Alighieri_Dante-Divina Comedia-Paraiso.pdf
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62<br />
que las más altas cumbres más golpea;<br />
y esto no poco honor ha de traerte.<br />
Por ello se han mostrado a ti en los cielos,<br />
en el monte y el valle doloroso<br />
sólo las almas de notoria fama,<br />
pues fe no guarda el ánimo que escucha<br />
ni observa los ejemplos que escondidas<br />
o incógnitas tuvieran las raíces,<br />
ni razones que no son evidentes.»<br />
CANTO XVIII<br />
Se recreaba ya en sus reflexiones<br />
aquel beato espejo, y yo en las mías,<br />
temperando lo amargo con lo dulce;<br />
y la mujer que a Dios me conducía<br />
dijo: «Cambia de idea; porque estoy<br />
cerca de aquel que lo injusto repara.»<br />
Yo entonces me volví al son amoroso<br />
de mi consuelo; y no he de referiros<br />
el mucho amor que vi en sus santos ojos:<br />
no sólo es que no fíe en mis palabras,<br />
sino que la memoria no repite,<br />
sin una gracia, lo que la supera.<br />
Sólo puedo decir de aquel instante,<br />
que, volviendo a mirarla, estuvo libre<br />
mi afecto de cualquier otro deseo,<br />
mientras el gozo eterno, que directo<br />
irradiaba en Beatriz, desde sus ojos<br />
con su segundo aspecto me alegraba.<br />
Vencido con la luz de su sonrisa,<br />
ella me dijo: «Vuélvete y escucha;<br />
no está en mis ojos sólo el Paraíso.»<br />
Como se ve en la tierra algunas veces<br />
el afecto en la vista, si es tan grande,<br />
que por él todo el alma es poseída,<br />
así en el flamear del fulgor santo<br />
al que yo me volví, supe el deseo<br />
que tenía aún de hablarme un poco más,<br />
y él comenzó: «En este quinto grado