
por otra mejor. Por eso se castrará a Frisolo. El doctor<br />
Sánchez Colmero interviene para <strong>de</strong>cir que en <strong>Colombia</strong><br />
no hay siquiera nación, que se la ha bautizado así<br />
pero el problema está en que ni siquiera está formada<br />
como patria. Doña Vaca dice que “no mira la cuestión<br />
por el lado humano”. Para ella “toda solución viene <strong>de</strong><br />
arriba”. Para ella la expiación <strong>de</strong> los pecados es la razón<br />
soberana <strong>de</strong> todos los actos <strong>de</strong>l ganado. Morgan Bedoya<br />
narra cómo doña Vaca no acce<strong>de</strong> a conversar con los<br />
toretes (como lo harían muchachas con muchachos) a<br />
causa <strong>de</strong> estar entregada a prácticas religiosas. Amadís<br />
Rolando, personaje político, la llama beata y la caracteriza:<br />
es hipócrita y farsante. Culpa al medio ambiente<br />
don<strong>de</strong> ella ha vivido <strong>de</strong> ello. Y dice que “ya vendrá la<br />
era <strong>de</strong> las revaluaciones <strong>de</strong>finitivas, el balance final.”<br />
El viejito reaccionario, Quesada Esparragosa, se <strong>de</strong>dica<br />
a mostrar las contradicciones i<strong>de</strong>ológicas <strong>de</strong> quien se<br />
hace llamar a sí mismo “liberal” sin que otros lo hagan<br />
como bien han apuntado sus hijas <strong>de</strong> este hombre<br />
que se hace llamar a sí mismo “liberal”. Ese es uno <strong>de</strong><br />
los problemas que muestra Quesada Esparragosa: La<br />
difunta esposa <strong>de</strong> Amadis Rolando, le había dicho que<br />
los verda<strong>de</strong>ros liberales son los hombres <strong>de</strong> genio. Sólo<br />
hay tres <strong>de</strong> ellos que ella conociera. Pero a él le dice<br />
que no <strong>de</strong>be rotularse <strong>de</strong> liberal sino esperar a que se<br />
lo digan otros. Después se ve cómo sus propias hijas<br />
lo chantajean emocionalmente para que se confiese y<br />
comulgue cuando él ha dicho ser un “obscuro soldado<br />
<strong>de</strong>l libre pensamiento”. Y lo enredan para que acceda…<br />
2) Morgan Bedoya le dice “conservero” a Quesada<br />
Esparragosa y lo compara a Anatole France por su<br />
ironía. Quesada Esparragosa hace una <strong>de</strong>fensa vehe-<br />
24
mente <strong>de</strong> France. Hasta aquí llega la discusión.<br />
3) Dos bueyes, el Barroso y el Bandinegro contemplan<br />
la escena a cierta distancia porque hay dos<br />
grupos al interior <strong>de</strong>l hato: las vacas y los bueyes. Y<br />
comentan lo que han visto. Barroso empieza a analizar<br />
la cuestión planteando la injusticia que hay en<br />
la civilización actual. Y Bandinegro le explica que esa<br />
división social que ellos ven palpablemente entre los<br />
toros y vacas obe<strong>de</strong>ce a motivos “más sencillos” y<br />
“más hogareños”. Y narra qué pasó: Morgan Bedoya<br />
era amigo <strong>de</strong> doña Vaca y sus hijas pero cuando éste<br />
llegó a la pubertad la señora sintió que era peligroso<br />
que él estuviera junto a sus hijas y lo echó <strong>de</strong> su casa<br />
para siempre. Y esto se comentó en sociedad y la<br />
familia <strong>de</strong> Morgan se resintió. Entre otros se resintió<br />
su tío, Amadis Rolando. Por eso se formaron los dos<br />
grupos. el <strong>de</strong> doña Vaca y Quesada Esparragosa y el<br />
<strong>de</strong> Morgan Bedoya y su tío, el tribuno <strong>de</strong> los balances<br />
finales. El caso <strong>de</strong>l toro Frisolo, que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> su<br />
<strong>de</strong>recho a reproducirse, ha hecho agudizar la división<br />
social: Doña Vaca y los suyos con<strong>de</strong>nan a Frisolo y<br />
los <strong>de</strong>l otro bando lo respaldan.<br />
Doña Vaca, cegada como está por su modo <strong>de</strong> ver<br />
el mundo, toma la reproducción como un problema y,<br />
como suce<strong>de</strong> con toda religión que no acepta la fecundidad<br />
como un hecho natural, ataca a Frisolo por<br />
querer <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su fertilidad y el uso <strong>de</strong> ella. Ha planteado<br />
que el toro Frisolo, en el ambiente <strong>de</strong> su hato, ha<br />
sido rechazado porque no quiere someterse a cánones<br />
sociales. Vista la cuestión en el ámbito <strong>de</strong>l Hato, las<br />
cosas están claras, como dice el Buey. Se ”<strong>de</strong>moniza”<br />
al que quiere salirse <strong>de</strong>l rebaño y los partidos a favor o<br />
en contra tampoco ven claro el caso individual <strong>de</strong>l toro<br />
rebel<strong>de</strong>, pues se rigen por sus propios intereses. Pero<br />
<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> va a mostrar la cuestión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior<br />
<strong>de</strong> Frisolo. Para esto interviene el garrapatero, el único<br />
animal que es ajeno al género vacuno <strong>de</strong> la obra y que<br />
acompaña al filósofo en sus últimos momentos. El ave<br />
le cuenta a los bueyes qué hizo Frisolo ante la castración<br />
inminente. Así le dice al ave: Es inútil. Nadie escapa a<br />
su <strong>de</strong>stino: moriré. O sea tiene el coraje para enfrentar<br />
la vida como es. No le teme a la muerte. Le pi<strong>de</strong> al ave<br />
que lo lleve hasta don<strong>de</strong> están los cadáveres <strong>de</strong>l gana-<br />
25
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
do al que atacó la peste, el “mes pasado” cuando iban<br />
camino al Cauca, y come <strong>de</strong>l pasto que hay en torno a<br />
sus tumbas para ingerir el veneno que lo matará (los<br />
otros animales evitan ese sitio porque saben lo peligroso<br />
que es comer allí). Pero Frisolo, con tranquilidad dice al<br />
ave: Tomo mi cicuta - me dijo dulcemente - no quiero<br />
sobrevivir a mi ignominia.<br />
El narrador muestra una bella imagen para celebrar<br />
este momento en que este vigor <strong>de</strong> espíritu es más<br />
palpable:<br />
Una nube tapó el disco <strong>de</strong>l sol; una ráfaga <strong>de</strong> viento<br />
sacudió un gualanday florecido, y cubrió el suelo<br />
la carga violeta <strong>de</strong> sus flores; el disco <strong>de</strong>l sol tornó a<br />
<strong>de</strong>svelarse y en torno todo rebrilló como si acabara<br />
<strong>de</strong> ser creado.<br />
El toro filósofo, que pue<strong>de</strong> ver mucho más allá que<br />
los <strong>de</strong>más <strong>de</strong> su especie y muchísimo más que los<br />
hombres, está completamente consciente <strong>de</strong>l problema<br />
y lo enuncia en un monólogo bastante sabio y profundo<br />
cuyas palabras sobrepasan la mera lectura <strong>de</strong>l relato.<br />
Es curioso que entre los intelectuales contemporáneos<br />
<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, sólo Luis <strong>de</strong> Greiff ( en el prólogo al<br />
tomo “Retorno”) cite un fragmento consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong><br />
ese texto. Frisolo ha enunciado el problema que <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> veía en la sociedad actual: No se le perdona al<br />
que no sea un acaparador ni un sectario. Y el filósofo<br />
se contrapone a la sociedad que se rige por lo utilitario,<br />
él vive libremente y prefiere morir con libertad a ser<br />
castrado… La croniquilla muestra que el filósofo tiene<br />
tanta libertad que pue<strong>de</strong> morir por sus propias manos.<br />
Con ello alu<strong>de</strong> tácitamente a Sócrates, ya que Frisolo<br />
bebe la cicuta para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r lo suyo como lo hizo el<br />
ídolo <strong>de</strong> Platón, pero tiene una integridad no socrática<br />
pues está ubicado en nuestro entorno social, en medio<br />
<strong>de</strong> las peleas partidistas y sectarias <strong>de</strong> la sociedad<br />
antioqueña y colombiana. El autor está interesado en<br />
mostrar las relaciones entre los miembros <strong>de</strong> una comunidad,<br />
quienes tienen, cada uno a su manera visiones<br />
interesantes sobre lo que llamamos “realidad”. No<br />
aisla a un personaje para tratarlo por separado ya que<br />
lo relevante es el choque <strong>de</strong> miradas sobre el mundo<br />
en el medio social y lo que ello produce. Después <strong>de</strong><br />
lo dicho por don Tomás Carrasquilla, sólo Jorge Alberto<br />
26
Naranjo Mesa – quien nos ha puesto <strong>de</strong> presente tantas<br />
obras antioqueñas valiosas con sus estudios - ha escrito<br />
algo verda<strong>de</strong>ramente notable sobre las croniquillas en<br />
el prólogo a su edición <strong>de</strong> las mismas porque resalta<br />
el sentido ecologista y filosófico que tienen.<br />
“18 <strong>de</strong> octubre” es parte <strong>de</strong>l guión que el maestro<br />
escribió para la película “Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong><br />
las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” (1928). La película<br />
se filmó en Villa Sofía (actual Laureles) en las instalaciones<br />
<strong>de</strong> la Sociedad Bolívar que se conformó para<br />
realizar la producción. En Santa Elena se reconstruyó<br />
el “Puente <strong>de</strong> las Lajas” (el <strong>de</strong> la famosa batalla <strong>de</strong><br />
Peralonso en el <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r durante la<br />
“Guerra <strong>de</strong> los mil días”). Algunas escenas se filmaron<br />
en Santa Rosa <strong>de</strong> Osos. Los actores eran entrenados<br />
por don Pedro y su hija, Elena, en poco tiempo. Elena<br />
Vásquez actuó en la película como Elisa. Gerardo Bueno<br />
Escobar, primo <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>, fue quien hizo <strong>de</strong> Uribe<br />
Uribe <strong>de</strong>bido a su parecido físico con el general. Si se<br />
consultan los comentarios a la película y los textos que<br />
don <strong>Efe</strong> escribió sobre ella, se verá que en el resultado<br />
final, la película modificó un tanto el guión: por<br />
ejemplo el personaje <strong>de</strong>l ricachón que se aprovecha<br />
<strong>de</strong> la situación para separar a Leonardo <strong>de</strong> Elisa, tiene<br />
nombre propio en la pantalla. Para los interesados en el<br />
cine, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la exposición permanente sobre Uribe<br />
Uribe que hay en el Palacio <strong>de</strong> la Cultura Rafael Uribe<br />
Uribe, hay un panel <strong>de</strong>dicado a la cinta que contiene<br />
las únicas imágenes estáticas <strong>de</strong> la filmación que sobreviven.<br />
En “Almas rudas” no se indica que ”18 <strong>de</strong><br />
octubre” sea un fragmento <strong>de</strong> un guión para cine y<br />
por eso en el libro <strong>de</strong> la colección “Palabras Rodantes”<br />
<strong>de</strong>l Metro <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín y Comfama que se <strong>de</strong>dicó a <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> (2007), lo dimos al público como un cuento. El<br />
título es la fecha en que se <strong>de</strong>claró en conmoción toda<br />
<strong>Colombia</strong> y ese día inició la “Guerra <strong>de</strong> los mil días”.<br />
Las cartas con las que se cierra el contenido <strong>de</strong> la<br />
revista no se han publicado antes. Son siete cartas<br />
<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> a Don Manuel <strong>de</strong> Greiff y una nota que<br />
manda el escritor a su esposa Inés Agu<strong>de</strong>lo. Fueron<br />
donadas generosamente por Ángela Correa <strong>Gómez</strong><br />
(<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l ingeniero <strong>de</strong> minas y cuentista), el<br />
día 24 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 2005, a la Biblioteca “<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>”<br />
27
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong>, Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Ese día se<br />
celebró el recibimiento <strong>de</strong> la copia a color <strong>de</strong>l retrato<br />
<strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que pintó Pedro Nel <strong>Gómez</strong> y que ahora<br />
cuelga al lado <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> las escaleras que llevan al<br />
segundo piso <strong>de</strong>l edificio. Todo esto fue posible gracias<br />
a las gestiones <strong>de</strong>l historiador Jorge Orlando Melo cuando<br />
dirigía la Biblioteca Luis Ángel Arango <strong>de</strong> Bogotá<br />
y al interés <strong>de</strong> su difunta esposa, Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong><br />
Melo, por su propio padre. Son documentos invaluables<br />
acerca <strong>de</strong> un período <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que no<br />
es muy claro aún. Gracias a ellos se pue<strong>de</strong> ubicar al<br />
autor y fechar su estadía en diversos lugares entre<br />
1902 y 1904 (excepto la nota, pues permite conocer<br />
un <strong>de</strong>talle sobre su relación con su esposa). Todas las<br />
cartas son relevantes para conocer lo azaroso que era<br />
el cateo y la explotación <strong>de</strong> minas como los hacía don<br />
<strong>Efe</strong>. Contienen datos importantes para su biografía<br />
como el <strong>de</strong> aquella enfermedad que lo obliga a irse al<br />
campo, los nombres <strong>de</strong> personas con los que trabajaba<br />
(resulta valioso saber que don Manuel <strong>de</strong> Greiff es <strong>de</strong> su<br />
confianza) o el que indica que don <strong>Efe</strong> conoció, trató y<br />
admiró al erudito Tomas O. Eastman – que tradujo los<br />
“Cuentos a Sonny” <strong>de</strong> Santiago Pérez Triana al español,<br />
y a quien se encargó oficialmente <strong>de</strong> impedir que los<br />
ingleses siguieran aprovechándose <strong>de</strong> las minas <strong>de</strong><br />
Marmato sin pagarle lo <strong>de</strong>bido a nuestro país. El caso<br />
<strong>de</strong> Fe<strong>de</strong>rico Delgado es <strong>de</strong>sconocido aún para quienes<br />
rastreamos las amista<strong>de</strong>s <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> y ofrece otra<br />
pauta para investigar. Estos documentos dan todavía<br />
más valor a la actual publicación. La trascripción <strong>de</strong><br />
ellas ha sido realizada por quien escribe. Se hicieron<br />
cambios menores <strong>de</strong> ortografía como tildar algunas<br />
palabras y actualizar la escritura <strong>de</strong> otras. También ha<br />
tratado <strong>de</strong> cuidar la edición <strong>de</strong> cada creación efesiana.<br />
28<br />
YYY<br />
SOBRE LA ESCRITURA EFESIANA: Haremos unas<br />
consi<strong>de</strong>raciones al respecto usando ejemplos sólo <strong>de</strong><br />
“Un Zarathustra maicero” para no alargarnos:<br />
En la obra se ve una manera <strong>de</strong> escribir muy pro-
pia. Hay <strong>de</strong>talles que sonarían mal para escritores que<br />
buscan la pulcritud en su escritura ante todo y, sin<br />
embargo, tales <strong>de</strong>talles le dan carácter. Su forma posee<br />
un sello único porque el artista es capaz <strong>de</strong> tomar lo<br />
que aparece como insignificante y lo lleva al terreno<br />
<strong>de</strong>l arte, dándole una elevada categoría artística.<br />
Estudia el habla <strong>de</strong> los antioqueños y sus personajes<br />
hablan con la soltura común a su diario vivir. La<br />
elegancia se mezcla con modos banales <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir las<br />
cosas como suce<strong>de</strong> en nuestros giros lingüísticos. Hay<br />
que haber oído <strong>de</strong>cir “Pero cuente ¿qué es la risa?” –<br />
expresión cargada <strong>de</strong> familiaridad interesada para que<br />
el otro le cuente a uno lo que uno <strong>de</strong>sea saber - para<br />
compren<strong>de</strong>r que <strong>Efe</strong> copia mo<strong>de</strong>los vivos y, a la vez, se<br />
encuentran elegancias hechas a partir <strong>de</strong> los reflexivos<br />
en los sufijos <strong>de</strong> los verbos: “Examinolo”, “seguímosle”,<br />
“<strong>de</strong>cíame”. Por ejemplo la frase: “Al <strong>de</strong>scubrirnos<br />
vació en ella todo lo que recogido había y limpiolo<br />
con cuidado. Entregónoslo cuando a él llegamos.” que<br />
pue<strong>de</strong> parecer “arrevesada” a un lector <strong>de</strong>l presente<br />
que más bien la diría así: ““Al <strong>de</strong>scubrirnos, vació en<br />
ella todo lo que había recogido y lo limpió con cuidado.<br />
Nos lo entregó cuando llegamos a él.” Pero el estilo<br />
<strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> exige la primera enunciación para hacer<br />
un tipo <strong>de</strong> música nueva. O cuando el narrador dice<br />
a Cár<strong>de</strong>nas: “La fortuna que todo ha sido un sueño<br />
mero.” Ese adjetivo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l sustantivo “sueño” no<br />
suena bien. Pero haberlo puesto allí obe<strong>de</strong>ce a retratar<br />
el modo como se habla entre nosotros. O dice “vecina<br />
quebrada”. El lector acostumbrado a otras escrituras<br />
pue<strong>de</strong> sentirse extrañado ante esas construcciones<br />
por lo que el modo en que <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> escribe exige<br />
<strong>de</strong> uno, como lector, que se acomo<strong>de</strong> y oiga su música<br />
escritural y le permita actuar en uno. No hay que<br />
apartar los textos <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> si nuestra capacidad en<br />
el uso <strong>de</strong>l lenguaje se ha limitado. Hubo épocas en que<br />
los lectores <strong>de</strong> nuestro medio lo leían sin dificultad y<br />
para ellos escribía.<br />
Llama la atención también la musicalidad <strong>de</strong> una<br />
frase como ésta: “Baribú que fuera por agua a la vecina<br />
quebrada, tornó trayendo un hermoso pedazo <strong>de</strong><br />
pirita.” Se podría poner comas en otros lugares <strong>de</strong> esa<br />
frase escribiéndola así: “Baribú, que fuera por agua<br />
29
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
a la vecina quebrada, tornó, trayendo un hermoso<br />
pedazo <strong>de</strong> pirita.” Pero al leer como ha escrito don <strong>Efe</strong><br />
se pue<strong>de</strong> oír la ca<strong>de</strong>ncia propia y eso exige un tanto<br />
<strong>de</strong> paciencia para <strong>de</strong>construir el “modo correcto” <strong>de</strong><br />
escribir que se impone ahora y abrirse paso a un arte<br />
<strong>de</strong> escribir distinto don<strong>de</strong>, al fin y al cabo, resulta una<br />
amalgama escritural única.<br />
<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> juega con el idioma que tiene a mano,<br />
en prosa, él que supo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> joven hacer buena poesía<br />
en verso. Quedan en sus cuentos registros <strong>de</strong> estudios<br />
<strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> lingüística <strong>de</strong> gran valor porque acercan<br />
a nuestro pueblo al idioma que él mismo <strong>de</strong>spliega.<br />
Esa es una <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s contribuciones que hace un<br />
buen escritor a su grupo social. “Virilidad” lo llaman<br />
algunos <strong>de</strong> los que han pensado la literatura <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> y esa era un <strong>de</strong> las características que lo hacían<br />
apetecible para el público.<br />
Pero no se trata sólo <strong>de</strong> su valor para la lingüística<br />
sino <strong>de</strong> las emociones que transmiten esas construcciones.<br />
Por ejemplo la frase: “Era un material suelto,<br />
carmíneo, sembrado <strong>de</strong> piritas no oxidadas.”, dicha por<br />
un minero, <strong>de</strong>ja traslucir una emoción que no siente<br />
sino el que sepa <strong>de</strong> las li<strong>de</strong>s mineras. Si se le cree al<br />
personaje se le <strong>de</strong>ja ser al minero quien es. Como<br />
suce<strong>de</strong> en el caso <strong>de</strong> la conmoción que se siente ante<br />
la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir el mineral ansiado:<br />
“Volvemos <strong>de</strong> nuestra excursión por las crestas<br />
y la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la región más occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s.<br />
Un mes <strong>de</strong> selva silenciosa, <strong>de</strong> incesantes lluvias, <strong>de</strong><br />
marchas aplanantes, sin más guía que el instinto <strong>de</strong><br />
orientación <strong>de</strong> los indios, en busca <strong>de</strong> ese venero <strong>de</strong><br />
oro que se escon<strong>de</strong> siempre, y cuya aparición mantiene<br />
viva la esperanza. En cada quebrada, en cada<br />
afloramiento nos <strong>de</strong>tenemos a catear: cólmase <strong>de</strong><br />
arenas la batea exploradora; el Tío Tomá, con meneos<br />
magistrales, va mermando, mermando la liviana<br />
broza; en el fondo, al fin, negrea la jagua….. írguese,<br />
luego, solemne a dar la pinta….. y siempre, en todas<br />
las ocasiones, como si fuese la primera vez, se siente<br />
un ligero susto, una ansiedad grata. ¿Habrá oro allí?<br />
¿no lo habrá? ¡Oh vida errante <strong>de</strong>l explorador minero!<br />
Tus sensaciones, como las <strong>de</strong> amor, son siempre<br />
dulcemente crueles….. Nos inclinamos palpitantes a<br />
30
mirar….. ni un rubio grano entre la jagua negra y…..<br />
¡a<strong>de</strong>lante! a<strong>de</strong>lante siempre. Hasta que al fin…..”<br />
El anterior párrafo es magistral porque queda ante<br />
nosotros un acontecimiento turbador y en los términos<br />
<strong>de</strong> un minero como son los vocablos propios <strong>de</strong><br />
la profesión “jagua”, “catear”, “batea”, “broza” y con<br />
ese “írguese” que en nuestra habla popular viene <strong>de</strong><br />
“erguirse” (se ha transformado la “e” en “i” sin que ello<br />
importe mucho excepto a un estudioso <strong>de</strong>l lenguaje).<br />
Pero todo ello se <strong>de</strong>be a un manejo <strong>de</strong> la intensidad<br />
para llevar al que lee por los mismos sentimientos que<br />
estos buscadores <strong>de</strong> oro sometidos a una expectativa<br />
constante. Así construye un monólogo que se parece<br />
al <strong>de</strong>l teatro griego clásico <strong>de</strong> Esquílo, como indica<br />
Carrasquilla, en lo que permite saber sobre el que<br />
habla y limitándose a sus propias palabras.<br />
En otras ocasiones el escritor hace una suerte<br />
<strong>de</strong> resumen asombroso. Cuando Cár<strong>de</strong>nas recibe a<br />
los viajeros, a los que no ha visto en un mes, uno<br />
esperaría la <strong>de</strong>scripción más <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> cómo los<br />
agasajó pero don <strong>Efe</strong> entrega sólo cuatro grupos <strong>de</strong><br />
dos palabras por acción: un sustantivo y un adjetivo…<br />
Y con ello queda clara la escena. Su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />
síntesis asombra.<br />
Hay también frases llenas <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles, como atiborrando<br />
una sola frase <strong>de</strong> muchas cláusulas diversas<br />
y haciendo inversiones <strong>de</strong> sujetos y predicados. Y lo<br />
hace casi sin puntuación. Cuando se acaba <strong>de</strong> leer<br />
una <strong>de</strong> sus oraciones extensas uno se percata <strong>de</strong> que<br />
ha pasado por i<strong>de</strong>as variadas y complejas que son<br />
una sola y lo ha hecho en una lectura que crepita<br />
como un fuego. Por ejemplo la siguiente <strong>de</strong>scripicón:<br />
“Sobre llamarada que brota <strong>de</strong> chamizas y <strong>de</strong> astillas<br />
pendientes <strong>de</strong> una vara horizontal sostenida por dos<br />
horquetas verticales hierven los frisoles con tocino en<br />
la olla enorme <strong>de</strong> hierro loceado <strong>de</strong> exterior azul y <strong>de</strong><br />
interior blanco y las llamas brotan, se retuercen visibles<br />
apenas entre el ambiente diáfano que sobre ellas vibra<br />
con visibles pulsaciones y el hervir <strong>de</strong> los frisoles es un<br />
fragante redoble que se fun<strong>de</strong> entre los ruidos <strong>de</strong> la<br />
tar<strong>de</strong> que el viento trae, lleva, apaga, agranda.” Haga<br />
el lector el ejercicio <strong>de</strong> leerla en voz alta y verá <strong>de</strong> qué<br />
hablo. Una vez se le coge el ritmo, la magia se da.<br />
31
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
También hay que estudiarlo con paciencia para<br />
llegar a ver algo <strong>de</strong>l habla <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> mismo. Sólo<br />
indicamos un caso: en “En las minas” se concluye<br />
mostrando la misma Provi<strong>de</strong>ncia como “un enigma<br />
pavoroso”. Esa misma expresión será usada por el<br />
narrador <strong>de</strong> “Zarathustra maicero” pero para hablar<br />
<strong>de</strong> la vida (Y en ello se ha virado <strong>de</strong> una concepción<br />
religiosa católica a un modo <strong>de</strong> ver nietzscheano).<br />
Des<strong>de</strong> sus apuntes <strong>de</strong> juventud hasta sus últimas<br />
obras y entrevistas la existencia será para él algo ante<br />
lo que se tiembla. Pero estas constantes en diferentes<br />
obras son escasas puesto que el escritor buscaba un<br />
tono, un modo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir las cosas propias para cada<br />
uno <strong>de</strong> sus relatos. Raros son los momentos en que<br />
se le <strong>de</strong>sliza <strong>de</strong> alguna manera el “yo <strong>de</strong> todo hijo <strong>de</strong><br />
vecino” <strong>de</strong> las Homilías <strong>de</strong> Carrasquilla el “yo” en sus<br />
cuentos a este gran artista <strong>de</strong> la palabra , <strong>de</strong>bido a<br />
su uso <strong>de</strong> una objetividad artística muy honda. Por<br />
ejemplo en “Rafael” habla <strong>de</strong> sí –pero integrando al<br />
relato su fragmento autobiográfico como <strong>de</strong>l narrador<br />
y a<strong>de</strong>más lo hace para el amigo Gabriel Latorre a quien<br />
<strong>de</strong>dica el cuento-.<br />
SU LEGADO: Las dos gran<strong>de</strong>s ocupaciones <strong>de</strong> este<br />
escritor e ingeniero (que no separaba las humanida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> las ciencias en su vida) fueron la literatura y la minería.<br />
En ambos campos se <strong>de</strong>stacó. Como minero fue<br />
reconocido y apreciado tanto por su trabajo <strong>de</strong> campo<br />
como por su dominio <strong>de</strong> la ciencia. Su más gran<strong>de</strong> logro<br />
en su profesión fue crear el sistema <strong>de</strong> cianuración<br />
para tratar las arenas <strong>de</strong> las Minas <strong>de</strong>l Zancudo, cerca<br />
a 1907, y con el cual se extraía un 65% <strong>de</strong>l mineral <strong>de</strong><br />
la escoria <strong>de</strong> las minas cuando los ingleses propusieron<br />
un método con el que se sacaba apenas el 35%. Como<br />
“cateador” <strong>de</strong> minas en Antioquia, el Chocó, Risaralda,<br />
Quindío, Tolima y Santan<strong>de</strong>r entró en contacto con<br />
los habitantes <strong>de</strong> diversas regiones y esas vivencias<br />
fueron la fuente para cuentos <strong>de</strong> temática minera, que<br />
lo hicieron famoso como escritor (aunque ese no es el<br />
único aspecto <strong>de</strong> su obra rescatable). Del mismo modo<br />
le era igualmente significativo como tema literario lo<br />
que entraña una ciudad en formación como Me<strong>de</strong>llín.<br />
Y su obra siempre explora a fondo lo que tiene que<br />
32
ver con la vida <strong>de</strong> los hombres. Des<strong>de</strong> sus épocas <strong>de</strong><br />
estudiante y hasta el final <strong>de</strong> sus días mostró dotes<br />
artísticas notables que <strong>de</strong>sarrolló en un medio don<strong>de</strong><br />
se relacionó con pintores, músicos, escritores, científicos<br />
y algunos políticos notables. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los<br />
géneros incluidos y <strong>de</strong> que sus cuentos sean obras<br />
maestras, escribió teatro (quedan fragmentos <strong>de</strong> tres<br />
obras suyas y una completa), cartas, crítica <strong>de</strong> arte,<br />
ensayos científicos, elogios a hombres significativos y<br />
una novela inconclusa (fuera <strong>de</strong> El diario <strong>de</strong> Pedro). En<br />
su vida logró el reconocimiento no sólo <strong>de</strong> su país sino<br />
también más allá <strong>de</strong> las fronteras nacionales.<br />
Como persona se le reconocía por ser un caballero<br />
tanto en los ambientes campesinos más humil<strong>de</strong>s,<br />
en las selvas o en los montes y en los hogares <strong>de</strong> los<br />
po<strong>de</strong>rosos y los potentados. Era un sabio al que se<br />
consultaba sobre ciencia y filosofía. Se trata <strong>de</strong> un<br />
hombre relevante en nuestra cultura cuya obra fue<br />
traducida hasta al chino y al ruso cuando aún vivía.<br />
Existen los testimonios <strong>de</strong> aprecio y admiración <strong>de</strong><br />
poetas como Guillermo Valencia y el español Francisco<br />
Villaespesa, o el <strong>de</strong>l novelista Tomás Carrasquilla. Jose<br />
Eustasio Rivera le envió una copia <strong>de</strong> “La Vorágine”<br />
con <strong>de</strong>dicatoria. Igualmente existen textos elocuentes<br />
<strong>de</strong> Gabriel Latorre, Luis Eduardo Nieto Caballero,<br />
Alonso Restrepo Moreno, Julio Vives Guerra, Horacio<br />
Franco, Tulio Ospina y Luis <strong>de</strong> Greiff para mencionar<br />
unos cuantos colombianos importantes en la cultura.<br />
Muchos escritores, entre ellos Alfonso Castro y Ricardo<br />
Uribe Escobar, le <strong>de</strong>dicaron cuentos y creaciones.<br />
Artistas como Francisco Antonio Cano y Pedro Nel<br />
Gomez hicieron retratos suyos. Horacio Longas nos<br />
<strong>de</strong>jó una talla en ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su rostro y Ramón Betancur<br />
un busto en yeso. Muchos caricaturistas, entre<br />
ellos el gran Rendón, lo plasmaron. Periodistas cuidadosos<br />
como Rubayata, Luis Yagary, Jaime Barrera<br />
Parra y Orlando Perdomo dieron a la prensa artículos<br />
serios sobre su vida y su obra. Como prueba <strong>de</strong> que<br />
generaciones posteriores a la suya se preocuparon<br />
por su legado citaremos al poeta Óscar Hernán<strong>de</strong>z<br />
que afirma que “don <strong>Efe</strong> es uno <strong>de</strong> nuestros sagrados<br />
mitos” y que el novelista Manuel Mejía Vallejo publicó<br />
una selección <strong>de</strong> sus cuentos.<br />
33
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Lo han incluido en sus estudios, en el exterior, Kurt<br />
Levy, Seymour Menton y Enrique An<strong>de</strong>rson Imbert.<br />
Más recientemente hay textos extensos y profundos<br />
sobre su vida y su obra <strong>de</strong> Margarita <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo<br />
(su hija mayor <strong>de</strong>l matrimonio con doña Inés Agu<strong>de</strong>lo)<br />
y <strong>de</strong> Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong> Melo (su hija menor <strong>de</strong>l mismo<br />
matrimonio) o <strong>de</strong> estudiosos como Marta Fari<strong>de</strong> Estefan<br />
Upegui, Jorge Alberto Naranjo Mesa, Estela Córdoba,<br />
Mario Escobar y Nicolás Naranjo Boza. Las ediciones<br />
dirigidas por Jorge Alberto Naranjo Mesa no sólo han<br />
rescatado <strong>de</strong>l olvido muchos textos sino que las presentaciones<br />
<strong>de</strong> su obra que ha expuesto permiten ver<br />
un <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> que nadie hasta ahora había captado ni<br />
valorado tan justamente.<br />
No se recoge toda su obra aún porque las publicaciones<br />
originales no se han reunido todavía. En la<br />
década <strong>de</strong> los cuarenta, Balmore Álvarez García (que<br />
era yerno <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong>) publicó cuatro <strong>de</strong> los seis tomos<br />
que tenía proyectados <strong>de</strong> Obras completas (llamada<br />
“Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>”) en la editorial Bedout y esto<br />
ayudó dar a conocer su obra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces. Pero no<br />
es una edición completa y fuera <strong>de</strong> eso, allí aparecen<br />
por ejemplo “El paisano Álvarez Gaviria”, “Honni soit<br />
qui mal y pensé”, “Venga a nos el tu reino” o “Apuntes<br />
breves” sin que el editor indique la fuente <strong>de</strong> los mismos.<br />
Y se sabe <strong>de</strong> cuentos suyos perdidos…<br />
El lector pue<strong>de</strong> consultar más en la cronología que<br />
hemos hecho especialmente para esta edición <strong>de</strong><br />
“Palabra Viva”.<br />
ALGUNAS EDICIONES Y TRABAJOS PARA ENTRAR<br />
EN CONTACTO CON SU OBRA<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Almas Rudas. Primer tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />
Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />
Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 4 <strong>de</strong> Octubre <strong>de</strong><br />
1943. (Se reeditó como volumen 136 <strong>de</strong> la “Colección<br />
bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 24 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1973).<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Retorno. Segundo tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />
34
Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />
Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 10 <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong><br />
1944. (Se reeditó como volumen 139 <strong>de</strong> la “Colección<br />
bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 3 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1973).<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Guayabo negro. Tercer tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />
Director general <strong>de</strong> la edición: Balmore Álvarez G.<br />
Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 3 <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong><br />
1945. (Se reeditó como volumen 123 <strong>de</strong> la “Colección<br />
bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 20 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1978).<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Mi gente. Cuarto tomo <strong>de</strong> la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />
Director general <strong>de</strong> la edición Balmore Álvarez G.<br />
Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Tipografía Bedout, 1 <strong>de</strong> Septiembre<br />
<strong>de</strong> 1949. (Se reeditó como volumen 148 <strong>de</strong> la “Colección<br />
bolsilibros” <strong>de</strong> Ed. Bedout, el 21 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong><br />
1974. También se reeditó en la <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong>.<br />
<strong>Colombia</strong>: Unimedios, 2007.)<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Sus mejores páginas. Selección y prólogo <strong>de</strong> Clara <strong>Gómez</strong><br />
<strong>de</strong> Melo. Volumen 64. Me<strong>de</strong>llín: Ediciones autores<br />
antioqueños, 1991.<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Croniquillas y otros textos. Prólogo <strong>de</strong> Jorge Alberto<br />
Naranjo Mesa. Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>: Editorial <strong>Universidad</strong><br />
Pontificia Bolivariana, 1996.<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
En las minas. Selección y prólogo <strong>de</strong> Jorge Alberto<br />
Naranjo Mesa. Me<strong>de</strong>llín: <strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>,<br />
1997.<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890).<br />
Edición <strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Editorial<br />
<strong>Universidad</strong> EAFIT, 2006.<br />
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Guayabo negro y otros cuentos. Prólogo <strong>de</strong> Clarita <strong>Gómez</strong><br />
<strong>de</strong> Melo. <strong>Colombia</strong>: Panamericana Editorial Ltda., 2006.<br />
35
<strong>Gómez</strong>, <strong>Efe</strong>. (pseudónimo Francisco <strong>Gómez</strong> Escobar).<br />
Cuentos y Croniquilla. Presentación <strong>de</strong> Nicolás Naranjo<br />
Boza. Colección Palabras rodantes No. 3. Me<strong>de</strong>llín: El<br />
Metro/Comfama, 2007.<br />
Levy, Kurt L. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Clásicos colombianos Procultura.<br />
Bogotá: Procultura, 1992.<br />
Naranjo Boza, Nicolás. La filosofía en la obra <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong>. Investigación presentada al Instituto <strong>de</strong> Filosofía<br />
<strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Antioquia como parte <strong>de</strong>l<br />
grupo <strong>de</strong> investigación Filosofía y Literatura <strong>de</strong> dicho<br />
Instituto. 2009. Inédito aún.<br />
Nicolás Naranjo Boza<br />
Docente <strong>de</strong> tiempo completo ocasional <strong>de</strong>l<br />
Instituto <strong>de</strong> Filosofía, <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Antioquia.
POESÍA
POEMAS DE “CUADERNO DE MATERIA PRIMA<br />
(1890)”<br />
Soneto escrito en la clase <strong>de</strong> Retórica <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong><br />
<strong>de</strong> Departamento por mandato <strong>de</strong>l profesor el<br />
año <strong>de</strong> 1887. El tema que dio también el profesor fue<br />
el portero <strong>de</strong>l establecimiento, hombre gordo llamado<br />
Gordillo Da Da.<br />
La haz quebrada <strong>de</strong> la mar flotante<br />
surge gallarda Venus Citerea<br />
fíngela Fidias y en el mármol crea<br />
<strong>de</strong> la belleza el mol<strong>de</strong> palpitante.<br />
Los misteriosos mundos sueña el Dante<br />
en que el alma prescita gime rea,<br />
y en rotundas estrofas su alta i<strong>de</strong>a<br />
ofrece al mundo el vate <strong>de</strong>lirante.<br />
Forja armonías con potencia ignota<br />
Weber en medio <strong>de</strong> sus ansias fieras<br />
en que cada dolor tiene su nota.<br />
Todo cabe <strong>de</strong>l arte en las esferas<br />
excepto (y esto mi paciencia agota)<br />
<strong>de</strong> Gordillo las anchas posa<strong>de</strong>ras. 1<br />
38<br />
YYY<br />
1 Tomado <strong>de</strong> “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong>. Edición <strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Fondo<br />
Editorial <strong>Universidad</strong> EAFIT, 2006. pags. 58-59.
