PDF: Fuentes para la historia del Opus Dei
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Viaje ade<strong>la</strong>nte en el jeep. La nueva etapa terminaba en Catahuasi,<br />
una aldea de doscientos cincuenta habitantes (…)<br />
En estos viajes solemos llevar con nosotros <strong>la</strong>s cosas<br />
imprescindibles de uso personal -que no son muchas- y además todo,<br />
absolutamente todo lo necesario <strong>para</strong> el culto. En <strong>la</strong>s iglesias no suele<br />
haber nada. Los ornamentos, cuando los tienen, son inservibles (…)<br />
En Catahuasi nos atendieron con amabilidad y cariño. Se notan en<br />
esta pob<strong>la</strong>ción fuertes afanes de progreso. De acuerdo con un proyecto de<br />
urbanización muy bien hecho, están tras<strong>la</strong>dando todo el pueblo hacia el<br />
río y junto a <strong>la</strong> carretera. Han construido ya <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, y un edificio que<br />
se destina a atenciones sanitarias; y han reservado <strong>para</strong> <strong>la</strong> futura iglesia<br />
un terreno que reúne buenas condiciones. Todos trabajan desinteresada y<br />
unánimemente. (…)<br />
Cuando regresamos a Lima, otra etapa iba a comenzar enseguida: a<br />
<strong>la</strong>s cuatro de <strong>la</strong> tarde salimos hacia Huangascar, Viñac y Apurí, tres<br />
distritos de <strong>la</strong> provincia de Yauyos, de difícil acceso, pues sólo se llega a<br />
ellos por caminos de herradura (…)<br />
Por fin llegaron <strong>la</strong>s mu<strong>la</strong>s. Para mí, era <strong>la</strong> primera experiencia<br />
como jinete. Para el Pre<strong>la</strong>do no: había montados otras veces, pero… casi<br />
diez años atrás. Emprendimos el camino: siete horas sobre <strong>la</strong> mu<strong>la</strong>. Los<br />
cerros son altos y los senderos situados siempre sobre un precipicio,<br />
estrechísimos e irregu<strong>la</strong>res con una especie de escalones de piedra que <strong>la</strong><br />
mu<strong>la</strong> sube o baja moviendo <strong>la</strong>s dos patas de<strong>la</strong>nteras a un tiempo. El que<br />
cabalga, sin más apoyo que <strong>la</strong> fuerza de sus rodil<strong>la</strong>s y <strong>la</strong> tensión sobre los<br />
estribos, va contemp<strong>la</strong>ndo el abismo. Nosotros, siempre de buen humor,<br />
íbamos camino ade<strong>la</strong>nte rezando el rosario. (…)<br />
Sin más, con una mu<strong>la</strong> y con un caballo viejísimo, nos <strong>la</strong>nzamos a<br />
<strong>la</strong> aventura de <strong>la</strong> penúltima etapa: Apurí-Huangascar. Tres horas de<br />
bajada casi vertical, y adivinando <strong>la</strong> dirección en muchos trechos, pues no<br />
hay indicios de camino cierto: hasta llega un momento en que hay que<br />
bajar de <strong>la</strong> caballería porque el terreno se hace intransitable.<br />
En Huangascar volvimos a encontrarnos rodeados de cariño y<br />
<strong>del</strong>icadeza. Es un pueblo de gente muy buena y sencil<strong>la</strong>. A <strong>la</strong> caída de <strong>la</strong><br />
tarde, <strong>la</strong> iglesia se llenó <strong>para</strong> el rezo <strong>del</strong> rosario y <strong>para</strong> oír <strong>la</strong> predicación.<br />
(…)<br />
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