IV Domingo de Cuaresma, Ciclos A, B y C. - Autores Catolicos

HAGIOGRAFIA
Un soldado, que abandonó el ejército para socorrer a su
esposa moribunda, vuelve a él, para ser ajusticiado,
puesto que después de que aquella muriese, ya no
encuentra razón alguna para vivir.
Seny.-“Interior reparte cada año un millòn en ayudas a las asociaciones de
víctimas. A nosotros nos han dado 56.000 euros. A la asociación de Manjón se
le ha dado un cuarto de millón porque no se cuestiona absolutamente nada. Le
parece bien todo lo que se dijo en el juicio”. (Ángeles Domínguez, de la
asociación de ayuda a las víctimas del 11-M en la Gaceta el 7-3-11).
Juana una vez visto el caso con él mismo le dice.
-El hombre está perdonado. Os deseo un buen día.
Podéis iros. ¿Sabíais que al regresar os condenarían a
muerte?
-Sí, respondió él, lo sabía.
-Entonces, ¿por qué lo hicisteis?
-No me importaba morir. Ella era lo único que tenía
en el mundo. Ya no me queda nadie a quien querer.
-¡Eso sí que no, os queda Francia. Los hijos de
Francia siempre tienen a su madre. Ellos no pueden
quedarse sin nadie a quien amar. Viviréis y serviréis a
Francia.
-Os serviré a vos.
-Lucharéis por Francia
-Seré vuestro soldado.
-Daréis a Francia todo vuestro corazón
-Os daré a vos todo mi corazón...toda mi
alma...suponiendo que la tenga....os dedicaré toda mi
fuerza, que es mucha. Yo estaba muerto y ahora vivo. No
tenía ilusión por nada y ahora la tengo. Vos sois
Francia para mí, vos sois mi Francia y ya no tendré
ninguna otra.
Juana sonrió, conmovida y satisfecha ante el
entusiasmo de aquel hombre, que lo expresaba con rostro
de hondo sentimiento.
-Bien, sea como quereis.
-¿Para qué lleváis esa enorme hacha?
-Es para convencer a las gentes de que respeten a
Francia.
-Juana rió de nuevo y preguntó: ¿habéis dado muchas
lecciones?
-Desde luego que sí. Muchas.
(Marc Twain: Juana de Arco, c. 24).
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