DOS VERSIONES DE UN POEMA<br />
En un rincón <strong>de</strong> la clase<br />
<strong>de</strong> puro atento abstraído<br />
medito sobre una curva<br />
viajera <strong>de</strong>l infinito<br />
que sobre el negro tablero<br />
va trazando un condiscípulo,<br />
curva que á una inflexible<br />
recta, en elegante giro<br />
se acerca siempre, sin nunca<br />
tocarla, y entre mí mismo<br />
con tristeza pienso: Cuántos<br />
seres, siguen el camino<br />
que un fatal <strong>de</strong>ber les traza<br />
o un imposible, y vecinos<br />
físicamente, entre ellos<br />
mirando un inmenso abismo<br />
siguen, tristes, resignados<br />
a juntarse en lo infinito.<br />
Escuela N. <strong>de</strong> Minas – 1890 – febrero 2<br />
ASÍMPTOTA<br />
En un rincón <strong>de</strong> la clase,<br />
<strong>de</strong> puro atento, abstraído,<br />
medito sobre una curva<br />
viajera <strong>de</strong> lo infinito<br />
que sobre el negro tablero<br />
analiza un condiscípulo.<br />
Curva que a una inflexible<br />
recta, en elegante giro,<br />
se acerca siempre, sin nunca<br />
alcanzarla.<br />
¡Ay! Asimismo<br />
(con tristeza pienso) viajan<br />
2 Ibid, pags. 17-18.<br />
39
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
tu <strong>de</strong>stino y mi <strong>de</strong>stino.<br />
Yo, por los negros fanales<br />
<strong>de</strong> tus ojos atraído<br />
como un errante cocuyo<br />
perenne hacia ti dirijo<br />
mi libre vuelo. Tú, asceta,<br />
a triste <strong>de</strong>ber uncido<br />
el corazón, recta encien<strong>de</strong>s<br />
la estela <strong>de</strong> tu camino...<br />
uno amante y otra austera...<br />
es triste. ¡Pudo haber sido!<br />
Hoy las hijas <strong>de</strong>l Alcal<strong>de</strong><br />
¿las recuerdas? Hanme dicho<br />
que en vestir santos empleas<br />
tus treinta abriles divinos...<br />
Pues me haré santo, ¡lo juro!<br />
Por el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l síndico<br />
saltaré a la sacristía<br />
y con sigilo infinito<br />
me <strong>de</strong>slizaré en la iglesia<br />
hasta el altar. En el nicho<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha está el santo<br />
que vistes tú: San Francisco<br />
<strong>de</strong> Asís. Como Amor me lleva<br />
me perdonará el divino<br />
y el seráfico. Y con maña<br />
lo colocaré a un ladito<br />
y <strong>de</strong> emoción tembloroso<br />
en el hierático nicho<br />
<strong>de</strong> nuestro amor asimptótico<br />
tal vez cruce infinito<br />
te esperase. Ya tus pasos<br />
resuenan en el recinto,<br />
ya llegas. Cierro los ojos,<br />
el corazón se hace un lío<br />
en mi garganta. Tus manos,<br />
tus manos nácar y armiño<br />
me palpan. Yo doy un brinco<br />
y mi cuerpo tembloroso<br />
en tu bello cuerpo ciño<br />
como el árbol el bejuco.<br />
40
Y tu sollozas: “¡Sacrílego!”<br />
y yo no veo tal tragedia<br />
en este divino idilio.<br />
“De suerte que cuando ye<br />
equivale a equis... Vos Quico<br />
dice el profesor ¿en dón<strong>de</strong><br />
tristura adiós – en dón<strong>de</strong><br />
se cortan, en dón<strong>de</strong> – dijo –<br />
va a tocar con ese cuerpo<br />
esa tangente?” – “En el nicho.”<br />
exclamo yo. Todos ríen.<br />
¡Pobre Quiko! ¡Pobre Quiko!<br />
1924 3<br />
YYY<br />
I<br />
El huracán soplaba<br />
Sobre un lecho <strong>de</strong> andrajos<br />
la madre se moría.<br />
De frío al par y <strong>de</strong> terror temblaba<br />
la hija aún pequeñuela<br />
junto a un candil que moribundo ardía.<br />
II<br />
El pobre padre, en tanto<br />
llevado a su pesar a ignota tierra<br />
a pelear en la guerra,<br />
cubierto <strong>de</strong> vendajes, macilento,<br />
<strong>de</strong> un hospital <strong>de</strong> sangre<br />
en un lecho <strong>de</strong> paja reclinado,<br />
insomne, silencioso,<br />
triste piensa en su hogar abandonado.<br />
III<br />
El tiempo corrió lento.<br />
Sobre el polvo sangriento<br />
<strong>de</strong> un campo <strong>de</strong> batalla<br />
3 Ibid. pags. 89-92.<br />
41
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
el padre sucumbió. Huérfana y sola<br />
la hija le espera en el hogar <strong>de</strong>sierto,<br />
cada noche entre sueños<br />
que a ella viene, en los términos <strong>de</strong>l huerto<br />
alegre le columbra...<br />
y el nuevo día su orfandad alumbra.<br />
IV<br />
En tanto lo que patria apellidamos<br />
su <strong>de</strong>samparo mira indiferente.<br />
¿Qué le importa que caiga sobre su ara<br />
horrible ya y hedionda<br />
con la sangre y el llanto y los harapos<br />
<strong>de</strong> cien generaciones,<br />
<strong>de</strong> sangre y llanto humano un nuevo chorro?<br />
Lo que a tigre hambrienta<br />
el convulso saltar <strong>de</strong> la aún sangrienta<br />
presa que <strong>de</strong>spedaza<br />
en su cubil, a par <strong>de</strong> su cachorro.<br />
42<br />
Me<strong>de</strong>llín – 1890 – abril 4<br />
YYY<br />
UN PRO QUID PRO QUO<br />
Din-dan, din-dan, din-dan; Así sonaba<br />
el esquilón ayer, mientras pasaba<br />
por una <strong>de</strong> esas calles<br />
al [s]eráfico con pompa conducido<br />
a la casa <strong>de</strong> un pobre moribundo<br />
y <strong>de</strong> la esquila al compasado ruido<br />
se postraba el tumulto reverente<br />
e inclinada la frente<br />
ante el Creador <strong>de</strong>l mundo.<br />
Solamente un muchacho campesino<br />
que a esta villa por vez primera vino,<br />
<strong>de</strong> pie permanecía<br />
4 Ibid. pags. 20-22.
abriendo tantos ojos y pensando<br />
que para qué sería<br />
todo aquello que estaba contemplando.<br />
Hasta que al fin vencido<br />
<strong>de</strong>l ejemplo común que tanto pue<strong>de</strong><br />
se arrodilló en silencio<br />
como quien se resigna mas no ce<strong>de</strong>.<br />
No bien el sacerdote hubo pasado<br />
púsose en pie con aire <strong>de</strong>scuidado<br />
y siguió su camino.<br />
Mas poco andado había<br />
cuando al fin <strong>de</strong> la calle que pasaba<br />
observó que a él venía<br />
lentamente avanzando<br />
un gran carro los aires asordando<br />
arrastrado <strong>de</strong> un mulo macilento<br />
que un pequeño esquilón llevaba asido<br />
agitado en su tardo movimiento<br />
metiendo asaz <strong>de</strong>sapacible ruido.<br />
Ante tanto aparato<br />
alelado se queda largo rato<br />
mas al fin se resuelve, y con presura<br />
se postra y reverente<br />
adora la basura<br />
y el carro juntamente;<br />
creyendo en su simpleza el pobre chico<br />
y es por <strong>de</strong>sgracia general creencia<br />
que el ruido y la balumba<br />
merecen reverencia.<br />
Pero ¿qué mucho que se engañe un simple<br />
si vemos cada instante<br />
por apariencias meras<br />
socieda<strong>de</strong>s enteras<br />
<strong>de</strong> los hombres juzgando?<br />
Cuántos quizás <strong>de</strong> los que admira el mundo<br />
ingenios sin segundo<br />
<strong>de</strong>ben su fama a un exterior bruñido<br />
que es la huera armadura<br />
que encierra lo que el carro <strong>de</strong> basura. 5<br />
5 Ibid. pags. 59-61.<br />
43
DOS DE LOS POEMAS PUBLICADOS<br />
EN SU VIDA
DE UN PÁRRAFO DE STENDHAL<br />
(A Arturo Johnson)<br />
¡No! nuestra juventud no es valerosa.<br />
Y no digáis que sí, porque sin miedo<br />
a veces en los campos <strong>de</strong> batalla<br />
arrostre la metralla<br />
o en los tumultos que enloquece el vino<br />
el puñal que levantan ebrias manos:<br />
eso frecuentemente es indolencia,<br />
por la vida culpable indiferencia.<br />
Mas el sano valor, el entusiasmo,<br />
el gozo puro <strong>de</strong> vivir trocose<br />
en cobar<strong>de</strong> marasmo,<br />
y esta generación entristecida<br />
cruza bajo la pura luz <strong>de</strong>l cielo<br />
hastiada <strong>de</strong> la vida.<br />
Las pasiones augustas que ennoblecen<br />
ríe cruel o escéptica analiza;<br />
el tibio hogar <strong>de</strong>l corazón escarba<br />
y avienta la ceniza.<br />
Y en medio a su pueril escepticismo<br />
huye el Amor porque le tiene miedo,<br />
el miedo vil que engendra el egoísmo.<br />
Y es que esas almas frías no conciben<br />
que los mismos <strong>de</strong>shechos huracanes<br />
<strong>de</strong> dudas dolorosas y <strong>de</strong> afanes<br />
que levanta el Amor, al par que encien<strong>de</strong>n<br />
el mar <strong>de</strong>l existir <strong>de</strong> crespas olas,<br />
las flojas velas <strong>de</strong> la nave tien<strong>de</strong>n;<br />
hácenla retemblar, cual se estremece<br />
brioso corcel que siente el acicate,<br />
y por sobre las olas la levantan<br />
y gallarda la impelen,<br />
<strong>de</strong> los mares señora<br />
¡gloriosa y vencedora!<br />
octubre <strong>de</strong> 18976 6 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />
45
46<br />
LEYENDO A DANTE 7<br />
(A Gabriel Latorre)<br />
Amor, ch´a nullo amato amar perdona…<br />
(Dante. - L´Inferno. Canto V)<br />
“¡Que Amor obliga a amar al que es amado!”<br />
- dijo, alzando <strong>de</strong>l libro la cabeza<br />
con gesto doloroso <strong>de</strong> extrañeza -<br />
“¡Muy <strong>de</strong> otro modo el mundo anda enredado!”<br />
“¡Y <strong>de</strong>círmelo a mí, que he <strong>de</strong>vorado<br />
<strong>de</strong> este amor, que él ignora, la tristeza;<br />
que <strong>de</strong> dolor me muero, y por fiereza<br />
mantengo el corazón amordazado!<br />
¡Que Infierno el tuyo, oh Dante, en que pusiste<br />
dos amantes en dulce abrazo opresos<br />
y en ósculos sus bocas confundiste!<br />
¡Ay! El infierno <strong>de</strong> mi amor no es <strong>de</strong> esos.<br />
Oye, y apren<strong>de</strong> qué es un alma triste:<br />
¡Conmigo enterrarán todos mis besos!”<br />
ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />
Comercio. Año I, no. 2, octubre <strong>de</strong> 1897. pag. 91.<br />
7 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” Ibid. Año II, no. 14, enero <strong>de</strong><br />
1899. pag. 67.
PROSAS ESCRITAS DURANTE SU EPOCA<br />
DE ESTUDIANTE
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Hablando en doblones ¿cuál es mi situación actual?<br />
A <strong>de</strong>cir verdad, la más ambigua posible y a la vez la<br />
más clara. Porque sólo un camino hay y uno sólo que<br />
<strong>de</strong>ba seguir, es a saber: estudiar. No otro porvenir se<br />
me ofrece que el que, con ayuda <strong>de</strong> Dios se entien<strong>de</strong>,<br />
pero sólo <strong>de</strong> Dios, me abra yo con mis propias fuerzas.<br />
Eso me dice mi conciencia, y no solamente ella, que<br />
mis amigos genuinos (los pocos que por tales tengo)<br />
me lo amonestan con sinceridad. De suerte que <strong>de</strong><br />
mi <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> – humanamente hablando – mi porvenir.<br />
Por tanto valor y ole morena, que sería <strong>de</strong>sesperante<br />
ver a mis actuales camaradas vencer en la lucha <strong>de</strong> la<br />
vida, mientras yo relegado al olvido, por mi culpa ni<br />
aún <strong>de</strong>recho tuviera <strong>de</strong> entrar en lid.<br />
Con que manos “a la obra”. No hay esfuerzo que<br />
no tenga recompensa. Y si por causas superiores a lo<br />
humano fracaso, aún me quedará la satisfacción <strong>de</strong><br />
haber hecho lo posible y ningún remordimiento ni disgusto<br />
<strong>de</strong> mí mismo ¡ay! mi torcedor perenne, vendrá a<br />
mortificarme en mi <strong>de</strong>cepción, si es que por fuerza he<br />
<strong>de</strong> tenerla; que si no, y el éxito corona mis esfuerzos,<br />
oh, entonces ben<strong>de</strong>ciré a Dios, seré un hijo digno <strong>de</strong><br />
mi madre, viviré lo feliz que en el mundo pue<strong>de</strong> el<br />
hombre serlo y moriré contento.<br />
Tu ayuda pues oh Dios mío, tu bendición madre<br />
querida y - Laboremus.<br />
Me<strong>de</strong>llín – 1889 – marzo 4 8<br />
48<br />
YYY<br />
Arte <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir todo lo que quiere <strong>de</strong>cirse como quiere<br />
<strong>de</strong>cirse. Así <strong>de</strong>finiría yo la retórica. Pero es el caso que<br />
esa es una facultad individual y por tanto incomunicable<br />
por lo que siempre he creído que qué arte ni que<br />
pan caliente. Las figuras <strong>de</strong> retórica son algo como lo<br />
8 “Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Edición<br />
<strong>de</strong> Nicolás Naranjo Boza. Me<strong>de</strong>llín: Fondo Editorial EAFIT,<br />
2006. pags. 22-24.
que se llama en mineralogía cristalografía (cacofonía<br />
llamaría cualquiera esta mi algarabía) digo que no<br />
son las figuras <strong>de</strong> retórica sino mol<strong>de</strong>s que sacados a<br />
posteriori <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s poetas quieren<br />
algunos tipos aplicarlas a priori a todo lo que ha <strong>de</strong> salir<br />
en lo futuro <strong>de</strong> las fantasías <strong>de</strong> los nacidos. Es como<br />
si dijeran: “Los gran<strong>de</strong>s poetas antiguos escribieron<br />
bellamente y escribieron <strong>de</strong> tal modo luego lo bello no<br />
pue<strong>de</strong> ser sino <strong>de</strong> ese tal modo.” Y lo peor es, todavía<br />
hay gentes que toman esas reglas, que ellos llaman,<br />
en la memoria y se dicen retóricos y se constituyen<br />
en jueces <strong>de</strong> los que se escribe.<br />
Cada que eso veo me parece estar escuchando a<br />
un sabio botánico antiguo, pero tanto que aprendió su<br />
ciencia cuando cubría la tierra esa flora lujuriosa que<br />
hoy yace en hulla convertida formando costras inmensas;<br />
digo que me parece oír a un sabio tal con<strong>de</strong>nando<br />
la actual vegetación por que <strong>de</strong>bido a la cultura han<br />
aparecido producciones nuevas sin observar que a<br />
cambio <strong>de</strong> condiciones atmosféricas y climatológicas<br />
en general ha <strong>de</strong> venir forzosamente cambio en lo por<br />
tales agentes producido. 9<br />
YYY<br />
Todos comenzamos por querer amoldar la vida a<br />
nuestros antojos y acabamos por amoldarnos a los<br />
antojos <strong>de</strong> la vida.<br />
Marzo 9 <strong>de</strong> 1899, Me<strong>de</strong>llín 10<br />
YYY<br />
Para vivir alegremente vale más una naturaleza<br />
dulce que todas las filosofías. 11<br />
9 Ibid. pags. 55-56.<br />
10 Ibid. pag. 22.<br />
11 Ibid. pag. 55.<br />
49
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
50<br />
YYY<br />
Cada día me convenzo más <strong>de</strong> que estudiar es orar. 12<br />
YYY<br />
El hombre consi<strong>de</strong>rado en sus relaciones con<br />
Dios en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la gracia se me parece al vidrio<br />
<strong>de</strong> un espejo colocado en una cámara oscura y que<br />
recibe por una agujero los rayos <strong>de</strong>l sol, el cual, si<br />
está perfectamente limpio, no se ve él sino la imagen<br />
<strong>de</strong>l sol, tan viva, que compite en brillo con el mismo<br />
foco <strong>de</strong> que emana; empero arrojad polvo sobre él y<br />
todavía veréis el sol reflejado, eso sí, pero también el<br />
espejo hecho visible por el cuerpo que lo empaña. Así<br />
el hombre purificado por la penitencia y el sufrimiento<br />
espejo es <strong>de</strong> la divinidad y, empañado por la culpa,<br />
es un vidrio que aunque refleja a Dios se <strong>de</strong>ja ver con<br />
toda su miseria. 13<br />
YYY<br />
En toda la fuerza <strong>de</strong> mi escepticismo tropecé con<br />
tu mirada llena <strong>de</strong> ignorancias. He aquí me dije un<br />
bello <strong>de</strong>spertar; era el momento en que te frotabas<br />
los ojos <strong>de</strong>l alma como el que <strong>de</strong>spierta cada mañana.<br />
Mira: en tanto creas en ti misma el mundo te parecerá<br />
hermoso. Empero, teme el momento en que comience<br />
para ti esta que actualmente me posee anemia <strong>de</strong>l<br />
alma. Ay, la vida se irradia a sí misma en alegría y<br />
entusiasmo y cuando ya nuestro ser está frío como<br />
un hogar apagado, en vano pedimos a lo exterior lo<br />
que tanto prodigamos, y el frío y la oscuridad que<br />
llevamos en nosotros enfrían y oscurecen cuanto nos<br />
ro<strong>de</strong>a, y entonces todo lo vemos sombrío, y la única<br />
esperanza es que tras este ocaso hemos <strong>de</strong> tener una<br />
aurora <strong>de</strong> día entero. Oh niña feliz, tú, si tras ese tu<br />
bello <strong>de</strong>spertar amaneciera tu alma en su verda<strong>de</strong>ro<br />
12 Ibid. pag. 52.<br />
13 Ibid. pags. 80-81.
horizonte sin tener que pasar por la fría y brumosa<br />
tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sengaño.<br />
Setiembre 24 / 90 14<br />
YYY<br />
Cosa extraña es uno mismo. Tan pronto lo posee<br />
la <strong>de</strong>sesperación como le sonríe la esperanza engendrando<br />
bienestar y calma, y todo a veces lo hace una<br />
palabra, un gesto, un fácil digestión. ¡Qué cosa tan<br />
compleja es la vida! Se compone <strong>de</strong> nonadas que se<br />
extien<strong>de</strong>n en lucubraciones <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ncia infinita.<br />
Se me parecen los actos humanos a las líneas rectas<br />
in<strong>de</strong>finidas: la dirección el ángulo, como quien dice,<br />
con un eje dado (que en lo moral bien pudiera ser sin<br />
gran metáfora el <strong>de</strong>ber) es todo en ellas, es lo que<br />
<strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong> su convergencia o paralelismo <strong>de</strong> todas sus<br />
relaciones en fin. Y cuán lejos no se pudiera llevar la<br />
analogía – las soluciones imaginarias √-a como quien<br />
dice representarían los sueños, las locuras <strong>de</strong> cerebros<br />
anormales. Las asímptotas los anhelos insaciables. ¡Las<br />
tangentes símbolo <strong>de</strong> cuántas cosas no serían!<br />
¡Pero el ángulo! El ángulo sobre todo. Sí: él <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>;<br />
estudiadlo siempre, el os dará en análisis geométrico la<br />
ecuación <strong>de</strong> la línea y en análisis ético la legitimidad o<br />
ilegitimidad <strong>de</strong> la acción, <strong>de</strong>spués nada os importe que<br />
la línea es fatal en su prefijada dirección y la justicia<br />
<strong>de</strong> Dios inmutable como su esencia.<br />
(Me<strong>de</strong>llín 8 <strong>de</strong> setiembre) 15<br />
14 Ibid. pags. 61-62.<br />
15 Ibid, pags. 53-55.<br />
51
PROSAS PUBLICADAS DESPUÉS<br />
DE GRADUARSE
INOFENSIVO<br />
Es un hombre <strong>de</strong> esos que cogen taco, como dicen.<br />
Y yo le sacaba el cuerpo hacía días. Sabía que me<br />
tenía preparado un párrafo.<br />
Pero esa tar<strong>de</strong> no hubo remedio. Ambos íbamos <strong>de</strong><br />
paseo, y emparejamos.<br />
—Leí tu artículo – me dijo no más me hubo saludado.<br />
—¡Ajá! ¿Y qué?<br />
—Pues creo que esa no es la labor <strong>de</strong>l arte verda<strong>de</strong>ro.<br />
Para mí tengo que la lectura que como ésa no nos eleva,<br />
no nos hace mejores, es malsana y <strong>de</strong>be eliminarse.<br />
¡Y no sabes tú la institución que atacas!<br />
—Pero si yo no he atacado nada. ¿Sabes lo que hay?<br />
Es que las gentes <strong>de</strong> su generación son románticas<br />
hasta los tuétanos.<br />
—¡Románticas! Bueno está. ¿Acaso crees que ese tu<br />
modo <strong>de</strong> ver las cosas ha <strong>de</strong> durarte? Se conoce que no<br />
has sentido esas melancolías negras que se apo<strong>de</strong>ran<br />
<strong>de</strong> los célibes <strong>de</strong> cuarenta como yo (tiene cincuenta)<br />
cuando asistimos a una tertulia <strong>de</strong> familia en casa<br />
<strong>de</strong> un amigo <strong>de</strong> la infancia, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus hijos, y<br />
adivinamos una dicha serena, escondida, vedada irremisiblemente<br />
para nosotros.<br />
Mira: Cuando estamos jóvenes vivimos vida íntima con<br />
amigos que participan <strong>de</strong> todos nuestros proyectos,<br />
se interesan por todos nuestros asuntos; pero la vida<br />
va corriendo, y a cada instante nos arrebata algo: la<br />
tumba, el <strong>de</strong>shonor, la miseria que abate y avergüenza<br />
van engullendo a los que amamos y nos aman. Y la<br />
soledad va creciendo en torno nuestro. Y nos co<strong>de</strong>amos<br />
53
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
con otras generaciones que ni nos conocen ni conocemos.<br />
Hasta la Naturaleza parece ser otra. Paisajes<br />
enteros van cambiando. El río mismo, al correr, ha<br />
cegado con arena el charco en que nos bañamos <strong>de</strong><br />
niños. ¡Ah! y nosotros los célibes que no nos retiramos<br />
a tiempo a la sombra con una esposa dulce, creada en<br />
nuestro mismo medio, nutrida con las mismas auras<br />
<strong>de</strong> juventud que a nosotros nos nutrieron, con quien<br />
po<strong>de</strong>r recordar, en quien po<strong>de</strong>r aspirar perfumes <strong>de</strong> la<br />
juventud ya ida, como aspira el <strong>de</strong>sterrado con <strong>de</strong>licia<br />
el tiesto con tierra y flores <strong>de</strong> la patria…..<br />
Y es justo lo que nos suce<strong>de</strong> – continuó -. Tratamos<br />
<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> todas las ventajas que la sociedad nos<br />
ofrece, sin volverle nada en cambio, y encontramos la<br />
venganza en nosotros mismos. En amor, por ejemplo,<br />
buscamos lo banal y huímos, egoístas, sus <strong>de</strong>más goces,<br />
si menos vivos, apacibles y tranquilos, sin fijarnos<br />
en que, dislocando esa pasión que por sí forma un todo<br />
armónico cuya evolución está sabiamente calculada<br />
para una vida, <strong>de</strong>sequilibramos nuestro ser, lo fatigamos,<br />
recomenzando a amar cuando <strong>de</strong>bíamos estar ya<br />
<strong>de</strong>scansando en la segunda etapa, en la etapa tranquila<br />
en que la sensualidad punzante ha sido reemplazada<br />
por afectos más serenos. Y entonces mal<strong>de</strong>cimos <strong>de</strong><br />
la vida, porque la sensitividad gastada no respon<strong>de</strong><br />
al <strong>de</strong>seo, cada día más loco. Quisiéramos amar, amar<br />
<strong>de</strong> veras, recorrer la gama entera <strong>de</strong>l amor con sus<br />
alegrías y sus tristezas, recibir en nuestros brazos un<br />
hijo, preocuparnos por su suerte, temblar por lo que<br />
pueda suce<strong>de</strong>rle, y <strong>de</strong>sembarazarnos así <strong>de</strong> este viejo<br />
yo, y la soledad en que nos vemos es la venganza <strong>de</strong><br />
las leyes más hondas <strong>de</strong> la vida, la venganza que sentía<br />
sobre sí el viejo Fausto <strong>de</strong> Goethe, la que sienten<br />
los Faustos <strong>de</strong> todos los ór<strong>de</strong>nes, los que corriendo<br />
tras la ciencia, o la riqueza, o la gloria, o el <strong>de</strong>leite,<br />
no advierten que son fuerzas vivas integrantes <strong>de</strong> un<br />
todo armónico y no meros espectadores que en medio<br />
<strong>de</strong> su egoísta diletantismo, olvidan la ley única <strong>de</strong> la<br />
existencia: la oportunidad. Sí: la oportunidad. Comenzar<br />
a amar cuando todavía somos jóvenes. No sabes<br />
tú lo que se pier<strong>de</strong> no haciéndolo. Porque el amor, el<br />
amor que ha <strong>de</strong> durar, requiere juventud, y la juventud<br />
54
no se repite: que ella no es sólo salud, pujanza; no,<br />
que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo esto, es un momento psicológico<br />
único, que presupone otras vidas que vibren al unísono<br />
<strong>de</strong> la nuestra, unas mismas estrofas en la boca, unos<br />
mismos i<strong>de</strong>ales en el alma.<br />
¡Ah! y los que fueron jóvenes conmigo, hoy transitan,<br />
resignados los unos, tristes vencidos los otros, dichosos<br />
los menos, sus propios caminos, abstraídos. Y<br />
yo los veo pasar, y me quedo solitario. La mujer que<br />
amé es ya madre y abuela, y ni siquiera recuerda que<br />
nuestras vidas se cruzaron un instante. El amigo íntimo<br />
me estrecha la mano y pasa <strong>de</strong> largo. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse<br />
que ni patria tengo, porque para los viejos, a más <strong>de</strong>l<br />
suelo, la patria la constituyen gentes con quienes nos<br />
ligue comunidad <strong>de</strong> recuerdos, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengaños, que<br />
hayan recorrido unos mismos caminos a par nuestro.<br />
¿Qué me resta, pues, a mí en la vida? ¿Qué <strong>de</strong>recho<br />
me asiste, por ejemplo, para uncir al remo, en la vieja<br />
galera <strong>de</strong> mis cuarenta y tantos a una pobre niña,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber gastado la vida en placeres egoístas?<br />
Tan solitario, o más que ahora, me encontraría al<br />
lado suyo. ¿Y ella? Figúrate lo que sentiría al verme,<br />
a mí, su marido, con gorro <strong>de</strong> dormir, la boca hundida<br />
como la cicatriz <strong>de</strong> una fístola, en tanto que mi <strong>de</strong>ntadura<br />
– toda una mandíbula con dientes blanquísimos<br />
engastados en caucho rojo pálido – se moriría <strong>de</strong> risa<br />
sobre mi mesa <strong>de</strong> noche.<br />
Comprendió que había ido <strong>de</strong>masiado lejos, y se<br />
calló. Yo, que vi que asistía a una confesión sincera,<br />
seguí en silencio.<br />
Así continuamos buen rato.<br />
Luego prosiguió:<br />
—Suce<strong>de</strong> con estas cosas como con el espíritu <strong>de</strong><br />
sacrificio que el Cristianismo aportó al mundo. ¿Por<br />
qué hemos <strong>de</strong> sacrificar la vida y sus alegrías? nos<br />
preguntamos cuando el vivir gravita dulcemente sobre<br />
nosotros. ¿Acaso Dios pue<strong>de</strong> complacerse en los<br />
martirios voluntarios <strong>de</strong> la criatura? ¿A qué esa sed <strong>de</strong><br />
sacrificio? Pero esperad a que un gran dolor torture el<br />
55
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
alma. Entonces vemos que ninguna <strong>de</strong> nuestras máximas<br />
es po<strong>de</strong>rosa a consolarnos; antes el alma como<br />
que necesita salirse <strong>de</strong> todo eso que fue la compañía<br />
falaz <strong>de</strong> su bienestar y que ahora la abandona, como<br />
cortesanos que vuelven a su señor la espalda en la<br />
adversidad. Y entonces compren<strong>de</strong>mos que en el sacrificio,<br />
en la abnegación, en la aceptación <strong>de</strong>l dolor<br />
augusto como amigo y no como antagonista <strong>de</strong> la vida,<br />
se encuentra el consuelo.<br />
Tal en la vida común el matrimonio. Tú verás <strong>de</strong><br />
qué han <strong>de</strong> servirte tus filosofías, tus estéticas, cuando<br />
la vida se te ponga triste. Has <strong>de</strong> ver el <strong>de</strong>sconsuelo<br />
que se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> ti, cuando contemples irse, mar<br />
<strong>de</strong> lo imposible a<strong>de</strong>ntro, esa visión que flota siempre<br />
tácita en todos nuestros asuntos, <strong>de</strong> una mujer amada<br />
en un hogar tranquilo, dando calor al corazón aterido<br />
y llenando estas soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l alma que se agrandan<br />
cada día más, que la amistad no llena. Pero ojalá que<br />
nunca te suceda.<br />
Llegamos en esto a una esquina. Se <strong>de</strong>spidió y<br />
tomó por una calle, a la <strong>de</strong>recha. Me paré a observarlo.<br />
A los pocos pasos vi que seguía los airosos <strong>de</strong> una<br />
moza liviana.<br />
¡Oh vida, vida inagotable! – pensé – ¡tú tienes<br />
tristezas y consuelos para todos!<br />
Lo que es hoy no se suicida.<br />
Me<strong>de</strong>llín, noviembre <strong>de</strong> 1895. 16<br />
16 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />
ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />
Comercio. Año II, no. 16, marzo <strong>de</strong> 1899. pags. 134-136.<br />
56
FRAGMENTOS I DÚO<br />
Des<strong>de</strong> allí, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el corral engramado <strong>de</strong> una<br />
casita <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> las la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l Cuchillón, Pedro y<br />
su novia Margarita mira ban hacia el valle don<strong>de</strong> se<br />
asienta Me<strong>de</strong>llín. No hablaban ya, di chosos <strong>de</strong> hallarse<br />
así el uno al lado <strong>de</strong>l otro y en silencio, tocados <strong>de</strong><br />
la melancolía que sigue á las gran<strong>de</strong>s expansiones.<br />
El sol se había escondido. La claridad <strong>de</strong>l cielo, arrebolado,<br />
se filtraba insegura sobre el mundo. Allá don<strong>de</strong><br />
la montaña reposa en la llanura entre los repliegues<br />
profundos <strong>de</strong> sus flancos, reinaba ya la noche; y más<br />
acá, sobre el abierto valle, flotaba un ambiente, mezcla<br />
discreta <strong>de</strong> luz y <strong>de</strong> tinieblas en cuyo seno se iban<br />
fundiendo todos los matices <strong>de</strong>l ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> arboledas y<br />
sembrados, el rojo <strong>de</strong> los techos <strong>de</strong> la villa, el blanco<br />
<strong>de</strong> sus pare<strong>de</strong>s y sus torres.<br />
Luego las campanadas <strong>de</strong>l Ángelus corrieron el<br />
silencio. Después más nutridas en el recinto <strong>de</strong> la<br />
ciudad, diseminadas en el valle y sus la<strong>de</strong>ras, fueron<br />
encendiéndose luces <strong>de</strong> faroles y <strong>de</strong> hogares.<br />
Las sombras cerrando más y más su círculo, iban<br />
borrando el mundo exterior y acorralando las almas<br />
en el recinto <strong>de</strong> las conciencias.<br />
Por la <strong>de</strong> Pedro cruzaban cosas tristes. Pensaba en<br />
su situación con respecto a Margarita: un movimiento<br />
<strong>de</strong> simpatía irreflexivo, alegre, habíalos impulsado el<br />
uno al otro, y allí a la sombra <strong>de</strong> la amistad y la costumbre,<br />
había germinado el amor. Amor gran<strong>de</strong> y po<strong>de</strong>roso<br />
en ella para quien llegaba entonces la opulenta<br />
pubertad, llenando <strong>de</strong> ensueños el misterio <strong>de</strong> su alma<br />
y cuajando <strong>de</strong> redon<strong>de</strong>cos su cuerpo incomparable.<br />
Y él también habría acabado por amarla. Pero un<br />
sentimiento más vivo, una pasión dolorosa casi, consumía<br />
las mejores energías <strong>de</strong> su alma.<br />
Pedro era un diletante. Poseía uno <strong>de</strong> esos cerebros<br />
que vibran a todas las i<strong>de</strong>as como un ojo bien<br />
conformado a todos los matices <strong>de</strong> la luz, un cerebro<br />
incapaz por la plenitud misma <strong>de</strong> su percepción, <strong>de</strong><br />
esas fijezas <strong>de</strong> voluntad <strong>de</strong> los hombres llamados<br />
57
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
prácticos. Habíase entregado a viajes dilatadísimos,<br />
si no profundos por los campos <strong>de</strong> las filosofías, <strong>de</strong><br />
las ciencias y <strong>de</strong> la literatura, y como era novelero y<br />
vigoroso y trataba <strong>de</strong> hacer dar a su sensibilidad la<br />
misma nota que vibraba en su cerebro, impregnado<br />
<strong>de</strong> no sé qué i<strong>de</strong>as sobre el valor real <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong>l<br />
matrimonio, habíase lanzado a experiencias locas en<br />
la época en que también soplaban en su alma los aires<br />
que hacen germinar el amor, dando por resultado el<br />
que <strong>de</strong>jara su corazón allí don<strong>de</strong> otros sólo <strong>de</strong>jan su<br />
apetito.<br />
Y esta era su lucha amarga. Su dignidad <strong>de</strong> hombre,<br />
las fibras más nobles <strong>de</strong> su corazón, las que tenían<br />
todavía impresa la huella <strong>de</strong> la presión <strong>de</strong>licada <strong>de</strong> las<br />
manos <strong>de</strong> su madre cuando las amoldaba para el bien,<br />
el sentimiento <strong>de</strong> quien era, todo, todo le gritaba: ama<br />
a Margarita, hazte hombre, sacu<strong>de</strong> ese yugo. Pero un<br />
lazo obscuro, una atracción cruel y acre <strong>de</strong> animalidad,<br />
algo como el dominio malsano <strong>de</strong>l hipnotizador sobre<br />
la histérica, tenían sujeta su voluntad a los pies <strong>de</strong> una<br />
criatura cruel e indigna.<br />
Margarita, por el contrario, experimentaba ese<br />
bienestar <strong>de</strong>l que ama por el solo hecho <strong>de</strong> estar cerca<br />
<strong>de</strong>l objeto amado. Bienestar que es como una tregua<br />
<strong>de</strong> esa serie <strong>de</strong> anhelos, <strong>de</strong> cuidados, <strong>de</strong> conjeturas, <strong>de</strong><br />
sobresaltos, que componen la ausencia. Y embriagada<br />
<strong>de</strong> confianza como todo ser débil, al lado <strong>de</strong> aquellos en<br />
quienes confía y a quienes ama, recordaba sonriéndose<br />
todos los presentimientos tristes <strong>de</strong> sus largas horas <strong>de</strong><br />
soledad. Recordó la última noche pasada en la ciudad,<br />
víspera <strong>de</strong> su viaje al Cuchillón, en que Pedro <strong>de</strong>bía ir<br />
a verla. Lo esperó hasta tar<strong>de</strong> recostada a la baranda<br />
<strong>de</strong>l balconcito, escuchando todos los ruidos <strong>de</strong> la calle.<br />
Cada que allá en un extremo oía tropel <strong>de</strong> pasos, se<br />
ponía a escuchar casi sin respirar <strong>de</strong> puro atenta. Unas<br />
veces el taconeo se iba <strong>de</strong>bilitando hasta per<strong>de</strong>rse; era<br />
gente que <strong>de</strong>sembocaba en la calle y se alejaba. Otras<br />
veces el ruido se iba abultando, se acercaba. Cuando<br />
llegaba <strong>de</strong>bajo, al frente <strong>de</strong>l portón, ella suspendía el<br />
aliento. Esperaba oír <strong>de</strong>tenerse el grupo, oír <strong>de</strong>cir a los<br />
amigos: “hasta mañana,” y luego las pisadas conocidas<br />
<strong>de</strong> Pedro resonar en el zaguán. Pero el grupo iba<br />
pasando y se alejaba. Así se estuvo hasta bien tar<strong>de</strong>,<br />
58
hasta que ya no pasaba nadie. Luego se retiró a su<br />
alcoba toda triste. Ya acostada no podía dormirse. Se<br />
le ocurrían tantas cosas.<br />
Se quedó al fin dormida. Ojalá no. Empezó a soñar<br />
<strong>de</strong> Pedro cosas horribles: que era muy malo, en fin,<br />
una pesadilla, y lloraba en sueños y <strong>de</strong>spertó llorando<br />
y cuando vio que había sido un sueño se arrodilló en<br />
la cama a rezar y rezó mucho. Luego se sentó en el<br />
lecho acurrucada, luchando con el sueño y rogando a<br />
la Virgen que no la <strong>de</strong>jara volver a dormir, que no la<br />
<strong>de</strong>jara volver a soñar. De golpe, al pie <strong>de</strong> la ventana,<br />
estalló vibrante una bandola, casi al mismo instante<br />
una guitarra, luego una voz clara y limpia, la voz <strong>de</strong><br />
Vergara, se elevó cantando amores. Sintió un estremecimiento<br />
dulce recorrer su piel bajo las colchas.<br />
Pedro estaba allí, la quería más aún: había querido<br />
sorpren<strong>de</strong>rla agradablemente. ¡Oh, haber soñado eso<br />
<strong>de</strong> él! Cierto que ella no tenía la culpa.<br />
Y al llegar aquí <strong>de</strong> sus recuerdos, llevada <strong>de</strong> esa<br />
necesidad <strong>de</strong> expansión que la dicha engendra, volviose<br />
a Pedro y le dijo:<br />
—¿A que no adivinas en qué estoy pensando?<br />
—Pues no acierto, contestó este, abstraído.<br />
—Pues mira, bobito, pensaba en la última serenata<br />
que me diste.<br />
Pedro no respondió; sentía vergüenza al recordar<br />
lo que la tal serenata había sido. La hora <strong>de</strong> ir a casa<br />
<strong>de</strong> su novia lo cogió en una cantina con la cabeza embolatada.<br />
De allí salió ya muy tar<strong>de</strong> dando traspiés.<br />
Cruzose con unos músicos que iban <strong>de</strong> parranda y<br />
diose a correrla con ellos. Cuando llegó al pie <strong>de</strong> las<br />
rejas <strong>de</strong> su novia estaba exhausto por el insomnio y el<br />
alcohol. Comenzaron la serenata y mientras él asiose<br />
fuertemente <strong>de</strong> los barrotes <strong>de</strong> la ventana hundió la<br />
frente entre los brazos y estúpidamente, sin sentido<br />
cabal, percibiendo a trechos fragmentos <strong>de</strong> canción<br />
que rodaban en su cabeza maquinalmente, se estuvo<br />
largo rato. Luego sintió arcadas, llenósele la boca <strong>de</strong><br />
un líquido amargo, y un chorro inmundo fue a manchar<br />
los muros blancos tras los cuales Margarita, su novia,<br />
la niña intacta y pura, acurrucada en su blanco lecho<br />
<strong>de</strong> doncella, tiritaba <strong>de</strong> emoción…..<br />
59
60<br />
YYY<br />
Y continuaron en silencio, cada cual entregado a<br />
los pensamientos a que su estado <strong>de</strong> ánimo lo llevaba.<br />
YYY<br />
Era el cuarto día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l plenilunio. El cielo,<br />
que al principio <strong>de</strong> la noche había estado negro intenso,<br />
permitiendo que se vieran sobre su obscuro<br />
fondo hasta el polvo fosforescente <strong>de</strong> las nebulosas,<br />
empezaba a ser alumbrado por la luna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> regiones<br />
muy bajas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allá <strong>de</strong> las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
los horizontes <strong>de</strong>l Oriente. E íbase tornándose <strong>de</strong> una<br />
transparencia opalina don<strong>de</strong> no lucían ya las estrellas<br />
pequeñas, parpa<strong>de</strong>aban débilmente las <strong>de</strong> mediana<br />
magnitud y se <strong>de</strong>stacaban sólo las estrellas gran<strong>de</strong>s,<br />
las que señalan el esqueleto <strong>de</strong> las constelaciones.<br />
A cada instante los rayos <strong>de</strong> la luna herían regiones<br />
más bajas <strong>de</strong> la atmosfera. Algunas nubes altas nadaban<br />
ya en sus efluvios. Luego otras más bajas, las<br />
que reposaban sobre las cumbres <strong>de</strong> las montañas <strong>de</strong><br />
Occi<strong>de</strong>nte. Después, las cumbres mismas <strong>de</strong> los montes.<br />
Y la argentada mancha fue <strong>de</strong>scendiendo por sus<br />
flancos. Y las brumas que dormían sobre la atmosfera<br />
dormida <strong>de</strong>l valle y <strong>de</strong> la villa brillaron como polvo<br />
luminoso. Y la mancha tocaba ya en el valle. Y ellos<br />
<strong>de</strong> cara al Occi<strong>de</strong>nte la miraban avanzar. Y la luz lamía<br />
las copas <strong>de</strong> los árboles, el haz <strong>de</strong> las sabanas y los<br />
relieves <strong>de</strong> las faldas. Y las sombras se albergaban en<br />
los sen<strong>de</strong>ros escondidos, en las gargantas hondas, en<br />
las arboledas y los setos. Y los edificios <strong>de</strong> la ciudad<br />
heridos casi normalmente fueron mostrando sus blancas<br />
superficies, lenta y dulcemente, como en plácida<br />
sonrisa. Después, mucho más cerca, sobre la arena <strong>de</strong><br />
la carretera <strong>de</strong> Buenosaires, recortaron los árboles sus<br />
sombras alargadas. Luego allí al alcance <strong>de</strong> la mano las<br />
hojas <strong>de</strong> los chagualos y los caunces, brillaron como<br />
si fueran <strong>de</strong> metal bruñido….. Volviéronse al Oriente:<br />
sobre el azul luminoso alzábase gloriosa la reina <strong>de</strong> la<br />
noche, caballera sobre la negra y fantástica silueta <strong>de</strong><br />
Pan<strong>de</strong>azúcar y Santaelena.
