Seminarista Manuel Aranda

MANUEL ARANDA
pero, dada su fuerza de voluntad,
venció todo escollo
y aún multiplicó cuanto recibía.
Manuel se distinguió
por la disciplina, la piedad,
el deseo de aprender, de
ganar el tiempo perdido,
de ponerse a la altura del
nuevo ambiente. Pudo dar
la impresión de retraído,
pero esto era más bien fruto
de su madurez respecto
a sus condiscípulos, unida
a la condición, no necesariamente
negativa, de aldeano.
Tanto es así que en dos años de humanidades, los superiores8 Fachada del Seminario de Baeza.
lo vieron
preparado para iniciar los cursos de Filosofía en el Seminario de Jaén, curso 1933-
34.
Manuel era como un diamante precioso, que necesitaba ser cincelado para
que apareciera toda su belleza y así pudiera producir destellos en todas direcciones.
El Seminario de Baeza fue su primera casa de estudio, oración y convivencia.
Su persona se iba tallando al entrar en contacto con los demás, con los estudios,
con los ejemplos de la historia, con todo lo que se le ofrecía; pero cada intervención
positiva que llegaba a él, desde fuera, la iba haciendo propia, con su estilo
particular, muy suyo, que buscaba lo bueno y lo verdadero, y así lo asumía en lo
más profundo de su personalidad. Las intervenciones del Espíritu quedan en el
secreto, pero podemos vislumbrarlas por los frutos. La Ciudad de Baeza de rica
historia, su Seminario, su Catedral, la plaza de Santa María, palacios e Iglesias,
sus torres, los conventos de clausura, debieron infl uir en su espíritu, dispuesto
también a lo bello.
Pero sobre todo en estos dos años se afi anza su enamoramiento por Jesucristo
y la Virgen María, centrando su vida espiritual en los misterios más profundos
de la vida cristiana.
8 Los testimonio de superiores y compañeros pueden verse en este volumen: “Escritos sobre Manuel”.
Sus notas fueron siempre excelentes y se le concedió, por parte del Obispo Basulto, el preparar y examinarse
de cursos en verano. Ver Boletín Ofi cial de la Diócesis Tomo 75, Pág. 202
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