La Ley de Memoria Histórica: reparación e insatisfacción Julio ...

La Ley, de estimable carácter comprehensivo y con disposiciones en las que hay un tratamiento aceptablemente
compensado de la memoria de las víctimas con independencia de su ideología y del bando en
que militaron, ha levantado, sin embargo, desde que se conoció su proyecto, porfiadas oposiciones,
resistencias a su contenido completo o a algunas de sus disposiciones, ha levantado acusaciones lejos de
cualquier ponderada consideración del asunto. ¿Cuáles han sido esas resistencias, de dónde han procedido
y cómo han intentado argumentarse?
Existe una creencia no justificada pero bastante generalizada de que la oposición se enmarca únicamente
en una u otra de dos posturas que vendrían a coincidir con la herencia histórica y memorial de los dos
bandos a los que, con cierta simplificación también, se atribuye el origen de los grandes enfrentamientos
españoles del siglo XX que tienen, como es sabido, su punto de partida en el periodo republicano de los
años treinta del siglo XX, que culminan en una guerra civil y que tuvieron como consecuencia más duradera
casi cuarenta años de Dictadura sustentada por el bando vencedor en la guerra civil, o sea, aquel
que se sublevó contra la legitimidad de la República existente entre 1931 y 1936. Más de dos tercios de
siglo después, la relevancia histórica y memorial de aquel periodo de nuestra Historia, del que apenas
quedan testigos vivos, sigue teniendo una virtualidad que no es preciso destacar. Cabría preguntarse,
pues, y esa sería la pregunta más pertinente cuando se aborda un conflicto como éste, por las razones
de su persistencia en la Memoria. Una respuesta a esta pregunta sería mucho más clarificadora que
muchas resistencias de oscuro origen…
En definitiva, una de esas oposiciones está representada por quienes mantienen que transcurridos setenta
años desde la contienda central y más de treinta desde el final de la Dictadura, la Ley no hace sino reabrir
una memoria traumática, y un conflicto histórico que se supone, además, que el carácter y las disposiciones
concretas de la época de tránsito a la democracia constitucional en los años setenta dejó sustancialmente
reparados. La reconciliación de los españoles, el olvido de las tragedias, la amnistía para los
culpables de ellas, habrían marcado, entre los años 1975 y 1982, aproximadamente, el momento de una
nueva historia y una nueva consideración memorial, la de la superación del conflicto, el reconocimiento
del error colectivo y el propósito, colectivo también, de su no reproducción. Normalmente, esta posición
tan confortable es mantenida por sectores sociológicos e ideológicos de la población española que, incluso
say (it bears repeating once again), the victims of the victorious
side were immediately recompensed, while the
vanquished side were repressed or were in exile. A first
section, in which the very Preamble of the disposition
could also be included, concerns itself of setting a doctrine
of the reparation. This takes up the Law’s first four
articles, of which the 4th treats the theme of the “declaration
of personal reparation and recognition”, object of
much previous discussion in the search of the mechanism
by which this recognition should be expressed. A
second group concerns the type of personal reparations
that are established. Thus, it speaks of indemnifications
and assistances, of augmenting those previous already
approved, in particular that the definition of victim of
past conflicts be expanded to include those who were
victims from later processes after the Civil War such as
the victims killed in the “defense of the democracy”
between 1968 and 1977; in other words, those who were
victims in the critical period at the end of the dictatorial
regime and the process of the Transition, who were victims
because of repressive actions of the state or
through terrorist activities directed at stopping the
process of democratic change.
In the third place, the Law includes a series of dispositions
directed at the recovery of the bodies of victims
which were interred in mass graves, in places neither
ready nor prescribed for such burials, with full absence of
legality and lack the most minimal consideration of the
rights of the people. The Civil War is full of acts of this
type which took place in the territory of both factions.
Finally, another series of dispositions, also memorial in
nature but with greater instrumental content, are unfolded.
The elimination of the material symbols and commemorative
monuments of the “victory” or of the
Dictatorship and of the exaltation of any of the factions
in the Civil War. Nonetheless, the Law only has an imperative
nature in this sense for the Heritage of the State,
not for that of other institutions. Finally, dispositions so
that all information about these historic occurrences are
made accessible to all the citizens without barriers of
any sort are included. These therefore concern dispositions
about the availability and maintenance of archives,
the right to the information, the recognition of memorial
associations, and the creation of a Documentary Center
of the Memory, among other things.
The Law, of considerably comprehensive nature and with
dispositions in which there is an acceptably compensated
treatment of the memory of the victims independent
of their ideology and of the faction for which they
fought, has nonetheless awoken, since the project was
made known, obstinate opposition: resistance to its full
content or to some of its dispositions, it has raised accusations
far from any thoughtful consideration of the
matter. What have these resistances been, where do
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