A sus rayos, Margarita lució como un mármol,<br />
mucho más hermosa que la luna, cuyos rayos se quebraban<br />
sobre su frente alta y noble, en su boca intacta<br />
y húmeda, en sus ojos claros y gran<strong>de</strong>s. Sí; mucho<br />
más que la luna hermosa, pues no era la luz <strong>de</strong>l astro<br />
brillante, única y monótona la que ella hacia lucir, sino<br />
otra rica, quebrada en mil pedazos y trasformada en<br />
reflejos infinitos la que <strong>de</strong>volvía su rostro embellecido.<br />
Pedro sintió en la cara su aliento tibio y el azote<br />
blando <strong>de</strong> las hebras sueltas <strong>de</strong> su cabeza con que la<br />
brisa retozaba, y exclamó: ¡Qué hermosa eres, Margarita!<br />
y al <strong>de</strong>cir eso, se inclinó a mirarla, y la joven<br />
tembló ante la mirada fascinadora y profunda <strong>de</strong> esa<br />
alma gran<strong>de</strong> y reflexiva, con ese amor verda<strong>de</strong>ro y<br />
genuino que no surge sino una sola vez en la vida<br />
y cuyo sabor misterioso <strong>de</strong>spués en vano buscamos<br />
torturados por la sed infinita <strong>de</strong> goces que luego nos<br />
acosan, sin compren<strong>de</strong>r que en la evolución inexorable<br />
<strong>de</strong> nuestro ser, no se pasa sino una sola vez, legítimamente,<br />
por una serie <strong>de</strong> sensaciones. ¡Ah! la joven no<br />
le entendía, que a haber sido así, habría <strong>de</strong>sconfiado <strong>de</strong><br />
la fácil elocuencia <strong>de</strong>l que así la fascinaba, que el amor<br />
verda<strong>de</strong>ro no analiza sino que se repliega silencioso y<br />
comulga en las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l ser impregnado <strong>de</strong><br />
pasión, embobado, como <strong>de</strong>cía la mística <strong>de</strong> Ávila, y<br />
como ella misma en ese instante lo sentía, no acertando<br />
a respon<strong>de</strong>r a las razones <strong>de</strong> su amante, sino<br />
con una sonrisa <strong>de</strong> cuasi éxtasis callado.<br />
Me<strong>de</strong>llín, Mayo <strong>de</strong> 1897. 17<br />
17 Tomado <strong>de</strong> El Repertorio (Revista mensual ilustrada).<br />
Directores Luis <strong>de</strong> Greiff y Horacio M. Rodríguez. Serie I.<br />
Me<strong>de</strong>llín, mayo <strong>de</strong> 1897. Números 10, 11 y 12. Pags. 390-394.<br />
61
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62<br />
EL DIARIO DE PEDRO (Fragmento)<br />
- “No me gustan las gentes que no beben: es<br />
porque tienen algo que ocultar. El licor es<br />
franco, comunicativo, incita a las confi<strong>de</strong>ncias<br />
íntimas….. ¡Y es muy bueno!..... Sírvanos lo<br />
mismo….. ¡Salud!.....”<br />
- “¡Cuánto rumor en la calle! Gentes que pasan,<br />
risas, músicas, campanadas. ¡Ah! la Nochebuena…..”<br />
- “¿Nochebuena? Eso dicen y para algunos lo<br />
será. Lo que es para mí, no y no. Dan primero<br />
para Misa <strong>de</strong>l gallo. ¡Que <strong>de</strong>n!<br />
Sé que hay quién se divierte actualmente,<br />
quién oye levantarse a su re<strong>de</strong>dor un murmullo<br />
<strong>de</strong> simpática admiración. Y esa tal es<br />
dueña <strong>de</strong> mi alma; pero la posee como el
po<strong>de</strong>roso un jumento, por allá en un rincón<br />
<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>hesas. Bien: que siga indiferente;<br />
yo seguiré amándola: no puedo menos; ¡pero<br />
humillado, pero suplicante, pero una queja,<br />
pero un suspiro, eso: jamás!<br />
Viene ya para mí una edad <strong>de</strong> más calma<br />
aparente y, en realidad, más tormentosa.<br />
Hasta hoy he sido irreflexivo, pueril. De hoy<br />
empiezo a enfrentarme con la vida, a pelear<br />
mi mendrugo y el <strong>de</strong> los míos en la hambreada<br />
piara humana. Hasta aquí he visto como<br />
mero espectador todo eso; ahora voy a tomar<br />
cartas en el tragicómico espectáculo. He estudiado<br />
los hombres por el arte, estudiarelos en<br />
a<strong>de</strong>lante como se estudia una fuerza natural,<br />
para sacar <strong>de</strong> ella el mayor provecho posible.<br />
O prevalece nuestra personalidad asimilando<br />
para sí los restos <strong>de</strong> los que caen en la lucha<br />
por la vida, o nos asimilan, no hay medio. Es<br />
cuestión <strong>de</strong> fuerza, <strong>de</strong> bárbara selección, sin<br />
tregua, y ¡ay! <strong>de</strong>l caído: el peso <strong>de</strong> la burla,<br />
unido al <strong>de</strong> la miseria, lo <strong>de</strong>bilitan y lo afligen,<br />
convirtiéndolo en lodo don<strong>de</strong> los cerdos <strong>de</strong> la<br />
cobar<strong>de</strong> humanidad burean <strong>de</strong>spojos con sus<br />
voraces hocicos y revuelcan sus epicúreos<br />
torsos.<br />
¡A<strong>de</strong>lante, pues! A trabajar, pero con rectitud,<br />
sin habilidad; ¡oh! no, sin esa fuerza <strong>de</strong> los<br />
débiles que consiste en reptar como serpiente,<br />
<strong>de</strong>slizándose por todos los agujeros, mordiendo<br />
aquí, acariciando allí. ¡Qué miseria! ¡No,<br />
mil veces! Sea mi lema pasar por encima o no<br />
pasar. Que jamás una humillación pese sobre<br />
mi conciencia; que pueda erguirme siempre<br />
ante mí mismo. Que me crea siempre digno<br />
hijo <strong>de</strong> mi madre, y digno <strong>de</strong> ti, mujer. Esto<br />
me basta, aunque no te posea. Quiero más<br />
sentirme digno <strong>de</strong> tí sin poseerte, que indigno<br />
poseyéndote.<br />
Y tú me darás fuerzas para luchar. Y cuando<br />
tenga gloria y riquezas que ofrecerte, llegare-<br />
63
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
64<br />
me a tí temblando, como joven sacerdote que<br />
por vez primera y temeroso se acerca al altar.<br />
Arrojándolo todo a tus plantas, contarete mis<br />
amarguras, mis esfuerzos; contarete cómo tú<br />
has sido compañera <strong>de</strong> mis soleda<strong>de</strong>s, aguijón<br />
<strong>de</strong> mis <strong>de</strong>smayos; y como eres noble y como<br />
eres tierna, bajarás hasta tu hechura; y apoyada<br />
en mi brazo, guiarete hasta mis lares,<br />
en don<strong>de</strong> te esperan caliente sopa, rojo vino y<br />
muros hechos a <strong>de</strong>volver el eco <strong>de</strong> tu nombre.<br />
Y entonces sí, y no esta noche será mi Noche<br />
buena.”<br />
Así dijo, y <strong>de</strong> nuevo hizo llenar las copas, que apuramos<br />
<strong>de</strong> un solo trago.<br />
Y cumplió la consigna que se había a sí mismo impuesto,<br />
y venció. Su riqueza es gran<strong>de</strong>; glorioso su<br />
nombre; suya la mujer amada.<br />
Realizados sus <strong>de</strong>seos, ya nada le queda que hacer<br />
en la vida.<br />
¡Qué fastidio! 18<br />
18 Tomado <strong>de</strong> “El montañés” (Revista <strong>de</strong> literatura, artes y<br />
ciencias). Director Gabriel Latorre. Me<strong>de</strong>llín. Tipografía <strong>de</strong>l<br />
Comercio.. Año II, No. 21, Me<strong>de</strong>llín, agosto <strong>de</strong> 1899, pags.<br />
351-352.
De “EL DIARIO DE PEDRO”<br />
(Libro en preparación)<br />
….¡Ah los hermosos tiempos en que los hidalgos<br />
taciturnos portaban al flanco pendientes las espadas!<br />
¡Tiempos <strong>de</strong> honor, <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> discreción y <strong>de</strong><br />
silencio!<br />
Cuando en la mu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> las tortuosas calles, bor<strong>de</strong>adas<br />
<strong>de</strong> calados miradores, caballeros ardientes y<br />
gallardos como gallos, hacían sonar sobre el duro pavimento<br />
las espuelas y sobre las espuelas las conteras<br />
<strong>de</strong> los templados toledanos, lanzándose, al cruzarse,<br />
esas magníficas miradas provocadoras y arrogantes,<br />
mientras las diestras acariciaban el puño <strong>de</strong> la espada!<br />
¡Entonces sí, los hombres eran hombres y pasiones<br />
las pasiones, secretos y solemnes los amores, las razones<br />
corteses y discretas!<br />
Reinaba entonces la igualdad heroica: No aquesta<br />
mo<strong>de</strong>rna igualdad venal ante el <strong>de</strong>recho (¡vil mercado!)<br />
sino la igualdad hidalga <strong>de</strong> pechos caballeros, tribunal<br />
magnánimo, ante cuyo valor todos los hombres son<br />
iguales y ante cuyo respeto y cortesía lo son todas las<br />
damas. ¡Que los machos <strong>de</strong> entonces sí sabían para<br />
qué sirven las tizonas como sabe el gallo para qué son<br />
los espolones!<br />
¡Pero hoy! ¡Ah! ¡Hoy ya la fibra <strong>de</strong>l sexo se ha<br />
aflojado! ¡Hoy todos los hombres son más o menos<br />
príncipes tu<strong>de</strong>scos!<br />
Y los veréis por ahí sesteando como novilladas <strong>de</strong><br />
engor<strong>de</strong> en las <strong>de</strong>hesas, en las calles, en salones y<br />
en bazares, <strong>de</strong>partiendo mano a mano como alegres<br />
comadres se<strong>de</strong>ntarias, como si el amor y sus furores<br />
hubieran sido hechos para hablar <strong>de</strong> ellos y no para<br />
vivirlos.<br />
¡Hablar! ¡He aquí todo el presente!<br />
¡Palabras! Eso es lo que satura el ambiente emponzoñándolo,<br />
y lo hace irrespirable. Ya no hay espadas,<br />
sino lenguas. Ya no hay sangre, sino baba.<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
¡Ah¡ ¡Cuándo volverán a enfrenar las lenguas el<br />
tónico y viril olor a sangre! ¡Cuándo volveremos a ser<br />
hombres!<br />
Y es que nuestra sociedad gárrula y pequeña no<br />
compren<strong>de</strong> que el honor, como la libertad, es solidario.<br />
Y que así como el que ve con egoísta indiferencia<br />
conculcados por un déspota los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> alguien,<br />
no importa quién, que nació libre, es un alma <strong>de</strong> esclavo,<br />
que merece vivir bajo la tralla; así el que oye<br />
<strong>de</strong>strozar una honra y no protesta, verase mañana él<br />
propio izado en la picota!<br />
¡Sociedad <strong>de</strong> bizantinos y <strong>de</strong> eunucos!<br />
Mereces verte (¡y no ha <strong>de</strong> ser muy tar<strong>de</strong>!) entre<br />
ca<strong>de</strong>nas y sin honra!..........<br />
Minas <strong>de</strong>l Zancudo, septiembre, 1909. 19<br />
19 Revista Alpha, Año IV, No. 42, Me<strong>de</strong>llín, julio <strong>de</strong> 1909,<br />
pags. 226-227.<br />
66
De “EL DIARIO DE PEDRO”<br />
En “un carrito <strong>de</strong> empuje” que vuela rumoroso sobre<br />
los rieles, voy <strong>de</strong> Palestina a Puerto Berrío.<br />
Llueve fuego.<br />
Pero el aire roto en la carrera, zumba en los oídos<br />
y refresca la frente.<br />
Miro verticalmente: la vía es una corriente <strong>de</strong> guijarros<br />
que se viene encima y se mete por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />
carrito. Miro a los lados; las orillas <strong>de</strong> la vía corren,<br />
vuelan en dirección contraria a la que yo llevo; quizás<br />
yo y mi carro estamos quietos, y alguien, tirando <strong>de</strong><br />
atrás, hace <strong>de</strong>slizarse, por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mí, la faja <strong>de</strong><br />
tierra en que se asientan la vía y sus orillas. No sé ni<br />
lo sabré nunca. En todo caso ahí está Einstein que lo<br />
averigüe.<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Una cruz en la orilla <strong>de</strong> la vía. Otra colgada con flores<br />
aún frescas. Otra y otra y otra. Pero ¿y las cruces<br />
viejas, las cruces <strong>de</strong> los antiguos cementerios a cuya<br />
sombra dormían en tiempos aún cercanos los hombres<br />
<strong>de</strong> la montaña que vinieron a trabajar a la línea, como<br />
dicen allá arriba, cuando el gran Cisneros echaba sus<br />
cimientos?<br />
¡Ah la tierra que como el mar <strong>de</strong>vora restos <strong>de</strong><br />
naufragios, royó lentamente sus bases, <strong>de</strong>rribándolas<br />
luego y, una a una, fuelas engullendo! ¡Y tantas cruces<br />
como eran! Y cada una <strong>de</strong> ellas cubría un hombre - así,<br />
un hombre - un antioqueño. Y eran tantos, que según<br />
<strong>de</strong>cía el viejo capitán, cada polín <strong>de</strong> la vía cuesta un<br />
hombre. Y hoy ya nadie los recuerda. Ni aún allá arriba,<br />
en sus blancos hogares, en las propias bodas <strong>de</strong> sus<br />
hijas, sonó quizás su nombre. ¿Y quién <strong>de</strong> los hombres<br />
nuevos que por aquí van arrastrados por máquinas<br />
humeantes, sabe <strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong> esos seres ignorados?<br />
Y me pongo a pensar: ¿por qué a estos <strong>de</strong>sconocidos<br />
no se les <strong>de</strong>dica un recuerdo, por qué en uno<br />
<strong>de</strong> los extremos <strong>de</strong> la vía no se erige un monumento<br />
muy íntimo y muy bello que diga <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l morir<br />
anónimo, en medio <strong>de</strong> estas batallas <strong>de</strong>l trabajo en<br />
pos la igualdad soñada, que han reemplazado a las<br />
antiguas batallas por la libertad? ¿Por qué no se alza<br />
un monumento al Obrero Desconocido?<br />
Puerto Berrío. Hemos llegado. Es una tar<strong>de</strong> divina,<br />
fuego y oro. Por todas partes el horizonte vélase<br />
in<strong>de</strong>ciso entre una bruma fúlgida hecha <strong>de</strong> rubor y <strong>de</strong><br />
misterio. El Magdalena, que absorbe en su seno y que<br />
<strong>de</strong>vuelve toda la gloria <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, es bruñido espejo<br />
<strong>de</strong> fuego, <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> ámbar, <strong>de</strong> nácar, <strong>de</strong> jacinto.<br />
—¡El hidroavión! - dicen a mi lado, señalando<br />
allá….. en el horizonte <strong>de</strong>l sur, entre el ambiente luminoso,<br />
un punto negro perceptible apenas. En pocos<br />
momentos ya es visible, gran<strong>de</strong>. Óyese el motor como<br />
un ruido <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> seda que flameasen, que se<br />
frotasen, que se <strong>de</strong>sgarrasen en jirones, entre redobles<br />
<strong>de</strong> atambores. Detiénese el motor. Y en silencio<br />
majestuoso, sobre las alas <strong>de</strong>slizado, en vuelo oblicuo,<br />
el avión <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> sobre el río. Va a tocar el espejo<br />
68
<strong>de</strong>l agua. Lo ha tocado. Como un <strong>de</strong>do húmedo que<br />
paseara empañando la tersa superficie metálica, la<br />
estela crece, crece; es ya vasto abanico <strong>de</strong> crespos<br />
chorros irisados que va abriéndose y cuyo mango es<br />
el avión, que avanza ingrávido, gallardo.<br />
Ha cerrado la noche. En la playa, <strong>de</strong> caótica negrura,<br />
rota a trechos por manchas <strong>de</strong> luz <strong>de</strong> las farolas <strong>de</strong> los<br />
buques <strong>de</strong>l puerto y <strong>de</strong>l hotel <strong>de</strong> la colina, va y viene<br />
gárrula multitud cosmopolita. En la sombra, protegido<br />
por montones <strong>de</strong> fardos, me acurruco, silencioso; toda<br />
la pompa <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> empapa mi cerebro.<br />
Tiemblo levemente: dulce, luminoso, cruza allá y<br />
viene a mí el recuerdo <strong>de</strong> los seres que amo.<br />
¡Silencio! Tan sólo a los poetas se permite ir gritando<br />
por el mundo sus amores. Y yo no soy poeta. Soy<br />
tan sólo un hombre obscuro que bebe a sorbos largos,<br />
espaciosos, <strong>de</strong> las ondas <strong>de</strong> ventura irrestañable que<br />
<strong>de</strong>l propio fondo <strong>de</strong> mi humil<strong>de</strong> corazón borbotan”.<br />
11 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1938 20<br />
20 Tomado <strong>de</strong> la Revista Univesidad <strong>de</strong> Antioquia. No. 31.<br />
Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>. Junio <strong>de</strong> 1939. pags. 365-366.<br />
69
70<br />
CEPAS RACIALES<br />
Sobre una camilla <strong>de</strong> varas amarradas con bejucos,<br />
y que ha sido cubierta y mullida con gloriosas ban<strong>de</strong>ras<br />
castellanas, agoniza don Lope <strong>de</strong> Hoz.<br />
A respetuosa distancia, los recios veteranos que<br />
han acompañado a ese valiente a Italia, a Flan<strong>de</strong>s y<br />
a estas remotas conquistas <strong>de</strong> Indias, lo contemplan<br />
silenciosos.<br />
En hombros han ido trayendo al jefe, esos leales,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las distantes llanuras en que con los taironas<br />
guerreaban, hacia las cimas <strong>de</strong> Antioquia, saludables y<br />
frías, en don<strong>de</strong> posee campos mineros opulentos que<br />
trabaja con ejércitos <strong>de</strong> esclavos negros que le temen y<br />
le adoran, y en don<strong>de</strong>, sobre todo, lo aguarda su joven<br />
esposa, la hija <strong>de</strong> un cacique, su amigo, bella y dulce,<br />
que ha dado a su vejez hijos hermosos y audaces,<br />
verda<strong>de</strong>ro progreso biológico sobre el español gárrulo<br />
y dramático, y sobre el indio taciturno.<br />
Pero el jefe no verá las soberbias cordilleras <strong>de</strong> su<br />
patria adoptiva. El jefe se muere. Se muere en esa<br />
loma escampada en don<strong>de</strong> han <strong>de</strong>scansado su litera<br />
<strong>de</strong> rústicas varas, tendido sobre estandartes rojo y<br />
gualda, envuelto en la gloria <strong>de</strong> fuego y oro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />
Para la tremenda ocasión, hase hecho vestir uniforme<br />
<strong>de</strong> gala: el uniforme mismo que vistiera en<br />
Lepanto, cuando montando una goleta armada a sus<br />
expensas, él, ignorante <strong>de</strong> las artes <strong>de</strong> la guerra en el<br />
mar, y que acometer tan sólo sabe, cayó sobre enorme<br />
bajel turco, aferró borda con borda, y, en alto la espada<br />
castellana, saltó el primero al abordaje.<br />
Y sobre el lecho <strong>de</strong> agonía su espada yace inerte,<br />
a par <strong>de</strong>l brazo.<br />
Todo allí yace inerte. Tan sólo entre la se<strong>de</strong>ría rojo<br />
y gualda, como si fuera la propia crinada cabeza rediviva<br />
<strong>de</strong>l ibero león <strong>de</strong> los gloriosos estandartes, la faz<br />
soberbia <strong>de</strong>l magnate emerge, expresiva y arrogante.<br />
—Sí, padre, creo en Jesucristo - va diciendo don<br />
Lope a un monje dominico que a su lado le encomienda
el alma - y tan cierto es, que por exten<strong>de</strong>r su fe entre<br />
los infieles he venido a estas Indias. Y a no haber sido<br />
porque la calentura me postró, su cruz bendita se alzaría<br />
en estos instantes sobre el postrer bohío humeante<br />
<strong>de</strong> esos taironas engreídos. Pero Nuestro Señor no lo<br />
quiso. Y los taironas no serán sometidos. Ya no queda<br />
quién lo haga. Ya no quedan sino aventureros sedientos<br />
<strong>de</strong> oro y por el oro afeminados. Ya la sangre española<br />
es sangre mercenaria.<br />
—El señor proveerá, hijo, a esas conquistas: gran<strong>de</strong><br />
es su po<strong>de</strong>r, pero es preciso, hijo mío, que penséis<br />
en vos mismo, en el asunto inaplazable en que nos<br />
venimos ocupando. Es preciso que os pongáis en paz<br />
con Dios, en paz con vuestra conciencia.<br />
Ved que vais a presentaros ante el tribunal terrible<br />
y justiciero <strong>de</strong> un Dios vivo. Confesadme vuestra culpa,<br />
exponedme eso que se alza entre el Señor Dios y<br />
vuestra alma como un abismo inva<strong>de</strong>able.<br />
—Es inútil, padre. Si Dios ha <strong>de</strong> perdonarme, es<br />
necesario que lo haga subsistiendo mi culpa, subsistiendo<br />
las consecuencias <strong>de</strong> mi culpa. Esa culpa es la<br />
sola razón <strong>de</strong> mi vida.<br />
—Temeridad, blasfemia, insania, hijo.<br />
—Oídme y juzgadme, padre: yo era un hidalguete<br />
pobre. De sangre goda muy rancia y muy ilustre, eso<br />
sí; pero era pobre. Tan pobre era que <strong>de</strong>l vetusto<br />
caserón <strong>de</strong> mis mayores en Castilla la Vieja, no restaba<br />
sino una estancia sola cuyo techo no se hubiera<br />
hundido. Y allí, sin abrigos en invierno, sin pan nunca,<br />
agonizaba en medio <strong>de</strong> mi orgullo infinito que me<br />
prohibía trabajar o mendigar; al lado <strong>de</strong> mi esposa,<br />
la dulce Berenguela; <strong>de</strong> don Pelayo, hijo <strong>de</strong> diez años,<br />
y <strong>de</strong> doña Sancha, mi hija, <strong>de</strong> nueve no cumplidos.<br />
De mis ascendientes no restaba nada: los habían <strong>de</strong>vorado<br />
las guerras y las conquistas <strong>de</strong> estas Indias.<br />
Vivía con nosotros Antón, mi criado, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong><br />
antiguos servidores <strong>de</strong> la casa y más adicto a mí que<br />
mi orgullo y mi pobreza.<br />
71
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Y una noche - cuyas sombras nuestras miserias<br />
cobijaron - huimos: nuestro aposento único se hundía<br />
con siniestro traqueteo. Huimos a las montañas <strong>de</strong>l<br />
norte <strong>de</strong> la Península, a parajes que la emigración y<br />
la miseria han <strong>de</strong>spoblado. Allí, en una cabaña abandonada,<br />
que hicimos con nuestras manos habitable,<br />
nos instalamos a vivir miseria hosca. De los vecinos<br />
picachos <strong>de</strong> la sierra, que cada día yo y Antón escalábamos,<br />
se domina un valle en cuyo centro ubérrimo<br />
asiéntase un castillo. Vivía en él - según nos informó<br />
una mendiga ciega que esos sen<strong>de</strong>ros transitar solía - el<br />
anciano con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Hoz, cuyo hijo único, don Lope, guerreaba<br />
en Flan<strong>de</strong>s en las guerras que nuestro católico<br />
Felipe - que Dios inspire siempre - sostiene contra los<br />
herejes ojizarcos; guerras ¡ay! a las que yo jamás iría,<br />
que prisionero me tenían los ojos tristes, gran<strong>de</strong>s, <strong>de</strong><br />
mi Berenguela y el <strong>de</strong>samparo <strong>de</strong> mis hijos…..<br />
Aquella tar<strong>de</strong> – aquí el rostro <strong>de</strong>l moribundo se torna<br />
inmóvil, como si viendo estuviese con vista <strong>de</strong> ojos lo<br />
que narrando iba - aquella tar<strong>de</strong> yo y Antón, tendidos<br />
sobre engramada meseta a la orilla <strong>de</strong>l camino, los<br />
codos sobre la grama y las mejillas en las palmas,<br />
contemplábamos, callando, el valle y el castillo. Improviso,<br />
por el sen<strong>de</strong>ro que tras nosotros serpeando<br />
en la montaña se perdía, oyose ruido <strong>de</strong> armas, <strong>de</strong><br />
estribos, <strong>de</strong> pisadas <strong>de</strong> caballos. Pegamos los rostros<br />
a la tierra y nos borramos entre la maleza, conteniendo<br />
los alientos. Allí, allí junto a nosotros, dos jinetes<br />
pararon en seco sus corceles y se quedaron mirando<br />
largo espacio, arrobados, el maravilloso paisaje <strong>de</strong>l<br />
valle y <strong>de</strong>l castillo. Tras largo callar, el que <strong>de</strong> los dos<br />
parecía ser amo, dijo tendiendo el brazo:<br />
—¡El castillo! Parece que con la mano lo alcanzase.<br />
Y posible es, Hans, que cuando a él lleguemos, ya mi<br />
padre y señor haya expirado.<br />
—Hay que esperar que no, don Lope - contestó el<br />
otro.<br />
—Miré a mi criado Antón. Estaba pálido. ¿Fue su<br />
mirada? ¿Fue la mía? ¿Fue el choque <strong>de</strong> las dos miradas?<br />
¿Fue el <strong>de</strong>stino que, agazapado, nos espiaba?<br />
72
¿Fue el infierno?..... Lo ignoro. ¡Pero fue! Como a una<br />
misma fatalidad uncidos, sin una palabra, silenciosos,<br />
nuestros cuchillos brillaron en las diestras. Como<br />
jaguares, infinitamente aleves, infinitamente sigilosos,<br />
fuimos arrastrándonos, y, a un tiempo, <strong>de</strong> dos<br />
saltos que fueron uno solo, caímos cada uno, sobre<br />
el anca <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los dos jinetes;<br />
y, a un tiempo, por la espalda, cada uno <strong>de</strong> nuestros<br />
cuchillos partió un corazón; dos hombres rebotaron<br />
contra el suelo, inertes; dos caballos se alzaron sobre<br />
las patas, espantados; dos pares <strong>de</strong> manos vigorosas<br />
asiéronlos <strong>de</strong> sus riendas y los clavaron en el sitio.<br />
Pálidas miradas y feroces se entrecruzaron. Ni una<br />
palabra. Ni una sola.<br />
A poco rato, ante el castillo, yo y Antón, vestidos los<br />
uniformes <strong>de</strong> don Lope y <strong>de</strong> su criado Hans, en sus<br />
propios corceles caballeros, esperábamos a que echaran<br />
el puente levadizo. Chirriaron las ca<strong>de</strong>nas. Los<br />
cascos <strong>de</strong> nuestros caballos resonaron en el vano <strong>de</strong>l<br />
puente; resonaron en el gran patio, pararon ante el<br />
ferrado portalón. Eché pie a tierra. Entre dos filas <strong>de</strong><br />
servidumbre, inclinadas a mi paso, hice resonar mis<br />
espuelas en las bóvedas <strong>de</strong>l castillo centenario. Ante<br />
el vestíbulo <strong>de</strong>l gran salón <strong>de</strong>túveme un instante. En<br />
el fondo, en sitial bajo, un anciano tendía los brazos.<br />
Avancé a él.<br />
—Creí que no habría <strong>de</strong> verte más, hijo <strong>de</strong>l alma;<br />
¿verte he dicho? Mis ojos no te ven pero te palpo, te<br />
tengo entre mis brazos.<br />
En silencio lo apreté contra mi pecho.<br />
—En este armario —y colocó sobre él su diestra -está mi<br />
testamento. Eres mi here<strong>de</strong>ro universal. Nada tengo qué<br />
<strong>de</strong>cirte. Sé que eres un caballero y un valiente. Cuando<br />
hayan terminado mis exequias, preséntate en la corte.<br />
Confié al mayordomo <strong>de</strong>l castillo el cuidado <strong>de</strong> las<br />
pompas fúnebres: mi dolor me relevaba <strong>de</strong> hacerlo. Así<br />
lo hice saber a los amigos y parientes <strong>de</strong> la casa. Por<br />
fortuna - lo supe por papeles <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> - en una leva<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
reciente toda la vieja servidumbre había ido a Flan<strong>de</strong>s<br />
a una <strong>de</strong> tantas guerras como nuestro rey sostiene con<br />
los norteños heresiarcas.<br />
Híceme tejer, por un escriba judío que, haciéndose<br />
pasar por cristiano viejo quedárase en España, y cuya<br />
vida estaba entre mis manos, larga información jurada<br />
y sellada y refrendada en que constaba, hasta la<br />
saciedad probado, que yo, don Lope <strong>de</strong> Hoz, antes <strong>de</strong><br />
irme a Flan<strong>de</strong>s, casado habíame en secreto con doña<br />
Berenguela <strong>de</strong> Tendilla, <strong>de</strong> cuyo matrimonio nacieron<br />
dos hijos: don Pelayo y doña Sancha.<br />
Fuime a la corte. El rey me colmó <strong>de</strong> favores. Doña<br />
Berenguela, mi dulce mujercita, trocó su mirar triste<br />
en febril, en azorado. Murió entre mis brazos, llena<br />
<strong>de</strong> estupor, interrogándome con ojos enormes que<br />
tenían pulsaciones luminosas y oscuras <strong>de</strong> llama que<br />
se extingue.<br />
Me ausenté <strong>de</strong> la corte, temblando siempre <strong>de</strong> algún<br />
encuentro inesperado. Guerreé en Flan<strong>de</strong>s, guerreé en<br />
Italia, en Alemania, en Francia. Pasé enseguida a estas<br />
Américas. Si valiente he sido, que mis tercios heroicos<br />
lo digan.<br />
Mi hijo don Pelayo es hoy gran<strong>de</strong> en España, <strong>de</strong><br />
primera clase. Mi hija ocupa en la corte un alto lugar<br />
cerca a la persona <strong>de</strong> la reina. ¿Qué dice su reverencia<br />
<strong>de</strong> todo esto?<br />
—Que hay que restituir. Que hay que volver esos<br />
títulos y esas riquezas todas a quienes legítimamente<br />
pertenecen.<br />
—Eso es <strong>de</strong> mis hijos.<br />
—Deben existir here<strong>de</strong>ros colaterales <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>.<br />
—¿Y lo habría yo ganado todo para esos? Habría<br />
arriesgado mil veces mi vida por…..<br />
—Jesucristo dio su vida por vos.<br />
—Jesucristo no tenía hijos.<br />
—No blasfeméis.<br />
74
—No es blasfemia, reverencia. Hubiera Él tenido<br />
hijos <strong>de</strong> la carne y en vez <strong>de</strong> redimir a la humanidad<br />
hedionda, habría muerto por esos pedazos <strong>de</strong> su<br />
alma; habría, como yo, <strong>de</strong>safiado por ellos el infierno;<br />
habría –por ellos- renunciado a la diestra <strong>de</strong><br />
su Padre. Oiga usted, padre. Yo creo en todo lo que<br />
nuestra Santa Madre la Iglesia cree y enseña. Creo<br />
en Jesucristo hijo <strong>de</strong> Dios; creo en nuestra Santa<br />
Madre María, Madre <strong>de</strong>l Verbo. Creo que Jesucristo<br />
ha <strong>de</strong> venir a juzgarnos en el último día. Creo que el<br />
que no se arrepiente <strong>de</strong> sus pecados, quien no restituye<br />
lo que ha robado irá al infierno eternamente.<br />
Creo que me iré al infierno. Creo que pronto he <strong>de</strong><br />
comparecer ante el tribunal <strong>de</strong> Dios y que Dios ha <strong>de</strong><br />
con<strong>de</strong>narme. Pero entre el infierno para mí, para mí<br />
solo, y el <strong>de</strong>shonor para mis hijos; entre pensar que<br />
mi hija será otra vez una doncella pobre, expuesta<br />
a la hipocrática caridad <strong>de</strong> los marranos libidinosos<br />
<strong>de</strong> la honorable piara humana; entre pensar que mi<br />
hijo volverá a ser un hidalgo arruinado, hambriento,<br />
obligado a vivir <strong>de</strong> expedientes….. opto por el infierno<br />
para mí. Por mis hijos he sacrificado mi vida, por ellos<br />
sacrificaré mi eternidad.<br />
Cerró luego el héroe un momento los ojos, fatigado,<br />
y quedose como si durmiera. Tornó enseguida a abrirlos<br />
y, azorado, miró en redor, como si por vez primera se<br />
diese cuenta <strong>de</strong> lo que le ro<strong>de</strong>aba.<br />
—Qué es lo que he dicho? – exclamó -. Yo, un gran<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> España, un guerrero <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> Italia, un conquistador,<br />
regateando mi honor con un fraile, como<br />
si fuese una mujerzuela: ¿qué habéis oído, padre?<br />
Juradme que nada habéis oído, que nada os he dicho.<br />
Y alzóse en pie sobre el lecho con energía sobrehumana,<br />
erguido, el acero en la diestra sarmentosa,<br />
amenazando al cielo.<br />
Luégo retrocedió aterrado, los ojos muy abiertos,<br />
fijos en un punto que lo fascinaba, que lo atraía.<br />
—La cuenta. – clamó -. La terrible cuenta que para<br />
todos al fin llega. El temido trance <strong>de</strong>l cual pen<strong>de</strong>n dos<br />
75
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
eternida<strong>de</strong>s….. ¡Jesucristo vivo que me juzga! ¡Caigo<br />
al fin entre sus manos justicieras!..... Dios, el Señor<br />
Dios, presi<strong>de</strong> el tribunal tremendo….. El viejo con<strong>de</strong> y<br />
su hijo don Lope que me acusan…..<br />
—Habla tú, señor….. Tú, Señor, habla….. ¡Esos,<br />
no!... ¡Y osan insultarme en tu presencia…! Que<br />
soy un miserable, un hidalguete que usurpó su<br />
nombre y sus riquezas….. ¡Pero no para mí! ¡Para<br />
mis hijos!..... ¿Qué me calle, mandas, tú, Señor, la<br />
Verdad misma?<br />
…¿Qué quién osa elevar la voz en tu presencia?.....<br />
Yo me atrevo, ¡Yo! Un padre que para sus<br />
hijos inocentes pi<strong>de</strong> honor, honor íntegro, honor<br />
inmaculado….. ¿Y tu sentencia es esa, Señor? ¿Es<br />
esa tu sentencia?..... ¡Sea! Al infierno me voy soberbio,<br />
ufano. Con<strong>de</strong>s: os <strong>de</strong>jo vuestro cielo, vuestros<br />
eternos goces egoístas; yo prefiero la eternidad <strong>de</strong>l<br />
corazón, la eternidad <strong>de</strong> mi linaje, la eternidad roja y<br />
caliente <strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong> la vida. Húndase mi crimen<br />
conmigo en los infiernos y que el <strong>de</strong>shonor no caiga<br />
sobre vosotros, inocentes pedazos <strong>de</strong> mi vida.<br />
Aflojáronse sus miembros. Cayósele la espada. Puso<br />
la Muerte en sus facciones paz augusta. Quedó <strong>de</strong><br />
cara al cielo. 21<br />
21 Revista <strong>Universidad</strong>. Segunda época. Director: Germán<br />
Arciniegas. Bogotá. No. 78. Abril 21 <strong>de</strong> 1928. pags. 349-351.<br />
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EN LAS MINAS<br />
He aquí lo que me contó D. Lucas:<br />
Yo no había dormido bien, porque aunque la posada<br />
era buena y el lecho limpio, y la cena había sido abundante,<br />
unos arrieros dieron en charlar recio y en reír<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un zarzo vecino hasta que el sueño los rindió,<br />
sin que por eso se callaran, pues comenzaron entonces<br />
a roncar con un ruido como el que haría una partida<br />
<strong>de</strong> contrabajos <strong>de</strong>safinando, reforzados con <strong>de</strong>scaches<br />
<strong>de</strong> clarinete.<br />
Así es que por la mañana, cuando <strong>de</strong>sperté, estaba<br />
todo soñoliento.<br />
Propiamente no <strong>de</strong>sperté sino que me sentí en una<br />
conciencia turbia <strong>de</strong> mí mismo. Conciencia que se iba<br />
aclarando lentamente, lentamente como la pupila<br />
cuando pasa <strong>de</strong> un medio luminoso a otro que lo es<br />
menos.<br />
Experimentaba una dulzura infinita allí en mi cama<br />
tibia y limpia, sobre todo al compararla con el frío ex-<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
terior, con ese frío cortante y <strong>de</strong>lgado <strong>de</strong> mañana <strong>de</strong><br />
verano que se me figuraba reinaría allá fuera. Pensaba<br />
en la sabana cubierta <strong>de</strong> gotas frías <strong>de</strong> rocío menudo;<br />
en el chorro <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>l patio, cuyo ruido <strong>de</strong> redoble<br />
lejano llegaba hasta mí; y un calofrío nervioso pasaba<br />
rozándome la piel, y me encogía, y me acurrucaba,<br />
y una voluptuosidad extraña se con<strong>de</strong>nsaba en mis<br />
articulaciones y sobre los párpados. Y así quieto, quietecito,<br />
empezaban a a<strong>de</strong>lgazárseme las i<strong>de</strong>as, y el hilo<br />
continuo <strong>de</strong> mi individualidad tornábase en enredado<br />
copo, y la conciencia <strong>de</strong> mí mismo entraba en escena,<br />
y venía el soñar, un soñar apacible, consciente casi,<br />
en medio <strong>de</strong> un sueño que por poco era vigilia y que<br />
no subsistía sino a favor <strong>de</strong>l bienestar completo que<br />
me envolvía, bienestar absoluto, no turbado por la<br />
mor<strong>de</strong>dura incómoda <strong>de</strong> las pulgas que repletas como<br />
canónigos, con el chupar <strong>de</strong> toda la noche, también<br />
dormían entre los repliegues <strong>de</strong> las mantas.<br />
Sacome al cabo <strong>de</strong> mi modorra el recuerdo súbito<br />
que me vino <strong>de</strong> la gran jornada que tenía qué hacer<br />
ese día, y levanté vivamente la cabeza. El bellaco <strong>de</strong><br />
mi peón, aprovechando mi dormida, habíase también<br />
quedado en la cama. Y, sin duda, me observaba cuidadosamente,<br />
porque no más me volví, vilo incorporado<br />
ya. Y mirando para arriba, dijo al ver un rayo <strong>de</strong> sol,<br />
que se colaba por un roto <strong>de</strong> la ventana:<br />
—Valiente sol tan lambón es el <strong>de</strong> esta tierra; le<br />
aseguro a Ud., niño, que no son todavía ni las cinco<br />
<strong>de</strong> la mañana.<br />
Y pasó junto a mí limpiándose los ojos, la cara hacia<br />
otro lado, para ocultar la risa socarrona que le retozaba.<br />
78<br />
YYY<br />
¡Qué hermosa Naturaleza!, pensaba yo al poco<br />
rato, oprimiendo los lomos <strong>de</strong> mi caballo. El cual,<br />
mordiendo sólidamente el freno, golpeaba con andar<br />
rítmico la arena <strong>de</strong>l camino, en tanto que sentía yo en<br />
el estómago el llamear dulce <strong>de</strong> un trago <strong>de</strong> anisado,<br />
cuyos vapores heridos por el triple sol <strong>de</strong> la juventud,<br />
la salud, la alegría, me irisaban el cerebro.
