Temas de espiritualidad - Autores Catolicos

«No puede existir un deber moral, es decir una exigencia que se
dirija a la decisión libre, pero no es menos deber, participar en el
bien de la comunidad humana colaborando mediante el don de sí
a trabajos necesarios de investigación» (Rey-Mermet, Creer IV,
p. 328).
Algunas personas han objetado: «¿Cómo puedo dar mi cuerpo
para trabajos de investigación en medicina. Cuando la Escritura
dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo?...
***
Olvidemos la forma con que se trate. Conozco a gente consciente
que lo trabajan con respeto.
El cuerpo es el templo del Espíritu, como lo afirma san Pablo
oponiéndose a la fornicación (I Co 6, 19). Este cuerpo, devenido
cadáver, ¿se le deshora empleándolo para facilitar trabajos
médicos que pueden ayudar a nuestros hermanos y hermanas? No
lo creo. El objetivo a alcanzar es noble y nada hay que objetar
seriamente.
El Nuevo Código civil de Québec recuerda que toda persona
mayor, consciente, puede permitir que tras su muerte, su cuerpo u
órganos o tejidos de su cuerpo, se empleen para fines médicos o
científicos.
No soy de la opinión de que haya que hacer esto tras la muerte...
La necesidad no me parece absoluta. Por el momento, los gestos
voluntarios me parecen bastar para el progreso de las ciencias y su
uso.. Admiro, sin embargo, a las personas que, con un fin
humanitario, sino cristiano, permiten estas experiencias serias de
laboratorio tras su muerte.
Los obispos franceses declaraban en 1993: «La Iglesia siempre ha
invitado al don de los tejidos o de órganos y nunca lo ha
considerado un deber».