revista 66 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
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La liturgia va in crescendo, hasta<br />
<strong>de</strong>jar en claro que viene en camino<br />
el Salvador <strong>de</strong> las naciones; por eso<br />
ruega que la tierra lo haga germinar:<br />
“Rorate cæli <strong>de</strong>super et nubes pluant<br />
iustum, aperiatur terra et germinet salvatorem<br />
et iustitia oriatur simul!” —<br />
“Que los cielos <strong>de</strong>rramen el rocío <strong>de</strong><br />
las alturas, que las nubes <strong>de</strong>stilen la<br />
justicia. Ábrase la tierra y produzca<br />
el fruto <strong>de</strong> la salvación, y germine a la<br />
vez la justicia” (Is 45,8).<br />
Por fin, nace el Re<strong>de</strong>ntor como un<br />
simple bebé. Sin embargo, quien fuera<br />
iluminado por un don <strong>de</strong>l Espíritu<br />
Santo, discerniría en el adorable pequeño<br />
los resplandores <strong>de</strong> su fulgurante<br />
divinidad. No se trataba <strong>de</strong> un<br />
ser puramente humano; aquella naturaleza<br />
se unía a la propia Divinidad<br />
en la hipóstasis <strong>de</strong> la Segunda Persona<br />
<strong>de</strong> la Santísima Trinidad. Ahí estaba<br />
el Hombre-Dios.<br />
Epifanía: público reconocimiento<br />
<strong>de</strong> la divinidad <strong>de</strong>l Niño Jesús<br />
Si en la Navidad, por así <strong>de</strong>cir,<br />
Dios se manifiesta como Hombre, en<br />
la Epifanía ese Hombre se revela co-<br />
12 Heraldos <strong>de</strong>l Evangelio · Enero 2009<br />
mo Dios. Así, en estas dos fiestas Dios<br />
quiso que el gran misterio <strong>de</strong> la Encarnación<br />
quedara al <strong>de</strong>scubierto con<br />
todo su brillo, frente a judíos y gentiles,<br />
dado su carácter universal. Occi<strong>de</strong>nte<br />
celebraba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio la<br />
Navidad el 25 <strong>de</strong> diciembre, y Oriente<br />
la Epifanía el 6 <strong>de</strong> enero. Fue la igle-<br />
No se trataba <strong>de</strong><br />
un ser puramente<br />
humano; aquella<br />
naturaleza se<br />
unía a la propia<br />
Divinidad<br />
sia <strong>de</strong> Antioquía, en tiempos <strong>de</strong> San<br />
Juan Crisóstomo, la que pasó a celebrar<br />
ambas fechas. La segunda festividad<br />
sólo comenzaría a ser celebrada<br />
en Occi<strong>de</strong>nte a partir <strong>de</strong>l siglo V.<br />
En nuestra actual fase histórica, la<br />
liturgia conmemora la Adoración <strong>de</strong><br />
los Reyes Magos al Niño Jesús. Por<br />
La Epifanía no pue<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rada separadamente <strong>de</strong> la adoración<br />
que le tributaron los Reyes <strong>de</strong> Oriente. La escena implica un<br />
reconocimiento público a la divinidad <strong>de</strong>l Niño Jesús<br />
otro lado, todavía quedan vestigios <strong>de</strong><br />
la antigua tradición oriental que incluía<br />
en la Epifanía, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la Adoración<br />
<strong>de</strong> los Reyes, el milagro <strong>de</strong> las Bodas<br />
<strong>de</strong> Caná y el Bautismo <strong>de</strong>l Señor en el<br />
Jordán. Hoy nuestra liturgia ya no celebra<br />
las Bodas <strong>de</strong> Caná, y el Bautismo<br />
<strong>de</strong>l Señor es festejado el día domingo<br />
entre el 9 y el 13 <strong>de</strong> enero.<br />
En síntesis, po<strong>de</strong>mos afirmar que<br />
la Epifanía, es <strong>de</strong>cir, la manifestación<br />
<strong>de</strong>l Verbo Encarnado, no pue<strong>de</strong><br />
ser consi<strong>de</strong>rada separadamente <strong>de</strong> la<br />
adoración que le tributaron los Reyes<br />
<strong>de</strong> Oriente. La escena implica un reconocimiento<br />
público a la Divinidad<br />
<strong>de</strong>l Niño Jesús unida a su humanidad.<br />
La virtud <strong>de</strong> la Religión<br />
La adoración, según enseña el<br />
Doctor Angélico, “tiene por objeto la<br />
reverencia <strong>de</strong> aquel a quien se adora”.<br />
Se trata <strong>de</strong> una virtud especial llamada<br />
religión, a la cual “le correspon<strong>de</strong> el<br />
testimoniar reverencia a Dios”. 1<br />
Para enten<strong>de</strong>rlo mejor, basta <strong>de</strong>cir<br />
que la religión se basa en quién es<br />
Dios y quién somos nosotros; en lo que<br />
Él nos ha dado y lo que <strong>de</strong>bemos retribuirle.<br />
Dios es el Ser por esencia, la<br />
Perfección, el Bien, la Verdad y la Belleza,<br />
a<strong>de</strong>más, absoluto e infinito; nosotros,<br />
en cambio, somos criaturas contingentes,<br />
<strong>de</strong>pendientes; lo hemos recibido<br />
todo <strong>de</strong> Dios, y nuestra existencia<br />
requiere su sustento a cada instante.<br />
Bien <strong>de</strong>cía el R.P. Antonio Royo<br />
Marín, OP., que si Dios, por absurdo,<br />
adormeciera un instante, todas<br />
las criaturas volverían a la nada; a lo<br />
que el Prof. Plinio Corrêa <strong>de</strong> Oliveira<br />
añadió: “Y en su Omnipotencia,<br />
Él lo recrearía todo nuevamente, nada<br />
más <strong>de</strong>spertase”.<br />
Por tanto, el ser <strong>de</strong> toda y cualquier<br />
criatura es otorgado por Dios, al igual<br />
que todos los dones más variados que<br />
haya en el or<strong>de</strong>n universal. Por en<strong>de</strong>,<br />
en la línea <strong>de</strong> los dones no existe nada<br />
que no recibamos <strong>de</strong> Dios. Somos los<br />
eternos <strong>de</strong>udores <strong>de</strong>l Creador. Bajo<br />
este punto <strong>de</strong> vista, hasta la más excelsa<br />
<strong>de</strong> todas las criaturas, María Santí-