Y qué bello era el paisaje en esa mañana espléndida.<br />
A las orillas <strong>de</strong>l camino, los barrancos engramados,<br />
sobre los cuales el sietecueros <strong>de</strong>jaba caer en reguero<br />
carmesí la carga <strong>de</strong> sus flores; las cordilleras cercanas<br />
recortando enérgicamente sus siluetas sobre el cielo<br />
luminoso; ostentando sobre sus flancos el laberinto<br />
ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> las cañadas y relieves; los <strong>de</strong>sgarrones amarillos<br />
<strong>de</strong> los <strong>de</strong>rrumbes y <strong>de</strong> los sen<strong>de</strong>ros que serpean.<br />
Y más allá las cordilleras lejanas que se <strong>de</strong>svanecían<br />
sobre los horizontes remotos, azules, vagas. Y sobre<br />
todo eso, la luz <strong>de</strong>l sol <strong>de</strong>rramándose magnífica.<br />
Pero tanta luz y tanto sol, tan bonitos y todo, acabaron<br />
por molernos a mí y a mi caballo. Así es que a<br />
las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> no sabía ya qué posición asumir<br />
sobre la silla, y me soliviaba <strong>de</strong> un lado a otro con<br />
mañita, con mañita, en tanto que el caballo trepaba<br />
muy <strong>de</strong>spacio, sueltas las riendas y estirado el pescuezo<br />
sudoroso, un sen<strong>de</strong>ro empinado y cubierto <strong>de</strong><br />
guijarros. De repente irguió la cabeza, avivó el ojo y<br />
tendió atento las orejas. Miré hacia a<strong>de</strong>lante. Vi que<br />
venía a mí un jinete. Recogí las riendas y esperelo. Era<br />
un anciano, robusto todavía, <strong>de</strong> rostro sanguíneo y<br />
barbudo, <strong>de</strong> ojillos vivaces y ardorosos que se agitaban<br />
tras dos cejas como bigotes, en tanto que su cuerpo<br />
recto y vigoroso se alzaba como nacido allí sobre la<br />
silla, y las manos endurecidas recogían el rendal a<br />
la cabalgadura, una yegüita epiléptica que caminaba<br />
chasqueando el freno y agitando la cabeza.<br />
Esto pu<strong>de</strong> observarlo <strong>de</strong>spués cuando uno a par<br />
<strong>de</strong> otro seguíamos el mismo camino. Porque él venía<br />
a encontrarme, pues yo iba a las minas <strong>de</strong> que él era<br />
director. En ese tiempo estudiaba yo Geología y perecíame<br />
por una muestra <strong>de</strong> roca o por <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r a un<br />
socavón.<br />
—Como mañana es domingo —me dijo– y tengo<br />
que salir a La Bo<strong>de</strong>ga, temí que se encontrara Ud. en<br />
la mina sin quien lo recibiera.<br />
—Es un corazón ese Manuel Dávila (así se llamaba<br />
mi hombre), me había dicho mi padre cuando me venía:<br />
entrégate a él sin reserva.<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Y yo encontraba muy cómodo el hacerlo en medio<br />
<strong>de</strong> mi juvenil indolencia alegre.<br />
Bajábamos al río.<br />
80<br />
YYY<br />
—Qué vegetación, qué tierra tan fecunda, exclamé.<br />
—Ah! esta es la tierra, me contestó. ¡Si yo estuviera<br />
joven! Mire Ud. qué montes, qué rastrojos, qué<br />
potreros. Aquí tiene uno que ir a ver todos los días a<br />
la mujer que quiere, porque si no le borran el camino<br />
las plantas que brotan y crecen por todas partes como<br />
tiradas <strong>de</strong>l cogollo.<br />
Y luego ese sol, cayendo sobre las planicies y las<br />
cuestas y las cimas, encendiendo esa atmósfera quieta,<br />
sin un soplo, cálida abajo; azul, luminosa, sin una nube<br />
allá arriba. Todo dormía allí enervado bajo el influjo<br />
<strong>de</strong> ese calor asfixiante, y <strong>de</strong>l chirrido metálico <strong>de</strong> las<br />
chicharras que trae a las cabezas <strong>de</strong>sfallecimientos <strong>de</strong><br />
somnolencia; los novillos echados en los sestea<strong>de</strong>ros<br />
polvorosos, los ojos dormilones, remascaban con pausados<br />
movimientos <strong>de</strong> quijadas; las caballerías puestas<br />
a la sombra, las orejas <strong>de</strong>smayadas, cerrados los ojos,<br />
y uno <strong>de</strong> los cuartos traseros apoyado apenas en el<br />
bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>lantero <strong>de</strong>l casco, espantaban a intervalos<br />
con lentos movimientos <strong>de</strong> la cola, el moscardón que<br />
zumbaba en <strong>de</strong>rredor. Capitán, el viejo perro barcino<br />
<strong>de</strong> Manuel, seguía lentamente tras nosotros, la lengua<br />
pendiente <strong>de</strong> la abierta boca, sin hacer caso <strong>de</strong> los<br />
camaleones y lagartos, que asustados huían removiendo<br />
las hojas retostadas que tapizaban el sen<strong>de</strong>ro; en<br />
tanto que <strong>de</strong> allá arriba los gavilanes erguidos sobre<br />
los picos <strong>de</strong> las peñas o en el tope <strong>de</strong> troncos altísimos,<br />
nos miraban pasar con <strong>de</strong>sprecio soberano.<br />
Empezamos a bajar el río por entre un sen<strong>de</strong>ro<br />
sombreado <strong>de</strong> pisquines, a través <strong>de</strong> cuyas frondas se<br />
filtraba la luz <strong>de</strong>l sol, bordando sobre el suelo en que se<br />
retorcían las raíces, laberintos <strong>de</strong> manchas luminosas.<br />
A la <strong>de</strong>recha el río se arrastraba rumoroso por entre
higuerones y suribios ver<strong>de</strong> oscuros, inclinados sobre<br />
él mirando eternamente en la móvil transparencia su<br />
imagen tembladora.<br />
—¡Este es el río que tiene oro! me dijo Manuel.<br />
—¿Y no lo han dragado? preguntele aprovechando<br />
la ocasión <strong>de</strong> mostrar mi ciencia fresca.<br />
—¿Dragado ¡Ah! sí, las dragas. Aquí estuvieron<br />
los Muletos y pusieron una imprenta <strong>de</strong> eso. Pero<br />
esas Químicas extranjeras no salen por aquí. ¡Yo que<br />
conozco este río! Hace más <strong>de</strong> cuarenta años que lo<br />
trabajo. ¡Y lo matrero que es! Mire: allí se me ahogó un<br />
compañero. Habíamos puesto una labor en esa playa y<br />
una tar<strong>de</strong> que estaba gran<strong>de</strong>, nos metimos a pasarlo<br />
en canoa. Yo bogaba a lata; él llevaba el canalete;<br />
<strong>de</strong> golpe sentí que no alcanzaba fondo. El compañero<br />
comenzó a trabajar a canalete, pero no bastaba y<br />
empezamos a rodar. De golpe la cogió un chorro <strong>de</strong><br />
costado y volteó la trompa: no se oía sino el bramido.<br />
En un balanceo se llenó <strong>de</strong> agua y se volteó. Yo me<br />
tiré lejos: al compañero no lo vi más. Cuando volví <strong>de</strong><br />
la zambullida vi la canoa volcada como un tronco y<br />
me pegué <strong>de</strong> ella. En ese momento sentí un batacazo<br />
<strong>de</strong>l otro que batallaba cogido por <strong>de</strong>bajo. Luego me<br />
prendí <strong>de</strong> unas ramas y la canoa y el compañero que<br />
llevaba cogido siguieron río abajo. Y no los vi más.<br />
Empezaba a anochecer.<br />
—Nos van a coger la noche y el agua, dijo Manuel.<br />
Cerró al fin la noche <strong>de</strong>l todo. Un momento asomose<br />
la luna por entre unos nubarrones, y sus rayos al herir<br />
el río formaron en la masa <strong>de</strong> sus aguas una columna<br />
fosforescente cuya superficie temblaba con estremecimientos<br />
<strong>de</strong> ser vivo. Después el río se quedó muy<br />
atrás y la luna no volvió a aparecer ya. Trepábamos una<br />
la<strong>de</strong>ra envueltos en las sombras. No alcanzábamos a<br />
vernos el uno al otro. Los cocuyos pasaban <strong>de</strong>scribiendo<br />
su trayectoria luminosa y se eclipsaban luego en<br />
las negruras <strong>de</strong>l bosque. Llovía grueso. De improviso<br />
81
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
un latigazo <strong>de</strong> luz recorría el espacio, vapulando las<br />
pupilas. Encendíanse con luz fosforescente nubes y<br />
vapores y chorreras <strong>de</strong> lluvia, produciendo en los ojos<br />
un <strong>de</strong>slumbramiento cár<strong>de</strong>no que daba nacimiento a<br />
una obscuridad absoluta, a una como parálisis <strong>de</strong> la<br />
retina, en cuyo pavoroso caos estallaba el trueno como<br />
una mina, allí cerca, en la falda <strong>de</strong> enfrente.<br />
82<br />
YYY<br />
—¡Qué sabroso es llegar! me <strong>de</strong>cía Manuel, al poco<br />
rato <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lecho.<br />
—¡Hastay! contestele arrebujándome en el mío. Y<br />
me quedé dormido.<br />
YYY<br />
Mi sobrina Camila y su novio Toñejo, me <strong>de</strong>cía<br />
Manuel al otro día, presentándome dos mozos; ha <strong>de</strong><br />
saber Ud. que se casan en Pascua.<br />
Y la muchacha, inclinando la hermosa cabeza sobre<br />
el seno, un seno intacto que no se <strong>de</strong>jaba contener<br />
por el corpiño, sino que lo amoldaba enérgicamente<br />
a sus contornos, sonrió ruborosa y cohibida. En tanto<br />
que Toñejo con reír simpático y franco, la cabeza <strong>de</strong>scubierta,<br />
estrechó la mía en su callosa diestra.<br />
Y salieron los dos conmigo a mostrarme la Bo<strong>de</strong>ga.<br />
YYY<br />
Dos hileras <strong>de</strong> ranchos <strong>de</strong> paja que formaban un<br />
callejón ancho y larguísimo.<br />
El cual hervía en ese día <strong>de</strong> fiesta con la multitud<br />
<strong>de</strong> los buscadores <strong>de</strong> oro corrido <strong>de</strong> las riberas <strong>de</strong>l<br />
río y los peones <strong>de</strong> las vetas que <strong>de</strong>rrochaban allí sus<br />
ganancias con esa magnificencia incomparable <strong>de</strong> los<br />
mineros <strong>de</strong> raza.
Atestiguaba ese <strong>de</strong>rroche la multitud <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>rías<br />
que prosperaban allí por todas partes. Lugares, a don<strong>de</strong><br />
terminada la bacanal, acudían abatidos y llenos <strong>de</strong><br />
remordimiento a <strong>de</strong>jar hasta la camisa.<br />
Un <strong>de</strong>talle triste: A muchos <strong>de</strong> esos zánganos usureros<br />
he visto <strong>de</strong>spués convertidos en padres <strong>de</strong> la<br />
patria: en cambio, <strong>de</strong> los luchadores <strong>de</strong>nodados contra<br />
el obstáculo, no ha flotado ninguno.<br />
Y qué hermosa reunión <strong>de</strong> tipos ofrecía esa multitud<br />
alegre, <strong>de</strong>rramada entonces por las tiendas y la calle.<br />
Era un verda<strong>de</strong>ro aluvión humano proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l disgregamiento<br />
<strong>de</strong> las razas que contribuyeron a formarnos.<br />
Veíase allí al <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> indígenas, silencioso,<br />
retraído, <strong>de</strong>sconfiado, <strong>de</strong> pómulos salientes, <strong>de</strong> ojos<br />
maliciosos y esquivos que nunca se fijan francamente<br />
en los <strong>de</strong>l interlocutor; <strong>de</strong> musculatura bien señalada<br />
y <strong>de</strong> dibujo correcto.<br />
Al negro flexible y pérfido, en cuya cara lustrosa<br />
brillan el blanco húmedo <strong>de</strong> los ojos y el <strong>de</strong> la pareja<br />
<strong>de</strong>ntadura.<br />
Todos los matices <strong>de</strong>l mulato: Des<strong>de</strong> el que aún<br />
muestra las señales características <strong>de</strong> su origen,<br />
hasta esas metamorfosis completas que constituyen<br />
la actual raza pujante. Raza <strong>de</strong> plasticidad intelectual<br />
sorpren<strong>de</strong>nte, adoradora <strong>de</strong> la instrucción, con i<strong>de</strong>as<br />
<strong>de</strong> libertad y <strong>de</strong> igualdad en la cabeza, inquieta y novelera,<br />
prolífica y sexual, verda<strong>de</strong>ro producto <strong>de</strong> los<br />
trópicos por lo fecunda y ardorosa.<br />
Abordome <strong>de</strong> repente uno que salió <strong>de</strong> entre la<br />
multitud, saludándome por mi nombre.<br />
A poco ya me tuteaba. Decía llamarse Ambrosio y<br />
haberme conocido en el Colegio. Añadió que él estaba<br />
muy bien emparentado en Me<strong>de</strong>llín, pero que a él lo<br />
que le gustaba era vivir in<strong>de</strong>pendiente. Conocía a todo<br />
el mundo. Hablaba <strong>de</strong> los hombres que brillaban entonces<br />
en todas las carreras como <strong>de</strong> íntimos amigos:<br />
—Fulano ¡ah¡ sí, Fulano, lástima que sea tan calavera;<br />
muy inteligente, estudiamos física juntos. Zutano,<br />
sí, recuerdo cuando pretendió a Fulanita <strong>de</strong> tal. Él me<br />
llevó a darle serenata al Cucaracho en un Diciembre.<br />
Y luego hablaba <strong>de</strong> las bellezas más celebradas en<br />
la ciudad, <strong>de</strong> su modo <strong>de</strong> andar y aun <strong>de</strong> los lunares<br />
que tenían.<br />
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Y mientras así hablaba tenía suspendida a lo largo<br />
<strong>de</strong>l muslo la bandola – porque era músico – empuñada<br />
<strong>de</strong>l mástil con la izquierda, en cuyo <strong>de</strong>do anular brillaba<br />
una sortija con piedra ver<strong>de</strong>, en tanto que con la<br />
<strong>de</strong>recha se en<strong>de</strong>rezaba la corbata, una corbata color<br />
<strong>de</strong> cebollas con tomate que sostenía un cuello no muy<br />
limpio <strong>de</strong> celuloi<strong>de</strong>, y se aseguraba el alfiler, un alfiler<br />
tamaño, como una tira<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> escaparate.<br />
Y mientras, no andaban ociosos los pies, pues echaba<br />
el <strong>de</strong>recho a<strong>de</strong>lante unas veces, otras el izquierdo.<br />
Los cuales ostentaban en la parte superior <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos<br />
menores, callos, con bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> transparencia córnea,<br />
señales <strong>de</strong>l uso reciente <strong>de</strong>l calzado, <strong>de</strong> lo cual no<br />
podía él menos <strong>de</strong> sentirse envanecido en medio <strong>de</strong><br />
esas gentes primitivas.<br />
Y tomando la bandola en posición <strong>de</strong> tocar, el pedacito<br />
<strong>de</strong> cuerno entre el pulgar y el índice:<br />
—Una piececita en obsequio <strong>de</strong>l amigo Lucas, dijo,<br />
y comenzó a herir las cuerdas a golpecitos rápidos.<br />
En seguida, mirando con protección a los que lo<br />
acompañaban con el tiple y la guitarra, los cuales bajaron<br />
los ojos confesando tácitamente su inferioridad,<br />
díjoles con voz fuerte, haciendo resonar mucho la erre:<br />
—Ré mayor.<br />
Y comenzaron los compases <strong>de</strong> la polka, esos compases<br />
rápidos, en explosiones sucesivas que hieren los<br />
centros emotivos <strong>de</strong> las almas jóvenes y frescas, como<br />
las <strong>de</strong>scargas <strong>de</strong> un circuito eléctrico rápidamente<br />
interrumpido.<br />
Y la gente se agrupó en <strong>de</strong>rredor, y las parejas se<br />
enlazaron, y las alas <strong>de</strong> los sombreros se aplastaron<br />
sobre las frentes, y los pañolones se envolvieron con<br />
<strong>de</strong>sparpajo a las cinturas, y los pies se agitaron con<br />
movimientos exagerados en ese voltear loco en que<br />
tomaba parte todo el que podía aún tenerse en pie.<br />
En tanto que los muy borrachos, la ruana terciada al<br />
brazo, el sombrero tirado hacia atrás, mirando turbio<br />
y luchando con los párpados que pesaban cada vez<br />
más y amenazaban cerrarse sin remedio, vociferaban,<br />
84
accionando enérgicamente monólogos estúpidos, o<br />
reían con una risa idiota que contrastaba <strong>de</strong> modo<br />
extraño con esa expresión ajada y floja que esculpe<br />
en las caras humanas la embriaguez.<br />
Luego tomó la guitarra y comenzó a cantar.<br />
En tanto que cantaba, tenía puestos los ojos en Camila.<br />
Y levantaba las cejas en los pasajes sentimentales,<br />
tornaba los ojos dormilones en los lugares pianíssimos;<br />
luego, cuando la música se animaba, alzaba la voz y<br />
le sonreía con afectación. La joven no hecha a tales<br />
bombar<strong>de</strong>os, no sabía dón<strong>de</strong> volver el rostro. Y eso que<br />
se notaba en el brillo <strong>de</strong> sus ojos y en el tinte cálido <strong>de</strong><br />
sus labios y mejillas que un enjambre <strong>de</strong> emociones<br />
bullían en su pecho, al encontrar formulados en las frases<br />
apasionadas <strong>de</strong>l canto, sentimientos que ella había<br />
experimentado pero que jamás acertara a expresar.<br />
Y acercándose a su novio le dice en voz baja:<br />
—Vámonos Toñejo.<br />
—¿Y por qué pues?<br />
—Por nada (plegando los labios y levantando levemente<br />
los hombros). Pues porque … quiero irme… en<br />
fin… tú lo sabes… ese Ambrosio… vámonos.<br />
Y hace a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> marcharse.<br />
—Eso es Camila, dice Ambrosio parando <strong>de</strong> tocar y<br />
en tono <strong>de</strong> burla, váyase porque si no….. se los ajustan.<br />
—No hagas caso, por Dios, Toñejo <strong>de</strong>l alma, dijo<br />
Camila al ver la ira centellar en los ojos <strong>de</strong> su novio.<br />
–Claro, continuó Ambrosio en el mismo tono, un peón<br />
infeliz, cuando tiene una novia bonita, le tiene miedo<br />
a la gente (y señalábase a sí mismo, dándose con los<br />
<strong>de</strong>dos sobre la pechera <strong>de</strong> la camisa). ¡Qué será cuando<br />
sea su mujer! (riendo con insolencia) ¡Pobre pen<strong>de</strong>jo!<br />
Toñejo se sacudió exasperado. Tiró <strong>de</strong> su machete,<br />
y volviéndose a su novia que, a riesgo <strong>de</strong> la vida, se<br />
colgó <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong>l brazo que blandía el arma:<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Suéltame Camila. No aguanto más. Harto me he<br />
humillado por tus ruegos a ese sinvergüenza.<br />
Ambrosio retrocedió hasta colocarse en medio <strong>de</strong>l<br />
grupo <strong>de</strong> sus amigos, en cuyas manos brillaron, en su<br />
<strong>de</strong>fensa, navajas, puñales y machetes.<br />
—Que se venga.<br />
—Suéltenlo, gritaban.<br />
—Que agra<strong>de</strong>zca ese mugroso, dijo Ambrosio, que<br />
Lucas lo haya apadrinado, si no, por Dios, que le doy<br />
patadas hasta en la lengua.<br />
Y volviéndose a sus amigos:<br />
—Vámonos muchachos.<br />
A Toñejo:<br />
—Dámele un beso a tu Camila en mi nombre.<br />
Y escupiendo con estrépito en señal <strong>de</strong> insulto,<br />
alejose en medio <strong>de</strong> sus amigos que lo aplaudían, con<br />
esa ufanía que gastan los seres viles e innobles cuando<br />
se sienten apoyados.<br />
Toñejo temblaba como presa <strong>de</strong>l calofrío que prece<strong>de</strong><br />
a la terciana y sollozando <strong>de</strong> furor escondió con<br />
<strong>de</strong>sesperación el rostro entre las manos.<br />
86<br />
YYY<br />
—Ya ve Ud. mi situación, me <strong>de</strong>cía al poco rato. A<br />
ese Ambrosio lo adulan todos aquí porque le temen.<br />
La principal accionista <strong>de</strong> la mina, una vieja solterona,<br />
es su tía, y dicen que lo mima y hace cuanto a él se le<br />
antoja. Así es que él manda aquí en jefe: el Inspector,<br />
los comisarios, todos están bajo sus ór<strong>de</strong>nes; pues él<br />
ha hecho creer que muy pronto, en muriéndose la tía,<br />
cosa que él da por hecha, será la mina suya. El pobre<br />
D. Manuel no tiene más que la superinten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los
trabajos; pero la intriga él la maneja: a él pi<strong>de</strong> ocupación<br />
todo perdido que llega <strong>de</strong>l Cañón, generalmente tahures<br />
y holgazanes, y hace echar todo empleado que no le cae<br />
en gracia. Los únicos que nos hemos escapado somos<br />
D. Manuel y yo, porque nos necesitan. Al principio, D.<br />
Manuel se quejó a Me<strong>de</strong>llín, pero el Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la<br />
Compañía le contestó que tuviera paciencia y manejara<br />
las cosas con tino, pues era estrellarse preten<strong>de</strong>r algo<br />
contra una familia que representaba la mayoría en las<br />
reuniones <strong>de</strong> accionistas.<br />
—Y lo peor <strong>de</strong> todo es que ha dado en andar enamorado<br />
<strong>de</strong> Camila. Y como era natural, todos aquí lo<br />
apoyan en sus pretensiones. Hasta la familia. Hasta<br />
una tía <strong>de</strong> Camila. D. Manuel no sabe nada <strong>de</strong> eso. Y<br />
todos me hacen la guerra: cuando paso con ella <strong>de</strong><br />
brazo o vengo solo <strong>de</strong>l trabajo, porque me han aislado,<br />
las gentes nos miran y se ríen y hablan bajo, y yo me<br />
<strong>de</strong>sespero. Sin duda Ud. no sabe lo que es amar y estar<br />
celoso. Se me figura que se han <strong>de</strong> contar alguna cosa<br />
que ellos saben y yo ignoro.<br />
Y el pobre mozo apretó los dientes y cerró los ojos.<br />
Sin duda pasarían por su memoria rostros aborrecidos<br />
que lo miraban con <strong>de</strong>svergüenza insultante; bocas<br />
que se plegaban con risa <strong>de</strong> burla. Y como abstraído<br />
añadió hablando consigo mismo:<br />
—¡Quién sabe! ¿Y quién es el que conoce las mujeres?<br />
Luego, dirigiéndose <strong>de</strong> nuevo a mí:<br />
—Pero no crea Ud. nada; Camila es muy buena y<br />
me quiere. Ella sufre tanto como yo.<br />
—Pero dirá Ud. que si tengo calzones y la quiero,<br />
por qué no me hago respetar y la hago respetar a ella.<br />
¡Ah! si no se tratara más que <strong>de</strong> eso. Porque, créame<br />
Ud., yo no soy un cobar<strong>de</strong>. Pero ¿qué po<strong>de</strong>mos nosotros<br />
los infelices habitantes <strong>de</strong> los campos contra<br />
Uds., los que saben, los que tienen la plata, los que<br />
viven en los pueblos gran<strong>de</strong>s? Yo no digo que Uds.<br />
no se hagan justicia unos a otros, sobre todo si son<br />
igualmente ricos. ¡Pero a nosotros! Y no crea que son<br />
cuentos míos. Mire:<br />
87
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Mi padre había sido un hombre muy bueno, y vivíamos<br />
él, mi madre y yo, que estaba entonces chico,<br />
por allí por los lados <strong>de</strong>l Capote. Un día se apareció<br />
una comisión <strong>de</strong> intrigantes <strong>de</strong>l pueblo y se lo llevaron<br />
reclutado para la guerra. Por allá lo tuvieron <strong>de</strong> soldado<br />
como un año, y nosotros pasamos muchas hambres,<br />
entre tanto, porque todo se puso muy caro y mi madre<br />
no alcanzaba para los dos; cuando volvió <strong>de</strong> la campaña<br />
ya vino muy cambiado: jugaba y se emborrachaba. Y<br />
cuando llegaba borracho nos pegaba a mi madre y a<br />
mí. Un día que estaba así mató aquí en La Bo<strong>de</strong>ga a<br />
un hombre <strong>de</strong> un machetazo. Yo fui, al tiempo, a verlo<br />
al presidio con mi madre. El pobre estaba lleno <strong>de</strong><br />
remordimientos, enfermo (a poco murió), y con unas<br />
ca<strong>de</strong>nas en los pies. Me cogió llorando en los brazos y<br />
me dijo:<br />
—Toñejo, tu padre no es un hombre malo. A ti, sin<br />
duda, te lo habrán dicho. Yo no soy más que un infeliz.<br />
Voy a darte un consejo: a los que tienen y a los que<br />
pue<strong>de</strong>n más que tú, témelos siempre, y sobre todo<br />
témele al Gobierno. Tú no sabrás, sin duda, lo que es<br />
eso. Voy a <strong>de</strong>círtelo: el Gobierno es una persona muy<br />
mala que nos coge a los pobres y nos lleva a la guerra<br />
a pelear sin rabia y sin motivo y a corrompernos,<br />
y <strong>de</strong>spués, cuando peleamos con razón por asuntos<br />
nuestros o enloquecidos con el aguardiente que él<br />
mismo nos ven<strong>de</strong>, nos trae al presidio y nos carga <strong>de</strong><br />
ca<strong>de</strong>nas.<br />
—De suerte, señor, que si yo llego a matar a Ambrosio<br />
iré a dar al presidio sin remedio, y si él me mata a<br />
mí, él es rico, él saldrá libre. Y <strong>de</strong> todos modos Camila<br />
no será mía y él podrá llegar a poseerla. Porque sépalo<br />
Ud., señor, Camila lo es todo para mí, ¡todo, todo!<br />
Y sacudía la cabeza con vehemencia.<br />
Entonces comprendí toda la enorme tristeza <strong>de</strong> la<br />
condición <strong>de</strong> esas pobres gentes <strong>de</strong>l campo, que son<br />
las que mueren en las revoluciones, que son las que<br />
pueblan los presidios, expoliadas por rábulas sin principios,<br />
afrentadas en su honor, en sus afecciones más<br />
88
caras por el ansia miserable <strong>de</strong> goces <strong>de</strong> esas gentes<br />
sin fe, manufacturas más o menos <strong>de</strong>spreciables <strong>de</strong> lo<br />
que ha dado en llamarse nuestra civilización, incapaces<br />
<strong>de</strong> sentir el amor verda<strong>de</strong>ro y sus tristezas augustas.<br />
YYY<br />
Al día siguiente fuime a conocer los trabajos <strong>de</strong> la<br />
mina en compañía <strong>de</strong> Ambrosio. Rodábamos acomodados<br />
en cochecitos empujados por muchachas, en<br />
dirección a los socavones. Y vi la boca negra <strong>de</strong> uno<br />
<strong>de</strong> éstos que se me venía encima y nos engullía. Al<br />
principio, la luz <strong>de</strong>l día era bastante para <strong>de</strong>jarme ver<br />
los forros <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra redonda <strong>de</strong> la galería. Luego las<br />
tinieblas empezaron. Perdí la percepción <strong>de</strong> las direcciones.<br />
No sabía en qué sentido era arrastrado. La<br />
copa <strong>de</strong>l sombrero frotaba contra el techo <strong>de</strong>l socavón,<br />
haciendo caer fragmentos sueltos. Traté <strong>de</strong> acomodarme<br />
mejor y me agaché: hilitos <strong>de</strong> agua helada se me<br />
colaron por entre el espacio libre que <strong>de</strong>jaba por <strong>de</strong>trás<br />
el cuello <strong>de</strong> la camisa, y me hicieron estremecer todo<br />
al sentirlos resbalarse espalda abajo.<br />
Olía a humedad y a ma<strong>de</strong>ra podrida. El humo <strong>de</strong><br />
los candiles y el vapor <strong>de</strong> agua formaban en el seno<br />
<strong>de</strong> ese aire viciado y <strong>de</strong>nso, un vaho espeso, en medio<br />
<strong>de</strong>l cual se veían ar<strong>de</strong>r las luces como en el centro <strong>de</strong><br />
una aureola luminosa estrechada por todas partes <strong>de</strong><br />
las sombras. Allí no había luz difusa. A veces veía venir<br />
a mí un rostro barbudo y sucio, rojo por los reflejos<br />
<strong>de</strong> la luz artificial, flotando en una bruma espesa y<br />
blanca. Otras, unas ca<strong>de</strong>ras andando solas, cuyos pies<br />
iluminados a intervalos por la luz que se <strong>de</strong>sparramaba<br />
cayendo <strong>de</strong> las manos que sostenían la bujía, chapuceaban<br />
sobre el fango encendido <strong>de</strong> filetes <strong>de</strong> luz. Y<br />
como allí los objetos recibían la luz <strong>de</strong> un solo lado,<br />
las sombras se cortaban en contornos <strong>de</strong>cisivos y a<br />
veces era una cara en escorzo o una pierna colgando<br />
<strong>de</strong> una viga lo que alcanzaba a ver al pasar por <strong>de</strong>bajo<br />
<strong>de</strong> un tambor vertical, allá arriba suspendido en el<br />
vacío. A intervalos oíase el retumbar <strong>de</strong> alguna mina,<br />
o el estrépito <strong>de</strong>sigual y fragoso <strong>de</strong>l mineral chorreado<br />
por troneras inclinadas <strong>de</strong> las galerías más altas. Lle-<br />
89
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
gamos al frente <strong>de</strong> la guía <strong>de</strong> Bomboná. Allí estaban<br />
<strong>de</strong> turno dando taco Toñejo y un compañero. Sobre<br />
los extremos <strong>de</strong> dos atices, las velas pegadas con pelotas<br />
<strong>de</strong> barro, chisporroteaban casi hasta extinguirse<br />
cada vez que una gota <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>stilaba<br />
<strong>de</strong>l techo <strong>de</strong>l socavón, caía a su lado, y al romperse<br />
las chisgueteaba. Entonces las sombras agrandadas<br />
<strong>de</strong> los dos mineros vacilaban sobre la pared, y los<br />
<strong>de</strong>stellos que arrojaban las facetas <strong>de</strong> las piritas que<br />
el agua había lavado, parpa<strong>de</strong>aban. Toñejo golpeaba.<br />
El compañero guiaba el taladro. No hablaba ninguno<br />
<strong>de</strong> los dos. Sobre el rostro pálido y enérgico <strong>de</strong>l novio<br />
<strong>de</strong> Camila, se pintaba la abstracción dolorosa <strong>de</strong>l que<br />
sufre y se reprime. Y blandía con brío la almadana.<br />
Cada que la esgrimía se recogían y saltaban <strong>de</strong>bajo<br />
<strong>de</strong> la piel los músculos potentes <strong>de</strong> sus brazos y <strong>de</strong> su<br />
espalda <strong>de</strong>snudos, que el sudor bañaba y encendía la<br />
luz artificial, como palpitan en la atarraya henchida los<br />
peces al salir <strong>de</strong>l agua.<br />
A poco oyose el ruido <strong>de</strong> los coches <strong>de</strong> acarrear<br />
mineral: primero como un murmullo lejano que se iba<br />
abultando, luego cantos y risas. Eran las muchachas<br />
que venían a llenar sus vagones <strong>de</strong> mineral al frente<br />
en don<strong>de</strong> estábamos.<br />
Toñejo vuelve la cabeza y para <strong>de</strong> golpear. Allí, a<br />
su espalda, está Camila alegre y ja<strong>de</strong>ante, la izquierda<br />
apoyada sobre el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l vagoncito, la <strong>de</strong>recha<br />
caída sobre la ca<strong>de</strong>ra amplia, el cuerpo apoyado sobre<br />
el pie izquierdo, el <strong>de</strong>recho tirado hacia a<strong>de</strong>lante, un<br />
pie <strong>de</strong> talón <strong>de</strong>lgado y recogido, tobillo perfecto, y <strong>de</strong>l<br />
grupo gracioso <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos el empeine arrancando<br />
en or<strong>de</strong>nada curva que se pier<strong>de</strong> en el fino contorno<br />
<strong>de</strong> la pierna sobre la cual caen los <strong>de</strong>siguales jirones<br />
<strong>de</strong> las faldas que chorrean agua; y la erguida cabeza<br />
hacia atrás, y el combo seno palpitante, y sobre los<br />
<strong>de</strong>snudos brazos el bello tenue, negro y tendido como<br />
la paja que el huracán acuesta en las la<strong>de</strong>ras. Y entre<br />
el respirar anheloso, y entre sonrisas que son <strong>de</strong>stellos<br />
blancos, y entre el chispeo <strong>de</strong> sus ojos calentanos<br />
dícele a Toñejo:<br />
—Las….. las <strong>de</strong>jé a toditas. Lléname a mí ligerito<br />
mi vagón antes que vengan.<br />
90
Y Toñejo toma la pala y se pone a llenar. Ella se<br />
sienta sobre una salida <strong>de</strong>l muro <strong>de</strong> la galería a <strong>de</strong>scansar.<br />
Ambrosio se baja <strong>de</strong> su vagón, se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
mí diciéndome que tiene que inspeccionar por allí no<br />
sé qué; pero que pronto me alcanzará. Y yo sigo mi<br />
paseo por la mina.<br />
La escena que siguió no la presencié, pero vi su resultado,<br />
parte me la contaron <strong>de</strong>spués y parte me la figuro.<br />
Mientras Toñejo llenaba el coche <strong>de</strong> mineral, Ambrosio<br />
se va a Camila, y cauteloso se le sienta al lado.<br />
Pónese a mirarla embriagado, y atraído irresistiblemente<br />
va a besarla en la nuca. Camila tira el cuerpo<br />
a un lado y se incorpora soberbia.<br />
Toñejo se vuelve, sorpren<strong>de</strong> o adivina la escena, y<br />
blandiendo la pala <strong>de</strong> costado va a triturar a Ambrosio<br />
contra el muro; pero Camila salta a su cuello y estorba<br />
el movimiento. Cambió entonces la expresión <strong>de</strong> la cara<br />
<strong>de</strong> Toñejo; la estrechó contra el pecho y la besó en la<br />
cabeza; luego poniéndole ambas palmas en las sientes<br />
la separó <strong>de</strong> sí y se puso a mirarla a la cara largo rato.<br />
—Te quiero tanto que creo que un amor así sea<br />
hasta malo. Quisiera hasta matarte.<br />
—No hagas tal, esas son tentaciones <strong>de</strong> mulato.<br />
Pero mira, suéltame que ya vienen las muchachas y<br />
voy a sacar mi carro al cambiavía.<br />
Y luego, inclinándose a su oído:<br />
—Cuidado con pelear con Ambrosio, me da miedo.<br />
Y se retiró clavados en él los ojos largo trecho. Y al<br />
fin se fueron todas. Y se quedaron solos y en silencio<br />
los dos mineros y Ambrosio. Éste sentado sobre un<br />
bloque <strong>de</strong> mineral, silbando con indolencia, doblaba<br />
un cigarrillo, en espera <strong>de</strong> un vagón en qué seguir<br />
haciéndome compañía en la mina.<br />
Toñejo pálido, ensimismado, or<strong>de</strong>na en voz muy<br />
baja al compañero que vaya afuera, al Molino, a traerle<br />
no sé qué. Luego <strong>de</strong>scolgó con calma sombría la mochila<br />
<strong>de</strong> los cartuchos <strong>de</strong> dinamita: tomó uno <strong>de</strong> ellos<br />
91
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
y le hizo en una <strong>de</strong> sus bases un agujero cilíndrico,<br />
acomodando en éste una cápsula <strong>de</strong> fulminato. En<br />
seguida limpió el agujero que acababa <strong>de</strong> practicar<br />
sobre la roca; introdujo en él el cartucho sin mecha,<br />
poniendo para arriba el fulminante, y sobre éste apoyó<br />
con cuidado el filo <strong>de</strong>l taladro introduciéndolo en la<br />
parte libre <strong>de</strong>l hueco.<br />
Después recogió el martillo y lo levantó resueltamente<br />
sobre la cabeza <strong>de</strong>l taladro, en la boca un pliegue<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sdén amargo, los ojos extraviados. Tornó a<br />
él los suyos Ambrosio en ese momento y lo entendió<br />
todo. El terror lo <strong>de</strong>jó clavado en su asiento. Tendió a<br />
Toñejo los brazos no acertando siquiera a gritar, y al<br />
ver que la almadana blandida con <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>scribía<br />
en el aire un círculo negro, tapose los ojos con<br />
el brazo y dobló la cabeza anonadado sobre el muro.<br />
Una vibración enorme sacudió toda la roca, cuyos<br />
fragmentos volaron rebotando contra el techo y contra el<br />
suelo y contra los muros, acompañada <strong>de</strong> una explosión<br />
asordadora que se fue extendiendo, hasta extinguirse,<br />
por toda la red <strong>de</strong> los socavones <strong>de</strong> la mina.<br />
92<br />
YYY<br />
Luego el silencio, la obscuridad y la muerte reinaron<br />
en el frente <strong>de</strong> la galería <strong>de</strong> Bomboná.<br />
YYY<br />
¡Sólo al poco rato se oyó, socavón afuera, un ruido<br />
como <strong>de</strong> redoblar lejano que se iba acercando, y sobre<br />
ese ruido el canto alegre <strong>de</strong> Camila que venía, socavón<br />
a<strong>de</strong>ntro, al frente don<strong>de</strong> su Toñejo trabajaba a que le<br />
llenase su cochecito antes que a todas, <strong>de</strong> los bloques<br />
limpios que el taco había arrancado!<br />
YYY<br />
Cuando volvía <strong>de</strong> mi paseo por la mina, tropecé, al<br />
<strong>de</strong>sembocar a una galería, con los carros que llevaban<br />
los cadáveres mutilados <strong>de</strong> Toñejo y Ambrosio, y tras<br />
ellos, en un cochecito, Camila <strong>de</strong>smayada y pálida,<br />
empuñando entre las manos crispadas una cruz <strong>de</strong>
cobre y un rosario llenos <strong>de</strong> sangre que ella propia<br />
había arrancado <strong>de</strong>l cuerpo aún palpitante <strong>de</strong> su novio.<br />
YYY<br />
Al salir a la boca <strong>de</strong>l socavón, a plena luz, el cielo<br />
me pareció más remoto, la Humanidad más <strong>de</strong>samparada<br />
y la Provi<strong>de</strong>ncia un enigma pavoroso.<br />
Me<strong>de</strong>llín, agosto <strong>de</strong> 1897. 22<br />
22 Tomado <strong>de</strong>l Folleto “Impresiones”. Librería <strong>de</strong> Carlos A.<br />
Molina. Imprenta <strong>de</strong>l Departamento, Me<strong>de</strong>llín-<strong>Colombia</strong>,<br />
agosto <strong>de</strong> 1897, pags. 39- 58.<br />
93
UN ZARATHUSTRA MAICERO<br />
(A Pablo Gutiérrez)<br />
(Fragmento <strong>de</strong> un manuscrito que hallé en<br />
el Tambo <strong>de</strong>l Indio Joselito, en el río Capá,<br />
Territorio <strong>de</strong>l Chocó)<br />
Suspendida mi hamaca <strong>de</strong> dos estacones <strong>de</strong><br />
un tambo <strong>de</strong>rruido, <strong>de</strong>scanso, a medio cerrar los<br />
ojos, <strong>de</strong> las fatigas <strong>de</strong> la marcha.<br />
¡Qué dulce es <strong>de</strong>scansar!<br />
Parece como si cada uno <strong>de</strong> los órganos sobre<br />
los cuales el trabajo ha recaído se acurrucase y se<br />
adurmiese, apretán dose más y más al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />
campo en que la luz <strong>de</strong>l pen samiento aún ar<strong>de</strong>,<br />
vela, como viajeros medio muertos <strong>de</strong> can sancio<br />
cabecean a la vera <strong>de</strong> la fogata <strong>de</strong> un vivac.<br />
Y la fogata <strong>de</strong> mi cerebro va extinguiéndose: ya no<br />
es más que débil chispa oculta entre pavezas y tizones.<br />
Luego todo queda en calma, negro: dudaríase<br />
<strong>de</strong> si aque llo es sueño o muerte. Pero llega un soplo<br />
que atiza, arremoli na y avienta las cenizas; las<br />
94
asas esplen<strong>de</strong>n avivadas, las llamas estallan y se<br />
enroscan crepitantes..... y la luz se hace <strong>de</strong> nuevo en<br />
mi conciencia.<br />
A mis pies el Nedó ruge espumante. Su voz potente<br />
se alza, crece, se agiganta, llena la soledad en elásticas<br />
olea das; luego el soplar <strong>de</strong>l viento amaina y la<br />
modula dulcemen te hasta tornarla en un sumiso ruido<br />
que parece huir con la corriente misma que allá abajo<br />
se amansa, se tien<strong>de</strong>, se es pacia para fundirse luego<br />
en el San Juan que a distancia se arrastra silencioso.<br />
Vuélvome <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la hamaca: en el tope <strong>de</strong><br />
un montón <strong>de</strong> sueltos pedrejones <strong>de</strong> la playa, los indios<br />
han prendido una hoguera, en don<strong>de</strong> cuecen su ración<br />
<strong>de</strong> arroz y carne seca. Saltan <strong>de</strong> uno en otro pico, por<br />
entre el humo y el aire que on<strong>de</strong>a y reverbera herido por<br />
las vibrantes lenguas <strong>de</strong> las llamas, y entre ese ambiente<br />
móvil sus cuerpos negros, que miro <strong>de</strong>snudos <strong>de</strong>stacarse<br />
sobre el fondo cálido <strong>de</strong>l cielo, parecen figuras que se<br />
agitan <strong>de</strong>ntro al incendio mismo <strong>de</strong>l poniente….. Allá…..<br />
sobre la pampa interminable, las palmeras cuyos troncos<br />
torna invisibles la distancia, hacen <strong>de</strong>scollar sus copas<br />
sobre la selva como águilas que oteasen los horrores <strong>de</strong>l<br />
incendio. ¿Qué otean esas águilas? ¿Qué drama tremendo<br />
se <strong>de</strong>senvuelve allá sobre las llanuras inflamadas <strong>de</strong>l<br />
crepúsculo? ¿No sueño? ¿Estoy <strong>de</strong>spierto?..... Y sobre<br />
el alma va cayendo, y atravesando va el umbral <strong>de</strong> la<br />
conciencia, y toma posesión <strong>de</strong> los ámbitos todos <strong>de</strong>l<br />
espíritu, el mundo misterioso <strong>de</strong>l Ensueño…..<br />
¡Ah! ¡dulce ensoñar mío! Únicos dominios míos…..<br />
Un cambio <strong>de</strong> tono en el silencio. Desoriéntase el oído<br />
y sobresaltado me incorporo:<br />
Sobre el paisaje real bailan un instante y se disipan<br />
luego las figuras <strong>de</strong>l Ensueño.<br />
Y me quedo otra vez mirando río abajo.<br />
Por cuya orilla izquierda avanza, subiendo, una canoa,<br />
una embarcación leve y boyante. ¡Cómo danza sobre<br />
