géneroysexualidad adolescente - Archivo Abierto Institucional de la ...

conocimiento en el tema y menor apetito sexual. Estos atributos aparentemente inocuos, dejan
entrever el objetivo principal del modelo de sexualidad patriarcal, que es la satisfacción
masculina, con una representación prácticamente nula del deseo sexual de las mujeres (Hite,
S. 2001; De Béjar, S. 2007).
También se inhibe o se castiga la sexualidad femenina, a través de los calificativos
empleados para referirse a las mujeres con una vida sexual activa y con múltiples parejas
sexuales. Atribuciones sociales de las que todos y todas nuestras entrevistadas son
conscientes, y así lo verbalizan: «deberían ser iguales pero en realidad a la mujer se le llama
guarra y al hombre machote», «se supone que se debería calificar igual pero si una mujer tiene
muchas parejas se le dice guarra y al chico se le diría que es un máquina», estas son algunas
opiniones de las adolescentes, pero no distan demasiado de las opiniones de los varones: «es
igual, pero está peor visto en las mujeres porque se les llama putas y los hombres en cambio
son machos», «en general está peor visto una mujer en esa situación, yo… si soy sincero…
tampoco lo veo igual, me parecería un poco golfilla, es más normal que tengan sexo con más
personas los hombres que las mujeres». Estas afirmaciones manifiestan cierta conciencia de la
desigualdad entre hombres y mujeres en el terreno sexual, pero éste ha sido el único aspecto
en el que se ha expresado sentimiento de desigualdad por parte de los y las adolescentes,
como veremos más adelante.
Otra opinión estereotipada en los y las jóvenes ha sido la referente a las actitudes y
gustos propios de hombres y mujeres. De forma general, se le asignan a la mujer las parcelas
relacionadas con los afectos, sentimientos y la mesura en las relaciones sexuales y a los
varones la búsqueda exclusiva de placer físico, la pasión, la despreocupación y el deseo
insaciable de practicar sexo. Un ejemplo de esta tipificación de varones y mujeres son las
siguientes afirmaciones, masculina y femenina respectivamente: «a las mujeres les gusta más
que al principio del coito sea despacito, por dolor y eso… y que seas cariñoso… Y a los
hombres el coito nos gusta más a lo bestia», «los hombres dan más importancia a realizar el
coito continuamente y nosotras le damos más importancia a que esa relación salga bien y siga
para adelante».
Ya se adelantaba en la introducción de este apartado referente a los estereotipos de
género, que las opiniones entre hombres y mujeres gozaban de gran similitud, lo cual no
significa que no exista desigualdad entre unas y otros, si no que se trata de una desigualdad
naturalizada e interiorizada de tal forma, que resulta difícil que puedan identificarla (Martínez
Benlloch, I. Et al.2008; Cerviño Saavedra, M.J. Et al.2010). Prueba de ello, ha sido la
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