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mismos como con los demás, y
tienden a ser conflictivos. Sin
embargo, son también capaces
de despertar grandes pasiones
y son dueños de las reacciones
del público.
­ ¿Recuerda algún concierto
especialmente duro de
organizar?
­ El peor momento de Quincena
para mí fue en 1992 con el
montaje de L’italiana in Algeri
de Rossini, a cargo del director
de escena Pier Luigi Pizzi y del
director musical Bruno
Campanella. Se estaba
montando en el Teatro Victoria
Eugenia, y ante la limitada
infraestructura, amenazaron
con abandonar la producción.
Conseguí resolver este conflicto
gracias a la gastronomía de
este país, ya que en una
comida pactamos futuros
proyectos y conseguimos salvar
el espectáculo. Otro momento
duro por su complejidad fue el
montaje en el Kursaal de la
Octava Sinfonía de Mahler. Una
de las sopranos solistas
amenazó con suspender su
participación. Gracias a la
ayuda de Patrick Alfaya
también salvamos este
concierto.
­ ¿Y alguno que le diese
grandes satisfacciones?
­ Afortunadamente, son muchos
más los conciertos que me han
dado grandes satisfacciones,
pero recuerdo el del 31 de
Agosto de 1982, en el que
intervino por primera vez la OSE
con un Réquiem de Verdi
cantado por el Orfeón
Donostiarra y bajo la batuta de
Enrique Jordá, o el realizado por
la Orquesta Sinfónica de Galicia
en las cuevas de Zugarramurdi,
con un programa en torno a la
brujería..
­ ¿En el espejo de qué país
deberíamos mirarnos si
queremos progresar en gestión
musical?
­ Ahora parece que todos
estamos obsesionados con
Alemania, y lo que más
deberíamos envidiarles es lo
intrincada que está la música
en su día a día. Los países
nórdicos
también son muy destacables y
en cuanto a lo económico,
deberíamos mirar hacia el
mundo anglosajón, donde la
sociedad participa
económicamente de una forma
muy activa. Parece ser que
nuestro gobierno central quiere
ahora potenciar el mecenazgo
legalmente en estos momentos
de recesión económica.
Apruebo esta medida.
­¿Siente predilección por algún
género?
­¡Esta es la “pregunta del
millón”¡ Es imposible escoger
uno sólo…! Pero refiriéndonos a
la música, cada vez me gusta
más la del Renacimiento.
­¿Y por alguna otra actividad?
­ La verdad, me encanta
viajar… Me gusta mucho
vincular la historia y el
patrimonio histórico con el
musical y cuando escuchas la
obra de muchos autores en los
lugares para los que fue
pensada, cobra íntegramente
todo su significado y la
comprendes a la perfección.
­¿Es imprescindible conocer la
música desde dentro para ser
un buen gestor musical?
­Creo que es fundamental. En
las organizaciones muy
potentes suele haber una
dicotomía entre la gestión y la
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