las ondas retorcidas! Qué espectáculo, siempre nuevo,<br />
para nosotros, los nacidos sobre las cimas <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s,<br />
el <strong>de</strong> estos habitantes <strong>de</strong> los valles, el <strong>de</strong> estos negros,<br />
<strong>de</strong>snudos, firmes, erguidos como dioses <strong>de</strong> bronce sobre<br />
los pe<strong>de</strong>stales zozobrantes <strong>de</strong> sus frágiles piraguas.<br />
Avanzan. Se acercan. Me incorporo a mirarlos. Son<br />
un negro y su hembra. Él en la proa, en la popa ella.<br />
95
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
¡Qué bellas actitu<strong>de</strong>s asumen esos númenes anfibios!<br />
Ahora hun<strong>de</strong> el <strong>de</strong> proa en el río su palanca; óyese el<br />
restallar <strong>de</strong>l regatón ferrado contra el fondo pedregoso,<br />
inclínase tras ella, cíñela por la extremidad superior<br />
entrambas manos, y al esfuerzo aplicado sobre la palanca<br />
que muer<strong>de</strong> el fondo y sobre el barco en el cual<br />
estriba firme el negro, cuájanse <strong>de</strong> músculos salientes<br />
y <strong>de</strong> surcos hondos, brazos, pecho, dorso, piernas; y el<br />
barco va rompiendo la rápida corriente que se encrespa<br />
y muge brava, en tanto que la palanca, cimbreando<br />
como un mimbre, bate el flanco sonoroso y parece que<br />
se rompe; pero ya la palanca <strong>de</strong> popa, que ha mordido<br />
el fondo, viene en su ayuda y suma esfuerzo a esfuerzo.<br />
Y qué gallarda remera es la <strong>de</strong> popa. Sin más vestido<br />
que un fajón <strong>de</strong> trapo azul ceñido a las ca<strong>de</strong>ras, cuyo<br />
bor<strong>de</strong> inferior cae a la mitad <strong>de</strong> las torneadas pantorrillas,<br />
<strong>de</strong>snudo el ancho torso y los redondos brazos y<br />
el seno firme, que el ejercicio <strong>de</strong>l remo hermoso hizo,<br />
cuando en pie, como ahora, en la vacilante proa <strong>de</strong> su<br />
piragua hería el seno elástico <strong>de</strong> la corriente bramadora,<br />
mientras en todo su armonioso cuerpo ni un solo<br />
músculo <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> contribuir al milagroso esfuerzo, sin<br />
otro vestido que estorbase sus libérrimos movimientos<br />
que la tibia envoltura <strong>de</strong>l aire luminoso.<br />
Sobre el manso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sembarca<strong>de</strong>ro flota ya, inmóvil,<br />
la canoa. Descansando en sus palancas, como<br />
guerreros antiguos en sus lanzas, los dos negros se<br />
recortan sobre las aguas <strong>de</strong>l río encendidas por el reflejo<br />
<strong>de</strong>l crepúsculo. Y la noche va cayendo. Va cayendo<br />
sobre mis ojos que tornan a cerrarse.<br />
YYY<br />
Uno….. dos….. tres ronquidos casi conscientes.<br />
Otro postrimero muy nasal y muy largo cuyo eco aún<br />
resonaba cuando me sentí <strong>de</strong>spierto. Primero fue estirar<br />
el remo izquierdo lentamente, lentamente. Luego el <strong>de</strong>recho.<br />
Luego los dos brazos. Vino enseguida el frotarme<br />
los ojos, e incorporado, pasear la mirada en re<strong>de</strong>dor.<br />
Había anochecido. Atareada en el fogón vi a la negra<br />
que viera hacía poco remando en la canoa. De un extremo<br />
a otro <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong>l tambo, el negro, su compañero,<br />
había colgado su hamaca y chupaba la pipa, reclinado.<br />
96
Son bien confianzudos estos negros, pensé.<br />
Pero luego recordé que estábamos en el <strong>de</strong>sierto y<br />
que tanto <strong>de</strong>recho tenían ellos como nosotros. Aun más<br />
<strong>de</strong>recho que nosotros tendrán - iba pensando - cuando<br />
oí salir <strong>de</strong> un rincón una voz que indudablemente a mí<br />
venía dirigida, pues <strong>de</strong>cía:<br />
—Como que ronca algo el paisano.<br />
—Y suponiendo….. ¿Qué habría con eso? Contesté<br />
algo picado.<br />
—No se pique, paisano, que no lo dije por tanto,<br />
contestó el que tal había dicho, dando una sonora risa<br />
y viniendo a colocarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí en la porción <strong>de</strong>l<br />
salón que las llamas <strong>de</strong>l hogar iluminaban.<br />
Me que<strong>de</strong> mirándolo. Era un mocetón alto, recio,<br />
hermoso, <strong>de</strong> sonrisa magnífica. A su vez él me observaba.<br />
Parecía examinarme atentamente. Luego,<br />
retirándose un poco, como para tomar mejor punto<br />
<strong>de</strong> vista, y avanzando con a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> alegría:<br />
—¡Malditos sean los <strong>de</strong>monios! Palabra que no lo<br />
había conocido. ¿Con que es Ud.? Ya me lo habían<br />
dicho, que Ud. andaba por estos Chocóes y no había<br />
querido creerlo, ¡qué iba a creer!<br />
Y luego, como notando en mis ojos la extrañeza,<br />
el gesto <strong>de</strong> que todo eso me caía <strong>de</strong> nuevo, <strong>de</strong> que él<br />
mismo me era un <strong>de</strong>sconocido:<br />
—¿Pero no recuerda que trabajé con Ud. en Sonsón?<br />
¿No recuerda a Pacho Cár<strong>de</strong>nas? Y dígame, ¿cierto es lo<br />
que me cuentan: que Ud. no ha podido conseguir todavía<br />
la suma? Es Ud., entonces, el hombre más <strong>de</strong> malas que<br />
conozco. Mire, mi don: cuando Dios <strong>de</strong>l cielo se resuelva,<br />
al fin, a pagar a Ud. trabajo perdido, no va a tener con<br />
qué; va a verse obligado a <strong>de</strong>clararse en quiebra.<br />
—¿Pero Ud. <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sale ahora?, dije al fin, viendo<br />
que no había remedio, que era preciso darme por muy<br />
su conocido.<br />
97
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—¿Yo? Voy con los Primos - y me señaló al negro y<br />
a la negra <strong>de</strong> la canoa - a hacerles un reconocimiento,<br />
y a montarles unos trabajos en sus minas <strong>de</strong> Antamara<br />
(aquí me guiñó el ojo expresivamente y se llevó el<br />
índice a los labios en señal <strong>de</strong> silencio).<br />
Luego continuó en voz alta:<br />
—Los Primos tienen una mina espléndida. Pero no<br />
la saben trabajar. Yo voy a ponerles un vapor y unos<br />
movimientos (aquí accionó expresivamente). Una imprenta<br />
nueva, pues….. ¿Me compren<strong>de</strong>?<br />
Luego, señalando a mi compañero, que en su hamaca<br />
parecía dormitar:<br />
¿Y el caballero quién es?<br />
—D. Luis <strong>de</strong> Aguilar.<br />
—¿Negociante?<br />
—Ingeniero.<br />
—Uno (dijo señalándose). Dos (y señaló a D. Luis).<br />
Tres (y me señaló a mí). (Y volviéndose a sus negros):<br />
¡Tres, tres Ingenieros! Se va a acabar el oro en este Chocó.<br />
Luego, inclinándose, me dijo en voz baja: Lo malo es<br />
que para sacar oro lo que se necesita no son ingenieros.<br />
—¿Qué, pues? Preguntéle.<br />
—Oro, me contestó en tono <strong>de</strong> cómico misterio.<br />
Des<strong>de</strong> ese instante comprendí que no tenía <strong>de</strong>recho<br />
para <strong>de</strong>sengañar a los negros en lo que a sus<br />
conocimientos en ingeniería respectaba, comprendí<br />
que era más ingeniero que nosotros, que varias veces<br />
¡ay! habíamos gastado dineros y energías tratando <strong>de</strong><br />
extraer oro <strong>de</strong> don<strong>de</strong> no lo había.<br />
La cena estaba a punto. Y nos fuimos acomodando<br />
en bancos bajos, al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l fogón, en el cual<br />
Nieves, la guapa remadora, oficiaba soberana. Y <strong>de</strong>bía<br />
<strong>de</strong> ser un prodigio culinario, según la fragancia que<br />
98
exhalaba todo aquello. Cierto que la cosa se prestaba,<br />
pues la pesca <strong>de</strong> esa tar<strong>de</strong> había sido espléndida. Pesca<br />
para todos los gustos: pemaes ver<strong>de</strong> y oro, obscuros<br />
nayos, gúngubas cobrizas….. todos los peces <strong>de</strong>sprovistos<br />
<strong>de</strong> espinas que en las aguas <strong>de</strong> la región se<br />
crían <strong>de</strong>stinados a nosotros, gentes <strong>de</strong> las montañas,<br />
camina por tierra, mindalaes, como nos llaman con<br />
<strong>de</strong>sprecio; y sábalos y doradas y picudas para ellos,<br />
para las gentes <strong>de</strong> la tierra, cuya <strong>de</strong>licia consiste en<br />
comer paños <strong>de</strong> agujas, que no otra cosa es la carne<br />
<strong>de</strong> esos peces, según se tejen en ella las espinas.<br />
Vino primero el aperitivo, el cual lo iba escanciando<br />
Tío Tomá en la totuma <strong>de</strong> nácar <strong>de</strong> D. Luis.<br />
—Vean Uds. una cosa que no se pue<strong>de</strong> hacer ya en<br />
Antioquia, dijo Cár<strong>de</strong>nas pala<strong>de</strong>ando intensamente el<br />
anisado que acababa <strong>de</strong> tragar en tanto entregaba la<br />
totuma a Tío Tomá.<br />
—¿El qué? preguntó D. Luis.<br />
—Esto. Beber, paisano.<br />
—¿Y por qué?<br />
—Pues por….. la temperancia, pues.<br />
—Cosa excelente.<br />
—Sí: visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí. Otra cosa es…..<br />
—¿Y Ud. no es temperante?<br />
—¡Ah! ¡Sí! Por supuesto. En el pueblo en que yo<br />
vivía últimamente todos firmamos temperancia.<br />
—Lo dice con un tono…..<br />
—¡Qué le parece! La cosa que yo más quiero, la<br />
temperancia. Como les digo: Yo era miembro activo<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong> mi pueblo. Nos reuníamos en el local <strong>de</strong> la<br />
escuela <strong>de</strong> señoritas. Recuerdo la última noche que<br />
nos reunimos. Era Presi<strong>de</strong>nte Pepe Colmero, el hijo<br />
<strong>de</strong>l gamonal. Echaron discurso todos. El que mejor<br />
99
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
lo hizo fue Román Copete, que estaba todavía con el<br />
guayabo <strong>de</strong> la grandota semanal. Después, todos callados.<br />
Parecíamos en misa. Vinieron luego los bostezos.<br />
Algunos cabeceaban <strong>de</strong> sueño. Hasta que al fin, Bruno<br />
Chaverra, un arriero rico, se <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> carajadas, se<br />
levantó <strong>de</strong>l asiento, atravesó el salón, sacó <strong>de</strong>l carriel<br />
un cigarro, y mientras lo encendía en una <strong>de</strong> las velas<br />
<strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte, dijo a éste:<br />
—Vea Pepito: hagamos una cosa.<br />
—A ver, contestó Pepe.<br />
—Man<strong>de</strong>mos por un garrafoncito <strong>de</strong> Aguardiente.<br />
Hubieran visto la furia <strong>de</strong> Pepe. Hubieran oído las<br />
cosas que le dijo al pobre Bruno. Lo puso ver<strong>de</strong>: le<br />
dijo hasta dotor.<br />
Escuchaba Bruno sin contestar palabra. Y cuando<br />
el Presi<strong>de</strong>nte hubo terminado, se encogió <strong>de</strong> hombros,<br />
sonrió, socarrón, dio dos o tres chupadas a su cigarro,<br />
y dijo con su voz arriera:<br />
—No sea pen<strong>de</strong>jo dotorcito. Vea: Ud. será mucho<br />
chuzo y sabrá mucho <strong>de</strong> socieda<strong>de</strong>s; pero lo único que<br />
sí le juro es, que lo que es ésta, así, sin aguardiente,<br />
no la funda, no tiene ni cinco riesgos.<br />
Y fue saliendo y tras él todos nosotros.<br />
—Bárbaros. ¡Y acabaron con ella! ¡Con la temperancia!<br />
—¡Eh! No nos crea, mi don, tan inocentes. Que<br />
íbamos a acabar nosotros. Continuamos sus sesiones<br />
en el Estanco.<br />
—¿Y es casado el paisano?<br />
—No: afortunadamente.<br />
—¿Y por qué afortunadamente?<br />
100
—Porque yo creo que….. en fin: creo que el amor<br />
es diversión propia sólo <strong>de</strong> los ricos.<br />
—Ese es un error, amigo mío. Para el antioqueño<br />
<strong>de</strong> pura cepa, el amor no es una diversión ni un tema<br />
<strong>de</strong> arte. El amor para él es una cosa augusta, severa<br />
y casi triste; es el trabajo, son los hijos, la vida entera<br />
con sus alegrías y sus dolores: es la familia, en fin:<br />
el arma con que coloniza, con que puebla, con que<br />
inva<strong>de</strong>, como planta cundidora, el territorio entero <strong>de</strong><br />
la República.<br />
—De suerte que los solteros, Ud., yo, el paisano…..<br />
—Somos poco menos que inútiles. Tan inútiles como<br />
cualesquiera otros colombianos. Que Antioquia no es<br />
gran<strong>de</strong>, no es fuerte, por sus individuos tomados aisladamente,<br />
sino por la familia. Hace poco pasaba yo, a la<br />
hora <strong>de</strong>l crepúsculo, por el valle <strong>de</strong>l Risaralda, que joven<br />
conociera cubierto <strong>de</strong> selvas obscuras y mefíticas. Y eso<br />
fue una fiesta. En cada cima reía <strong>de</strong> aseo y <strong>de</strong> blancor<br />
una vivienda; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo oteros ver<strong>de</strong>s nos miraban pasar,<br />
las cabezas levantadas, los novillos, con ojos noveleros;<br />
por las la<strong>de</strong>ras, grupos <strong>de</strong> jinetes galopaban en tropel<br />
sonoro por entre masas blancas <strong>de</strong> novillos;….. al sur, el<br />
cielo parecía besarse, allá, a distancia, con el valle;…..<br />
a uno y otro lado, sobre las cordilleras que emergían<br />
in<strong>de</strong>cisas en la bruma, ardían rozas y lomas incendiadas,<br />
y por entre ese océano <strong>de</strong> humos alcalinos, la luz<br />
<strong>de</strong>l sol, que se veía como una luna <strong>de</strong> sangre, todo lo<br />
incendiaba….. los novillos parecían beber luz líquida en<br />
los vados en cuyo fondo temblaba el reflejo <strong>de</strong> los cielos,<br />
<strong>de</strong> los cielos rojos que sobre el verdor <strong>de</strong>l valle, que se<br />
acopaba como un cáliz, semejaban una enorme floración<br />
<strong>de</strong> fuego. A poco obscurecía. Del cielo negro llovían las<br />
estrellas su luz casta; y en el valle y en las faldas lucían<br />
como chispas los hogares, en cada uno <strong>de</strong> los cuales ha<br />
sentado sus reales una familia valerosa <strong>de</strong> colonos antioqueños,<br />
a cuya vera parécele a uno estar en el riñón<br />
mismo <strong>de</strong> Antioquia: allí el maíz en los campos y en las<br />
trojes; la hospitalidad franca y sencilla; la muchacha que<br />
a la piedra sacu<strong>de</strong> el seno alto y vibrátil; los chócolos<br />
que crepitan asándose a la lumbre; las…..<br />
101
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Muy bonito todo, paisano, - interrumpió Cár<strong>de</strong>nas,<br />
soltando el trapo a sonora carcajada - ¡muy bonito<br />
todo! Y cómo se ve que a Ud. no le tocó nacer, crecer,<br />
vivir en ninguno <strong>de</strong> esos poéticos hogares antioqueños,<br />
cargando como una mula maíz, frísoles, leña; en pie<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las cuatro <strong>de</strong> la mañana, dale al azadón, dale<br />
al calabazo, dale al hacha; sin fumar siquiera; sin<br />
una diversión, sin un <strong>de</strong>sahogo, sin una parrandita…..<br />
Mire, paisano: eso será todo lo que Ud. quiera, pue<strong>de</strong><br />
tener hasta indulgencias, pue<strong>de</strong> hasta sacar ánimas<br />
<strong>de</strong>l purgatorio….. pero eso no es vida, paisano: ¡Eso<br />
no es vida!<br />
Sonreía Aguilar mientras Cár<strong>de</strong>nas hablaba y mirábalo<br />
benévolo. Y cuando hubo terminado:<br />
—Y cómo se equivocaría el que tomase las palabras<br />
<strong>de</strong> Ud., paisano, como dictadas por el odio, por<br />
la ingratitud, por <strong>de</strong>samor patrio o por cualquier otro<br />
sentimiento bajo. Así somos todos los antioqueños.<br />
Nuestro pueblo todo lo critica, todo lo examina, lo<br />
vuelve <strong>de</strong> un lado para otro, lo <strong>de</strong>smenuza, lo escudriña<br />
precisamente porque <strong>de</strong> nada está contento;<br />
porque eminentemente progresivo ve en toda institución<br />
un modo <strong>de</strong> ser pasajero que conduce a otro<br />
más perfecto; porque eminentemente liberal ve en<br />
toda personalidad que se levanta, a la vez que un guía<br />
momentáneo, un obstáculo que habrá que remover<br />
mañana. Acompañad a un antioqueño en sus faenas,<br />
en sus diversiones: seguidlo a la feria, a la tertulia,<br />
al almacén, a la cantina; en todas partes oiréis sus<br />
críticas, sus burlas, sus exageraciones heroicas, sus<br />
ironías, sus sarcasmos sangrientos, volar, zumbar,<br />
herir al magistrado, al gobernante, al banquero, al<br />
militar, al sacerdote, a todos. ¿Pero qué respeta este<br />
hombre? os preguntáis. Esperad un momento. Las<br />
faenas <strong>de</strong>l día han terminado y vedlo que se retira <strong>de</strong><br />
los centros comerciales. Sus pisadas conocidas han<br />
<strong>de</strong>spertado un mundo. Por aquella ventana ved cómo<br />
asoma un grupo <strong>de</strong> rubias cabecitas….. luego, gritos<br />
<strong>de</strong> alegría; pisadas estrepitosas y menudas, ruidos<br />
<strong>de</strong> muebles volcados y….. helos allí bulliciosos, enredándose<br />
en sus piernas, mientras <strong>de</strong>l regazo <strong>de</strong> la<br />
102
madre, que ha salido hasta el umbral, tien<strong>de</strong> a él los<br />
brazos el último nacido….. Seguidlo al interior <strong>de</strong> ese<br />
santuario, si queréis conocer lo que respeta. Lo primero<br />
que experimentáis es asombro, admiración por ese<br />
valiente que ha echado sobre sí todo el peso <strong>de</strong>l rudo<br />
combate <strong>de</strong> la vida para evitarlo a los que ama. Como<br />
a las alturas, en don<strong>de</strong> ponen las águilas sus nidos,<br />
no llega jamás el ruido <strong>de</strong> la vida intensa que aquí en<br />
los valles ardientes levantan las especies en su lucha<br />
tenaz; como a esas alturas, diáfanas y frías, no llegan<br />
jamás en su vuelo los insectos, ni ascien<strong>de</strong>n miasmas,<br />
ni se <strong>de</strong>slizan las serpientes, a las alturas morales en<br />
don<strong>de</strong> cuelga su hogar el antioqueño, tampoco llega<br />
nada <strong>de</strong> los odios, <strong>de</strong> las canallerías, <strong>de</strong> las abdicaciones,<br />
<strong>de</strong> las vergüenzas, <strong>de</strong>l lodo amasado con sangre,<br />
con lágrimas y honras en don<strong>de</strong> chapucean los que<br />
abajo se agitan batallando. Descien<strong>de</strong>, sí, él, cada día,<br />
como el águila a los valles, a luchar brazo a brazo con<br />
la vida, allí don<strong>de</strong> la vida hierve, y <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> alegre,<br />
vivificado con los puros aires <strong>de</strong> sus cimas, y por eso<br />
parece <strong>de</strong>cidor, cruel. El hogar es para él lo que el aire<br />
puro para el buzo, lo que para el asceta la oración.<br />
Quizás otros pueblos tendrán otros modos <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r<br />
la vida, más sabios, más artísticos; quizás la<br />
carga <strong>de</strong>l vivir compartida con la mujer docta, hábil,<br />
conocedora <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> al varón más<br />
equilibrada cultura y más animación y más sabor a<br />
la existencia; quizás, también, la vida social resulte<br />
<strong>de</strong>masiado insípida cuando no la sazona la gracia<br />
femenina; quizás para hacer lleva<strong>de</strong>ra la existencia<br />
necesiten otros razas <strong>de</strong> alma complicada, que por el<br />
cuerpo social circule el picante condimento <strong>de</strong>l amor<br />
placer, <strong>de</strong>l amor intriga. Así será. Examino simplemente<br />
el hecho <strong>de</strong> que el antioqueño vive dos vidas bien<br />
distintas: la <strong>de</strong> los negocios, campo en que no ce<strong>de</strong><br />
en tenacidad, en clarovi<strong>de</strong>ncia, en po<strong>de</strong>r combinador<br />
a ninguna <strong>de</strong> las razas conocidas; y la <strong>de</strong>l hogar, vida<br />
<strong>de</strong> afectos pura y simple. Y eso explica íntegramente<br />
su carácter: mientras más rudo, más implacable, mas<br />
burlón aparezca en su trato social, por ley <strong>de</strong> compensación,<br />
por una especie <strong>de</strong> polarización moral, más<br />
dulce, más amante estará para los suyos en el sagrado<br />
103
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
<strong>de</strong>l hogar. Y fijaos en un <strong>de</strong>talle: este amor a los hijos,<br />
a la esposa….. a todos cuantos cobija el santo nido,<br />
se oculta, se recata, porque este sentimiento, como<br />
todo sentimiento completo, íntegro, tiene su pudor. He<br />
aquí el porqué <strong>de</strong> nuestro porte social, rudo, agresivo,<br />
burlón, implacable: nuestra sociedad es un torneo<br />
<strong>de</strong> varones en que la lucha no está dulcificada por la<br />
presencia <strong>de</strong> la mujer; nos falta la mujer en mezcla,<br />
la mujer en disolución. Nuestras mujeres no saben<br />
ser sino esposas, madres, hermanas, novias; ¡y cómo<br />
saben serlo! oh dulces, oh perfectas, oh puras, oh ignoradas:<br />
yo aguilucho que arrojó <strong>de</strong>l nidal borrasca brava,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> estas soleda<strong>de</strong>s os saludo y saludo en vosotras<br />
a las genitoras <strong>de</strong> la raza salvadora <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>.<br />
104<br />
YYY<br />
A poco, cada cual subió a su hamaca y fumaba<br />
silencioso o dormitaba.<br />
Bañados por los reflejos <strong>de</strong>l fogón, tendidos a su<br />
vera, <strong>de</strong>snudos sobre el <strong>de</strong>snudo suelo, los indios<br />
sostenían estruendosos diálogos. Cuánta énfasis,<br />
qué riqueza <strong>de</strong> entonaciones, <strong>de</strong> fonéticos matices se<br />
ven obligados a gastar estos hijos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto para<br />
po<strong>de</strong>r expresar en su pobre idioma las más sencillas<br />
concepciones. Ahora tiene la palabra Baribú. Cómo su<br />
frase se modula, se asorda, se levanta, se espacia…..<br />
Ni gamonal <strong>de</strong> pueblo recién venido <strong>de</strong> la capital <strong>de</strong>screstando<br />
a su parroquia; ni poeta lírico recitando oda<br />
sublime, <strong>de</strong>stinada a sugerir que al lado <strong>de</strong> los dolores<br />
<strong>de</strong> su alma privilegiada, Job, Niobe, el infierno, son niños<br />
<strong>de</strong> teta; ni orador parlamentario que ante Senado<br />
augusto se revuelve tonante y caudaloso para probar<br />
que el ladrón no fue él sino su otro compadre….. nadie<br />
pulsó jamás gama tan rica <strong>de</strong> sonidos, <strong>de</strong> ritmos, <strong>de</strong><br />
cesuras como ese pobre indio, ¿y qué podrá <strong>de</strong>cir?.....<br />
Cuando más que el ñame <strong>de</strong> la comida estaba crudo<br />
y lo tiene flatulento, que el tercio le hizo una peladura<br />
sobre el riñón izquierdo, que….. oíd: <strong>de</strong> aquella hamaca<br />
<strong>de</strong>l rincón se alza un ronquido, primero piano,<br />
piano, y que luego va creciendo. ¿Quién duerme ahí?
En la obscuridad <strong>de</strong>l tambo nada se distingue; las hamacas<br />
pendientes <strong>de</strong>l techo en comba aguda parecen<br />
murciélagos colgados <strong>de</strong>l cielo <strong>de</strong> una cripta….. Otro<br />
ronquido en otra parte, ¡qué dúo <strong>de</strong> tatabras!..... un<br />
tercero….. un cuarto….. es una orquesta….. y <strong>de</strong> fuera<br />
les respon<strong>de</strong>n: la variedad infinita <strong>de</strong> las ranas <strong>de</strong> estas<br />
tierras alzan su chirrido: la selva está sedienta. ¡Seis<br />
días <strong>de</strong> no llover en el Chocó! Hasta los peces en sus<br />
cauces gritan agua, ¡agua!..... Un calofrío me recorre<br />
el espinazo, quizás un reflejo atávico que grabó en mi<br />
organismo algún abuelo indio; éstos se incorporan,<br />
tien<strong>de</strong>n el oído.<br />
—Verrugosa, hombre. Dice Baribú.<br />
¡Ah, es el silbido opaco, pavoroso <strong>de</strong> la serpiente<br />
verrugosa! Me vuelvo un ovillo entre la hamaca.<br />
Alguien tose y se rebulle. ¿Quién está ahí <strong>de</strong>svelado?<br />
pregunto en voz muy queda.<br />
—Soy yo, paisano.<br />
—¿Cár<strong>de</strong>nas?<br />
—El mismo.<br />
—¿No pue<strong>de</strong> dormir?<br />
—Ni una pestañada, y la culpa la tiene el paisano<br />
Aguilar.<br />
—¿Es él quien ronca tan recio?<br />
—No, no es eso. Es con lo que habló durante la<br />
comida, ¡podía hablar algo el paisano!<br />
—¿Y qué tiene que ver?.....<br />
—Pues….. con tanto oírlo moler y dale con la mujer<br />
antioqueña, con el hogar antioqueño, con la novia<br />
antioqueña, me ha hecho entrar una pensa<strong>de</strong>ra, una<br />
pensa<strong>de</strong>ra….. y me he puesto a cavilar si no sería mejor<br />
haberme quedado en mi tierra, y a la hora <strong>de</strong> ahora<br />
estaría ya casado con mi novia, viviendo en una casita<br />
como un oro….. Conociera Ud. a mi novia, paisano.<br />
105
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Viérala Ud. cuando sale a misa los domingos ir por<br />
esos caminitos, recogida la falda con la diestra, cómo<br />
avanza el pie <strong>de</strong>snudo bajo la enagua blanca, cómo<br />
se columpia en la cintura, ¡y qué ojos y qué cuello y<br />
qué sonrisa!<br />
Después <strong>de</strong> una pausa larga, continuó:<br />
Y luego aquel lucero, mire, aquel que alcanza a<br />
verse por entre la culata <strong>de</strong>l bohío.<br />
—¿Sirio? Sí: es Sirio ese. ¿Y qué?<br />
—¿Así se llama? En fin….. ese. Todas las noches,<br />
era por Enero, nos divertíamos mi novia y yo en verlo<br />
salir, sentados en el corredor <strong>de</strong> su casa. ¿Ha visto<br />
Ud. cómo sale? Propiamente no salía, brincaba <strong>de</strong> la<br />
cordillera enterito y se ponía a temblar como una vela<br />
al viento. Apostábamos a quién lo veía salir primero y<br />
jamás llegó a ganarme: que ella lo veía salir en el cielo<br />
y yo en sus ojos. Ah lindo que es el amor, paisano; ¡ah<br />
lindo que es el amor!..... ¿Y dice Ud. que ese lucero se<br />
llama cómo?<br />
—Sirio. Es un sol soberbio, mayor que el que <strong>de</strong> día<br />
nos alumbra. A su lado este mundo en que habitamos<br />
es un grano <strong>de</strong> polvo.<br />
—Y ahora que mienta….. Tengo yo una duda, paisano,<br />
que nadie todavía ha podido resolverme. Tal vez<br />
Ud.….<br />
—A ver.<br />
—Eso <strong>de</strong>l grandor <strong>de</strong> las estrellas, <strong>de</strong> su distancia…..<br />
en fin….. todo eso que <strong>de</strong> ellas dicen….. pues como yo<br />
soy algo ingeniero y he visto medir <strong>de</strong> lejos..… en fin,<br />
no se me vuelve tan cuesta arriba. Pero….. dígame:<br />
¿alguno ha ido allá?<br />
—No.<br />
—¿Alguno <strong>de</strong> allá ha venido aquí, pues?<br />
106
—Tampoco.<br />
—¿Y no dice Ud. que se llama Sirio?.....<br />
—Sí.<br />
—Y entonces, si ninguno <strong>de</strong> aquí se ha puesto al habla<br />
con gentes <strong>de</strong> allá, ni nadie <strong>de</strong> allá habló jamás con los <strong>de</strong><br />
aquí ¿cómo hicieron, pues, para averiguarle el nombre?<br />
YYY<br />
Fuese toldando el cielo. Pronto no brilló en él una sola<br />
estrella. Retumbó el trueno y empezaron a caer goterones<br />
enormes. Todos los ruidos <strong>de</strong> la selva se callaron<br />
y me fui quedando dormido al dulce golpear <strong>de</strong> la lluvia<br />
en el techo <strong>de</strong> paja y en los follajes <strong>de</strong> los árboles.<br />
Muy entrada era ya la noche cuando me <strong>de</strong>sperté<br />
calado hasta los tuétanos. El techo ralo <strong>de</strong>jaba colar<br />
la lluvia. Oí que alguien se apeaba <strong>de</strong> su hamaca y la<br />
vaciaba como si fuera un cántaro. Y que mientras tal<br />
hacía, reía con carcajadas reprimidas.<br />
—¿Quién? Pregunté.<br />
—¡Ah! ¡ah! ¡ah!.....<br />
—¿Quién es?, Repetí.<br />
—Yo, contestó Cár<strong>de</strong>nas.<br />
—¿Y por qué ríe?<br />
—¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah!.....<br />
—Pero cuente ¿qué es la risa?<br />
—Para qué le digo, paisano, si Ud. no conoce gallinas.<br />
¡Ah! ¡ah! ah!.....<br />
—¿Que no conozco gallinas yo?<br />
107
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Es <strong>de</strong>cir que no ha sido muchacho en eso.<br />
—No comprendo.<br />
—Pues….. Quiero <strong>de</strong>cir que Ud….. Como en fin no<br />
es hombre casado….. ni es campesino….. ni ha tenido<br />
gallineros…..<br />
—Pero en fin….. casados más o menos todos lo<br />
hemos sido….. Y en cuanto a campesino…..<br />
—De veras que Ud.…. Y diga, paisano, ¿ha echado<br />
Ud. alguna vez una clueca a empollar huevos?<br />
—Yo, precisamente…..<br />
—En fin..… pero habrá visto..… ¿Sí? Bueno. Pues<br />
figúrese Ud. paisano….. ¡Ah! ¡ah! ¡ah!..... que estaba<br />
soñando, que como diz que estaba yo clueco y echado,<br />
sí señor, bien echado en mi nido, calentando mis<br />
huevitos, cuando empezó esta maldita tempestad; y<br />
como este con<strong>de</strong>nado pajar <strong>de</strong> este rancho está tan<br />
calvo, empezó el agua a llenarme la hamaca, que es <strong>de</strong><br />
lona, y yo, entre dormido y mal dormido, a sentir un<br />
frío….. y como en todas las pesadillas, un malestar y<br />
un..… Así que a cada trueno me estremecía y temblaba<br />
todo. Y en mi corazón maternal <strong>de</strong> gallina incubando,<br />
experimentaba una angustia, un..… cómo le dijera<br />
yo….. Porque yo estaba convencido, lo que se llama<br />
convencido, <strong>de</strong> que esos truenos me iban a atronar<br />
los huevos, <strong>de</strong> que el aguacero que se me entraba al<br />
nido me los iba a engüerar….. ¡Ah! ¡ah! ¡ah!<br />
—La fortuna que todo ha sido un sueño mero.<br />
—Y que ya empieza a amanecer. Porque le aseguro<br />
que si me vuelvo a dormir, vuelvo a tener pesadilla. Y<br />
la culpa la sigue teniendo el paisano Aguilar, que me<br />
puso flatoso con sus péroras…..<br />
108<br />
YYY<br />
Volvemos <strong>de</strong> nuestra excursión por las crestas y la-
<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la región más occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s. Un mes<br />
<strong>de</strong> selva silenciosa, <strong>de</strong> incesantes lluvias, <strong>de</strong> marchas<br />
aplanantes, sin más guía que el instinto <strong>de</strong> orientación<br />
<strong>de</strong> los indios, en busca <strong>de</strong> ese venero <strong>de</strong> oro que se<br />
escon<strong>de</strong> siempre y cuya aparición mantiene viva la<br />
esperanza. En cada quebrada, en cada afloramiento<br />
nos <strong>de</strong>tenemos a catear: cólmase <strong>de</strong> arenas la batea<br />
exploradora; el Tío Tomá, con meneos magistrales, va<br />
mermando, mermando la liviana broza; en el fondo,<br />
al fin, negrea la jagua… írguese, luego, solemne a dar<br />
la pinta….. y siempre, en todas las ocasiones, como<br />
si fuese la primera vez, se siente un ligero susto, una<br />
ansiedad grata. ¿Habrá oro allí? ¿no lo habrá? ¡Oh vida<br />
errante <strong>de</strong>l explorador minero! Tus sensaciones, como<br />
las <strong>de</strong> amor, son siempre dulcemente crueles….. Nos<br />
inclinamos palpitantes a mirar….. ni un rubio grano<br />
entre la jagua negra y….. ¡a<strong>de</strong>lante! a<strong>de</strong>lante siempre.<br />
Hasta que al fin…..<br />
La cosa sucedió una tar<strong>de</strong>.<br />
Habíamos toldado ya. Sobre tres piedras hervía<br />
una olla <strong>de</strong> frísoles, sobre otras tres en un cal<strong>de</strong>ro<br />
borbollante daba volteretas un mico <strong>de</strong>sollado entero.<br />
Baribú que fuera por agua a la vecina quebrada, tornó<br />
trayendo un hermoso pedazo <strong>de</strong> pirita.<br />
—Mina, hombre, dijo el indio alargándome el fragmento.<br />
—¿En dón<strong>de</strong> hallaste eso?<br />
—En quebrada, hombre.<br />
Examinolo antentamente Aguilar.<br />
—Vamos allá, dijo levantándose.<br />
Seguímosle todos. Tomamos por el lecho <strong>de</strong>l riachuelo,<br />
y al llegar a una cascada que sus aguas formaban,<br />
nos quedamos parados. Parados <strong>de</strong> admiración.<br />
En el esquisto cristalino, discordantemente con él,<br />
encajaba un filón soberbio, cuyo afloramiento, claro,<br />
neto, vertical, se señalaba en la roca <strong>de</strong>snuda como<br />
un surco hasta per<strong>de</strong>rse allá muy alto entre las cimas.<br />
Fue una escena silenciosa. Aguilar tomó su piqueta,<br />
hirió el venero y llenó la batea. Era un material suelto,<br />
carmíneo, sembrado <strong>de</strong> piritas no oxidadas. El propio se<br />
109
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
inclinó sobre la corriente a verificar la cateada; luego<br />
se irguió, le dio pinta y, silencioso, pálido, me alargó<br />
la batea. Temblaba yo al cogerla: una lengua áurea,<br />
lengua <strong>de</strong> perro cansado, como dicen los mineros, se<br />
tendía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el centro <strong>de</strong> la batea hasta su bor<strong>de</strong>. Nadie<br />
habló nada; pero los corazones todos batían en los<br />
pechos una diana <strong>de</strong> alegría a ese radiante amanecer<br />
<strong>de</strong> la fortuna, y los ojos fulguraban. Silenciosos - que<br />
anochecía ya - tomamos el camino <strong>de</strong> la tolda.<br />
A poco ésta retemblaba <strong>de</strong> animación y <strong>de</strong> bullicio.<br />
La blanca barba <strong>de</strong>rramada sobre el pecho, bañado<br />
por la luz <strong>de</strong> la fogata, los ojos llameando, <strong>de</strong>cíame<br />
Aguilar:<br />
—Para Ud., aún joven, lleno <strong>de</strong> esperanzas y energía,<br />
no tienen ni <strong>de</strong> lejos la significación que para mí,<br />
cansado y viejo, los sucesos <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong>. ¡Ah, la<br />
fortuna! ¿Sabe Ud. lo que para mí quiere <strong>de</strong>cir eso?<br />
Nada menos que la realización <strong>de</strong>l ensueño todo <strong>de</strong> mi<br />
vida. Porque no sé si alguna vez se lo habré dicho: yo<br />
persigo un sueño para cuya realización necesito mucho<br />
oro, mucho oro.<br />
—Ud. sabe <strong>de</strong> sobra - siguió diciendo - que según los<br />
puntos <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> Lord Kelvin entre otros, vulgarizados<br />
hoy por el galo Le Bon - que para eso, para vulgarizar<br />
sirven los galos - materia y energía son dos estados <strong>de</strong><br />
una sola cosa; que cuando una dynamo, por ejemplo,<br />
produce electricidad, no hace más que transformar<br />
parte <strong>de</strong> la materia <strong>de</strong> que está construida en corriente<br />
eléctrica. Empero, con los medios <strong>de</strong> que la Industria<br />
dispone actualmente, sólo una pequeñísima porción<br />
<strong>de</strong> materia pue<strong>de</strong> ser trocada en energía, y eso con<br />
un gasto equivalente <strong>de</strong> ésta. ¡Ah! ¡Qué multiplicación<br />
infinita <strong>de</strong> la humana potencia tendrá nacimiento el día<br />
en que se halle el agente capaz <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>sflagrar<br />
instantáneamente la materia y convertirla en fuerzas<br />
vivas, como una cápsula <strong>de</strong> fulminato <strong>de</strong> mercurio,<br />
por ejemplo, hace <strong>de</strong>sflagrar un paquete <strong>de</strong> dinamita!<br />
Ese día la navegación aérea será un juego. ¡Qué digo<br />
la navegación aérea: la navegación interplanetaria,<br />
la navegación interestelar! ¡Qué horizontes infinitos<br />
abiertos a la vida! Entonces sí, ya que no po<strong>de</strong>mos<br />
110
vivir eternamente, podremos vivir inmensamente.<br />
¡Ah! Po<strong>de</strong>r seguir con el cuerpo los vuelos <strong>de</strong>l espíritu;<br />
po<strong>de</strong>r hollar los campos infinitos en que la imaginación<br />
transita sola! Pero vivir como hoy se vive, obligados a<br />
reptar en un solo plano <strong>de</strong>l vivir posible, proyectando<br />
contra los mundos que nos son velados los sueños <strong>de</strong>l<br />
cerebro, sin lograr actuar un solo día nuestra infinita<br />
potencial <strong>de</strong> vida….. Morir como hoy se muere, con la<br />
honda pesadumbre <strong>de</strong> jamás haber vivido. Pero cuando<br />
se logre hacer la vida infinita en intensidad, saturados<br />
<strong>de</strong> vivir, nacerá en nosotros, dulce, el apetito <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso<br />
eterno, e iremos alegres a su encuentro como<br />
al sueño vamos, indolentes y confiados <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un<br />
bello día <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> trabajo.<br />
Pues bien: para eso quiero la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y la<br />
fortuna: para ofrendar mi vida entera en aras <strong>de</strong> ese<br />
sueño radioso: para meditar, para estudiar, para experimentar<br />
retirado en algún barrio <strong>de</strong> estudiantes <strong>de</strong><br />
alguna ciudad docta.<br />
Cuando a la mañana siguiente nos dirigíamos al filón,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos alcanzamos a ver al Tío Tomá que había<br />
madrugado, haciendo danzar febrilmente la batea. Al<br />
<strong>de</strong>scubrirnos vació en ella todo lo que recogido había y<br />
limpiolo con cuidado. Entregónoslo cuando a él llegamos.<br />
Brillaba en el fondo un buen montón <strong>de</strong> polvo amarillo.<br />
Tomamos Aguilar y yo en los cuencos <strong>de</strong> las manos sendas<br />
porciones y nos dimos a examinarlas a la luz <strong>de</strong>l sol<br />
naciente cuyo sesgo rayo hería ya las ramas cimeras <strong>de</strong><br />
los árboles….. Una misma sospecha torturante nos vapuló<br />
como un relámpago….. ¡Eso no era oro! Era lo que los<br />
mineros llaman mica, ese rubio polvo que a tantos ha<br />
engañado, que a tantos engaña todavía.<br />
A la luz escasa <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> anterior, habíamos nosotros<br />
también sido extraviados. No osábamos siquiera<br />
mirarnos cara a cara; pero tácitamente resolvimos no<br />
<strong>de</strong>sengañar a nuestros compañeros y, tristes, emprendimos<br />
el regreso, el cual se hizo siguiendo la corriente<br />
<strong>de</strong>l riachuelo.<br />
¡Penoso <strong>de</strong>scenso! Cuando la pendiente y el caudal<br />
lo consintieron, nos abandonamos a su curso en una<br />
balsa <strong>de</strong> medulas <strong>de</strong> palmera. El indio Miró iba a<strong>de</strong>lan-<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
te, caballero en un solo trozo, explorando la corriente.<br />
Al quinto día, la pampa otra vez, la pampa urente:<br />
todo duerme, no sopla ni una brisa, la vegetación parece<br />
emerger <strong>de</strong>l fondo quieto <strong>de</strong> un estanque, las bocas<br />
saben a fango, los párpados pesan como plomo. Aguilar,<br />
presa <strong>de</strong> un ataque <strong>de</strong> fiebre, los cabellos pegados a<br />
la frente sudorosa, la pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la muerte en el rostro<br />
severo y <strong>de</strong>macrado, yacía en el fondo <strong>de</strong> la balsa.<br />
¡Alma infanzona! No alcanzarás, no, la fortuna; tus<br />
sueños temerarios, la inasible quimera <strong>de</strong> tus ansias,<br />
ha <strong>de</strong> permanecer, quizás por siempre, como visión<br />
aislada <strong>de</strong> tu bizarro cerebro aventurero….. Una vida <strong>de</strong><br />
intensidad infinita no será tu lote. Morirás como morimos<br />
todos, temerosos y temblando ante el enigma pavoroso.<br />
Pero no temas, oh magnánimo. Talvez sin que <strong>de</strong> ello<br />
te <strong>de</strong>s cuenta, ese Dios en quien creemos, nosotros los<br />
ingenuos, mo<strong>de</strong>la y purifica, a golpes <strong>de</strong> dolor, tu gran<strong>de</strong><br />
alma. ¿Quién sabe? Talvez nosotros, los indoctos, estemos<br />
en lo cierto, y esta vida no es lo que tú crees, sino<br />
más bien lo que a nuestros sencillos abuelos parecía:<br />
la gestación dolorosa <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> ultratumba.<br />
Una canoa zarpa <strong>de</strong> la orilla y hacia nuestra balsa<br />
inclina el rumbo en sesga trayectoria….. ya están al<br />
alcance <strong>de</strong> la vista. Dirígenla dos negros. Y en la proa<br />
un hombre sentado a la oriental nos saluda agitando el<br />
sombrero <strong>de</strong> anchas alas….. ¡Ah! es Cár<strong>de</strong>nas. Cómo<br />
me regocija el ver <strong>de</strong> nuevo al bravo mozo. Su canoa<br />
se coloca al lado <strong>de</strong> la balsa y continuamos la bajada<br />
charlando alegremente.<br />
Contáranle al paisano unos caucheros que dormido<br />
habían en su mina la noche antes, haber visto a<br />
nuestros indios buscando palmas para una balsa en<br />
las cabeceras <strong>de</strong>l río. Y como, ¿a qué negarlo? habíanos<br />
tomado ley, resolvió estar a nuestra mira para<br />
llevarnos a su casa y obsequiarnos. ¿Por ventura los<br />
antioqueños no somos todos como hermanos fuera <strong>de</strong><br />
nuestra tierra, aun aquellos mismos que en Antioquia<br />
ni se tratan ni se quieren? Cuánto más nosotros, que<br />
se podía <strong>de</strong>cir, éramos colegas.<br />
Llegábamos a poco. Acogida cariñosa, secas ropas,<br />
limpios lechos, yantar regio; luego a visitar la mina:<br />
Un aluvión inmenso; una soberbia platinera asentada<br />
en el terciario, un emporio <strong>de</strong> riqueza verda<strong>de</strong>ra.<br />
112
—Vean Uds. cómo se trabaja aquí - iba diciéndonos<br />
Cár<strong>de</strong>nas - qué actividad, qué or<strong>de</strong>n. Y sin embargo -<br />
y no es porque esté presente - cuando, hará un mes,<br />
llegué aquí, esto era una zambra. Yo metí or<strong>de</strong>n en<br />
todo: que los unos por temor y….. por temor también<br />
los otros, reduje al fin a estos negros a trabajar y a ser<br />
cumplidos. Y luego que mi vida se ha compuesto…..<br />
¡<strong>de</strong> qué modo! Y a Ud. lo <strong>de</strong>bo paisano Aguilar, a Ud.<br />
lo <strong>de</strong>bo.<br />
—¿A mí?<br />
—Como lo oye.<br />
—¿Y en qué he podido yo influir?.....<br />
—¿Pues no recuerda Ud. aquella noche….. la primera,<br />
pues, en que nos vimos?..... Después que lo<br />
oí hablar me dí a pensar que, indudablemente, Ud.<br />
tenía razón; que uno <strong>de</strong>be ser casado; que, como<br />
dice Bacalao el <strong>de</strong> D. Patricio, el hombre soltero sufre<br />
mucho.<br />
—¿Y se ha casado Ud.?<br />
—Pues….. más bien que sí.<br />
—¿Hizo venir <strong>de</strong> Antioquia a su novia?<br />
—No.<br />
—¿Fue, acaso, Ud. allá?<br />
—Tampoco.<br />
—¿Se casó por po<strong>de</strong>r?<br />
—Eso sí que mucho menos.<br />
—Pues entonces…..<br />
—Miren paisanos; para que no tonteen más, las<br />
cosas pasaron así: Como les iba diciendo, a poco <strong>de</strong><br />
estar aquí, yo era el as en esta mina, era el todo para<br />
estos negros: que el paisano Cál<strong>de</strong>nas, tal cosa; que<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
el paisano Cál<strong>de</strong>nas, tal otra; que eso pregúntenselo<br />
al paisano Cál<strong>de</strong>nas… Lo cual, naturalmente, comenzó<br />
a chocar a Primo Lorenzo, al que se <strong>de</strong>cía dueño <strong>de</strong><br />
la mina, al que me trajo a mí, pues, y que durmió en<br />
el tambo aquella noche….. ¿No recuerdan? ¿Sí? Pues<br />
bueno. El tal empezó a no hallarse bien conmigo, hasta<br />
que un día no pudo menos y me dijo:<br />
—Paisano: no me conviene que Ud. siga aquí.<br />
—Vea qué cosa Primo, y yo que creo lo contrario.<br />
—Pues es que si no se va, lo voy.<br />
—Quisiera saber cómo.<br />
—Así: dijo sacando su machete.<br />
—Pues ¡pararse! dije yo sacando el mío. ¡Y lo prendo<br />
a plan, paisanos! Le di plan hasta en la lengua. Hasta<br />
que el pobre negro no pudo más y echó a correr. En<br />
aquel altico se <strong>de</strong>tuvo y empezó a llamar a su mujer.<br />
—¡Nieves! ¡Nieves!<br />
Pero ella, silenciosa, le volvió la espalda y se<br />
sentó a mi lado. Luego llamó a sus hermanos y a<br />
sus primos.<br />
—¡Tomás! ¡Esteban! ¡Eliseo!.....<br />
Éstos alzaron a mirarlo, se inclinaron luego y siguieron<br />
trabajando.<br />
Llamó <strong>de</strong>spués al perro.<br />
—¡Comandante! ¡Toma!<br />
Y el perro, que estaba echado a mis pies, alzó un<br />
instante la cabeza, volvió <strong>de</strong> nuevo a reclinarse en las<br />
patas <strong>de</strong>lanteras, y siguió durmiendo.<br />
Entonces se <strong>de</strong>shizo en maldiciones, llamó sobre<br />
114
nosotros rayos, pestes, truenos; se haló <strong>de</strong> los cabellos;<br />
se hirió el rostro con las manos; se tiraba contra<br />
el suelo y topetaba la cabeza en las piedras y en los<br />
troncos….. Como un loco diose luego a correr <strong>de</strong> una<br />
parte para otra, llega a la orilla, <strong>de</strong>sata una champa<br />
y se echa río abajo. Buen rato pudimos verlo amenazándonos<br />
con los puños, hasta que al fin perdiose allá,<br />
tras el recodo, y no ha vuelto más…..<br />
YYY<br />
De pie, en leve canoa colmada <strong>de</strong> áureos bananos<br />
que al sol brillan, viene Nieves río abajo. Des<strong>de</strong> lejos<br />
llama a Cár<strong>de</strong>nas. Acu<strong>de</strong> éste a la orilla. Detiene<br />
aquélla el barco y entablan plática íntima constelada<br />
<strong>de</strong> sonrisas.<br />
—No sé qué pensar <strong>de</strong> todo esto, dice, mirándolos<br />
mi amigo. Y sin embargo ¿quién sería capaz <strong>de</strong> sostener<br />
que este valiente no merece su fortuna?<br />
Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> breve pausa:<br />
En todo caso, esto es Antioquia, es la Patria que<br />
se expan<strong>de</strong> irresistible. ¡Paso a ella! Son sus hijos,<br />
los audaces <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> la raza más audaz <strong>de</strong>l<br />
universo, mo<strong>de</strong>lados en siglos <strong>de</strong> aislamiento, sobre<br />
el dorso <strong>de</strong> nuestras soberbias cordilleras.<br />
Antioquia son sus hijos, es su raza. Antioquia será<br />
<strong>Colombia</strong> entera, como la ya olvidada, tesonera Prusia,<br />
es hoy Germania Imperial y victoriosa. ¡Viva Antioquia!<br />
Minas <strong>de</strong> Zancudo, a 22 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1908. 23<br />
23 Tomado <strong>de</strong> Revista Alpha, Año III, No. 35. Me<strong>de</strong>llín,<br />
noviembre <strong>de</strong> 1908, pags. 409-425.<br />
115
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
116<br />
CRONIQUILLA II: EL FILÓSOFO<br />
Para Samuel Moreno O.<br />
I<br />
La novilla Paloma salió lentamente <strong>de</strong>l río. Pisó luego<br />
la arena apretada <strong>de</strong> la playa, en la cual el agua que<br />
chorreaba <strong>de</strong> sus piernas finas iba <strong>de</strong>jando manchas<br />
húmedas, y tomó por la cuesta enrramada reventando<br />
yerba, reventando yerba.<br />
¡Oh! qué dulce es estar sola, sola una con sus pensamientos,<br />
lejos <strong>de</strong> todos esos cuchicheos, <strong>de</strong> todas<br />
las miradas burlonas, <strong>de</strong>svergonzadas, <strong>de</strong> esa multitud<br />
malévola.<br />
Y recordó los días felices que viviera con su madre<br />
en el potrero <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> La Hacienda. Allá era ella<br />
la mimada. Cuando hasta la señorita, con ser <strong>de</strong> esa<br />
raza réproba <strong>de</strong> los humanos, encargada por Dios <strong>de</strong><br />
martirizar a su especie - la cual por sus pecados ¡ay!<br />
se hiciera digna <strong>de</strong> ello- hasta la señorita digo… pero<br />
no digamos la señorita que era dulce y bella; pero aún<br />
los señoritos, esos lobeznos <strong>de</strong> entrañas berroqueñas,<br />
le sobaban los lomos, le palmeaban la testuz y le
daban en sus propias manos bocados <strong>de</strong> sal blanca,<br />
en tanto que se entregaban a charlar <strong>de</strong> su prosapia<br />
regia. Porque por las venas <strong>de</strong> la Paloma corría sangre<br />
muy ilustre. Por su padre era inglesa. Gran parte <strong>de</strong><br />
sus ascendientes pacieron en los pesebres reales <strong>de</strong><br />
Jacobos y <strong>de</strong> Eduardos; mientras que por su madre era<br />
holan<strong>de</strong>sa. En las campiñas <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s vivieron <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
eda<strong>de</strong>s remotísimas sus abuelos. Y cuentan vetustas<br />
crónicas que un toro miura que los conquistadores<br />
<strong>de</strong> Castilla llevaron allá para ser lidiado en imperial<br />
novillada puso una parcela <strong>de</strong> sol en las venas <strong>de</strong> una<br />
abuela suya, trayendo a la variedad a que ella pertenecía<br />
esa esbeltez <strong>de</strong> formas que era ¡ay! la causa <strong>de</strong><br />
todas sus tristezas. Sí, pensó, dando un suspiro: triste<br />
belleza que tantas amarguras me cuesta. Porque si yo<br />
no fuera hermosa ese dios que posee mi ser todo no<br />
hubiera fijado en mí sus ojos, y entonces ni la envidia<br />
me perseguiría, ni la maledicencia emponzoñaría mi<br />
vivir antes tan dulce.<br />
“Qué hermoso paisaje”, pensó. Ahí cerca, bien cerca<br />
aún, metidas hasta las rodillas las unas, las otras hasta<br />
el vientre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l agua transparente y mansa estaban<br />
sus compañeras, las que <strong>de</strong>jaría hacía poco; y<br />
hacia arriba y hacia abajo el río en meandros suaves,<br />
<strong>de</strong>senvolvía, perezoso, su curso en el tranquilo vallecito.<br />
Lejos…a media la<strong>de</strong>ra, la casa <strong>de</strong> la Hacienda,<br />
en don<strong>de</strong> su niñez corrió feliz, brillaba roja y blanca<br />
entre arbolados <strong>de</strong> madroños verdinegros, y más allá la<br />
selva, y más allá montes encaramados sobre montes,<br />
alejándose siempre, empinándose siempre, hasta que<br />
la distancia los tornaba azules.<br />
—¿En dón<strong>de</strong> estará él en este instante?, pensó.<br />
¿Qué valles profundos, qué altas cimas hollará <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso?<br />
Ruborizose <strong>de</strong> súbito al sorpren<strong>de</strong>rse a sí misma<br />
extática ante su pasión inmensa y ante el paisaje divino.<br />
Cómo se hubieran reído <strong>de</strong> ella los intelectuales<br />
<strong>de</strong>l Hato entre quienes estaban <strong>de</strong>sacreditadas hasta<br />
parecer ridículas, las gran<strong>de</strong>s pasiones y la admiración<br />
<strong>de</strong> los espectáculos sublimes. Sólo una cosa era en ese<br />
momento histórico <strong>de</strong>l Hato digna <strong>de</strong> un intelectual: la<br />
117
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
ironía. Afortunadamente nadie la había visto, y dando<br />
un suspiro muy hondo y muy largo tornó a inclinarse.<br />
Y, reventando yerba, reventando yerba, continuó ascendiendo<br />
camino <strong>de</strong>l sestea<strong>de</strong>ro.<br />
Acomodose en un apartado rincón, echándose con<br />
un resoplido largo, sonoro, oloroso a poleo, a leche,<br />
a tomillo; medio entornó los ojos y con una voluptuosidad<br />
infinita revesó un bolo <strong>de</strong> pienso en don<strong>de</strong><br />
estaban representadas todas las yerbas fragantes que<br />
arrancara en el lin<strong>de</strong> mismo <strong>de</strong> la selva en esa madrugada<br />
rutilante, acomodolo blandamente con la lengua<br />
entre las muelas, y, lentamente, lentamente, empezó<br />
a remascar, a remascar.<br />
Lo primero fue elevar el corazón en plegaria fervorosa<br />
a Vichú, el Toro Eterno, para darle gracias por<br />
haber conservado al género vaca la dicha <strong>de</strong> remascar,<br />
lo sólo que <strong>de</strong> la felicidad <strong>de</strong> que disfrutaban antes <strong>de</strong>l<br />
pecado en el potrero Paraíso le restaba. Cómo sería<br />
la dicha <strong>de</strong> los bienaventurados, si eso que sintiendo<br />
estaba, remedo sólo, eco atenuado <strong>de</strong> aquella,<br />
era tan gran<strong>de</strong>. Porque cada brizna <strong>de</strong> yerba que al<br />
ser triturada y exprimida se ponía en contacto con<br />
alguna <strong>de</strong>licada papila <strong>de</strong> la lengua o con la más mínima<br />
porción <strong>de</strong>l paladar, tenía el po<strong>de</strong>r maravilloso<br />
<strong>de</strong> suscitar en su cerebro la representación exacta,<br />
pero exaltada hasta la beatitud, <strong>de</strong>l instante en que<br />
la yerba evocadora había sido arrancada por su boca<br />
<strong>de</strong>l lugar en don<strong>de</strong> germinaba. ¡Oh! y cómo será la<br />
dicha <strong>de</strong> los bienaventurados: echados blandamente<br />
sobre vivientes edredones olorosos a heno fresco,<br />
olorosos a trébol florecido, sobre la gema <strong>de</strong> algún<br />
lucero que se balancea, que se mece entre el éter<br />
luminoso, remascar eternamente las flores, los ramos,<br />
los cogollos, las cortezas, las resinas fragantes<br />
que <strong>de</strong> todas las selvas, <strong>de</strong> todos los jardines, <strong>de</strong><br />
todas las pra<strong>de</strong>ras, <strong>de</strong> todos los sen<strong>de</strong>ros florecidos<br />
<strong>de</strong> los mundos y <strong>de</strong> los cielos todos, el po<strong>de</strong>r infinito<br />
va vertiendo eternamente, incansablemente, en sus<br />
buches ben<strong>de</strong>cidos. Cómo saltarán las visiones divinas<br />
a los cerebros venturosos cuando remarcando<br />
van las yerbecillas pisadas por las parejas <strong>de</strong> amor<br />
<strong>de</strong> todos los mundos, las flores <strong>de</strong> todos los tálamos,<br />
ajadas por todos los idilios; al saborear las aguas<br />
118
que resbalado han por los <strong>de</strong>snudos tornos convulsos<br />
<strong>de</strong> la lujuria fecunda y santa <strong>de</strong> todas las hembras<br />
bellas y <strong>de</strong> los machos po<strong>de</strong>rosos <strong>de</strong> los universos<br />
todos <strong>de</strong>l buen Dios… Y por el cerebro <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong> la<br />
Paloma, <strong>de</strong> la ternera buena y piadosa, se reanimaba,<br />
revivía, al ir remascando, el idilio <strong>de</strong> esa mañana:<br />
su ternilla y la <strong>de</strong> él se unían olorosas, húmedas.<br />
Reventaban yerbas tiernas, suaves, <strong>de</strong> un mismo<br />
mogote <strong>de</strong> trébol en flor; sus alientos se confundían<br />
cálidos: tás, tás,…y sus cabezas se juntaban. Luego<br />
sentía ella, estremecida, pasearse por sus lomos<br />
el aliento abrazado <strong>de</strong> él…… y sus conciencias se<br />
fundían en un latigazo convulso <strong>de</strong> placer luminoso,<br />
rútilo…¡Ah! remascar, remascar: lo sólo que aún<br />
queda <strong>de</strong> la felicidad <strong>de</strong> que se disfrutaba antes <strong>de</strong>l<br />
pecado en el potrero Paraíso.<br />
Abrió los ojos. El sestea<strong>de</strong>ro estaba ya ocupado<br />
por sus compañeras, quienes subido habían <strong>de</strong>l vado<br />
y remascaban, remascaban y charlaban; que charlar<br />
es otro <strong>de</strong> los goces que aún quedan.<br />
Tras ella, allí muy cerca, oyó voces conocidas. Giró<br />
con disimulo la cabeza. Claro: eran ellos. ¿Quién iba<br />
a ser sino ellos? ¡Grupo <strong>de</strong> toretes insolentes que<br />
siempre habían <strong>de</strong> ir a su zaga moliéndola con sus<br />
cínicos chicoleos! Nada menos la noche anterior habían<br />
estado cantándole con sus vocecillas polli-gallescas<br />
coplas <strong>de</strong>svergonzadas. Que siempre anduvo la belleza<br />
perseguida por esas lujurias nauseabundas.<br />
Más allá, a la izquierda, Doña Vaca, una solterona,<br />
tenía suspenso al auditorio <strong>de</strong> sus labios.<br />
—Eso no pue<strong>de</strong> continuar así -<strong>de</strong>cía- porque se<br />
explica muy bien que los hombres, esos monstruos<br />
que no tienen un alma inmortal qué santificar y qué<br />
salvar, sean perversos. Esa es su misión: santificarnos<br />
a nosotras con sus inicuos proce<strong>de</strong>res. Que carguen<br />
a nuestros hijos con pesos enormes y los lleven por<br />
caminos áridos, asfixiantes, bajo soles ardientes, ja<strong>de</strong>ando,<br />
<strong>de</strong>sfallecidos <strong>de</strong> sed y <strong>de</strong> cansancio; que los<br />
unzan al arado fatigante para cultivar campos que han<br />
<strong>de</strong> dar pan que nutra su iniquidad; que sacrifiquen<br />
a nuestros hijos y coman su carne humeante para<br />
nutrir su incontinencia y su soberbia, que los lleven<br />
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U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
al circo a conseguir la palma <strong>de</strong>l martirio a manos <strong>de</strong><br />
un verdugo que simula un combate irrisorio en que él<br />
dispone <strong>de</strong> burla<strong>de</strong>ros, <strong>de</strong> ayudantes, <strong>de</strong> asordador<br />
bullicio para luego <strong>de</strong> exasperarlos con las ban<strong>de</strong>rillas,<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>slumbrarlos con la roja muleta, presentarles una<br />
espada sobre cuya punta se arroja el mártir ciego,<br />
hundiéndosela él mismo hasta el corazón en medio <strong>de</strong><br />
los aplausos <strong>de</strong> una multitud ebria y cruel que proclama<br />
al matador cobar<strong>de</strong> como a un héroe… Todo eso<br />
y mucho más forma parte <strong>de</strong>l plan divino <strong>de</strong> nuestra<br />
re<strong>de</strong>nción ya que esos <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> un día, que han<br />
<strong>de</strong> perecer con sus cuerpos, cumplen así su misión<br />
terrenal <strong>de</strong> purificarnos y <strong>de</strong> redimirnos. Pero que uno<br />
<strong>de</strong> los nuestros, corrompido por el ejemplo, quiera<br />
imitar a esos <strong>de</strong>monios, yendo <strong>de</strong> potrero y potrero<br />
incitando a los jóvenes a la rebelión, rompiendo así<br />
toda ley…<br />
—Y diga, Doña Vaca -interrumpió el torete Morgan<br />
Bedoya- un elegante que por su madre pertenecía a la<br />
crem <strong>de</strong>l Hato - ¿es que Ud. piensa que el toro Frisolo<br />
no tiene motivos para hacer lo que hace? ¿O es que eso<br />
<strong>de</strong> que lo an<strong>de</strong>n persiguiendo a uno para convertirlo <strong>de</strong><br />
toro en novillo - Ud. Me compren<strong>de</strong> señora - no tiene<br />
muchos pelos, pero muchos pelos?<br />
—Fuera <strong>de</strong> las razones éticas que <strong>de</strong> manera tan<br />
magistral ha expuesto la distinguida dama doña Vaca<br />
– repuso el viejito reaccionario Quesada Esparragosa<br />
- existen razones <strong>de</strong> otro or<strong>de</strong>n, muy suficientes para<br />
que el toro Frisolo se sometiera patrióticamente a su<br />
<strong>de</strong>stino sino fuera un amoral. Y es – continuó - que<br />
como muy bien lo han dicho los jóvenes amos que<br />
acaban <strong>de</strong> llegar graduados en veterinaria, nuestra raza<br />
<strong>de</strong>genera. Y es por esto por lo que se quieren cambiar<br />
los sementales. Los hombres <strong>de</strong> ciencia aseguran que<br />
con higiene y educación se pue<strong>de</strong> contener el mal, pero<br />
es mucho más seguro lo otro y más lógico: cuando una<br />
raza <strong>de</strong>genera se cambia por otra mejor.<br />
—Nuestra raza no está <strong>de</strong>generada. – terció el<br />
doctor Sánchez Colmero - No pa<strong>de</strong>cemos <strong>de</strong> senectud<br />
sino <strong>de</strong> infantilismo. Salidos ayer <strong>de</strong> la Colonia nos<br />
adaptamos aun incompletamente a la <strong>de</strong>mocracia.<br />
120
En la Colonia, el Misionero lo era todo para el pobre<br />
colono: era su director en lo humano y su guía para<br />
el cielo, hoy el cura ha reemplazado al Misionero y<br />
el colono es el mismo <strong>de</strong> antes. Preten<strong>de</strong>r que se<br />
autogobierne un pueblo así educado cuando el cura<br />
está interesado en lo contrario, y sin que se transforme<br />
primero, por mor solamente <strong>de</strong> dos o tres teorías<br />
que en las ciuda<strong>de</strong>s discuten y propagan unos pocos<br />
espíritus cultivados, es como querer transformar en<br />
alcohol - por ejemplo - un frasco que contiene agua<br />
con sólo rotularlo: Alcohol. Así nosotros: rotulamos<br />
República <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> a un pueblo que lo que<br />
contiene aún es colonos y misioneros como en el siglo<br />
diez y ocho. Y se preten<strong>de</strong> que sin haber salido aún a<br />
la vida ambiente ya estamos <strong>de</strong>generados cuando lo<br />
que no estamos aún es formados: el niño y el anciano<br />
se asemejan.<br />
—Yo no miro la cuestión por el lado humano. - replicó<br />
con exaltación fanática Doña Vaca - Para mí todas<br />
esas razones pomposamente llamadas científicas son<br />
pura filfa. Como <strong>de</strong>cía mi abuelo: toda solución viene<br />
<strong>de</strong> arriba. ¡La expiación! He aquí la razón soberana y<br />
potísima <strong>de</strong> todos nuestros pa<strong>de</strong>cimientos; ese <strong>de</strong>bería<br />
ser el principio que informara nuestros actos todos.<br />
—Ya la oyen - replicó Morgan Bedoya - y el otro<br />
sábado a una invitación que le hicieron las señoritas<br />
Arizas para entrarse al corral sembrado <strong>de</strong> micay fresco<br />
que los amos tienen reservado para las vacas <strong>de</strong> leche<br />
a mor<strong>de</strong>r un bocado y a conversar con los toretes,<br />
aprovechando un portillo que ellas se saben cerca al<br />
columpio <strong>de</strong>l río, contestoles: “Niñas, qué les parece,<br />
hoy no las acompaño porque mañana es domingo y<br />
tengo mis <strong>de</strong>vociones… Uste<strong>de</strong>s saben… estoy haciendo<br />
los Siete Domingos; pero el lunes…el lunes cuenten<br />
conmigo.<br />
—Así son todas estas beatas - dijo Amadis Rolando<br />
el personaje político - así son todas: hipócritas y<br />
farsantes. Pero la culpa la tiene el medio ambiente<br />
misoneísta y retrógrado en don<strong>de</strong> les ha tocado actuar.<br />
Pero ya vendrá la era <strong>de</strong> las revaluaciones <strong>de</strong>finitivas,<br />
<strong>de</strong>l balance final.<br />
121
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—¿No saben uste<strong>de</strong>s el gran cuento - dijo Quesada<br />
Esparragosa - el gran cuento <strong>de</strong> este tribuno <strong>de</strong> las<br />
revaluaciones y <strong>de</strong>l balance final? Pues oigan: El otro<br />
día le dieron sus amigos un banquete para celebrar sus<br />
campañas estruendosas contra el oscurantismo, sus<br />
peroraciones encendidas que mordían en las carnes<br />
<strong>de</strong> los concordatarios como vitriolo ardiente y… etc.<br />
De vuelta a casa, medio copetón él, y regoldando a<br />
champaña y a guisotes, cuando entraba jubiloso recitándose<br />
a sí mismo parrafadas <strong>de</strong> su discurso, salieron<br />
a su encuentro y colgáronse al cuello, Otilita, Yolandíta,<br />
Maudcita sus hijas queridas.<br />
—Papá lindo.<br />
—!Papacito hermoso!<br />
—Mira.... uno. Mira.... dos. Mira.... tres....<br />
Y lo besaban en la frente, en las mejillas, en los ojos.<br />
Desfallecido <strong>de</strong> dicha tumbose en un sillón.<br />
—¿No es cierto que sí papacito? ¿Que nos vas a<br />
<strong>de</strong>cir que sí?<br />
—¿Pero por Dios qué es lo que <strong>de</strong> mí pretendéis?<br />
—Di primero que sí.<br />
—Pero que yo sepa antes.<br />
—No.<br />
—Sí, sí. Di que sí.<br />
—Dí que sí hombre, ¿qué te cuesta? -exclamó Josefa,<br />
la hermana mayor.<br />
—Sí niñas, sí. Papá dice que sí.<br />
—¿De veras papá?<br />
—Pero......<br />
122
—No: a ver.<br />
Y giraban en su redor aplaudiendo, gritando, riendo...<br />
Y el tribuno fue incapaz <strong>de</strong> seguir negándose.<br />
—Sí, niñas, sí. Concedido. Está concedido. ¡Cualquier<br />
cosa que sea!<br />
Al oír esto salieron las niñas corriendo llenas <strong>de</strong><br />
alegría, para volver, a poco, conduciendo en medio a<br />
Cortés Mendoza, el Padre Cortés Mendoza, el amigo<br />
<strong>de</strong> la casa, el condiscípulo <strong>de</strong>l tribuno.<br />
—Pero ¿qué es esto? ¡Horror! Planes proditorios<br />
urdidos en las tinieblas contra mi conciencia liberada<br />
<strong>de</strong> prejuicios religiosos. No, y no...... ¡y no!<br />
—Pero hombre - dijo riendo Josefa la hermana.<br />
Pero hombre. Si no es nada. No seas <strong>de</strong>scortés. ¿Así<br />
se recibe a un amigo?<br />
—Perdona Pepe - así llama el tribuno al Padre<br />
Cortés - pero se ha sublevado al verte toda mi sangre<br />
generosa <strong>de</strong> liberal.<br />
—¡Ah! ¡ah! - dijo la hermana Merce<strong>de</strong>s - si tu no<br />
eres liberal.<br />
—¿Que no soy?..... ¡Que no soy!......<br />
—¿Recuerdas a mamá? Cuando alguien <strong>de</strong>cía en su<br />
presencia que era inteligente o buen mozo, <strong>de</strong>cía ella<br />
(q.e.p.d.) espere a que se lo digan, hijo, que alabanza<br />
propia...... Eso mismo te digo yo. Espera a que te lo<br />
digan...... ¡Pero <strong>de</strong>cir tú mismo que eres liberal! Si ser<br />
liberal es un lujo...... es una percha. Es más que ser<br />
buen mozo. Más que ser rico. Los verda<strong>de</strong>ros liberales<br />
son los hombres <strong>de</strong> genio. Esos son los que abren<br />
sendas nuevas a la humanidad, y a ellos solos <strong>de</strong>bería<br />
correspon<strong>de</strong>r el calificativo. Pero <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> acá <strong>de</strong> esas<br />
simas están los talentos brillantes, los cachacos ricos,<br />
gentiles, <strong>de</strong> corazón inmenso...... Entre nosotros......<br />
que yo recuer<strong>de</strong> ahora...... pues...... el tuerto Erazo,<br />
123
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
el indio Urrutia, Manjarrés Ce<strong>de</strong>ño y ..... no recuerdo<br />
más, eran liberales. Podía <strong>de</strong>círseles en su cara. Pero<br />
al verlos tan magníficos, los <strong>de</strong>más se antojaron y se<br />
llamaron, ellos a sí mismos, liberales. Aquí no po<strong>de</strong>mos<br />
ver nada bueno porque lo dañamos con la competencia.<br />
¡Tú liberal! ¡No hijo! ¡Ganas! Si muchas ganas <strong>de</strong> serlo.<br />
Pero no alcanzas. Desengáñate.<br />
—¡Ay! hijo -continuó la otra hermana- Tú con ese<br />
lunar <strong>de</strong> pelos que llevas sobre el carrillo izquierdo,<br />
y esa tu inteligencia <strong>de</strong> tres con cincuenta la gruesa,<br />
y ese tu corazoncito mezquino, no pue<strong>de</strong>s ser liberal,<br />
<strong>de</strong>sengáñate.<br />
—Soy un obscuro soldado <strong>de</strong>l libre pensamiento.<br />
—Paso enseñado – hijo - ese es paso enseñado.<br />
Tú vuelves al trote, como se dijo <strong>de</strong> tu amigo Marco<br />
Maulio Tirado.<br />
—Cuando más que ya no se usan esas cosas - prosiguió<br />
la otra hermana -. Eso fue la edad romántica<br />
<strong>de</strong>l liberalismo. Hoy las gentes no se preocupan sino<br />
por participar en algo <strong>de</strong> patrimonio <strong>de</strong> comodida<strong>de</strong>s,<br />
<strong>de</strong> holgura, <strong>de</strong> bienestar, que el progreso aporta día<br />
a día al mundo. Hoy la cuestión es financiera. Todo el<br />
mundo se ha dado cuenta <strong>de</strong> que para aquel cuyas<br />
finanzas andan bien existe la justicia, existe la libertad,<br />
la salud, la alegría <strong>de</strong> vivir, la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia personal;<br />
existe el arte y sus goces divinos; el amor y sus divinas<br />
inquietu<strong>de</strong>s; todo en fin. Y que para aquel cuyas<br />
finanzas andan averiadas no hay patria ni libertad ni<br />
arte ni nada.<br />
—Sí: pero mi altivez republicana no me permite....<br />
—Sí, papacito, sí. ¿No es cierto que sí?<br />
Y caballeras en sus piernas, en su nuca, en su cabeza,<br />
lo besuqueaban, le tiraban el pelo; las orejas,<br />
las narices.<br />
—¿Pero no es cierto que sí qué?<br />
124
—Que mañana, aniversario <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> mamacita<br />
querida, ¿vas a comulgar?<br />
—¿A comul...... qué? ¿Pero no se me respeta? ¿A<br />
qué título se inva<strong>de</strong> el sagrado <strong>de</strong> mi hogar?<br />
—Figúrate qué tan linda estará ella en el cielo mirándonos.<br />
Cómo irá gozar cuando te vea, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />
nosotros, recibiendo al Niño Jesús en tu almita limpia,<br />
blanca. ¿Le vas a negar eso al alma <strong>de</strong> mamá? Entonces<br />
no la querías. Entonces no nos quieres.<br />
Y <strong>de</strong>sprendiéndose <strong>de</strong> sus brazos rodaron por el<br />
tapiz llorando inconsolables. Las cataratas <strong>de</strong>l endurecido<br />
corazón <strong>de</strong>l tribuno, las cataratas <strong>de</strong> su llanto,<br />
se abrieron. Y lloró. Y alzando a sus hijas una a una:<br />
—Pero no lloréis, hijas <strong>de</strong>l alma. ¡Qué no haría yo<br />
por vosotras, por mi muerta querida! Comulgaré. Comulgaremos<br />
juntos mañana. Os lo prometo.<br />
—A la cama niñas. A dormir que ya es muy tar<strong>de</strong>,<br />
dijeron Merce<strong>de</strong>s y Josefa las hermanas.<br />
Quedose el tribuno en el salón, mudo, mirando<br />
estúpidamente al suelo. Cuando alzó los ojos, sus<br />
miradas encontráronse con las <strong>de</strong>l Padre Cortés. El<br />
cual, sonriente, rodó su sillón a él y díjole dulcemente,<br />
suavemente:<br />
—¿Comenzamos?<br />
—¿Que si comenzamos qué, Pepe?<br />
—Tu confesión Rolando...<br />
—Y yo sostenía hace poco entre los brindis <strong>de</strong>l banquete<br />
que el prestigio <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>clinaba…Pero ¿qué<br />
dirían mis amigos si me vieran <strong>de</strong> rodillas recitando<br />
mis pecados y dándome golpes <strong>de</strong> pecho…qué diría el<br />
tuerto Cár<strong>de</strong>nas; qué el cojo Belén?<br />
125
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
126<br />
II<br />
—¡Qué les parece! - dijo Morgan Bedoya- el viejo<br />
Esparragosa echándoselas <strong>de</strong> ironista. Devuélveme <strong>de</strong><br />
Anatole France, viejo conservero.<br />
—Ese es un error tan extendido cuanto craso.<br />
—¿Cuál?<br />
—Eso <strong>de</strong> creer que France es un ironista. Anatole<br />
France es un creador. Un creador soberano, cuyas<br />
creaciones a fuerza <strong>de</strong> ser verda<strong>de</strong>ras resultan para<br />
algunos irónicas; es un ingenuo, un sincero. Y con tanta<br />
frescura dice su ensueño, qué el lector <strong>de</strong>sconcertado, no<br />
sabiendo a qué atenerse ríe atribuyendo a malicia fría,<br />
calculada, <strong>de</strong> ironista consciente, lo que ese Shakespeare<br />
amasado con rosas y con mieles, diciendo está,<br />
las lágrimas en los ojos, bajo el temblor que acompaña<br />
al artístico alumbramiento. Preten<strong>de</strong>r que la obra<br />
milagrosa <strong>de</strong> ese semidiós es <strong>de</strong> ironía consciente, es<br />
<strong>de</strong>sconocer la pequeñísima parte que en el ser humano<br />
juega lo consciente. Para crear lo que él ha creado ha<br />
necesitado darse íntegramente, apasionadamente: vaciarse<br />
en su obra. Y eso es incompatible con el trabajo<br />
frío <strong>de</strong> un ironista metódico. Quien no es sincero, no<br />
pue<strong>de</strong> ser artista. Sus creaciones admirables tremen,<br />
es cierto, con irisaciones irónicas, como las <strong>de</strong> Eschilo<br />
reflejan tragedia y vida las <strong>de</strong> Shakespeare. Pero esa<br />
es una modalidad que prestan a los seres creados por<br />
ellos los temperamentos especiales <strong>de</strong> esos supremos<br />
creadores. ¡Ay! y muchos engañados por ese miraje<br />
preten<strong>de</strong>n hacer tragedia con sangre untada, vida<br />
con frases crudas, ironía con hiel diluida en malicia<br />
o en tontería. Hamlet pue<strong>de</strong> muy bien zaherir a los<br />
cortesanos <strong>de</strong>l palacio <strong>de</strong> su padre, porque ese es<br />
el <strong>de</strong>sahogo <strong>de</strong> un ser superior que sufre y sangra y<br />
ríe. Pero un imbécil que se disfraza <strong>de</strong> Hamlet en el<br />
carnaval fofo <strong>de</strong> esta vida canalla cotidiana, no está<br />
autorizado para zaherir a los honrados transeúntes<br />
como quieren practicarlo los ironistas profesionales<br />
<strong>de</strong> la crónica diaria. Puestos al barandal <strong>de</strong>l palacio<br />
magnífico elevado por France, pue<strong>de</strong>n sus personajes
vibrar ingenuida<strong>de</strong>s que parecen ironías. Pero eso no<br />
les pue<strong>de</strong> estar permitido a los señores, quizás muy<br />
estimables, que en su vida nada han creado.<br />
Por ahí he leído - y este es otro matiz <strong>de</strong>l asunto -<br />
que un grupo <strong>de</strong> intelectuales contesta a un mensaje<br />
que el ilustre anciano lanza a los artistas pidiéndoles<br />
colaboración en su obra <strong>de</strong> reconstrucción espiritual<br />
<strong>de</strong>l mundo, a lo cual contestan que es insólito que él<br />
que todo lo ha <strong>de</strong>struido pida eso a seres amamantados<br />
en su obra. Me figuro ver al viejo artista soberano<br />
abriendo asombrado los ojos con extrañeza al leer esos<br />
conceptos. ¡Él un <strong>de</strong>structor! ¡Como si Dios se valiera<br />
<strong>de</strong> otros intermediarios para crear que la Naturaleza<br />
y el Genio, como diría el viejo Hugo!<br />
III<br />
—¿Qué opinas tú – viejo - <strong>de</strong> todas esas chaparralejas?<br />
– dijo, guiñando un ojo, al Buey Barroso, el<br />
Buey Bandinegro.<br />
—Pues .... ¿po<strong>de</strong>mos, acaso, los pobres opinar? -<br />
contestó congestionado por la ira.- Esos son privilegios<br />
<strong>de</strong> los ricos. Ellos pue<strong>de</strong>n hablar, obrar, <strong>de</strong>cir, escribir....<br />
disparatar: para algo son ricos. ¡Pero nosotros, los <strong>de</strong><br />
carga!... Mira: si esos, que hablando viven <strong>de</strong> arte y <strong>de</strong><br />
belleza, abrieran los ojos y vieran.... y vieran toda la<br />
fealdad horrenda que entraña esto que ellos llaman la<br />
civilización actual, en don<strong>de</strong> al lado <strong>de</strong> gentes que como<br />
Morgan Bedoya nadan en lo superfluo, sin merecer ni<br />
lo estricto, pues imbéciles <strong>de</strong> su calaña merecían ser<br />
<strong>de</strong>speñados por el Taigetas <strong>de</strong> la ridiculez y el <strong>de</strong>sprestigio;<br />
mientras que otros a quienes la vida organizó <strong>de</strong><br />
altísima manera, perecen <strong>de</strong> hambre y <strong>de</strong> miseria. ¡Ah!.<br />
Llamar civilización a ese <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n nefando en don<strong>de</strong><br />
las leyes imperativas <strong>de</strong> la Vida están suplantadas por<br />
monstruosida<strong>de</strong>s basadas en intereses microscópicos y<br />
sucios, y continuar aún discurriendo acerca <strong>de</strong> la Belleza,<br />
mientras que la codicia y la fatuidad afrentándola<br />
están con su cínico babeo... Dime: ¿No hablaban hace<br />
poco <strong>de</strong> ironía esos estetas?<br />
127
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Tú eres un sectario, querido. Y no existe cuestión<br />
que no vayas conduciendo hábilmente o zurdamente,<br />
a los dominios <strong>de</strong> tu manía peculiar, <strong>de</strong> tu cremofobia.<br />
Acostúmbrate a ver las cosas simplemente, ingenuamente,<br />
viejito chisparoso. Mira yo te cuento. Lo que hay<br />
en el fondo <strong>de</strong> la pugna entre doña Vaca y Esparragosa<br />
por un lado, y Morgan Bedoya y el Tribuno <strong>de</strong> las revaluaciones<br />
por el otro, yo lo sé muy bien. ¿Recuerdas<br />
cómo era Bedoya cuando niño para doña Vaca y para<br />
los suyos? ¿Recuerdas cómo por todas partes iba él<br />
con doña Vaca y con las sobrinas <strong>de</strong> doña Vaca? En las<br />
reuniones <strong>de</strong> las cofradías, en los retiros espirituales;<br />
en los tennis, en los tees.... en don<strong>de</strong> quiera que ellos<br />
fueran, allí estaba Morgan Bedoya acompañándolos. Una<br />
tar<strong>de</strong> estaban, como siempre, en el salón <strong>de</strong> doña Vaca<br />
las niñas, en compañía <strong>de</strong> Bedoya. Hacían escapularios,<br />
ellas; Morgan les recortaba a tijera los cuadritos <strong>de</strong> cartón;<br />
doña Vaca, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su butaca, los vigilaba paseando<br />
sobre todos sus espejueleantes espejuelos.<br />
—Míra - dijo Bedoya a Berta, la segunda <strong>de</strong> las<br />
sobrinas, bregando inútilmente por partir un cartón<br />
dócil - mira, estas tijeras no cortan naditiitica. Y al<br />
pronunciar estas palabras últimas, su voz tornose<br />
ronca; dio un gallo.<br />
—¿Qué tienes Morgan?, exclamó alarmada doña<br />
Vaca. ¿Por qué estás ronco? ¡Ah! ¿Tienes la gripa?<br />
—Como que sí, señora, dijo Morgan aclareando y<br />
poniéndose rojo.<br />
—¡Brígida! -gritó doña Vaca a la criada- Brígida tráeme<br />
el Palatol. Y le hizo tomar a Morgan una cucharada<br />
—Y te vas, Morgan – continuó - te vas antes <strong>de</strong> que<br />
empiece a caer sereno. Y le dices a mamá que te <strong>de</strong><br />
un lamedor esta noche; pero que bien caliente.........<br />
Mira: llévate estas pastillas <strong>de</strong> ipeca para que tomes<br />
cada hora una. Cuídate, Morgan; cuídate....<br />
Al día siguiente la misma escena: Corta Morgan sus<br />
cuadritos <strong>de</strong> cartón; bordan las niñas; vigila doña Vaca.<br />
128
—¿Qué dices Morgan? -preguntó Zita la mayor, mostrándole<br />
un corazón <strong>de</strong> raso rojo que bordando estaba<br />
- ¿qué dices? ¿Te gustaría para tí? ¿Para que te lo prendieras<br />
<strong>de</strong> la solapa en las procesiones <strong>de</strong> la cofradía?<br />
—Morgan siente que su corazón, el <strong>de</strong> verdad, le<br />
aporrea contra la ollita, y que lo ahoga con el chapaleo<br />
que le dio, al verse objeto <strong>de</strong> esa distinción por la niña<br />
en quien pensaba horas y horas y horas, sin po<strong>de</strong>rse<br />
dormir, luego <strong>de</strong> cobijado y todas las luces apagadas.<br />
Porqué Morgan era un precoz en esos asuntos, como<br />
son todos los langarutos.<br />
Y contestó turbado:<br />
—Encantador está ¿y es para mí <strong>de</strong> verdad Ziiita?...<br />
y dio un gallo tremendo.<br />
—Morgan, ¿qué es eso? - bramó doña Vaca. Tú<br />
estás malo. No me lo ocultes: Tú estás malo. Y brincó<br />
al teléfono:<br />
Rin, ran, ran, ran…<br />
Ri-i-i-i.<br />
—Central: comuníqueme con el doctor Romero.<br />
—Sí, señorita.<br />
—A ver. ¿Con quién?.... ¿Con el Doctor? Gracias....<br />
Usted habla con doña Vaca Tendilla Girón y Manrique<br />
<strong>de</strong> Guzmán.<br />
—(......)<br />
—Gracias Doctor<br />
—(............)<br />
—Mil gracias. Mire doctor: Si no le es absolutamente<br />
imposible, véngase inmediatamente.<br />
—(............) Y colgó la bocina.<br />
129
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
A los pocos instantes entra el doctor.<br />
Informado <strong>de</strong> lo que pasa, llévase a Morgan al salón,<br />
auscúltalo, interrógalo y vuelve sonriente al lado <strong>de</strong><br />
doña Vaca.<br />
—¿Con que.... doctor?<br />
—No es nada, señora.<br />
—¿Nada?<br />
—Es <strong>de</strong>cir nada patológico.<br />
—Sin latines, doctor. Hábleme en cristiano.<br />
—Es la pubertad que llega, señora.<br />
—Ahora sí que menos entiendo.<br />
—Existe, señora, cierta relación entre.... en fin....<br />
Ud. <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haberlo observado varias veces. Cuando lo<br />
niños comienzan a convertirse en hombres, se vuelven<br />
roncos.<br />
Doña Vaca dió un salto.<br />
—De suerte que ese... ¡Pero eso es imposible! ¡San<br />
Luis Gonzaga, lirio <strong>de</strong> pureza!... Pero eso es inicuo,<br />
doctor... Yo misma he metido el lobo en mi cándido<br />
redil... Y yo... yo propia: ¡en qué peligro me he visto!<br />
¡En que peligro!... ¡Porque ese es mucho <strong>de</strong>scaro!<br />
¡Inicuo! ¡Inicuo!... Morgan – dijo dando un paso hacia<br />
el pobre chico, los ojos venenosos, pálida, señalándolo<br />
con índice convulso. ¡Sal <strong>de</strong> aquí!... ¡Para siempre!...<br />
Encogido como un perro forastero a quién sorprendieron<br />
robándose la carne, fue saliendo Morgan entre<br />
el silencio abyecto <strong>de</strong> las niñas.<br />
La escena trascendió. Fue comentada, reída, abultada.<br />
La familia <strong>de</strong> Morgan se puso violenta. El Tribuno<br />
<strong>de</strong> los balances finales, su tío, orientó su virulencia<br />
hacia doña Vaca. Y ahora, con el asunto <strong>de</strong>l toro Frisolo,<br />
la cosa se agría. Porque doña Vaca Esparragosa<br />
y los suyos formaron partido contra él en nombre<br />
130
<strong>de</strong> la moral tradicional <strong>de</strong> la sujeción; y Morgan y el<br />
Tribuno formaron, naturalmente, al lado contrario. Ya<br />
ves, pues, mi querido Bandinegro que el asunto tiene<br />
orígenes muy sencillos, muy hogareños, y que no hay<br />
para que andar ¡blum! la estética por aquí, ¡blum!<br />
los imperativos biológicos por allí, como lo haces tú a<br />
cualquier triquitraque.<br />
—Pero dime – contestó el Bandinegro picado - si la<br />
escena esa no hubiera acaecido en casa <strong>de</strong> esos linajudos<br />
y acaudalados procerotes, ¿hubiera trascendido,<br />
hubiera influido en la vida entera <strong>de</strong>l Hato? Perece <strong>de</strong><br />
hambre un anciano, <strong>de</strong> inanición un niño, prostituye<br />
el hambre bandadas <strong>de</strong> vírgenes sin ventura, y la sociedad<br />
no se frunce; pero que no se vea obligado un<br />
escrofulo millonario a tomar el lecho por no haberse<br />
abrigado bien al salir <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> su amiga y... ¡alarma<br />
en todas las filas sociales!<br />
—Y dime – respingó el Torete cachibajo: si tantas<br />
prerrogativas tienen los ricos, ¿tú por qué no consigues<br />
dinero?<br />
—¡Miércoles! – rió el buey Rabimocho - eso no es tan<br />
fácil como <strong>de</strong>clamar. - Es que la vida – contestó con <strong>de</strong>specho<br />
- es como el tresillo: no les da sino a los chambones.<br />
—Y a los que hacen trampas.<br />
—Pero di, tú estuviste un tiempo amaizadito. Habías<br />
cogido ventajita como dicen: se te creía rico.<br />
—¡Con unas malas como las mías! Arreaba setenta<br />
mulas, las mejores <strong>de</strong> todo Suroeste; tenía una finquita<br />
y no le <strong>de</strong>bía un peso a nadie. Pero llegó una peste <strong>de</strong><br />
renguera y me <strong>de</strong>jó por puertas, se las llevó íntegras;<br />
no me quedó ni en qué montar.<br />
—¡Pero porquería como las minas sí no hay! Ya<br />
ven toda la plata que tenía yo; y la <strong>de</strong> la mujercita; y<br />
la que me prestaron los bancos: todita se fue en una<br />
maldita mina berriada.<br />
—¿Y tú, Cachibajo?<br />
131
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—¿Yo? ¡Casi nada! Los malos negocios que son la<br />
peor peste y la peor <strong>de</strong> las minas.<br />
—Pero el Barraso sí <strong>de</strong>bería tener dinero. ¿En qué<br />
has gastado tú toda esa fortunona que...........?<br />
—Pues........<br />
—¿En negocios?<br />
—No.<br />
—¿Jugando?<br />
—No.<br />
—¿Bebiendo?<br />
—No.<br />
—¿En minas?<br />
—No.<br />
—¡Entonces!..........<br />
—Lo que heredé <strong>de</strong> mis padres, que fue muchísimo;<br />
lo que he conseguido trabajando, que no ha sido poco;<br />
la fortuna íntegra <strong>de</strong>l curita mi sobrino; la hijuela <strong>de</strong> mi<br />
mujer, todo...... todo...... se ha ido...... sacándole <strong>de</strong><br />
la Peña el pañolón a la moza........ a la moza aquella<br />
sobrina <strong>de</strong> Dn. Serapio.<br />
—La verdad...... eso cuesta mucho.<br />
—¡Que si cuesta!<br />
132<br />
IV<br />
—¡Allá viene!, gritaron en el grupo <strong>de</strong> los toretes.<br />
—Véanlo...... allá.............<br />
Y todas las miradas claváronse en la dirección
señalada.<br />
—Y viene <strong>de</strong>rechito...... <strong>de</strong>rechito.<br />
Venía en vuelo recto. Luego lo combó. Y empezó<br />
a <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r en amplia hélice que iba estrechándose,<br />
estrechándose. Sí: era él, el guacó, el garrapatero que<br />
venía esa tar<strong>de</strong>, como vinieran cada tar<strong>de</strong> a cachar con<br />
la vacada en las horas lentas y dulces <strong>de</strong> esas siestas<br />
que se prolongaban bajo los crepúsculos espléndidos,<br />
y bajo la temblorosa claridad <strong>de</strong> las estrellas. Al llegar<br />
verticalmente sobre el tronco vetusto <strong>de</strong> comino que<br />
se alza en medio <strong>de</strong>l sestea<strong>de</strong>ro, el Garrapatero encocó<br />
las alas, colgó las piernas que trajera durante el vuelo<br />
tendidas bajo la cola y se chorreó sobre el vértice <strong>de</strong>l<br />
tronco. Posose sobre él, acomodose sobre él, alisose<br />
con el pico el bor<strong>de</strong> interior <strong>de</strong> las alas, sacó bien el<br />
pecho y tendió una mirada <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa <strong>de</strong> ser superior<br />
sobre la vacada.<br />
—¿Qué noticias?, preguntó el Buey Barroso.<br />
Mirolo el Garrapatero con la mirada larga y abstraída<br />
con que las gentes importantes acostumbran mirar en<br />
este mundo dulcemente cómico, y contestó luego en<br />
voz ca<strong>de</strong>nciosa:<br />
—Hoy traigo mucha crónica. Pero mucha crónica.<br />
—Dime Garrapatero – chilló un torete - ¿con quién<br />
estudiaste bogotano tú?<br />
—Con tu madre.<br />
—¡Colorete!<br />
—¡Tuquiao!<br />
—Mé -e.-<br />
—Mé -eeé.<br />
—Mií.<br />
133
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
—Beeeé...........................................................<br />
—Silencio, Vacas. ¡Sin vergüenza! – Gritó Quesada<br />
Esparragosa, con voz <strong>de</strong> trueno <strong>de</strong> teatro - ¡Silencio!<br />
Oigamos lo que el amigo tiene que contarnos.<br />
—Poco antes <strong>de</strong> amanecer – continuó el Garrapatero<br />
- vi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la copa <strong>de</strong> aquel árbol, - mirad, <strong>de</strong> aquel<br />
perillo <strong>de</strong> tronco blanco y recto que se ve allá...... en<br />
don<strong>de</strong> suelo dormir algunas noches: vi, digo, que salían<br />
<strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> la Hacienda cuatro jinetes acompañados<br />
<strong>de</strong> tres perrazos............<br />
—¡De tres pessrrazos! ¡Perfectamente! Pronuncias<br />
perfectamente el bogotano.<br />
—Continúa, pues, mi rey.<br />
—Pero no pu<strong>de</strong> saber quiénes eran, pues como los<br />
miraba a la luz <strong>de</strong> la Luna.<br />
—A la luz <strong>de</strong> la luna – yo te miré - y al mirarte bien<br />
mío.........<br />
—¡Silencio!<br />
—¡Dejen oír!<br />
—Pero luego, cuando amaneció levanté el vuelo y<br />
pu<strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Azul que los jinetes eran vaqueros<br />
y los perrazos, los mastines <strong>de</strong> la Hacienda Tigrecán,<br />
Caupolicán y D’Artagnán.<br />
—Tan, tararan, tan.<br />
—Los ma<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> San Juan – Pi<strong>de</strong>n queso, pi<strong>de</strong>n pan.<br />
—Señores – gritó Quesada Esparragosa - os suplico<br />
más cultura. Es una vergüenza que una vacada intelectual............<br />
—Que se averigüe qué <strong>de</strong>rechos asisten al viejo<br />
Esparragosa para presidir.<br />
134
—Que se nombre una comisión que indague si ha vendido<br />
sueldos o si ha pedido a los místeres plata prestada...<br />
—Al rato – continuó el Garrapatero – cuando bajé al<br />
camino que seguían, pu<strong>de</strong> averiguar que los Vaqueros<br />
y sus mastines iban en busca <strong>de</strong>l toro Frisolo; y yo que<br />
lo acababa <strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Altura, llegando al Potrero<br />
<strong>de</strong> las Cauces. Fui en un vuelo a avisárselo. Recibió<br />
sin inmutarse la noticia. Propúlsele que huyera, que yo<br />
como otras veces dirigiría <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el aire sus andanzas.<br />
—Es inútil – contestome - Nadie escapa a su <strong>de</strong>stino:<br />
moriré. Y se quedó mirando, soñador, una bandada<br />
<strong>de</strong> guacamayas que cruzaban, chillando, el cielo <strong>de</strong>l<br />
Oriente. Dime, díjome <strong>de</strong> pronto. ¿No fue aquí don<strong>de</strong><br />
en la luna pasada fueron atacados por la peste los que<br />
caminaban hacia el Sur?<br />
—¿Los novillos que <strong>de</strong> las Llanuras <strong>de</strong> Ayapel eran<br />
conducidos a los potreros <strong>de</strong>l Río Cauca? Sí, aquí fue.<br />
—¿Y en dón<strong>de</strong> fueron sepultados? Quiero ver sus<br />
tumbas.<br />
Fuilo conduciendo hasta el altozano en don<strong>de</strong> entre<br />
la grama antigua se veían como un centenar <strong>de</strong><br />
manchas <strong>de</strong> tierra removida que se iban cubriendo <strong>de</strong><br />
retoños <strong>de</strong> trébol y <strong>de</strong> grama.<br />
Parose con respeto y como hablándose a sí mismo:<br />
—¡Qué <strong>de</strong>solación!.<br />
—Todos huyeron <strong>de</strong> estos lugares: Ni los ganados aquí<br />
pastan, ni los tímidos venados <strong>de</strong> ojos anchos vienen en<br />
la hora <strong>de</strong>l crepúsculo a reventar los retoños <strong>de</strong> batatillas<br />
y <strong>de</strong> trébol. Los apestados que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esas tumbas<br />
yacen todo lo han envenenado en torno; y, el morbo <strong>de</strong>l<br />
Carbón que ardió su sangre, pulula por don<strong>de</strong> quiera, en<br />
las blancas flores <strong>de</strong> los tréboles, en las nítidas esferas<br />
<strong>de</strong> rocío que tiemblan en las puntas <strong>de</strong> la grama.<br />
Hubo un silencio largo. Luego vilo inclinarse, y,<br />
135
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
mansamente, sin alar<strong>de</strong>s empezó A pacer en una y<br />
otra tumba. Me quedé mudo <strong>de</strong> terror y <strong>de</strong> sorpresa.<br />
Cuando hubo pacido a su sabor:<br />
—Tomo mi cicuta - me dijo dulcemente - no quiero<br />
sobrevivir a mi ignominia.<br />
Una nube tapó el disco <strong>de</strong>l sol; una ráfaga <strong>de</strong> viento<br />
sacudió un gualanday florecido y cubrió el suelo la carga<br />
violeta <strong>de</strong> sus flores; el disco <strong>de</strong>l sol tornó a <strong>de</strong>svelarse<br />
y en torno todo rebrilló como si acabara <strong>de</strong> ser creado.<br />
—Jamás en mi raza hubo novillos. –continuó - Nadie<br />
en mi linaje ha llevado el yugo. Mis abuelos todos fueron<br />
guerreros que pasearon su arrogancia a través <strong>de</strong>l azar<br />
y las pasiones. Ellos fueron felices, fueron gran<strong>de</strong>s;<br />
en su edad eran virtu<strong>de</strong>s el valor y la arrogancia. Pero<br />
hoy...... ¡ah! Sabes por qué me he visto obligado a beber<br />
la cicuta. Simplemente porque he tenido la osadía <strong>de</strong><br />
actuar mi vida tal como ella brota y fluye en mi conciencia.<br />
Nadie pue<strong>de</strong> hoy en el mundo ir a Dios ni a su<br />
ventura por caminos propios sino por las vías oficiales<br />
que sindicatos po<strong>de</strong>rosos han establecido para ello.<br />
Un individuo no pue<strong>de</strong> ser sino accionista, empleado o<br />
cliente <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> estas explotaciones, lo mismo en<br />
política, que en religión, que en arte. Si algún inspirado,<br />
con fe y esfuerzo divinos lucha por su i<strong>de</strong>al, consigue<br />
el martirio. Y sólo al tiempo, si acaso, cuando con los<br />
elementos <strong>de</strong> su vida y <strong>de</strong> su doctrina pue<strong>de</strong> formarse<br />
un sindicato, se le hace justicia: Tan sólo siglos <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> morir Jesús Divino empieza el cristianismo a ser<br />
una fuerza social. A mí tenía que exterminárseme: no<br />
soy un adquisitivo ni un sectario. En los individuos no<br />
se estiman hoy sino las capacida<strong>de</strong>s adquisitivas y las<br />
condiciones gregarias: aquello por lo cual pue<strong>de</strong> utilizárseles.<br />
Lo propio pasa con las Naciones: A un país que<br />
no tenga esas cualida<strong>de</strong>s se le aniquila y se le dispersa:<br />
no se pue<strong>de</strong> tolerar que un pueblo no les produzca lo<br />
que <strong>de</strong>bería producirles a las Naciones que ejercen la<br />
hegemonía financiera <strong>de</strong>l Universo. Y eso está pasándole<br />
a esta pobre Patria mía: Sus virtu<strong>de</strong>s son virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un<br />
ciclo <strong>de</strong> civilizaciones que se cierra en estos momentos.<br />
Bolívar, Nariño, Torres, Zea...... son hombres gran<strong>de</strong>s<br />
136
a la manera anticuada <strong>de</strong> los Temístocles, <strong>de</strong> los Julio<br />
César, <strong>de</strong> los Demóstenes. Una Nación que tiene esos<br />
genitores i<strong>de</strong>alistas, que posee sus virtu<strong>de</strong>s mismas, no<br />
pue<strong>de</strong> luchar en el ambiente actual, con pueblos que<br />
<strong>de</strong>ben su existencia a gentes como Franklin y como el<br />
Niño <strong>de</strong>l Hacha, gentes sin imaginación, acaparadores,<br />
metódicos, gregarios. Aglomerados sociales que reglan<br />
su vivir por las máximas <strong>de</strong>l Buen Hombre Ricardo, y<br />
que cuentan entre sus gran<strong>de</strong>s hombres a un Teodoro<br />
Roosevelt.<br />
Especuladores y sectarios. He aquí lo que constituye<br />
la élite, la nobleza actual <strong>de</strong>l mundo. Y eso, en realidad,<br />
basta para llenar la vida <strong>de</strong>l mayor número <strong>de</strong> entre<br />
ellos, sensuales que no aspiran sino a beber a toda<br />
garganta en el raudal <strong>de</strong> los goces que se compran con<br />
oro y en aturdirse entre la vorágine <strong>de</strong> una actividad<br />
<strong>de</strong> Manicomio. Pero, ¿y los que no nacimos para eso<br />
sólo y a quienes eso sólo no basta? Los que nacieron<br />
para la abstracción metafísica, para la abstracción<br />
matemática, para el ensueño, para el heroísmo, para<br />
la santidad, para el arte, para el ocio divino y fecundo<br />
<strong>de</strong> los Hijos <strong>de</strong>l Ática?... Y luego ¡ay! que el dolor que<br />
ese vivir <strong>de</strong> lucha y <strong>de</strong> aturdimiento pue<strong>de</strong> suprimir, es<br />
una porción tan mínima <strong>de</strong>l dolor total; en tanto que lo<br />
que quita <strong>de</strong> placer contemplativo, <strong>de</strong> comunión con la<br />
Naturaleza es tan enorme... No pensaban como estos<br />
mo<strong>de</strong>rnos los gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong>l Espíritu, para los<br />
cuales, el problema <strong>de</strong> la vida se soluciona ahondando<br />
en nosotros mismos: Nuestro Señor Jesucristo, el dulce<br />
Buda Gautama, enseñaban que en la vida interior<br />
resi<strong>de</strong>n toda consolación y toda paz......<br />
Detúvose <strong>de</strong> pronto y explorando con las orejas a<br />
la distancia:<br />
—¿No oyes? - Ya se oye el galopar <strong>de</strong> sus corceles.<br />
Desembocaban en ese momento por el extremo <strong>de</strong>l<br />
claro don<strong>de</strong> nos hallábamos, precedidos por los perros,<br />
los Vaqueros a todo el correr <strong>de</strong> sus caballos. 24<br />
24 Tomado <strong>de</strong> la revista “Cyrano”, Me<strong>de</strong>llín. 1921. Nos. 10-14,<br />
pags. 111-115 y pags. 159-163.<br />
137
FRAGMENTO DE GUIÓN DE LA PELICULA<br />
“RAFAEL URIBE URIBE O EL FIN DE LAS GUERRAS<br />
CIVILES EN COLOMBIA”<br />
138<br />
18 DE OCTUBRE<br />
La paz reina en <strong>Colombia</strong> .<br />
Bajo la luz <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> cada horizonte es un<br />
reguero <strong>de</strong> idilios.<br />
Han plantado ya sus tiendas los arrieros en los recodos<br />
engramados <strong>de</strong>l camino. Una a una las mulas,<br />
libres <strong>de</strong> la carga que gravitó sobre sus lomos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
antes <strong>de</strong> que el sol se alzase sobre la cumbre misma<br />
que en la jornada atravesaron vanse dispersando:<br />
páranse en la meseta <strong>de</strong>l camino; túmbanse mañeras<br />
por el suelo; estiran, frotan la nuca motilona sobre el<br />
polvo; alzan las cuatro patas por el aire y… a revolcarse<br />
entre risas y entre chistes que ponen apenas un rizo<br />
imperceptible en sus trompas maliciosas. Da una vuelta<br />
entera sobre el espinazo aquella mulita grácil, larga; no
logra jamás una completa esa otra cortica y barrigona.<br />
Resoplan largo y hondo, páranse, sacú<strong>de</strong>nse, bajan al<br />
vado y beben con <strong>de</strong>licia y mordiendo yerba se pier<strong>de</strong>n<br />
en el laberinto ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> quiebras y colinas.<br />
Han ro<strong>de</strong>ado ya la tolda con un muro construido con<br />
la carga los arrieros. En la grama tendidos boca arriba<br />
<strong>de</strong>scansando están los taciturnos y sus miradas perdidas<br />
en las nubes piensan en los que atrás <strong>de</strong>jaron: en<br />
la madrecita anciana y en la novia. En grupos dispersos<br />
hablan otros <strong>de</strong> sus amores, <strong>de</strong> sus negocios, <strong>de</strong> sus<br />
viajes o juegan a los naipes o solitarios miran uno a<br />
uno los papeles <strong>de</strong> sus carteras o van poniendo sobre<br />
el césped los objetos que guardan en sus guarnieles<br />
o se miran en las lunas <strong>de</strong> sus espejos diminutos.<br />
Sobre llamarada que brota <strong>de</strong> chamizas y <strong>de</strong> astillas,<br />
pendientes <strong>de</strong> una vara horizontal sostenida por dos<br />
horquetas verticales hierven los frisoles con tocino en<br />
la olla enorme <strong>de</strong> hierro loceado <strong>de</strong> exterior azul y <strong>de</strong><br />
interior blanco; y las llamas brotan, se retuercen, visibles<br />
apenas entre el ambiente diáfano que sobre ellas<br />
vibra con visibles pulsaciones y el hervir <strong>de</strong> los frisoles<br />
es un fragante redoble que se fun<strong>de</strong> entre los ruidos<br />
<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> que el viento trae, lleva, apaga, agranda.<br />
YYY<br />
Del tendón <strong>de</strong> tierra fértil cubierto aún por selva<br />
virgen que para echar la roza han elegido bajan los<br />
treinta peones <strong>de</strong> Gregorio Gutiérrez González conducidos<br />
por el patrón, su jefe “el sombrero <strong>de</strong> caña con<br />
el ala prendida <strong>de</strong> la copa con la aguja”. Vienen con<br />
el hacha al hombro, el hacha que relumbra herida por<br />
los rayos sesgos <strong>de</strong>l sol <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> “vestidos todos <strong>de</strong><br />
calzón <strong>de</strong> manta y <strong>de</strong> camisa <strong>de</strong> coleta cruda, cantando<br />
a todo pecho la guabina, canción sabrosa, <strong>de</strong>jativa y<br />
ruda”:<br />
Dile niña a tu madre<br />
que no sea boba,<br />
que me tranque la puerta<br />
con una escoba.<br />
139
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Y allá van perdiéndose uno a uno por los sen<strong>de</strong>ros<br />
que conducen a sus viviendas. Cerca <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Vicente<br />
y <strong>de</strong> Remigia, Elisa, la prometida <strong>de</strong> Leonardo, coge<br />
agua en la fuente que baja cantando por la cuesta.<br />
Colmada ya <strong>de</strong> agua la tinaja la coloca en el barranco.<br />
Luego <strong>de</strong> juagada en la corriente pone a flotar sobre la<br />
tinaja la totuma que sirvió para llenarla. Hun<strong>de</strong> luego<br />
en la corriente los <strong>de</strong>snudos piececitos. Arréglase la<br />
falda con entrambas manos y empieza a estregar los<br />
pies el uno contra el otro. Y canta mientras. Como una<br />
alondra canta:<br />
140<br />
De lirios me dio un ramo<br />
mi amante fino;<br />
viendo el ramo, en él pienso<br />
aunque es <strong>de</strong>lirio.<br />
¡Ay! quién creyera<br />
que un ramito <strong>de</strong> lirios<br />
<strong>de</strong>lirio fuera.<br />
Y cada combado piececito blanco estriega alternadamente<br />
el pie opuesto y la opuesta pantorrilla. Y el sol<br />
<strong>de</strong> oro, que se filtra por entre el ramaje <strong>de</strong>l carbonero<br />
que da sombra al vado constela el divino cuerpo <strong>de</strong><br />
Elisa y la onda pura que sus menudos pies agitan con<br />
puntos <strong>de</strong> luz móvil. Leonardo, uno <strong>de</strong> los que han bajado<br />
cantando <strong>de</strong> la roza, avanza por el sen<strong>de</strong>ro que al<br />
vado <strong>de</strong>semboca. Descubre a Elisa y se para a mirarla<br />
embebecido. Cuando ella ha terminado <strong>de</strong> cantar:<br />
—Tú, Elisa, en cambio <strong>de</strong> mis lirios me <strong>de</strong>jas ver<br />
jazmines.<br />
Vuélvese Elisa azorada y ruborosa. Caen como dos<br />
alas negras sobre sus mejillas sus pestañas. Caen las<br />
faldas sobre las piernas ocultándolas.<br />
—Deja por Dios, Elisa… Por Dios, <strong>de</strong>ja.<br />
—¿Por qué me has visto así Leonardo? Hasta <strong>de</strong>l<br />
agua con que me lavo me recato.<br />
—Hasta <strong>de</strong>l agua con que te lavas tengo celos.
—No, vete. No te acerques. Vete. Si te acercas grito.<br />
—Deja te ayu<strong>de</strong> a subir la tinaja a la cabeza. Mira,<br />
colócate el ro<strong>de</strong>te. Eso es, así… No, no te agaches…<br />
No es preciso.<br />
Pone como pusiera una flor en su cabeza la tinaja.<br />
—¡Cómo estás <strong>de</strong> hermosa así…! Te me pareces…<br />
En casa <strong>de</strong> mi abuelo hay un retablo… ¿Cómo es? Sí,<br />
sí. “La Samaritana y Jesucristo”. A esa samaritana te<br />
pareces así con eso en la cabeza.<br />
—No Leonardo, así no. No me compares con los<br />
santos. Tú te has vuelto hereje. La compañía <strong>de</strong>l patrón<br />
te ha vuelto hereje.<br />
—Tú eres la virgen que yo adoro.<br />
Se le acerca.<br />
—No, aparta. Si te acercas te ensopo. Grito.<br />
—Grita, ensópame.<br />
La besa en la boca con pasión.<br />
—Ten juicio Leonardo. No seas loco.<br />
El agua cae <strong>de</strong> la tinaja mojándoles a entrambos.<br />
—No importa. Mójame todo cuanto quieras.<br />
—Tan bobo. Pero si yo no quiero mojarte. Mira: es<br />
que estoy temblando.<br />
YYY<br />
Una lee. Escuchan las <strong>de</strong>más. Tendidas están sobre<br />
la grama <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> campo que se <strong>de</strong>staca<br />
blanca y roja sobre el ver<strong>de</strong> <strong>de</strong> las arboledas y <strong>de</strong>l<br />
césped. Ninguna <strong>de</strong> ellas tiene aún veinte años. Son<br />
adolescentes, son vírgenes, son bellas.<br />
141
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
A la que leyendo está en voz alta tiémblale la voz<br />
a cada instante. Las que la escuchan <strong>de</strong>jan vagar en<br />
la distancia sus miradas soñadoras.<br />
Leyendo están los últimos capítulos <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong><br />
Isaacs maravilloso.<br />
Añúdasele a la que lee la voz en la garganta y <strong>de</strong>ja<br />
caer el libro en el regazo; sus ojos están llenos <strong>de</strong><br />
lágrimas.<br />
Míranla y míranse unas a otras en silencio llenas<br />
<strong>de</strong> estupor doliente.<br />
Recoge una el libro y continúa la lectura. Pronto su<br />
voz se mezcla con sollozos. Suelta a su vez el libro y<br />
se tumba sollozando.<br />
Píllalo otra <strong>de</strong> ellas, va a sentarse sola y a leer para<br />
sí en voz baja únicamente.<br />
Vanse las <strong>de</strong>más tras ella, agrúpanse a su lado y<br />
unas por sobre los hombros <strong>de</strong> las otras leen bebiéndose<br />
las páginas. Unas tras otras van <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> leer<br />
y se tumban, sollozando. ¡Libro divino! Mientras haya<br />
amor y juventud será leído. ¿Pero qué es sino un poco<br />
<strong>de</strong> juventud y un poco <strong>de</strong> amor nuestra existencia?<br />
Pobres niñas. Llorando están las dulces lágrimas <strong>de</strong> la<br />
emoción estética divina. Llorarán mañana las lágrimas<br />
canallas <strong>de</strong> la vida cuando sepan que sus hermanos y<br />
sus novios se han ido a la guerra <strong>de</strong> grado los unos,<br />
los otros por la fuerza.<br />
El sol <strong>de</strong>clina ya sobre las cumbres que a todo lo<br />
largo <strong>de</strong>l territorio <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, <strong>de</strong> Ipiales al Atlántico<br />
escoltando van el correr <strong>de</strong>l Magdalena, <strong>de</strong>l Cauca,<br />
<strong>de</strong>l Atrato.<br />
Espaciados, solitarios los nevados <strong>de</strong>l Huila, <strong>de</strong>l<br />
Herveo fulguran diamantinos alzándose cimeros en<br />
pleno azul glorioso.<br />
Como si todas las aves <strong>de</strong> todos los cielos y <strong>de</strong><br />
todos los mares se hubieran dado cita para posarse<br />
142
en esos archipiélagos aéreos las tres anchas fajas <strong>de</strong><br />
cumbres que <strong>de</strong> sur a norte a todo lo largo <strong>de</strong>l territorio<br />
<strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, <strong>de</strong> Ipiales al Atlántico, se tien<strong>de</strong>n<br />
son tres fajas cándidas en que las nubes <strong>de</strong>spliegan<br />
al sol sus alas leves. ¡Aves <strong>de</strong> ensueño! Sus plumajes<br />
heridos ahora por los rayos sesgos <strong>de</strong>l sol que se va<br />
hundiendo son <strong>de</strong> oro.<br />
Son ahora <strong>de</strong> múrice y <strong>de</strong> fuego. Y las aguas <strong>de</strong>l<br />
Magdalena, <strong>de</strong>l Cauca y <strong>de</strong>l Atrato que a sus pies en<br />
sus valles se arrastran silenciosos son jacintos, son oro<br />
líquido, son sangre. Y las faldas <strong>de</strong> esos valles que el sol<br />
aún baña son áurea luz cuajada; y las faldas fronteras<br />
sombrías esmeraldas; y don<strong>de</strong> los valles se ensanchan<br />
sonríen blancas las ciuda<strong>de</strong>s; las selvas primitivas<br />
aprietan los follajes <strong>de</strong> sus árboles que cubren suelos<br />
ricos, fragantes, ponzoñosos; se abren pastales infinitos<br />
en don<strong>de</strong> greyes sin cuento van pastando mansas.<br />
Y muy allá por el oriente en don<strong>de</strong> el Meta, el Arauca,<br />
el Guaviare, el Caquetá, el Putumayo, el Amazonas<br />
arrastran sus caudales se aduermen territorios misteriosos,<br />
cunas <strong>de</strong> civilizaciones que pondrán en olvido<br />
las <strong>de</strong>l Nilo, <strong>de</strong>l Ganges, <strong>de</strong>l Eufrates.<br />
Y el sol se hun<strong>de</strong> en las aguas <strong>de</strong>l Pacífico.<br />
Y la luna llena se alza y flota en un cielo <strong>de</strong> nácar<br />
y ágata.<br />
Y duerme en paz la patria colombiana.<br />
¡Paz! ¡Paz divina! ¡Don <strong>de</strong>l cielo!<br />
YYY<br />
Pero ¿qué pasa? En las altas regiones no se duerme.<br />
Los últimos hombres <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s partidos i<strong>de</strong>alistas<br />
<strong>de</strong>l pasado se aprestan a librar la última batalla.<br />
Quieren esos magnánimos que en el largo período <strong>de</strong><br />
progreso en que se presiente ya va a entrar <strong>Colombia</strong><br />
143
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
sean los i<strong>de</strong>ales por que cada uno <strong>de</strong> ellos ha luchado<br />
durante un siglo los que imperen.<br />
El anciano que en nombre <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos partidos<br />
augustos rige los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> la patria ha permanecido<br />
insomne la noche íntegra ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus ministros, <strong>de</strong><br />
los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su bando, <strong>de</strong> los altos jefes <strong>de</strong>l ejército.<br />
El telégrafo <strong>de</strong> palacio ha estado toda la noche auscultando<br />
el territorio <strong>de</strong> la república. A cada instante<br />
una región, un pueblo se le escapan.<br />
“Una guerrilla ataca la población. Se está combatiendo<br />
en las calles. Han asaltado ya los edificios en que<br />
funcionan las autorida<strong>de</strong>s legítimas. Resistimos apenas.<br />
La manzana norte <strong>de</strong> la plaza está ardiendo. Corro a<br />
escon<strong>de</strong>r los aparatos telegráficos”. -Esa es la última<br />
palabra <strong>de</strong> cada telegrafista-. Y un telégrafo enmu<strong>de</strong>ce.<br />
Y el primer mandatario como el médico que vela<br />
a la cabecera <strong>de</strong> un moribundo palpa que una vida se<br />
va escapando, se va retirando y que otra vida arcana<br />
se aproxima.<br />
De Santan<strong>de</strong>r las noticias van llegando pavorosas.<br />
Del Cauca, <strong>de</strong> Antioquia, <strong>de</strong>l Istmo, <strong>de</strong>l Tolima. En el<br />
río Magdalena se combate.<br />
Como si se iniciara un gran periodo geológico<br />
eruptivo estallan volcanes don<strong>de</strong> quiera; brota fuego<br />
el suelo, el humo oscurece los ámbitos, surge elástico<br />
el ruido <strong>de</strong> las explosiones.<br />
Por todos los caminos revienta el galopar <strong>de</strong> los<br />
jinetes que van en busca <strong>de</strong> sus campamentos.<br />
“¿Quién vive?” -se oye gritar <strong>de</strong> los rincones sombríos-<br />
y el fogonazo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>scargas horada la luz<br />
perlada <strong>de</strong> la luna.<br />
Salen cautelosos <strong>de</strong> sus escondites, pálidos, harapientos,<br />
la barba enmarañada en las caras pálidas<br />
los criminales fugitivos. Saltan a la vía. Las narices<br />
dilatadas. ¡Otean el horizonte! ¡El mundo es suyo!<br />
144
Pasean inquisidores los criminales natos, que vivían<br />
ignorándose a sí mismos y en sus bocas hay olor, sabor<br />
a sangre. Serán los héroes <strong>de</strong> la revuelta.<br />
Sobre el campamento <strong>de</strong> los arrieros que a pierna<br />
suelta duermen cae una guerrilla.<br />
– ¡Pronto! A levantar el parque que quitamos en<br />
el pueblo.<br />
–A recoger las mulas más ligero que inmediatamente.<br />
Salen los arrieros escoltados. Mientras, los oficiales<br />
or<strong>de</strong>nan el pillaje <strong>de</strong>l cargamento.<br />
Y allá van las mulas camino <strong>de</strong>l reciente combate llevando<br />
cada una <strong>de</strong> a dos y hasta <strong>de</strong> a tres guerrilleros.<br />
–Ya sabía yo -le dice el macho Pavo a la muleta<br />
Pisca que camina a su lado- que íbamos a tener guerra.<br />
Me lo contó antenoche en la posada <strong>de</strong>l Cóndor una<br />
mula amiga mía en que iba un señor que posó allá.<br />
No sé si tú lo verías.<br />
– ¿Y para qué hacen las guerras Pavo?<br />
–Pues…te diré. Las guerras las hacen con muy<br />
diversos fines. Tú no enten<strong>de</strong>rías eso. Es muy complicado.<br />
Pero en tesis general pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que las<br />
guerras las hacen para robar. Los hombres maduros<br />
roban sobre todo dinero y ganado y otras varias cosas.<br />
¡Los hombres mozos a más <strong>de</strong> todo eso roban mozas!<br />
– ¿Tú has estado en guerras Pavo?<br />
– ¡Que si he estado en guerras yo! Muchas pero<br />
muchas han visto ya mis ojos!<br />
– ¿Dizque es muy miedoso eso?<br />
–Te diré: es más la bulla. Por ejemplo para ti, para<br />
mí, para nosotras las bestias <strong>de</strong> silla el peligro es muy<br />
remoto. Los oficiales que son los que nos montan se<br />
145
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
quieren <strong>de</strong>masiado y una naturalmente se aprovecha<br />
<strong>de</strong> ese amor que ellos se tienen. La última guerra sin<br />
ir muy lejos me la vi <strong>de</strong> flor. ¡No faltaba cuando se empezaba<br />
el fuego un repliegue <strong>de</strong>l terreno, una piedra,<br />
una raíz en don<strong>de</strong> mi coronel…!<br />
146<br />
YYY<br />
Una cabaña <strong>de</strong> paja. Delante <strong>de</strong> ella un cerco. Una<br />
cancilla que da a un pequeño prado. Se abre la cancilla<br />
y da paso a una anciana que trae en los brazos una<br />
vasija colmada <strong>de</strong> aguamasa y cáscaras que vierte en<br />
una canoa. Llamando:<br />
– ¡Chino! ¡Chino! ¡Chino!<br />
Levanta al llamamiento <strong>de</strong>l fangal en que está<br />
echado la cabeza un cerdo enorme y viene a ella y<br />
comienza a beber. La anciana sobándole con cariño:<br />
–¡Cómo está <strong>de</strong> lindo mi tesoro! (palpándole el anca)<br />
Lo menos (poniendo <strong>de</strong> canto la palma <strong>de</strong> la mano)<br />
esto <strong>de</strong> tocino en l’anca. Y en el hombrillo (midiendo)<br />
siete… siete pulgadas lo menos.<br />
Riendo <strong>de</strong> gusto:<br />
–Y al precio a que se va a poner l’arroba <strong>de</strong> material<br />
<strong>de</strong> marrano en esta Pascua… A novecientos pesos<br />
lo menos… A ver… según dice mi compadre tiene <strong>de</strong><br />
once a siete arrobas que son nueve y nueve… nueve<br />
y nueve… veintiocho… ¡María! Muchos pesos, muchos.<br />
Compro el habito <strong>de</strong> mi padre San Francisco p’a que<br />
m’entierren con él… compro el escapulario <strong>de</strong>l Carmen,<br />
compro… no compro más. Y el resto, el resto… a plan<br />
<strong>de</strong> baúl p’a ir sacando y irme cuidando.<br />
Con gozo, bailando y llevando el compás con las<br />
palmas:<br />
–Agora sí compro mi güeso ’e ca<strong>de</strong>ra. Ahora sí<br />
compro mi libra ’e cacao.<br />
Mientras ella canta y baila entran al prado por la
cancilla que ha quedado abierta una fila <strong>de</strong> soldados.<br />
El que parece el jefe:<br />
–Sargento Villa. Usted que es baquiano mate ese<br />
animal para que su papá almuerce.<br />
La anciana, mirándolos muy abiertos los ojos:<br />
–¿Que qué?<br />
El cerdo está ya en el suelo y se llega al marrano.<br />
Lo coge. Lo ata. Lo tumba. Dos soldados arrastran a la<br />
anciana que abrazada a su tesoro forcejea, grita, llora.<br />
El cerdo grita en el suelo y el sargento Villa se<br />
apercibe a <strong>de</strong>gollarlo alzando sobre el codillo que<br />
<strong>de</strong>scubre tirando <strong>de</strong>l brazuelo una lámpara <strong>de</strong> cuchillo<br />
mata-ganado.<br />
YYY<br />
Un pelotón <strong>de</strong> hombres armados <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> por<br />
la colina. Los guía el propietario <strong>de</strong> allá arriba, el ricohombre<br />
a quien mantiene insomne el <strong>de</strong>samor <strong>de</strong><br />
Elisa, el que odia a par <strong>de</strong> muerte al gentil Leonardo<br />
que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres días ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>sposarla. Párase en<br />
una vuelta <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro y enseña a los que guía una<br />
cabaña y se oculta cauteloso. Bajan los <strong>de</strong>más y cercan<br />
la cabaña. Hun<strong>de</strong>n la puerta a culatazos. Penetra en<br />
ella una parte mientras otros la ro<strong>de</strong>an. Salen a poco<br />
los que entraran trayendo a Leonardo atado mientras<br />
la madre y las hermanas bellas caen <strong>de</strong> rodillas suplicantes.<br />
A poco llegan al patio <strong>de</strong> la cabaña entre dos<br />
filas <strong>de</strong> soldados casi todos los que bajaron ayer tar<strong>de</strong><br />
cantando por la falda atados por las muñecas. Vienen<br />
reclutados cazados como malhechores <strong>de</strong>stinados a<br />
la matanza, ellos, los buenos, los que edifican fibra a<br />
fibra el organismo <strong>de</strong> la patria. Surge Elisa. Se abre<br />
paso a través <strong>de</strong> todos. Se abraza a Leonardo y se<br />
vuelve a los que lo tienen prisionero con a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong><br />
interponerse entre su novio y el <strong>de</strong>stino. ¡La infeliz! Si<br />
pudiera ver ella el gesto con que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escondite<br />
la <strong>de</strong>vora el victimario.<br />
147
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
No entien<strong>de</strong>, no, la dulce luna esos horrores. Triste,<br />
impotente, hermosa en su ocaso ya entre nácares<br />
y armiños ve a la dulce Elisa y a su novio <strong>de</strong> cuyos<br />
amores ha sido testigo y confi<strong>de</strong>nte y mira y remira y<br />
no compren<strong>de</strong> y las lágrimas brotan <strong>de</strong> sus ojos.<br />
Se alza pletórico el sol en el oriente.<br />
–¿Qué ha pasado pues en las tierras <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>?<br />
-se pregunta-. Y mira y se frota los ojos resecos. Y<br />
torna a mirar y no compren<strong>de</strong>.<br />
¿Qué saben en el cielo <strong>de</strong> las miserias <strong>de</strong> aquí<br />
abajo? 25<br />
25 Tomado <strong>de</strong> “Almas rudas” Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. Tomo<br />
I. Obras completas. Director general <strong>de</strong> la edición Balmore<br />
Álvarez G. Me<strong>de</strong>llín: Editorial Bedout, 4 <strong>de</strong> octubre 1943.<br />
pags. 97-110.<br />
148
CARTAS INÉDITAS DE EFE GÓMEZ
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Sanantonio 1º <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1902<br />
D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />
Sonsón<br />
Manuel:<br />
Nada he dicho a Samuel, pues anda por Samaná,<br />
en compañía <strong>de</strong> don Juan y <strong>de</strong> Luciano, en una exploración.<br />
En el asunto Llanados hay una cosa importante<br />
a<strong>de</strong>más: el examen <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> la empresa y <strong>de</strong> las<br />
boletas <strong>de</strong> ensaye <strong>de</strong>l oro en Me<strong>de</strong>llín. Procure hacerlo.<br />
Averigue en sus papeles todo lo que se le ocurra<br />
averiguar, sobre asuntos <strong>de</strong> San Antonio, pues nos interesa<br />
mucho saber qué hacemos con esto prontamente.<br />
Recoja con Manuelito datos sobre minas y apercíbalo<br />
para el futuro, pues que las contingencias pue<strong>de</strong>n<br />
venirnos tales, que los trabajadores tengamos que<br />
cerrar las filas y unirnos aquí.<br />
Antonio y Tobías lo saludan.<br />
Affmo, <strong>Efe</strong>gómez<br />
PD: Antonio y yo no iremos hasta el lunes.<br />
150<br />
YYY<br />
Sanantonio, mayo 3 <strong>de</strong> 1902<br />
M. <strong>de</strong> Greiff<br />
Sonsón<br />
Manuel:<br />
A Carlos, que escribe pidiendo datos - diarios <strong>de</strong><br />
lo que suce<strong>de</strong> en estos mundos, le contesto que yo<br />
saldré el nueve (9) <strong>de</strong> éste. Nada le digo <strong>de</strong> viaje<br />
<strong>de</strong> UU<strong>de</strong>s. Pero como, es convenido que saldremos<br />
juntos, apercíbase para el viaje. Hay qué conseguir<br />
una mula, pues entre el caballo <strong>de</strong> Antonio, el <strong>de</strong> D.
Salvador Uribe, que lo llevaremos, y la mula <strong>de</strong> Carlos,<br />
nos llevarán a dos.<br />
Reúna todos los papeles que puedan servirnos<br />
en Me<strong>de</strong>llín, sin olvidar nada, ni Cua<strong>de</strong>rno con datos<br />
sueltos – tanto suyos como míos – ni cartas etc. El<br />
asunto <strong>de</strong> mina para trabajar Ud. y yo in<strong>de</strong>pendientemente,<br />
no lo apresure, estudie y medite sin amarrarse<br />
en nada, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín veremos las cosas <strong>de</strong><br />
modos más distintos y quizás más convenientes, ya<br />
que es obvio que el estudio que haga aquí es sólo una<br />
fase <strong>de</strong>l asunto.<br />
En fin: hasta que tenga el gusto <strong>de</strong> hablar con Ud.<br />
largo y tendido.<br />
Suyo, <strong>Efe</strong><br />
Med. Julio 21: 1902<br />
D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />
“Ilustre y gran<strong>de</strong> amigo”:<br />
YYY<br />
Varias cartas suyas he recibido y aún telegramas,<br />
que no he contestado ¿Qué porqué no lo he hecho?<br />
Pues ni yo mismo lo sé. Tan involucrado me han tenido<br />
asuntos más ó menos ingratos (grato ninguno por<br />
<strong>de</strong>sgracia). De lo que sí estoy seguro, es <strong>de</strong> que Ud.<br />
no lo habrá tomado á mal.<br />
No podré estar allá tan pronto como <strong>de</strong>seo porque<br />
asuntos <strong>de</strong> salud me obligan a irme al campo. Cosa<br />
imprescindible porque la enfermedad que he sufrido<br />
aunque en apariencia es nada, no es cosa <strong>de</strong> juego.<br />
Recibí los minerales. Entiendo que lo mejor sería<br />
hacer algún arreglo sobre la mina que tiene molinito.<br />
Ud. sabe ya que sólo en un molino se conoce una mina;<br />
y nosotros, que carecemos <strong>de</strong> capital, necesitamos<br />
minas conocidas o que podamos conocer a poca costa.<br />
Lo que me dice <strong>de</strong> dinero que <strong>de</strong>bo colocarle allá<br />
tiene sus dificulta<strong>de</strong>s. Una <strong>de</strong> ellas es que no lo tengo<br />
mío y el ajeno es <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Esperanzas tenía<br />
151
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
<strong>de</strong> conseguirlo en unos trabajos profesionales que<br />
proyectaba, pero el estar enfermo me lo impi<strong>de</strong>. Con<br />
todo hay que contar con lo imprevisto y quizás <strong>de</strong> un<br />
momento a otro le vayan.<br />
Estamos un poco inquietos por el resultado <strong>de</strong> esos<br />
arrastres <strong>de</strong> la Mosca pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el seis diz que están<br />
terminados tres, y nada hemos sabido.<br />
¡Las letras (libros) están al 4600 muy firmes y con<br />
ten<strong>de</strong>ncia al alza! Nos convenía mucho sacar orito <strong>de</strong><br />
cualquier manera.<br />
Salú<strong>de</strong>me a Manuelito.<br />
Quico<br />
152<br />
YYY<br />
Sabanalarga agosto 17 <strong>de</strong> 1902<br />
D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />
Don<strong>de</strong> se halle<br />
Manuel:<br />
Sólo hoy recibí su carta <strong>de</strong>l 12 fechada en Rionegro<br />
y hoy contesto. Supe la última vez que vino á Me<strong>de</strong>llín<br />
su estancia allí, por Carlos Molina que tempera aquí<br />
cerca. Inmediatamente envié á averiguarlo para mandarle<br />
bestia en que se subiera aquí y ya se había ido.<br />
Lo <strong>de</strong> su viaje a Marmato….. capítulo por si merece.<br />
De que esa tierra es un campo <strong>de</strong> actividad<br />
muy a propósito para Ud. no lo dudo ni un momento.<br />
Tampoco dudo que le sea muy provechoso el trato con<br />
capacida<strong>de</strong>s intelectuales tan gran<strong>de</strong>s como las <strong>de</strong> don<br />
Fe<strong>de</strong>rico Delgado y don Tomas Eastman. Que Ud. y<br />
Ventura sean recíprocamente muy útiles el uno al otro<br />
tampoco lo dudo. Pero lo que si me intriga bastante<br />
es que Ud. haya trabajado estérilmente en Sonsón y<br />
Sanrafael. Eso me duele como asunto propio.<br />
Ahora bien: nada le objeto á las razones que da<br />
sobre lo falso <strong>de</strong> su situación en Sanrafael, dado que<br />
esas son razones personalísimas y a mi me habría<br />
sucedido otro tanto; pero como allí se trata <strong>de</strong> un
asunto mío y creo que Ud. conmigo no <strong>de</strong>be tener<br />
reparos, le exijo que nada diga a Manuelito sobre<br />
nuevo arreglo, es <strong>de</strong>cir sobre mayor participación <strong>de</strong><br />
él al retirarse Ud. para que así que<strong>de</strong>n las cosas como<br />
están en la escritura que los tres hicimos. No <strong>de</strong>be<br />
<strong>de</strong>tenerlo la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que Manuelito merece<br />
mayor parte al retirarse Ud., pues que Ud. mismo dice<br />
que él quiere hacerlo todo actualmente. En resumen:<br />
<strong>de</strong>seo que Ud. que<strong>de</strong> figurando como socio en el negocio<br />
<strong>de</strong> Sanrafael aun cuando se vaya a Marmato. Le<br />
repito: me dolería mucho que Ud. hubiera trabajado<br />
allí también estérilmente. Pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r que la cosa<br />
no <strong>de</strong> nada; pero ese sería otro cantar. En caso <strong>de</strong> que<br />
sí <strong>de</strong> Ud. también <strong>de</strong>be recibir su cuota parte. Es todo<br />
lo que le exigo.<br />
Salú<strong>de</strong>me a Ventura muy cordialmente.<br />
Los asuntos que me puedan interesar en Marmato<br />
y <strong>de</strong> que me habla en su carta que dan a sus ór<strong>de</strong>nes,<br />
páselos como suyos.<br />
Salu<strong>de</strong> al sobrino Juan,<br />
Affmo, Francisco <strong>Gómez</strong><br />
YYY<br />
Sabanalarga, febrero 16/ 03<br />
Manuel:<br />
Ventura me escribió <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín y a él dije al contestarle<br />
que escribiría a Ud. por el Correo, pero creo que<br />
la presente no lo alcance por no haber tenido con quien<br />
enviarla a tiempo a Me<strong>de</strong>llín.<br />
Recibí la suya <strong>de</strong> 3 <strong>de</strong> enero, y con ella una cuenta<br />
<strong>de</strong> Juan B. Uribe. Me extrañó. Tenía otra i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l<br />
hombre. Y aunque parezca lo contrario yo tampoco<br />
tuve la culpa, pues oportunamente <strong>de</strong>volví a Sonsón el<br />
encauchado en cuestión. Parece que lo que hubo fue,<br />
153
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
que don Rafael Álvarez que reclama otro encauchado<br />
que dice que yo le tengo, y que así <strong>de</strong>be ser aunque no<br />
lo recuerdo, se quedó con el <strong>de</strong> Uribe. Hice lo que me<br />
dice respecto a los 250 [750?] pesos cuyo asiento <strong>de</strong>be<br />
cambiar Carlos Botero en Sonsón. A Carlos Restrepo<br />
avisé lo <strong>de</strong> las herramientas y ni me contestó.<br />
Cuando pase pa´ Manizales, que - á realizarse lo<br />
que pienso – ha <strong>de</strong> ser pronto, entraré a Marmato.<br />
amigo affmo., Francisco <strong>Gómez</strong><br />
El Picacho Enero 12, 1904<br />
D. M. <strong>de</strong> Greiff<br />
Marmato<br />
154<br />
YYY<br />
Manuel: A su telegrama <strong>de</strong>l 17 <strong>de</strong> diciembre<br />
contestó Ramón, según supe por aviso que me dio<br />
enviándome copia <strong>de</strong>l telegrama contestado por él, y<br />
el enviado por Ud.<br />
Creíase entonces que la excursión al San Jorge se<br />
arreglaría. Pasado todo diciembre en gestiones casi<br />
inútiles, pensé que en vez <strong>de</strong> avisar viaje allá, <strong>de</strong>bería<br />
esperar carta suya por el Correo. Lo cual no podría<br />
faltar, dado que si bien el telegrama indicaba algún<br />
negocio que reclamaba, en la fecha por él indicada, mi<br />
presencia allá, bien podía suce<strong>de</strong>r que la oportunidad<br />
ya se hubiera pasado, o que <strong>de</strong> no, Ud. me escribiría<br />
poniéndome al tanto.<br />
En todo caso, yo continúo estudios que quizás<br />
puedan sernos útiles algún dia, si los Yanquis no disponen<br />
otra cosa.<br />
Salu<strong>de</strong> á Ventura.<br />
Amigo, Francisco <strong>Gómez</strong>
El Picacho, 10 <strong>de</strong> Abril <strong>de</strong> 1904<br />
D. Manuel <strong>de</strong> Greiff<br />
Marmato<br />
Manuel:<br />
No puedo ir a esa. Lo <strong>de</strong>seaba pero lo que no se<br />
pue<strong>de</strong> no se pue<strong>de</strong>. Otra vez será.<br />
Haga una cosa: tráigase a Ventura en su próximo<br />
viaje. Era mucho lo que conversábamos… y hasta podríamos<br />
resolver algo <strong>de</strong> provecho, <strong>de</strong> no pues paseaba<br />
y quizás entonces lo acompañaré a la vuelta.<br />
Decidídamente hacen eso ¿no es cierto?<br />
Inés:<br />
Affmo, F. <strong>Gómez</strong><br />
YYY<br />
(Sin fecha pero posterior a 1920)<br />
Envíame – Amor – las gafas con el portador.<br />
No subo a almorzar allá.<br />
Tuyo que te adora, Quico<br />
155
CRONOLOGÍA BIOGRÁFICA DE EFE GÓMEZ
Aclaración: Es preciso aclarar que unos cuantos<br />
datos se sitúan aproximadamente en un año sin tener<br />
certeza sobre su datación. Hasta que aparezcan los<br />
documentos que lo prueben los hemos <strong>de</strong>jado don<strong>de</strong><br />
más parece que pertenecen como es el caso <strong>de</strong>l avalúo<br />
<strong>de</strong> las obras <strong>de</strong> Pedro Nel <strong>Gómez</strong>. De casi todo<br />
estamos seguros.<br />
1867 en a<strong>de</strong>lante. El 8 <strong>de</strong> mayo nace Francisco <strong>de</strong><br />
Paula Nacianceno María <strong>Gómez</strong> Escobar, en la población<br />
<strong>de</strong> Fredonia <strong>de</strong>l suroeste antioqueño. Es hijo <strong>de</strong> Juan<br />
Bautista <strong>Gómez</strong>, Director <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong>l pueblo y<br />
<strong>de</strong> doña Maria <strong>de</strong>l Carmen Escobar - que se casa con<br />
el padre <strong>de</strong> don <strong>Efe</strong> en segundas nupcias-. Viven tanto<br />
en el pueblo como en la finca “<strong>Colombia</strong>” que posee la<br />
familia en las inmediaciones <strong>de</strong> Fredonia. El joven lee<br />
clásicos como Homero, Dante, Shakespeare y Goethe<br />
en la biblioteca su padre.<br />
1879. Su padre – conservador - es buscado por<br />
los liberales por razones políticas y <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>be<br />
ayudarle a escon<strong>de</strong>rse.<br />
1880 en a<strong>de</strong>lante. Viaja a Marinilla, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> proviene<br />
parte <strong>de</strong> su familia, para estudiar durante un año<br />
en el Colegio San José.<br />
1885. Se encuentra realizando estudios <strong>de</strong> bachillerato<br />
en el Liceo Antioqueño. Le toca aten<strong>de</strong>r a un soldado<br />
herido en la guerra civil. Empieza a escribir versos.<br />
1887. Ingresa a la carrera <strong>de</strong> Derecho en la <strong>Universidad</strong><br />
<strong>de</strong> Antioquia. Sólo permanece en ella durante<br />
un año.<br />
1888. Ingresa a la Escuela <strong>de</strong> Minas. Entre sus profesores<br />
se cuentan Tulio Ospina, José María Escovar,<br />
Pedro Nel Ospina, Francisco Escobar, Fabriciano Botero<br />
y Eduardo Zuleta, quienes lo educan en el saber <strong>de</strong> ingenieros<br />
y obreros franceses <strong>de</strong> las empresas mineras<br />
<strong>de</strong> El Zancudo, Marmato y Remedios. Estudia francés e<br />
inglés para acce<strong>de</strong>r a diversos textos científicos europeos<br />
y norteamericanos. Es seguro que utiliza libros <strong>de</strong><br />
texto <strong>de</strong>l profesor <strong>de</strong> matemáticas e ingeniería inglés<br />
Edward A. Bowser. La ciencia y la minería que apren<strong>de</strong><br />
está entroncada en el conocimiento que trajeron al país<br />
157
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
Boussignault, Tyrell Moore, Juan H. White, Carlos S.<br />
<strong>de</strong> Greiff, los Eastman, los Cock, los Paschke, los De<br />
la Roche, los Johnson – como lo cuenta él mismo. Con<br />
José María Escovar también estudia escolástica y con<br />
especial atención, a Pascal. En clase <strong>de</strong> inglés lee al<br />
pensador Samuel Smiles. Por su cuenta lee los clásicos<br />
griegos y clásicos europeos como Rabelais y Cervantes.<br />
1890. Viaja a Nare para realizar estudios <strong>de</strong> geología<br />
con José María Escovar y con Tulio Ospina. Recoge sus<br />
primeros escritos y escribe textos para conformar su<br />
“Cua<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> materia prima (1890)”. Trabaja como<br />
topógrafo con José María Escovar. El belga Hyacinthe<br />
Antoine que fue llevado a la Escuela <strong>de</strong> Minas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
Leija (Bélgica) le da clases <strong>de</strong> química, explotación <strong>de</strong><br />
minas y metalurgia.<br />
1891. El profesor Roberto Tobón le hace un obsequio<br />
especial por ser el alumno más <strong>de</strong>stacado en el curso<br />
Explotación <strong>de</strong> minas <strong>de</strong> ese año.<br />
1892. Al partir Hyacinthe Antoine, le <strong>de</strong>ja encargado<br />
<strong>de</strong>l curso <strong>de</strong> metalurgia. Es también profesor <strong>de</strong> química<br />
y física analítica y experimental en la Escuela <strong>de</strong><br />
Minas (sin concluir estudios aún).<br />
1893. Concluye estudios en la Escuela <strong>de</strong> Minas como<br />
Ingeniero Químico y <strong>de</strong> Minas con tesis sobre explotación<br />
<strong>de</strong> minas <strong>de</strong> veta y aluvión que fue laureada. No<br />
recibe el diploma en protesta por una injusticia contra<br />
dos compañeros <strong>de</strong> estudios. Pertenece al primer grupo<br />
<strong>de</strong> ingenieros que salieron <strong>de</strong> la Escuela <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong><br />
Minas junto con Antonio J. Álvarez, Carlos Cock y Alonso<br />
Robledo. Fue compañero <strong>de</strong> ingenieros eminentes<br />
como Juan <strong>de</strong> la Cruz Posada.<br />
Frecuenta tertulias como “La tertulia literaria” creada<br />
por Carlos E. Restrepo y José Joaquín Hoyos para continuar<br />
con el disuelto “Casino Literario”. Allí conoció a<br />
personajes importantes <strong>de</strong> nuestra vida cultural como<br />
Camilo Botero Guerra, el doctor Manuel Uribe Ángel,<br />
Luis Eduardo Villegas, Gabriel Latorre. Eduardo Zuleta,<br />
Samuel Velilla, Carlos A. Molina, Samuel Velásquez,<br />
158
Sebastián Mejía y Tomás Carrasquilla. La lectura <strong>de</strong><br />
su cuento “Un motín” – que le exigieron para hacer<br />
parte <strong>de</strong> la tertulia - escandalizó a varios asistentes.<br />
El cuento está perdido hasta ahora.<br />
1894. En febrero está en Me<strong>de</strong>llín.<br />
1895. Conoce a miembros <strong>de</strong>l grupo “La bohemia<br />
alegre” como Julio Vives Guerra, Antonio José Montoya<br />
y Saturnino Restrepo. Aparece su primer cuento<br />
conocido: “Del revés” en la revista “La bohemia alegre”.<br />
Lo firma como “F <strong>Gómez</strong>”. Este pseudónimo se<br />
lo ayudaron a conformar los mineros que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />
era estudiante lo llamaban “don F” para evitar <strong>de</strong>cirle<br />
el nombre completo. Se publica “Y le dije” en la revista<br />
“Miscelánea”. En noviembre está en Me<strong>de</strong>llín.<br />
1896. Aparecen “Domingo p.m.” y “Dúo” en la revista<br />
El repertorio que dirigen Luis <strong>de</strong> Greiff y Horacio<br />
M. Rodríguez<br />
1897. En mayo está en Me<strong>de</strong>llín. Junto con Gabriel<br />
Latorre y Mariano Ospina Vásquez conforma la Junta<br />
redactora <strong>de</strong> la revista “El montañés” que publica trabajos<br />
<strong>de</strong> literatura, artes y ciencias. En dicha revista<br />
publica el poema “Párrafo <strong>de</strong> Stendhal”.<br />
En agosto publica “En las minas” en el folleto llamado<br />
“Impresiones” junto con Eduardo Zuleta y Samuel<br />
Velilla. Camilo Botero Guerra felicita públicamente a<br />
<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> por este cuento en “El montañés”, en carta<br />
<strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1897.<br />
1898. El 7 <strong>de</strong> julio se inaugura la Planta Eléctrica<br />
<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Según Emilio Robledo, <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> y José<br />
María Escovar nivelaron las acequias para el agua <strong>de</strong><br />
dicha planta. Viaja a Marmato contratado por la Western<br />
An<strong>de</strong>s Mining Company.<br />
Se publica “Carne”, <strong>de</strong>dicado a Mariano Ospina Vásquez,<br />
y “Un héroe <strong>de</strong> la dura cerviz” en “El montañés”.<br />
Según Clarita <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong> Melo, aparece en “El rayo X”<br />
<strong>de</strong> Bogotá su famoso poema “Opinión 5,70 <strong>de</strong>l abate<br />
Jerónimo Coignard”.<br />
159
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
1899. Se publican el soneto “Leyendo a Dante”,<br />
“Un crimen” y un fragmento <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro”<br />
en “El montañés”. Aparece también su polémica con<br />
José María Escobar <strong>de</strong>bido al escrito <strong>de</strong> éste llamado<br />
“Lo que salga” y que pi<strong>de</strong> moralidad en el arte. La<br />
respuesta <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> al artista como un<br />
ser que percibe las vibraciones <strong>de</strong>l “concierto infinito”<br />
que produce todo el tiempo el Universo y las torna<br />
en arte. Sostiene que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que una obra signifique<br />
algo para alguien distinto al artista entonces ya la<br />
obra ha cumplido su función y que el arte en realidad<br />
hace cumplir el mandamiento “amaos los unos<br />
a los otros”.<br />
Se acaba “El montañés” a causa <strong>de</strong> la Guerra <strong>de</strong> los<br />
mil días, que comienza en octubre <strong>de</strong> ese año.<br />
1900. Está en Sabanalarga.<br />
1901. En enero firma, en El Picacho, la “Carta a<br />
Abel Farina” que hará parte <strong>de</strong>l libro “Páginas locas”<br />
<strong>de</strong> Abel Farina. Queda mal con su contribución al libro<br />
“El recluta” que saca la revista El cascabel.<br />
1902. En mayo está en San Antonio. En julio está en<br />
Me<strong>de</strong>llín. En agosto está en Sabanalarga.<br />
1903. En enero y febrero está en Sabanalarga. En<br />
agosto <strong>de</strong> 1903 se publica en la revisa “Lectura y arte”<br />
un fragmento <strong>de</strong> su primera obra <strong>de</strong> teatro conocida:<br />
“Roque Yarza”, cuya presentación escribe Gabriel Latorre.<br />
Publica – <strong>de</strong> su propio bolsillo - “Piscologías”,<br />
uno <strong>de</strong> los ensayos sociológicos en forma literaria más<br />
hermosos y hondos <strong>de</strong> los que se hayan hecho en <strong>Colombia</strong>.<br />
La obra está <strong>de</strong>dicada al Dr. Carlos S. Vélez.<br />
En diciembre <strong>de</strong> 1903 se publica en la sección Palique<br />
científico <strong>de</strong> la revisa “Lectura y arte” un ensayo sobre<br />
un seismógrafo <strong>de</strong> su invención. Franciso Antonio<br />
Cano hace su retrato, que actualmente se exhibe en<br />
la Biblioteca Luis Ángel Arango.<br />
1904. En enero y abril está en El Picacho. Es profesor<br />
<strong>de</strong> hidráulica en la Escuela <strong>de</strong> Minas. Se interna en las<br />
160
selvas <strong>de</strong>l Chocó para buscar minas para explotar. De<br />
lo que escribió allí surgen muchas <strong>de</strong> sus publicaciones<br />
más notables.<br />
1905. En enero está en Argelia (Antioquia). Publica<br />
“Corazón <strong>de</strong> mujer” en la revista Lectura amena.<br />
1906. Regresa <strong>de</strong>l Chocó. Cuando se encuentra en<br />
Me<strong>de</strong>llín comienza a frecuentar la recién fundada Librería<br />
<strong>de</strong> Antonio J. Cano (El “negro” Cano).<br />
1907. Crea e implementa un sistema <strong>de</strong> cianuración<br />
para las Minas <strong>de</strong>l Zancudo que le dio renombre como<br />
científico y le permitió, por primera vez en su vida,<br />
tener dinero en cantidad consi<strong>de</strong>rable. Se volvió una<br />
verda<strong>de</strong>ra leyenda entre los mineros y los campesinos<br />
<strong>de</strong>bido a su generosidad y a su corazón <strong>de</strong> oro. Se<br />
publica “Un padre <strong>de</strong> la patria” - <strong>de</strong>dicado al General<br />
Rafael Uribe Uribe – en la revista Alpha, que tenía<br />
escrito <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1904.<br />
1908. En septiembre está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo.<br />
Lee “El anticristo” y “Así hablaba Zarathustra” <strong>de</strong><br />
Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche. Aparece “Un Zaratustra maicero”<br />
en la Revista Alpha.<br />
1909. En mayo está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo. Se<br />
publica un extracto <strong>de</strong> “El diario <strong>de</strong> Pedro” en la revista<br />
Alpha. En septiembre está en las Minas <strong>de</strong>l Zancudo.<br />
1910. Es elegido presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la república Carlos E.<br />
Restrepo, a quien <strong>Efe</strong> ha ayudado a llegar a la presi<strong>de</strong>ncia.<br />
En política <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> se <strong>de</strong>clara “Republicano”. La<br />
noche <strong>de</strong> navidad <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> presencia la fundición <strong>de</strong>l<br />
busto <strong>de</strong> Girardot <strong>de</strong> Francisco A. Cano en los talleres<br />
<strong>de</strong> Velilla y Escobar en Robledo.<br />
1911. Se publica “Viendo fundir el busto <strong>de</strong> Girardot”<br />
en la revista Alpha.<br />
1912. En junio está en Yarumalito. Aparece “¿Sodones?”<br />
en la revista Alpha.<br />
161
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
1914. Dicta un curso <strong>de</strong> geología con Tulio Ospina en<br />
la Escuela <strong>de</strong> Minas. Dirige procesos <strong>de</strong> la extracción<br />
<strong>de</strong> sales <strong>de</strong> Guaca (Heliconia) en don<strong>de</strong> se conserva<br />
aún un molino con su nombre. Le levantan acusaciones<br />
legales por un <strong>de</strong>lito que no cometió y se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>,<br />
<strong>de</strong>mostrando que no es culpable.<br />
1916. Se publica el cuento “Rafael”, <strong>de</strong>dicado a<br />
Gabriel Latorre. Aparece “Santiago Pérez Triana” en<br />
la revista <strong>Colombia</strong>.<br />
1917. Se publica su primera Croniquilla. Según<br />
Balmore Álvarez aparece “Colonial” en El Espectador.<br />
1918. Escribe el drama “La araña”, <strong>de</strong>dicado al<br />
médico José Vicente Maldonado. Se publica parte <strong>de</strong><br />
“Colonial” en la revista “Voces” <strong>de</strong> Barranquilla. Aparece<br />
“Retorno” en la revista <strong>Colombia</strong>, ilustrado por<br />
Francisco A. Cano.<br />
1919. En julio y en Me<strong>de</strong>llín, firma el manuscrito <strong>de</strong><br />
su cuento “En las selvas” que constituye el regalo <strong>de</strong><br />
bodas para don Jesús M. Duque y Lucila Hernán<strong>de</strong>z.<br />
1920. El 14 <strong>de</strong> agosto contrae matrimonio con doña<br />
Inés Agu<strong>de</strong>lo. Ella contaba con 22 años y él con 53.<br />
Antes, con Carolina Quintero había tenido 2 hijos: el<br />
llamado “mono” Bayardo y Cecilia <strong>Gómez</strong> Quintero.<br />
Aparecieron Croniquillas en la revista Cyrano.<br />
1921. Aparecieron otras Croniquillas, el poema “Libre<br />
soy” y “De un drama en amenaza” en la revista “Cyrano”.<br />
Se publica “Palabras en el aniversario <strong>de</strong> la muerte<br />
<strong>de</strong> Abel Farina” y “Evohé” para protestar contra la ley<br />
seca que ha instaurado la Asamblea <strong>de</strong>partamental,<br />
encabezada por su amigo Clodomiro Ramírez. Junto<br />
con Tomás Carrasquilla, forma parte <strong>de</strong>l Consejo <strong>de</strong><br />
redacción <strong>de</strong>l semanario “Voz literaria”.<br />
1922. Nace la primogénita <strong>de</strong>l matrimonio, Margarita<br />
<strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo. Avalúa la obra <strong>de</strong> Pedro Nel <strong>Gómez</strong><br />
para ayudarle a realizar su viaje a Europa.<br />
162
1923. En el primer número <strong>de</strong>l semanario “Lectura<br />
breve” publicó “Guayabo negro”, su cuento más<br />
famoso. Está <strong>de</strong>dicado a Rafael González Quijano<br />
puesto que éste le prestó un sumario seguido a<br />
un asesino, a partir <strong>de</strong>l cual <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> elaboró su<br />
cuento. La obra fue escrita en Caramanta. La presentación<br />
la hizo Tomás Carrasquilla. Aparece su<br />
“cuento- prólogo” al libro <strong>de</strong> Bernardo Puerta llamado<br />
“Desilusiones <strong>de</strong> Bolívar y Batallas emancipadoras<br />
<strong>de</strong> América”, que <strong>de</strong>dica a Carlos E. Restrepo. Este<br />
trabajo es apreciado en Venezuela. Se publica “La<br />
tragedia <strong>de</strong>l minero”. En abril aparece “Un Zarathustra<br />
maicero” en la revista La novela semanal <strong>de</strong> Bogotá.<br />
<strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> es nombrado auditor <strong>de</strong>l Ferrocarril<br />
<strong>de</strong> Antioquia.<br />
1924. Se publica “Monólogo <strong>de</strong> Cisneros” <strong>de</strong> <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong> en El Espectador (Bogotá). El texto aparece<br />
igualmente en “Francisco Javier Cisneros y el Ferrocarril<br />
<strong>de</strong> Antioquia [Reseña histórica]” <strong>de</strong> Gabriel Latorre,<br />
<strong>de</strong>dicado a Eleazar Arango Ferrer (administrador general<br />
<strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia).<br />
1925. En abril se pone en escena su versión teatral <strong>de</strong><br />
“Guayabo negro”, en el teatro Bolívar. Virginia Fábregas<br />
y su compañía se encargan <strong>de</strong> la representación. Según<br />
unos, como Horacio Franco, fue un éxito y según otros<br />
como los <strong>de</strong> “El Bateo ilustrado”, no. En junio está en<br />
Me<strong>de</strong>llín. Publica algunas escenas <strong>de</strong> “Guayabo negro”<br />
en El Espectador. Se publican sus cuentos “En la selva”<br />
y “Lorenzo”, <strong>de</strong>dicado a R. Emilio Escobar, en el libro<br />
“Cuentos” <strong>de</strong> Bogotá (Editorial Minerva).<br />
1926. Conoce a León <strong>de</strong> Greiff, quien trabaja en ese<br />
entonces en Bolombolo. El poeta afirma que “Carta a<br />
Farina” es lo más hermoso que escribió <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>.<br />
Emilio Jaramillo se ocupa <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> en un extenso<br />
capítulo <strong>de</strong> su libro “Kaleidoscopias”.<br />
Ofrece un discurso en la Paraninfo <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong><br />
<strong>de</strong> Antioquia para conce<strong>de</strong>r el grado Honoris causa en<br />
letras al poeta Guillermo Valencia.<br />
163
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
1928. Colabora en la perforación <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong> la Quiebra.<br />
Sufre el primer ataque <strong>de</strong> angina <strong>de</strong> pecho. Según<br />
Balmore Álvarez publica “Jesusito y Dientedioro” en el<br />
Semanario ilustrado <strong>de</strong>l Correo <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>. Germán<br />
Arciniegas publica “El tío Tomá” y “Cepas raciales” en<br />
la Revista <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Bogotá.<br />
El 20 y 21 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> ese año se estrena la<br />
película <strong>de</strong> cine mudo “Rafael Uribe Uribe o el fin <strong>de</strong><br />
las guerras civiles en <strong>Colombia</strong>” cuyo director fue el<br />
actor español Pedro J. Vásquez y cuyo guionista fue <strong>Efe</strong><br />
<strong>Gómez</strong>. Crearon la sociedad Bolívar S. A. con ayuda <strong>de</strong><br />
empresarios, para filmarla. La película recibió buenas<br />
críticas en El Correo <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> y malas críticas <strong>de</strong><br />
El bateo ilustrado. La película se perdió.<br />
1930. <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> <strong>de</strong>ja su cargo <strong>de</strong> auditor <strong>de</strong>l Ferrocarril<br />
<strong>de</strong> Antioquia. Se le había encargado escribir<br />
la Historia <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia (actualmente<br />
sólo se conoce el escrito sobre Cisneros que se incluye<br />
en la Reseña histórica Gabriel Latorre). Son épocas <strong>de</strong><br />
penuria económica entre otras razones porque tiene<br />
que sostener una familia más numerosa cada vez. Colabora<br />
en la revista Claridad con cuentos como “Fleis”,<br />
“Eutanasia” y “Evohé”. Las Croniquillas aparecen <strong>de</strong><br />
nuevo en esta revista (la Croniquilla “El filósofo” está<br />
<strong>de</strong>dicada al abogado Samuel Moreno O.). Escribe su<br />
cuento “El loco”. Firma en Me<strong>de</strong>llín y en abril su cuento<br />
“In memoriam” sobre Tomás Ayala, un maquinista <strong>de</strong>l<br />
Ferrocarril <strong>de</strong> Antioquia.<br />
1931. Retorna a Sitioviejo a trabajar en las Minas<br />
<strong>de</strong>l Zancudo. Junto con Ramón Chalarca y Joaquín<br />
González crea la Compañía “La bruja” para extraer<br />
mineral. Durante esta estadía en Sitioviejo escribe su<br />
excelente crónica “La campana <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>” acerca <strong>de</strong> la<br />
campana que llevó a Sitioviejo el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Bourmont.<br />
El primero <strong>de</strong> septiembre, en Me<strong>de</strong>llín, firma su cuento<br />
breve “El alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> Ríolimpio”.<br />
1932. En enero está en el Limón. En julio está en<br />
Sanantonionegro.<br />
164
1934. Pedro Nel <strong>Gómez</strong> realiza el famoso retrato <strong>de</strong><br />
don <strong>Efe</strong> cuyo original hace parte <strong>de</strong> la colección <strong>de</strong> la<br />
Biblioteca Luis Ángel Arango y cuya copia se exhibe en<br />
la Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong>. José J. Zapata lo incluye en su<br />
libro “Escritores y poetas <strong>de</strong> la montaña” y publica por<br />
primera vez su poema “Romance” (que está basado en<br />
un poema <strong>de</strong> juventud que incluimos en esta revista).<br />
1935. En enero está en Sitioviejo. La familia <strong>de</strong> don<br />
<strong>Efe</strong> vive en Miraflores, en Me<strong>de</strong>llín.<br />
1936. En abril está en Yalí. Retorna a Me<strong>de</strong>llín. Lee a<br />
Freud cuyo libro sobre el chiste le parece que “no tiene<br />
chiste” y estudia la teoría <strong>de</strong> la relatividad <strong>de</strong> Einstein.<br />
Se publica “En las minas” en el libro “Otros cuentistas”<br />
<strong>de</strong> la Biblioteca Al<strong>de</strong>ana <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> en Bogotá. Publica<br />
un texto sobre Juan Pablo <strong>Gómez</strong> Ochoa en la revista<br />
La bagatela publica una carta a Tomás Carrasquilla en<br />
la revista El bo<strong>de</strong>gón <strong>de</strong> Cartagena. En la carta felicita a<br />
don Tomás por ser con<strong>de</strong>corado con la Cruz <strong>de</strong> Boyacá.<br />
Escribe también sobre Jaime Barrera Parra.<br />
1937. La familia vive en el centro <strong>de</strong> la ciudad, en El<br />
Palo con Miranda. Publica el primer tomo <strong>de</strong> su única<br />
novela, “Mi gente”, que estaba completando a partir<br />
<strong>de</strong> lo que había escrito en las selvas <strong>de</strong>l Chocó. El<br />
libro se publica gracias a la colaboración <strong>de</strong> Mariano<br />
Ospina Vásquez, Luis Pérez P., el “Negro” Cano, Tomás<br />
Carrasquilla, Sofía Ospina <strong>de</strong> Navarro y otros amigos.<br />
En la portada original <strong>de</strong> la novela aparece un boceto<br />
<strong>de</strong> retrato <strong>de</strong> <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong> hecho por Pedro Nel <strong>Gómez</strong><br />
y que el artista completará en su mural “Intranquilidad<br />
por el enajenamiento <strong>de</strong> las minas”. En septiembre 17 y<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín escribe a Israel Restrepo Toro una carta<br />
sobre los poemas <strong>de</strong> éste que luego el poeta incorporará<br />
como presentación <strong>de</strong> su libro “Por los caminos<br />
<strong>de</strong>l viento” (1952). Empieza a trabajar en la Central<br />
Metalúrgica <strong>de</strong> Antioquia. Eduardo Zuleta le incluye<br />
en su libro “Manuel Uribe y los literatos <strong>de</strong> Antioquia”.<br />
1938. En enero nace su última hija, Clara Victoria<br />
<strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo, quien completa la docena <strong>de</strong> hijos <strong>de</strong>l<br />
matrimonio <strong>Gómez</strong> Agu<strong>de</strong>lo. Con Eduardo Santos se<br />
165
U.N. Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín / Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
busca darle un cargo <strong>de</strong> embajador en Chile y la editorial<br />
Ercilla <strong>de</strong> Chile expresa la intención <strong>de</strong> publicar su<br />
obra completa pero no se realizan ninguno <strong>de</strong> los dos<br />
proyectos. En abril <strong>de</strong> 1938 escribe su poema “Finanzas”,<br />
que <strong>de</strong>dica a Luis <strong>de</strong> Greiff. Viaja a Puerto Berrío.<br />
Muere el 25 <strong>de</strong> octubre en el Hospital San Vicente<br />
<strong>de</strong> Paul. Es un acontecimiento que paraliza la ciudad y<br />
hay duelo nacional por su muerte. Su alumno y amigo<br />
Horacio Franco pronuncia el discurso en su entierro.<br />
Pedro Nel <strong>Gómez</strong> se cuenta entre quienes cargan el<br />
féretro. Decenas <strong>de</strong> revistas y periódicos antioqueños<br />
y nacionales le rin<strong>de</strong>n homenaje. Entre muchas <strong>de</strong> las<br />
manifestaciones <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l gobierno, el presi<strong>de</strong>nte<br />
Eduardo Santos, por <strong>de</strong>creto, or<strong>de</strong>na colocar un retrato<br />
suyo en la Escuela <strong>de</strong> Minas. Le reconoce como<br />
metalurgista experto y como gran escritor. Or<strong>de</strong>na<br />
la publicación <strong>de</strong> sus obras completas, adjudicando<br />
para ello la suma <strong>de</strong> diez mil pesos. Pero, como suele<br />
suce<strong>de</strong>r, la or<strong>de</strong>n oficial no llega a tiempo para que el<br />
homenajeado pueda conocerla… y el retrato no se ha<br />
puesto aún en la Escuela <strong>de</strong> Minas (¡tras 82 años <strong>de</strong><br />
su muerte!).<br />
166<br />
YYY
Este volumen pertenece a la colección<br />
PALABRA VIVA<br />
Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
<strong>Universidad</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />
Se<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín<br />
Segunda etapa<br />
Diseño y Diagramación<br />
Centro <strong>de</strong> Publicaciones<br />
Comité Editorial<br />
SONIA MARÍA VALENCIA<br />
Directora <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong> Bibliotecas<br />
ALBA NELLY ALZATE TABARES<br />
Jefe <strong>de</strong> servicios (E) Biblioteca <strong>Efe</strong> <strong>Gómez</strong><br />
FERNANDO CUARTAS ACOSTA<br />
Auxiliar <strong>de</strong> Referencia<br />
DIEGO ALEJANDRO GALLEGO<br />
Estudiante Auxiliar<br />
Ilustraciones DIEGO ALEJANDRO GALLEGO<br />
Prólogo, cronología y digitación<br />
NICOLÁS NARANJO BOZA